Tarea N° XIII El árbol de la buena muerte

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➢ MATERIA: “Literatura”

➢PROFESORA: Anahí Rodríguez Rey ➢ALUMNO: Sergio Darío López ➢AÑO: 5° A. Turno Mañana ➢FECHA DE ENTREGA: 27/10/2020 ➢TRABAJO N° :13

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La ciencia ficción Lectura y análisis de fuentes:

Es muy difícil definir la ciencia ficción, y en esta tarea se han gastado toneladas de papel y cientos de ensayos. Vamos a referirnos solo brevemente al tema pues encararlo en su totalidad sería imposible en tan breve espacio. El problema de toda definición de un género literario (y en general de toda definición) es el alcance que se le asigna. Si decimos que la ciencia-ficción es un “relato de ficción con elementos científicos”, corremos el riesgo de dejar afuera obras fundamentales del género y a la mayor parte de los autores de la década del 60 y de los últimos años (…) Es por eso que usaremos el término ciencia-ficción, o mejor su sigla cf (versión castellana de SF: Science Fiction) como un mero rótulo o nombre, sin pretender definirla. En forma didáctica se podría decir que es una rama de la literatura fantástica con algunas características propias, la más importante de las cuales debería ser el rigor y la verosimilitud: lo que sucede debería ser posible, o en un futuro lejano, o en una tierra paralela, o en otra galaxia, o en otra dimensión de la mente. Damon Knight denominó “capacidad de asombro” (Sense of Wonder) al efecto provocado por la cf en el lector, quien suspende sus juicios llevado por la coherencia de la trama. Los orígenes de la cf pueden ser rastreados a lo largo de toda la historia de la literatura. (…) Sin embargo podemos decir que recién aparece en su forma actual en 1818, con la publicación de Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary W. Shelley. El “monstruo” es un ser animado científicamente por el hombre, a despecho de El Golem (de G. Meyrink), a quien se da vida por medio de la magia. En estas dos obras pueden encontrarse las diferencias básicas entre la cf y la fantasía. Pero recién con la llegada del siglo XIX y la Revolución Industrial aparecen los dos grandes precursores: Julio Verne y H. G. Wells, sin desdeñar la influencia de Edgar Allan Poe. En Verne y Wells encontramos las dos vertientes básicas de la cf: la escuela cientificista y la imaginativa. La obra del primero está determinada, en general, por un afán de divulgación optimista de la ciencia y sus bondades. (…) Wells, en cambio, a pesar de algunas ingenuidades, crea obras más perdurables, más densas, verdaderas “pesadillas”, al decir de Borges. La máquina del tiempo (1895) y La isla del doctor Moreau (1896) revelan su falta de fe en el hombre, su desesperanza del futuro. Esta visión pesimista define muy bien a la cf anglosajona, obsesionada por la complejidad del mundo, por los problemas ecológicos, por el psicoanálisis. Jorge A. Sánchez, “Nota preliminar”, en Clarke, Arthur et al. El cuento de ciencia ficción, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1978. 2

Actividad: A. ¿En qué sentido se diferencia la ciencia ficción de la literatura fantástica? Ejemplifica con algunos de los textos leídos de cada género.

La diferencia entre la Ciencia Ficción y la literatura fantástica es que la ciencia ficción, se basa en un futuro cercano o lejano, y principalmente en la evolución de la tecnología. puede transcurrir en otros planetas y en viajes por el espacio, las naves estelares son común y en cambio la literatura fantástica suele estar enmarcada por una época anterior o similar a la medieval, pues no existe electricidad, ni tecnología. Pero existe la magia y monstruos mitológicos. Por ejemplo, en el cuento “La noche boca arriba” de Julio Cortázar que es parte de la literatura fantástica, relata eventos extraordinarios, pero al mismo tiempo tiene elementos reales o acciones de la vida cotidiana. En cambio, la lectura del fragmento de 1984 de George Orwell, que es una novela de ciencia ficción, habla de la tecnología y existe un elemento notable que marca que están en un futuro.

B. A continuación, leerán un cuento del genial guionista de El Eternauta y escritor Héctor G. Oesterheld, cultor de la ciencia ficción. Este cuento fue publicado en 1965, en una revista de relatos de ciencia ficción llamada Géminis, dirigida por el autor e ilustrada por Breccia.

El árbol de la buena muerte María Santos cerró los ojos, aflojó el cuerpo, acomodó la espalda contra el blando tronco del árbol. Se estaba bien allí, a la sombra de aquellas hojas transparentes que filtraban la luz rojiza del sol. (2) Carlos, el yerno, no podía haberle hecho un regalo mejor para su cumpleaños. Todo el día anterior había trabajado Carlos, limpiando de malezas el lugar donde crecía el árbol. Y había hecho el sacrificio de madrugar todavía más temprano que de costumbre para que, cuando ella se levantara, encontrara instalado el banco al pie del árbol. María Santos sonrió agradecida; el tronco parecía rugoso y áspero, pero era muelle, cedía a la menor presión como si estuviera relleno de plumas. Carlos había tenido una gran idea cuando se le ocurrió plantarlo allí, al borde del sembrado. 3

Tuf-tuf-tuf. Hasta María Santos llegó el ruido del tractor. Por entre los párpados entrecerrados, la anciana miró a Marisa, su hija, sentada en el asiento de la máquina, al lado de Carlos. El brazo de Marisa descansaba en la cintura de Carlos, las dos cabezas estaban muy juntas: seguro que hacían planes para la nueva casa que Carlos quería construir. María Santos sonrió; Carlos era un buen hombre, un marido inmejorable para Marisa. Suerte que Marisa no se casó con Larco, el ingeniero aquel: Carlos no era más que un agricultor, pero era bueno y sabía trabajar, y no les hacía faltar nada. ¿No les hacía faltar nada? Una punzada dolida borró la sonrisa de María Santos. El rostro, viejo de incontables arrugas, viejo de muchos soles y de mucho trabajo, se nubló. No, Carlos podría hacer feliz a Marisa y a Roberto, el hijo, que ya tenía 18 años y estudiaba medicina por televisión. No, nunca podría hacerla feliz a ella, a María Santos, la abuela... Porque María Santos no se adaptaría nunca -hacía mucho que había renunciado a hacerlo- a la vida en aquella colonia de Marte. (1) De acuerdo con que allí se ganaba bien, que no les faltaba nada, que se vivía mucho mejor que en la Tierra, de acuerdo con que allí, en Marte, toda la familia tenía un porvenir mucho mejor; de acuerdo con que la vida en la Tierra era ahora muy dura... De acuerdo con todo eso; pero ¡Marte era tan diferente! ... (1) ¡Qué no daría María Santos por un poco de viento como el de la Tierra, con algún "panadero" volando alto! - ¿Duermes, abuela? - Roberto, el nieto, viene sonriente, con su libro bajo el brazo. - No, Roberto. Un poco cansada, nada más. - ¿No necesitas nada? - No, nada. - ¿Seguro? - Seguro. Curiosa, la insistencia de Roberto; no acostumbraba a ser tan solícito; a veces se pasaba días enteros sin acordarse de que ella existía. Pero, claro, eso era de esperar; la juventud, la juventud de siempre, tiene demasiado quehacer con eso, con ser joven. Aunque en verdad María Santos no tiene por qué quejarse: últimamente Roberto había estado muy bueno con ella, pasaba horas enteras a su lado, haciéndola hablar de la Tierra. Claro, Roberto no conocía la Tierra; él había nacido en Marte, y las cosas de la Tierra eran para él algo tan raro, como cincuenta o sesenta años atrás lo habían sido las cosas de Buenos Aires -la capital-, tan raras y fantásticas para 4

María Santos, la muchachita que cazaba lagartijas entre las tunas, allá en el pueblito de Catamarca. (2) Roberto, el nieto, la había hecho hablar de los viejos tiempos, de los tantos años que María Santos vivió en la ciudad, en una casita de Saavedra, a siete cuadras de la estación. Roberto le hizo describir ladrillo por ladrillo la casa, quiso saber el nombre de cada flor en el cantero que estaba delante, quiso saber cómo era la calle antes de que la pavimentaran, no se cansaba de oírla contar cómo jugaban los chicos a la pelota, cómo remontaban barriletes, cómo iban en bandadas de guardapolvos al colegio, tres cuadras más allá. Todo le interesaba a Roberto, el almacén del barrio, la librería, la lechería... ¿No tuvo acaso que explicarle cómo eran las moscas? Hasta quiso saber cuántas patas tenían... ¡Cómo si alguna vez María Santos se hubiera acordado de contarlas! Pero, hoy, Roberto no quiere oírla recordar: claro, debe ser ya la hora de la lección, por eso el muchacho se aparta casi de pronto, apurado. Carlos y Marisa terminaron el surco que araban con el tractor. Ahora vienen de vuelta. Da gusto verlos; ya no son jóvenes, pero están contentos. Más contentos que de costumbre, con un contento profundo, un contento sin sonrisas, pero con una gran placidez, como si ya hubieran construido la nueva casa. O como si ya hubieran podido comprarse el helicóptero que Carlos dice que necesitan tanto. Tuf-tuf-tuf... El tractor llega hasta unos cuantos metros de ella; Marisa, la hija, saluda con la mano, María Santos sólo sonríe; quisiera contestarle, pero hoy está muy cansada. Rocas ondulantes erizan el horizonte, rocas como no viera nunca en su Catamarca de hace tanto. (1) El pasto amarillo, ese pasto raro que cruje al pisarlo, María Santos no se acostumbró nunca a él. Es como una alfombra rota que se estira por todas partes, por los lugares rotos afloran las rocas, siempre angulosas, siempre oscuras. Algo pasa delante de los ojos de María Santos. Un golpe de viento quiere despeinarla. María Santos parpadea, trata de ver lo que le pasa delante. Allí viene otro. Delicadas, ligeras estrellitas de largos rayos blancos... ¡"Panaderos"! ¡Sí, "panaderos", semillas de cardo, iguales que en la Tierra! El gastado corazón de María Santos se encabrita en el viejo pecho: ¡"Panaderos"! No más pastos amarillos: ahora hay una calle de tierra, con huellones profundos, con algo de pasto verde en los bordes, con una zanja, con veredas de ladrillos torcidos... 5

Callecita de barrio, callecita de recuerdo, con chicos de guardapolvo corriendo para la librería de la esquina, con el esqueleto de un barrilete no terminando de morirse nunca, enredado en un hilo del teléfono. María Santos está sentada en la puerta de su casa, en su silla de paja, ve la hilera de casitas bajas, las más viejas tienen jardín al frente, las más modernas son muy blancas, con algún balcón cromado, el colmo de la elegancia. "Panaderos" en el viento, viento alegre que parece bajar del cielo mismo, desde aquellas nubes tan blancas y tan redondas... "Panaderos" como los que perseguía en el patio de tierra del rancho allá en la provincia. ¡"Panaderos"! El pecho de María Santos es un gran tumulto gozoso. " Panaderos" jugando en el aire, yendo a lo alto. Carlos y Marisa han detenido el tractor. Roberto, el hijo, se les junta, y los tres se acercan a María Santos. Se quedan mirándola. - Ha muerto feliz... Mira, parece reírse. - Sí... ¡Pobre doña María!... - Fue una suerte que pudiéramos proporcionarle una muerte así. - Sí... Tenía razón el que me vendió el árbol, no exageró en nada: la sombra mata en poco tiempo y sin dolor alguno, al contrario - ¡Abuela!... ¡Abuelita! FIN

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C) Actividades: 1. Busquen y subrayen indicios de lugar que indiquen que la historia transcurre en un lugar extraño. 2. Marquen en el texto el pasaje que hace explícito el lugar en el que sucede la historia. 3. ¿Qué función cumplen los panaderos en el relato? Los panaderos en el relato hacen recordar a María, a los panaderos que veía en su ciudad natal, cuando habitaba en la tierra. Ahora vive en Marte y verlas volar la hacen volver a cuando era joven y tenía una vida feliz.

4. Analicen la perspectiva del narrador teniendo en cuenta el punto de vista, la voz y la focalización. (Abajo hay material de consulta) El punto de vista del narrador es la mirada que orienta la perspectiva narrativa y puede ser interior o exterior. Y la voz es la persona que narra y puede estar presente como personaje de la accion o ausente como personaje. En este caso el narrador es ausente como personaje de la accion, es decir, el narrador es no personaje, aquí el narrador cuenta todo lo que viven y piensan los personajes reflexionando en torno a los acontecimientos, es el que se denomina el “narrador omnisciente”. El foco o focalización es el ángulo de visión del narrador desde donde cuenta la historia. En este caso el tipo de focalización es, el “Relato de focalización interna” porque el narrador sabe lo mismo que uno o varios personajes. A este tipo de narrador se lo denomina con o de campo limitado. También es interna y variable porque se alternan los personajes. 5. “Se estaba bien allí, a la sombra de aquellas hojas transparentes que filtraban la luz rojiza del sol”. ¿Con qué explicación que aparece explícita en el cuento se convierte en verosímil un árbol con hojas transparentes?

Se convierte en verosímil cuando, hace referencia que Carlos el yerno de María compra un árbol y lo trabaja durante varias mañanas para que cuando ella se levante lo vea ahí todo terminado y refleje la felicidad que vivía en la tierra. Para que sus últimos momentos de vida sean felices.

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6. Debatan entre ustedes cuál es el deseo de la abuela y qué motivos, valores o ideas la impulsan a cumplirlo.

El deseo de la abuela es volver a la tierra, ya que ella no la paso tan mal, pero se tuvo que ir a vivir a Marte por la intoxicación que había en el planeta tierra. El yerno, el nieto y la hija tratan de que los últimos momentos de su vida sienta que esta en la tierra, en su lugar soñado, por eso es que, con tanto amor le plantan un árbol y un banquito para que ella reposara en él. Y Roberto el nieto trata de hablarle siempre de su querida Catamarca, hace que le cuente cada uno de los detalles que ella recuerda y que le dan mucha felicidad. 7. ¿En qué vertiente de la ciencia ficción podríamos clasificar el relato? (utopía- distopía- ucronía). Justificá con citas textuales. Podríamos clasificar este relato dentro de la ciencia ficción como utopía ya que, la utopía es la idea o representación de una civilización real o fantástica, imaginaria o paralela o alternativa al mundo actual. En este relato hay dos planetas claramente identificados, uno es la vida que vivió María en la tierra y otro es la vida que lleva en Marte junto a su familia.

8. Reflexionen entre ustedes acerca de la siguiente afirmación: “Apelando a los matices crepusculares de la elegía, ‘El árbol de la buena muerte’ (1968), de Héctor Germán Oesterheld, narra un caso de eutanasia”. Primeramente, la eutanasia es el procedimiento médico consciente, intencional y voluntario mediante el cual se le pone fin a la vida de un paciente terminal (o sea, sin expectativa alguna de mejoría), con el fin de ahorrarle mayores sufrimientos y dolores. En el relato se relaciona con la avanzada edad que tiene María, porque ella muere al pie del árbol que le recordaba los bellos momentos que había vivido en la tierra y en los tiempos que realmente fue feliz.

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C. Buscá los datos más relevantes del autor Germán Oesterheld. Comentá qué pasó con este autor y explicá porqué crees que su vida se vio tan comprometida a través de sus producciones literarias. Investigá qué escribió y cómo se relacionaba con el contexto de ese momento en Argentina. Héctor Germán Oesterheld nació en Buenos Aires el 23 de julio de 1919 y fue uno de los desaparecidos, por la dictadura militar en 1977 y asesinado por los militares. Fue un guionista de historietas y escritor de relatos breves de ciencia ficción y novelas. Tenía descendencia alemana y española. Durante la dictadura militar que sufrió la argentina en 1976, se unió junto con sus hijas a la agrupación guerrillera montoneros de la que fue jefe de prensa y más adelante paso a la clandestinidad hasta que fue secuestrado y desaparecido el 27 de abril de 1977. Escribió una obra sobre una invasión extraterrestre llamada. “La Guerra de los Antartes”, que finalmente fue publicada en el año 2001, esta obra la escribió durante la dictadura militar y el 27 de agosto de 1974 por el decreto N° 630 fue clausurada por estar relacionado con el movimiento montonero. Esta historieta no sólo representaba una invasión extraterrestre, sino que también mostraba a la Argentina anterior como una utopía que representaba los idearios políticos del movimiento al cual Oesterheld estaba afiliado.

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