20 - Basilio de Cesarea

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Unicervantina, San Agustín Patrología II Prof. José Fernando Rubio Est. Fr. Andrés Felipe Romero 6 de mayo de 2015 Entrega 20 DE BASILIO DE CESAREA En su amor por Cristo y su Evangelio, el gran capadocio se comprometió también por sanar las divisiones dentro de la Iglesia, tratando siempre de que todos se convirtieran a Cristo y a su Palabra, fuerza unificadora, a la que todos los creyentes tienen que obedecer1. Basilio de Cesarea es considerado uno de los grande Padres Capadocios y la lumbrera de la Iglesia. Nació hacia el año 330 en Cesarea de Capadocia en el seno de una familia donde varios de ellos se veneran como santos. Realizó sus estudios en Atenas y en Constantinopla, donde conoció a su amigo inseparable, Gregorio Nacianceno. En ese ambiente de exitosas ofertas laborales como maestro, considerado por él mismo como vano, se inquietó por el acercamiento a Dios por medio de una vida de desprendimiento, con lo cual se retiró a un monasterio, siguiendo a Macrina, su hermana, que ya antes había dado este paso. Durante ese periodo de su vida tuvo oportunidad para profundizar en las Sagradas Escrituras, el estudio teológico, la selección de textos cristianos precedentes, como los de Orígenes, con los que hizo la Philocalia, y el ejercicio de caridad. A continuación, fue ordenado, renuentemente, presbítero y luego Obispo en el 370, sucediendo al obispo Eusebio en la sede de Cesarea, metropolitano de Capadocia, en lo que actualmente es territorio Turco. Llevó a cabo una gran actividad apostólica entre los fieles, por medio de sus escritos, homilías, servicio a los necesitados, oración ferviente y la creación de comunidades cristianas. Quizás, la máxima expresión de su servicio fue la creación de la Basiliade, que era como una especie de ciudadela dedicada a cuidar y sanar a las personas necesitadas de salud. De igual forma, se siguió destacando en el ámbito cenobítico, pues dejó un enorme legado espiritual y normativo sintetizado en su Regla monástica, de la cual se servirían futuros fundadores como Benito de Nursia. El estilo particular de consagrados que planteaba Basilio consistía en monasterios abiertos a la acción de la Iglesia local, constituyéndoselos monjes, entonces, en animadores y dinamizadores de la vida cristiana para el pueblo a través de sus obras de servicio.

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BENEDICTO XVI. Audiencia General sobre San Basilio. Roma. 2007.

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Otro aspecto en el cual se destacó, fue en el ámbito litúrgico en el cual se considera como uno de los primeros reformadores, que rescató el rezo cotidiano y profundo de los salmos con el pueblo. Entendió que la liturgia era el servicio de la oración que se rinde a Dios, pero que está en función de la caridad. En cuanto a la defensa de la fe, no le importó tener fuertes encuentros con las autoridades, con tal de conseguir que no se trasgrediera la ortodoxia, como cuando se puso al frente de Valente cuando éste quiso imponer la fe arriana a los clérigos. Así, con el mismo arrojo, se las tuvo que ver con fuertes contradictores cristianos como al obispo de Cesarea, al que tanto había querido en su juventud y quien lo había bautizado, Dianio, cuando éste firmó el credo de Rímini. Ya desde la época de su retiro de la vida ordinaria, en el 360, fue llamado para dar razón de su fe ante el Emperador acompañando a dos delegados de Seleucia que estaban en favor del obispo Basilio de Ancira. Al momento de su elección como Obispo de tamaña Diócesis, no faltaron los contradictores que poco gustaron de su elección, ya sea por la fuerte exigencia de este con sus subalternos y obispos sufragáneos o sea por la férrea postura teología que imponía, incluso a aquellos que eran de confesiones diversas. Por ello escribió una síntesis de la fe ortodoxa. Las cosas para Basilio como puede verse no eran muy fáciles. Eventos como la separación de su amigo Gregorio Nacianceno, la muerte del Atanasio en el 373, se enemistó con Antimo de Tiana y Apolinar de Laodicea quien negaba la mente racional de Cristo, se enfrentó con Eustacio de Sebaste, tuvo que presenciar el destierro y deposición del episcopado de su hermano Gregorio, estuvo para cuando los arrianos volvieron a tomar fuerza, después de fallecimiento del emperador Valentiniano. Por otra parte, el asunto de la presión de los godos, el cisma antioqueno y las acusaciones de heterodoxia que lanzaba Roma en contra de él, estaban haciendo mella en la salud de Basilio, quien murió, finalmente, en el año 379. En su obra escrita se puede evidenciar una fuerte reticencia al arrianismo de Eunomio, defendiendo la divinidad de las tres personas Trinitarias, quienes en su amor tan profundo no pueden albergar algo diferente a la unidad, y por ello ratifica que Dios es Amor. En la época en que se ponía en tela de juicio la divinidad del Espíritu Santo realizó una obra sobre Éste, hacia el 375, a fin de declarar que la tercera persona de la Trinidad debía ser puesto y glorificado junto al Padre y el Hijo, ya que antes había sido muy condescendiente con aquellos que simplemente proclamaban que no se trataba de una simple criatura; sin embargo, con las fuertes posturas macedonianas tuvo que presentar claramente su postura. Este tratado de pneumatología sería tan importante que los latinos, en tiempos de la contienda con oriente, fundarían éste su postura para decir que Basilio defendía el Filioque. También tuvo comentarios exegéticos sobre el Antiguo Testamento usando tanto el método alegórico como el literal antioqueno; este último el más preeminente. Se conservan, así mismo una colección de veinticuatro homilías de talante moral y doctrinal, que manifiestan su talento como predicador, entre las que destacan el tema del uso adecuado de las riquezas. Tiene, igualmente, varios tratados sobre moral, ascética y liturgia. Por último, también hay un gran cuerpo de cartas, alrededor de 366, que dejan ver la férrea personalidad de este autor cristiano. 2

Bibliografía MCSORLEY, Joseph. The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. “St. Basil the Great”. Robert Appleton Company. New York. 1907. Recuperado: 08/05/2015. En internet: http://www.newadvent.org/cathen/02330b.htm BENEDICTO XVI. Audiencia General sobre San Basilio. Roma. 2007. Recuperado: 06/05/2015. En internet: http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2007 /documents/hf_ben-xvi_aud_20070704.html

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