Novena al Santo Niño de Atocha

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Novena al Santo Niño de Atocha Introducción En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Reunidos en la presencia del Padre Dios, venimos a contemplar el gran amor que ha tenido por nosotros al darnos como Salvador a su Único Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Aunque sabemos que Jesús está vivo y vive entre nosotros, y creemos firmemente que Él padeció y murió por nosotros, pero resucitó glorioso para darnos la seguridad de nuestra propia resurrección, lo queremos recordar cuando era niño y estaba sometido a la autoridad de María y José. Este es el Santo Niño que veneramos con el nombre de Niño de Atocha, el mismo que nació en Belén y después de varios años de exilio en Egipto, se crió y creció en Nazaret.

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Oración Preparatoria Padre Santo, nos reunimos en tu casa como miembros de tu Pueblo e hijos tuyos. Hoy queremos darte gracias por el don inmenso de la salvación que nos diste por medio de Jesús, tu Hijo y Señor nuestro. Nuestra alma, lo mismo que la de María, se llena de gozo al contemplar tus grandezas y ver que, a pesar de nuestra pequeñez, Tú nos amas de tal manera que estás dispuesto a perdonarnos y a darnos eterna felicidad en tu Reino. Llenos de gratitud, queremos alabarte y bendecirte porque, por amor nuestro, enviaste a tu Hijo a la humillación de hacerse uno como nosotros, y padecer tormentos y morir en una cruz. Solo un Padre como Tú podía inventar un medio tan inaudito para salvarnos. Solo un Padre como Tú podía entregarnos un tan gran Redentor. Al contemplar a tu Hijo hecho niño en Belén perseguido por la crueldad de Herodes, exiliado en Egipto y llevando una vida de oscuridad y pobreza en Nazaret, sentimos que la gratitud y el amor brotan en nuestro corazón. Alabado seas Padre. Gloria y honor a Ti, en unión con el Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Amén.

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Lectura Bíblica Del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 2, 6-14)

Mientras estaban ahí, le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada.

En aquella región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, vigilando por turno sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: “No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre”.

De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”.

Palabra del Señor.

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Homilía Después de una larga espera y tiempo de preparación, finalmente celebramos el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Los textos de la Liturgia de la Palabra desbordan con imágenes de júbilo y regocijo por lo que este acontecimiento ha significado para toda la humanidad. Es un tiempo especial, todos los ambientes se invaden de un sentimiento diferente. Por un momento dejamos a un lado las malas noticias, las tristezas y los dolores para desearnos “paz y felicidad”. Lo más sorprendente de esto son las condiciones en que tuvo lugar. La encarnación del Hijo de Dios no requirió de grandes cosas: una humilde familia, un pesebre, un pequeño pueblo… ¿Cómo es posible? ¿Por qué no empezar desde arriba, donde la humanidad está acostumbrada a reconocer el poder y la gloria?

La lección más grande de la Navidad es precisamente ésta: que Dios quiso habitar con nosotros sin privilegios; quiso conocer todo lo que humanamente nos disgusta y nos oprime: el dolor, el hambre, la pobreza, la soledad, la tristeza, la enfermedad, la muerte… para después darnos su propia vida. De esta manera, ¿quién de nosotros podría reprocharle de ser un Dios lejano a lo que acontece en nuestra vida?

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Letanías del Niño de Atocha. Respuesta: De tu mano llevamos al Padre.  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que vives desde toda la eternidad…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste anunciado por los profetas como el único y verdadero Salvador…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste concebido en el seno de María por obra del Espíritu Santo…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que naciste en Belén en medio de la mayor pobreza…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste recibido con toda alegría por José y María…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste adorado por los ángeles…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, cuya presencia en el vientre de María hizo saltar de gozo a Juan en el seño de Isabel…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste admirado y agasajado por aquellos sencillos pastores que cuidaban sus ovejas cerca de Belén…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que derramaste tu primera sangre por nosotros al ser circuncidado a los ocho días de tu nacimiento…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste presentado en el Templo a los cuarenta días de nacido…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste reconocido por el anciano Simeón, que te reconoció como al verdadero Mesías…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste alabado por la piadosa Ana, la anciana profetisa… Página | 5

 Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste adorado por los Magos de Oriente, quienes en Ti reconocieron al Hijo de Dios y al Mesías prometido…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que despertaste las iras del cruel Herodes, que intentó matarte…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que para escapar la persecución fuiste llevado al exilio en Egipto…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que conociste desde pequeño las penurias y la pobreza…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste en peregrinación al Templo de Jerusalén, junto a María y José cuando cumpliste los doce años…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que fuiste encontrado por María y José, después de trece días de creerte perdido…  Niño Jesús de Atocha, Hijo de Dios, que creciste en sabiduría y prudencia en el hogar de Nazaret…

Señor Jesús, Maestro y Salvador, nuestro Camino, Verdad y Vida. Aunque sabemos que hoy vives junto al Padre y el Espíritu Santo en la gloria del Cielo, hemos querido recordar tu infancia y contemplarte como el Niño que un día fuiste en los comienzos de tu misión entre nosotros. ¡Qué bello te verías en el pesebre de Belén! ¡Qué alegría sentirían José y María a pesar de la pobreza con que te recibieron! ¡Qué gozo el de los pastores y el de los Magos! ¡Qué emoción la de Simeón y Ana! Quien hubiera podido ser uno de ellos y haber visto lo que ellos vieron. Sabemos, sin embargo, que estás con nosotros. Por eso, al Página | 6

recordar tu infancia y llamarte Santo Niño de Atocha, te pedimos que sintamos en nuestra alma el gozo de tu amor, la seguridad de tu perdón y la alegría de saber que un día podremos contemplarte en el Reino con toda la plenitud de tu gloria divina.

Niño Jesús de Atocha, bendice a todos los niños del mundo, especialmente a los amenazados de muerte en el seno de sus madres, a los que no tienen padres que los amen, ni hogar donde crecer sanamente, a los que están enfermos o padecen cualquier necesidad. Que seas Tú su gozo y su consuelo. Que tu presencia junto a ellos los defienda y proteja.

Amén.

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Oración a María y José Amadísimos María y José. A ustedes confió el Padre Dios el cuidado de Jesús Niño. En tu seno, Madre Santa, lo hizo concebir el Espíritu Santo. A tí, José, te llamó Dios para que fueras la protección de la Madre y del Hijo. Ambos padecieron toda clase de pruebas. Qué ejemplo de entrega y abnegación nos dieron. Por eso hoy son ustedes, María y José, los mejores espejos del amor de Dios y los más perfectos testigos de la infancia de nuestro Salvador.

Hoy queremos pedirles por todos los esposos y sus hijos. Que los hogares sean como el hogar de Nazaret. Que cada una de nuestras casas se alegre con la presencia de Jesús. Que todos abramos nuestros corazones para que Cristo reine entre nosotros y un día podamos disfrutar, junto a ustedes, de la eterna alegría del Cielo.

Amén.

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