Sonnenschein David - Diseño de Sonido - extracto traducido

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Sound Design1 David Sonnenschein, Ed. Michael Wiese Productions, 2001 Traducción: Leandro de Loredo

Ambientes y el "paisaje sonoro". Las historias ocurren en un tiempo y lugar, y estos parámetros son caracterizados por sus ambientes acústicos o "paisajes sonoros" (soundscapes), un término acuñado por el compositor canadiense R. Murray Schafer. Su trabajo ha rastreado el desarrollo histórico de paisajes sonoros desde naturaleza primordial a un mucho más complejo y mecanizado mundo del hombre moderno, ayudándonos a escuchar, analizar y hacer distinciones. Como diseñadores de sonido, podemos tomar esta información y aplicarla creativamente a la narración cinematográfica. El paisaje sonoro está compuesto de varios tipos de sonidos: sonidos de nota tónica (o sonidos de tonos "keynote sounds"), señales ("signals"), marcas sonoras ("soundmarks"), y sonidos arquetípicos ("arhetypal sounds"). La nota tónica es equivalente a el centro tonal en la música (ver Capítulo 5, centro tonal) en sí representa el ancla y punto de referencia a todos los demás sonidos. Como una constante, puede ser oído inconscientemente, pero su omnipresencia sugiere la profunda influencia que puede tener en el comportamiento y humor de los personajes. Indispensable al ambiente, sirve de fondo para la figura (ver Capítulo 4, principios e ilusiones Gestalt). La señal es considerada el sonido en frente o figura que se oye conscientemente. Esto incluye sonidos que demandan atención, como sirenas, silbatos, y bocinas, que también pueden transmitir mensajes más complejos como el número de veces que suena la campana del reloj de una torre. Una marca de sonido establece un lugar particular, así como lo hace un mojón, poseyendo alguna cualidad única para esa locación. Puede ser una bocina de niebla, un canto de pájaro atípico, o un chirrido irritante de un caño de agua. Los sonidos arquetípicos remueven nuestra memoria ancestral, llevándonos a un ambiente a través de la reacción emocional universal. Viento suave soplando en los pastos, pájaros cantando, y un arroyo balbuceante remiten a una sensación de paz en el mundo. Truenos, ramas partiéndose, y una lluvia fuerte, nos dicen que debemos buscar un refugio. Los paisajes sonoros naturales pueden crear no solo un amplio rango de espacios emocionales, sino que también pueden conectarse con ambientes humanos a través de la analogía o simplemente por nuestra tendencia a buscar sentido a todos los estímulos. Los cantos de pájaros pueden marcar territorios (como las bocinas de los autos), tocar alarma de un depredador (como las sirenas aéreas o de policía), o expresar placer (como la música en la radio). Con los ruidos de un amplio ancho de banda como el viento, el mar, o una catarata, nuestro cerebro escoge frecuencias específicas e imagina oír voces o llamados de animales dentro. Al diseñar la intención de la escena, voces reales o sonidos de

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Título original: “Sound Design: The Expressive Power Of Music, Voice And Sound Effects In Cinema”

animales pueden mezclarse a un nivel muy bajo, casi subliminalmente, para acentuar el deseo que tenemos de identificar lo desconocido. El hombre entrando en el ambiente natural introduce sonidos como pasos, elementos de casa (arco y flecha, disparos, trampas), y construcciones (cavar, cortar, apilar). Una vez que la granja está establecida, los símbolos sonoros más comunes aparecen - la vaca que se ordeña a diario, el reloj alarma (cockle-doodledoo). y el perro ovejero o defensor. Los sonidos de la guerra han evolucionado a través de los siglos, desde la guerra mano a mano, a ruidos de metal, gruñidos y gritos de batalla. Los tambores pueden servir para electrificar un ejército, atemorizar al enemigo, o infundir terror (como en Braveheart). La introducción de las armas de fuego agregó explosiones al siglo XIV, y desde ese punto los estallidos ganaron en amplitud y bajaron en el rango de frecuencias hasta los bombardeos del siglo XX. Los vuelos aéreos agregaron la dimensión de aviones chillones hasta mutar en los letales jets actuales. Mientras las ciudades evolucionaron en Europa y América durante el siglo XIX, una distinción se desarrollo en los sonidos debido a los recursos naturales disponibles para la construcción de caminos y edificios. Europa había demolido hacia mucho tiempo sus bosques, por lo que el principal material era la piedra, creando la nota tonal de picado, raspado, y choques de rocas. América estaba repleto de vastos bosques vírgenes, entonces la madera se convirtieron en la nota tónica en muchos caminos y placas, permitiendo que cada plancha suene en su propio tono y resonancia debajo del talón o la rueda. Pero en el siglo XX, todos los sonidos se unificaron entre los continentes y entre las ciudades entre sí cuando el concreto y el asfalto sobrepasaron a todos los demás materiales. Como el trabajo cambió del ritmo humano de la agricultura manual, la herrería, y la construcción manual a la mecanización de todo tipo de trabajos, el hombre y la maquina se fueron de sincronismo. El canto dejó de marcar el ritmo, que en cambio se orquestó por las revoluciones por minuto. Los sonidos se convirtieron en zumbidos y martilleos de líneas ininterrumpidas e inmodificables, lejos de la melodía de la vida. Con el deseo de la velocidad vino una nota tónica de un tono mayor a los 20 KHz, un nivel apenas audible para el oído humano y prácticamente imposible para el cuerpo humano de crear con sus propios movimientos. El zumbido crea funciona como narcótico anti-intelectual para los sentidos humanos, si se convierte en defectuoso y ruidoso (como la nave abatida de Han Solo en Star Wars), normalmente significa que la máquina no durará mucho más tiempo.