Hora santa, La hora de la misericordia - Fray Manuel Romero, TOR

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LA HORA DE LA MISERICORDIA

FRANCISCANOS TOR

La hora de la misericordia (La hora santa) Ante el sagrario, en la noche del Jueves nos disponemos a orar, como comunidad ante Cristo. Poca luz, buena megafonía, música de fondo, algún que otro canto. Los lectores están sentados entre la gente. Se lee con buena dicción, despacio, con solemnidad. Comentario al evangelio tomado del discurso del Papa Francisco a sacerdotes, religiosos y seminaristas en la Iglesia de Getsemaní. JERUSALÉN , 26 Mayo 14.

Introducción Comenzamos un rato de oración. El texto de Getsemaní nos relata el comienzo de la "entrega" de Jesús. Usamos el texto del evangelio de Lucas porque nos ayuda a comprender la misericordia de Dios. Es el único texto que recuerda el «sudor de sangre» causado por la profunda angustia de Jesús, que en aquel momento de oscuridad recibió del Padre el consuelo de un ángel. El fenómeno físico de la "hematohidrosis" se puede producir como efecto de un fortísimo sufrimiento físico y el evangelista, que según la tradición era médico, lo atribuye a la agonía (del griego ‘agonía’: lucha) de Jesús contra «el poder de las tinieblas». El «poder de las tinieblas» que ostentaban los que vinieron a prender a Jesús tiene al menos una doble interpretación: literal y bíblica. Tal como argumentó Jesús, su arresto ocurrió de noche, es decir, en medio de las «tinieblas», de forma que la muchedumbre, que lo escuchaba de día, no pudiese intervenir en su ayuda. Pero, desde el punto de vista bíblico, a las «tinieblas» está asociada la ausencia de Dios y son así imagen de todo lo relacionado con el mal y el pecado. El evangelista Lucas es también el único que narra el gesto de piedad que Jesús realizó en favor del criado del sumo sacerdote, curándole la oreja herida por la espada de uno de sus discípulos.

Música de fondo

Preparación Presidente: Comenzamos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Ante la presencia de Cristo nos congregamos para acompañar en el sufrimiento y en la entrega. Nuestra actitud es la de acompañar en silencio y orar por los hermanos. Cristo es nuestro hermano, y en esta noche se entrega sin comprender para que nosotros hoy caigamos en la cuenta de este gesto de misericordia. Contemplamos, respiramos, nos sosegamos... para que la Palabra nos llene por entero. Momento de silencio

Canción: Tú estás aquí (Marcela Gandara). https://youtu.be/qvoqNiLYG3I Aunque mis ojos aún no te puedan ver: Te puedo sentir. ¡Sé que estás aquí! Aunque mis manos no pueden tocar:

LA HORA DE LA MISERICORDIA

FRANCISCANOS TOR

Tu rostro Señor: ¡Sé que estás aquí! MI CORAZÓN PUEDE SENTIR TU PRESENCIA. TÚ ESTÁS AQUÍ, TÚ ESTÁS AQUÍ. PUEDO SENTIR TU MAJESTAD. TÚ ESTÁS AQUÍ, TÚ ESTÁS AQUÍ. MI CORAZÓN PUEDE MIRAR TU HERMOSURA. TÚ ESTÁS AQUÍ, TÚ ESTÁS AQUÍ. PUEDO SENTIR TU GRAN AMOR. TÚ ESTÁS AQUÍ, TÚ ESTÁS AQUÍ. Aunque mis ojos aún no te puedan ver: Te puedo sentir. ¡Sé que estás aquí! Aunque mis manos no pueden tocar: Tu rostro Señor: ¡Sé que estás aquí!

Evangelio según san Lucas (22,39-54) Lector 1: Salió y se encaminó, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Presidente: Cuando llegó la hora señalada por Dios para salvar a la humanidad de la esclavitud del pecado, Jesús se retiró a Getsemaní, a los pies del monte de los Olivos. Nos encontramos en la noche, en este lugar santo, santificado por la oración de Jesús, por su angustia, por su sudor de sangre; santificado sobre todo por su "sí" a la voluntad de amor del Padre. Sentimos casi temor de acercarnos a los sentimientos que Jesús experimentó en aquella hora; entramos de puntillas en aquel espacio interior donde se decidió el drama del mundo.

Momento de silencio Lector 1: Al llegar al sitio, les dijo: Lector 2: «Orad, para no caer en tentación». Presidente: En aquella hora, Jesús sintió la necesidad de rezar y de tener junto a sí a sus discípulos, a sus amigos, que lo habían seguido y habían compartido más de cerca su misión. Pero aquí, en Getsemaní, el seguimiento se hace difícil e incierto; se hace sentir la duda, el cansancio y el terror.

Música de fondo Lector 1: Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo: Lector 2: «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Lector 1: Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba. En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Momento de silencio

Canción: Cúbreme (Lilly Godman). https://youtu.be/444s4AE3HyU Cúbreme, abrázame y escóndeme bajo tus alas, ¡oh Señor! Cúbreme, abrázame y escóndeme bajo tus alas, oh Señor. No me dejes ir deja que sienta de tu gracia. Y de tu amor. Cuando en las noches me inunda el temor. Y siento que la soledad se apoderó de mí. Y cuando siento que es poco mi valor: es mi temor, es mi inseguridad. Es cuando más te anhelo. Es cuando más yo necesito. Oír tu dulce voz diciéndome: “Yo estoy aquí”.

LA HORA DE LA MISERICORDIA

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Lector 1: Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la tristeza, y les dijo: Lector 2: «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en tentación». Presidente: En el frenético desarrollo de la pasión de Jesús, los discípulos tomarán diversas actitudes en relación a su Maestro: de acercamiento, de alejamiento, de incertidumbre. Nos hará bien a todos nosotros, preguntarnos en este lugar: Lector 3: ¿quién soy yo ante mi Señor que sufre? Lector 4: ¿Soy de los que, invitados por Jesús a velar con él, se duermen y, en lugar de rezar, tratan de evadirse cerrando los ojos a la realidad?

Música de fondo

Oración Comunitaria Presidente: Cuántas preguntas y qué respuestas tan íntimas. En todas ellas queda de manifiesto lo que es importante de verdad. Y en la noche de Getsemaní Jesús lo palpa. ¿Qué es lo más importante?

Presidente: Lo más importante no es: Lector 3: Que yo te busque, Lector 4: sino que tú me buscas en todos los caminos . Lector 3: Que yo te llame por tu nombre, Lector 4: sino que el mío está tatuado en la palma de tu mano. Lector 3: Que yo te grite cuando me faltan las palabras, Lector 4: sino que tú gimes en mí con tu grito. Lector 3: Que yo tenga proyectos para ti, Lector 4: sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro. Lector 3: Que yo te comprenda, Lector 4: sino que tú me comprendas en mi último secreto. Lector 3: Que yo hable de ti con sabiduría, Lector 4: sino que tú vives en mí, y te expresas a tu manera. Lector 3: Que yo te ame con todo mi corazón y mis fuerzas, Lector 4: sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas. Lector 3: Que yo trate de animarme y planificar, Lector 4: sino que tu fuego arde dentro de mi. Lector 3: Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte Lector 4: si tú, no me buscas, llamas y amas primero? Presidente: El SILENCIO AGRADECIDO, ES MI ÚLTIMA PALABRA, y mi mejor manera de encontrarte. Momento de silencio

El desenlace Lector 1: Todavía estaba hablando, cuando apareció una turba; iba a la cabeza el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: Lector 2: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?». Momento de silencio Lector 5: ¿Me identifico con aquellos que huyeron por miedo, abandonando al Maestro en la hora más trágica de su vida terrena?

Momento de silencio Lector 5: ¿Descubro mí doblez, la falsedad de aquel que lo vendió por treinta monedas, que, habiendo sido llamado amigo, traicionó a Jesús?

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Lector 1: Viendo los que estaban con él lo que iba a pasar, dijeron: Lector 3: «Señor, ¿herimos con la espada?». Lector 4: ¿Me identifico con los que fueron débiles y lo negaron, como Pedro? Poco antes, había prometido a Jesús que lo seguiría hasta la muerte; después, acorralado y presa del pánico, jura que no lo conoce. Lector 5: ¿Me parezco a aquellos que ya estaban organizando su vida sin Él, como los dos discípulos de Emaús, necios y torpes de corazón para creer en las palabras de los profetas? Lector 4: ¿Me identifico con aquellos que han imitado a su Maestro y Señor hasta el martirio, dando testimonio de hasta qué punto Él lo era todo para ellos, la fuerza incomparable de su misión y el horizonte último de su vida? Presidente: La amistad de Jesús con nosotros, su fidelidad y su misericordia son el don inestimable que nos anima a continuar con confianza en el seguimiento a pesar de nuestras caídas, nuestros errores y nuestras traiciones.

Música de fondo Lector 1: Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino, diciendo: Lector 2: «Dejadlo, basta». Lector 1: Y, tocándole la oreja, lo curó.

Canto: Te veo (Adrián Romero) https://youtu.be/Hm4XpBAXSsA Te veo en los momentos de dolor, te veo en la noche, cuando en la vida se apaga el sol: te veo en la luz. Te veo en la sonrisa y el amor, te veo en mis sueños, veo tu mano guiándome: siempre estás tú. Siento tu abrazo tu expresión eres tan fiel y no hay razón que me haga dudar de tu corazón. Siento tu mano sobre mí, siento tu amor y puedo oír, tus palabras y tu voz: siempre eres fiel. Te veo en el desierto y la aflicción, te veo en el valle. Veo tu mano tapando el sol: cubriéndome Te veo en cada paso que yo doy, te veo en mis planes. Veo tu mano guiándome: siempre eres fiel.

Música de fondo

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Lector 1: Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían

venido contra él: Lector 2: «¿Habéis salido con espadas y palos como en busca de un bandido? Estando a diario en el templo con vosotros, no me prendisteis. Pero esta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas». Momento de silencio Presidente: Pero esta bondad del Señor no nos exime de la vigilancia frente al tentador, al pecado, al mal y a la traición que pueden atravesar también la vida sacerdotal y religiosa. Advertimos la desproporción entre la grandeza de la llamada de Jesús y nuestra pequeñez, entre la sublimidad de la misión y nuestra fragilidad humana. Pero el Señor, en su gran bondad y en su infinita misericordia, nos toma siempre de la mano, para que no perezcamos en el mar de la aflicción. Él está siempre a nuestro lado, no nos deja nunca solos. Por tanto, no nos dejemos vencer por el miedo y la desesperanza, sino que con entusiasmo y confianza vayamos adelante en nuestro camino y en nuestra misión.

Momento de silencio Lector 1: Después de prenderlo, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Presidente: Imitemos a la Virgen María y a San Juan, y permanezcamos junto a las muchas cruces en las que Jesús está todavía crucificado. Éste es el camino en el que el Redentor nos llama a seguirlo. No hay otro, es este. "El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí estará mi servidor".

Despedida Hemos presenciado y acompañado a Cristo. Cada uno de nosotros vive sus noches oscuras y de soledad. Fiados del Padre esperamos recibir su misericordia cuando "sudemos como sangre" ante lo que nos sobreviene. Puestos en pie le pedimos que se cumpla su voluntad en nosotros recitando el Padrenuestro. Música de fondo Se informa de los horarios del viernes santo y se invita al silencio y al descanso.

Franciscanos TOR. Fr. Manuel Romero. Delegación de Pastoral Juvenil y Colegios
Hora santa, La hora de la misericordia - Fray Manuel Romero, TOR

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