La Creación - Cristianismo Ilustrado 1ERA EDICIÓN

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© 2020 por Cristianismo Ilustrado

Todos los derechos reservados.

Editor: Natalia Córdoba y Rodrigo Paredes. Diseño y Maquetación: Natalia Cordoba. Lettering: Sarai Gracia. Escritores: Andrée Becker, Felipe Heredia, Daniel Baquero y Antonio Valenzuela. Edición Octubre.

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A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la Nueva Versión Internacional® NVI® 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Reservados todos los derechos mundialmente.

Dios es un Dios de amor, un Dios perfecto y su creación como dice en su palabra «es buena». ¿Y quién más para decidirlo que Él mismo? Podemos observar en todo el primer capítulo de Génesis, la mano del mejor pintor y compositor en acción. Lo encontramos realizando la mejor obra que ha existido sobre la faz de la tierra, la creación. Vemos en los primeros versículos la creación de nuestro hogar. 1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. —GÉNESIS 1:1-4

Y vio Dios que su creación era buena. Luego en los siguientes versículos Él no se detiene, viene algo fascinante. 6 Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. 7 E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. 8 Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. 9 Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. 10 Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. —GÉNESIS 1:6-10

Cada cosa que Él hizo fue perfecta y a gran detalle. Cuidó cada centímetro de su obra maestra midiendo cada milímetro de lo que hacía.

11 Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. 12 Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. 13 Y fue la tarde y la mañana el día tercero. 14 Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, 15 y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. 16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. 17 Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, 18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. 19 Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. —GÉNESIS 1:11-19

Vemos que la magnificencia del Señor se muestra infinita cuando con su poder —como vemos en Génesis— crea las estrellas, el sol y la luna específicamente para nuestro hogar. Vemos a un maestro del arte en acción, pensando en cada mínimo detalle. Nada se le escapa al mejor artista del mundo. Midió cada pincelada, cada trazo; utilizó las mejores herramientas y seguía creando y obrando.

20 Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. 22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. 23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto. 24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. 25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. —GÉNESIS 1:20-25

Dios no se detuvo, siguió creando; haciendo cosas nuevas y todas diferentes de otras. Creando con su benevolencia lo mejor de lo mejor; y cada día que pasaba, cada obra que terminaba le era buena en gran manera. Sin embargo, a su creación le faltaba el toque final. Le faltaba el toque más importante de su obra maestra. 26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. 29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. 30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. 31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. —GÉNESIS 1:26-31

Así es, aquí llega el hombre; llega la creación del ser humano. Todo su empeño, su benevolencia, su misericordia y su amor en la creación fue hecho para su mejor obra, el ser humano.

El Señor a diario nos muestra su benevolencia y amor a través de su creación. Así es tan grande el amor del Señor para con nosotros que con la palabra dio paso a la mejor obra maestra que se haya visto. La creación. Dice Su palabra en Jeremías 29:11 11 Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.

Y es que desde el inicio de su creación todo era bueno para nosotros. Vemos su amor en cada lugar al que miramos, en cada respirar, en cada amanecer, atardecer y anochecer. En cada estrella del firmamento, en cada noche despejada. Cada milímetro del universo fue hecho por Él, por su gran amor. Entregó lo mejor para nosotros y cuando hizo al ser humano, le pareció bueno en gran manera.

Resultándoles fatal aquella tentación, aquella mujer que fue creada compañera fue aquella en caer primero en aquel pecado fatal, ignorando lo que su creador había dado desde el principio en que se les dio el soplo de vida. Encontrando sola a Eva cerca de aquel árbol que se hizo prohibido, le logró hacer entrar en duda, ¿podré ser como mi creador? quizás retumbó su subconsciente. Sus intenciones se veían tan inocentes, que ella no dudó en prestar atención a las engañadora serpiente que ansiosa esperaba aquella caída. Todo fue por ella, no hubo obligaciones, sólo un camino hacia el abismo, persuasión para acto y obra de una mujer. Tomó en sus manos el pecado y de el comió, porque a eso la llevaría su acción principal y dió de aquel fruto a su compañero, porque como dijo Matthew Henry:

Aquel error se resume en una sola palabra: Desobediencia. Se apartaron de su Dios y al darse cuenta de tal acto, al sentirse arrepentidos viendo como caminaban hacia la miseria, buscaron un escondite, donde su pecado no fuera observado. Porque tristeza y deshonra trae el pecado. Aquel Dios que esperaban con amor, ahora era un miedo profundo que renacía de la vergüenza. Dios, acercándose, dice a Adán: ¿A dónde estás tú?, ¿Hacia dónde va el hombre al caer en pecado? ¡Se descarrila y va lejos de su creador! Sentencia hubo para ambos, dolor para la mujer, trabajo para el hombre. Aún después de aquello, Dios tuvo misericordia y gracia para nosotros, bastó un sacrificio para ser perdonado todo aquello desde el principio, incluso cuando no sabíamos a dónde estabamos.

Los seres humanos somos diferentes a los animales. Eso es claro. Pero, ¿cuál podría ser la pieza clave que nos hace distintos? ¿Cuál sería el detonante del desarrollo de la civilización humana sobre la tierra? Algunos dicen que el lenguaje. Que el ser humano necesitó de la capacidad de hablar, y de escribir, para ser capaz de sostener el tipo de comunidad que hasta hoy ha perdurado trayendo cambios durante miles de años (de nómadas a tener pizza y smarthphones). Otros dicen que el verdadero cambio empieza un poco más atrás. Hablan de la cooperación, de la habilidad manual o simplemente de descubrimientos relevantes –como el fuego– que marcaron un antes y un después. Hace poco estuve revisando la lectura de Jordan Peterson, quien se basaba en los trabajos de Paul Tilich y Carl Jung para ilustrar una reinterpretación del Génesis. Me llamó mucho la atención que él afirmará que la diferencia crítica el hombre y los animales se remarcaba en el conocimiento del bien y del mal. Claro que la ciencia no puede definir ni –qué es– el bien ni –qué es– el mal, así que no está hablando de un asunto paralelo a nuestra interpretación tradicional. Entendiendo como interpretación tradicional con respecto al conocimiento del bien y del mal, como aquel conocimiento de lo que agrada a Dios o de lo que no. En esta primera interpretación oficial, creemos que el ser humano entendió qué es lo malo y lo bueno respecto a la moral cristiana, o bien, la ley de Dios. Asunto complicado porque entonces la Ley de Moisés vendría a ser redundante. Es decir, si ya teníamos una consciencia hábil, ¿por qué presentarla de nuevo? La segunda interpretación, la de Peterson, sería que quizá cuando hablamos del bien y del mal hablamos de lo que nos puede pasar. No lo que le agrada a Dios, sino lo que es relevante a nuestros intereses. Así, tendría sentido que lo primero que notaron Adán y Eva tras pecar fueron sus cuerpos desnudos. No es que hayan visto inmoralidad sexual en su desnudez, sino que vieron que eran vulnerables. Sus partes más frágiles estaban al descubierto y corrían peligro. En otras palabras, según esta interpretación el bien vendría a ser lo que nos ayuda a sobrevivir: la comida, la protección de nuestras vulnerabilidades, el cuidar a otro para que él cuide de mí. Y el mal vendría a ser lo que nos pone en peligro, el frío, el hambre, la desnudez. Y es muy interesante, porque este nuevo conocimiento nos provocaría buscar “maximizar el bien” y “minimizar el mal”.

Yuval Harari en su libro “Sapiens: Breve Historia de la humanidad” cita varios estudios para demostrar que lo que nos hizo Homo Sapiens fue la consciencia sobre el tiempo. La consciencia entre una causa y un efecto. Podríamos admitir que la mayoría de los animales viven en el presente. Mientras nosotros perseguimos patrones en el tiempo. Patrones de causa y efecto. Así podemos armar un sistema. Sabemos que hay peligros y que hay beneficios que no siempre estan disponibles. Nuestro impulso nos lleva a buscar disminuir los peligros, y aumentar esos beneficios. Así comenzamos a entender el tiempo y a moldearlo. Comenzamos a experimentar con la realidad, buscando dominar las causas para tener los efectos que queremos. Queremos invertir hoy para ganar mañana. Comenzamos a cambiar el futuro. Lo que llega es la Civilización. Aprenderíamos a rastrear aquellos animales que nos ponían en peligro. Aprenderíamos a conocer los frutos para poder sembrarlos y cultivarlos, asegurando la comida para después. Inventaríamos la agricultura. Aprenderíamos a escribir e inventariamos –o conoceríamos– la lógica abstracta de las matemáticas para poder calcular aún más lejos en el tiempo. Inventaríamos la Ciencia como el método más eficaz para conseguir conocimientos a través de experimentos. Ustedes me entienden. Y así comenzamos a desarrollar la ironía. Llevamos miles de años buscando el dominio de la naturaleza, la seguridad total, la salud total, la exterminación de la pobreza. Y la vida se nos ha ido en ello de entre los dedos. Trabajamos sin parar. Ciertamente, como lo señala Jesús en el Sermón del monte, no somos como las aves. Ellas disfrutan su presente y no se preocupan por qué comerán mañana. Pero nosotros tenemos estrés, depresión, insomnio y preocupaciones que nos mantienen como si estuviéramos… Así es, muertos. Dios no mintió. Al conocer más del bien y del mal, dejamos de vivir. Y comenzamos a vender nuestras horas de vida, de comunidad, de expresión, por asegurarnos el día de mañana. También comenzamos a destruirnos entre nosotros por esa misma razón. El pecado llegó a nuestras vidas por no poder confiar en la voluntad de Dios. El pecado original podría explicarse en nuestra genética. No estamos programados para decir “Hágase Dios, tu voluntad y si quieres que hoy muera, hoy muero; si quieres que hoy coma, hoy como. Y si no, pues no lo haremos”. Necesitamos controlarlo y decidir nosotros.

Esta es una idea polémica, pero quizá un ser humano que confía en Dios no querría quitar su enfermedad, sino que aceptaría la muerta como algo bueno. Aceptaría que, si hoy no hay comida y Dios no provee, es porque su voluntad es mejor que la nuestra. Obvio no propongo que esta sea nuestra forma de vivir para ser “buenos cristianos” y que dejemos de consumir medicinas y huyamos al bosque. Porque al final no sería más que pretender que no tenemos el pecado original en nosotros cuando esté es un hecho innegable. Pero quizá sí podríamos escuchar al Rey de Reyes, y dejar de afanarnos tanto por las cosas de la vida. Fijarnos en las aves y en las flores, que son recuerdos del Huerto del Edén, y ver que ellas aceptan libremente su destino. Y aún así el Padre Celestial se encarga de alimentarlas, de cuidarlas y de vestirlas con más gloria que el mismísimo rey Salomón. Eclesiastés es un libro que me encanta, porque nos hace saber que no somos tan importantes. Que si mañana morimos, el mundo va a seguir. Aún si fueras el presidente de la nación más grande del mundo y perdieras la vida, el mundo podría seguir muy fácil sin ti. Y eso es liberador, porque entonces todo lo que nos mantiene aferrados y preocupados y con frustración infinita ya no es tan importante. Quizá mis sueños, mis anhelos de fama, de poder, de influencia, de éxito, no son más que vanidad. Y si no se cumplen no pasa absolutamente nada. Quizá la vida sea más bella en su sencillez. En la resignación completa a la voluntad de Dios. Y seguir sus mandamientos, por supuesto. Trabajar duro, pero como si fuera para Dios, no para los hombres. Y agradecer en todo momento las cosas buenas de la vida. Y quizá así podamos expandir el Reino de Dios en nuestras vidas. Donde lo más importante sea el amor a mi prójimo, y no tanto demostrar que somos mejores que él. Quizá esta es una interpretación muy arriesgada de Génesis 1-3. Pero las ideas y conclusiones que desarrolla son muy interesantes y nos pueden hablar más de nuestro origen, y claro, de nuestro propósito en la vida.

“El relato de la creación se ha interpretado de diversas maneras, algunos cristianos creen que existe un intervalo de tiempo entre estos dos versículos ya que el versículo 1 describe el acto creador inicial de Dios, mientras que el versículo 2 muestra un mundo sumido en el caos y las tinieblas, posiblemente a causa de la expulsión de satán del cielo. La decisión de Dios de crear al ser humano hasta el versículo 27 según esta teoría del intervalo, millones de años pudieron haber transcurrido del versículo 1 al 2. Aplicando una lógica similar, los seguidores de la Nueva Era que creen en la existencia del continente perdido Atlántida, ubican el surgimiento y la caída de esta antigua civilización entre los versículos 1 y 2. Según las enseñanzas de Edgar, llamado el profeta durmiente, el continente Atlántida existió hace diez millones de años y estaba habitado por seres espirituales. Después de un cataclismo que provocó la destrucción (caos y tinieblas), los espíritus de sus habitantes finalmente establecieron su morada en el cuerpo de Adán, de Eva y de las demás personas que poblaron la creación de Dios. De acuerdo a esta posición, todos los habitantes de la tierra eran habitantes de Atlántida.” -Kenneth A. Mathew Bien podemos estar de acuerdo en que existe la posibilidad que en el capítulo 1 al 2 exista un determinado plazo de tiempo; totalmente y aquí está el problema de una mala interpretación, pues el señor Edgar pudo sostener su teoría de estos capítulos ¿de un sueño? Bajo mi opinión puedo decir que esta teoría no es solo ridícula, sino también es herejía, ya que no hay nada en las escrituras que apunten a esto. También podemos encontrar otras perspectivas interesantes sobre la creación del hombre como esta: Siempre se ha creído que Adán y Eva fueron los primeros seres humanos y que para poblar la tierra sus propios hijos tuvieron que reproducirse con su propia madre para poder decir que todos venimos de Adán, cuando en realidad en el versículo 27 no hace mención individual de un solo hombre si no que podemos interpretar la palabra “hombre” como especie humana, sin embargo en los siguientes capítulos solo se concentra en Adán y Eva. Esto no quiere decir que no descendamos de Adán pues Noé era descendiente de Adán y después de diluvio sus hijos y sus esposas fueron los siguientes en poblar la tierra. Esta interpretación ha sido sostenida por muchos teólogos, casi todos fundamentalistas. (En la mayoría de los Exegetas no fundamentalistas creen que en génesis se nos habla con alegorías y no de forma literal, por ejemplo algunos creen que cuando se hace mención de Adán no es en forma individual, sino que se habla en forma general refiriéndose a la humanidad.) El propósito de Génesis no es relatar de forma detallada y científica la creación, ya que solo un capitulo está dedicado a este tema. “La evolución es una realidad solo a escala sumamente reducida, sin embargo es una fantasía cuando se apela a ella para explicar cómo llegaron a existir las plantas y los animales o como supuestamente evolucionaron los seres humanos a partir de sus ancestros simiescos.” -Phillip Johnson

La evolución (fantasía) no es más que una teoría que ha sido muy bien formulada y es comprensible pues esqueletos de ciertas especies muestra alteraciones que sus antepasados no tenían (pero estas son mínimas), las alteraciones drásticas no son realmente claras si es una especie totalmente diferente o en realidad es evolución a gran escala. Un simple ejemplo puede ser el siguiente; imaginemos que el gato, gato montés, leopardo y tigre hubieran existido millones de años, y al descubrir sus esqueletos hay una increíble semejanza en todos estos y por confusión y falta de información implementamos la teoría de la evolución en estos animales, llegaríamos a la conclusión de que el gato se convirtió al gato montés y después evolucionó al leopardo y por ultimo llego a convertirse en tigre. Además de que no existe la evidencia suficiente.

De lo que si existen pruebas es de la adaptación [evolución(realidad)], cuando un ser se adapta al ambiente tanto mentalmente como genéticamente. Son pequeños rasgos visibles y no visibles que se generan gracias al ambiente o circunstancias. Un ejemplo son los Osos polares, su pelaje se adaptó a las circunstancias del ambiente, un mosquito que es roseado con insecticidas y logra resistirlo; estos genes pasan de generación y hace inmune algunos insectos, sin embargo, si los insectos dejan de ser roseados con insecticidas este gen que los volvía inmune desaparece. El cuerpo de un individuo puede adaptarse a las circunstancias para buscar sobrevivir y de esto existe una gran cantidad de pruebas y automáticamente deja de ser una teoría como lo es la evolución a gran escala. Este fenómeno también es denominado como “Selección Natural”, y es básicamente adaptarse y sobrevivir. Charles Darwin concluyó que la macroevolucion era solo microevolucion continua a lo largo de los periodos sumamente prolongados. La teoría de la macroevolucion tiene un error esencial; todas las plantas y los animales están cargados de información: el conjunto de instrucciones complejas que coordinan los numeros que posibilitan el funcionamiento del cuerpo y el cerebro. Incluso Richard Dawkins, el defensor más famoso de la teoría de Darwin en la actualidad, admite que cada célula del cuerpo humano contiene más información que todos los volúmenes de una enciclopedia y que cada uno de nosotros tenemos billones de células en el cuerpo que deben funcionar en una armonía maravillosa, y por esto mismo la principal debilidad de la teoría de la evolución es que la ciencia no ha descubierto ningún proceso capaz de crear toda la información necesaria, algo así como el software de una computadora.
La Creación - Cristianismo Ilustrado 1ERA EDICIÓN

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