Pablo Neruda y Salvador Allende una amistad, una historia

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UNA AMISTAD, UNA HISTORIA

ABRAHAM QUEZADA VERGARA

Pablo Neruda y Salvador Allende: una amistad, una historia

Abraham Quezada Vergara

Una amistad, una historia

928.61 Quezada Vergara, Abraham Q Pablo Neruda y Salvador Allende: una amistad, una historia / Abraham Quezada Vergara. -- Santiago : RIL editores, 2014. 180 p. ; 23 cm. ISBN: 978-956-01-0153-2 1 neruda, pablo, 1904-1973-amigos y asociados. 2 neruda, pablo, 1904-1973. 3. allende gossens, salvador, 1908-1973

Pablo Neruda - Salvador Allende Una amistad, una historia Primera edición: enero de 2015 © Abraham Quezada Vergara, 2014 Registro de Propiedad Intelectual Nº 228.561 © RIL® editores, 2014 Los Leones 2258 cp 7511055 Providencia Santiago de Chile (56) 22 22 38 100 SJM!SJMFEJUPSFTDPNrXXXSJMFEJUPSFTDPN Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores

*NQSFTPFO$IJMFrPrinted in Chile ISBN 978-956-01-0153-2 Derechos reservados.

ÍNDICE

Introducción ................................................................................. 13 Nota sobre las fuentes ................................................................ 17 Planteamiento central ................................................................. 19

Primer eje de encuentro Dos realidades que coincidieron tempranamente ................... 21 La universidad y la FECH ........................................................ 23 Estabilización y búsqueda de nuevos rumbos ....................... 30 Segundo eje de encuentro La época del Frente Popular .................................................. 33 El ministro Salvador Allende .................................................. 37 Una misión de amor ............................................................... 40 Tencha, «la dulce» .................................................................. 42 Tercer eje de encuentro En el Senado .......................................................................... 45 El trabajo legislativo ............................................................... 46 Persecución y solidaridad ....................................................... 49 Amistades de ayer y hoy ......................................................... 51 Cuarto eje de encuentro ¿Cómo eran las campañas electorales de Allende? ................ 57 Campaña de 1952 .................................................................... 61 Campaña de 1958 ................................................................... 64 «Allendeaba en la Patagonia», campaña de 1964 ................. 68

Quinto eje de encuentro Una semblanza del poeta y del político .................................. 73 El «Chicho Allende» ................................................................ 73 Neruda y «las ásperas tareas humanas» ................................ 81 Amistades y mudanzas ........................................................... 85 Trances y desencuentros ........................................................ 93 Sexto eje de encuentro Epistolario entre el poeta y el Presidente .............................. 97 Temática y peculiaridades ..................................................... 100 Séptimo eje de encuentro La candidatura presidencial de Neruda ................................. 107 Triunfo de Allende; «abrazos entre los abrazos» .................. 115 La labor diplomática .............................................................. 118 Premio Nobel para Neruda .................................................... 124 Defensa del gobierno de la Unidad Popular ......................... 126 Encuentros en Isla Negra ....................................................... 128 A modo de epílogo ................................................................ 135

Bibliografía ................................................................................ 141 Cronología ................................................................................. 145 Apéndice Detalle de documentos consultados .......................................... 163

A mis padres, que están en el principio de todo. Y a mis hijos, que son su continuación.

La poesía de Neruda es una riqueza que Allende no tendrá que nacionalizar Enrique Lihn, El Siglo (Santiago), 12 de julio, 1964, p. 2.

INTRODUCCIÓN

Pablo Neruda y Salvador Allende, personajes centrales de la historia de Chile en el siglo XX, figuras emblemáticas y arquetípicas de la izquierda chilena que a través de su trabajo político y estético persiguieron por décadas sus propios sueños y anhelos. Uno, la primera magistratura para materializar su proyecto político-social; el otro, el Premio Nobel de Literatura, que vendría a coronar una trayectoria poética de proporciones y sin parangón en las letras hispanas. Actores sociales y culturales siempre protagonistas, evidenciado no solo en su activo papel político, de militantes conscientes, disciplinados y de promotores de sus deberes cívicos, sino también en su posterior imagen y proyección de verdaderos referentes históricos. Más allá de compartir convicciones profundas y de haber estado estrechamente ligados por circunstancias políticas e históricas, destacó entre ellos la amistad, el respeto y admiración mutua que se profesaron. La persona, en este caso, no dejó espacio al predominio del personaje. La admiración de Allende por la obra literaria de Neruda y los constantes apoyos políticos que el poeta prodigó al varias veces aspirante presidencial, si bien en su origen obedeció a decisiones de las cúpulas de los partidos en los que militaron, o al realismo político del momento, tuvieron un fundamento anterior y superior, que se originó en lo personal, en el conocimiento que uno tuvo de la acción del otro, lo que luego se tradujo en la existencia de una 13

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amistad genuina. En definitiva, de una relación política, literaria y humana, manifestada pública y privadamente, en donde siempre, y ante cualquier otra consideración, primó el apego, el respeto y la fraternidad. Se trata de dos figuras en ascenso, fuertes y coherentes y que, paralelo al desarrollo y consolidación democrática del país, emprendieron su aventura ciudadana a partir de su incorporación a la Universidad de Chile en los años veinte, participando activamente en su Federación de Estudiantes, la famosa FECH. Más tarde, Allende fue sucesivamente diputado, ministro de Salubridad y senador, hasta alcanzar la Presidencia de la República en 1970, apoyado por los partidos de la Unidad Popular. Pablo Neruda, por su parte, comienza escribiendo sus primeros versos y libros e ingresa a la burocracia del Estado marchándose al extranjero con un cargo consular de poca monta, continúa la edición de sus trabajos, es nombrado Cónsul General, luego es elegido senador y obtiene el Premio Nacional de Literatura. Más tarde, será candidato presidencial en 1969, embajador del gobierno de Salvador Allende y, finalmente, en 1971 logra el ansiado reconocimiento sueco. Consciente de que hay maneras diversas de abordar el accionar y los vínculos entre intelectuales o personalidades históricas, este ensayo ha buscado ser de carácter historiográfico, basado en el análisis cualitativo de las fuentes, por lo que no pretende reflejar la «verdad definitiva» sobre la relación de Allende con Neruda, sino solo la verdad que surgió de esta investigación. Por lo tanto, lo concibo como un trabajo exploratorio y preliminar. Para ese propósito, se incorporan los testimonios aportados por terceros, incluyéndose amigos, cercanos y militantes que acompañaron esa relación, y textos documentales así como del examen y caracterización de los principales momentos de sus respectivas biografías, destacando los siete «ejes de encuentro» identificados en el accionar conjunto de ambos personajes. Como es una historia de momentos, de encuentros, de interacciones esporádicas, seguido de la descripción de los entornos y del contexto histórico en que actuaron, se ha estimado oportuno citar 14

Introducción

brevemente algunas cartas poco conocidas, intercambiadas por Allende y Neruda, que dan cuenta de las preocupaciones, intereses y vicisitudes de cada uno. Por lo que el resultado de este trabajo, más que literario, ha procurado ser, eminentemente, testimonial e histórico. Abraham Quezada Vergara, Ph.D. Quito, noviembre de 2014

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NOTA SOBRE LAS FUENTES

Para intentar reconstruir una relación de amistad y de accionar conjunto entre personajes conocidos, y más allá de su obra o quehacer público, los documentos privados suelen tener una importancia a ratos decisiva. El «discurso menor» que subyace bajo la superficie, o el «revés de la trama» al decir de Graham Greene, ayuda a entender el «canon mayor», es decir, la actuación pública. Contribuyen también a iluminar o completar ángulos y aspectos ignorados o desconocidos en la vida de cada uno. En este caso, y a partir del ramalazo de furia de aquel martes 11 de septiembre de 1973, no ha sido fácil pesquisar cartas y documentos intercambiados entre estos protagonistas. Los asaltantes de la casa santiaguina de Neruda de las horas postreras no solo destruyeron lo que encontraron a su paso1, sino que, además, establecieron una férrea persecución que incluyó graves transgresiones a los derechos humanos. Ese hostigamiento estuvo acompañado de una censura desmedida, la cual no solo 1

Más allá de las publicaciones existentes sobre este aspecto, se puede compulsar una carta privada enviada por Radomiro Tomic a uno de sus hijos, fechada en Santiago el 27 de septiembre de 1973, en donde le relata las circunstancias relacionadas con la destrucción de la casa del poeta en la capital y las incidencias de su funeral, hechos en los cuales el político democratacristiano fue testigo presencial. Original en Archivo Histórico Gabriel Valdés [En línea] http:// (XXXBIHWDM) [Consulta: 24/2/13].

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amedrentó sino que autocensuró a quienes por diversos motivos conformaron el entorno cercano del poeta. En relación al presidente Salvador Allende, las circunstancias descritas fueron incluso cruelmente más graves. A la desgracia, despojo y rapiña que padeció su gobierno, familia y varios miles de militantes y adherentes, se unió el esfuerzo sistemático, y por varios años, de enlodar, falsear y caricaturizar su figura, difundiendo y tergiversando, majadera y torpemente, una diversidad de aspectos sobre su vida y circunstancias. Luego de la recuperación democrática de comienzos de los años noventa, esa situación ha tendido a cambiar con la publicación de una serie de importantes testimonios, memorias e investigaciones. No obstante, contra esa maraña más bien oblicua, queda todavía mucho por hacer. Este trabajo pretende ser, en parte, una contribución a ese propósito. Así, las citas de investigación, referida a la correspondencia entre los actores, son restos de naufragio que han sobrevivido a tiempos ominosos y a condiciones tremendamente adversas. Son, por lo tanto, trazos que ayudan a comprender la relación de estos dos protagonistas de la izquierda chilena, y mundial, la cual desde el punto de vista epistolar pudo haber sido abundante y consistente a partir de la amistad que los unió, del trabajo conjunto que en ocasiones ambos emprendieron y de las numerosas distancias que experimentaron en su quehacer. Al final del volumen, se incorpora una cronología sobre los hechos que cimentaron esta amistad. Cabe destacar y valorar la formidable asistencia que me prestó el personal de los dos archivos centrales en cualquier empresa que vincule a los dos protagonistas de esta investigación, como lo son la Fundación Pablo Neruda y la Fundación Salvador Allende, ambas localizadas en la capital chilena. Debo agradecer, asimismo, la valiosa asistencia proporcionada por la Biblioteca del Congreso Nacional y la Biblioteca Nacional de Chile, repositorios de valiosas y muy escasas piezas que fueron significativas para la redacción de este trabajo.

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PLANTEAMIENTO CENTRAL

¿Por qué dos personajes pertenecientes a una misma generación, pero de orígenes sociales distintos, terminan por aunar estrechamente sus afanes cívicos y estéticos en pos de la utopía socialista del siglo XX? Cada uno durante su trayectoria fue escalando y construyendo su carrera, uno la política, el otro la literaria, hasta alcanzar la cúspide de las mismas: la Presidencia de la República y el Premio Nobel, en cada caso. Allende desde las asambleas partidarias y gremiales, las logias masónicas y el Congreso Nacional; Neruda desde sus respectivas publicaciones, cargos, militancia y círculos de amistades. El líder socialista persiguió el anhelo de redimir a los pobres y de avanzar en condiciones de vida dignas para el pueblo. El literato, por su parte, elaboró poéticamente su propia existencia a partir de su vida, y de ahí buscó convertirse en «un poeta de utilidad pública». De manera resuelta y continuada, a través de la fuerza de sus convicciones y de su consecuencia ideológica, ambos coincidieron y persistieron en ese afán. Vida y política en el caso de Allende, y vida y poesía en el caso de Neruda, fueron líneas paralelas que se enlazaron y nutrieron recíproca y dialécticamente. La conducta señalada ¿se debió a las respectivas historias familiares u orígenes sociales o educacionales de cada uno?, ¿a la adhesión o militancia en partidos de izquierda?, o fue simplemente ¿la medida de sus respectivos talentos o habilidades, en donde 19

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primaron la proverbial «muñeca política» de Allende y/o «el poderío verbal inigualable» del vate? o tal vez pudo haber sido determinante ¿el peso de las influencias internas y las externas, derivadas estas últimas de un amenazante escenario internacional, de lucha de la democracia contra el totalitarismo, del enfrentamiento bipolar o de la posterior Revolución Cubana, la cual impactó a la izquierda latinoamericana y a la clase política local con singular fuerza en ese momento? ¿O todos los factores enunciados actuaron a un tiempo moldeando la personalidad de cada uno, permitiéndoles optar por un camino más o menos similar? Procurando responder estas preguntas, es que nació este libro.

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PRIMER EJE DE ENCUENTRO

Dos realidades que coincidieron tempranamente Este primer eje, más formativo que de encuentro propiamente tal, si bien diferencia los orígenes sociales de ambos personajes, y sus entornos familiares, se focaliza en la llegada a la universidad y el papel que cada uno cumplió en ese ámbito. El nacimiento de Neftalí Ricardo Reyes (Pablo Neruda) en 1904 en un hogar del centro-sur chileno, habitado por pequeños agricultores, contrastó con el de Salvador Allende, quien lo haría cuatro años más tarde en Santiago1, en el seno de una familia de clase media acomodada, de padre abogado y notario y de abuelo médico2. Salvador fue un 1

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Pese a que algunos trabajos sobre el mandatario destacan que nació en Valparaíso, posteriormente se ha podido determinar que, efectivamente, nació en Santiago, conforme a su acta de nacimiento que se encuentra en el Registro Civil. Ver «Acta revela que Salvador Allende nació en Santiago», en El Mercurio (Santiago), 4 abril del 2008. A este respecto, preguntado sobre si se sentía en casa en Valparaíso, Allende señaló: «Lo he dicho siempre, que mi carrera política nace en Valparaíso, soy porteño y soy el primer Presidente porteño». En entrevista de Régis Debray a Salvador Allende en Gutiérrez, Eduardo (2009). Salvador Allende. Entrevistas 1970-1973. Santiago: Lom Ediciones, p. 31. Ramón Allende Padín (1845-1884), médico y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Fundó colegios y hospitales y fue editor del periódico «Guía del Pueblo». Radical y masón, diputado y senador. Es considerado fundador del Comando de Sanidad Militar del Ejército de Chile. Fue conocido con el mote de «el rojo Allende».

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niño «de rubios bucles, siempre de punta en blanco. El mismo año que se inauguró Gath y Cháves [septiembre de 1910] (la sucursal santiaguina del Harrods británico), le compraron allí un trajecito de marinero. Tuvo siempre mama... mama Rosa. Dulcero, ella le preparaba küchen de manzana y torta Selva Negra, sus favoritos»3. Más tarde, el mismo Allende reconocerá que conforme a una definición ortodoxa, su origen era «ciertamente burgués», pero al mismo tiempo, de manera enfática aclaraba que su familia no había estado ligada «al sector económicamente poderoso de la burguesía, ya que mis padres ejercieron profesiones denominadas liberales y los antepasados de mi madre hicieron otro tanto»4. El pequeño Neftalí, tempranamente huérfano de madre, se educó en Temuco, rural y todavía con características de un asentamiento en fase fundacional, y concluyó sus estudios secundarios en el liceo fiscal de esa ciudad. Su padre, empleado de ferrocarriles, y su madre, dueña de casa, habían emigrado de Parral a la sureña Temuco. En cambio, los Allende-Gossens, luego de circular por una serie de ciudades y colegios, que incluyeron Tacna, Iquique, Santiago y Valdivia, se asentaron en Valparaíso, lo cual le permitió al joven Salvador no solo deambular por varios colegios fiscales, como el Instituto Nacional en su momento, sino ingresar en Valparaíso al Liceo Eduardo de la Barra y allí, de manera continuada, concluir sus estudios de humanidades en 1924. En marzo de 1921, arribó a la capital procedente de Temuco el joven Neftalí para matricularse en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, para seguir la carrera de pedagogía en francés. Si bien con esa decisión tranquilizaba a su padre, tenía la convicción que ello no era con el propósito de transformarse en profesor secundario, «sino para aprender el idioma y leer literatura

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En artículo «Un joven demócrata… un joven burgués… y un joven socialista» en «Allende 2», suplemento La Segunda (Santiago), 8 de agosto del 2003, p. 4. Entrevista de Régis Debray a Salvador Allende en Gutiérrez, Eduardo (2009), op. cit., p. 29. 22

Primer eje de encuentro

francesa»5, es decir, para transformarse en un verdadero poeta. En un comienzo asistió a algunos cursos de arquitectura en esa misma casa de estudios, pero las matemáticas le impidieron perseverar en esos afanes6.

La universidad y la FECH A los ojos de Neruda adolescente, la capital le pareció «grandiosa y desconocida» y que «olía a café y a gas»7, pero que destacaba por un clima de efervescencia social en donde predominaban las asambleas partidarias, los movimientos estudiantiles y las vanguardias artístico-literarias. Estas últimas con expresión en la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), fundada en 1907, un año antes del nacimiento de Salvador Allende. Si bien estaba todavía fresco el recuerdo del asalto a la Federación de Estudiantes y de la campaña victoriosa del presidente Arturo Alessandri Palma, el ingreso a la Universidad de Chile fue para el joven provinciano y taciturno un deslumbramiento total que se relacionó no solo con la atrayente y cautivadora bohemia estudiantil, sino también con el clima de rebeldía social, política y lírica que se vivía entonces. En el Liceo de Temuco, había sido corresponsal y agente de la revista Claridad, experiencia que el joven Neftalí aprovechó para sus afanes literarios. En ella y en Juventud, las dos revistas de esa Federación de Estudiantes, escribió promisorios poemas y se atrevió a efectuar crítica literaria junto a otros escritores ya consagrados, como Gabriela Mistral, Pedro Prado y Vicente Huidobro. Claridad, por 5

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Artículo «Neruda es como la Cordillera de los Andes, con alturas y honduras» en «Neruda íntimo 1», suplemento La Segunda (Santiago), 14 de octubre del 2003, p. 12. Hugo Montes recuerda que en una oportunidad Matilde Urrutia le dijo que Neruda «no había entrado directamente a estudiar pedagogía en francés, sino que cursó la carrera de arquitectura, pero se le complicaron las matemáticas, por eso cambió de carrera en la Universidad de Chile». En entrevista a Hugo Montes titulada «Laura Reyes relacionó la muerte de Neruda con una interWFODJÓOEFMPTNJMJUBSFTvIUUQXXXFMDMBSJODM Neruda, Pablo (1985). Confieso que he vivido. Barcelona: Seix Barral, p. 56. 23

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ejemplo, se autodefinía como un «periódico de sociología, crítica y actualidades», aparecía los sábados y, según Neruda, «era menos antológica y deliberada»8 que la revista  Juventud. Al llegar a la capital, con casi diecisiete años por cumplir, existía algún grado de conocimiento acerca de su breve obra, destacando el primer lugar obtenido en el Premio de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile en 1920 por su poema «La canción de la fiesta». La pertenencia a estas dinámicas sociales, esencialmente interclasistas, le permitieron al poeta en formación, y precario y desganado estudiante universitario, recibir los ecos del «cielito lindo», movilización social que promovió Arturo Alessandri Palma en 1920 y que demandó una legislación social protectora, laicización de las instituciones, la adopción de un código del trabajo en beneficio de los obreros y trabajadores y el fortalecimiento del poder presidencial, tan debilitado en el período parlamentario. «Cada uno trataba de ser más anárquico, más disolvente, más desordenado [recordará posteriormente Neruda]. La vida social chilena se conmovía profundamente. Alessandri pronunciaba discursos subversivos. En las pampas salitreras se organizaban los obreros que crearían el movimiento popular más importante del continente. Eran los sacrosantos días de lucha. Carlos Vicuña, Juan Gandulfo. Yo me sumé de inmediato a la ideología anarcosindicalista estudiantil»9. En ese clima estructuró su círculo de amistades, uno de cuyos subgrupos más tarde va a ser conocido como «la banda de Neruda», conformada por «gigantes de cantina, locos fascinadores, atormentados sonámbulos»10. La vida de aquellos años en las pensiones de estudiantes, recuerda el mismo poeta, «era de un hambre completa. Escribí mucho más que hasta entonces, pero comí mucho menos»11. La pobreza, la bohemia y la vida de juergas terminaron trágicamente con el destino de varios de sus amigos.

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Neruda, Pablo (1985), op. cit., p. 57. Neruda, Pablo (1985), op. cit., p. 369. Neruda, Pablo (1985), op. cit., p. 365. Neruda, Pablo (1985), op. cit., p. 48. 24

Primer eje de encuentro

Su trabajo literario, hasta ese momento, había dado como resultado la publicación de artículos en revistas y notas de prensa, así como la edición del libro Crepusculario en 1923. Al año siguiente, al publicar en la editorial Nascimento los 20 poemas de amor y una canción desesperada, en forma inusitada e inmediata, ganó fama y prestigio en los círculos estéticos y estudiantiles santiaguinos. Sin embargo, ese espaldarazo no fue suficiente para regularizar sus maltrechas finanzas y solucionar los múltiples problemas que lo abrumaban. La precariedad de condiciones le hizo adoptar la decisión de dejar sus estudios universitarios para buscar otros rumbos. Lo importante, y único en ese momento, y pese a la tenaz oposición de su padre, era sobrevivir para la poesía. Los sucesos de septiembre de 1924 y el «ruido de sables» que desembocaron en la salida anticipada del presidente Arturo Alessandri Palma de la primera magistratura, generaron un cuadro de efervescencia e incertidumbre política que Salvador Allende observó desde el regimiento Coraceros de Viña del Mar, y más tarde desde el regimiento Lanceros de Tacna, lugares en donde cumplió con su servicio militar y del cual egresaría como oficial de reserva. Neruda, en cambio, desprovisto del apoyo económico de su padre, sin profesión ni trabajo estable, pero con dos libros publicados y otros proyectos en mente, y con una cierta notoriedad literaria12, buscó entre sus compañeros de universidad y amistades cercanas alguna salida a la angustiosa situación. Obtener un trabajo remunerado, fuese en el servicio público o en cualquier otra parte, podría ser factible, pero la expectativa de partir al extranjero con algún cargo o comisión del gobierno también le cautivaba. Su afán y deseos de convertirse en poeta así se lo reclamaban. ¿No lo había hecho así, acaso, Gabriela Mistral, Laura Rodig o su amigo Rubén Azócar, quienes se encontraban en México en ese momento? Todos los artistas o escritores latinoamericanos, como Rafael Alberti recordó posteriormente, tenían en ese tiempo «los ojos atornillados en 12

Ello se refleja, por ejemplo, en la destacada entrevista, a página completa, que le efectúa Raúl Silva Castro para El Mercurio (Santiago), 10 de octubre de 1926, s/p. 25

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París». El ansia viajera era el sueño de muchos jóvenes aspirantes a escritores, y Neruda fue un claro ejemplo de ello. Su anhelo era «saltar de la provincia a la capital, y de la capital, al universo»13. Las respuestas de los amigos fueron variadas. Los hubo algunos que apoyaron la edición de sus trabajos, como el anarquista y dirigente de la FECH, Juan Gandulfo, integrante destacado de la pléyade de líderes estudiantiles en donde descollaban Alfredo DeNBSÎB %BOJFM4DIXFJU[FSZ4BOUJBHP-BCBSDB(BOEVMGP RVFSFDJÊO se había titulado de médico cirujano en la Universidad de Chile, según Neruda, «era sin duda el más formidable de ellos, temido por su atrevida concepción política y por su valentía a toda prueba. A mí me trataba como si fuera un niño, que en realidad lo era. Una vez llegué tarde a su estudio, para una consulta médica, me miró ceñudo y me dijo: ¿Por qué no vino a la hora? Hay otros pacientes que esperan. No sabía qué hora era, le respondí. Tome para que sepa la próxima vez, me dijo, y sacó su reloj del chaleco y me lo entregó de regalo»14. Había ayudado al poeta en los grabados y reproducciones que incluyó la primera edición de Crepusculario, motivo por el cual este, en señal de admiración y agradecimiento, le dedicó la segunda edición de ese trabajo aparecida en 1926: «A Juan Gandulfo, este libro de otro tiempo, Pablo». Otros amigos, como Manuel Bianchi, fueron más efectivos a la hora de conseguirle un puesto, en este caso en el Ministerio de Relaciones Exteriores. A comienzos de ese mismo año, proveniente de Valparaíso, Salvador Allende ingresó a la carrera de medicina en la Universidad de Chile, por lo que debió experimentar la vida de las pensiones estudiantiles santiaguinas junto a su hermano Alfredo, que estaba concluyendo sus estudios de leyes. Allí, como otros tantos, recibió el influjo formativo y combativo de la Federación de Estudiantes, que se expresaba en una férrea oposición a la situación política imperante y más tarde a la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo, lo cual no solo estimuló, sino que vigorizó y –de algún modo– definió 13

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Frase utilizada por Gonzalo Vial en charla sobre el desarrollo educacional de Chile, s/f. Neruda, Pablo (1985), op. cit., p. 57. 26

Primer eje de encuentro

su interés en la cosa pública. En su segundo año de estudios, el joven Salvador resultó elegido presidente del centro de alumnos de su carrera y en el cuarto año pasó a ocupar la vicepresidencia de la FECH. En 1929 formó parte del grupo político universitario «Avance», al cual renunció por no estar de acuerdo con la decisión de establecer soviets de campesinos, obreros y de miembros de las Fuerzas Armadas. Paralelamente, y como extensión de su interés político-intelectual, y por tradición familiar, ingresó a la orden masónica, precisamente a la logia Hiram 65, «fundada por Eugenio Matte Hurtado, cuna de la República Socialista de 1932 y de la primera dirección del futuro Partido Socialista»15. Se mantuvo activo por largo tiempo, aunque desde los años sesenta en adelante su participación se hizo menos frecuente, debido a sus múltiples compromisos políticos. Del mismo modo, y al igual que otros destacados personeros políticos, como Pedro Aguirre Cerda en su momento, por las noches se dedicó de manera voluntaria y gratuita a dictar clases en una escuela de capacitación obrera. La crisis económica internacional de fines de los años veinte, que afectó dramáticamente a los países de la región, en Chile se expresó en la quiebra de fábricas e industrias y en la consecuente cesantía de obreros y empleados. El cierre de los mercados de exportación para el salitre y el cobre provocó bancarrota y despidos y la masiva migración de desocupados hacia la capital en busca de ayuda, trabajo y de prestaciones sociales que el Estado no les brindaba. Ello gatilló que el estudiante de medicina, como testigo presencial de esas carencias y conflictividad social, asumiera un poderoso compromiso acerca de los deberes de protección social que el Estado debía otorgar y garantizar y un sentido de urgencia en su quehacer y empeño político. Así como el poeta no perseveró en sus estudios universitarios por razones de «vocación» y de necesidad económica, Salvador Allende vio alterada la progresión de su carrera por motivos políticos. Al desempeñarse como representante de los estudiantes de medicina 15

Artículo «Biografía. Ancestros, infancia y juventud» en suplemento «Allende, cien miradas», Archivos Salvador Allende en La Nación (Santiago), s/a, p. 28. 27

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ante el Consejo Universitario en el quinto año de estudios, y por continuar su arremetida y criticar las arbitrariedades del gobierno dictatorial de Carlos Ibáñez del Campo, y los que lo sucedieron, fue severamente sancionado. «Yo participé –recordará más tarde– y por ese motivo fui expulsado de la universidad y estuve preso»16. En medio de la efervescencia que siguió a la caída de Ibáñez, y durante los días de la «República Socialista», Allende fue objeto de al menos cinco procesos judiciales que consideraron el sometimiento a cortes marciales, todo lo cual no impidió que fuese reincorporado a su casa de estudios, y lograra titularse de médico cirujano a los veinticuatro años de edad. En cambio Neruda, como se apreció precedentemente, no perseveró en la obtención de un título universitario, optando por consolidar su trabajo poético y marcharse al extranjero. Después de mucho insistir, el poeta había obtenido un puesto de Cónsul de Elección en el sur de Asia, lugar hasta donde viajó acompañado de Álvaro Hinojosa, amigo entrañable de la bohemia santiaguina y porteña. Permaneció cinco años en Birmania, Ceilán e Indonesia. La ambición de definir un lenguaje poético propio, unido a la soledad, el desarraigo y la incomunicación que experimentó en esos «países de leyenda», le ayudaron a encontrar el tono pretendido, lo cual se reflejó en la posterior publicación de Residencia en la tierra, uno de los libros más influyentes y renovadores de la poesía del siglo XX. El espacio gravitante y desencadenante en lo político y social que la FECH había logrado en la década de los veinte y que incluyó además a grupos intelectuales, tendió a disminuir en el período siguiente; los partidos y movimientos se consolidaron, pasando a hegemonizar el proceso político y las demandas sociales. El ingreso de Neruda y Allende a la Universidad de Chile y la participación en la FECH, el primero a comienzos de los años veinte, y el segundo a fines de esa década, en ambos casos en fases de aguda tensión político-social, les permitió no solo canalizar sus inquietudes cívicas y estéticas, sino también madurar y fortalecer sus ideales y padecer 16

Entrevista de Régis Debray a Salvador Allende en Gutiérrez, Eduardo (2009), op. cit., p. 26. 28

Primer eje de encuentro

los rigores asociados a esas decisiones. Allende recordará que, en materia de movilización social, «los estudiantes de medicina éramos los más avanzados» [entre otras razones porque] «vivíamos en esa época en un barrio que era muy modesto [en las inmediaciones de las calles Independencia y Recoleta], convivíamos prácticamente con el pueblo, éramos la mayoría estudiantes de provincia y en las noches nos reuníamos los que vivíamos en la misma pensión y en voz alta leíamos El Capital, a Lenin, y también a Trotsky»17. Años más tarde, en 1965, en la carta de renuncia que Allende envía a la orden masónica, recordará cómo nació en él la vocación social. Comenzó señalando que su época de estudiante fue un período «de fragor social y político y médico joven, de acción profesional amplia y anónima… [añadiendo que]… fui tremendamente golpeado por el impacto de la realidad Patria y que, por decirlo auténticamente, en su estructura económica, cultural, social y política, es la de toda América Latina»18. Dicho de otro modo y de manera resumida por el mismo Allende, en ese tiempo los «estudiantes de medicina y los médicos confrontaban hechos sociales muy claros»19. En la Universidad de Chile, Allende fue alumno de académicos que venían efectuando importantes aportes a la medicina social, destacando entre ellos los docentes Lucas Sierra, Emilio Aldunate, Juan Noé, Armando Larraguibel y Eduardo Cruz-Coke. Tal vez por esa influencia, su memoria final de titulación versó sobre Higiene mental y delincuencia20, situación que, paralelamente, será reforzada con la labor gremial que también practicó, y de manera intensa, una vez egresado de la universidad. De este modo, y como también 17

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Entrevista de Régis Debray a Salvador Allende en Gutiérrez, Eduardo (2009), op. cit., p. 27. Citado en Pey, Víctor (1998). «Aproximación a Salvador Allende» en Encuentro XXI, N° 13, p. 68. Entrevista de Saúl Landau a Salvador Allende [En línea] IUUQXXXZPVUVCF com [Consulta: 19/3/13]. Desde 1933 se mantuvo como un documento académico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile sin ser editado. En el 2005, se efectuó una edición de homenaje con notas introductoras de Joan Garcés, Juan Carbonell, Pablo Oyarzún y Julio Silva Solar. Salvador Allende. Higiene mental y delincuencia. Santiago: Eds. ChileAmérica-CESOC. 29

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ocurrió con Pablo Neruda, Allende pasó a adquirir las características propias de un político chileno de la primera mitad del siglo XX, es decir, acentuada preocupación social, eminentemente laicos y profundamente convencidos en el «poder redentor» de la acción política en beneficio de los sectores necesitados.

Estabilización y búsqueda de nuevos rumbos En muchos sentidos, 1932 fue un año significativo para Chile. Se inició la segunda administración de Arturo Alessandri Palma y el país emprendió una etapa de estabilización política y de recuperación económica, coincidente con el ciclo al alza que estaba experimentando la economía mundial. Neruda luego de su «temporada en el infierno», vivida en el sur de Asia, regresó a Chile casado con una javanesa de origen holandés, María Antonia Hagenaar. «Me mandaron la noticia por cable –le avisa a su hermana Laura– así es que me pilló de sorpresa, sin un centavo. No sé qué haré en Chile si no consigo un puesto pronto»21. Si bien recuperó a sus amigos y regresó a la bohemia capitalina, su situación siguió siendo precaria en el plano laboral. Sin embargo, para sus pretensiones de encontrar un destino apropiado para avanzar en sus afanes literarios, este fue un momento significativo. Junto a la publicación en Santiago de su libro Residencia en la tierra en 1933, comienza un ciclo de traslados consulares que lo llevarán a residir, para su regocijo, en las principales capitales del idioma, con lo cual su literatura se consolida, difunde y adquiere un tono personalísimo, mudando desde lo oscuro y lo doloroso, tan propio del hermetismo residenciario, hacia una etapa lírica entre combativa y épica y de «horizonte planetario mundial»22. La nueva fase de trabajo consular se inició en Argentina, prosiguió en 21

22

Carta de Pablo Neruda a su hermana Laura Reyes, alta mar, 9 de febrero de 1932, en Montes, Hugo (comp.) (1978). Cartas a Laura. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica del Centro Iberoamericano de Cooperación, p. 54. Loyola, Hernán (2001). Pablo Neruda. Obras completas IV. Barcelona: Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, pp. 33 y ss. 30

Primer eje de encuentro

España, donde nació su hija Malva Marina Trinidad y se reencontró con Gabriela Mistral, para concluir en esa década con una corta estadía en Chile y luego en Francia, marchándose posteriormente a México, por un lapso de tres años, en donde se desempeñó como Cónsul General. La apretada situación económica y la deteriorada salud de su padre, obligaron a Salvador Allende a desempeñar algunos puestos en hospitales de Valparaíso y como ayudante del anátomo-patólogo en la morgue del hospital Carlos Van Buren de esa ciudad-puerto. Allí más tarde recordará que, «en poco menos de un año, [realicé] cerca de 1.000 autopsias»23. Mismo lugar en donde posteriormente, entre 1972-1973, el poeta ya convertido en una celebridad mundial, con la gloria del Premio Nobel, se tratará un cáncer prostático de funesto resultado. Aparte de su trabajo, la primera mitad de los años treinta para Salvador Allende fue una etapa de profunda compenetración política y gremial. Se transformó en uno de los fundadores y primer Secretario General del Partido Socialista en 1933 y en un activo dirigente de los médicos de Valparaíso. Incluso se dio tiempo, por tres años, para ser redactor de la revista Medicina Social y durante un quinquenio colaboró en la elaboración del Boletín Médico de Chile. La militancia y la contingencia política significaron para el joven político que volviera a padecer los rigores de esa decisión. Como consecuencia de su permanente actitud de crítica y de denuncias de injusticias y arbitrariedades, el gobierno de Arturo Alessandri Palma lo relegó por seis meses a la ciudad de Caldera. Al razonar, posteriormente, por qué en esa época no se hizo militante comunista, en circunstancias que ese partido, de extracción obrera, combativo y revolucionario y de pensamiento filosófico doctrinario más o menos similar, ya existía al fundarse el Partido Socialista, Allende afirmó que, sin desconocer la importancia del internacionalismo proletario, en ese momento era posible analizar la realidad chilena desde una colectividad más local, dado que el 23

Puccio, Osvaldo (1985). Un cuarto de siglo con Allende. Santiago: Editorial Emisión, p. 107. 31

Abraham Quezada Vergara

Partido Comunista aparecía en esa época «más hermético, más cerrado, [y] nosotros [los socialistas] creíamos que era conveniente un partido que sobre la base, reitero del mismo pensamiento, tuviera una concepción más amplia, de una independencia absoluta, con otra táctica que enfocara esencialmente los problemas. Digamos, chilenos con un criterio, ¿no?, al margen de una posición vinculada internacionalmente»24.

24

Entrevista de Régis Debray a Salvador Allende en Gutiérrez, Eduardo (2009), op. cit., p. 25. 32

SEGUNDO EJE DE ENCUENTRO

La época del Frente Popular El proceso de conformación del Frente Popular y la dinámica política fueron un segundo momento nuclear, tanto para el poeta como para el político socialista, como lo había sido, unos años antes, el hecho de pertenecer a la Universidad de Chile y participar activamente en su Federación de Estudiantes. El regreso de Neruda a Chile en octubre de 1937 lo hizo coincidir con Salvador Allende en la lucha partidaria que se daba a fines de la segunda administración de Arturo Alessandri Palma. El vate venía de ser testigo de la impactante y definitiva experiencia de la Guerra Civil Española, la cual de algún modo había cambiado su poesía1. Ello se reflejó en la publicación de un nuevo e importante libro, España en el corazón, y de gozar de un creciente reconocimiento internacional. En marzo de 1939, cuando ya era inminente la caída de los republicanos en España, y dando cuenta de ese cambio de circunstancias en su vida y obra, el vate agregó una muy decidora nota al poema «Las furias y las penas», integrante de ese libro, señalando: 1

Neruda atravesó las vicisitudes de este enfrentamiento acompañado de Delia del Carril, respecto de quien Rafael Alberti habría concluido que «la comunista era ellav TFHÙOJOGPSNB+PSHF&EXBSETFOBSUÎDVMPj3FTJEFODJBFOFMFTUFvFO suplemento «Neruda íntimo 1» de La Segunda (Santiago), op. cit., p. 9.

33

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En 1934 fue escrito este poema. Cuántas cosas han sobrevenido desde entonces! España, donde lo escribí, es una cintura de ruinas. Ay! si con sólo una gota de poesía o de amor pudiéramos aplacar la ira del mundo, pero eso sólo lo pueden la lucha y el corazón resuelto. El mundo ha cambiado y mi poesía ha cambiado. Una gota de sangre caída en estas líneas quedará viviendo sobre ellas, indeleble como el amor.

Posteriormente, afirmará que el tiempo vivido en España fue fundamental en su vida y en su ideario político, pues si bien militará oficialmente desde fechas posteriores, «puedo decir que soy un comunista verdaderamente desde la Guerra Civil Española…fue en España donde comprendí que debía ser comunista»2. Pese a que aún no cumplía los treinta años de edad, la intensa y destacada labor política y gremial de Allende hizo que su partido advirtiera el incuestionable liderazgo que despertaba, por lo que respaldó con entusiasmo su candidatura al Congreso Nacional. En 1937 resultó elegido diputado por la 6ª Agrupación Departamental de Valparaíso y Quillota. Desde ese momento, adquirió notoriedad pública, participando activamente en el proceso de conformación de la coalición opositora de centro izquierda para las elecciones presidenciales de 1938. Como legislador, tuvo un visible papel en la aprobación de la Ley de Medicina Preventiva de 1938, de «importancia extraordinaria en la historia social de Chile»3. La conformación del Frente Popular entre radicales, socialistas, comunistas y otras fuerzas, y las posiciones antifascistas que cada uno propugnó, hicieron coincidir todavía más a Neruda y a Allende4. 2

3

4

Entrevista a Pablo Neruda titulada «Agitación juvenil es sólo aventurismo romántico», en La Segunda (Santiago), 3 de octubre de 1969, p. 8. Testimonio de Carlos Briones en artículo «Una vieja amistad» en Archivos 4BMWBEPS "MMFOEF  4BOUJBHP    QQ   IUUQXXXTBMWBEPS allende.cl [Consulta: 19/3/13]. En diciembre de 1938, Allende adhiere y firma una declaración pública de los médicos de Valparaíso mediante la cual «hacen oír su más severa protesta por los actos de barbarie cometidos en Alemania, en relación con la persecución anti-judía», cometidas por el nazismo en ese país. Los médicos añaden que ello nace de «lo más hondo de nuestras convicciones de justicia y verdad y de nuestra formación intelectual identificada con la noción de respeto a la personalidad humana, en todos su múltiples aspectos». Dando cuenta del 34

Segundo eje de encuentro

El destacado papel desempeñado por el poeta como presidente de la «Alianza de Intelectuales de Chile», principalmente en materias como la defensa irrestricta de la República Española y de repudio al avance fascista y totalitario en Europa, lo llevó a apoyar decididamente la candidatura de centro izquierda del militante radical Pedro Aguirre Cerda. En torno a esa coyuntura, Hortensia Bussi recordará: «Salvador y Pablo se conocieron… en el año 38, trabajando juntos [por Pedro Aguirre Cerda] para derrotar al candidato de la derecha, Gustavo Ross, lo que no era nada fácil…»5. Otra versión sostiene que se habrían encontrado por primera vez en los días de las pensiones estudiantiles del sector RecoletaIndependencia, próximo a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile. Allende vivió en el barrio cercano al Cementerio Católico, pero «se cambió a una pequeña residencial universitaria vecina a la Casa de Orates, junto al Cerro Blanco. Luego se mudó a «La calle de los locos», en Rengifo, cerca de Olivos. Allí, a la entrada del barrio Recoleta, [entre otros conoció] al poeta Pablo Neruda, a Vicente Huidobro, a Eugenio González, a Manuel Hidalgo y Emilio Zapata Díaz»6. Esta afirmación es un tanto difícil de sostener, toda vez que si bien Neruda vivió en las inmediaciones, lo hizo años antes que Allende arribara a la capital a cursar estudios universitarios en 1926, y se marcharía al extranjero en junio de 1927, regresando solamente casi cinco años más tarde, en abril de 1932. Si bien Allende había definido tempranamente su opción política en el Partido Socialista, y Neruda se encontraba sin militancia activa

5

6

interés en la acción del promisorio político socialista, Neruda guardó copia de dicho texto en su archivo personal. En Archivo Fundación Pablo Neruda (sección correspondencia). Neruda, que tradicional y públicamente mantuvo una posición antifascista y antitotalitaria, en diciembre de 1941 fue agredido por elementos pronazis en Cuernavaca, México. El poeta se refiere en detalle a dicho incidente en carta del 31 de diciembre de 1941 dirigida a Alberto Romero (¿?). En Quezada, Abraham (comp.) (2004). Pablo Neruda. Epistolario viajero. Santiago: Ril Editores, pp. 165-168. Graepp, Rose Marie (2003). «Recordando a Neruda. Hortensia Bussi de Allende nos habla de la amistad entre su esposo y el poeta». Revista Cuadernos N° 54, Fundación Pablo Neruda, p. 6. Artículo «Biografía. Ancestros, infancia y juventud» en suplemento «Allende, cien miradas», op. cit., p. 27. 35

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todavía, aunque cercano al comunismo, ambos reconocían que, a partir de su experiencia estudiantil-universitaria, habían recibido influencias políticas de tipo anarquista7 y que por razones familiares tenían vínculos, al menos de simpatías, con el Partido Radical8, entonces el más importante del arco político chileno, caracterizado por su ideario centrista, laico y estatista, y por ser más evolutivo que revolucionario respecto de las propuestas de cambio o transformación de la estructura político-social imperante. Neruda participó activamente en la campaña del Frente Popular. En la revista «Aurora de Chile», escribió artículos y discursos de apoyo al candidato. En uno de ellos, que titula simplemente «Don Pedro», señaló: «la batalla política está enfrentando como nunca antes en Chile a dos hombres extraordinariamente contrarios. Entre estos dos apellidos, Ross, internacional, y Aguirre, chileno, hay más que una simple contradicción lingüística… la oligarquía chilena, el Club de la Unión recurren a un extranjero extralegal, a un bussines’s desperado, a una píldora tóxica. Chile escoge a su más exacto representante, a un maestro moreno de nuestra clase media, a un hombre severo y puro, a un chileno esencial»9. Una vez que el candidato frentista ha triunfado en las urnas, Neruda, como presidente de la Alianza de Intelectuales de Chile, reafirmó el compromiso de apoyar la focalización de los esfuerzos del nuevo gobierno en materias educacionales, señalándole que la entidad que preside «ha encargado a una comisión de técnicos, escritores, músicos y artistas plásticos, un plan completo que la próxima semana presentará al Excmo. señor Pedro Aguirre Cerda»10.

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Respecto de las influencias anarquistas en Salvador Allende, ver testimonio de Carlos Briones (1987), op. cit., p. 2. En caso de Neruda, ver sus propias vinculaciones con líderes de ese movimiento en Confieso que he vivido, op. cit., pp. 56-57. El mismo Neruda afirmaba «yo soy hijo de radicales». Ver entrevista a Pablo Neruda «Agitación juvenil es sólo aventurismo romántico», op. cit., p. 9. Loyola, Hernán (2001). Pablo Neruda. Obras completas, vol. IV, op. cit., pp. 406-407. En discurso titulado «La Educación será nuestra epopeya», en Loyola, Hernán (2001), vol. IV, op. cit., p. 412. 36

Segundo eje de encuentro

Salvador Allende, por su parte, diputado y subsecretario general de su partido, en 1938 cumplió un muy activo papel propagandístico en favor del abanderado frentepopulista en la provincia de Valparaíso, contribuyendo decisivamente a la unificación de las fuerzas de izquierda, lo cual le permitió a Aguirre Cerda sumar en esa provincia un significativo caudal de votos a su candidatura. Ello fue particularmente valioso, considerando que en el resultado final, este se impuso a Gustavo Ross por no más de 4000 votos de diferencia. Siguiendo la modalidad colaborativa de Neruda, Allende también presentó al análisis y discusión del nuevo gobierno, un documento titulado «¡Por un Chile sin analfabetos! ¡Que todo Chile sea una escuela!»11, destacando que «el analfabetismo nacional, en sus proporciones vergonzantes, es el problema que ahora nos preocupa»12. Por el esfuerzo desplegado y el compromiso demostrado, luego del triunfo del abanderado radical, ambos recibieron importantes designaciones gubernamentales.

El ministro Salvador Allende Dando cuenta del peso e importancia que pasó a tener el Partido Socialista en la nueva coalición gobernante, Allende fue nombrado con solo treinta y un años Ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social, para lo cual debió renunciar a su cargo de diputado. En una entrevista que concedió al inicio de su mandato ministerial, sin alejarse de los temas de su especialidad, entró de inmediato a la arena política, señalando: «En Chile la salud depende de factores complejos en que intervienen intereses internacionales contrapuestos. El Estado tiene en su mano dos formidables herramientas para combatir flagelos, debilidades y lesiones: El Laboratorio Chile, de la Caja de Seguro Obrero, y el Instituto Bacteriológico que nos 11

12

Proyecto de alfabetización obrera y campesina presentado al Congreso Nacional, publicado en «Consigna», periódico del Partido Socialista, 16 de septiembre de 1939. Artículo «El café de los maestros» en suplemento «Allende, cien miradas», op. cit., p. 60. 37

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redimen de la explotación de los capitalistas internacionales, que naturalmente se defienden y contraatacan»13. Imbuido en ese espíritu, se abocó a un proceso de reorganización ministerial que buscó «unificar las estructuras asistenciales»14 existentes a lo largo de todo el país. Junto con llevar a esa cartera a uno de sus más cercanos colaboradores, Carlos Briones, para que se hiciera cargo de la Dirección de Previsión Social15, una de sus primeras iniciativas fue la creación de los «bares lácteos»; puntos de venta a bajo precio de leche y sus derivados. Pues, como él mismo había sostenido, en Chile en ese momento se consumía la séptima parte de la leche que se tomaba en Estados Unidos, agregando que un obrero nacional tenía que trabajar seis veces más para comprar su pan y diez veces más para adquirir un kilo de azúcar. Otra acción destacada de su quehacer, y que habla del interés político por relevar los temas sociales, fue el montaje de la «Exposición Nacional de la Vivienda», efectuado en 1941, cuando aún no existía el ministerio del ramo, precisamente en la Alameda, frente al Club de la Unión, entidad vilipendiada por Neruda en su discurso citado precedentemente. Con ello, el ministro socialista pretendió dar cuenta de las misérrimas condiciones en que vivían sectores desposeídos en las áreas urbanas y rurales. Junto a la exhibición de una casa modelo, que fue construida por obreros en una semana de trabajo y que costaba diez mil pesos de la época, se erigió una choza, la cual revelaba a los visitantes cómo vivían las clases más desamparadas. De este modo, buscó demostrar que con una adecuada política pública, era posible en un tiempo razonable, de una década al menos, solucionar el agudo problema de la vivienda, 13

14

15

&OUSFWJTUBEF*TNBFM&EXBSETj$POFM%S4BMWBEPS"MMFOEFvFOTFNBOBSJP «Hoy», 19 de octubre de 1939 en Vásquez, David et. al. (ed.) (2008). Salvador Allende. Vida política y parlamentaria, 1908-1973. Santiago: Ediciones de la Biblioteca del Congreso Nacional, p. 278. En Cruz-Coke, Ricardo (2003). «Síntesis biográfica del doctor Salvador Allende» en Revista Médica de Chile; 131: 809-814 [En línea] IUUQXXXTDJFMPDM [Consulta: 11/2/13]. Treinta años más tarde, entre el 5 de julio y el 9 de agosto de 1973, Carlos Briones fue ministro del Interior del gobierno de Salvador Allende. 38

Segundo eje de encuentro

agravado por la migración campo-ciudad, con su corolario de hacinamiento, promiscuidad y enfermedades sociales. Tanto las cifras señaladas como las propuestas dadas a conocer estaban en su estudio La realidad médico social chilena16, que había publicado en 1939. En dicho texto, considerado el primer análisis serio en su tipo sobre la grave situación de la salud pública chilena, realizó un descarnado análisis sanitario, demográfico y de previsión social e identificó los problemas médicos que ocurrían en el binomio madre-niño, respecto del cual concluyó que era necesario realizar profundas reformas administrativas y sanitarias en los diferentes niveles de la sociedad. Era una situación que había que superar efectivamente a través del Estado y la elaboración de políticas acorde. A la Cámara de Diputados, regresó en septiembre de 1940 para exponer sus principales logros como ministro, entre los que destacaban la lucha frontal contra las enfermedades venéreas, extensión de la atención dental en las escuelas, una brusca reducción de las muertes por tifus, y la entrega de alimentos a los estudiantes. A pesar de que su partido se retiró en 1941 del Frente Popular, y el presidente Aguirre Cerda falleció en noviembre de ese año, Allende continuó a cargo de esa cartera ministerial hasta inicios de abril de 1942. Luego de abandonar el gabinete, se concentró en la labor partidaria para intentar proseguir su carrera parlamentaria, ahora desde el Senado. Aunque Allende no estuvo mucho tiempo como diputado en ejercicio, significó para él el inicio de un extenso e intenso trabajo legislativo, en donde destacó por proponer iniciativas y participar en innumerables esfuerzos para aprobar leyes que incluían aspectos como seguridad social, política social, cajas de previsión, jubilación de empleados particulares, seguro obrero, accidentes del trabajo, enfermedades profesionales, medicina curativa, la creación del Servicio Nacional de Salud, etcétera. Las iniciativas mencionadas, según un testigo, fueron «todas leyes de Salvador… en [su] inmenso y sostenido esfuerzo para proteger a los trabajadores, y dando a 16

Santiago: Ministerio de Salubridad, Previsión y Asistencia Social, 1939, 216 pp. 39

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éstos participación en los controles de los mecanismos previsionales, [el mismo testimonio agrega que Allende] fue en esto también un precursor, se jugó por establecer el control de los beneficiarios sobre las responsabilidades sociales del Estado»17. Como legislador, el líder socialista aprovechó su entusiasmo y formación universitaria y, junto a un destacado grupo de médicos, fue parte de un proceso estructural que luchó por cambiar el concepto limitante que tenía la medicina hasta ese momento, ampliando el estrecho concepto de la salud, en particular la pública. Desde entonces, «se miró la salud como un fenómeno social»18, adoptándose políticas públicas específicas referidas a los distintos grupos etarios. Como Pedro Aguirre Cerda en su momento, que desde la perspectiva educacional formó parte de «los cruzados de una campaña patriótica»19, de algún modo las mejoras en la salud pública que se empezaron a apreciar se debían, entre otras razones, al empuje de un puñado de políticos y especialistas, entre quienes destacaba la labor parlamentaria y ministerial de Allende, las que venían a hacer justicia a las demandas sociales que Chile estaba experimentando desde finales del siglo XIX.

Una misión de amor A Neruda, el presidente Aguirre Cerda lo nombró Cónsul Especial para la Inmigración Española, con sede en París, en donde le correspondió acometer la mayor empresa cívica que efectuó en su vida, la gestión del Winnipeg. «Sí, tráigame millares de españoles –le instruyó el primer mandatario– Tenemos trabajo para todos.

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18

19

Testimonio de Carlos Briones (1987), op. cit., p. 3. Para una reflexión médica sobre el aporte de Allende a la salud pública ver, por ejemplo, reseña de Beatriz Bueno Espíndola en «Cuadernos Médico Sociales» N° 1, enero–marzo, 1999, pp. 81-82. Opinión de Patricio Jirón, médico personal del primer mandatario que estuvo con él en La Moneda el 11 de septiembre de 1973. En «Un siglo Allende» (curso) AA.VV, julio 2008, p. 52. Ver de Quezada, Abraham (2012). Pedro Aguirre Cerda. Trayectoria de un ideal educativo. Santiago: Editorial USACH, pp. 22 y ss. 40

Segundo eje de encuentro

Tráigame pescadores; tráigame vascos, castellanos, extremeños»20. Si bien Allende no estaba de Ministro de Salubridad cuando los 2201 refugiados descendieron en Valparaíso, pues asumió recién esa cartera a fines de septiembre de 1939, sí era un activo simpatizante del bando republicano y, por lo mismo, se había hecho «miembro del Comité de Ayuda a los Refugiados Españoles [asistiendo] a varios actos de solidaridad con los pasajeros del Winnipeg y con el tiempo algunos de ellos, como el destacado pintor José Balmes o Víctor Pey, se convirtieron en grandes amigos suyos»21. Algunos sostienen que en esa calidad participó en los actos de recepción de los refugiados, junto al político conservador Eduardo Cruz-Coke, también médico y –como está dicho– su antiguo profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile22 y que tampoco simpatizaba con las fuerzas franquistas que combatían en España. Incluso, algunos pasajeros del Winnipeg destacarán más tarde que Allende sí estaba en el puerto a su llegada, y lideraba la operación sanitaria y de vacunación a la que fueron sometidos los refugiados en el sitio portuario de Valparaíso. La pasajera Hortensia Vidal recuerda que, una vez que arribaron al puerto chileno, «los sentimientos de fraternidad que la embargaron al contemplar desde cubierta los cerros iluminados de Valparaíso, al escuchar las palabras del joven Diputado Salvador Allende en el puerto y las canciones de la Guerra de España con las que fueron recibidos en los muelles por una gran muchedumbre de ciudadanos chilenos»23. La exitosa gestión humanitaria, y el importante volumen de refugiados que llegaron a Chile en esa oportunidad, hizo que el papel del Ministerio de Salubridad, ya con Salvador Allende a la cabeza, les brindara la atención necesaria en tierras chilenas, situaciones que volvieron a vincular a ambos protagonistas y confirmó y fortaleció 20 21

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23

Neruda, Pablo (1985), op. cit., p. 198. Amorós, Mario (2008). Compañero Presidente: Salvador Allende una vida por la democracia y el socialismo. Valencia: Universitat de València, p. 53. Según Edmundo Serani en «Salvador Allende Gossens: una biografía política» en Vásquez, David et. al. (ed.) (2008), op. cit., p. 30. [En línea] IUUQXXXDSPOJDBQPQVMBSFTMBUSBWFTJBEFMXJOOJpeg-un-poema-solidario [Consulta: 24/2/13]. 41

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la cercanía y el conocimiento del poeta con el ministro socialista. Si bien la otra parte de la promesa que Aguirre Cerda había efectuado a Neruda, de designarlo embajador24, no la pudo cumplir, al menos lo nombró cónsul general de carrera en México, lugar a donde se marchó en agosto de 1940 con la argentina Delia del Carril, quien prontamente se convertirá en su nueva esposa. El ciclo 1935-1945 fue particularmente intenso y significativo para ambos personajes, toda vez que no solo fortalecen su imagen pública a nivel nacional, e internacional en el caso de Neruda, sino también su accionar político, estético y en sus asuntos particulares. Ambos consolidan sus carreras, la política y la literaria, participando en la primera línea del proceso democrático chileno. Allende es elegido diputado (en 1937), ministro de Salubridad (en 1939), contrae matrimonio con Hortensia Bussi (en 1940), asume como secretario general del Partido Socialista (en 1943) y senador (en 1945). Pablo Neruda edita Residencia en la tierra en Madrid y recibe sendos homenajes (1935), regresa a Chile y es nombrado presidente de la «Alianza de Intelectuales de Chile» (1937), asume como Cónsul Especial para la Inmigración Española (1939) y Cónsul General en México (1940). Contrae matrimonio con Delia del Carril (en 1942), avanza en su nuevo y monumental libro Canto general (en 1943) y es elegido senador. Finalmente, se hace militante comunista y gana el Premio Nacional de Literatura (en 1945).

Tencha, «la dulce» En el siempre políticamente agitado Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, en donde unos años antes, como está dicho, había estudiado Neruda, Hortensia Bussi asistió a clases en los ramos de historia y geografía, titulándose como pedagoga en esa especialidad a mediados de los años treinta. Más tarde prosiguió estudios de estadística para terminar desempeñándose como bibliotecaria 24

Precisamente en Cuba, tal cual Neruda lo señala en una carta dirigida al ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Barros Jarpa, el 22 de abril de 1942. En Quezada, Abraham (comp.) (2004), op. cit., p. 170. 42

Segundo eje de encuentro

en la Dirección de Estadísticas de Chile. En esa época, la familia Bussi-Soto habitaba en la mítica calle Maruri, importante punto de conexión con el poeta, quien vivió allí de joven escribiendo los «Crepúsculos de Maruri», versos que finalmente fueron incorporados al libro Crepusculario. Venía recomendado –recordará posteriormente el poeta– a una casa de pensión de la calle Maruri 513. No olvido este número por ninguna razón. Olvido todas las fechas y hasta los años, pero ese número 513 se me quedó galvanizado en la cabeza, donde lo metí hace tantos años, por temor de no llegar nunca a esa pensión y extraviarme en la capital grandiosa y desconocida. En la calle nombrada me sentaba yo al balcón a mirar la agonía de cada tarde, el cielo embanderado de verde y carmín, la desolación de los techos suburbanos amenazados por el incendio del cielo25.

Un cercano amigo de Neruda, así como del mismo Allende, recuerda que cuando le tocó residir también en esa famosa calle, «cada mañana, a las ocho, veía subir a la góndola a una hermosa estudiante de boina que cursaba la asignatura de historia en el Pedagógico»26. Posteriormente, en enero de 1939, en la contingencia generada por el terremoto de Chillán, Allende la conoció. «Era de noche –recuerda Tencha– y yo estaba con unos amigos en un cine. Salvador –como lo supe muy luego– estaba en una reunión de la masonería. De ahí salió arrancando. El edificio donde estaba era muy viejo y él, además, le tenía pánico a los temblores. El cine también fue evacuado. En plena calle nos encontramos a boca de jarro, chocamos casi. Ahí me lo presentaron y fuimos todos a tomar un café a la calle Tenderini, frente al Teatro Municipal»27. Luego de un corto noviazgo, contrajeron matrimonio el 16 de septiembre de 1940 y formaron un hogar con sus tres hijas, Carmen 25 26

27

Neruda, Pablo (1985), op. cit., p. 48. Teitelboim, Volodia (2003). Neruda, la biografía. Albacete: Ediciones Merán, pp. 55-56. Entrevista a Hortensia Bussi, «Sólo la unidad pondrá fin a la dictadura» en revista «Análisis», número especial Allende 10 años después, septiembre de 1983, p. 4. 43

Abraham Quezada Vergara

Paz, Beatriz e Isabel. Un cercano a la pareja recuerda a Tencha en esa época como «una linda mujer; verdadera belleza»28. Allende, que no solía hablar de estos temas, aseguró posteriormente que su declaración amorosa versó en términos aproximados a «me gusta esta puesta de sol, pero más me gustas tú». Tencha sostiene que esa versión es bastante transformada, porque la realidad efectiva fue que «simplemente se enamoró de un par de ojos y no sabía lo que había detrás de ellos»29.

28 29

Testimonio de Carlos Briones (1987), op. cit., p. 5. Entrevista «Presidencial 70. Los candidatos: Allende», en revista Ercilla, 5-11 de agosto de 1970 en Vásquez, David et. al. (ed.) (2008), op. cit., p. 286. 44

TERCER EJE DE ENCUENTRO

En el Senado Un tercer momento que los vincula fue la pertenencia de ambos al Poder Legislativo, en calidad de senadores de la República, extensión natural de los afanes cívicos surgidos en los días de universidad y bohemia santiaguina y consolidados en la época del Frente Popular. A comienzos de los años cuarenta, Allende era uno de los dirigentes socialistas con mayor proyección que disputaba el liderazgo al carismático Marmaduque Grove, ex coronel y también uno de los fundadores del Partido Socialista. Pese al posible antagonismo intrapartidario, ambos tenían un estrecho vínculo familiar. Inés, hermana de Salvador, era casada con un hermano de Marmaduque Grove1. Para acceder al Senado y resultar electo, Allende dejó el importante cargo de secretario general de su colectividad partidaria, siendo electo en 1945 por la 9ª circunscripción electoral de Valdivia, Llanquihue, Chiloé, Aysén y Magallanes. Neruda, en cambio, fue electo por la 1ª circunscripción que comprendía las provincias del Norte Grande, Tarapacá y Antofagasta. Al competir en la lista de la Coalición Progresista Nacional del Partido Comunista, y resultar 1

Se trata de Eduardo Grove Vallejo (¿?), Alcalde de Viña del Mar en ese momento. Posteriormente, embajador en Canadá.

45

Abraham Quezada Vergara

ganador, en julio de ese año el poeta ingresó oficialmente a la militancia de esa colectividad. De este modo, el papel de intelectual comprometido que Neruda venía asumiendo y la intensidad de la acción política que Allende exhibía, terminarán por reencontrarse y resonar conjuntamente en el hemiciclo. La adhesión partidaria de cada uno, sincera y honesta, si bien tuvo una base en la experiencia de vida y en aspectos doctrinarios o teóricos, se debía también a un cierto idealismo político que los colmaba, es decir, la satisfacción de una necesidad espiritual, de sentirse solidarios con los pobres y desvalidos. Identificando en el poeta esa intención, la periodista Lenka Franulic apuntó como un hecho altamente significativo «que casi simultáneamente con iniciarse en el Senado, Pablo Neruda ha recibido el Premio Nacional de Literatura. Y esto es quizás un símbolo. Un símbolo de que no dejará nunca de ser poeta, doquiera lo lleve la acción de la política»2.

El trabajo legislativo Al constituirse las comisiones senatoriales, a fines de mayo de 1945, quedaron en comisiones diferentes, Allende en la de Educación y Neruda en la de Política Exterior. No obstante, ambos trabajaron coordinadamente presentando proyectos e iniciativas y apoyándose en las discusiones y habitualmente en la «hora de incidentes», lo cual fue un hecho significativo, pues al mismo tiempo sus respectivos partidos políticos mantenían pugnas y conflictos. «Señor Presidente –destacó en julio de 1945 el senador Neruda– quiero adherirme en sus líneas ideológicas y en todas sus palabras al discurso que acabamos de oír al Honorable señor Allende y deseo hacer notar a los honorables senadores, y más allá de este recinto, al país, la importancia que tiene para nuestra América el que una nueva nación hermana [Perú] revise sus instituciones y se adentre en el camino

2

Entrevista de Lenka Franulic a Pablo Neruda, citada por Olivares, Edmundo (2004). Pablo Neruda: Los caminos de América. Santiago: Lom Ediciones, p. 404. 46

Tercer eje de encuentro

de la constitución y de la democracia, que ha caracterizado durante largos años la vida institucional de nuestra Patria»3. También votaron de manera similar determinadas propuestas, como el rechazo a la acusación constitucional en contra de Agustín Vigorena, Contralor General de la República en diciembre de 1945. No aceptaron, en junio de 1947, la formación de causa criminal en contra del Intendente de Santiago René Frías Ojeda. Respecto del conflicto obrero en la zona del carbón y luego de un exhaustivo análisis, el senador Neruda, en octubre de 1947, propuso en el hemiciclo la creación de una comisión para investigar supuestos planes subversivos denunciados por el gobierno de Gabriel González Videla, proponiendo como integrante de aquella, entre otros, a su amigo el senador Salvador Allende4. En enero de 1948, ambos votaron negativamente la solicitud de otorgarle facultades extraordinarias al Ejecutivo. En el Senado, Allende tuvo la oportunidad de continuar con sus esfuerzos iniciados en su época de diputado y luego de ministro de Salubridad, de transformar el sistema de salud imperante, dándole el marco legal adecuado a iniciativas que abarcaron las diferentes áreas de la salud pública. Así, el líder socialista aprovechó toda su preparación y experiencia política e interés en la medicina social, no solo debatiendo, sino también presentando indicaciones a propuestas planteadas, por ejemplo, por el ministro de Salubridad, Eduardo Cruz-Coke. Sin perjuicio que apoyó los diferentes proyectos de ley de carácter social que se promovían, focalizó sus esfuerzos en iniciativas vinculadas a aspectos institucionales en materias sanitarias, destacando la aprobación de leyes como la que creó el Colegio Médico de Chile (1948), la Ley de Medicina Funcionaria (1951), la Ley de Servicio Nacional de Salud (1952) y, más tarde, en su nuevo período senatorial, la importante Ley del Servicio de Seguro Social (1955). 3

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Intervención del senador Pablo Neruda en la sesión del 3 de julio de 1945. En Boletín de Sesiones Ordinarias del Senado 1945. Santiago: Talleres Gráficos «La Nación S.A.», 1945, tomo I, p. 583. Intervención del senador Pablo Neruda en la sesión del martes 14 de octubre de 1947. En Boletín de Sesiones Extraordinarias del Senado 1947, tomo I. Santiago: Talleres Gráficos «La Nación S.A.», 1947, p. 127. 47

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Un cercano agrega que desde muy temprano en su labor parlamentaria Allende tuvo «clara conciencia que, sin un aporte social del Estado, sin la entrega de posibilidades de trabajo digno y sistemas de salud adecuados, los índices de criminalidad o delincuencia serían progresivamente, en perjuicio fundamentalmente de las mujeres y niños chilenos»5. Debido a que el trabajo senatorial de Allende, y el de la gran mayoría de los legisladores, tradicionalmente tuvieron poca presencia e interés en la agenda pública, se ignoró en gran parte de la ciudadanía que el médico y varias veces candidato presidencial llegó a ser «el más activo impulsor y partícipe de las leyes médicosociales del siglo XX»6. Paralelo a ese quehacer, el senador Neruda se abocó también a la dimensión social que para él tenía su mandato. Así, denunció una serie de problemáticas e injusticias, como los derechos de la mujer, la intervención electoral y el cohecho, la destinación de gastos del Estado y presupuestos. Se explayó respecto de cuestiones laborales de los profesores, de los sueldos de los miembros de las Fuerzas Armadas y de la sindicalización campesina. Denunció y defendió la situación y los derechos de los obreros de los distritos mineros del norte, de la zona de Lota y de los trabajadores de los ferrocarriles. Alzó su voz acerca de asuntos fundamentales que estaban ocurriendo en el plano internacional, como las consecuencias dejadas por la Segunda Guerra Mundial y los sucesos políticos en diferentes países de la región, como en Perú, Bolivia, Paraguay y Nicaragua. También en la esfera de sus preocupaciones senatoriales abordó los temas que le resultaban más cercanos, como las relaciones culturales con países de la región y el otorgamiento del Premio Nobel a Gabriela Mistral. Todo ese quehacer de representación y demanda de justicia para los problemas urgentes que afectaban a diferentes sectores, varió a partir de octubre de 1947, hacia la coyuntura interna, denunciando y criticando duramente la política internacional que estaba siguiendo el gobierno de González Videla, para luego 5

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Agnic, Ozren (2012). Allende el hombre y el político. Memorias de un secretario privado. Santiago: Ril Editores, p. 56. Ídem. 48

Tercer eje de encuentro

centrarse en el rechazo a la actitud del Ejecutivo en contra de su partido y la censura y posterior clausura del diario El Siglo. Pese a que estuvo solamente tres años en el hemiciclo, de algún modo la propuesta modernizadora del discurso senatorial de Neruda, y el de toda la bancada comunista a fines de los años cuarenta, consistente con los planteamientos del partido en ese momento histórico, de Guerra Fría, un cuarto de siglo más tarde sirvieron de insumo para que la administración de Salvador Allende organizara su política internacional. Los conceptos como la reafirmación de la soberanía nacional, antiimperialismo, antihegemonismo, la centralidad del Estado, la convivencia pacífica, la integración latinoamericana y la mantención de relaciones diplomáticas sin fronteras ideológicas, fueron también parte de los planteamientos externos del gobierno de la Unidad Popular a comienzos de los años setenta. Allende, a diferencia de Neruda, estuvo veintisiete años como congresista, dos como diputado y veinticinco como senador. Había iniciado —como se vio precedentemente— su labor legislativa como diputado en 1937, y sería senador de manera ininterrumpida, desde 1945 a 1969, y vicepresidente de la misma corporación entre 1951 y 1955 y presidente entre 1965 y 1969. En su trayectoria representó a las provincias de Valdivia, Llanquihue, Chiloé, Aysén y Magallanes entre 1945 y 1953. Desde 1953 a 1961 fue senador en la otrora circunscripción de Neruda, Tarapacá y Antofagasta, y entre 1961 y 1969 resultó electo por Aconcagua y Valparaíso. Por el período 1969-1973 fue reelecto por Chiloé, Aysén y Magallanes.

Persecución y solidaridad Las movilizaciones sociales promovidas y respaldadas por el Partido Comunista y la influencia del enfrentamiento bipolar que se iniciaba a nivel global, hizo que en abril de 1947, el presidente González Videla separara de sus cargos a los ministros de esa colectividad, quienes hasta ese momento mantenían las carteras de

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Agricultura, Tierra y Colonización y Trabajo. Como consecuencia del asedio presidencial, y burlando restricciones y censuras, Neruda en octubre de 1947 publicó en el extranjero la «Carta íntima para millones de hombres»7. En ella denunció la política represiva, demagógica y antipopular del Presidente de la República contra su partido, con lo cual se inició un proceso judicial de desafuero en su contra. Una vez conocido el fallo adverso, Neruda entró en la clandestinidad por cerca de un año, situación que aprovechó para dar forma definitiva a su libro Canto general, y desde marzo de 1949, marcharse al extranjero. En la misiva de denuncia mencionada, que provocó las iras del Ejecutivo, el vate nombra y destaca a nivel continental la figura del senador Salvador Allende como uno de los nombres de prestigio propuesto para integrar la comisión investigadora que debía pronunciarse sobre un supuesto plan subversivo revelado por el mandatario radical. Como corolario de la actitud gubernamental, en julio de 1948 se clausuró el El Siglo y en septiembre se promulgó la «Ley de Defensa Permanente de la Democracia» y se inició la persecución de los dirigentes y militantes comunistas. Acciones todas que los senadores de ese partido rechazaron con energía, especialmente Neruda, y con las cuales fue plenamente solidario el senador Allende, rechazando y criticando abiertamente el proceder del Ejecutivo. Más tarde, en enero de 1950, cuando Neruda se encontraba en el extranjero, Salvador Allende, junto a otros tres senadores y argumentando razones de salud que imposibilitaban el retorno del vate al país, presentó un proyecto de ley para autorizar su permanencia fuera del territorio nacional, hasta por un año a contar de esa fecha. Años más tarde, en septiembre de 1959, su partido sondeará a Neruda para regresar al ruedo parlamentario, ofreciéndole una candidatura. Mediante una carta a la Comisión Política, este, junto con agradecer «el alto honor que significa esta preocupación», señaló que el trabajo parlamentario estaba «reñido con mi naturaleza 7

Dicho texto fue publicado en el «El Nacional» (Caracas), 27 de noviembre de 1947. 50

Tercer eje de encuentro

y mis propias condiciones físicas de los últimos años [las cuales] me impedirían cumplirlo en forma satisfactoria». [Por lo que] «con el mayor sentimiento de mi parte me veo en la necesidad de rogarles que eliminen mi nombre de las listas y escojan en mi reemplazo un camarada que pueda cumplir mejor estas tareas»8. No obstante, al ser consultado a fines de los sesenta respecto de ¿cuál había sido la mayor satisfacción o felicidad de su vida?, de manera reflexiva y un tanto nostálgica respondió: «Mi campaña y mi elección de Senador por el norte»9. Respecto de representar al Partido Comunista, en otra entrevista declaraba que no había «mayor honor que éste»10.

Amistades de ayer y hoy En el hemiciclo destacó, como un vínculo de especial cercanía, la presencia de un amigo común, que también detentaba calidad de «pariente» de uno de ellos. Se trataba del senador Rudecindo Ortega Masson, militante radical, también masón y compañero de gabinete de Salvador Allende en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda en 1939, a cargo de la cartera de Educación. Era no solo nacido en Temuco, sino que primo y amigo de Pablo Neruda. A él el poeta recurrió muchas veces para lograr respaldo a sus destinaciones consulares o de otro orden. A comienzos de 1933, por ejemplo, Neruda le escribió a su padre señalándole: «estoy corriendo peligro de que supriman el servicio donde trabajo, aquí le mando una carta a Segundo [Rudecindo Ortega Masson] para que haga algo urgente»11. Más tarde, cuando se dirigió al ministro de Relaciones Exteriores Ernesto Barros Jarpa, levantando 8

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Carta de Pablo Neruda a la Comisión Política del Partido Comunista, Santiago, 7 de septiembre de 1959 en Loyola, Hernán (2002), vol. V, op. cit., p. 1007. Entrevista de Luis Alberto Ganderats a Pablo Neruda titulada «Neruda a lo humano y a lo poético», en El Mercurio (Santiago), 20 de abril de 1969, p. 7. Entrevista a Pablo Neruda titulada «Arica ovacionó y proclamó a Neruda», en El Siglo (Santiago), 15 de octubre de 1969, p. 5. Carta de Pablo Neruda a José del Carmen Reyes, 25 de febrero de 1933 en Montes, Hugo (comp.) (1978), op. cit., p. 58. 51

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un verdadero inventario de quejas y denunciando maniobras al interior de esa secretaría de Estado en su contra, así como el no cumplimiento de compromisos hacia su persona, no dudó en dejar meridianamente claro en este texto que era pariente y amigo del senador Rudecindo Ortega Masson12. Tal cual lo habría de hacer Neruda en su oportunidad, Ortega Masson había egresado del Liceo de Temuco y titulado de Profesor de Castellano en 1920 en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Más tarde se abocó a la carrera política, siendo elegido diputado en 1926 y senador a contar de 1940, cargo en donde, junto a Allende y a Neruda, actuará patrocinando una serie de legislaciones e iniciativas. Al igual que Allende, Ortega Masson rechazó la aprobación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, motivo por el cual debió renunciar al Partido Radical, fundando una nueva colectividad, llamada Partido Radical Doctrinario. Otros cercanos de ambos en este período, por ejemplo, fueron Manuel Eduardo Hübner, poeta, periodista y diputado del Partido Socialista, quien junto a Allende fue parte de la «Brigada Parlamentaria» de diecisiete diputados de ese sector que llegaron a la Cámara en 1937, adquiriendo «fama casi mitológica». Este, a su vez, mantuvo correspondencia con Neruda en la época de su Consulado General en México13. Otros amigos fueron Guillermo García Burr, masón, ingeniero y diputado del Partido Liberal, y el pintor Camilo Mori, Premio Nacional de Arte en 1950. Este último, entre otras cosas, habría de ser el responsable del famoso diseño de utilizar «la A, para representar el nombre del candidato y la V para promover el voto. El logo se terminó de adecuar para la campaña de 1964 y fue reeditado para la del 70»14. A los cuales 12

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Carta de Pablo Neruda al ministro de Relaciones Exteriores Ernesto Barros Jarpa, México, 22 de abril de 1942 en Quezada, Abraham (comp.) (2004), op. cit., p. 177. Por ejemplo, ver carta inédita de Pablo Neruda a Manuel Eduardo Hübner, México, 27 de abril de 1942. Copia en Archivo AQV. Artículo «Las campañas y la propaganda allendista interna y externa del mandatario. Por ti venceremos», en suplemento «Allende, cien miradas», op. cit., p. 123. 52

Tercer eje de encuentro

se agregaban también los escritores Francisco Coloane, Rubén Azócar, Luis Enrique Délano y su señora, la fotógrafa Lola Falcón, los poetas Juvencio Valle y Homero Arce, así como Inés Moreno (actriz y recitadora) y Carmen Vassallo (cantante).

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CUARTO EJE DE ENCUENTRO

Tú me has proclamado tantas y tantas veces que ahora bien podría yo proclamarte.

Salvador Allende, 1969 Este espacio de encuentro los vinculó desde el punto de vista partidario, y se debió al permanente apoyo que el Partido Comunista le prodigó al candidato Allende. Si bien ese partido había nacido en 1912 y el Partido Socialista recién lo haría en abril de 1933, ambos aspiraron a la representación obrera y de sectores populares, acogiendo las demandas de los trabajadores y asalariados. Ello derivó en esporádicos roces y conflictos que se expresaron, principalmente, a nivel sindical y que las luchas antifascistas y la coyuntura de alianzas políticas tendieron a morigerar. Más allá de esta disputa, un tema que caracterizó la política chilena de mediados de siglo, principalmente en las colectividades de izquierda, fue la diversidad de corrientes que experimentaron algunos partidos, como lo ocurrido al interior del socialismo, mientras que los comunistas, si bien adhirieron a la política de alianzas, cuyo eje fue el Partido Radical, más tarde y por los avatares de la Guerra Fría, fueron perseguidos, eliminados de los registros electorales y sus militantes enviados a campos de relegación. Regresaron legalmente al escenario político una década más tarde, en 1958. Una expresión de esa rivalidad se apreció en la labor senatorial de Neruda, quien, aprovechando que denunciaba duramente 55

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la situación que en el norte vivían los trabajadores a manos de los dueños de las oficinas salitreras, aludió a los socialistas del siguiente modo: «Insisto en que se trate con más humanidad a los obreros que, a pesar de todas estas cosas, no pierden su sentimiento democrático, ni la fe en el gobierno ni en el Partido Comunista. Prueba de ello es el repudio que sienten por la nefasta actitud adoptada por la dirección «socialista» ingresando a nuestras filas decenas de decenas de nuevos militantes, todos ellos ex militantes socialistas, en cada reunión que hacíamos»1. Expresiones aún más duras utilizó Salvador Allende contra los comunistas en febrero de 1948, al señalar a un medio periodístico extranjero que, durante el período en que los militantes de ese partido estuvieron en el gobierno de González Videla, «persiguieron implacablemente a los obreros, maestros y empleados socialistas, a raíz de la cual fueron ultimados nuestros dirigentes sindicales Tapia, Alburu, Ortiz y otros2. Pese a ello, a fines de los años cuarenta, las relaciones con ese partido empezaron a mejorar. «Con él [Allende] tuvimos [destacó posteriormente un alto dirigente comunista], siempre buenas relaciones, basadas en la amistad, la franqueza y el respeto mutuo. Pero como es comprensible y natural, no teníamos las mismas concepciones, no siempre coincidimos en todo»3. Más allá de las controversias partidarias y la situación de hostigamiento y clandestinidad que vivieron los comunistas, estos trabajaron lealmente apoyando al líder socialista. De este modo, Allende llegó a tener «el mismo alto prestigio dentro del Partido Socialista como dentro del Partido Comunista»4. De ahí también que, aparte de su facción socialista y otras colectividades menores, los que «realmente ayudaron» a Salvador Allende en sus campañas, 1

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Entrevista a Pablo Neruda titulada: «Salarios de 5, 7, 10 y 15 pesos pagan franquistas de of. Iris a los obreros» en El Siglo (Santiago), 26 de febrero, 1947, p. 1. «Una Carta del Embajador Allende» al Director de «El Nacional» (Caracas), 25 de febrero de 1948. Copia en apéndice de este trabajo. Testimonio de Corvalán, Luis en artículo «Los comunistas y Allende» en Archivos Salvador Allende, op. cit. QIUUQXXXTBMWBEPSBMMFOEF cl [Consulta: 19/3/13]. Puccio, Osvaldo (1985), op. cit., p. 98. 56

Cuarto eje de encuentro

«fueron las grandes personalidades del Partido Comunista»5. En ello, sin lugar a dudas, Pablo Neruda jugó un papel destacado. Por ese motivo y andando el tiempo, Allende maduró y entendió que uno de los ejes en los que se fundamentaba su propuesta de transformación política y social, era la estricta necesidad de mantener y fortalecer la unidad socialista-comunista en todos los ámbitos, especialmente a nivel de la clase obrera en donde cumplía un rol fundamental. Sin esa unidad, solía afirmar convencido, «no puede haber revolución»6. Así como el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en 1956 tuvo una dimensión de denuncia que abrumó a los militantes y simpatizantes comunistas chilenos y a nivel mundial, al mismo tiempo propugnó la política de la «coexistencia pacífica», la cual favoreció la unidad de los partidos de izquierda y con ello la posibilidad de la instalación de la vía pacífica (electoral) del socialismo que Allende intensamente promovía, como se demostró en las elecciones presidenciales en 1958 y en las siguientes.

¿Cómo eran las campañas electorales de Allende? Desde sus primeras salidas a terreno, según una testigo, Allende exteriorizó un estilo particular de plantearse como candidato presidencial. Más allá de su experiencia como candidato a parlamentario, para su aspiración presidencial comenzaba con un saludo personal, directo y claro: «compañera ¿me permite pasar? Soy Salvador Allende, Senador elegido por el pueblo y ahora candidato a la presidencia»7. Entraba a las casas de los pobladores, se sentaba y empezaba a explicarles «qué era lo que él buscaba. Les hablaba con sinceridad y con humildad, muchas veces casi con familiaridad, con 5

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7

Testimonio de Carmen Lazo en «Mi amigo: el Presidente Allende» en «Un siglo Allende» (curso), op. cit., p. 54. Entrevista de revista «Chile Hoy 3» a Salvador Allende en Gutiérrez, Eduardo (2009), op. cit., p. 182. Vidal, Virginia (1998). «El Presidente Allende». Cuadernos N° 32, Fundación Pablo Neruda, p. 43. 57

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la paciencia de un maestro. Explicaba lo que buscaba, lo que pedía y lo que ofrecía. Y siempre terminaba diciéndoles «–¡ayúdeme a que yo les ayude!–»8. Insistía en la necesidad de hacer claridad acerca de las razones por las cuales estaba emprendiendo la ardua lucha presidencial. En su labor de convencimiento solía decir: «escuche compañero, entienda compañero, piense compañero, razone»9. Aprovechaba su fortaleza física, lo que se expresaba en que luego de recorrer pueblo tras pueblo y calle tras calle, realizaba «hasta tres o cuatros actos por día»10 y en cada caso con discursos que nunca duraban menos de una hora, no importando que las condiciones climáticas imperantes fuesen favorables o adversas, de mucho sol, lluvia, frío o calor excesivos. Si bien era importante el carácter, empeño y el creciente carisma que Allende le imprimía a la labor de proselitismo personal, había mucho más por hacer en una candidatura presidencial; desde aparecer regularmente en los medios de prensa para difundir, comunicar y promover sus mensajes e ideas, pasando por la estructuración de brigadas callejeras, hasta la realización de actos cívicos, culturales o artísticos, que convocaran e interesaran a la ciudadanía. Atendida la crónica escasez de recursos, la candidatura del líder socialista dependía, en gran parte, de los voluntarios que salían por las noches a pegar afiches y hacer rayados. Para ese propósito, «se creó una escuela de muralistas. Fuera de esto, había expresión del teatro popular, de ballet popular y de conjuntos folklóricos». En sus discursos, Allende arengaba a la gente «a participar en estas actividades creativas»11. Se incorporaron también poetas y escritores, y en esta instancia Neruda jugó un papel muy importante. Si bien la flebitis que padecía le dificultó hacer campañas permanentes en terreno, ello no impidió la participación en actos y recitales de proclamación del candidato y el trabajo con escritores e intelectuales. No solo lo 8 9 10

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Puccio, Osvaldo (1985), op. cit., p. 109. Puccio, Osvaldo (1985), op. cit., p. 72. Salazar, Gabriel (2010). Conversaciones con Carlos Altamirano. Memorias críticas. Santiago: Random House Mondadori S.A., p. 222. Puccio, Osvaldo (1985), op. cit., p. 145. 58

Cuarto eje de encuentro

movía a ello razones de índole puramente electoral, sino también asuntos objetivos relacionados con su quehacer poético-literario. Participaba con entusiasmo porque tenía plena conciencia de que era muy difícil impulsar la poesía, «sobre todo cuando hay que entrar primero a alfabetizar a todo un pueblo»12. En las campañas electorales de Salvador Allende de esos años, en que Neruda lo acompañó fraternalmente, Hortensia Bussi solía recordar que en las salidas a terreno, antes que su esposo hiciera uso de la palabra, Neruda intervenía, pero no le gustaba hablar mucho del momento político, sino que prefería «recitar y producía una conmoción inmensa. Era inolvidable allí en el proscenio, declamando con su voz gangosa y pausada. Pero no sólo recitaba sus versos, sino que también leía textos de otros escritores chilenos. Era impresionante el efecto que producía»13. El mismo candidato, reflexionando por ese respaldo, confesará posteriormente que para él fue aleccionador y positivo «ver la sensibilidad del pueblo, y cómo los versos del poeta caían en el corazón y la conciencia de las multitudes chilenas»14. Otra testigo de esos episodios políticos destaca que la combinación presencia poética nerudiana más discurso allendista, sin duda, ayudó a renovar «el lenguaje político»15 que hasta ese momento se utilizaba en las diversas movilizaciones políticas de izquierda. Las campañas a lo largo de veinte años siempre estuvieron seguidas de un creciente fervor popular y de gran intensidad que generaron las múltiples gestiones y actividades que se realizaron a lo largo del país. En las de 1958 y 1964, manteniendo las ideas y perfeccionando actividades realizadas, se incorporaron nuevas 12

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Ídem. En una entrevista dada a un matutino de la capital chilena, este advirtió que Neruda se veía «feliz en vísperas de su 60° aniversario dando recitales por los barrios santiaguinos, en la actividad incansable del Comando de Escritores y Artistas Allendistas». Ver entrevista a Pablo Neruda titulada «Para mí, escribir poesía es como ver u oír», en El Siglo (Santiago), 12 julio de 1964, p. 2. Graepp, Rose Marie (2003), op. cit., p. 6. Discurso del presidente Salvador Allende, noviembre de 1971, en AA.VV., revista «Taller de letras», Instituto de Letras de la Universidad Católica de Chile, Nº 2 - Santiago, 1972, p. 117. Vidal, Virginia (1998), op. cit., p. 42. 59

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modalidades de difusión, como el llamado «tren de la victoria», el cual fue utilizado en las elecciones presidenciales de 1958. En un tren arrendado, el candidato y su comitiva recorrieron más de 2000 kms. entre Santiago-Puerto Montt-Santiago, y en cada una de las estaciones, debía «bajarse, saludarlos y hablarles. La gente venía de los cerros y esperaba a lo largo de la línea del tren. En las noches hacían grandes hogueras»16. En esa ocasión, en menos de veinte días, Allende debió pronunciar más de 148 discursos en las ciudades y localidades por las que atravesaba el ferrocarril. A partir de esa agotadora pero positiva experiencia, para las elecciones parlamentarias de 1961, el comando allendista utilizó una variante más acorde al terreno de despliegue de esa campaña, a través del llamado «bus de la victoria». Fue un vehículo de pasajeros arrendado, especialmente habilitado, con el cual se recorrieron todas las ciudades y las localidades rurales de las provincias de Valparaíso y Aconcagua. En su interior se introdujo un proyector de películas de 16 mm y «un gigantesco telón enrollado para ser montado en los lugares de concentración»17, en el cual se proyectaban películas sonoras, concitando el interés de la ciudadanía y de los potenciales electores. La recolección de fondos para cubrir los gastos de campaña, que siempre fue un problema difícil de abordar y resolver, normalmente provenía de donaciones y/o préstamos de amigos y particulares y de las numerosas y diversas actividades de recolección de dinero que efectuaban los núcleos de militantes y adherentes socialistas a lo largo del país. La cuarta y definitiva campaña incorporó más recursos, y estuvo acompañada de una mayor dosis de rigor y organización en el comando. Un elemento que destacó en esta oportunidad fue la profesionalización del rayado de muros que emprendió la Brigada Ramona Parra, integrada por jóvenes comunistas en todo el país. Estos sacaron el arte a la calle y no dejaron muro fuera de la contienda. «En las primeras campañas se usaba cal [rememoró uno de los brigadistas]. Había que dejarla remojando con pedazos de cactus para 16 17

Puccio, Osvaldo (1985), op. cit., p. 74. Agnic, Ozren (2012), op. cit., p. 84. 60

Cuarto eje de encuentro

que se adhiriera mejor en los muros. Luego teníamos que hacer pichí dentro de los tarros, esto ayudaba a que se cristalizara. Rayábamos y para que no nos pillaran dejábamos el tarro chico de pintura en los hoyitos del poste de la luz. La X la hacíamos en 30 segundos»18. Neruda, como testigo de «la interna» de, al menos, tres de los cuatro intentos presidenciales del senador socialista, destacaba que el candidato «Tenía un arte digno del mismísimo Churchill: se dormía cuando le daba la gana. A veces íbamos por las infinitas tierras áridas del norte de Chile. Allende dormía profundamente en los rincones del automóvil. De pronto surgía un pequeño punto rojo en el camino: al acercarnos se convertía en un grupo de quince o veinte hombres con sus mujeres, sus niños y sus banderas. Se detenía el coche. Allende se restregaba los ojos para enfrentarse al sol vertical y al pequeño grupo que cantaba. Se les unía y, entonaba con ellos el himno nacional. Después les hablaba, vivo, rápido y elocuente. Regresaba al coche y continuábamos recorriendo los larguísimos caminos de Chile. Allende volvía a sumergirse en el sueño sin el menor esfuerzo. Cada veinticinco minutos se repetía la escena: grupo, banderas, canto, discurso y regreso al sueño. Enfrentándose a inmensas manifestaciones de miles y miles de chilenos; cambiando de automóvil a tren, de tren a avión, de avión a barco, de barco a caballo; Allende cumplió sin vacilar las jornadas de aquellos meses agotadores. Atrás se quedaban fatigados casi todos los miembros de su comitiva. Más tarde, ya Presidente hecho y derecho de Chile, su implacable eficiencia causó entre sus colaboradores cuatro o cinco infartos»19.

Campaña de 1952 Tras el público respaldo del Partido Socialista Popular al candidato presidencial Carlos Ibáñez del Campo en 1952, el senador Allende, dando muestras de audacia política y de cierta rebeldía, que habría de exhibir en otros momentos, aceptó competir en las 18

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Alejandro «Mono» González, fundador de la Brigada Ramona Parra, en suplemento «Allende, cien miradas», op. cit., p. 123 Neruda, Pablo (1985), op. cit., p. 461. 61

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presidenciales de ese año con el apoyo de un pequeño grupo de socialistas (Partido Socialista de Chile), siendo proclamado por el «Frente de la Patria», coalición que además estaba integrada por el Partido Comunista (en la ilegalidad en ese momento) y los pequeños partidos Democrático y del Trabajo. Por aceptar recibir el apoyo de los comunistas, Allende fue temporalmente expulsado del tronco mayoritario del socialismo que estaba en el Partido Socialista Popular. En medio de esas vicisitudes, el anunciado regreso a Chile de Neruda en 1952 era esperado por varios sectores, y con diferentes propósitos. Los comunistas para quebrar la «Ley Maldita», todavía vigente. El comando allendista, para insuflar algún vigor a su escasamente popular propuesta presidencial. Para los otros dos abanderados presidenciales, Pedro Enrique Alfonso (militante radical) y Arturo Matte Larraín (militante liberal), también era significativa la presencia del poeta en el país, pues «todo lo que sea quitarle votos a Ibáñez para dárselos a Allende les viene bien»20. No obstante, al arribar Neruda en agosto de ese año, fue taxativo y enfático. En una entrevista21, declaró que su apoyo iría exclusivamente a la candidatura del pueblo, es decir, a la de Salvador Allende, como lo había hecho en el pasado respaldando a los candidatos radicales a la primera magistratura. Al poco interés que despertaba la candidatura allendista se unían otras dos dificultades: la ilegalidad de los comunistas y la insuficiencia de recursos para desarrollar una campaña de esta envergadura, situación que su comando debió de sortear con imaginación e inventiva. Uno de los primeros pasos en este sentido fue el diseño y adopción de los eslóganes de campaña: «En el frente de los pobres no hay ningún ladrón de cobre» rezaba uno de ellos. Otro se elaboró especialmente para hacer conciencia acerca de la situación por la que estaba atravesando el poeta; un aliado poderoso que tras 20

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En revista APSI Extra, Documento histórico del General Ibáñez a la Unidad Popular - Allende, 3 de septiembre de 1987, p. 7. Franulic, Lenka (1997). «Neruda regresó del exilio» en Cuadernos Fundación Pablo Neruda N° 31, Santiago, p. 6. 62

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de sí tenía el respaldo del comunismo criollo, colectividad clave en las pretensiones allendistas. «Por la paz y la cultura, libertad para Neruda»22 comenzaron a vocear los partidarios del candidato socialista en las marchas y concentraciones políticas. Allende advirtiendo las dificultades objetivas que enfrentaba, como el poco entusiasmo de la ciudadanía en su propuesta presidencial, jocosamente a sus amigos les advirtió: «soy buen candidato. Me faltarán votos, pero me sobrará candidato»23. Para sacar adelante sus pretensiones, prominentes comunistas integraron su comando, destacando el dirigente y senador Elías Lafertte, el secretario general del Partido Comunista, Volodia Teitelboim, y la dirigenta Julieta Campusano. Como representante de la juventud en el comando, hizo su debut el joven socialista José Tohá González, un estudiante muy alto, delgado y alegre, conocido nacionalmente porque había sido elegido Presidente de la FECH en 1950-1951, en donde había destacado por su dura oposición al gobierno de González Videla y la participación en las manifestaciones callejeras por el alza del pasaje del transporte público y en posteriores acciones solidarias con Guatemala en rechazo a la intervención norteamericana en ese país. Con un discurso dirigido a la clase obrera, empleados y campesinos, el candidato socialista recorrió las principales ciudades del país, logrando como resultado final un magro 5% de la votación total, es decir, 52 mil 348 votos, en circunstancias que el candidato ganador, Carlos Ibáñez del Campo, arrasó con el 46,8%. El voto femenino que hizo su debut en ese año, se inclinó mayoritariamente por la opción ganadora. No obstante, al evaluar la campaña y su resultado, y sin muestras de abatimiento, Allende señaló en el Senado que ese 5% obtenido implicaba «un triunfo real y efectivo… pues constituyen la expresión de otras tantas conciencias limpias que sabían que votaban por un programa, por una idea, por algo que estaba apuntando hacia 22

23

Según testimonio de José Miguel Varas en suplemento «Allende, cien miradas», op. cit., p. 121. En revista APSI Extra, Documento histórico del General Ibáñez a la Unidad Popular - Allende, op. cit., p. 3. 63

Abraham Quezada Vergara

el futuro»24. Posteriormente, el mismo Allende prefirió hablar solo de tres candidaturas efectivas a la presidencia, porque la campaña de 1952 él la consideraba desde un comienzo un mero «saludo a la bandera»25. Para un dirigente del comunismo chileno, ese primer intento fallido tuvo alguna importancia, pues «dejó establecida una posición de principios que se transformó, con el correr de los años, en una alternativa verdaderamente revolucionaria y de masas»26.

Campaña de 1958 Esta nueva tarea presidencial supuso, previamente, la unidad de la izquierda a partir del entendimiento entre comunistas y socialistas, posición en la cual –como está dicho– Allende se mantuvo «hasta el fin de sus días»27. La unificación de las distintas corrientes socialistas y un entendimiento pleno con los comunistas, que acababan de retornar a la legalidad, le dio fuerza al Frente de Acción Popular (FRAP), generando expectativas ciertas en la opción allendista. En mayo de 1958, el partido le solicitó a Allende que aceptara ser su candidato a La Moneda. Este puso como condición que se redactara un programa y que el nombre del elegido saliera de una Convención del Pueblo, en la que participara la mayor cantidad posible de organizaciones de masas, además de representantes de los profesionales y técnicos de la clase media. El programa al final fue redactado por el propio candidato, acompañado de Max Nolff (economista y colaborador de Allende), Salomón Corbalán (secretario general del Partido Socialista), Jaime Barros (diputado comunista), Orlando Millas (diputado comunista) y Volodia Teitelboim, y se construyó sobre cuatro puntos principales: reforma agraria; nacionalización del cobre, salitre, hierro y yodo; la estatización de la banca; y la creación del área social de la economía. El 24 25

26 27

Corvalán, Luis (1997), op. cit., p. 123. Entrevista en revista Ercilla, «Presidencial 70. Los candidatos: Allende», 5-11 de agosto de 1970 en Vásquez, David et. al. (ed.) (2008), op. cit., p. 285. Corvalán, Luis (1997), op. cit., p. 55. Corvalán, Luis (1997), op. cit., p. 123. 64

Cuarto eje de encuentro

poeta se incorporó de lleno a la tarea colectiva, quedando a cargo de la Comisión de Propaganda. «El trabajo con Neruda era muy grato» –recordará posteriormente un observador directo de esos quehaceres, señalando que el candidato Allende– «siguió el trabajo de la Comisión de Propaganda con interés y espíritu crítico»28. En esta ocasión, nuevamente José Tohá asumió obligaciones políticas en el entorno del líder socialista. «Salvador mandaba a buscar a José –recuerda su viuda– en plena fiesta para que cumpliera alguna tarea, elaborara un informe, un discurso, acompañarlo a un mitin político o a una reunión electoral. La verdad es que a partir de entonces vi siempre a José involucrado en el intenso quehacer político de Salvador»29. El candidato socialista, que había sido su padrino de matrimonio, más de una vez dijo de él: «a este flaco yo lo quiero como un hijo. A mí me gustaría que fuera mi yerno. Tengo tres hijas, las tres están bonitas. Yo le digo al flaco, elige una y te casas con ella. Pero este flaco no me hace caso»30. Tohá, entre tímido y descolocado, guardaba silencio y solo se limitaba a sonreír. Se mantuvo fielmente al lado del candidato socialista, llegando a ser uno de sus más incondicionales colaboradores, por lo que «a nadie la cabía duda de que era el delfín del Chicho Allende31, pese a que sólo le separaban once años de edad»32. Más adelante, durante la Unidad Popular, el jefe de Estado lo nombró ministro del Interior, y cuando la oposición torpedeó su gestión acusándolo constitucionalmente, el mandatario, pese al costo político que ello involucraba, no lo dejó caer, lo trasladó de cartera. Esa vez, a la de Defensa. Al igual como en la primera campaña, y siempre buscando alternativas de bajo costo pero de alto impacto político-social, en esta el candidato socialista redobló sus esfuerzos por valerse de 28 29

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Puccio, Osvaldo (1985), op. cit., p. 80. Testimonio de Moy de Tohá en «Allende y Tohá» en Archivos Salvador Allende, op. cit. QIUUQXXXTBMWBEPSBMMFOEFDM Testimonio de Osvaldo Arias en «Con Allende en campaña» en Archivos Salvador Allende, op. cit. QIUUQXXXTBMWBEPSBMMFOEFDM
Pablo Neruda y Salvador Allende una amistad, una historia

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