8- Until December - Aurora Rose Reynolds - Until Her Him

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Staff Traducción Kitten Luthien

MlxMcfly

Correción Cherry

Lectura Final Kitten

Diseño Mrs. Cavill

¡Comunicado! Éste archivo no intenta reemplazar u opacar el trabajo del autor. Si puedes apoyar al autor comprando ésta o cualquiera de sus obras, sería genial. Éste es un archivo hecho por amantes de la lectura para otros lectores; las personas a cargo de la traducción, diseño y publicación de éste archivo no reciben compensación económica alguna, por lo tanto su comercialización está prohibida. Se prohíbe la publicación de cualquier parte de éste archivo (Screenshots - Capturas de Pantalla) en redes sociales por motivos legales. No subas nuestras traducciones a Wattpad. No digas que lo leíste en español si el libro no tiene traducción oficial. Dicho esto, disfruten su lectura♥

Indice Sinopsis

Capítulo 9

Prólogo

Capítulo 10

Capítulo 1

Capítulo 11

Capítulo 2

Capítulo 12

Capítulo 3

Capítulo 13

Capítulo 4

Capítulo 14

Capítulo 5

Capítulo 15

Capítulo 6

Epílogo

Capítulo 7

Próximo Libro

Capítulo 8

Sinopsis G

areth Black se siente atraído por December Mayson en el

momento en que la ve al otro lado de la habitación en la boda de su primo. Cuando se acerca a la bella mujer, ella lo cautiva con su timidez e ingenio, haciéndolo desearla. Con un tirón tan fuerte que es imposible ignorarlo, December sabe que hay algo entre ella y Gareth. Ella solo espera que sean capaces de superar los obstáculos que tienen por delante. Dos chicos, un ex, una sorpresa que lo cambiará todo, y un compañero de trabajo descontento, garantizan que estos dos tendrán mucho trabajo para ellos si quieren encontrar su felices para siempre.

Prólogo E

s mi cuarta o quizás mi quinta copa de vino, sin importarme un

poco si estoy oficialmente más que borracha o si April y yo vamos a tener que buscar quien nos lleve a casa esta noche. No es que nos llevará mucho tiempo encontrar gente dispuesta a llevarnos a casa con nuestra familia y amigos aquí. La mayoría de ellos están en la pista de baile, dejándose llevar por la música alta del DJ. Debería estar con ellos, pero en vez de eso, estoy sentada en un rincón oscuro de la habitación bebiendo sola.

De acuerdo, en realidad me estoy escondiendo. Abanico mi mano frente a mi rostro caliente, sin saber si hace calor aquí o si el vino me hace sentir sobrecalentada. Necesito aire, agua... y aire. Me levanto, balanceándome ligeramente, y veo a April mirándome. Ella está actualmente apretada al lado de un hombre grande que parece disfrutar de su compañía, a juzgar por la mano que ha tenido en su trasero durante los últimos veinte minutos. Leo su mirada, la pregunta en sus ojos preguntando si estoy bien, si la necesito. —Es una buena hermana, aunque haya reclamado a Gareth primero. —murmuro borracha para mí misma antes de levantar un estúpido pulgar y señalar la puerta de salida. Ella asiente con la cabeza una vez antes de centrarse una vez más en el tipo al que se aferra. Dejo mi copa de vino vacía y tomo un vaso de agua sin tocar de una de las

mesas. Lo trago antes de ir hacia el letrero luminoso en el fondo de la habitación. Cuando salgo, me felicito en silencio por haberlo hecho sin caer de bruces con estos zapatos. El vestido negro y ajustado que llevo no se puede usar con mis zapatos normales, así que llevo unos stilettos. Parecen sexys, pero me están chupando la vida de los pies. Levanto un pie del suelo para librarme de los dispositivos de tortura y luego me río cuando tropiezo de lado. —Te tengo. —Dos brazos fuertes me envuelven, evitando que caiga al suelo, y tiemblo por el abrazo a pesar de que me siento tan acalorada. Miro hacia arriba y mis mejillas se calientan más de lo que ya están mientras miro a los ojos de Gareth. — ¿En serio? Mi suerte apesta. — ¿Qué? —pregunta mientras se ríe, el cálido sonido vibrando contra mi espalda y a través de mí. —Nada. —Me doy la vuelta para enfrentarme a él, dando un paso atrás. No me deja ir completamente. Su pesada palma todavía está envuelta alrededor de mi cadera como si no creyera que voy a ser capaz de sostenerme—. Por favor, ignora todo lo que diga o haga a partir de este momento. Su mirada se fija en la mía antes de preguntar, — ¿Así que quieres que te ignore como tú me has estado ignorando toda la noche? Lo he estado ignorando. Después de que April se nos uniera en el bar y le dijera que siempre soy una buena chica, me escapé y lo he evitado desde entonces.

Cierro los ojos y lo que ha pasado esta tarde se me mete en la cabeza como una película.

Veo a la feliz pareja entrar en el salón de baile, junto con todos los demás, y sonrío cuando mi primo levanta la mano de su nueva esposa en el aire, sonriendo enormemente antes de girarla para enfrentarse a él. Cuando la tiene donde quiere, la vuelve a bajar en su brazo y la besa. Todos aplauden y se ríen, incluso yo. Estoy feliz por él, pero más feliz por Hadley. En los últimos meses, nos hemos acercado mucho, y sé por su pasado que se merece un felices para siempre más que la mayoría de la gente. —Me pregunto quién será el próximo. —dice mi hermana April, y la miro, sintiendo que frunzo el ceño. — ¿Qué? —Me pregunto quién es el siguiente. Ya sabes, la próxima persona que se va a enamorar. Parece que está sucediendo a un ritmo alarmante. —Ella toma un trago de su cerveza y mira a su alrededor—. No lo digo yo. No tengo ningún deseo de que me disparen o me secuestren sólo para encontrar el amor. —Eres tan dramática. —Sacudo mi cabeza hacia ella. — ¿Lo soy? De acuerdo, no lo es. Parece que hay un tema cuando se trata de que alguien con el apellido Mayson se enamore. Pero, aun así. — ¿Vas a beber? —pregunta, cambiando de tema y estudiando el vaso de agua que tengo en la mano.

—Probablemente no. —Me acerco a una de las mesas dispuestas alrededor de la pista de baile y me siento, sonriendo a algunas personas que conozco y que ya están sentadas. —Bien, puedes ser mi niñera esta noche. —dice ella, sentada en el asiento junto al mío. —Genial. —suspiro, sin ganas de cuidarla toda la noche para asegurarme de que no haga algo estúpido. Amo a mi hermana, pero ella tiende a empujar los límites de la estupidez. — ¿Quién es ese? Miro en la dirección en que sus ojos apuntan, y el mundo a mi alrededor parece detenerse. Al otro lado de la habitación, hablando con mi primo Sage y el marido de Brie, Kenyon, está un hombre. No sólo un tipo, sino el tipo más guapo que he visto en mi vida. Es alto, más alto que Sage, y casi tan alto como Kenyon, que es prácticamente un gigante comparado con todos. Su cabello castaño oscuro es más largo en la parte superior y corto a los lados. Está de perfil, así que no puedo ver todo su rostro, pero su mandíbula, cubierta por una barba de aspecto áspero, es todo bordes afilados y líneas rectas. Tiene tatuajes que se asoman por encima del borde de su camisa, y más en sus gruesos antebrazos que puedo ver donde sus mangas están enrolladas hasta los codos. Sus brazos son tan grandes que dudo que pueda envolver uno de sus bíceps con mis dos manos. Cuando gira su cuerpo en mi dirección y sonríe a algo que dice Sage, mi aliento se atora. Pensé que era guapo de perfil, pero me equivoqué. De frente, su mirada es cautivadora y misteriosa, con gruesas cejas

sobre sus penetrantes ojos azules y labios llenos rodeados por su barba. —Quienquiera que sea, lo llevaré a casa esta noche. —dice mi hermana, y mi estómago se desploma—. Dios, es caliente. No puedo esperar. Me trago los repentinos e inesperados celos que siento y realmente deseo no haber aceptado ser su niñera, porque no sólo necesito un trago, necesito una botella entera de tequila ahora mismo. —No hagas nada estúpido. —silbo, cortándola y atrapando su mirada. —Tener sexo no es estúpido. Lo sabrías si lo probaras de vez en cuando. Me muerdo la lengua para evitar decir algo mezquino y luego busco un lugar para escapar. La señal del baño es como una luz de neón intermitente que atrae mi atención. Me pongo de pie. —Ya vuelvo. — murmuro, antes de salir corriendo con la cabeza agachada y el corazón alojado en la garganta. Desde que crecí, mis hermanas y yo hemos tenido una regla. Si a una de nosotras le gusta un chico, está completamente fuera de los límites, incluso si no está interesada en quien esté enamorada de él. Esa regla nos ha salvado en más de una ocasión, pero ahora desearía que la estúpida regla no existiera. Cuando llego al baño, camino hacia uno de los puestos y me quedo ahí parada tratando de controlarme. Conozco a April, sé que probablemente ya ha hecho un movimiento para hablar con quienquiera que sea, y sé sin duda que le interesará, porque nunca he conocido a un tipo que no esté interesado en ella.

Ella es hermosa, divertida, y extrovertida, tres cosas que yo no soy. Soy bastante guapa, puedo ser divertida cuando estoy con mis amigos o mi familia, pero me lleva tiempo calentarme con gente que no conozco. También soy lo opuesto a extrovertida. Prefiero los libros y la pereza a salir y tener aventuras. Siempre he sido igual. Cuando sé que no voy a hacer una locura, como pegarle a mi hermana en el rostro, salgo del baño y empiezo a ir hacia el bar, pensando que un vaso de vino no me hará daño. Hago mi pedido con el camarero y luego me inclino hacia la barra de madera con mis antebrazos. —Eres prima de Sage, ¿verdad? —pregunta una voz profunda, y se me ponen los pelos de punta mientras las mariposas alzan vuelo en mi estómago. No tengo que mirar para saber que es él quien habla. Aun así, inclino mi cabeza hacia atrás para captar su mirada. Señor, sálvame. Es alto y tan hermoso. Pensé que lo había visto desde el otro lado de la habitación, pero verlo de cerca es otra cosa. —Creo que me dijo que lo eras. —Sus cejas se juntan sobre sus ojos azules rodeados de gruesas pestañas mientras lo miro. Me doy una bofetada mental y obligo a mi boca a empezar a trabajar. —Sí, soy December. Su ceja se relaja y se inclina en la barra junto a mí con su cadera, cruzando sus brazos sobre su pecho. —Otro mes. —Sus ojos brillan con humor. — ¿Perdón?

—Conocí una July, June, May y April. Ahora, December. Ante la mención de April, mi estómago se retuerce. —Nuestros padres seguían un tema. —Recojo mi vino y tomo un trago muy poco femenino. ¿Por qué no lo vi primero? —Gareth. —Su mano se cruza en mi camino. No quiero tomarla, realmente no quiero, pero mis modales me obligan a poner mi mano en la suya. Cuando su fuerte, áspera y cálida mano envuelve la mía, mi aliento se atora en mis pulmones—. Encantado de conocerte. Me lamo los labios y susurro: —Igualmente. —Con mi mano aún en la suya, su mirada busca la mía. La intensa mirada en sus ojos me hace sentir rara, me hace sentir como si viera una parte de mí que ni siquiera conozco. —Pensé que no estabas bebiendo. —Mis ojos se cierran, bloqueando a Gareth, mientras April lanza su brazo alrededor de mis hombros de repente—. Eres tan rebelde, bebiendo vino cuando se supone que debes llevarme a casa a salvo. —Es sólo una copa. Estaré bien para llevarte a casa más tarde. —Abro los ojos y giro la cabeza para mirarla. —Lo sé. —ella está de acuerdo, me mira, y luego mira a Gareth y sonríe—. Mi hermana es una buena chica. Siempre sigue las reglas. Dios, ojalá eso no fuera cierto. —Ember. —Dedos calientes envuelven mi mandíbula, y parpadeo el recuerdo y me concentro en el hermoso rostro de Gareth que está más cerca que antes. — ¿Acabas de llamarme Ember? —Frunzo el ceño, me ofende que ya haya olvidado mi nombre.

—Cariño, tu nombre representa el frío, pero al estar delante de ti, no siento nada más que calor. —Es porque estoy borracha. — ¿Qué? —Mi cuerpo produce calor para quemar el alcohol que he consumido. —le digo sin rodeos. Omito que la sensación de sus músculos duros presionados contra mi suave cuerpo me está volviendo estúpida, haciendo que mi boca forme palabras y las diga sin mi permiso. —Tal vez deberíamos llevarte a un lugar donde puedas refrescarte. —Estoy afuera. —señalo mientras miro alrededor. —Sí, pero estaba pensando más en una ducha fría.

Siempre es una buena chica. Las palabras de April de antes suenan en mi mente y mi mano se dobla en un puño. Al diablo con eso. Por una vez en mi vida, voy a ser mala.

Capítulo 1 December

A

ntes de abrir los ojos, sé que no estoy en mi cama. La sábana

bajo la que estoy no es suave sino áspera, y hay una luz brillante que entra a través de mis cortinas normalmente oscuras. Aun así... no son las sábanas ni la luz brillante que se filtra a través de mis párpados cerrados lo que me lleva a la conclusión de que no estoy en mi cama. Es el olor a almizcle y hombre, y el brazo pesado que me sostiene. Quiero saborear la sensación de ser abrazada. Quiero absorber cada detalle de este momento, pero sé... Sé que el brazo que me sostiene tan cerca, tan posesivamente, es el mismo que podría iniciar una guerra entre mi hermana y yo. Aunque April estaba disfrutando de la compañía de otro hombre anoche, las reglas son las reglas, y mi mente sobria me las recuerda en voz alta a la luz del día. Con mi corazón sintiéndose de repente pesado dentro de mi pecho, me levanto con cuidado y en silencio. Afortunadamente todavía estoy completamente vestida, usando mi vestido de anoche, excepto mis zapatos. Zapatos que Gareth me quitó mientras estaba en su cama. Cama donde él mismo se enroscó a mi alrededor momentos después, ordenándome bruscamente que me durmiera en lugar de lo que realmente quería hacer y podría decir que él también lo quería, a juzgar por su pesada erección entre nosotros. Mis ojos se cierran. No puedo pensar en su dulce gesto ahora mismo. Ahora mismo, necesito salir de aquí antes de hacer algo estúpido,

como volver a la cama con él, o peor, ir a su cocina a hacerle el desayuno. Tan silenciosamente como puedo, recojo mis zapatos y mi bolso del suelo y me dirijo hacia la puerta. Son sólo un par de pasos, pero parece que toma una eternidad finalmente tocar la manilla de plata. Después de girar el pomo, miro por encima de mi hombro para asegurarme de que el hombre en la cama detrás de mí sigue durmiendo mientras la puerta cruje al abrirse. Al ver que está tal como lo dejé, con la cabeza sobre la almohada, sus fuertes rasgos relajados y su gran y fuerte cuerpo apagado, me tomo un segundo para memorizar cada detalle, con la esperanza de que sea suficiente para pasar el resto de mi aburrida vida. Cerrando la puerta detrás de mí, camino por un corto pasillo y me detengo de repente justo dentro de la sala de estar que está abierta a la cocina. No tuve tiempo de mirar alrededor anoche. En el momento en que Gareth nos dejó entrar, me besó y no paró hasta que estuvimos en su habitación. Ahora que lo he asimilado todo, me sorprende. El lugar parece un hogar, no un piso de soltero. Es precioso, brillante y actualizado, con armarios negros en la cocina y granito moteado en los mostradores. Los muebles de la sala de estar están desgastados por el uso, pero hay cuadros colgados en las paredes, algunas obras de arte y algunas fotos familiares en marcos bien escogidos. Las chucherías y los libros están en los estantes, y la parafernalia de los chicos, desde los videojuegos hasta el equipo deportivo, está esparcida por toda la habitación. Quiero examinar el espacio y las fotos en busca de pistas sobre la vida de Gareth, pero no me permito la oportunidad. Corro a la puerta principal, la abro y salgo. Miro a mi alrededor para tratar de averiguar

dónde estoy, y mi estómago cae hasta los dedos de mis pies. Al otro lado de la calle está el auto de Harmony estacionado frente a su casa, con la motocicleta de su esposo estacionada al lado. Gareth... Mis ojos se cierran brevemente. No puedo creer que sea el padre soltero que Harmony nos mencionó a las chicas y a mí después de que uno de sus hijos golpeara una pelota de béisbol en su luz trasera. Esperando que mi prima y su hombre sigan durmiendo en su cama sin poder verme, me pongo los zapatos y bajo el porche a la acera. Me apresuro a llegar al final de la cuadra y mando a buscar a un Uber para que me recoja. Envolviéndome en mis brazos, suspiro. Me veo ridícula esperando en el frío aire de la mañana, usando mi maquillaje, vestido y tacones de anoche. Mi única gracia salvadora es que es temprano y nadie parece estar despierto todavía. Vigilo la calle por el Nissan que se supone que debe recogerme, y frunzo el ceño cuando dobla la esquina con la música rap que suena en el interior. Cuando el auto se detiene en el borde de la acera delante de mí, miro por la ventana del pasajero al chico blanco que lleva una gorra de béisbol hacia atrás. No parece mayor de dieciséis años, y me pregunto si debería estar al volante. La ventana baja pero la música no. Sólo se hace más fuerte cuando se escapa de los límites del auto. — ¿December? —Sí. —Soy tu transporte. —dice antes de subir la ventanilla sin decir nada más. Reviso la aplicación de mi teléfono para confirmar que es mi transporte, luego abro la puerta trasera y entro.

—Eh. —me saluda por encima del hombro, sonriendo mientras me pongo el cinturón de seguridad—. ¿Buena noche? —Sí. —Dejo caer mis ojos en mi teléfono e ignoro las llamadas y mensajes perdidos de April, escaneando Instagram para no tener que entablar una conversación incómoda. No es que el chico pudiera oírme con la música, aunque quisiera hablar. A mitad de camino a mi apartamento, la batería de mi teléfono se agota, pero sigo manteniendo los ojos en la pantalla negra hasta que llego a casa. Una vez dentro de mi apartamento, voy directo a la cocina y preparo la comida para Melbourne, mi gato invisible. No es realmente invisible, pero bien podría serlo. Nunca lo veo excepto cuando necesita comida o atención, esto último es muy raro. Cuando termino, voy a mi habitación y me quito el vestido. Me lavo los dientes mientras la ducha se calienta, y luego entro y dejo que el agua caliente corra sobre mí. Intento no pensar en Gareth, pero no puedo evitar preguntarme si se ha dado cuenta que me he ido, y luego pienso en cuál podría haber sido su reacción cuando se despertó solo. Tal vez no le importó que una mujer se le escapara. Pero en mi corazón, quiero creer que lo hizo. Una vez que me he lavado el cabello, lo he acondicionado y me he lavado de pies a cabeza, salgo y me seco. Me envuelvo en mi bata y luego voy a la cocina y me hago una sola taza de café y unas tostadas. Me siento en uno de los dos taburetes de la isla improvisada de mi cocina y como en silencio antes de volver a mi habitación y me pongo mis pantalones de chándal y mi sudadera con capucha favorita.

Relajándome en mi sofá un par de horas después con un nuevo libro, una bolsa de Cheetos y una Coca-Cola Light, gimoteo cuando suena mi móvil desde mi habitación donde lo enchufé para cargarlo. Me levanto a regañadientes para contestar y luego debato tomar la llamada cuando veo que es April. Debo pensar demasiado, porque el timbre termina, y una notificación de llamada perdida ilumina la pantalla, justo antes de que el timbre vuelva a sonar. Sabiendo que no se rendirá, deslizo mi dedo por la pantalla, y con un suspiro, me pongo el teléfono en el oído. —Hola. —Hola. ¿En serio? —me dice—. ¿No viste que te he estado llamando desde anoche, después de que desapareciste? Juro que, si el tío Trevor no me hubiera dicho que te llevaban a casa, habría llamado a la policía y organizado un grupo de búsqueda. Gracias a Dios que anoche tuve la sensatez de decirle a mi tío, mientras tomaba mi bolso, que me llevaban a casa para que todos supieran que estaba bien. —Lo siento, estaba cansada. Sólo pensaba en ir a la cama y mi celular murió. No lo cargué hasta que me levanté. —Me dirijo hacia el sofá y tomo asiento—. ¿Te divertiste? —Quiero... no, necesito cambiar de tema. Ella resopla. —Por supuesto que lo hice. Ahora, abre la puerta. Estoy afuera. — ¿Estás aquí? —Miro hacia la puerta como si pudiera ver a través de ella. —Sí, ahora déjame entrar. Tengo las manos llenas.

Me levanto, y tan pronto como abro las cerraduras y giro la manija, ella se abre paso. Acepto la taza de café helado que ella me empuja mientras pasa, y luego cierro la puerta. —Siempre hay demasiado silencio aquí. —me informa mientras se deja caer en mi sofá, mirando a su alrededor. Mi apartamento es pequeño, sólo un dormitorio y un baño y medio. La cocina está separada de la sala de estar por una pared, y la sala de estar es lo suficientemente grande para mi mullido sofá verde, donde leo. Tengo un televisor conectado a un soporte al otro lado de la habitación, pero normalmente no lo uso, ya que leo mucho todo el tiempo. —Estaba leyendo. Me gusta que esté tranquilo cuando leo. —Me gusta que esté tranquilo cuando leo, pero de vez en cuando pongo música, especialmente si un autor que me gusta tiene una lista de reproducción adjunta a su libro. —Siempre estás leyendo. —Gira los ojos hacia el techo y luego los deja caer hacia mí, manteniendo una extraña luz en sus ojos y una sonrisa en sus labios—. Así que te fuiste con Gareth anoche. Mierda, ella lo sabe. Mis dedos se aprietan alrededor de la taza fría que sostengo, haciendo que el hielo choque entre sí. Por supuesto que lo sabe. Le dije al tío Trevor quién me llevaba cuando me lo preguntó, y obviamente se lo dijo. —Umm... —En serio, espero que tengas su número. —dice ella antes de tomar un largo sorbo de su café helado.

Me siento ahí con la boca abierta, preguntándome si me está diciendo que debería haberle conseguido su número. ¿Qué diablos? — ¿Por qué iba a hacer eso? —Trato de mantener la molestia fuera de mi tono, pero sé que está ahí. —Uh, porque le gustaste mucho. — ¿Qué? —No te quitó los ojos de encima en toda la noche. En serio, la Reina de Inglaterra podría haber empezado a bailar la macarena en la pista de baile y aun así no le habría dado una mirada. — ¿Qué? —Repito con total incredulidad. No puedo creer que Gareth me prestara tanta atención. En realidad, no puedo creer que me diga que debería haber ido a por él después de lo que dijo sobre quererlo. —Obviamente le gustabas. —Se encoge de hombros. Mi boca se abre y se cierra antes de decir: —Dijiste que lo querías... Ella agita su mano entre nosotras, cortándome. —Está caliente. Cualquier mujer viva lo querría. Podría pensar que es atractivo, pero no es mi tipo, y definitivamente no está interesado en mí. —Yo… — ¿Así que conseguiste su número? —ella me corta una vez más, y yo sacudo la cabeza de lado a lado. No conseguí su número. No sólo eso, sino que me escabullí de él hace unas horas—. ¿Te lo ofreció? — Ella frunce el ceño.

—Pensé que lo querías. —Dios, soy un idiota. Me escabullí de su cama, de su casa, pensando que estaba siguiendo una estúpida regla que mis hermanas y yo hicimos antes de que nos permitieran afeitarnos las piernas. ¿En qué demonios estaba pensando? Veo cómo sus ojos se llenan de comprensión y luego sus labios forman una línea dura. —Pensaste que lo quería, por eso lo ignoraste. —Peor. —susurro. — ¿Cómo podría ser peor que lo ignoraras por mi culpa? —Pasé la noche con él, y luego me escabullí de su cama esta mañana y tomé un Uber a casa. —No lo hiciste. —chilla, sentándose hacia mí—. No puedo creer que te acostaras con él. —No lo hice. Quiero decir, dormimos juntos, pero no dormimos juntos. —Realmente siempre eres una chica buena. —suspira como si estuviera decepcionada. —Dijiste... —Cierro los ojos. No importa lo que haya dicho; siempre está diciendo cosas como esa. Debería haberlo sabido—. Tú lo viste primero. —Las palabras suenan estúpidas, incluso para mis propios oídos. Dios, la he fastidiado, la he fastidiado en serio, y no tengo a nadie más a quien culpar que a mí misma. Dejé a Gareth sin una explicación, sin siquiera una nota. Si yo fuera él, me enfadaría. —Hey. —El tono suave de April y su mano tocando la mía me hace volver a prestar atención a ella, y abro los ojos—. Todo va a estar bien.

—No estoy segura. Si él... Si los papeles se invirtieran, me enfadaría. No estoy segura de si volvería a hablar con él de nuevo. —Cúlpame a mí. —dice inmediatamente—. Dile que te llamé y que necesitaba tu ayuda, así que no tuviste tiempo de explicarle las cosas antes de que te fueras con él. —El único problema con eso es que no sé su número. No puedo enviarle exactamente un mensaje de texto de “siento haberme escabullido”. —Mierda. —Ella mira hacia otro lado, su mente obviamente trabajando para tratar de encontrar una solución—. Sage probablemente tiene su número. Podemos pedírselo. No quiero pedirle a Sage su número. De ninguna manera quiero responder a ninguna pregunta, pero ¿qué opción tengo? —De acuerdo. —estoy de acuerdo. Ella saca su teléfono y rápidamente escribe un mensaje. Espero y luego escucho el ping de su teléfono. Cuando su rostro se ilumina con una sonrisa, no sé si debería estar nerviosa o excitada. —Tengo su número. Consigue tu teléfono Tomo mi móvil y tecleo el número que ella dicta. Cuando lo agrego a mi lista de contactos, una pequeña sensación de alivio me llena. —Ahora envíale un mensaje de texto. —Bien. —Me mordisqueo el interior de la mejilla mientras le escribo un mensaje. Leo las palabras tres veces para asegurarme de que todo

esté bien escrito y suene creíble antes de pulsar Enviar.

Espero que no te importe que haya conseguido tu número de Sage. Siento haberme ido sin decir nada, pero recibí un mensaje de mi hermana esta mañana y tuve que irme. Gracias por ser tan dulce y por cuidarme anoche. December Un momento después, aparece una burbuja y miro a April. —Está escribiendo. —No te está haciendo esperar un año por un texto. Es una buena señal. —Ella sonríe. —Qué suerte. —estoy de acuerdo con una pequeña sonrisa propia. Vuelvo a poner los ojos en mi teléfono cuando suena. Mi sonrisa se desliza y el pecho se pone pesado mientras leo su respuesta.

Es curioso, estaba despierto cuando te levantaste y sé que ni siquiera miraste tu celular. Me alegro de que estés bien, pero no vuelvas a enviar un mensaje. No tengo tiempo para tonterías y juegos de instituto de mierda. — ¿Qué? —Pregunta de April, probablemente leyendo la mirada en mi rostro. No respondo, así que me quita el teléfono de la mano y lee el mensaje ella misma—. Oh, mierda. —Se queda de pie, sosteniendo mi teléfono, y luego comienza a caminar—. No puedo... No puedo creer que te haya dicho eso. —Se detiene, mirando enojada al teléfono y luego a mí—. Voy a devolverle el mensaje.

— ¿Qué? ¡No! —Grito mientras salgo disparada del sofá y me lanzo hacia ella sobre mi mesa de café. Aterrizo sobre ella, y terminamos en una lucha que termina con nosotras dos en el suelo, yo a horcajadas sobre ella. Cuando por fin consigo mi teléfono y lo tengo sobre mi cabeza, ambas respiramos con fuerza—. Obviamente no quiere tener nada que ver conmigo. Y entiendo por qué. —Pero... —empieza April, pero yo sacudo mi cabeza, mi cabello volando mientras lo hago. —Debería haber... Debería haber... —En realidad, no sé qué debería haber hecho de forma diferente—. No importa. Se acabó. —Lo siento. —Se sienta, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura—. Debería haber mantenido la boca cerrada. Cuando te vi mirándolo pensé que, si te provocaba, harías un movimiento. Sabía que pensabas que era sexy, y yo... —Soy una idiota. —Me levanto antes de que pueda terminar, me aparto el cabello del rostro y lo sostengo con una mano mientras ella se levanta del suelo para ponerse de pie ante mí. —No lo eres. —Me agarra de los hombros, obligándome a concentrarme en ella—. En serio, si estaba despierto cuando te levantaste, debería haber dicho algo. Debería haber hecho algo para que te quedaras. Si alguien es un idiota, es él por dejarte ir. Tomo un respiro. Tal vez tenga razón. Tal vez debería haber dicho algo cuando vio que me estaba escapando. Por otra parte, probablemente habría hecho lo mismo que él si los papeles estuvieran invertidos. Con sólo una relación a largo plazo en mi historial que pareció ocurrir sin mucha intención de mi parte, no tengo idea de cómo navegar por todo

el lado de "conocerte". ¿A quién estoy engañando? No sé nada sobre hombres a menos que esté escrito en un libro. Y desafortunadamente, con el tiempo, me he dado cuenta de que los tipos sobre los que leo no existen en la vida real. No sólo porque es raro conocer a un multimillonario que te lleve en su jet privado y confiese su amor eterno, sino porque los hombres son en su mayoría imbéciles. Pensando en eso, miro a los ojos de April, y declaro, —Lo que sea. Está hecho. Nos miramos fijamente durante mucho tiempo antes de que ella finalmente esté de acuerdo conmigo, pareciendo decepcionada por mi declaración.

Capítulo 2 Gareth

C

on mi mano alrededor de mi polla dura como una roca y mi

rostro contra mi almohada, respirando profundamente, me acaricio. Tirando fuerte en la punta y luego hacia abajo. La imagen en mi mente es la que me ha acompañado las últimas mañanas. Cabello rubio, rasgos hermosos, y un cuerpo hecho de nada más que hermosas curvas que parecían no tener fin. Me acaricio más rápido, imaginando a December susurrando mi nombre en su suave y dulce voz. Me corro, y chorros de esperma caliente se disparan a mi estómago. Mis caricias se vuelven perezosas hasta que la tensión se va de mi estómago y mi polla se ha vuelto blanda. Sintiéndome relajado, miro fijamente el techo, pensando en la mujer con la que acabo de salir, odiando el hecho de que no era lo que yo pensaba que era. La mañana en que se fue, la vi alejarse, aunque todo en mí me exigía hacer algo para obligarla a quedarse. Simplemente no pude. Cuando la vi salir a hurtadillas de mi habitación, sólo pude pensar en cuántas veces vi a Beth hacer lo mismo. ¿Cuántas veces había intentado que se quedara? ¿Cuántas veces le he rogado que se quede, no por mí, sino por nuestros hijos? Sé que las circunstancias no son ni siquiera parecidas, pero eso no tuvo efecto en la decepción que sentí en mis entrañas cuando la puerta se cerró tras December

—Joder. —silbo, me levanto y me dirijo a mi baño. Trato de bloquear los pensamientos de December y de cómo podría haber jodido las cosas entre nosotros a causa de mi pasado, mientras me ducho y luego me muevo para vestirme en mi vestidor. Sólo cuando estoy vestido y con las botas puestas llego a la conclusión de que no importa; ya está hecho. Mi mensaje para ella después de su explicación lo hizo definitivo. Con ese pensamiento, me detengo en la puerta del dormitorio y tomo una decisión de último momento. Quito las sábanas de la cama junto con las fundas de las almohadas. Tal vez, con suerte, si el aroma de December se va, finalmente podré despertar sin una maldita erección por su sensual perfume que se ha pegado a mi ropa de cama en los últimos días. Tal vez sea capaz de despertar sin pensar en ella y en las formas en que podría haber arruinado las cosas debido a mi pasado. Pongo la carga en mis brazos en la lavadora de la cocina, tomo la botella de jabón, la meto y pongo en marcha la máquina. Una vez hecho esto, pongo en marcha una cafetera y me voy al pasillo. Mis hijos dormirían todo el día si los dejara, algo que agradezco los fines de semana y en el verano, pero es un dolor de cabeza durante el año escolar. Primero abro la puerta de mi hijo de nueve años, ya que normalmente Max tarda más en levantarse. Su alarma está sonando, pero ha puesto su almohada sobre su cabeza para bloquear el ruido. Enciendo la luz y luego cruzo el espacio limpio hasta su cama y le tiro del pie. —Hora de levantarse, Max. Gime, apartando el pie. — ¿Aún no es fin de semana? —Amigo, es martes.

—Ugh, quiero ser educado en casa. —Levántate y métete en la ducha. —ordeno, dejando su luz encendida e ignorando su gemido de molestia. Me salto una puerta, que es la del baño de los chicos Jack y Jill, y abro la siguiente. Cuando enciendo la luz, mi hijo de quince. Como cuarenta años, Mitchell, levanta la cabeza de la almohada. — ¿Ya? Yo sonrío. —Lo siento, chico. —No parece que lo sientas. —Murmura antes de echarse atrás y cubrirse el rostro—. ¿Puedes apagar la luz para no quedarme ciego? —No. Lo dejo y vuelvo a la cocina, donde me sirvo una taza de café y empiezo a desayunar. Con sólo treinta y dos años, no debería tener dos hijos de su edad. Pero tampoco debería haber tenido sexo a los 16 años y embarazar a mi novia del instituto a los 17. Y no debería haberla embarazado estúpidamente seis años después, mucho después de que las cosas terminaran entre nosotros. Por muy estúpidas que fueran mis decisiones, no me arrepiento de nada. Amo a mis hijos y no puedo imaginar una vida sin ellos. Por eso tengo dos trabajos y una razón para levantarme de la cama la mayoría de las mañanas. Termino el desayuno, huevos revueltos y tostadas, y luego espero. Como un reloj, mis dos hijos salen a la vista, cada uno con un aspecto casi idéntico al mío a su edad. Altos, y en forma sin tener que ejercitarse. El cabello de Max es rubio sucio y un poco más largo que el de su hermano, pero no tengo dudas de que eso cambiará en unos años. Se sientan en los taburetes frente a mí y les entrego platos a cada

uno de ellos, viendo como empiezan a devorar su comida en unos pocos bocados. Con la forma en que comen, puede que tenga que conseguir un tercer trabajo. Juro que no puedo tener suficiente comida almacenada para los dos, incluso con una membresía de Sam's Club1 y comprando al por mayor. —Los llevaré a la escuela, y la abuela los recogerá. Estaré en casa no mucho después de que lleguen. —Tengo práctica después de la escuela. —me recuerda Mitchell antes de meterse en la boca el último bocado de la tostada que le queda en el plato. Este es el primer año que Mitchell ha estado en el campo, el entrenador de atletismo del instituto le convenció de que lo probara después de verle correr. Y después de algunos debates Mitchell decidió darle un año para ver si le gustaba. Hasta ahora todo va bien, quién sabe qué pasará el próximo año. —Recogerá a Max y luego te esperará. —No sé por qué tengo que salir con la abuela. Especialmente cuando soy lo suficientemente mayor para sentarme en casa solo durante un par de horas. Ni siquiera puedo verlo jugar al béisbol. —discute Max. Miro a mi hijo menor y pido paciencia. Mitchell siempre ha hecho lo que se le pide sin cuestionar, mientras su hermano ha tenido una pregunta para todo desde que tuvo la edad suficiente para formar una frase. Mis chicos no podrían ser más opuestos si lo intentaran. La única cosa que los dos tienen en común es el béisbol. De dónde sacaron el amor por el juego, no lo sé, porque yo no tuve ningún

Es una cadena estadounidense de tiendas de venta al por mayor que opera mediante clientes miembros de su club de precios. 1

interés en el deporte mientras crecía y la única razón por la que lo hago ahora es por ellos. —Cuando cumplas diez años, hablaremos de que estés aquí solo por unas horas. —Muy bien. Sólo tengo que esperar otro maldito año. —No seas un imbécil. —regaña Mitchell, y Max se gira para mirarle fijamente. Sabiendo lo que pasará si dejo que esta mierda continúe, me meto. —Suficiente, Max. Sabes que no puedo dejarte solo en casa, y Mitch, no necesito tu ayuda. Los dos chicos me miran, cada uno con una mirada de remordimiento. Joder, amo a mis chicos. Son buenos chicos, incluso después de lidiar con la mierda que tienen en sus cortas vidas. Como todos los chicos, empujan los límites, pero tienden a escuchar sin pelear demasiado. —Hoy es noche de comida para llevar, así que averigüen qué quieren comer y envíenme un mensaje. Lo recogeré antes de volver a casa. —Pizza. —dice Max. —Comida china. —dice Mitchell. —Muy bien, cambio de planes. Les haré saber cuando salga del trabajo y ustedes dos podrán ordenar. Yo recogeré la mierda. Los dos me sonríen y luego vuelven a comer. Cuando terminan, dejan los platos en el lavavajillas y van a terminar de prepararse y a tomar sus bolsos. Sorbo mi café mientras miro por las puertas de cristal de la

cocina. Tenemos un gran patio. Un gran patio de hormigón con una mesa y sillas, la barbacoa y mucho espacio verde, no es perfecto para un juego de béisbol, pero es definitivamente perfecto para un perro. Los chicos han pedido uno en el pasado, pero nunca quise conseguir uno hasta que fueran lo suficientemente mayores para asumir parte de la responsabilidad. Ya son lo suficientemente mayores, y es algo de lo que debería hablarles. Pensando en eso, me muevo a la cocina, tiro el resto de mi café por el desagüe y pongo mi taza en el lavavajillas cuando escucho a los chicos llegar a la sala de estar. Me encuentro con ellos en la puerta principal, y ambos se dirigen al porche mientras cierro. Una vez que estamos cargados en mi auto, los llevo a cada uno a la escuela y al trabajo. Como todos los días, trabajo hasta que estoy exhausto, deseando ser más que un simple mecánico y tatuador a tiempo parcial. Desearía tener más, no para mí, sino para mis hijos.

Capítulo 3 December — ¡April apesta! —Digo en voz alta, cerrando de golpe el libro, y los niños sentados frente a mí saltan y empiezan a reírse. Les sonrío, disfrutando de la forma en que sus ojos se han iluminado. Me encanta mi trabajo como maestra de primer grado. Hay algo tan inocente pero curioso en la forma en que los niños de esta edad ven el mundo que les rodea. Y verlos crecer mental y físicamente cada día mientras están bajo mi cuidado hace que mi trabajo parezca importante, incluso vital. —Srta. Mayson, ¿leería otro libro? —pregunta Hanson mientras los otros niños a su alrededor empiezan a levantarse de la alfombra brillante, llenos de demasiada energía para seguir sentados. —No hasta el lunes, cariño. Toco su suave mejilla con la punta de los dedos y veo sus ojos cerrarse brevemente mientras susurra decepcionado: —Está bien. Me pregunto, no por primera vez este año, cómo es su vida hogareña. Su mamá y su papá son agradables de una manera tensa, pero ninguno de ellos parece ser muy cariñoso con él, lo cual es triste. Es un gran chico, un poco tímido, pero tan inteligente que casi da miedo. Ya domina la lectura de tercer grado y tiene mejor caligrafía que algunos adultos que conozco. También es mi favorito, aunque no debería tener favoritos.

— ¿Qué tal si eliges qué libro leemos durante la hora del círculo el lunes? — ¿En serio? —En serio. —Veo una sonrisa que se apodera de todo su rostro. —Genial. —dice, levantándose y dirigiéndose a dos de sus colegas. Miro el reloj cerca de la puerta, y anuncio mientras me levanto, — Muy bien, niños, hora de empacar. Ya casi es hora de irse a casa. Es viernes, e incluso a los seis años, la mayoría de estos niños entienden la belleza del fin de semana. Cruzo la habitación, sintiendo la emoción en el aire mientras recogen sus cosas, metiendo su trabajo en sus mochilas y las cosas de la escuela en sus escritorios. Cuando llego al frente de la clase, les recuerdo: —No olviden que sus padres deben inscribir lo necesario para la fiesta de la clase de la próxima semana. La lista está en línea. —Sonrío un poco antes de que una suave campana llene la habitación, robándoles la atención. Todos los niños agarran sus bolsos con prisa para llegar a la puerta y hacer fila. Cuando llego a la puerta y la abro, sus padres o cuidadores, que han estado esperando en el pasillo, entran, ofreciéndome sonrisas y saludos antes de saludar a los niños con abrazos o palabras suaves. Como siempre, la sala se llena de charlas hasta que uno a uno los niños se van y se hace el silencio. El silencio es casi ensordecedor, especialmente después de pasar las últimas horas respondiendo preguntas y manteniendo a un montón de niños enfocados en la tarea. Recorro la habitación, recogiendo las cosas que dejaron y acomodo

hasta saber que el equipo de limpieza podrá hacer su trabajo durante el fin de semana sin la molestia del desorden. Hecho eso, tomo mi bolso y mi abrigo y me voy, cerrando la puerta detrás de mí. Voy al aparcamiento de profesores y me subo a mi auto. Mi Nissan Maxima es viejo, pero aún funciona perfectamente gracias a mi padre y mis tíos, que han trabajado en él más veces de las que puedo contar. No voy directamente a casa, me detengo en la tienda y recojo algunas cosas y luego voy a la oficina de correos para enviar un paquete a mi prima Hannah. Viviendo en París, extraña algunas de sus cosas favoritas de casa, así que cada pocos meses, le envío un paquete. Nunca hay mucho que enviar, algunos dulces o alimentos enlatados que no puede encontrar fácilmente, y una nota diciéndole que, si se mudara a casa, podría tener todo lo que ama cuando quiera. Como todos los demás, la extraño. No la veo a menudo, pero este verano pienso visitarla en París durante un par de semanas, algo que estoy deseando hacer. Después de terminar mis recados, me dirijo a mi apartamento. Empecé a leer una nueva serie hace unos días, y estoy ansiosa por acurrucarme con mi Kindle mientras como el sushi que compré en la tienda para la cena. Mi teléfono suena cuando llego a mi lugar de aparcamiento designado, lo saco de mi bolso y luego pongo los ojos hacia el techo de mi auto. April ha estado encima de mí la última semana, exigiendo que pase tiempo con ella, nuestras hermanas y primas. Es dulce que esté preocupada por mí después de lo que pasó con Gareth, pero también es innecesario. Sí, sigo pensando en él todo el maldito tiempo, pero no, no necesito el control constante. Lo que pasó, pasó. Ya está hecho. Estoy bien... más o menos.

De acuerdo, mi estúpido corazón y mi cabeza no han recibido el memo, pero lo harán. No es como si tuviera una relación con el tipo, así que no tengo nada que superar. Después de un suspiro molesto, contesto mi teléfono con un chirriante —Hola. —Te recogeré en un par de horas. Vamos a hacernos tatuajes. Espera, ¿qué? — ¿Qué? —Llevas diciendo desde siempre que quieres un tatuaje. Esta noche es la noche. Ya nos he reservado citas. Voy a recogerte. Nos vemos pronto. —April… —Hasta luego. —Cuelga antes de que pueda decirle que no voy a ir con ella. Antes de que pueda decirle que, aunque he hablado de hacerme un tatuaje durante años y sé exactamente lo que quiero, no tengo ganas de sufrir el dolor de hacerme uno. —Mierda. —Me quito el teléfono del oído y miro por el parabrisas. De ninguna manera April me dejará salir de esto. Sé que dije que necesitaba una vida, pero ¿un tatuaje? Podría estar obligándome a saltar de un avión con sólo nailon y un extraño atado a mi espalda. Con un largo gemido, tomo mis maletas y salgo de mi auto y luego me dirijo a la puerta, dando sonrisas amistosas y saludo a un par de mis vecinos cuando los paso. Entro y dejo caer mi bolso en el gancho junto a la puerta y luego me quito el abrigo, colgándolo. Cuando me

doy la vuelta para dirigirme a la cocina, veo a Melbourne descansando en el sofá. Y como siempre, cuando veo su lindo y peludo rostro, quiero ir a abrazarlo, pero en el momento en que hacemos contacto visual, salta y sale corriendo. —Para que lo sepas, voy a adoptar otro gato. Uno al que le guste de verdad. —grito mientras su cola plateada desaparece en la esquina. Ni siquiera tiene la decencia de reconocer mi amenaza o a mí—. ¡No estoy bromeando! —Grito mientras me dirijo a la cocina para dejar mis bolsas de compras en el mostrador. Después de sacar comida para Melbourne, me dirijo a mi habitación para cambiarme de ropa. Me cambio de pantalones a vaqueros y luego de mi blusa abotonada a una camiseta blanca de cuello en V con una chaqueta negra suelta y larga encima, pero sigo con mis zapatos de leopardo, porque son tan cómodos como las zapatillas. Sentada en mi cocina, bebiendo una copa de vino y comiendo mi sushi, contengo la respiración mientras el héroe de la historia secuestra a la heroína. Me quedo tan atrapada en lo que pasa en mi Kindle que salto cuando suena el timbre. Miro el reloj; son casi las siete. No sé cuánto tiempo se tarda un tatuaje, pero con un poco de suerte llegaré a casa antes de las diez para poder volver al beso que estoy segura que estaba a punto de producirse. Cierro de golpe la tapa de mi Kindle y luego voy a abrir la puerta. Tan pronto como se abre, April me mira de pies a cabeza. — ¿Estarás usando eso? Miro su top negro ajustado, chaqueta de cuero, jeans oscuros, y tacones negros y luego me miro a mí misma. —Sí. —Me encojo de hombros y ella gira los ojos hacia el techo antes de mirarme. —Sólo agarra tu bolso.

La dejo sin decir nada y vuelvo a la cocina, donde tomo mi móvil junto con mi Kindle. Después de convencer a April de que no me voy a tatuar, al menos tendré algo que hacer para matar el tiempo. Recojo mi bolso en la puerta y la sigo fuera, cerrando con llave. —Puedo conducir. —le digo cuando llegamos al aparcamiento. —Como si alguna vez dejara que mi trasero se metiera en tu auto. —Presiona el botón de sus llaves y su auto al otro lado del aparcamiento pita cuando se encienden las luces. No digo una palabra hasta que me deslizo en el asiento del pasajero de su pequeño y rápido Corvette plateado y me abrocho el cinturón. —Sabes que no me voy a tatuar esta noche, ¿verdad? —Pregunto mientras "Highway to hell" toca un decibel por encima de lo normal a través del estéreo del auto. —Lo harás. —No lo haré. Te miraré, pero de ninguna manera voy a tener una aguja clavada en mi cuerpo una y otra vez. —Entonces te sujetaré mientras se hace. —No me voy a hacer un tatuaje. —No te arrepentirás o incluso recordarás la pequeña cantidad de dolor una vez que esté hecho. —dice antes de subir la música, terminar nuestra conversación y pisar el acelerador. Nos lleva en auto por la ciudad y se detiene para aparcar en un pequeño centro comercial que está en su mayor parte oscuro, excepto por un restaurante chino en un extremo y un salón de tatuajes en el

otro. El lugar chino se parece a todos los demás en la ciudad, pero el salón de tatuajes se destaca, incluso con la conexión con el negocio a su lado. Las ventanas de vidrio están iluminadas con luces brillantes rosadas y blancas, y hay una pintura dibujada a mano en la ventana de flores de cerezo y una escritura única que anuncia el nombre del lugar, Tatuajes Blossom. — ¿Has estado aquí antes? —Interrogo a April mientras aparca en el terreno casi vacío. —Blossom ha hecho la mayor parte de mi tinta. —dice antes de apagar el motor y abrir la puerta. La sigo fuera del auto y luego al salón. El espacio interior es abierto y realmente hermoso. Piso de baldosas gris claro que parece madera dura. Iluminación brillante, y dos estaciones cerradas con vidrio están en uso con dos hombres cubiertos de tatuajes trabajando en sus clientes. Fotos enmarcadas cubren las paredes, y la mayoría de los tatuajes parecen obras de arte en pesados marcos de madera. Me paro junto a la puerta, mirando todo lo que hay dentro. En mi cabeza, esperaba que este lugar fuera oscuro, con libros para ojear y cuartos ocultos en un largo y oscuro pasillo. Este lugar no es nada como lo imaginé. Me alejo de la puerta y me encuentro con April en el mostrador de cristal curvo al otro lado de la habitación. En el momento en que me detengo junto a mi hermana, una mujer delgada como un palo se acerca a la esquina. Lleva una camiseta de manga corta rasgada, mostrando los coloridos tatuajes que cubren sus dos brazos. Su cabello rubio, rosa y lavanda está trenzado a un lado de su cabeza, haciendo que parezca que ese lado está afeitado. Es excepcionalmente hermosa. Cuando ve a April, su rostro se ilumina

con una sonrisa y grita: — ¡Chica! ¿De dónde coño has sacado esa chaqueta? La necesito. —Como si te lo fuera a decir. —gruñe April y yo echo la cabeza hacia atrás, sorprendida por su tono. La mujer se ríe, obviamente sin ofenderse. —No sigues enfadada porque aparecimos en el mismo sitio con el mismo vestido, ¿verdad? — ¿Enfadada porque te veías mejor que yo y me robaste al tipo que buscaba delante de mis narices? ¿Por qué iba a estar enfadada por eso? —Era una pérdida de tiempo. Deberías agradecerme. —Se encoge de hombros con una sonrisa tímida. —Como si eso fuera a pasar alguna vez. —April pone los ojos en blanco y pregunta—: ¿Blossom está lista? —Te está esperando. —Sus ojos se acercan a mí y su cabeza se inclina hacia un lado mientras me estudia—. ¿Eres la hermana? —Esta es December. December esta es Lexi. —nos presenta April, agitando su mano. Los ojos de Lexi se posan sobre mí otra vez, haciéndome sentir incómoda. Ignoro ese sentimiento y sonrío, diciendo: —Encantada de conocerte. Ignorándome, ella mira a April. —Esta adorable y obviamente dulce chica es tu hermana... Lleva un cárdigan. —dice Lexi como si fuera un crimen llevar un cárdigan. Luego pone las dos manos en el mostrador

de cristal, mirando hacia arriba y hacia abajo a mis pies—. Lo sabía. También lleva zapatos planos. Con estampados de leopardo, pero siguen siendo planos. April suspira, y no puedo decir si está realmente molesta o sólo de mal humor. No estoy molesta, pero estoy un poco avergonzada y puedo sentir que mi rostro se pone rojo. — ¿Puedes decirle a Blossom que estamos aquí? —Pregunta April. — ¿De verdad te vas a hacer un tatuaje? —Lexi finalmente me reconoce, ignorando la pregunta de April. Quiero decir que no, pero hay algo en esta mujer que me hace sentir que necesito probar un punto, que sólo porque esté vestida como lo estoy no significa que me conozca. —Sip. —Veo que la cabeza de April se balancea hacia mí, pero no la miro. —De acuerdo, carajo. Vamos a conseguirte algo de tinta. —Lexi se ríe y luego da vueltas y se aleja. Mierda, ¿qué he hecho ahora? —No creo que debas tatuarte esta noche. —dice April suavemente, y giro la cabeza para mirarla—. Puedes mirar mientras me hago el mío, y luego si todavía quieres, podemos volver en otro momento. —Nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. —murmuro, preguntándome dónde están los libros con los tatuajes. Tal vez pueda conseguir una pequeña mariquita o algo así. —No tienes que hacer esto.

—Tenías razón. Siempre he querido un tatuaje. No sé si puedo conseguir el que siempre quise, porque creo que tendrá que ser diseñado, pero esto puede ser como una prueba. — ¿Una prueba? —Levanta una ceja. —Sí. Una prueba. —Bien, entonces, ¿qué piensas conseguir? —No lo sé. Tal vez una mariquita. Ella resopla. — ¿Una mariquita? Ni de coña. Dile a Blossom lo que quieres; ella puede dibujarlo. Si te gusta, consíguelo. Si no, entonces no consigas nada. Un tatuaje es para siempre, y debería ser algo que signifique algo para ti. No quiero que te hagas un tatuaje sólo porque Lexi es una perra. —Escuché eso. —dice Lexi, al doblar la esquina, y mis ojos se abren un poco—. No te preocupes. Tu hermana y yo tenemos una relación amor/odio. —Ella sonríe. —Es más bien una relación odio/odio. —corrige April. Lexi se ríe a carcajadas cuando suena un timbre y, como por arte de magia, se abre una puerta oculta. Lexi nos saluda en el lado opuesto y luego nos lleva por un pasillo. Cuando entramos en la gran sala, una mujer mayor y regordeta con cabello oscuro y llamativos ojos azules se levanta para saludarnos. —April. —Abraza a mi hermana y luego me presta atención—. Debes ser December.

—Soy yo. —Empiezo a extender mi mano, pero ella me detiene, tirando de mí para abrazarme. Cuando me suelta, me sujeta, y cuando la miro a los ojos, juro que me resultan familiares. No sé por qué. —Eres muy bonita. —Gracias. —Siento que mis mejillas se calientan y su expresión se suaviza. — ¿Qué tipo de tatuaje estás pensando hacerte? Como es algo en lo que he pensado mucho, incluso creyendo que nunca me haría uno, le doy los detalles del diseño, junto con la redacción, y le explico dónde lo quiero. Cuando termino, su rostro está en blanco, pero sus ojos son brillantes. —No creo que pueda dibujar eso y hacerle justicia, pero si puedes esperar unos minutos, le enviaré un mensaje a mi sobrino y veré si tiene tiempo de venir a diseñarlo para ti. Es un artista increíble. —No quiero molestar a nadie. —No lo harás. —me asegura. —Está bien. —estoy de acuerdo. Ella sonríe, luego toma su teléfono y envía un mensaje. Cuando termina, va a una mesa y toma un pequeño pedazo de lo que parece ser papel pergamino blanco y se lo entrega a April. —Esto es tuyo.

—Es perfecto. —dice April, y me acerco a su lado para ver mejor el papel. El dibujo no es grande, tal vez de dos por dos pulgadas, pero el detalle es extraordinario. Las líneas rectas y los puntos zigzaguean juntos, haciendo un estallido de estrellas que se asemeja a una flor. — ¿Dónde lo quieres? —Le pregunto a mi hermana, y ella me mira. —La parte de atrás de mi cuello. —Se levanta el cabello y señala el punto—. Pienso añadirle más con el tiempo hasta que termine en mi coxis. Será un proceso. —Se verá increíble. —Creo que sí. —Dice suavemente y luego pregunta—: ¿Lo ves? — ¿Ver qué? —pregunto. — ¿Las iniciales de mamá y papá? —Ella mira el papel y yo hago lo mismo. Estudio los detalles hasta que la N y la A finalmente se destacan para mí, y entonces siento que mi garganta se estrecha. —Vaya, eso es... es increíble. —susurro. —Blossom es increíble. —Me susurra April—. Le dije que quería un tatuaje que representara a nuestros padres y a mis hermanas, y a ella se le ocurrió la idea. Cada uno después de esto tendrá una inicial escondida en el diseño para representar a nuestras hermanas. —No puedo esperar a verlo cuando esté completo. —Yo tampoco, —está de acuerdo y luego mira a Blossom—. Gracias, es realmente perfecto.

—Sabes que te quiero, chica. —Sonríe y luego toma su celular cuando suena. Después de leer el mensaje que aparece, me sonríe—. Mi sobrino está en camino. Dijo que estará aquí en unos veinte minutos. Mientras lo esperamos, empezaré con el tatuaje de April. Para cuando termine con el suyo, el diseño del tuyo estará completo y podremos empezar a trabajar. —Suena bien. —le digo mientras mi estómago empieza a hacer nudos. ¿Realmente estoy haciendo esto? Mierda. Lo estoy haciendo. En realidad, me estoy haciendo un tatuaje. Sintiendo un poco de náuseas, me siento al otro lado de la habitación, viendo a April quitarse la chaqueta y atarse el cabello antes de subirse a lo que parece una mesa de masajes baja. Ella se acuesta como Blossom instruye, con su cabeza abajo y su barbilla sobre el borde, pareciendo completamente relajada. No estoy segura de que sea prudente para mí ver lo que pasa después, saco mi Kindle y trato de leer. Es una causa perdida cuando el sonido de un zumbido suave llena el silencio, haciéndome hiperconsciente de lo que está pasando. Justo cuando estoy a punto de ponerme de pie y acercarme para ver trabajar a Blossom, llaman a la puerta antes de que se abra. Instintivamente, me vuelvo hacia ella, y cuando lo hago, mi estómago se desploma. No. No puede ser. El sonido del zumbido termina cuando Blossom se gira para mirar la puerta, pero aún escucho y siento la vibración de la pistola de tatuajes.

—Hola, cariño. —Sonríe ampliamente mientras Gareth camina por la habitación hacia ella, sin notar que estoy sentada a unos metros de distancia. Cuando está cerca, se inclina hacia abajo, besando su mejilla y diciendo —Hola, tía. — ¿Dónde están mis chicos? —pregunta, y me pregunto si April, que sigue tumbada boca abajo, sabe quién es el sobrino de Blossom. Si lo sabe y si esto fue una trampa, voy a matarla. —Con mamá en el cine. —Lo tengo. —dice, y luego me mira y siento que me congelo cuando él sigue su mirada—. Esta es December. December, este es mi sobrino Gareth. —Espera... ¿qué? —La cabeza de April se sacude rápidamente. De acuerdo, parece que ella no sabía que Gareth es el sobrino de Blossom. Es bueno saber que no tengo que averiguar cómo esconder su cuerpo. —Mierda. —sisea Gareth. —Umm... —Miro de April, que parece sorprendida, a Blossom, que parece confundida, y luego vuelvo a Gareth, que parece una mezcla de sorprendido y molesto. — ¿Se conocen? —pregunta Blossom, mirando entre Gareth y yo. —Umm... —Repito, mi mente está tan abrumada por verlo de nuevo que no puedo formar un pensamiento, y mucho menos palabras.

—Podrías decir eso. —responde Gareth en voz baja, lo que provoca un escalofrío en mi piel y a través de mí. — Bueno. —dice con ceño fruncido—. Tiene un tatuaje que necesita ser diseñado. ¿Te parece bien que te lo explique? Lo observo de cerca y puedo ver su mente trabajando. Puedo decir por su expresión y lenguaje corporal que no quiere hablar de un tatuaje, ni de nada. —Está bien. Tal vez yo... —No hay problema. —me corta antes de que pueda sacarnos a ambos de esta incómoda situación—. Vamos a la sala de dibujo. —No creo que sea una buena idea. —dice April, y mi mirada se dirige a ella. Puedo ver que todavía está enojada por su texto y se está preparando para pelear. —Está bien. Volveré. —Me quedo de pie, tratando de darle una mirada tranquilizadora, que no capta porque nunca aparta los ojos de Gareth, incluso cuando le da la espalda para abrir la puerta. Con una respiración profunda, lo sigo a otra habitación, viéndolo encender las luces y luego el ordenador. Me envuelvo con los brazos en la cintura y espero, sin estar segura de lo que debo hacer o decir. —Puedes sentarte allí. —No me mira; sólo hace un movimiento con la mano hacia una silla vacía, que está en el rincón opuesto a él. No quiero sentarme. Quiero encontrar un baño y vomitar. Mi estómago se revuelve con una mezcla de nervios y ansiedad mientras miro un lado de su rostro. Señor, sigue siendo precioso, y ver que sigue

enfadado conmigo por lo que pasó no me sienta bien. Cuando no me muevo, gira la cabeza y nuestros ojos se encuentran. —Siéntate. Mi estómago se anuda ante su grosera orden, y mi boca se abre sin que mi mente se lo diga. —Por favor. — ¿Qué? —Siéntate, por favor. Es la forma educada de pedirle a alguien que se siente. —Siéntate, por favor. —repite con la mandíbula apretada. Me muevo entonces y me siento, girando las manos en mi regazo—. Mi tía me dijo que quieres un tatuaje diseñado y que es detallado. Háblame de ello. Dios, desearía que las cosas entre nosotros no fueran como son. Desearía no haberme escabullido nunca de él. Desearía que él pudiera entender por qué lo hice y me perdonara. —Lo siento. —le digo bruscamente, y su cabeza se sacude con sorpresa—. Sobre lo que pasó... siento lo que pasó. —Ya lo superé. —Su mandíbula se endurece—. Ahora cuéntame sobre tu tatuaje. Obviamente, no lo ha superado. En realidad, me pregunto si como yo, ha estado pensando en ello durante días. —Puede que tú lo hayas superado, pero yo no. —digo en voz baja—. Odio que estés enfadado conmigo. Desearía poder cambiar las cosas, pero no puedo. Todo lo

que puedo decir es que siento haberme ido como lo hice. Tenías razón en que era inmadura, y... —Detente. —me corta, y yo cierro la boca y me muerdo el labio inferior. ¿Qué demonios estoy haciendo? —. ¿Por qué te fuiste? — Ante su pregunta, mi cuerpo se sacude y mis músculos se tensan. No puedo decirle por qué me fui—. Dímelo. — ¿Por qué? Ni siquiera importa. —Mi corazón empieza a latir en mi pecho mientras me mira fijamente. —Creo que tú y yo sabemos que sí. —Dice suavemente mientras sus ojos escudriñan mi rostro—. Dímelo. —¿Por qué abrí la boca?—. Dímelo. —repite, y yo respiro, pensando que no importa si lo sabe ahora. —Mi hermana dijo que te quería. —Admito, dejando caer mis ojos de los suyos para mirar mis manos aún entrelazadas en mi regazo—. Ella no lo hace. Ella sólo... —No me importa eso. Me importa por qué te escabulliste de mi cama sin decir una palabra. — ¿Podemos no hacer esto? —pregunto, mirándolo a través de mis pestañas. Mi corazón ya no sólo late contra mi caja torácica, sino que ahora truena mientras la vergüenza se arrastra por mi pecho y cuello, inundando mis mejillas y calentándolas. —Creo que me debes algún tipo de explicación, ya que cada maldito día de la última semana me he despertado contigo en mi mente, una erección de la que parece que no puedo deshacerme, y tu olor todavía

aferrado a mi cama, aunque he lavado mis sábanas tres malditas veces desde que estuviste en ella. ¿Habla en serio? Levanto mi cabeza para buscar su mirada. — ¿Por qué te escabulliste? Dios, no quiero decírselo, pero necesito hacerlo. Necesito terminar con esto para poder seguir adelante. Para que podamos seguir adelante. —Cuando mis hermanas y yo éramos más jóvenes, teníamos una regla... —empiezo, y él me corta. —Jódeme, déjame adivinar. —Sacude la cabeza—. Si alguna de ustedes estaba interesada en un chico, ninguna de las otras podía acercarse a él. —Básicamente. —estoy de acuerdo. Sé que, si me viera ahora mismo, mi pecho y mi rostro serían de color rojo brillante. —Viniste a casa conmigo. —afirma. —Ya lo sé. — ¿Así que el hecho de que vinieras a casa conmigo era sobre qué? ¿Sobre tu rebelión contra tu hermana? — ¡No! —Casi grito. De ninguna manera quiero que piense que me fui a casa con él sólo por April. — ¿Entonces por qué?

—Cuando te vi por primera vez... —Me detengo y aprieto mis labios, y luego cierro los ojos y termino—. Había algo en ti, y cuando April dijo que te quería, me enfadé. Me enojé porque ella te vio primero. Me enojé porque me iba a perder algo, aunque no supiera lo que era ese algo. —Mi garganta se cierra. —Te escabulliste. —Ya lo sé. —Mírame, cariño. —ordena, y mis ojos se abren—. No debí haber dicho lo que dije en un mensaje de texto. —Mis labios se separan cuando él lo admite—. He querido llamarte cada maldito día para disculparme. No lo hice, pero debería haberlo hecho. Si puedes perdonarme por eso, yo puedo perdonarte por lo que pasó. —Hiciste bien en enfadarte. Yo también lo habría hecho. —digo en voz baja, y sus ojos brillan con algún tipo de emoción que está ahí y que se ha ido demasiado rápido para que yo pudiera leerla—. Pero lo siento mucho. —Todo está bien. — ¿Estás seguro? —Sí, cariño. —Se inclina hacia atrás—. Ahora, cuéntame sobre tu tatuaje. Lo estudio por un momento, tratando de entender por qué sigo sintiendo este peso en mi estómago, que ha estado ahí desde que leí su texto. Debería desaparecer ahora que hablamos y después de que aceptara mis disculpas, pero no es así.

Explico el tatuaje y luego me siento a ver cómo hace magia con un lápiz. Cuarenta minutos después, nos despedimos, y una parte de mí sabe que será la última vez que lo vea. Eso duele más de lo que debería, pero mientras me tumbo en la mesa de tatuajes con Blossom incrustando mi tatuaje en mi piel, sé que una parte de él siempre estará conmigo. —Ahora que eres oficialmente mala, vamos a tomar un trago. —dice April con una sonrisa mientras me toma de la mano y me lleva hacia su auto. Me siento un poco como una chica ruda. Ahora tengo un tatuaje, un tatuaje jodidamente hermoso que sé que nunca me arrepentiré de habérmelo hecho, y no sólo porque Gareth lo diseñó, sino porque es hermoso y es exactamente lo que siempre quise. — ¿A dónde vamos? April se detiene tan pronto como la pregunta sale de mi boca, y su cabeza se inclina hacia mí. — ¿Qué? — ¿Qué? —Repito, frunciendo el ceño a ella. — ¿Quieres ir a tomar algo? — ¿No es eso lo que normalmente haces después de hacerte un tatuaje? —Sí. —Bien... como dije, ¿a dónde vamos? Me estudia por un momento, y luego sus labios se inclinan en una sonrisa y murmura, —Aparentemente al bar.

Tocando la alarma del auto, me suelta la mano y me subo, sintiendo un ligero dolor que me golpea en el costado mientras me giro para deslizarme en el asiento bajo. Una vez que me he instalado y nos hemos abrochado el cinturón, ella enciende el motor. Hasta ese momento, nunca entendí el atractivo del fuerte estruendo de su auto, pero al parecer, siendo una nueva chica ruda, soy capaz de apreciarlo ahora. Y lo aprecio más cuando cambia la canción que suena en los altavoces de una que no conozco a “Welcome to the jungle” subiendo el volumen y bajando las ventanas. Aunque hace frío, disfruto el momento, y conociendo la letra, canto a todo pulmón. Llegamos al aparcamiento de uno de los bares locales, y April espera a que la canción termine antes de subir las ventanas y apagar el motor. La sonrisa en mi rostro es enorme cuando salgo, dando un portazo. Cuando nos encontramos en el barrio, me rodea con el brazo y me lleva dentro. El lugar está lleno de gente. Hay unos pocos universitarios, pero la mayoría de la gente es de nuestra edad o mayor. Vamos directo al bar, y tan pronto como llegamos al borde, April me deja ir y se inclina sobre el mostrador. Miro a mi alrededor, la música y la charla son ensordecedoras, pero cada persona parece sonreír y disfrutar de su noche. Antes de que tenga la oportunidad de mirar a mi hermana, ella me pone un vaso en la mano. Lo tomo y la sigo a través de la habitación hasta una mesa que tiene sillas libres, pero está cubierta con botellas de cerveza y vasos vacíos. De repente me siento fuera de lugar, tomo un sorbo de mi bebida y empiezo a toser. Es vodka, y si no me equivoco, nada más que hielo. — ¿Vodka?

—Eres una chica ruda, y las chicas rudas beben vodka puro. —Ella sonríe, terminando su bebida de un solo trago. —Al diablo con eso. —Me bebo el resto de la bebida de un solo trago y luego la pongo sobre la mesa. —Una chica ruda total. —Mi hermana sonríe, y yo me río.

Capítulo 4 Gareth —Hablé con tu tía anoche. —dice mamá casualmente mientras limpia los mostradores de mi cocina como si no lo hubiera hecho en años, cuando lo acabo de hacer esta mañana después de cocinar el desayuno de los chicos. — ¿Y? —Mencionó a una chica que fue anoche para hacerse un tatuaje. ¿Quién era? —Nadie. — ¿En serio, Gareth? —Sacude la cabeza, parece frustrada, y miro por encima del hombro a mis hijos para asegurarme de que siguen preocupados por el videojuego al que están jugando. Debería haber planeado esto. Cuando mi tía fue testigo de mi reacción al ver a December de nuevo, supe que estaría muy contenta de contarle a mi mamá sobre esa interacción y que mi mamá sentiría curiosidad. —Mamá. —Suspiro. —Cariño, no has salido con nadie desde... —No lo hagas. No la traigas a colación. —gruño. Ni siquiera me gusta pensar en el nombre de esa mujer, y mucho menos oírlo—. Tengo dos hijos que criar y dos trabajos. No tengo mucho tiempo libre para salir con nadie.

—Blossom dijo que es muy bonita y dulce. También dijo que parecías un poco molesto al verla, pero que se notaba que había algo entre ustedes dos. Joder, mi tía es observadora, y tiene una gran boca. Me paso los dedos por el cabello. Si soy sincero, me tomó completamente desprevenido ver a December, y me sorprendió lo hermosa que se veía sin siquiera intentarlo. —Entonces, ¿quién es ella? —Mamá vuelve a preguntar en voz baja esta vez.

¿Quién es ella? La mujer que se ha apoderado de todos mis pensamientos, la mujer que ha sacudido mi mundo con una disculpa que no me debía pero que me dio de todas formas, en la que sonaba sincera y como si realmente esperara que yo entendiera que se arrepentía de haberse ido. La mujer que probablemente no querría tener nada que ver conmigo si supiera que tengo dos hijos que estoy criando por mi cuenta, y una loca ex que aparece de la nada de vez en cuando sólo para joderme a mí y a mis hijos. — ¿Y qué? Miro a mi madre, la mujer que me dio a luz, la mujer que nos crio a mí y a mis hermanas por su cuenta, haciéndolo sin quejarse ni una sola vez. Al igual que nunca se ha quejado cuando he necesitado que me ayude con sus nietos. Desearía poder darle algo, algo para que deje de preocuparse por mí, pero no puedo. Incluso si quiero ser el imbécil que irrumpe en la vida de December y la obliga a arriesgarse conmigo.

—No importa. —le digo, y sus ojos se estrechan—. Es una buena mujer, pero no es para mí. —¿Por qué carajo me duele el pecho de repente con esa pequeña verdad? Mamá me estudia por un momento y luego sus ojos se llenan de decepción. —Está bien, cariño. Gracias, carajo. Sé que mi madre puede ser persistente cuando se le mete algo en la cabeza, y si piensa por un segundo que me estoy perdiendo algo, hará su misión conseguirme lo que cree que necesito. — ¿Te quedas a cenar? —Pregunto, necesitando cambiar de tema. —Depende. ¿Qué estás cocinando? —Los chicos quieren lasaña, así que la recogí ayer. — ¿Estás haciendo tu pan de queso y ajo? — ¿Qué te parece? —Levanto una ceja. Ella sonríe. —Bien. Entonces definitivamente me quedo. Vuelvo a sonreír antes de mirar hacia el sofá, donde tanto Max como Mitchell están tirados. —Chicos, vamos a cenar pronto y la abuela se va a quedar. —Recibo un “OK” y un "De acuerdo" antes de continuar—. Espero que ambos hayan hecho su tarea, porque es su turno de lavar los platos y es la noche de Yahtzee2. —Escucho a ambos gemir y apago el juego junto con la TV antes de ir a sus

Juego de mesa, cuyo objetivo es obtener la mayor puntuación lanzando cinco dados. Cada jugador lanzará los dados en tres ocasiones para tratar de obtener una de trece combinaciones posibles. Este juego contiene un vaso para los dados, una libreta de anotación, cinco dados y diez fichas bonos. 2

habitaciones sin decir una palabra. Cuando miro a mi madre, tiene una mirada extraña en su rostro—. ¿Qué? —Nada. —Sacude la cabeza, y sigue mirándome de cerca. — ¿Qué? —Repito, ahora tengo curiosidad. —Tú. —susurra. — ¿Yo qué? —Eres un padre increíble. Esos chicos tienen suerte. Mi garganta se estrecha, pero trago a través de ella. —Aprendí de la mejor. —Puede que haya contribuido a que te convirtieras en el tipo de padre que eres, pero el hombre trabajador, leal, cariñoso y protector en el que te has convertido es todo tuyo. Eres más fuerte y más decidido que cualquiera que conozco. Diablos, si a la mayoría de la gente le hubiera tocado la mano que te tocó cuando eras niño y luego como adulto, se hubieran rendido, pero no tú. Sigues adelante, sigues luchando para tener algo mejor y hacerlo mejor, por ti y por tus hijos. La presión en mi garganta crece y mi pecho se contrae, lo que significa que no respiro, manteniendo su mirada. —Eres la mejor madre que un niño podría pedir, y sin importar lo que pienses, soy el hombre que soy hoy porque me mostraste cómo ser todo lo que es bueno. —Oh, Dios, voy a llorar. —Ella empieza a resoplar y yo me río—. No es gracioso. —Ella se limpia las mejillas, mirándome fijamente.

Me muevo del taburete en el que estoy sentado y voy por el borde del mostrador. —Ven aquí, mamá. —Abro los brazos y ella me mira por última vez con molestia antes de abrazarme—. Te quiero. —A la luna y más allá, bebé. —susurra antes de apretar su agarre. Nos quedamos así hasta que oímos que una de las puertas de los chicos se abre y se cierra, entonces ella me mira, dándome una sonrisa temblorosa y dejándome ir—. Sólo voy a arreglarme el rímel. Levanto mi barbilla y ella sonríe y luego desaparece justo cuando Mitchell llega a la esquina. —Papá, no puedo encontrar mi mochila. — ¿Revisaste tu habitación? —Sí, no está ahí. — ¿Estás seguro? Sé que crees saber dónde está todo en ese lío, pero te garantizo que no. Sonríe torcidamente. —Lo he mirado todo. — ¿La dejaste en la camioneta? —Tal vez. —Se encoge de hombros. —Ya sabes dónde están las llaves. Sal y compruébalo. Sin decir una palabra, se va. Oigo el ruido de mis llaves y el de la puerta abriéndose y cerrándose. Ni siquiera dos minutos más tarde, vuelve a entrar, gritando: —La encontré.

—Bien. —respondo, y luego lo escucho entrar a su cuarto y cerrar la puerta. Mamá regresa cuando ya estoy en la estufa cocinando la carne molida para la salsa, y la miro cuando se acerca. —Sólo voy a decir una cosa más. Dejo salir un aliento frustrado. —Mamá... —No, tienes que oír esto. —Veo su cabeza sacudirse de un lado a otro—. Si piensas por un minuto que no eres lo suficientemente bueno para esa chica, te equivocas. Te mereces todo, cariño, todo lo bueno de la vida. Y si esta chica no ve el increíble hombre que eres, no vale tu tiempo. —Ella mira hacia otro lado y luego continúa—. Ahora, voy a ir a ver a los chicos para asegurarme de que no necesitan ayuda. Ella sabe que no necesitan ayuda; si la necesitaran, la pedirían. Ella sólo quiere dejarme pensar en lo que dijo. Y funciona, porque una vez más December está en el centro de mis pensamientos mientras hago la cena para mi madre y mis hijos, y todavía mucho después de que me acuesto. Lo que significa que no me duermo hasta que me pierdo con la mano envuelta alrededor de mi polla, pensando en December.

—No sé por qué tenemos que ir a una cena elegante. No es que a las tías Selma o Sejla les importe que estemos allí. —Max se queja desde el asiento trasero mientras yo me meto en uno de los aparcamientos vacíos del restaurante.

—Crees que no les importa, pero sí les importa. Si no, no nos habrían pedido que viniéramos. —dice Mitchell desde el asiento del pasajero a su hermano en la parte de atrás, sonando molesto. Es algo que se está volviendo más frecuente cada vez que trata con su hermano pequeño. —Sé que se preocupan por nosotros, pero nunca se preocupan por estos eventos. Ni siquiera quieren ir la mayoría de las veces, así que no veo por qué tenemos que hacerlo. No se equivoca. A mis hermanas gemelas, que están en el banco, no les importan estos eventos, pero cada vez que les dan algo en su honor, nos invitan. Son consideradas estrellas de rock en el mundo de la banca, y la compañía para la que trabajan aprecia la cantidad de clientes que son capaces de conseguir, y también los grandes nombres que se les unen y sólo a ellos, desde cantantes de música country hasta clientes corporativos. La gente confía en ellas, porque son dignas de confianza y honestas. Nunca dejan que sus clientes tomen decisiones financieras sin saber exactamente en qué se van a meter, incluso si eso significa que tienen que postergar un préstamo hasta que estén más seguros financieramente. —Ustedes dos, basta. —digo, escuchando los cinturones de seguridad de los dos chicos desabrocharse mientras apago el motor. Una vez que me desabrocho el cinturón, me doy vuelta en mi asiento para mirar a Max en la parte de atrás—. ¿Cómo te sentirías si no apareciéramos en una de las cenas que el equipo de béisbol organiza para ti, tus compañeros y sus padres cada año? —Ante mi pregunta, sus labios se juntan y sus ojos se llenan de comprensión—. Te decepcionarías, aunque no quisieras estar allí. ¿Estoy en lo cierto?

—Sí. —murmura y luego mira a su hermano, y sus ojos se estrechan. Miro a Mitchell y veo que está sonriendo. Sus ojos se acercan a mí, y la sonrisa se desliza lentamente mientras muevo la cabeza. —Tu hermano es más joven que tú. Todavía está aprendiendo. Si recuerdo bien, cuando tenías su edad, tenías la misma visión de la vida que él tiene ahora. Es tu trabajo como su hermano mayor mostrar paciencia y guiarlo por el camino correcto. Lo que no haces es actuar con suficiencia cuando tienes razón en algo. Sus ojos se separan de los míos mientras dice —Lo siento. —No tienes que lamentarlo. —Le pongo la mano en la nuca y espero a que me mire, y cuando lo hace, continúo suavemente—. Esta es sólo una lección más que aprenderás en la vida, chico. Un hombre nunca finge que lo sabe todo, y aunque sepa algo que otra persona no sabe, nunca actúa con suficiencia. En cambio, aprecia el hecho de que es capaz de ayudarles a aprender algo nuevo. —Cuando asiente con la cabeza, aprieto mis dedos cariñosamente y luego lo dejo ir para mirar entre mis dos hijos—. No me gusta disfrazarme o ir a estos eventos más que a ustedes, pero esto es lo que hace la familia. Aparecemos cuando alguien a quien amamos es celebrado, o incluso cuando sólo necesita un hombro para llorar. —Tienes razón. —dice Mitchell, y veo a Max asentir con la cabeza por el rabillo del ojo. —Ahora entremos y ayudemos a tus tías a celebrarlo, con la esperanza de que sea una gran comida. Y si la comida apesta, finjamos que la disfrutamos mientras esperamos la pizza que recogeremos de camino a casa. —les digo, consiguiendo dos sonrisas antes de abrir la puerta y salir.

Me encuentro con los chicos cerca del maletero y entramos. Una vez que le decimos a la anfitriona con quién nos vamos a encontrar, empieza a llevarnos a una habitación privada en la parte de atrás. A mitad de camino del restaurante lleno de gente, casi me detengo por completo cuando reconozco a December, tan hermosa como siempre, sentada en una mesa con un hombre que no reconozco, junto con su primo Sage y su esposa Kim. —Papá. —llama Mitchell, obviamente sintiendo mi distracción, pero no puedo apartar los ojos de December cuando empieza a reírse junto con el hombre sentado demasiado cerca de ella. —Papá, ¿estás bien? —Max me toma la mano y llama mi atención, e intento ignorar el cuchillo que de repente parece clavarse en mis tripas mientras lo miro. —Estoy bien. —Obligo a mis pies a moverse mientras le doy a mis dos hijos miradas tranquilizadoras. No puedo decir que haya visto a December antes de la boda de su primo, pero juro que está en todas partes donde estoy ahora, persiguiéndome como un mal sueño. Joder. Debí haber tomado la oportunidad que me dio con una mirada después de nuestra charla, cuando obviamente estaba abierta a que nos conociéramos sin que la otra mierda se interpusiera. Debería haber dejado mis estúpidas inhibiciones a un lado y preguntarle si quería que nos reuniéramos para cenar o tomar algo. Joder. Soy un idiota, y ahora ella sale con otro tipo, su primo y su esposa, obviamente disfrutando lo suficiente como para reírse libremente.

Cuando finalmente entramos en la sala privada, los chicos y yo saludamos a mis hermanas con abrazos y luego nos acomodamos en nuestros asientos en la mesa. La ensalada de lujo que nos sirven primero sabe a mierda, pero me obligo a comer, queriendo que mis chicos me sigan. Cuando el plato principal sale, bistec, puré de patatas y espárragos, no disfruto ni un solo bocado, aunque parece delicioso. Mi mente está en la mujer de la otra habitación, y los celos que todavía me están retorciendo las entrañas. A mitad del plato principal, con la gente charlando a mi alrededor y los chicos entretenidos por sus tías, les digo en voz baja que volveré y me levanto de la mesa. Salgo de la habitación y me dirijo hacia el bar para tomar una cerveza, pero me detengo a mitad de camino cuando veo a December dirigiéndose hacia los baños de la parte trasera del restaurante. Miro a la mesa en la que estaba antes y veo que Sage, su mujer y el hombre con el que December estaba sentado al lado siguen comiendo, así que cambio de dirección y la sigo. No estoy seguro de qué carajo estoy haciendo, trato de convencerme de dejarla como está en el baño, pero la imagen de ella riéndose con el hombre ha consumido mis pensamientos. Y la idea de que se vaya a casa con él me ha llenado de celos. Cuando sale del baño con la cabeza gacha, ni siquiera pienso en lo que estoy haciendo. Honestamente, ni siquiera sé si tengo control sobre mí mismo en este momento. Bloqueo su camino, y cuando mira hacia arriba, sus ojos se encuentran con los míos y se abren. Me abalanzo sobre ella con mi mirada, luego tomo sus caderas y camino con ella hacia el final del pasillo donde está oscuro.

—Gareth… —susurra, y yo dejo caer mi cabeza hacia delante para mirarla a los ojos. Joder, es diminuta, tan jodidamente baja y de aspecto tan jodidamente inocente, incluso con el revelador y ajustado como la mierda vestido negro que lleva puesto—. ¿Qué estás haciendo? —Su voz suena sin aliento. — ¿Con quién estás aquí? —Joder. ¿Por qué carajo le hice esa pregunta? No quiero saber quién es ese tipo o si está saliendo con alguien, y no tengo derecho a hacerle esa pregunta cuando ni siquiera es mía. — ¿Qué? —Sus manos se mueven hacia mi pecho para sostenerme mientras la presiono más firmemente contra la pared—. ¿Sage? —Sage no. —gruño, y sus ojos se abren. —Mi primo. —Sé que Sage es tu primo. —Acerco mi rostro al suyo, oliendo el dulce y sensual aroma de su perfume—. El otro tipo, ¿quién carajo es para ti? —Talon. La forma en que dice su nombre me hace rechinar los dientes. — ¿Estás saliendo con él ahora? —No. —Su rostro se retuerce—. Es el hermano de Sage y mi primo. —Mi mandíbula se tensa. ¿Por qué carajo no pensé que ese tipo era su primo? Mierda, debí haberlo sabido, debí recordar que la familia Mayson es enorme—. ¿Puedes dejarme ir ahora? —pregunta. —No. —digo sin pensar.

Su boca se abre y se cierra antes de que ella pregunte, — ¿No? — ¿Papá? —Al oír la voz de Mitchell, giro la cabeza y encuentro a mi hijo de pie cerca pero no demasiado cerca, con sus ojos saltando entre December y yo. — ¿Papá? —susurra December, sonando sorprendida. La dejo ir y doy un paso atrás mientras me vuelvo hacia Mitch, que tiene los ojos puestos en ella, y parece confundido. No confundido porque acaba de encontrar a su viejo sosteniendo a una mujer contra la pared, sino como si estuviera confundido de por qué estoy sosteniendo a December contra la pared. —Hola, Mitch. —dice December en voz baja, e inclino la cabeza hacia ella, preguntándome cómo conoce a mi hijo—. Tu padre y yo estábamos... — ¿Cómo conoces a la Srta. Mayson? —me pregunta Mitch antes de que December termine de hablar, y me pregunto cómo diablos la conoce. Y luego recuerdo que me dijo que era maestra, pero estaba segura de que dijo que enseñaba en el jardín de infantes o en el primer grado. —Somos amigos. —le dice, viniendo a pararse a mi lado. — ¿Lo eres? —Me mira para confirmarlo. —Lo somos —estoy de acuerdo, y luego pregunto—. ¿Está todo bien? —Sí, la tía Selma dijo que tenía que venir a preguntarte si Max y yo podíamos tomar otra Coca-Cola, ya que ya tomamos una.

— ¿Van a estar saltando por las paredes toda la noche? —Probablemente. —Él sonríe y yo suspiro, lo que le hace sonreír aún más—. Dile a tu tía que dije que está bien. —Genial. —dice, y luego mira a December—. Nos vemos el miércoles, Srta. Mayson. —Nos vemos el miércoles. —responde con una sonrisa en su voz, y espero hasta que desaparece en la esquina, luego la miro y levanto una ceja—. ¿Qué? — ¿Miércoles? —Los miércoles, llevo a mi clase al instituto para un programa de mentores. Es algo así como Big Brothers Big Sisters3, pero durante el horario escolar. A mis chicos les encanta. — ¿Mitch es un mentor? —Sí, él y algunos otros chicos de su grado. — ¿Cuánto tiempo lleva haciendo eso? —Desde que empezó el año escolar. —dice, y miro hacia el final del pasillo, preguntándome por qué nunca me lo mencionó. Luego me pregunto si lo ha hecho, pero no lo recuerdo porque no presté atención cuando lo mencionó. Joder, necesito prestar más atención a mis chicos. Especialmente a Mitchell, ya que tenía su edad cuando empecé a interesarme por las chicas. Mierda.

Es una organización sin fines de lucro 501 cuya misión es crear y apoyar relaciones de tutoría uno a uno que enciendan el poder y la promesa de la juventud. Los voluntarios adultos se emparejan con niños desde los 5 años hasta la edad adulta joven.

3

Con un pequeño movimiento de mi cabeza, miro a December. —Deberías volver con tu familia. — ¿Qué? —Ella respira. —Deberías volver con tu familia antes de que empiecen a preocuparse. —digo y luego empiezo a alejarme, mi mente se llena de pensamientos infelices sobre el crecimiento de mis hijos y lo que eso podría significar para nuestro futuro. Rezo para que el futuro se centre en los deportes y las universidades, no en elegir cunas y tratar de encontrar dinero para pagar los pañales. —Espera. —Se pone delante de mí con la cabeza temblorosa y su cabello rubio volando sobre sus hombros mientras las palmas de sus manos se apoyan en mi pecho para empujarme hacia atrás—. ¿Qué acaba de pasar ahí atrás? —Agita una mano hacia la pared a la que se enfrentó no hace ni cinco minutos. —No pasó nada. Sus ojos se estrechan. — ¿Acabas de decir que no pasó nada? —Vuelve con tu familia, December —Eres increíble. —silba fuerte, empujando mi hombro. Miro hacia donde su mano aún descansa contra mi pecho y luego a sus ojos, y ordeno, —Cálmate. —No me digas que me calme. —Su cabello vuela de nuevo mientras sacude su cabeza de izquierda a derecha—. Tú... tú... idiota. —Me señala—. No te arrinconé fuera del baño, ni te obligué a bajar al pasillo, ni te atrapé contra una pared, exigiendo saber con quién sales.

—Tengo que volver con mis chicos. —digo, luchando contra las ganas de tocarla, de besarla, de hacer algo, cualquier cosa para saciar la necesidad que crece en mi interior y que tiene que ver con el loco tirón que siento hacia ella. —Eres realmente algo más. —Se levanta de puntillas, acercando su preciosa boca a la mía—. Dijiste que no tenías tiempo para juegos. Obviamente, eso era una mentira, porque pareces ser un profesional en jugar con mis malditas emociones. —Cae sobre sus pies y luego empuja ambas manos contra mi pecho con más fuerza que antes, haciéndome dar un paso atrás—. Ahora que sé exactamente la clase de idiota que eres, voy a volver a cenar con mi familia, y en serio, espero no volver a verte nunca más. —Ember. —La agarro antes de que se vaya, y sus ojos se estrechan en mis dedos envueltos en su muñeca. —No me llames así. —Hay cosas sobre mí, cosas sobre mi vida que no sabes. —Sí. —Me mete los dedos de su mano libre en mi pecho y me dice—: ¿Sabes qué? Hay cosas de mi vida que tú tampoco sabes, porque no nos conocemos. Ahora déjame ir. —Ella tira para liberarse. Me agarro fuerte y contrarresto su tirón, forzándola a dar un paso más hacia mí. Un movimiento que hace que sus ojos brillen y sus pupilas se dilaten. — Tengo dos niños. —Sí, ya lo sé. ¿Recuerdas que mi prima vive al otro lado de la calle? Me habló de ellos. No sabía que eras tú o que Mitch era uno de tus hijos.

¿Por qué carajo no pensé en eso? Debí saber que Harmony le habría hablado de mí, Mitchell y Max. Mierda. —Yo también tengo una ex. —Sí, eso va con el territorio de tener hijos. No soy una idiota, imbécil. —dice, tirando de su mano y tratando de liberarse. —No seas grosera. —No me digas lo que tengo que hacer. —contesta, todavía luchando con el control que tengo sobre ella. —Jesús, no tenía ni puta idea de que fueras un gran dolor de cabeza. —Noticia de última hora, amigo: no nos conocemos. Escudriño su rostro, viendo el rosa de sus mejillas, sus ojos brillando de ira, y sus labios llenos, incluso apretados, y lucho contra el impulso de besarlos. — ¿Por qué coño quiero besarte ahora mismo? —Pregunto en voz alta, y su expresión se vuelve más tensa. —Hazlo, Gareth, y te juro por Dios que te arrancaré el rostro a mordiscos. —dice, sonando sin aliento y furiosa. Mirando sus preciosos ojos llenos de rabia mezclada con chispas de deseo, me siento dividido entre la risa y el rugido de mi frustración. No creo que nunca haya estado excitado y enojado al mismo tiempo, pero definitivamente estoy excitado y enojado en este momento. Le pongo los ojos en la boca y veo cómo saca la lengua para mojar su labio inferior, justo antes de susurrar: —Gareth, no. Un estruendo de frustración se desliza por mi garganta, vibrando mi pecho, justo antes de que baje la cabeza. Y sin decir una palabra más, se levanta para encontrarse conmigo a mitad de camino, nuestras

bocas se unen, nuestras lenguas se enredan, y su suave cuerpo se presiona contra el mío. Envuelvo un brazo alrededor de su cintura y enredo mis dedos en su increíblemente suave cabello, manteniéndola cerca mientras devoro su boca y absorbo su sabor. —Oh mierda. —escucho, y December también, a juzgar por la forma en que su cuerpo se pone rígido contra el mío y clava sus dedos contra mi pecho. Echo la cabeza hacia atrás y me encuentro con los ojos con Kim, la esposa de Sage, sobre su cabeza—. Yo... Sólo voy al baño. —tartamudea Kim antes de abrir la puerta del baño rápidamente y desaparecer detrás de ella. —Oh, Dios. —susurra December, alejándose antes de que tenga la oportunidad de agarrarla. Luego da un paso atrás fuera de mi alcance, levantando las manos entre nosotros—. Yo no... —Sacude la cabeza con sus ojos que parecen salvajes—. Lo siento. Yo… —Su lengua vuelve a tocar su labio inferior—. No sé qué pasó. Lo siento. —dice, justo antes de girar sobre sus talones y salir. La veo ir con mi estómago apretado. Lo único que me alivia es saber sin duda que es la última vez que la dejo marchar sin luchar.

Capítulo 5 December — ¿Qué demonios? —Gruño cuando el timbre suena por tercera vez consecutiva—. ¿En serio? —grito, tropezando a través de mi mayormente oscura sala de estar, bastante segura de que todavía estoy borracha, muy segura de que no he estado dormida por más de una hora—. Estoy aquí. —grito cuando la campana suena de nuevo—. Puedes dejar de pulsar el estúpido botón. —Tanteo con las cerraduras y luego abro la puerta y miro incrédula a Gareth—. Esto no está sucediendo. — ¿Duermes con eso todas las noches? —pregunta, refiriéndose a mi camisón azul de Supergirl que tiene una capa roja en los hombros, y mis ojos se estrechan sobre él. — ¿Cómo me encontraste? —pregunto mientras tomo una chaqueta de uno de los ganchos cerca de la puerta y me la pongo mientras pasa junto a mí en mi sala de estar. —De la misma manera que conseguiste mi número, tu primo me lo dio. — ¿Sage te dio mi dirección? —Pregunto, sin creerle ni un segundo. —Lo hizo. —Se encoge de hombros—. O debería decir que Kim lo convenció de dármela después de que les dije lo que pasó antes en el restaurante y les expliqué que quería hablar contigo en persona y disculparme.

—Genial. —murmuro, porque eso sí lo creo. Las mujeres siempre piensan que ese tipo de basura es romántica, y estoy segura de que Kim se desmayó por todo el maldito lugar cuando lo escuchó de un tipo que se parece a Gareth—. ¿Dónde están tus hijos? —Pregunto, parándome en medio de mi sala y mirándolo mientras camina, mirando las fotos y cosas que tengo en las paredes y estantes. —Intenté llamarte y te envié unos cuantos mensajes. —dice, ignorando mi pregunta. Sé que trató de llamar y me envió algunos mensajes de texto. Leí cada uno al menos una docena de veces mientras bebía una botella de vino sola, tratando de olvidar el beso que me dio y recordarme a mí misma por qué es una mala noticia. — ¿Dónde están tus chicos? —Pregunto de nuevo, mirando el reloj. No es exactamente tarde, son poco más de las once, pero no estoy segura de que dos niños deban estar solos en casa a esta hora de la noche. —Ambos decidieron ir a casa con mis hermanas después de la cena. —dice, estudiando una foto de mis hermanas y yo. Mi madre tomó la foto sin que lo supiéramos el verano pasado, cuando estábamos todos en el lago. Es una de mis fotos favoritas de mis hermanas y yo. Todas estamos de pie en una fila con nuestros brazos alrededor de los hombros de la otra, riéndonos de algo. No recuerdo de qué nos reíamos, pero sí recuerdo que me sentía feliz y agradecida, y tengo esa misma sensación cada vez que la miro. — ¿Querías algo? —Pregunto, luchando contra un escalofrío mientras su atención se dirige a mi estantería y sus dedos rozan el lomo de uno de mis libros.

—Lees mucho. —Sus ojos se encuentran con los míos—. ¿Lees algo además de romance? —Leo muchos géneros diferentes. Mis libros favoritos suelen tener un poco de romance mezclado en las historias, pero leo muchos misterios y me encanta lo paranormal. La serie que estoy leyendo ahora mismo es en realidad fantasía, y es increíble. Es sobre una chica que ha crecido como sirvienta, y no sabe que lleva sangre real que tiene magia en ella... —Mis palabras se silencian cuando noto que está sonriendo. — ¿Y qué pasa con ella? —pregunta, y no puedo decir si está realmente curioso o sólo está jugando conmigo. De cualquier manera, necesito terminar esto y sacarlo de aquí. No me gusta que parezca tener algún tipo de poder sobre mí, incluso después de experimentar su rechazo un par de veces. — ¿Puedes decirme por qué estás aquí? —Ya sabes por qué estoy aquí. Sí, lo sé. Desafortunadamente, la química que tenemos es algo que sólo he leído en libros y tendría que ser una tonta para no reconocerla por lo que era. Dicho esto, no quiero jugar el juego que parece estar interesado en jugar. — En ese caso, puedes irte. —Agito mi mano hacia la puerta—. Porque como dijiste una vez, no tengo tiempo para juegos o estiércol de instituto, así que no tenemos nada de qué hablar y no tienes ninguna razón para estar aquí. — ¿Estiércol? Mis mejillas se calientan con la vergüenza. —Ya sabes lo que quiero decir.

—Sí, y es adorable que no puedas decir la palabra mierda. —Me alegro que pienses así. Ahora, por favor, vete. —digo una vez más, preguntándome cuántas veces tendré que pedirle que se vaya antes de que lo haga. —Creo que sabes que no me iré a ningún lado. —Se sienta en mi sofá y se pone cómodo con sus largas piernas abiertas y sus brazos abrazando la parte de atrás, haciendo que mi sofá, que es demasiado grande para mi apartamento, parezca minúsculo. Lo miro con incredulidad, preguntándome exactamente cuán infelices serán mis vecinos si empiezo a gritar a todo pulmón. —Tenemos que hablar. —No necesitamos hablar. —niego, sacudiendo la cabeza, sintiéndome como una idiota parada en mi maldita casa con una chaqueta sobre mi camisón y con él sentado a unos metros de distancia como si tuviera derecho a estar aquí—. Tienes que irte. —He estado soltero por mucho tiempo. —Me gustaría decir que es sorprendente, pero no lo es. —digo, esperando que reaccione, pero en cambio sigue hablando. —No hay muchas mujeres en las que confiaría alrededor de mis hijos, o que se queden conmigo si la mierda se pone dura, pero juro por Dios que en el momento en que te vi pensé, ella es el tipo de mujer

con la que deberías arriesgarte.

¿Por qué diablos me dice esto, y por qué me empieza a doler el estómago de repente?

—Entonces hablé contigo y recibí una dosis de tu humor y dulzura, y pensé que tenía razón en arriesgarme. Pero luego te vi salir a hurtadillas de mi habitación y de mi casa sin decir una palabra. —me dice, y envuelvo mis brazos alrededor de mi estómago, tratando de controlar el dolor allí mientras continúa—. Sé que fue injusto que te pintara con el mismo pincel que mi ex, pero ni siquiera puedo empezar a decirte la cantidad de veces que la vi salir a escondidas. No puedo contar cuántas veces la vi alejarse de mis hijos, o cómo tuve que intentar explicarles por qué su madre se fue después de estar allí unos días y luego se fue de repente. —No tienes que decirme esto. —digo, pensando que podría enfermarme. —Sí tengo que hacerlo. La cagué. La he cagado un par de veces desde que nos conocimos, y odio que seas tú quien se lleve la peor parte de esa mierda. Odio que mis reservas sobre empezar algo con una mujer hermosa e inteligente no tengan nada que ver con ella sino con mi propio equipaje personal. —Gareth. —susurro, luchando contra las lágrimas. —Quiero conocerte, Ember. —dice solemnemente—. Quiero pasar tiempo contigo. Quiero llevarte a cenar y escucharte hablar de hechos científicos raros y de los libros que estás leyendo. Quiero besarte, y follarte, y entender ese tatuaje que llevas ahora, después de que me digas tu razón para hacértelo. —Yo... no sé qué decir. —confieso, porque no lo sé.

—Di que me darás una oportunidad. —Se sienta hacia adelante, poniendo los codos sobre las rodillas y mirándome a los ojos—. Dime que estás dispuesta a conocerme. Dime que no soy el único que siente esta mierda, —sacude la cabeza—, sea lo que sea lo que haya entre nosotros. —Lo siento. —lo admito sin pensar, y se sienta adelante. —Eso es bueno. —Se levanta del sofá y camina hacia mí. No, olvida eso; merodea como un depredador que se concentra en su presa—. Sólo necesito una oportunidad. Sólo necesito que me digas que estás abierta a la idea de conocerme. Dios, ¿puedo hacer esto? ¿Puedo salir con él? Un tipo con dos hijos, uno de los cuales ya conozco, y como él dice, una ex a la que le gusta meterse con él. Lo miro a los ojos cuando se acerca, y ese tirón en mi vientre que existe cuando él está cerca cobra vida. Mi pulso comienza a latir tan fuerte que lo escucho en mis oídos, dándome la respuesta. —Una cita. —digo, sonando sin aliento, y su mano se levanta como si fuera a tocarme. Antes de hacer contacto, la deja caer a su lado. — ¿Tienes planes para mañana por la noche? Nunca tengo planes a menos que un miembro de mi familia me saque de mi Kindle y de la casa, así que sacudo la cabeza y digo, — No. —Te recogeré mañana a las 5:30 y te llevaré a cenar. —Puedo encontrarme contigo.

Sus ojos se iluminan con humor ante mi oferta y da un paso más hacia mí, tan cerca que mi pecho se encuentra con el suyo cada vez que respiro. —No sería una cita si no te recogiera, así que después de la cena puedo acompañarte a la puerta y darte un beso de buenas noches. —Antes de que pueda responder a su declaración, se inclina y pone sus labios en mi mejilla y luego se inclina hacia atrás para captar mi atención—. Te veré mañana por la noche, Ember. Juro que oigo un indicio de advertencia en su tono cuando siento el rastro fantasmagórico de sus dedos rozando los míos mientras me rodea. Me paro en el medio de mi salón con la cabeza sobre el hombro, llevando mi ridículo camisón bajo el abrigo y veo la puerta abrirse y luego cerrarse detrás de él. —Bien. —Dejo salir el aliento que estaba conteniendo—. Parece que tengo una cita mañana por la noche. —murmuro para mí misma mientras me quito la chaqueta y camino hacia la puerta. Empiezo a colgar mi chaqueta en su gancho, cuando la puerta se abre y Gareth mete la cabeza dentro, ordenando —Asegúrate de cerrar esto. Jadeando con la mano en mi pecho, lo miro y silbo: —Me diste un susto de muerte. Él sonríe y luego pasa sus ojos por encima de mí. —En serio, esa mierda es demasiado linda para describirla. —Vete a casa, Gareth. —Me acerco a la puerta, presionándola mientras me pongo detrás de ella, y lo oigo reír mientras la cierro y golpeo los tres cerrojos.

Con la mente llena de miedo y excitación, me dirijo a mi dormitorio. No sé por qué lo hago, pero llamo a April y le cuento lo que pasó. Le cuento que Gareth me acorraló en el restaurante, nuestra discusión, que me besó y que me fui corriendo. Luego le digo que él apareció y dijo cosas sobre su ex que me revuelve el estómago sólo de pensarlo. — ¿Qué vas a ponerte en tu cita? —me pregunta cuando termino de hablar, y casi me río. Es tan típico de April olvidar completamente que estaba enfadada con Gareth no hace mucho y preocuparse por lo que voy a llevar en mi cita. —No tengo ni idea. —Iré mañana en la mañana y te ayudaré a revisar tu mierda. Si no encontramos el traje perfecto para ti, tenemos tiempo de ir al centro comercial antes y encontrar algo allí. — ¿Te he dicho que te quiero? —No últimamente, pero sé que lo haces, así que todo está bien. —dice, y sé que está sonriendo. —Bueno, lo hago. Así que gracias por escucharme. —Estoy aquí cuando quieras hablar. Ya lo sabes. —añade, y lo sé; es sólo una de las muchas cosas por las que estoy agradecida—. Trata de dormir un poco. Te veré mañana. —Trae café. —le digo antes de que cuelgue, y luego añado—. Y sándwiches de desayuno de Marco's. —Lo tengo. —Ella se ríe, diciendo—: Hasta luego.

Empiezo a dejar caer mi móvil en la mesa de noche, pero me detengo cuando me zumba en la mano un mensaje de texto. Sonrío cuando veo idiota caliente no responder en la pantalla.

Espero con ansias el día de mañana. Duerme bien. Mis dedos pasean por el teclado de mi teléfono antes de finalmente decidir exactamente qué decir en respuesta.

Yo también, buenas noches. Pongo el timbre en silencio para no tener la tentación de mirarlo y luego dejo caer mi móvil en la mesa junto a la cama y apago la luz. Me pongo las sábanas al hombro y Melbourne salta sobre la cama, se enrosca en el estómago y empieza a ronronear. Saco mi mano debajo de la manta y paso mis dedos por encima de su cabeza, escuchando como el sonido se hace más fuerte. —Ojalá fueras así de dulce todo el tiempo. —le digo, y él responde girando para morderme los dedos con fuerza—. Imbécil. —Meto mi mano bajo mis cobijas—. Estás buscando una amiga peluda a la que le guste mi atención. —Con un fuerte miau, se levanta, camina a lo largo de mi cuerpo, y luego presiona su rostro contra el mío como si estuviera amenazándome silenciosamente antes de acurrucarse en mi hombro—. No estoy bromeando. A la primera oportunidad que tenga, le hablaré a July de mis opciones. —le advierto, frota su cabeza contra mi mandíbula—. Es demasiado tarde para ser dulce ahora. —murmuro, cierro los ojos, y sorprendentemente, incluso con mi inminente cita en mente y mi gato al que no le gusto tumbado en mi hombro, me duermo rápidamente.

—Por fin. —April suspira dramáticamente mientras salgo del probador y me detengo frente al espejo de tres lados. — ¿Te parece? —Paso mis manos por el suave material negro y miro el corte del vestido sin mangas y ajustado que parece sencillo desde el frente, con un escote alto y un dobladillo que me golpea en la mitad de la pantorrilla. Luego me giro para mirar por encima de mi hombro la espalda del vestido, que muestra una buena cantidad de piel. —Es perfecto. Casual y sexy. No importa si te lleva a McDonald's o a Frank's Steakhouse. —Le sonrío a mi hermana—. Aunque, si te lleva a McDonald's, no creo que debas darle una segunda cita, o la vagina. Me río y sacudo la cabeza, sabiendo con seguridad que Gareth no me llevará a McDonald's, aunque no sepa exactamente dónde me llevará a cenar. Cuando April vino esta mañana, me preguntó si sabía dónde íbamos para ayudarme a encontrar el outfit perfecto, y cuando le dije que no, me dio mi teléfono. Lo llamé para preguntarle, y se burló de mí, preguntándome si mi camisón era una opción. Después de amenazar con colgar y escucharlo reír, me dijo que debería llevar un vestido. —Estoy segura de que no me diría que me pusiera un vestido si planeara llevarme por la línea de autoservicio en Mickey D's. —No lo sé. Un vestido es de fácil acceso, y la comida rápida es... bueno, rápida. Consíguelo, vuelve a su casa, y... —Puedes parar. —Me río, cortándola, y ella sonríe y se levanta, acercándose por detrás de mí.

—En serio, este es el vestido. Te ves sexy, y no tengo dudas de que se preguntará cómo tuvo tanta suerte cuando te vea en él. Me vuelvo a mirar al espejo una vez más y me examino antes de encontrarme con su mirada. — ¿Y ahora qué zapatos me pongo? —Tacones, los que tienes con el fino tacón negro, el lazo en la parte de atrás y la correa en el tobillo. Son perfectos. — ¿Así que los zapatos planos no son una opción? —Pregunto medio en broma, porque incluso pensar en esos tacones hace que me duelan los pies. —Puedes manejar los tacones por unas horas, abuela. —Ella pone los ojos en blanco—. Ahora, ve a cambiarte, paga este vestido, y vamos al patio de comidas a tomar algo de comida y un café. —Suena como un plan. —Me dirijo al camerino y me cambio del vestido y vuelvo a mis vaqueros y mi camiseta. Luego llevo el vestido a la caja registradora, donde recojo unos bonitos brazaletes con cuentas multicolores y un par de pendientes que April me dice que quedarán perfectos con el vestido. Pago por mis cosas, y después de eso, vamos a almorzar y a tomar café antes de salir del centro comercial y volver a mi casa. April se va después de indicarme cómo debo peinarme y maquillarme, y le prometo que la llamaré cuando llegue a casa para contarle cómo fue la cita. Cuando se va y me sobran unas horas antes de que tenga que empezar a prepararme, encuentro mi Kindle y me pongo cómoda en mi sofá. Me acomodo, y justo cuando empiezo a perderme en un mundo completamente diferente, suena mi teléfono. No es sorprendente que la primera llamada sea de mi hermana May, que vive con April. Me

informa de que April le dijo que iba a tener una cita, y luego me dice que debería ignorar cualquier consejo que April me haya dado sobre dormir con Gareth esta noche, algo que me hace reír. Mientras ella y yo seguimos al teléfono, June y July me llaman, diciendo que hablaron con April. Les digo que lo que han oído es verdad, y que tienen planes para desayunar conmigo mañana por la mañana. Ni siquiera un minuto después de colgar el teléfono con ellos, mi teléfono suena una vez más, y suspiro cuando veo el nombre de mi madre. Y juro que si April conoce a alguien con quien vaya un poco en serio, le pagaré diez veces peor por abrir su gran boca. —Hola, mamá. —digo mientras me pongo el teléfono en el oído. —Acabo de hablar por teléfono con April. —me dice, algo que ya he descubierto—. Sólo quiero decirte que tu padre y yo pasamos un poco de tiempo con Gareth en la boda de Cobi, y los dos quedamos muy impresionados con él. —Mamá. —empiezo, pero me corta. —Sé que no necesitas nuestra aprobación, pero quiero que sepas que lo aprobamos. Parece un buen tipo, y por lo que dijeron Sage y Cobi, es muy trabajador y ama a su familia. —Tiene dos hijos. —digo, pensando que eso es un motivo de ruptura, si no para ella, definitivamente para mi padre. —Pensé que querías hijos. —me dice en voz baja. Mis ojos se cierran. —Sí, pero hay una diferencia entre tener hijos propios y salir con alguien que ya los tiene. —digo, sintiéndome un poco culpable por admitir la verdad. Si soy honesta, la idea de que

Gareth tenga hijos de esa edad me asusta un poco. De acuerdo, me asusta mucho. Conozco a Mitch por haber pasado tiempo con él en la escuela, y es un gran chico, pero eso no significa que le parezca bien que salga con su padre. ¿Y si su hermano me odia? ¿Y si las cosas entre Gareth y yo se ponen serias, y sus chicos terminan resentidos conmigo? O si... —Cariño. —corta mis pensamientos desenfrenados—. Amas los niños; siempre lo has hecho. Y los niños te aman a ti. —dice suavemente—. Estoy segura de que estás asustada. Honestamente, me preocuparía si no lo estuvieras. —La escucho respirar profundamente—. No sé qué pasará entre ustedes dos, pero quería que supieras que nos gusta. —Mamá. —Suspiro, preocupada de que esté planeando mentalmente una boda y preparándose para más nietos, incluso los más viejos pueden corromper... —Me gusta, cariño —dice, y mi pecho se tensa, porque usa el tono que siempre usa cuando quiere que la escuche—. Honestamente, me asustaba lo mucho que me recordaba a tu padre cuando nos conocimos. — ¿Qué quieres decir? —En la boda de Cobi, vi la forma en que te miraba antes de acercarse a ti en el bar. Vi la mirada en su rostro cuando finalmente captó tu atención, y entonces... —Hace una pausa—. Yo umm... los vi a ustedes dos juntos afuera. — ¿Que? —Casi grito.

—Prometo que no estaba espiando. —dice rápidamente—. Me di cuenta de que estabas un poco desequilibrada cuando te escabulliste por la salida trasera, así que te seguí para asegurarme de que estabas bien. Cuando salí, estabas con él, y, bueno, me di cuenta de que estarías bien, así que me fui. —Dios mío. —susurro, ahora completamente humillada. —Era dulce la forma en que te sostenía. —dice ella, triste. —April estuvo acurrucada con un chico toda la noche. ¿Pensaste que era dulce? —Pregunto, queriendo cambiar de tema. —Tu hermana es una mujer de otra clase, cariño, y tu padre y yo lo hemos aceptado. No sé con qué clase de hombre terminará, pero rezamos para que sea la clase de hombre que sepa cómo tratarla. —Necesita a alguien que la trate. —murmuro, todavía molesta de que llamara no sólo a nuestras hermanas sino a nuestra madre para que supieran que iba a tener una cita. No me sorprendería que estuviera al teléfono ahora mismo con nuestras primas, tías, tíos y abuelos, dándoles la noticia. —No te enojes con ella. Está aliviada de que las cosas funcionen después de lo que pasó. Oh, Dios mío, pensé que esto no podía empeorar, pero me equivoqué. — ¿Te lo dijo? —Ella estaba molesta.

—No puedo creer que te haya contado lo que pasó. —silbo. No me importa que lo compartiera con nuestras hermanas, o incluso con nuestras primas que tienen los mismos cromosomas X, pero ¿nuestra madre? —Ella sentía que era su culpa. Fue su culpa. De acuerdo, no lo fue, pero, aun así, en mi cabeza lo fue. —Ni siquiera importa, ya que vas a tener una cita con Gareth esta noche. —me recuerda mamá, sonando feliz una vez más. Por mucho que quiera discutir, sé que no tendrá sentido. Y de verdad, sólo quiero colgar el teléfono y tratar de relajarme antes de empezar a prepararme. —Tienes razón, no importa. —Exactamente. —dice, y luego añade—. Que te diviertas esta noche. —Lo haré. —Con suerte. —Nos vemos en el desayuno. Espera... ¿qué? — ¿Qué? —Nos reuniremos todas para desayunar por la mañana. —dice, y yo parpadeo hacia el techo, preguntándome cómo se sentiría estar en una familia a la que no le importara nada lo que hago o con quién salgo. Con un pequeño movimiento de mi cabeza, me doy cuenta de que probablemente no me gustaría mucho. Mi familia puede estar loca y estar muy metida en mis asuntos, pero no los cambiaría por nada del mundo.

—Supongo que te veré por la mañana. —Suspiro.

Se ríe y luego dice lo que siempre dice cuando colgamos. —Te amo más allá de todas las galaxias, hermosa chica. —Te quiero más que eso, mamá, y dile a papá que lo quiero igual. —Lo sabe, pero se lo diré de todos modos. —promete, y sé que sonríe, porque puedo oírlo en su voz—. Diviértete esta noche, y ten cuidado. —Lo haré. —Hasta luego, cariño. —Hasta entonces. —Me quito el móvil del oído y miro el reloj. Veo que todavía tengo una hora para leer antes de que necesite empezar a prepararme, así que enciendo mi teléfono en silencio para que no me interrumpan, tomo mi Kindle que está descansando en mi regazo y la enciendo. Procedo a perderme en una historia llena de aventuras, magia y romance, y mientras leo, trato de no pensar en mi aburrida vida. Trato de no preguntarme qué pasaría si tuviera una aventura propia. Aun así, pienso y me pregunto hasta que miro el reloj y me doy cuenta de que Gareth estará aquí en menos de media hora y que llegaré tarde a nuestra primera cita.

Capítulo 6 Gareth

M

e siento en mi banco de pesas y me inclino hacia adelante,

colocando cada una de las pesas de cincuenta libras en mis manos en el suelo a mis pies, cuando escucho a Max gritar, — ¡Papá, estamos en casa! —sobre la música que estoy escuchando. Me levanto, bajo la radio y grito: — ¡Estoy en el garaje! —escuchando el sonido de los pasos en los pisos de madera acercarse—. ¿Se divirtieron? —Le pregunto a Max mientras salta por la puerta abierta con su hermano, mis hermanas gemelas siguiéndolos de cerca. —Claro que se divirtieron. —dice Sejla mientras recojo mis pesas y las coloco en el estante donde deben estar. — ¿Qué es ese olor? —pregunta Selma. —Se llama sudor. —Max se ríe. —Es asqueroso. Necesitas una vela o algo aquí. —Selma agita su mano frente a su rostro. —Es un gimnasio. Se supone que no debe oler bien. —Mitchell informa a su tía con una sonrisa, y yo me río. —Bueno, los chicos son asquerosos. —dice con una expresión de asco.

— ¿Qué vamos a hacer esta noche, papá? —Mitch se sube a la cinta de correr y la enciende antes de proceder a caminar hacia atrás. —Ustedes van a pasar unas horas con la abuela esta noche. — ¿Estarás trabajando con la abuela B? ¿Puedo ir a ver? —Max pregunta, y yo sacudo la cabeza. — ¿Adónde vas entonces? —Mitchell pregunta, estudiándome. Joder, no debería ser tan jodidamente difícil decir que voy a tener una cita, pero lo es, ya que no es algo que haya tenido que decirles antes. —Tengo una cita. — ¿Una cita? Como... ¿con una chica? —Pregunta Max, y escucho a Selma o a Sejla reír, pero no estoy seguro de cuál, ya que sus risas son casi tan idénticas como ellas. —Sí. — ¿Con quién? —pregunta Mitch, y yo lo miro. —December — ¿La señorita Mayson? —Frunce el ceño. —Sí, ¿te parece bien? —Mierda, ni siquiera sé qué haría si dice que no. —Está bien. —Se encoge de hombros. — ¿Vas a tener una cita con December Mayson? —Selma pregunta, y yo la miro. —Sí.

—Vaya. —Ella mira a Sejla, y comparten una mirada que, he aprendido a lo largo de los años, es en realidad una conversación en toda regla. — ¿Quién es December? —Max pregunta, mirando a todos en la habitación con una mirada que dice que se siente excluido. —Ella es genial. —le dice Mitchell a su hermano—. Es una maestra. — ¿En el instituto? —Max lo aclara. —No, ella enseña a los de primer grado. Max frunce el ceño. —Entonces, ¿cómo la conoces? —Ella y algunos otros profesores de primer grado traen sus clases al instituto una vez a la semana. Un grupo de niños de mi clase y yo jugamos con ellos, o leemos libros. Es divertido, y además podemos saltarnos la sala de estudio. —dice como si eso fuera lo mejor—. La Srta. Mayson es una de las profesoras más geniales que viene. La mayoría de los otros profesores son engreídos, pero ella siempre se ríe y bromea con nosotros cuando está allí. —Genial. —dice Max, y Mitchell sonríe. —Sobre eso, chico. No recuerdo que me lo hayas mencionado nunca. —digo, observando a mi hijo mayor de cerca. —No es gran cosa. —Se encoge de hombros de forma casual antes de girar para apretar la flecha hacia arriba y aumentar su velocidad en la cinta de correr.

—Tienes razón. —estoy de acuerdo cuando me mira, y sigue caminando hacia atrás, más rápido ahora—. No es gran cosa, pero es algo que me gustaría saber que estás haciendo. También es algo de lo que estoy orgulloso que hagas. —Es increíble que estés haciendo eso. —dice Selma, y veo que Sejla asiente con la cabeza—. Estoy segura de que a los niños les encanta y te admiran de verdad. —Supongo. —murmura Mitchell, pareciendo un poco avergonzado. —Estoy orgulloso de ti, chico. —digo, y sus ojos se encuentran con los míos—. Tu tía tiene razón. Esos chicos probablemente te admiran y esperan con ansias el tiempo que pasas con ellos cada semana. —Gracias, papá. —murmura, y yo levanto la barbilla, sin querer hacerlo sentir más incómodo de lo que ya se siente. —Entonces, ¿dónde vas a llevar a December? —Sejla pregunta, y yo miro hacia donde está parada con los brazos cruzados sobre su pecho mientras me estudia—. Por favor, dime que es un lugar agradable y no un lugar de pizza o hamburguesas. —La llevaré a Flame. —respondo, y sus ojos se abren. No me sorprende su expresión. Flame se abrió hace tres meses, y la lista de espera para una mesa es de un mes desde su apertura—. Conozco al dueño. He trabajado bastante en sus autos, y me dijo hace un tiempo que, si quería una mesa, era mía. Así que le pedí un favor. —Bueno, me impresionó. —Me alegro de que lo apruebes. —murmuro sarcásticamente, y ella sonríe.

— ¿A qué hora viene la abuela? —pregunta Max detrás de mí, y me giro para encontrarlo en la cinta de correr con su hermano. —Alrededor de las 4:30. — ¿Podemos ir al cine esta noche? —Si tu abuela quiere llevarlos, claro. —respondo, y los dos sonríen, ya que saben por experiencia que todo lo que tienen que hacer es preguntar y su abuela saltará a la oportunidad de hacerlos felices—. Dicho esto, ustedes dos deberían adelantarse a cualquier tarea que tengan antes de que ella llegue. Así, mañana, no os quejaréis cuando vea el partido y coma comida basura sin ustedes. —Los deberes apestan. —afirma Max mientras Mitchell se gira para apagar la cinta de correr. —Miren el lado positivo; ustedes dos sólo tienen unos pocos meses más de escuela antes de que llegue el verano. —le dice Sejla, y sus ojos se dirigen a ella mientras se aleja de su hermano, quien juguetonamente lo empuja de la ahora quieta cinta de correr. —Supongo que tienes razón. —dice él, y luego su tía me mira—. Si voy a hacer los deberes, necesito comida para el cerebro. —Acabas de comerte una comida entera de McDonald's en el auto de camino aquí. ¿Cómo es que tienes hambre ahora mismo? —Selma pregunta, sonando sorprendida. —Eso fue como hace una eternidad. —dice con seriedad, y ella sacude la cabeza con incredulidad.

Enrosco a mi chico en mi costado e inclino mi cabeza hacia él. —Enciende el horno y te pondré una pizza antes de meterme en la ducha. —Genial. —Él sonríe, y yo le despeino el cabello y lo dejo ir para verlo abrazar a sus tías antes de desaparecer por la puerta de la casa. —Yo también necesito comida para el cerebro, papá. —me dice Mitchell con una sonrisa mientras Selma y Sejla empiezan a murmurar en voz baja cuánto comen mis hijos. —Estoy seguro de que una pizza será suficiente para mantenerlos a ti y a tu hermano hasta la cena. —Supongo que sí. —refunfuña antes de salir por la puerta. —Umm... ¿se te olvida algo? —Sejla le pregunta a su espalda, y sus hombros se caen mientras se vuelve a mirar a sus dos tías, que lo miran expectantes. —Lo siento. —Levanta la mano para chocar los cinco, y mis hermanas lo toman como un desafío y lo abordan al mismo tiempo. Una vez que está atrapado entre ellas, comienzan a abrazarlo y besarlo. — ¡Papá! —grita, mirándome para pedir ayuda, y yo levanto las dos manos y me río mientras él gime y refunfuña, intentando sin éxito esquivarlas. —Ahora, puedes irte. —Selma se ríe, liberándolo al mismo tiempo que Sejla.

Le oigo gruñir en voz baja mientras se ajusta la ropa y se arregla el cabello, y sonrío mientras me mira fijamente antes de salir pateando, desapareciendo de nuevo en la casa. —Está creciendo demasiado rápido. —dice Sejla, y siento que el dolor me atraviesa el pecho. Ella tiene razón. Trato de no pensar en ello, pero sé que sólo pasarán unos años antes de que busquemos universidades. Y después de eso, se mudará, eventualmente encontrará a alguien con quien pasar su vida, y comenzará una familia propia. Y no mucho después de que se haya ido, Max hará lo mismo y comenzará su propia vida. Parece que hace unos minutos estaba sosteniendo a cada uno de ellos contra mi pecho, maravillándome del hecho de que yo los creé. Y ahora están en la cúspide de convertirse en hombres. —Mis dos hijos están creciendo demasiado rápido. —respondo, viendo los rostros de mis hermanas suavizarse con comprensión—. Me ha encantado verlos crecer y convertirse en hombres, pero... —Extrañas a tus bebés. —dice Sejla en silencio, cortándome el paso. —Sí. —Me froto la tensión de la nuca. —Tal vez tengas otro bebé algún día. —dice Selma, y yo sacudo mi cabeza en negación. —No dormir, biberones, y cantidades interminables de pañales... No, gracias. Lo hice dos veces, y no voy a volver a hacerlo. —Todavía eres joven. —señala Sejla, como si eso fuera razón suficiente para tener otro hijo.

—Tengo a mis hijos. He hecho lo de criar bebés y he disfrutado cada segundo, pero no me interesa volver a pasar por eso. —digo, y luego veo a mis hermanas compartir una mirada de decepción—. ¿Qué? —Pregunto, mirando entre las dos. —Eres joven. —repite Sejla, y luego levanta la mano cuando empiezo a abrir la boca para reiterar mi declaración anterior—. Con quienquiera que termines, lo más probable es que también sea joven, así que, ¿qué pasará si no tienen hijos y quieren empezar una familia contigo? Mi pecho se oprime mientras comprendo completamente el punto que ella está tratando de explicar. Aun así, digo, —Con quienquiera que termine nos tendrá a mis hijos y a mí. —De acuerdo, lo entiendo, pero quizá no deberías cerrar completamente la puerta a la idea de tener más hijos. —me dice, y luego continúa con su voz bajando a un tono solemne—. Con Mitchell y Max, eras un padre soltero que hacía todo el trabajo pesado solo. Sería diferente si encontraras a la mujer adecuada, alguien que quisiera ser madre. Alguien con quien compartir las cosas, que se quedará incluso cuando las cosas se pusieran difíciles. Quiero decirle que estaría abierto a la idea de tener más hijos con la mujer adecuada, pero sinceramente, no sé si lo estaría. —Por favor, por favor, no cierres esa puerta. —me suplica, leyendo mi expresión. —No cerraré esa puerta. —acepto sólo para quitarle la mirada de preocupación de sus ojos, y deja salir un respiro profundo antes de mirar a Selma y luego de vuelta a mí.

—Ambas hemos conocido a December. Es dulce, y su familia es genial, y creo que hablo por las dos cuando digo que estamos felices de que finalmente salgas con ella. Mierda. —Te mereces a alguien como ella. —añade Selma, y me doy cuenta en ese momento de por qué Sejla se mantuvo tan firme en que yo estuviera abierto a la idea de tener más hijos. December es joven, no tiene hijos, y si es como la mayoría de las mujeres, probablemente ha pensado en tener hijos propios. No es un tema que yo abordaría esta noche, pero definitivamente es algo de lo que tendremos que hablar si las cosas entre nosotros progresan. —Sólo diviértete esta noche. —Sus labios se inclinan hacia arriba en una sonrisa y luego mira a Sejla—. Tenemos que irnos si queremos llegar a Nashville a tiempo. — ¿Nashville? —Pregunto, preguntándome por qué se dirigen a la ciudad. —Uno de nuestros autores favoritos está firmando autógrafos en la librería del centro. —dice Selma, y yo pongo los ojos en blanco. Mis hermanas son ambas ávidas lectoras. Si no están trabajando, viajan a eventos de lectura en todo el mundo para conocer a sus autores favoritos y pasar el tiempo con sus amigos de libros. —Puedes aburrirme con los detalles nerd después. —les digo, y ambas se ríen cuando las llevo a la casa. Me paro en la cocina para sacar una pizza congelada del congelador, y mientras la pongo en una sartén y la coloco en el horno, van a despedirse de sus sobrinos. Me encuentro

con ellas en la puerta de entrada unos minutos después y las abrazo a cada una antes de que se vayan. Una vez que se han ido, llamo a la puerta de Mitchell y luego a la de Max, diciéndoles que escuchen el temporizador que puse para la pizza, esperando que uno o ambos lo escuchen. Recibiendo los acuerdos de ambos chicos, voy a mi habitación y me doy una ducha. Cuarenta minutos después, vestido con pantalones gris oscuro y una camisa de botones color borgoña, me dirijo hacia el sonido de las voces en la sala de estar. Encuentro a los dos chicos en el sofá y la pizza que puse antes en el horno entre ellos en la mesa de café. Empiezo a abrir la boca para preguntarles cómo van sus deberes, pero me quedo helado cuando oigo a Max preguntar: — ¿Y si vuelve mamá? —Amigo, ¿en serio? —Mitchell responde al instante, sonando molesto—. Mamá y papá no están juntos, y no han estado juntos como en... años. —Supongo que tienes razón. —La voz de Max está apenas por encima de un susurro—. Es sólo que... cuando mamá viene, papá siempre parece querer que se quede. —Papá quiere que tengamos a mamá, pero eso no significa que la quiera. —le dice Mitchell a su hermano pequeño con naturalidad, y mi pecho se aprieta—. No hemos visto a mamá en meses, y papá debería encontrar a alguien que lo haga feliz. — ¿Crees que...? —Max se detiene y parece reflexionar sobre lo que va a preguntar—. ¿Crees que December lo hará feliz?

—No lo sé, pero los vi juntos y... —Él corta sus propias palabras, y yo observo mientras sacude la cabeza—. Ella es agradable. Papá se merece a alguien agradable. —Mamá es agradable. —dice Max, sonando a la defensiva. Que él defienda a su madre no es sorprendente. Beth ha entrado y salido de su vida desde que nació, pero cada vez que ha entrado en razón, se ha esforzado en traerle regalos y hacer que parezca que ha estado en una aventura de la que no podía esperar volver, sólo para poder compartir todas sus historias con él. Veo una mirada irritada en los ojos de Mitchell, y cuando se sienta derecho y empieza a abrir la boca, sé que es el momento de intervenir. Obligo a mis pies a moverse y a mi boca a abrirse antes de que Mitchell tenga la oportunidad de responder. —Veo que ustedes dos se las arreglaron para compartir una pizza. Ahora, díganme. ¿Cómo van sus deberes? —Casi termino. —me dice Mitchell, y mis ojos se dirigen a Max. —A mí tampoco me queda mucho. —Si lo hacen todo hoy, iremos a la jaula de bateo mañana antes del partido. —Lo haremos. —asegura Max con emoción, y Mitchell asiente de acuerdo con su hermano. —Bien. —digo, girando hacia la puerta cuando se abre y entra mi madre. —Traje galletas con chispas de chocolate. —dice ella en forma de saludo, sosteniendo un recipiente de Tupperware en el aire.

— ¡Así se hace! —exclama Max, saltando del sofá para saludarla con un abrazo antes de quitarle el recipiente. Mitchell no está muy lejos de saludar a su abuela, pero noto que no la abraza. Sólo sonríe y le permite besarle la mejilla. Cuando los dos chicos se acomodan en el sofá con su pizza y el recipiente de galletas, miro el reloj para comprobar la hora y luego voy a la puerta principal y me encojo de hombros en mi chaqueta. — ¿Ya te vas? —pregunta Mamá. —Sí, quiero parar y recoger flores, y sé que el tráfico es una locura con toda la construcción que hay en la ciudad. —Flores. —murmura, con cara de orgullo, y luego me mira de pies a cabeza—. Estás guapo. El borgoña te queda bien. —Gracias. —murmuro, y ella sonríe—. Los chicos preguntaron sobre la posibilidad de ver una película. Dejé cien dólares en el mostrador de la cocina para ti, si te apetece tomarlos. —Puedo pagar para que mis nietos vean una película. —dice, sonando tan molesta como siempre lo hace cuando dejo dinero con ella para los chicos. —No es para la película. Es por los cuarenta dólares de comida chatarra que querrán, junto con lo que decidan recoger para la cena. —Iremos a Walmart antes y conseguiremos cosas para llevar con nosotros. — Me saluda con la mano. —Seguirán queriendo bebidas congeladas en la película, junto con palomitas de maíz, y comida después.

—Sí, y yo también puedo pagar esas cosas. No estoy en bancarrota. No lo está; siempre ha sido cuidadosa con el dinero. Aun así, siempre dejo dinero, incluso si sé que estará justo donde lo dejé cuando llego a casa. —Úsalo o no, pero está ahí si lo necesitas. —le digo, y me mira con una mirada llena de molestia. Miro el sofá, donde los chicos están comiendo galletas con chispas de chocolate y viendo algún programa en la televisión, y luego miro a mi madre—. Después de que coman, anímalos a que terminen sus tareas antes de ir al cine. —Es sábado. Pueden hacer los deberes mañana. —Sí, pero les dije que los llevaría a las jaulas de bateo mañana antes de que empiece el juego. Si tienen tarea, tendrán que perderse una u otra. —Oh, claro. —Volveré antes de las once. —le digo, y luego añado—: Si voy a llegar más tarde, llamaré. —A las once, a medianoche, mañana por la mañana... estaremos bien. —Ella sonríe, vuelve a ser feliz, y yo sacudo mi cabeza hacia ella. — ¡Chicos, sean buenos con su abuela! —Grito mientras agarro mis llaves. — ¡Lo haremos! —Max me devuelve el grito. —Diviértete, papá. —dice Mitch. —Gracias, amigo. —Levanto mi barbilla. —Diviértete esta noche. —Mamá guiña el ojo.

—Gracias. —sacudo la cabeza. Después de luchar contra el tráfico y recoger flores de la floristería de la ciudad, me dirijo al edificio de apartamentos de December y llego diez minutos antes de lo previsto. Salgo, llevando el ramo de peonías rosas conmigo, y me muevo a su puerta. Llamo y no obtengo respuesta, así que vuelvo a llamar y toco el timbre, escuchando una maldición murmurada justo antes de que abran la puerta. —Llegas temprano. —dice con los dedos envueltos en la toalla en su cintura, con el cabello aún rizado y un ojo más oscuro que el otro con maquillaje. —Ocho minutos. — ¿Qué? —Sacude la cabeza, dando un paso atrás mientras entro en su apartamento. —Llego ocho minutos antes. —Miro el reloj en su pared—. En realidad, siete. —Miro a mi alrededor y veo su lector electrónico en el sofá, junto con una bolsa abierta de Cheetos y una Coca-Cola Light en su mesa de café—. ¿Te olvidaste de nuestra cita? — ¿Qué? Por supuesto que no. Yo sólo... —Déjame adivinar. —la corto—. Estabas leyendo y perdiste la noción del tiempo —Algo así. —Ella mira hacia otro lado mientras sus mejillas se vuelven rosadas por la vergüenza. —Tendrás que hablarme del libro en la cena.

Ella mira el reloj y sus ojos se abren. —Mierda. —Da vueltas—. Volveré en diez minutos, siéntete como en casa. —grita mientras sale corriendo. Pensando que le llevará más de diez minutos terminar de prepararse, coloco las flores en mi mano junto a su Coca-Cola en la mesa de café y luego me tomo un momento para mirar alrededor. Su sala de estar es pequeña, pero también es brillante y llena de color. Hay fotos en las paredes, junto con piezas de arte floral enmarcadas y citas de varias personas, todas arregladas con arte. No hay un espacio vacío para ser visto, y aunque es caótico, sigue siendo de alguna manera ella. Camino hacia sus estantes, tomo el libro de arriba de una pila, todos del mismo autor, y abro la tapa. Al igual que los preciados libros de mis hermanas, está firmado para ella. Sonrío y lo coloco de nuevo en su sitio antes de examinar el resto de su colección de libros. Minutos después, comienzo a moverme para mirar algunas de sus fotos, cuando escucho que se abre una puerta. Me doy la vuelta y me congelo mientras me empapo de cada detalle. Desde sus ojos ahumados, la caída de su cabello alrededor de sus hombros, y el material negro que contornea cada centímetro de su voluptuoso cuerpo. —Siento mucho estar lista tan tarde. —me dice, dándose la vuelta para agacharse y recoger su bolso del sofá. Dios mío. Me pican las manos al tocarla. El vestido es simple; no muestra mucha piel, pero con la forma en que se amolda a sus tetas y culo, bien podría estar desnuda. Luego, están los tacones que lleva, tacones que me imagino hundiéndose en mi carne mientras la follo.

Sin duda, cada hombre que la vea esta noche va a estar pensando las mismas cosas sucias que yo ahora. Por suerte para mí, ella estará de mi brazo. —Estoy listo cuando tú lo estés. —Ella agacha la cabeza para evitar mirarme. Cruzo la habitación y me detengo lo suficiente para recoger las flores, y su mirada finalmente se encuentra con la mía cuando se las doy. La veo lamerse los labios mientras inclina la cabeza hacia el ramo y se los lleva a la nariz. —Las peonías son mis favoritas. —Lo sé. —admito, y su mirada asustada se levanta, encontrándose con la mía—. Le pregunté a Sage, quien le preguntó a Kim, quien finalmente me respondió después de llamar a tus hermanas. Sus labios se separan con sorpresa, haciendo que sea jodidamente difícil no besarla. —No sé qué decir excepto gracias. —dice tímidamente. —De nada. —Extiendo la mano, tocando con los dedos las flores, y sus pupilas se dilatan—. ¿Quieres ponerlas en algo? —Lo haré cuando llegue a casa. Sé que has hecho reservaciones, y ya estamos llegando tarde por mi culpa. —Ella se gira, llevando el ramo a través del arco abierto a su cocina, y yo la sigo, viéndola colocar un tapón en el desagüe y luego abrir el agua. Una vez que el fregadero tiene un par de pulgadas de agua en el fondo, ella apoya las flores

contra el borde, cierra la tubería y se vuelve hacia mí—. Ahora sí que estoy lista. —Ella sonríe, y yo me río, poniendo mi mano en su espalda baja para llevarla fuera, esperando que esta mujer no sea demasiado buena para ser verdad.

Capítulo 7 December

R

espira, solo respira, repito una y otra vez en mi cabeza

mientras Gareth abre la puerta del pasajero de su SUV. Trago, mirando hacia arriba al asiento que está por encima de mi pecho, preguntándome nerviosamente cómo voy a llegar allí sin parecer una idiota. Mi vestido es demasiado ajustado para levantarme con gracia, y todavía no he dominado el arte de hacer algo más que caminar o estar de pie con tacones. —Déjame ayudarte. —Su cálida mano se posa en mi espalda baja, y el calor se filtra a través del fino material de mi vestido, haciéndome temblar. Lo miro y sacudo la cabeza. —Puedo arreglármelas. —O espero poder. Él sonríe y de repente su mano en mi espalda se desliza hacia mi cadera. Me gira para mirarlo, y cuando la mano opuesta se enrosca en mi cintura, empiezo a preguntarle qué está haciendo. Antes de que mi boca forme palabras reales, mis pies ya no están en el suelo y mi trasero está en el asiento de cuero. —Tú... —Empiezo a acusarlo de levantarme, pero sus dedos se enroscan alrededor de mi pantorrilla, haciendo que sienta un cosquilleo, y pierdo el hilo de mi pensamiento. —Mete los pies y abróchate el cinturón, Ember.

Con mi corazón latiendo, rápidamente meto los pies, pero cuando la puerta se cierra de golpe, no me abrocho el cinturón. Lo observo a través del parabrisas mientras camina frente el capó, pensando en cómo me siento por lo que acaba de hacer. Me doy cuenta de que, cuando me abrió la puerta, me gustó. No estoy segura de cómo me siento al respecto, me agarro el cinturón mientras él se coloca al volante y lo traba en su sitio. —Podría haberlo hecho por mi cuenta. —Sí. —Pone la llave en la ignición y enciende el motor, mirándome—. Pero el hecho de que contemplaras cómo lo harías me dio una excusa para tocarte, y desde que saliste de tu habitación con ese vestido, me pican las manos. — ¿Qué significa eso? —Pregunto, aunque estoy bastante segura de que ya sé la respuesta. Se vuelve completamente hacia mí, y el calor que veo en su mirada provoca hormigueos de deseo me ilumine desde las raíces de mi cabello hasta las puntas de los dedos de los pies. —Significa que voy a encontrar cualquier razón para tocarte esta noche. ¡Respira! Grita mi mente mientras mis labios se separan para formar una suave O. Sus ojos, ahora en mi boca, se levantan para encontrarse con los míos, y susurra —Sí. —Sin respuesta por mi parte, coloca su mano en el reposacabezas de mi asiento y cuidadosamente se retira de su lugar de aparcamiento y luego pone el motor en marcha. Agarro mi bolso en mi regazo con ambas manos mientras él sale de mi complejo de apartamentos, deseando que mi corazón vaya más despacio. — ¿A dónde vamos?

—A cenar. —responde simplemente, y quiero poner los ojos en blanco. —Ya lo sé, pero ¿dónde? —Es una sorpresa. No sé si puedo soportar más sorpresas de él esta noche. Las flores que me trajo fueron una sorpresa, especialmente después de admitir que no me trajo un ramo de flores comprado en una tienda que escogió al azar. No, en vez de eso, se esforzó mucho en encontrar mis favoritas. Entonces sus cumplidos y admitir que quería tocarme me han llevado al límite. — ¿Me das una pista? —Es caliente. — ¿Quieres decir picante? —Pregunto, y veo que sus labios se mueven como si algo fuera divertido—. ¿Qué? — ¿No te gustan las sorpresas? Pienso en ello por un segundo, y luego respondo honestamente, — No realmente. —Eso es una sorpresa. — ¿Por qué dices eso? —Pregunto, ajustándome en el asiento. —Lees, y a juzgar por la cantidad de libros que tienes, mucho. Dudo que entres en cada libro queriendo leerlo porque sabes cómo va a terminar.

Maldición, tiene razón. Sin embargo, también está un poco equivocado. —Cuando estoy leyendo y llego a un punto en un libro que me pone nerviosa sobre cómo resultarán las cosas, salto al final sólo para asegurarme de que todo termine bien. — ¿En serio? —Me mira. —De verdad. En mi mente, no puedo seguir adelante con el libro si no sé, que hay un felices para siempre. — ¿Eso no te arruina la historia? —No, es como morder un sándwich. El pan sabe bien, pero la carne, el queso, la mayonesa y la mostaza es lo que lo hace delicioso. Nunca leo mucho del final, sólo lo suficiente para sentirme bien con lo que voy a conseguir antes de continuar. —Extrañamente, lo entiendo. — ¿Lo entiendes? —Pregunto, sabiendo que parezco tan sorprendida como sueno. —Sí, pero, aun así, me gusta que me sorprendan. —Se detiene en un semáforo en rojo y se gira para sonreírme—. Imagínate que tomas el mismo sándwich que has comido todos los días, pero luego lo muerdes y te das cuenta de que es algo que nunca has comido y mejor que cualquier cosa que hayas probado. —Pero, ¿y si no lo es? —Pregunto, sosteniendo su mirada—. ¿Y si es asqueroso y tienes que tirarlo a la basura y sentir hambre el resto del día, porque no te has ceñido a lo que conoces?

—Así es la vida. —Él mira hacia otro lado cuando la luz cambia a verde—. Podemos planear todo lo que queramos, pero al final del día, algunas cosas están fuera de nuestras manos. Un día, puedes sentir que lo tienes todo planeado, y luego llega el día siguiente y algo inesperado sucede, derribándote o empujándote hacia adelante. —Eso es algo profundo para una charla de sándwich. —digo, medio en broma y medio en serio, sus palabras resuenan con una parte de mí que todavía estoy tratando de entender. Una parte de mí que quiere ser valiente y arriesgarse. —Tienes razón, así que deberíamos ir a comer. —responde, y entonces me doy cuenta de que estamos entrando en un aparcamiento lleno de autos. Me lleva un par de segundos averiguar dónde estamos, y cuando lo hago, sacudo la cabeza. —Flame. —repito su pista anterior, y sonríe mientras rueda hacia un espacio vacío y apaga el motor. — ¿Sorprendida? —Se vuelve hacia mí después de poner el motor en neutro y apagarlo. —Mucho. —The flame ha sido la comidilla del pueblo desde que abrió, y todo lo que se ha dicho sobre él ha sido bueno, por lo que hay que llamar con meses de antelación para hacer una reserva. O al menos eso es lo que dijo mi papá cuando mencionó que quería llevar a mamá. ¿Cómo nos consiguió una mesa? —Conozco al dueño —responde a mi pregunta no expresada, y levanto una ceja—. He hecho algunos trabajos para él. — ¿Tatuajes? —Pregunto, y él sacude la cabeza.

—No. Además, Mack, el dueño de este lugar, tiene un concesionario de autos de lujo online. Ganó su dinero comprando vehículos en subastas por menos del valor de mercado y luego arreglándolos y vendiéndolos en línea por menos de lo que valen, pero más de lo que pagó. Soy uno de los mecánicos que usa para hacer las reparaciones necesarias en sus vehículos antes de que salgan a la venta. —Eso es inteligente. —Sí. —está de acuerdo y luego pregunta—: ¿Estás lista para entrar? —Sí. —Me desabrocho el cinturón cuando abre la puerta y sale, y cuando abro la puerta para hacer lo mismo, hago una pausa. Lógicamente, sé que la distancia al suelo no está tan lejos. Aun así, no estoy seguro de poder hacerlo sin torcerme el tobillo o algo peor. —Te tengo. —Aparece en mi puerta abierta, extendiendo sus manos. No pienso en lo que estoy haciendo. Me inclino hacia él y envuelvo mis palmas alrededor de sus hombros, sintiendo sus músculos tensarse bajo mis dedos. Sus manos se curvan alrededor de mi cintura y me levanta cuidadosamente del asiento. Cuando mis pies tocan la grava, inclino mi cabeza hacia él, sintiendo que nuestra cercanía mw desequilibra. —Gracias. —Cuando quieras. —No da un paso atrás. En su lugar, levanta su mano y me toca la sien con un dedo antes de apartar lentamente mi cabello de mi rostro y ponerlo detrás de mi oído. Aguanto la respiración mientras lo miro a los ojos y lucho contra el impulso de usar mi mano para levantarme y presionar mis labios contra los suyos—. Deberíamos entrar antes de que regalen nuestra mesa.

Él da un paso atrás, dejándome fuera de balance una vez más, incluso con su mano en la curva de mi cadera manteniéndome firme. Sin otra respuesta, asiento con la cabeza mientras me deja ir y levanta mi bolso sobre mi hombro, alejándose de la puerta para poder cerrarla. Tomo su mano cuando me la ofrece, y trato de ignorar el golpe de electricidad que pasa a través de nuestras palmas conectadas cuando nuestra piel hace contacto. No se puede negar que hay una seria química entre nosotros, sólo espero que tengamos algo más profundo que la atracción sexual. De lo contrario, esta cosa entre nosotros se quemará rápidamente. Cuando finalmente nos abrimos paso entre la multitud que se ha reunido en torno a la puerta principal, Gareth se detiene en un podio donde tres mujeres, todas vestidas de negro, están reunidas alrededor de la tabla en las manos del medio. No tardan mucho en levantar la vista, y cuando lo hacen, reconozco inmediatamente a una de ellas como la madre de una de mis estudiantes del año pasado. —Srta. Mayson. —Ella me sonríe. —Hola, Lina. Por favor, llámame December. —respondo, y ella asiente con la cabeza y mira a Gareth. Sus ojos se llenan de agradecimiento antes de volver a verme—. Este es Gareth. —los presento, y luego pregunto—. ¿Cómo ha estado Tiffany? Su rostro se suaviza ante mi pregunta y mi corazón se calienta. Lina es madre soltera, y la relación que presencié entre ella y su hija fue algo especial. —Bien. Le encanta su nueva escuela y sus profesores. Aunque, todavía habla de ti todo el tiempo.

—Pienso en ella a menudo. —No es una mentira. Pienso en todos mis alumnos cuando ya no están bajo mi cuidado. Normalmente cuando se gradúan de mi clase, se quedan en el edificio en el que trabajo, así puedo chequearlos de vez en cuando. Pero Lina se vio obligada a trasladar a Tiffany a otra escuela cuando se cambiaron las zonas—. Me alegro de que le vaya bien. Deberías traerla a la escuela alguna vez. Me encantaría verla. —Tendré que hacerlo. Ella lo disfrutaría. —dice, y luego mira a Gareth rápidamente. Me doy cuenta de que no ha dicho nada, pero sus dedos alrededor de los míos se han apretado más—. Lo siento. — Sacude la cabeza, pareciendo un poco avergonzada—. No estamos aquí para ponernos al día. ¿Tienen una reservación? —Sí. —dice Gareth, dejando que mi mano envuelva su brazo alrededor de mi cintura—. Bajo el nombre Black. Lina mira a las dos mujeres que siguen de pie junto a ella escuchando nuestro intercambio, y la que está en el medio escribe rápidamente en la tableta y luego nos mira con los ojos bien abiertos. No sé qué hacer con su expresión, o tener tiempo para preguntarle, antes de que Lina esté agarrando largas hojas de papel de un soporte al lado del podio. —Su mesa está lista. —Empieza a alejarse y luego nos mira por encima del hombro—. Lo siento. —Ella sonríe—. Por favor, vengan conmigo. La seguimos a través del restaurante lleno, y me doy cuenta de que cada mesa está ocupada por personas que disfrutan de su comida o charlan con sonrisas en sus rostros mientras esperan que llegue su comida. Siento que Gareth me pisa los talones mientras atravesamos una puerta detrás de Leah y subimos unas escaleras. Cuando llego a la cima de la escalera y veo la vista delante de mí, mi aliento se

entrecorta. A través del espacio cerrado por el cristal, no hay nada que ver en este punto de vista excepto las estrellas parpadeantes y las luces de la ciudad. Y con sólo cuatro mesas en el espacio y sólo una de ellas ocupada por una pareja mayor, se siente privado. —Esto es hermoso. —murmuro mientras Lina se detiene en una mesa cerca del borde del edificio, y Gareth saca mi silla para que me siente. —Mack acaba de terminar esto hace dos días. Vosotros dos y esa pareja de ahí, que son sus padres, son los primeros en comer aquí. — Ella mira a Gareth—. Debes de ser muy amigo de Mack. —Se podría decir que sí. —responde él de manera casual, y ella lo mira por un momento y luego mira entre los dos. —Su camarero Simon estará con ustedes en breve para repasar el menú, pero tengo que decirte que lo que más me gusta comer aquí son las costillas con jengibre, ajo y miel, los macarrones con queso de la casa, con un poco de verdura. Se me hace agua la boca. —Eso suena bien. —digo, porque todo lo que menciona lo hace. Aun así, sé que nunca pediré costillas para comer en una primera cita. —Créeme, todo en el menú es delicioso. —responde, pareciendo complacida, antes de inclinarse ligeramente—. Espero que tengan una gran cena. —Gracias. —le digo, y me sonríe. La veo alejarse y luego miro a Gareth, que toca con sus dedos los míos en la mesa. — ¿Quieres las costillas? —pregunta con un pequeño movimiento de sus labios.

Sacudo la cabeza y respondo: —No. Suenan bien, pero no confío en mí misma para comerlas sin hacer un desastre. —Sin embargo, las quieres, ¿no? — ¿Estaba babeando cuando ella hablaba de ellas? —Pregunto. —Un poco. —Se ríe—. Las pediré y puedes tener una de las mías. — ¿Sólo una? —Frunzo el ceño. —No seas codiciosa. —Sólo uno de cualquier cosa nunca es suficiente. —le informo directamente. Él se ríe de nuevo y yo disfruto del sonido profundo. —De acuerdo, dos, pero sólo si prometes compartir lo que pidas. —Creo que deberías saber ahora que soy codiciosa cuando se trata de mi comida. —Tomo mi servilleta y la coloco sobre mi regazo. — ¿Significa eso que no compartirás conmigo? —Crecí con hermanas que no tenían problemas en tomar el último trozo de pizza o la última bola de helado. Aprendí desde muy temprano a conseguir tanta comida como fuera posible antes de que se acabara todo. Si me das tres costillas y una cucharada de tus macarrones con queso, te daré los restos de mi plato, pero no puedo prometer que quede mucho. Sacude la cabeza. —Creo que necesito ver lo que pides antes de aceptar esa oferta. —responde, mientras un hombre mayor, delgado y calvo se acerca a nuestra mesa.

—Buenas noches. Mi nombre es Simon, y seré su mesero esta noche. —El caballero mayor inclina su cabeza antes de sacar rápidamente la lista de vinos y decirnos los especiales de la casa para la noche. Yo pido una copa de vino, y Gareth pide una cerveza. Ambos acordamos un pedido de tomates verdes fritos como aperitivo, lo que significa que mi estómago gruñe de antemano cuando Simon se va. — ¿Sabes lo que vas a pedir? —pregunta Gareth. Ni siquiera miro el menú. —El especial de la casa, pollo frito picante con miel, puré de patatas y judías verdes con bacón. — ¿Has comido pollo picante antes? —pregunta, con cara de preocupación. — ¿Has estado alguna vez en casa de Hattie B’s? —Respondo a su pregunta con una pregunta. Hattie B's es famoso por su pollo picante, y es uno de mis lugares favoritos de pollo en Nashville. —Lo conozco. —Voy allí una vez al mes. Iría más a menudo, pero normalmente no estoy de humor para hacer fila para comer. — ¿En serio? —Parece sorprendido. —En serio. —Asiento, y él sacude la cabeza con incredulidad—. Comería allí todas las noches si pudiera. Me encanta. —Fui una vez y nunca volví.

—Algunas personas pueden soportar el picante, y otras no. —sonrío—. Una cosa que también aprendí mientras crecía... cuanto más picante es la comida, más posibilidades tengo de conseguir más para mí. —Probablemente tengas razón, porque si el pollo que te servirán esta noche está cerca al picante de Hattie, mantendré mis manos en mi propio plato. —Está bien, pero recuerda que ya me prometiste una costilla. —No lo olvidaré. —dice mientras Simon vuelve para dejar nuestras bebidas y tomar nuestros pedidos. Cuando se va de nuevo, me recuesto en mi asiento y tomo un sorbo de vino mientras Gareth toma un trago de su cerveza. — ¿Dónde están tus chicos esta noche? —Pregunto, sin querer fingir que no existen cuando en realidad sí existen. —Con mi madre. Los llevará al cine y los llenará de comida chatarra. — ¿Qué verán? —Pregunto, poniendo mi copa de nuevo en la mesa, pero manteniendo mis dedos envueltos alrededor del tallo. —La nueva de Marvel que acaba de salir. —Quiero ver esa. —digo, y él inclina la cabeza a un lado—. ¿Qué? —Pregunto cuando veo la mirada de incredulidad en sus ojos. — ¿Te gustan las películas de acción? —Mi lista de géneros de películas va: comedia, acción, misterio. — ¿Y el romance?

—Depende. Sólo si es una comedia romántica. Si lo es, está ahí arriba con mi amor por las comedias, pero si es sólo un romance, normalmente es una difícil de tragar. —Eso es sorprendente. — ¿Por qué? —Tú lees romance. —Lo hago, pero leer un libro de romance y ver un romance en la pantalla es completamente diferente. Cuando lees sobre una pareja, es como si estuvieras allí con ellos, enamorándote al mismo tiempo que ellos. Sientes, hueles y ves lo que hacen. Es difícil representar eso en acciones y verlas en una película, lo que hace que las cosas sean incómodas para mí cuando veo un romance desarrollarse en la pantalla. — ¿Así que tus películas favoritas son las comedias? —Sí, y yo soy la persona que se ríe más fuerte en el cine, molestando a todos los que se sientan a mi alrededor. Él sonríe. — ¿Cuáles son tus libros favoritos para leer? —Sería un choque entre la fantasía y las comedias románticas. Me encanta desaparecer en un nuevo mundo y experimentar cosas que no existen. También me encantan las comedias románticas, donde suceden cosas divertidas para acercar a una pareja. —Pregunto—: ¿Cuáles son tus géneros de películas favoritas?

—Primero las comedias, luego las películas de acción, y ocasionalmente me gusta ver ciencia ficción, dependiendo de lo que trate la película. — ¿Cuál es tu película favorita de todos los tiempos? —Die Hard4. —En serio. —Pongo los ojos en blanco y él se ríe, tomando un sorbo de su cerveza mientras se reclina en su asiento. Tomo un sorbo de vino, sorprendida por lo relajada que me siento. Esta mañana, estaba hecha un manojo de nervios incluso pensando en salir con él. Pero ahora, me siento sorprendentemente a gusto, incluso con el constante revoloteo de mariposas en la boca del estómago. — ¿En qué estás pensando? —Esto es más fácil de lo que pensé que sería. —digo sinceramente, y él inclina su cabeza a un lado de manera inquisitiva—. Probablemente no se te ha pasado por alto que me pones nerviosa, pero no estoy tentada a huir, o andar a tientas tirando vasos y tropezando con mis propios pies. —Si corres o te caes, te atraparía. —dice, sosteniendo mi mirada, y mi corazón comienza a latir mientras mi sangre se calienta, haciendo que mis mejillas se calienten—. Me encanta cuando te sonrojas. — añade en voz baja. —Es molesto. —Agacho la cabeza y juego con mi servilleta en mi regazo.

Es una serie de películas de acción que toma su título de la película con la que se inició la serie: Die Hard, estrenada en 1988 y basada en la famosa novela de 1979 Nothing Lasts Forever, de Roderick Thorp. 4

Sus dedos calientes tocan mi mejilla y miro hacia arriba. —Es adorable y refrescante. — ¿Por qué? —Demuestra que te preocupa lo que pueda pensar y te interesas por mí lo suficiente como para preocuparte. La mayoría de la gente trata de ocultar lo que siente; así, si las cosas no salen como quieren, la persona responsable de hacerles daño no sabe que alguna vez tuvo el poder de hacerles daño. No puedes esconder lo que sientes. Tus emociones están escritas en tu piel. —Creo que acabas de demostrar por qué mi rubor es molesto. — digo, y él sonríe. —Puedes pensar eso, pero debes saber que me siento diferente por la forma tan linda en que tus mejillas se ponen rosadas. —me dice, alisando su pulgar sobre mi cálida piel, y me inclino hacia su tacto—. Deberías saber que estoy tan interesado como tú. —Ejem. —Simon se aclara la garganta, y los ojos de Gareth fijos en los míos se llenan de frustración antes de mirarle de pie al borde de nuestra mesa—. Siento interrumpir. —Coloca un plato de tomates fritos entre nosotros y luego se inclina y retrocede rápidamente, mirando nerviosamente a Gareth, y casi me río. —Me pregunto si así es para la realeza. —musito, tomando uno de los tomates verdes fritos y poniéndolo en mi plato. —Si es así, probablemente por eso siempre parecen tan cabreados. —responde, y me río.

Hablamos de cosas al azar mientras devoramos nuestro aperitivo, y cuando llegan nuestras comidas, tomamos comida del plato del otro sin permiso. Una vez que terminamos, acordamos compartir el pastel de lava fundida de chocolate y el helado de vainilla para el postre. —Oh Dios mío. —susurro mientras el chocolate caliente y el helado frío se encuentran con mi lengua. — ¿Tan bueno es? —Gareth pregunta, y yo lo miro, a punto de hacer una broma, pero la mirada en sus ojos es tan caliente que siento que chisporrotea contra mi piel, haciendo que se me enrosquen los dedos de los pies. —Es bueno. —susurro sin nada más que decir. Él asiente con la cabeza, sin siquiera levantar la cuchara para dar un mordisco. En cambio, levanta su barbilla hacia alguien por encima de mi hombro, y un momento después, aparece Simon. — ¿Podemos pedir la cuenta? —Mack insistió en que tu comida fuera a cuenta de la casa esta noche. —responde Simon, y la mandíbula de Gareth se tensa. Leyendo su expresión, alcanzo su mano y me mira. —Siempre puedes dejar una propina. — ¿Has terminado? —pregunta. Aunque no me importaría comer otro trozo de pastel, la brevedad de su tono me dice que no debería, así que asiento—. Vámonos. —Se pone de pie y me ofrece su mano para ayudarme desde mi asiento, y yo la tomo. Me giro para tomar mi bolso de la mesa mientras él tira doscientos dólares, y mis ojos se abren.

Sintiéndome un poco incómoda por lo que ha pasado en los últimos minutos, miro a Simon y sonrío. —Gracias. El hombre mayor aparta los ojos del dinero que le espera y me sonríe. —Vuelvan pronto. Hago un sonido de disgusto mientras aplica calor y presión en la parte baja de mi espalda para alejarme. Cuando llegamos al aparcamiento y nos detenemos en la puerta del pasajero de su todoterreno, miro a Gareth y rompo el silencio. —Creo que una propina de doscientos dólares fue exagerada. —Esa fue nuestra primera cita. Si no pudiera permitirme llevarte allí, no lo habría hecho. —El tono enojado de su voz me sorprende. —Está bien. —Mis cejas se juntan con confusión. —Tengo dos hijos que estoy criando solo, y todos los que me conocen saben que mi ex se fue y me dejó con facturas, una hipoteca y dos hijos que cuidar. Sacudo la cabeza, sin estar segura del punto que está tratando de aclarar. — ¿Y? —Y no me gusta que la gente sienta lástima por mí. —gruñe. La comprensión me golpea, haciendo que mi temperamento se encienda, y me vuelvo para enfrentarlo completamente. — ¿Crees que tu amigo Mack ofreció una cena a cuenta de la casa porque le diste lástima? —Sé que mi voz está llena de incredulidad. No responde con más que un movimiento de su mandíbula—. Mi padre es dueño de un negocio de construcción; siempre está recibiendo cosas gratis de la

gente para la que trabaja. Así es el mundo. Cuando ayudas a alguien, quieren que sepas que te aprecian, y si son capaces de darte algo para demostrarlo, lo hacen. —Eso es diferente. — ¿Lo es? ¿Por qué? ¿Porque eres un padre soltero cuya ex lo dejó? —Me río sin humor—. Tal vez en vez de sentirme agradecida la próxima vez que reciba una tarjeta de regalo de uno de los padres de mis alumnos, debería ofenderme que piensen que soy una pobre maestra que no puede conseguir una taza de café de Starbucks sin su ayuda. —De nuevo, eso es diferente. — ¿Lo es? ¿O es tu ego tan grande que no puedes aceptar un gesto de gratitud sin pensar que alguien está haciendo algo por ti, no por bondad sino por lástima? Él mira hacia otro lado. Suspiro, preguntándome cómo llegamos a este punto, cuando esta noche iba tan bien. Sintiéndome decepcionada y frustrada, me giro para abrir la puerta. —Tienes razón. —dice, sorprendiéndome, y me detengo a mirarlo por encima del hombro. — ¿Sobre qué parte? —De todo. Cuando mi ex se fue, tuve que depender de gente para que me ayudara, y me comía cada vez que tenía que pedirle un favor a alguien.

—Tienes suerte de tener gente en la que apoyarte. —respondo en voz baja. —Tienes razón. —Sé que la tengo. —Joder. —se agarra, inclinando la cabeza hacia el cielo—. No debí haberle dado a ese tipo doscientos dólares. —Realmente no debiste. —estoy de acuerdo, girando para enfrentarlo. —Especialmente después de que siguió interrumpiéndonos. La declaración borra la tensión entre nosotros, y yo echo la cabeza hacia atrás y me río. Una vez que me tengo bajo control, me limpio las lágrimas del rostro. —Era nuestro camarero. Su trabajo era entregar la comida y comprobarnos. —Era molesto. —Sus dedos se enroscan en el lado de mi cuello y baja su cabeza hacia la mía—. ¿Estamos bien? —Creo que sí. ¿Ya no estás enfadado? —No. —Cepilla sus labios sobre los míos y luego usa su agarre sobre mí para inclinar mi cabeza más hacia el lado y profundizar el beso. Cuando se retira, yo jadeo para respirar—. ¿Estás lista para volver a casa? Obligo a mis ojos a abrirse mientras mi mente grita "no”. —Sí.

—Vamos. —Me agarra y usa su mano libre para abrir la puerta y luego, como antes, me levanta del suelo con facilidad y me coloca en el asiento. Le sonrío, me siento, y me sonríe antes de cerrar la puerta de un portazo. Cuando se pone al volante, me abrocho el cinturón, odiando que nuestra cita haya terminado, pero amando que haya salido tan bien como lo hizo, incluso con un poco de drama. —En caso de que lo olvide, deberías saber que me lo pasé muy bien. —le digo mientras sale del aparcamiento y me mira. —Yo también. —Me toma la mano, y una vez que la tiene a su alcance, me besa la punta de los dedos y luego entrelaza nuestras manos. Las apoya en su duro muslo, sosteniéndome mientras nos lleva al otro lado de la ciudad. Cuando llegamos a mi casa, mi nerviosismo se activa de nuevo cuando la energía entre nosotros se dispara con una corriente de calor, haciendo que mi piel se estremezca y mi corazón lata. Sin decir una palabra, sale y se acerca para ayudarme a bajar, y después de que mis pies están firmemente en tierra, caminamos de la mano a mi apartamento. Tan pronto como tengo la puerta abierta, el calor entre nosotros se enciende, y lo que sea que nos ha mantenido a ambos bajo control se olvida. No estoy segura de quién besa a quién primero, pero memorizo su sabor mientras su lengua se mete entre mis labios y gime mientras desliza sus manos por mi cuerpo y luego vuelve a subir para quitarme lentamente el vestido por encima de la cabeza. Le ayudo a quitarse la camisa con dedos torpes, y cuando se libera de la prenda y se desecha en el suelo con mi vestido, mis palmas patinan sobre su cálida y musculosa piel. Tropezamos hacia mi dormitorio, devorándonos a un

ritmo frenético, tocándonos, pellizcándonos, agarrando cualquier cosa que podamos poner en nuestras manos o bocas. Cuando mi espalda golpea mi cama y su cuerpo caliente se asienta sobre el mío, susurro su nombre, y él me besa antes de mover su cálida boca por la columna de mi garganta hasta mi pecho. Me inclino hacia él y gimoteo cuando siento la tela de mi sujetador de encaje entre su cálida y húmeda boca y mi piel. Leyendo mi angustia, desliza el material hacia abajo y luego captura mi pezón entre sus dientes, moviéndolo con la punta de su lengua. Casi me corro al contacto y clavo mis uñas en su espalda. Cuando se aleja, ambos estamos jadeando de necesidad y el deseo entre nosotros está saturando el aire. —Ember. —La mirada en sus ojos es inquisitiva. —Gareth. —Levanto mis caderas y envuelvo mis piernas alrededor de su cintura en respuesta. —Jesús. —Restriega su polla contra mi coño aún cubierto, y me estremezco en necesidad. —Por favor, no me hagas suplicar. —Le clavo las uñas en su espalda, y él desliza sus manos por mis caderas, arrastrando mis bragas. En el momento en que el material desaparece, sus dedos se deslizan sobre mi clítoris, tengo espasmos. —Nunca tendrás que rogarme. —Me besa una vez más y el sonido de un condón abriéndose rompe el silencio, y segundos después, me llena de un suave golpe. Grito de dolor y placer. Es enorme, ancho y largo, y siento cada centímetro de él marcando mis entrañas, haciendo de las suyas. Cuando se retira con la punta de su polla apoyada en mí, levanto

mi cabeza y capturo sus labios mientras uso mis talones para traerlo de vuelta a mí. Cada parte de nosotros está en sincronía mientras me folla hasta la inconsciencia, y cuando empiezo a correrme, sé que es capaz de tocar una parte de mí que ni siquiera sabía que existía hasta él—. Oh, Dios. —Jesús. Dámelo. Déjalo ir. —gruñe, empujando más y más rápido. —Gareth. —gimo su nombre, no estoy segura de ser capaz de manejar lo que siento venir. —Déjalo ir, Ember. Te tengo. —Mueve su pulgar hacia mi clítoris, y eso es todo lo que hace falta. Mi mente se queda en blanco y no siento nada más que el penetrante placer de mi orgasmo mientras irradia desde mi núcleo interno hacia afuera a cada célula de mi cuerpo, iluminándome. Al soltarme, desaparezco por el borde, jadeando por respirar con los ojos cerrados, sin querer perderme ni un segundo de lo que estoy experimentando. —Joder, eres perfecta. —retumba, apartando mi cabello de mi rostro húmedo—. Estoy cerca, cariño. Abro a la fuerza los ojos y lo miro, hipnotizada por lo salvaje que parece con la cabeza hacia atrás y la mandíbula apretada. Levanto mis dedos a un lado de su cuello y sus ojos abiertos. En el momento en que se centra en mí, levanto la cabeza. —Eres hermoso. —Joder. —gime, inclinando la cabeza hacia abajo para tomar mi boca en un beso que me deja destrozada. Sus músculos se tensan bajo mis manos, sus dedos se clavan en mi carne de manera que sé que tendré moretones, y me gruñe en la garganta mientras se corre. Cuando saca su boca de la mía, jadeo buscando aire, y mete su rostro en mi cuello y luego rueda sobre su espalda, manteniéndome envuelta en sus brazos y sosteniendo nuestra conexión.

Exhausta, descanso mi mejilla contra su pecho y escucho el sonido de su corazón latiendo fuertemente contra mi oído mientras sus dedos comienzan a deslizarse por mi espalda. — ¿Te vas a dormir? —Escucho y siento que pregunta, y asiento con mi mejilla contra su piel—. Joder, odio no poder quedarme a dormir contigo así. Mi estómago se revuelve mientras la vida real revienta mi burbuja eufórica. ¿Cómo pude olvidarlo? ¿Cómo pude olvidar que no es sólo un tipo normal que puede pasar la noche fuera sin tener planes para hacerlo? ¿Cómo no recordé que tiene dos chicos en casa a los que necesita volver? —Está bien. —Empiezo a levantarme para alejarme de él, pero sus brazos se aprietan a mi alrededor, sosteniéndome. —No he dicho que me tengo que ir ahora mismo. Odio tener que irme. —dice suavemente, agarrándome la barbilla para llamar mi atención. Pero mantengo los ojos desviados, sin querer que vea exactamente lo que siento cuando se tiene que ir. —Lo comprendo. —Sí, entonces mírame. —Lo hago, y cuando veo la mirada desgarrada en sus ojos, mi pecho se tensa más—. No me iría si no tuviera que hacerlo. —Desliza un trozo de cabello detrás de mi oído y sacude la cabeza—. Soy un paquete, cariño. Si te metes en esto conmigo, tienes que saber que vengo con dos chicos que son una prioridad. —Sé que vienes con niños. —le susurro—. Si no estuviera de acuerdo con eso, no habría salido contigo esta noche. Sé que no puedes quedarte a dormir y que necesitas ir a casa con ellos.

—Sí, pero tenemos tiempo antes de que tenga que hacerlo. — Levanta la cabeza y mira a su alrededor y frunce el ceño—. ¿Dónde está tu reloj? — ¿En mi teléfono? — ¿No tienes un despertador? —Lo tengo; también está en mi teléfono. —sonrío. —Listilla. —Me hace rodar sobre mi espalda y pierdo mi conexión con él, lo que me hace maullar con decepción—. Me recuperaré. —Él sonríe con suficiencia, tocando su boca con la mía—. ¿Sabes dónde están mis pantalones? —En el suelo, en alguna parte. Sonríe y luego se inclina sobre mí, aplastándome contra el colchón con su peso mientras se inclina sobre el lado de mi cama. Un momento después, se levanta con sus pantalones y mete la mano en el bolsillo. Una vez que recupera su teléfono, hace clic en la pantalla y veo que son pasadas las nueve. —Dos horas. — ¿Qué? —Me cuesta respirar y él se inclina hacia atrás, sonriéndome, y luego me levanta contra su pecho. Nos hace rodar una vez más, así que estoy a horcajadas en sus caderas. —Después de que me deshaga de este condón tenemos unas dos horas para hacerlo de nuevo.

—Oh. —susurro, encantada por sus palabras, nuestra nueva posición, y el sentimiento de él debajo de mí. —Oh, sí. —Él enreda su mano en el cabello de mi nuca y arrastra mi boca hasta la suya. Durante las próximas dos horas, no perdemos un momento hablando. Pasamos cada segundo explorándonos el uno al otro de la mejor manera posible, y cuando me da un beso de buenas noches en mi puerta, estoy bastante segura de que acabo de tener la mejor primera cita en la historia de las primeras citas.

Capítulo 8 December

Ti

ro para abrir la puerta de Jones’s, un pequeño restaurante que

se encuentra entre otros negocios en Main Street, e inmediatamente soy bombardeada por las charlas de los clientes que hablan y el aroma de comidas para desayunar provenientes de la cocina abierta. Escaneo el pequeño espacio y encuentro a mis hermanas junto con mi mamá sentadas en un reservado cerca de la ventana, tomando café y esperando que yo llegue. Obligo a mis pies a llevarme hacia adelante, esperando que nadie pueda decir lo que pasó anoche con sólo mirarme. Cuando llego a la mesa, mamá se levanta para abrazarme, y cuando me suelta, April le da un codazo a May, obligándola a moverse para poder sentarme a su lado. —Entonces, ¿cómo te fue? —April es la primera en preguntar y entrelazo mis dedos en mi regazo. —Bien. —Acepto la taza de café que mi mamá desliza hacia mí y me guiña un ojo. Mierda, ella sabe totalmente lo que hice anoche, de la misma manera en que supo todo lo que hacía cuando era niña. —No me llamaste hasta casi la medianoche, y luego todo lo que dijiste fue que te ibas a dormir y me hablarías por la mañana. Así que supongo que la cita fue mejor que bien. —afirma April mientras tomo un sorbo de café.

—Está bien, fue mejor que bien. —Suspiro, deseando haberme despertado a tiempo para poner un poco de cafeína en mi sistema antes de que tuviera que dejar mi lugar. Desafortunadamente, dormí durante las tres alarmas que puse con quince minutos de diferencia y, aun así, presioné repetir en la última, lo que me dejó sólo minutos para ducharme, vestirme y entrar en mi auto para llegar aquí. —Entonces. —interrumpe June—. ¿Te llevó peonías? —Creo que todas ustedes ya saben que lo hizo. —digo, mirando alrededor de la mesa y sintiéndome abrumada cuando veo a todas esperando que yo dé más detalles. —Sabemos que preguntó por tu flor favorita, pero no sabemos si realmente las compró, ya que no son precisamente fáciles de conseguir. —dice July, luciendo feliz. — ¿Dónde te llevó a cenar? —Pregunta mamá, y aparto los ojos del rostro sonriente de mi hermana para verla. —Flame. —Respondo, y los ojos de mamá se abren con asombro—. Conoce al dueño. Cenamos en la azotea, que ha sido cerrada con vidrio, y éramos las únicas personas allí después de los padres del dueño. — ¿Estuvo buena la comida? —pregunta May, y miro a April y a su alrededor. —Fue una de las mejores comidas que he tenido. —Peonías y cena en Flame. —Dice mamá, y la veo negar con la cabeza—. No está jugando.

— ¿Podemos, por favor, dejar toda esta basura y llegar a lo bueno? ¿Qué pasó cuando te llevó a casa? —pregunta April, levantando una ceja. Mi pecho se aprieta y mi rostro se calienta. Una cosa es hablar con mis hermanas sobre sexo, pero es completamente diferente con nuestra mamá presente. —April. —regaña mamá. — ¿Qué? —Sabes qué. Hablamos de eso. —Mamá entrecierra los ojos con desaprobación, y April se remueve incómodamente a mi lado. —Veo que la última de ustedes ha llegado. —dice la mesera, que aparece de repente en el costado de nuestra cabina, y no podría estar más agradecida por su interrupción—. ¿Qué puedo traerles de comer, señoritas? Toma nuestras órdenes, comida suficiente para alimentar a seis hombres adultos, y parece impresionada por ello mientras se aleja. Una vez que se va, centro toda mi atención en la taza de café frente a mí, esperando que April continúe con su interrogatorio, sin saber cómo lo manejaré si lo hace. — ¿Te gusta? —Ante la tranquila pregunta de mi madre, levanto mis ojos hacia ella y asiento—. Bien. —susurra, y me muerdo el interior de la mejilla.

—Al menos dinos que el beso de buenas noches fue alucinante. —April, quien no sabe rendirse, pregunta y escucho a mi mamá resoplar de frustración. Aun así, giro la cabeza para mirar a mi hermana. —El beso de buenas noches fue todo lo que esperaba que fuera. —Veo su expresión llenarse de alivio. Al ver esa mirada, me doy cuenta de que no ha dejado de preocuparse por su papel en la forma en que se desarrollaron las cosas entre Gareth y yo, y que todavía se siente culpable por ello—. Estamos bien. —Alcanzo debajo de la mesa para apretar su mano, y sus dedos rodean los míos con fuerza antes de soltarlos. —Entonces, ¿cuándo lo volverás a ver? —pregunta June mientras tomo mi taza de café. Sostengo mi taza a unos centímetros de mis labios y me encojo de hombros. —No estoy segura. No hicimos planes. —Oh. —Ella se ve desolada por mi respuesta, y me pregunto si debería preocuparme que no acordáramos volver a vernos. ¿Me dijo lo que quería escuchar para no tener que lidiar con la incomodidad? Es decir, me acosté con él en nuestra primera cita, tal vez ahora piensa que soy fácil y no quiere tener nada que ver conmigo. Mi estómago se revuelve ante el pensamiento. —Él llamará. —dice April, y la miro—. Él llamará. Sólo dale tiempo. —Claro. —estoy de acuerdo, sin sentirme segura en absoluto. En realidad, ahora me pregunto qué diablos estaba pensando, durmiendo con él anoche. Debería haber tenido un mejor control. Debería haber...—. Oh, no. —Mi corazón se detiene, recordando que me dijo

que el condón se rompió la última vez que tuvimos relaciones sexuales. ¿Cómo me olvidé de eso hasta ahora? — ¿Qué? —pregunta mamá preocupada y niego con la cabeza. —Nada. Yo... pensé que vi pasar a ese tipo del cabello loco, del programa de alienígenas que mira July. — ¿Qué? ¿Dónde? —July mira detrás de ella por la ventana hacia la acera. —No era él. Simplemente se parecía a él. —digo, porque sé que se levantará e irá a buscarlo si cree que está ahí fuera. —Idiota. —Ella se vuelve hacia la mesa—. Estoy tratando de convencer a Wes de que me lleve a la Alien Con5 en Arizona el año que viene, pero hasta ahora no ha sido posible. —Su nariz se arruga con molestia—. ¿Ustedes quieren ir conmigo? Podríamos convertirlo en un viaje de chicas. —No voy a ir a una convención de extraterrestres. —niega April de inmediato. —Iré. —dice June, y todas la miramos con duda, sabiendo que no hay forma de que su esposo la deje ir a otro estado sin él—. Quiero decir, iré y llevaré a mi esposo y mi bebé. —Quizás si Evan va, Wes estará de acuerdo en venir conmigo. —argumenta July, sonando esperanzada.

5

Convención de Alienígenas, donde amantes de la vida extraterrestre se reúnen, similar a la Comic Con

—Si realmente quieres ir, creo que deberías comprar tus boletos y decirle a Wes que vas con o sin él. —dice mamá con una sonrisa malvada antes de continuar—. Apuesto a que cambiará de opinión sobre ir entonces. —Eso es realmente genial. —July empuja el hombro de mamá con el suyo—. Realmente eres la maestra domadora de alfas. Mamá se ríe del título recién otorgado y mira alrededor de la mesa a cada una de nosotras. —He tenido muchos años lidiando con su padre, chicas, así que créanme cuando les digo que a veces sólo tienen que jugar sucio para conseguir lo que quieren. —Estoy segura de que a papá le encanta cuando juegas sucio. —dice April, y me río a pesar del malestar que se acumula en mi pecho. —No te equivocas. —Mamá sonríe. —Asqueroso. —murmura May. Tengo que estar de acuerdo; es asqueroso pensar en lo que hacen nuestros padres a puerta cerrada, pero nunca han sido una pareja que se preocupe de la PDA6. Desde que era pequeña, los he encontrado besándose más de una vez. Afortunadamente, sin embargo, siempre ha sido cuando estaban completamente vestidos. Si alguna vez entrara con ellos haciéndolo, tendría que ir en busca de alguien capaz de borrarme la memoria. —De todos modos, ¿qué están haciendo todas hoy? —pregunta June, mirándonos a cada una de nosotras—. Estaba pensando en ir al centro comercial después del desayuno, ya que tengo algo de tiempo para matar mientras Evan y Tia están en Chattanooga visitando a Colton y su esposa.

6

Demostración de Afecto en Público

—Tengo que ir a la farmacia. —espeto sin pensar, y todas me miran. Mierda—. Necesito comprar champú y gel de baño. —Podemos hacer ambas cosas. —sugiere June, y todas están de acuerdo, lo que me hace desear no haber abierto mi gran boca. No hay forma de que pueda conseguir lo que realmente necesito de la farmacia con mis hermanas y mamá presentes. —No hemos tenido un día de compras de chicas en una eternidad. Me encanta esa idea. Después de que terminemos el desayuno, podemos caminar hasta la farmacia al final de la cuadra, luego, como conduzco la camioneta de su papá y todas cabemos, conduciré al centro comercial. —dice mamá emocionada, y mi estómago se hunde cuando las escucho hablar sobre todas las tiendas a las que quieren ir. Me estremezco cuando empiezan a hablar de almorzar y ver una película después de comprar. Mientras están distraídas, saco mi teléfono y ni siquiera miro los pocos mensajes de texto que tengo, ya que estoy segura de que son todos de mis hermanas y mamá preguntando dónde estaba esta mañana. Voy a mi enlace de búsqueda de google y busco sobre la píldora del día después, sintiendo alivio cuando leo que tengo que tomarla dentro de las primeras setenta y dos horas después de tener relaciones sexuales sin protección para que sea eficaz. — ¿Te envió un mensaje de texto? Ante la pregunta de April, salgo rápidamente de la página que estaba mirando y la miro. —Umm. —Hago clic en mis mensajes, y mi corazón late más fuerte cuando veo que lo hizo, no una sino dos veces. El primer mensaje llegó tarde anoche, cuando ya estaba en la cama dormida.

En casa en la cama, pensando en ti. El segundo mensaje es de esta mañana, temprano. ¿Qué planes tienes hoy? Voy a llevar a los chicos a las jaulas de bateo esta tarde antes de volver a casa para ver a los Mets en la televisión y comer comida chatarra. —Lo hizo. —susurro con incredulidad. — ¿Qué te escribió? —pregunta April, manteniendo su voz sorprendentemente tranquila. —Me preguntó qué estaba haciendo hoy. — ¿Le respondiste? —Aún no. —Niego con la cabeza, miro mi teléfono celular y me pregunto exactamente qué debería responder. —Dile que vas a pasar el día con tus hermanas pero que estás libre esta noche si quiere hacer algo. —Es domingo. —Suspiro, sabiendo lo locos que son los domingos para mí y no tengo hijos. Necesito conseguir estar lista para afrontar otra semana de clases. — ¿Y? —pregunta April, y la miro para encontrarla frunciendo el ceño. —Él tiene hijos. —le recuerdo, y la comprensión llena sus rasgos—. No puede exactamente venir a verme sin tener a alguien que los cuide, y no sé si estamos en un lugar donde él se sienta cómodo de tenerme cerca de sus chicos.

—Tienes razón. Aun así, puedes hacerle saber que quieres verlo. A menos que... —Hace una pausa, estudiándome—. ¿Quieres volver a verlo? —Absolutamente. —digo, sabiendo sin duda alguna que hay algo entre nosotros que vale la pena explorar, incluso con todos los obstáculos que podríamos tener que enfrentar en el camino. —Entonces deberías decirle eso. Sé que creemos que los hombres pueden leer nuestras mentes, pero no pueden. Sólo entienden la franqueza. — ¿Cómo sabes eso? —Arqueo una ceja. —Porque a diferencia de ti, mi dulce hermana que sigue las reglas, he tenido que experimentar el enamorarme de un chico, pensando que podía leer entre líneas, y tuve la desafortunada suerte de descubrir que no podía. Me duele el corazón y se me forma un nudo en la garganta cuando veo el profundo dolor que siempre trata de ocultar. Sé que está hablando por su experiencia con su ex, Cohen Abbott, el único chico al que alguna vez ha amado realmente, el que se escapó. —Yo… —Ni siquiera sé qué decir para hacerla sentir mejor. No puedo imaginarme verme obligada a tener que ver la imagen del hombre que una vez amé cada que enciendo la televisión o miro una revista en un estante en la tienda. O peor aún, tener que escuchar su voz cada vez que enciendo la radio, cantando una canción sobre un amor perdido que sé que está dirigida a mí—. Tal vez.

—Por favor, no. —Susurra con fuerza, interrumpiéndome, y trago saliva—. Sólo envía un mensaje de texto a Gareth y déjale saber que te gustaría verlo. —Bien. —Ella mira hacia otro lado y yo tomo aire, miro mi teléfono y empiezo a escribir. Acabo de ver tus mensajes. Me quedé dormida esta mañana y tuve que apresurarme para encontrarme con mis hermanas y mi mamá para el desayuno, también conocido como una sesión de interrogatorio sobre ti y nuestra cita anoche. De alguna manera, en los últimos minutos, terminé accediendo a ir al centro comercial y tal vez al cine. Debería estar en casa a las cinco. No sé si estarás libre esta noche, pero si lo estás, no odiaría verte. Presiono Enviar antes de convencerme de no hacerlo y luego contengo la respiración cuando aparece una burbuja debajo de mi texto. ¿Interrogatorio? ¿Debería ir a rescatarte? No estoy seguro de poder escapar esta noche, pero si tienes ganas de comer pizza y alitas para cenar, puedes unirte a mí y a mis hijos frente al televisor de mi casa. Leo su texto y respiro: —Santa vaca. — ¿Qué? —pregunta April. Levanto los ojos de mi teléfono para mirar a mi hermana. —Dijo que podía unirme a él y a sus chicos para comer pizza y alitas esta noche. —Asombroso, ¿vas a ir? —No lo sé. —Miro hacia mi celular y escribo rápidamente.

¿Crees que es una buena idea? ¿No es demasiado pronto para conocer a tus chicos? Mi teléfono suena en mi mano y su nombre parpadea en la pantalla, haciéndome sentir eufórica y asustada. —Vuelvo enseguida. —Ni siquiera levanto la cabeza, aunque siento que todas me miran. Me deslizo fuera de la cabina luego salgo del restaurante, poniendo mi teléfono en mi oído—. Hey. —Quiero que escuches mi voz cuando diga lo que voy a decir. —Bien. —Envuelvo mi brazo alrededor de mi cintura, no estoy segura por su tono si me va a gustar lo que tiene que decir. —Ya conoces a Mitchell. —Lo sé, pero eso es... —Y, —me interrumpe antes de que pueda explicar que conozco a Mitchell en la escuela y que eso es diferente a que yo vea a su papá y vaya a su casa—, no te haría venir si no lo supiera. Es inevitable que pases tiempo con mis chicos. Ya perdí semanas tratando de negar cómo me siento y estoy enojado conmigo mismo porque perdí el tiempo que podría haber pasado conociéndote porque soy un idiota. —No eres un idiota. —le susurro, sintiéndome mareada por sus palabras.

—Ya no más, por eso no voy a quedarme tranquilo y verte cuando te vea, lo cual, cariño… —Su tono se suaviza—. No será a menudo. Tengo dos trabajos y dos hijos. No tengo mucho tiempo libre para llevarte, así que, si vamos a hacer esto, tenemos que saltar y resolverlo sobre la marcha. —Tres trabajos. —digo. — ¿Perdón? —Trabajas como mecánico, tatuador y eres papá. Entonces, realmente, tienes tres trabajos. —digo, estudiando la acera bajo mis pies y preguntándome cómo es capaz de hacer todo lo que hace. Yo sólo tengo un trabajo y que cuidarme a mí misma, y algunos días eso parece una gran responsabilidad. —Supongo que tienes razón. —Asiente en voz baja y luego pregunta—: Entonces, ¿qué va a ser? Ember, ¿vas a correr o saltar? Pienso en cada momento que he pasado con él y en todas las cosas que me ha hecho sentir desde que estamos juntos y pregunto: — ¿Qué harás si corro? —Perseguirte. —La única palabra es dicha con brusquedad, haciéndome temblar y sonreír al mismo tiempo. —Supongo que no tengo más remedio que saltar. —Me alegro de que veas las cosas a mi manera. —Suena como si estuviera tratando de no reír, y yo me mantengo tensa, sin querer perder la sensación en mi vientre—. Ya les hablé a los chicos de ti. — ¿Qué? —Grito.

—Cuando llegué a casa anoche, estaban levantados y querían saber si te volvería a ver, les dije que sí. —¡Les dijo que sí! Quiero bailar o hacer una voltereta—. Estaban bien con eso, así que mientras salgo con ellos hoy, les haré saber que vendrás a comer pizza esta noche. —Está bien. —le digo, segura de que la felicidad que estoy sintiendo se filtra en mi voz. —Pediré la cena alrededor de las 5:30. ¿Hay algo que quieras, odies o a lo que seas alérgica? Me río. —Me encanta la comida. Toda comida. — ¿Anchoas? — ¿Te repugnaría si te dijera que las amo? — ¿En serio? Yo sonrío. —Mi papá siempre tenía una lata cuando íbamos a pedir pizza. Yo siempre pensé que eran asquerosas, pero un día la curiosidad se apoderó de mí y descubrí que el pescado salado agrega algo inesperado a cada bocado. Después de eso, me enamoré. —Tus papilas gustativas son aventureras. —Sí. —Estoy de acuerdo, sabiendo que esa es la única parte de mí que es aventurera—. El resto de mí es un poco aburrido. —¿Por qué

dije eso? Incluso si lo estaba pensando. —Eres perfecta. —Yo…

—Cariño, el desayuno está aquí. —Levanto los ojos al oír la voz de mi madre y la encuentro de pie en la puerta abierta al restaurante. Asiento con la cabeza y luego levanto un dedo, dejándole saber que tardaré un minuto. —Ve a comer, cariño. —dice Gareth en mi oído, escuchando a mi mamá también—. Te veré esta noche. Diviértete con tu familia. —Diviértete con tus chicos. —Siempre lo hago. —dice y luego murmura—. Hasta luego, Ember. —Hasta luego, Gareth. —le susurro y luego miro a mi alrededor para asegurarme de que nadie está mirando y hago un pequeño baile en medio de la acera. Cuando vuelvo a la mesa, noto que cada una de ellas está luchando contra la risa. — ¿Qué? —Lindo baile. —Mamá sonríe y yo gimo—. Nos alegra que estés feliz, cariño. —Ella alcanza la mesa para tomar mi mano y le da un apretón, diciendo—. Ahora, comamos. Tenemos un día ajetreado por delante. —Sin otra palabra, todas nos concentramos en nuestra comida y, como siempre, cuando estoy con mi familia, paso el día con una sonrisa en mi rostro.

Entro en el camino de entrada de Gareth más nerviosa que anoche antes de nuestra cita. Incluso después de hablar con él antes de dejar mi apartamento y su seguridad de que los chicos estaban de acuerdo

con que me uniera a ellos esta noche, todavía me siento insegura acerca de su decisión. Respiro profundamente mientras aparco y luego me inclino para tomar mi bolso del asiento del pasajero, junto con una bolsa de compras que contiene un galón de helado y los cupcakes que compré en la tienda en camino hacia acá. Si no hubiera estado fuera todo el día, me habría esforzado más en impresionar a los chicos de Gareth, a través de sus estómagos con mis brownies favoritos de chocolate y cereza. Una receta que requiere trozos de chocolate en la mezcla de brownie y cerezas al marrasquino y mini chispas de chocolate arremolinadas en el glaseado de vainilla. Desafortunadamente, no tuve tiempo para hornear o hacer algo más que cambiarme y alimentar a Melbourne antes de tener que volver a mi coche para llegar a cenar. Con las manos temblorosas, empiezo a abrir la puerta y luego chillo cuando de repente la arrancan de mis dedos. Miro a Gareth con los ojos muy abiertos y luego suspiro cuando se inclina para rozar sus labios con los míos, causando que un poco del nerviosismo que siento se desvanezca. —Hey. —lo saludo cuando se inclina hacia atrás y sonríe, quitándome mis bolsas. —Parecía que estabas a punto de salir corriendo cuando te vi aparcar. —Lo estaba. —admito, mordiendo el interior de mi mejilla mientras sus ojos escanean los míos. — ¿Olvidaste que te perseguiría? —pregunta en voz baja, agarrando mi cadera y luego usándola para forzarme a dar un paso más cerca provocando un pequeño grito ahogado entre mis labios.

Levanto mis manos y las coloco contra su cálido pecho para sujetarme y siento sus músculos tensarse debajo de su camisa, recordándome exactamente cómo se sintió tener su longitud presionada contra mí anoche. —No. —digo, y sus ojos se oscurecen mientras sus labios se tuercen en una sonrisa. Los dedos de mis pies se enroscan y mi corazón late con fuerza mientras sus dedos se clavan en mi piel a través de mi chaqueta ligera y mi camiseta. —Mierda. Odio no poder besarte como quiero con mis chicos mirándonos. Sintiendo como si me hubieran arrojado un balde de agua helada en la cabeza, inmediatamente retiro mis manos de su pecho como si estuviera en llamas y dejarlos caer a mis costados. — ¿Están mirando? —Susurro pensando que podrían escuchar y luego pararse a su alrededor. Cuando bloquea mi camino, inclino mi barbilla hacia él—. Tenemos que entrar. —Lo haremos después de que me digas que estás bien. —Estoy bien. —digo al instante. Sacude la cabeza, sin soltar el agarre que tiene sobre mí. En todo caso, su agarre se vuelve más fuerte a medida que acerca su cabeza a la mía. —Créeme. —Esas dos palabras envuelven mis entrañas mientras me mira fijamente a los ojos, implorándome que crea que todo estará bien—. A mis chicos les agrada que estés aquí. Sólo necesito que estés bien con eso.

“Él conoce a sus chicos mejor que tú”. Las palabras de mi madre de hoy temprano cuando admití las dudas sobre esta noche que llenaban mi mente resuenan en mi cabeza, y sé que necesito confiar en él para saber qué es lo mejor para sus hijos.

—Han pasado muchas cosas en las últimas veinticuatro horas. —le digo, y levanta un poco la barbilla en señal de acuerdo, pero no dice nada. Apoyando una mano en su gran bíceps, aprieto—. Confío en ti. Si dices que todo estará bien, entonces te creo. Veo su expresión suavizarse y la inquietud desaparecer de sus rasgos, pero luego pierdo la mirada cuando se inclina para besarme la frente. —Ven a conocer a mis chicos. Su aliento calienta mi piel antes de alejarse, y me obligo a abrir los ojos, luego tomo su mano y camino a su lado hacia su porche delantero, notando que las persianas vuelven a su lugar cuando nos dirigimos hacia los escalones. Mis dedos se tensan alrededor de los suyos y mi paso vacila. —Salta. —susurra. Lucho contra el miedo que me hace querer correr, aprieto mi mano en la suya y le susurro: —Salta. —En el momento en que la palabra pasa por mis labios, gira la manilla, y tan pronto como se abre la puerta, sé que mi vida nunca volverá a ser la misma. Dos rostros sonrientes nos saludan tan pronto como entramos en la casa, y noto que los dos chicos de Gareth son tan guapos como él.

—Hola, señorita Mayson. —La sonrisa de Mitchell se convierte en una mueca mientras arrastra a su hermano rubio contra su costado rudamente con su brazo alrededor de su cuello—. Este es mi hermano Max. —Puedes llamarme December. —le digo a Mitchell y luego miro a Max, cuyo rostro se ha puesto rojo—. Hola, Max. Encantada de conocerte. —Igualmente. —gruñe Max, tratando de alejarse de su hermano, que ahora lo tiene cautivo sólo porque es más grande y la ley de hermanos escrita hace miles de años requiere que lo haga. —Chicos. —advierte Gareth, sonando como el padre que es, y Mitchell libera a su hermano de mala gana, que aprovecha al máximo su libertad, dándole un codazo a Mitchell en las costillas, haciéndolo gruñir, y luego cuando Mitchell se lanza hacia él, se apresura a cruzar la habitación para esconderse a salvo detrás de la espalda de su padre, haciéndome reír. —Bienvenida a la casa de los locos. —Gareth niega con la cabeza hacia ambos chicos antes de mirarme. Le sonrío. —Crecí con cuatro hermanas, así que esto era lo normal hasta que me mudé para ir a la universidad. — ¿Tienes cuatro hermanas? —pregunta Max, mirándome desde el lado de su padre. —Lo hago. — ¿Son todas tan bonitas como tú? —pregunta, y noto un toque de rosa en sus mejillas.

Está bien, creo que me enamoré. —Más bonitas. —le digo en voz baja, y me mira con duda. —Siempre quise una hermana. —dice Mitchell, y miro a Gareth, notando que él está frunciéndole el ceño a su hijo mayor—. Bueno... lo hago. —Mitchell encoge sus ya amplios hombros, metiendo las manos en sus bolsillos. —Lo siento, chico. Eso no va a suceder. —dice Gareth, y mi interior se retuerce, recordándome que no pude conseguir lo que necesito de la farmacia hoy, lo que significa que las setenta y dos horas que tengo se están acabando. — ¡La pizza está aquí! —grita Max, haciéndome saltar, luego lo veo correr hacia la puerta y abrirla, incluso antes de que suene el timbre. —Finalmente. —dice Mitchell, pareciéndose mucho a su padre mientras pasa junto a mí hacia la puerta para ayudar a su hermano. —Cariño. —Los dedos de Gareth capturan mi barbilla, llamando mi atención, y me concentro en el hombre de pie sobre mí—. ¿Qué hay en tu cabeza? —pregunta en voz baja.

Oh, nada, excepto que no estoy tomando anticonceptivos, el condón se rompió anoche y no he ido a la farmacia por la píldora del día después, lo que significa que existe la posibilidad de que Mitchell pueda conseguir su deseo. —No hay nada en mi cabeza. —miento, y sus ojos buscan en los míos y luego se mueven sobre mi rostro entrecerrándose ligeramente.

—Estás mintiendo.

—No lo estoy. — ¡La cena está servida! —grita Max, y doy un suspiro de alivio cuando Gareth suelta el agarre que tiene sobre mí. —Hablaremos más tarde. —afirma, y asiento con la cabeza a pesar de que la idea de lo que tenemos que hablar me pone inquieta. Dándome una mirada contemplativa, toma mi mano y nos dirigimos a la cocina abierta, donde tanto Max como Mitchell están colocando trozos de pizza en sus platos junto con alas untadas en salsa BBQ. — ¿Realmente te gustan estas cosas? —pregunta Max, sosteniendo una lata de anchoas, y me río. —Sí. —Le quito la lata y tiro de la lengüeta. Él mira al pequeño pez y luego murmura: —Asqueroso. —No puedes decir que son asquerosas a menos que hayas probado una. —le digo, aceptando un plato con dos rebanadas de pizza de Gareth. — ¿A qué saben? —pregunta Mitchell. — ¿Salado? —Me encojo de hombros. —Lo intentaré. —Extiende su plato, toma un pequeño trozo de pescado y lo coloca al final de su rebanada. —Yo también lo intentaré. —Max empuja su plato hacia mí, y escucho a Gareth reír mientras coloco otro pequeño trozo en el extremo de su rebanada.

—A las tres. —dice Mitchell, y después de que cuentan, veo a los dos niños comer un bocado y los dos tienen expresiones faciales completamente diferentes mientras mastican. Mitchell parece que está tratando de descifrar si le gusta el nuevo sabor, mientras que Max parece que quiere vomitar. —No puedo. —Max sufre arcadas, corriendo hacia el fregadero, y empiezo a reír. —En realidad no está mal. —Mitchell se encoge de hombros, saca otra rebanada de pescado de la lata y la coloca en su pizza. — ¿Quieres intentar? —Miro a Gareth, que sonríe y niega con la cabeza. —Tienes que intentarlo, papá. —insta Max mientras se lava la boca. —Creo que me apegaré a lo que conozco. —le dice a su hijo y luego le pregunta—: ¿Qué veremos esta noche? —No una película de chicas. —dice Max y luego me mira tímidamente—. Sin ofender. —No te preocupes. —sonrío—. Tampoco me gustan las películas de chicas. — ¿Cuál es tu película favorita? —pregunta Mitchell. Ni siquiera tengo que pensar en la respuesta. —The Goonies7. Era una de las favoritas de mi mamá, así que solíamos verla mucho cuando era niña. Cada vez que está en la televisión ahora, tengo que detenerme para verla, incluso si está casi terminando.

7

Película estadounidense de aventuras de 1985 dirigida por Richard Donner y escrita por Chris Columbus, basada en una historia de Steven Spielberg.

—Nunca la he visto. ¿De qué trata? —Pregunta Max. —Es graciosa. Se trata de un grupo de amigos que van en busca de un tesoro pirata para salvar a sus familias, sólo que terminan encontrándose con algunos tipos malos y tienen que ser más listos que ellos. —Cuando noto que ambos chicos me miran como si me hubiera crecido una tercera cabeza, me encojo de hombros—. Es difícil de explicar. Tienen que verla. —No he visto esa película en años. —Gareth apoya su mano en mi espalda y luego mira a los chicos—. Cambio de planes. Esta noche vamos a alquilar The Goonies; ustedes pueden elegir la película el próximo fin de semana. —Genial. —ambos están de acuerdo sin pelear. —Traigan bebidas. —les ordena Gareth y luego me mira—. ¿Qué deseas? Tenemos Coca-Cola, té y agua. —Coca-Cola, por favor. —Traigan dos Coca-Cola. —dice hacia la nevera, donde Max está de pie con la puerta abierta. —Entendido, papá. —Ven. —Gareth me empuja hacia la sala de estar, donde nos acomodamos en el sofá uno al lado del otro. Una vez que estamos sentados, los chicos entran y Max nos entrega a su papá y a mí una Coca-Cola antes de tomar asiento en el suelo frente a la mesa de café, mientras Mitchell descansa al final del sofá frente a nosotros. Gareth comienza la película y yo hurgo en mi pizza, escuchando a los chicos reírse de una de mis escenas favoritas.

Al escuchar eso y reproducir la última media hora, sé que Gareth tenía razón. Sólo espero que podamos manejar algunos de los obstáculos que podríamos tener que atravesar.

Capítulo 9 Gareth —Entonces, ¿qué les pareció? —Pregunta December tan pronto como The Goonies termina, y ambos chicos, quienes ahora están descansando en el lado opuesto del sofá donde tengo a December presionada contra mi costado, voltean a verla. —Fue impresionante. —Sonríe Max—. Y la escena del Baby Ruth fue absolutamente genial. —El chico con todos los objetos fue mi favorito. —Mitchell hace una mueca—. Pero mi parte favorita fue cuando le enviaron la chaqueta de esa chica a esos idiotas. —También me gustó esa parte. —coincide December—. Pero amé cuando Chunk es capturado por los Fratellis, lo interrogan y él les cuenta acerca de vomitar en el cine. —Sí, fue divertido. —Dice Max y Mitchell y yo reímos—. ¿Conocen alguna otra película antigua como esa? — ¿Han visto Don't Tell the Babysitter's Dead8? —Ella pregunta y ambos niegan con la cabeza—. ¿Y Adventures in Babysitting9? — Vuelven a negar—. Está bien, ¿han visto Back to the Future10, The Gremlins o Beetlejuice11?

Comedia estadounidense de 1991 dirigida por Stephen Herek. Película estadounidense de comedia de 1987 dirigida por Chris Columbus. 10 Película estadounidense de ciencia ficción y comedia de 1985 dirigida y escrita por Robert Zemeckis 11 Película estadounidense dirigida por Tim Burton y estrenada en 1988. Es una comedia Terrorífica, que mezcla los géneros del humor y ciencia ficción. 8 9

—Si sigues nombrando películas tendremos que quedarnos toda la noche. —Digo y ella me voltea a ver frunciendo el ceño, haciendo que quiera besar su adorable expresión de molestia. —Esas son algunas de las mejores películas de todos los tiempos. ¿Cómo es que no las han visto? Mis labios tiemblan. — ¿Las mejores películas de todos los tiempos? —Uh… sí. Back to the future es icónica. — ¿Podemos ver esa ahora? —pregunta Max, volteo a ver el reloj y luego a él. —Lo siento, chico. Es hora de que tú y tu hermano vayan a tomar un baño y se metan en la cama. —Ugh. —Se queja dejándose caer en el sofá—. Desearía poder tomar clases en casa. —Aún tendrías que ir a la cama a las nueve y levantarte temprano. —Bueno, entonces desearía ser un adulto. —contraataca y December ríe suavemente. —Vamos, amigo. —Max se levanta del sofá y Mitchell hace lo mismo—. Buenas noches, papá. Buenas noches, December. —Sí... buenas noches. —Max hace un puchero. —Buenas noches, chicos. —Dice December riendo. —Los iré a revisar en un momento. —Les digo y ambos asienten antes de irse por el pasillo. Una vez que se han ido, December voltea a verme. —Tienes unos buenos chicos.

—Sí. —Me acerco a tocar un lado de su rostro y sus ojos se vuelven cálidos—. No fue tan malo, ¿verdad? —No, en realidad fue muy agradable. Gracias por invitarme. —Ella comienza a levantarse. Negándome a dejarla ir, la mantengo en su lugar con mi mano. —Quédate conmigo esta noche. —Digo tranquilamente y sus ojos se amplían. — ¿Qué? —Quédate. —Repito, después me inclino y rozo mis labios con los suyos. Ella niega con la cabeza y mira sobre mi hombro hacia el pasillo. — No puedo. Es... los chicos. La corto. —Ellos se irán a dormir. Ni siquiera sabrán que estás aquí. —Mañana tengo que ir a trabajar. —Susurra, por su mirada puedo decir que está destrozada.

—Te despertaré temprano, así podrás ir a casa a tiempo para el trabajo. —Le garantizo. —No lo sé… quiero decir, ni siquiera tengo un pijama o mi cepillo de dientes. —Puedes usar una de mis camisetas. Además, estoy seguro que tengo un cepillo extra en algún lado, si no puedes usar el mío. — ¿Usar tu cepillo de dientes? —Su nariz se arruga.

—He tenido mi lengua en tu boca. —Le recuerdo, y hace una mueca—. No voy a aceptar un no por respuesta. Sólo debes aceptar. —Eres muy persistente. —Murmura y aprieto su muslo, lo cual ocasiona que sus pupilas se dilaten—. De acuerdo. — ¿De acuerdo? ¿Te quedarás? —Sí, pero… No quiero que los chicos se enteren. No quiero darles una idea equivocada. — ¿Qué idea podría ser esa? —No lo sé, no me parece decoroso quedarme a dormir contigo, especialmente con tus niños aquí. — ¿Decoroso? —Suelto una risa y sus ojos se entrecierran—. No te molestes por mi risa, cariño. Nadie usa la palabra decoroso. —Obviamente lo hacen, ya que está en el diccionario, cariño. Joder, creo que me gusta que me llame así. —Bien, nadie menor a noventa años usa esa palabra.

—Eres muy molesto. —Sí, y tú en serio eres jodidamente adorable. —Me acerco y beso la punta de su nariz—. Voy a limpiar la cocina. Siéntete libre de ver lo que quieras. —Tomo el control remoto y se lo entrego. —Puedo ayudar. —Ella comienza a levantarse cuando lo hago.

—Puedes. —La detengo poniendo mi mano en su hombro—. Pero no lo harás. Quédate aquí y ve la televisión. Después de que los chicos se vayan a la cama, haremos lo mismo. —Si me vas a obligar a quedarme aquí, ¿al menos puedo tomar mi Kindle de mi bolso para leer? —Lo traeré por ti. —Voy a la cocina y tomo su bolso. Después de dárselo, regreso a la cocina y tiro los restos de la pizza. Luego meto en el lavavajillas los platos y los tazones que utilizamos para los pastelillos y el helado. Empiezo a limpiar la barra y echo un vistazo a la sala sintiendo mi corazón apretarse. Verla allí, cómoda, acurrucada en la esquina del sofá sin zapatos, con sus pies encima de los cojines y sus piernas presionadas en su pecho mientras que su Kindle está apoyado en sus rodillas. No sé qué tiene el verla así, pero sé que me gusta muchísimo. Hay algo en ella que me tranquiliza y, como era de esperar, ella tiene el mismo efecto en mis chicos. Desde el momento en que entró en la casa, no hubo nerviosismo en ellos. En todo caso, actuaron como si la conocieran de años. Mitchell podría haber tenido algo que ver con la fácil aceptación de December por parte de su hermano, pero tengo la sensación de que ella tiene ese tipo de efecto en las personas. Con una

respiración profunda, termino de limpiar los mostradores y la cocina y luego voy por el pasillo a llamar a la puerta de Max. —Pase. —Dice. Empujo la puerta para abrirla, encontrándolo acostado en su cama con su Switch12. — ¿Estás bien, chico?

—Sí. —Me mira rápidamente antes de volver a su juego. —Veinte minutos y apagas las luces. —Lo sé. —Te amo. —Le digo, y finalmente deja de hacer lo que está haciendo para mirarme—. Siempre. —También te amo, papá. —Responde en voz baja. Levanto la barbilla, salgo de la habitación y cierro la puerta, luego me dirijo a la habitación de Mitchell y llamo. —Adelante. —Gruñe y frunzo el ceño mientras empujo la puerta. — ¿Qué estás haciendo? —Reorganizando mi habitación. —Eso veo, ¿puedo preguntar por qué? —El Feng Shui dice que tu cama no debe estar debajo de una ventana. — ¿Feng Shui? —Sí, a la familia de mi amiga Kim le gusta mucho, ella me contó todo el asunto de la ventana. — ¿Kim es una niña? —Le pregunto, él me mira y se encoge de hombros. Sonrío—. ¿Necesitas mi ayuda? —Nop.

12

Switch: Consola de videojuegos principal desarrollada por Nintendo.

—Está bien, grita si cambias de opinión. —Lo haré. —Dice y luego pregunta—. ¿December todavía está aquí? —Sí. —Genial. —Su sonrisa lo hace parecer mayor de lo que es. —No te olvides de la hora de dormir. —Lo sé. —Pone los ojos en blanco. Dejo que termine de mover su cama y luego vuelvo a la sala de estar. Tan pronto como me siento en el sofá y coloco los pies de December en mi regazo, ella pregunta. — ¿Están bien los chicos? Joder, esa pregunta no debería calentar mi pecho, pero lo hace. — Ellos están bien. Mitchell reorganiza su habitación, y Max está jugando un videojuego. — ¿Reorganiza su habitación? —Feng Shui. —Awww. —Ella asiente—. Kim. — ¿La conoces?

—Es una de las niñas que viene todas las semanas para ayudar a ser mentora, la escuché hablar sobre feng shui unas cuantas veces. Creo que Mitch está enamorado de ella. La mayoría de los chicos lo están. —Ella aprieta sus labios juntos por un momento—. No creo que ella se dé cuenta. Es un poco nerd. —Ya veo. —Murmuro y luego inclino mi cabeza hacia su libro—. ¿Seguirás leyendo o quieres ver alguna cosa?

—Quiero ver algo. —Deja su Kindle en la mesa de café y mueve sus pies de mi regazo, girando a cómo estábamos sentados antes, con ella apoyada contra mi costado—. Espera, retrocede un canal. —Dice mientras paso los canales—. He estado esperando que comience la nueva temporada de esto. ¿Te molesta si lo vemos? — ¿De qué trata? —Le pregunto mientras me recuesto en el sofá con ella en mis brazos. —Ese tipo… —Señala al tipo en la pantalla—. Ayuda a resolver asesinatos que se han cerrado. Es muy interesante cómo hace las cosas y da un poco de miedo la cantidad de evidencia que se necesita para condenar a alguien de un crimen, incluso si está claro que fue él quien lo cometió. —Ella apoya su cabeza en mi pecho—. Realmente me gustó la temporada pasada. —Eres una nerd. —Lo que sea. —Ella suspira y tomo su mano y la sostengo sobre mi corazón mientras vemos cómo se desarrolla un misterio de asesinato en la vida real.

El programa no es algo que vería normalmente, pero debo admitir que es bueno. Cuando casi va a terminar, voy a ver a los chicos por última vez. Encuentro a Max dormido sosteniendo su Switch, así que se lo quito. Luego coloco las mantas alrededor de sus hombros y beso su cabeza. Cuando abro la puerta de Mitchell, lo encuentro dormido con la ventana entreabierta y una ligera brisa soplando sus cortinas. Sonriendo, cruzo la habitación y toco con mis dedos su cabello oscuro antes de dejarlo dormir.

—Los chicos están dormidos. —Le digo a December tan pronto como llego a la sala de estar, y ella me mira por encima de su hombro. En el momento en que sus ojos se encuentran con los míos, veo que el nerviosismo entra en su mirada. No digo una palabra al respecto; apago la televisión y luego extiendo mi mano para que ella la tome. Ella no duda, poniendo su mano en la mía, la ayudo a levantarse del sofá para luego llevarla a mi habitación, que está justo al lado de la cocina y la sala de estar, en el extremo opuesto de la casa a las habitaciones de los chicos. Una vez que estamos en mi habitación, cierro la puerta y la llevo al baño. Busco en uno de los cajones para ver si tengo un cepillo de dientes de repuesto para que lo use, y cuando encuentro uno, me doy la vuelta y lo sostengo. No se ha movido de la puerta. —Ven aquí. —Dejo caer el cepillo de dientes y luego me recuesto contra el mostrador, medio esperando que ella ignore mi petición. Pero, sorprendentemente, camina hacia mí y apoya su peso contra mi cuerpo. Agarrando su cadera, bajo mi cabeza y toco mis labios con los suyos antes de preguntar—. ¿En qué piensas? —En nada. —Ella niega con la cabeza—. Todo. —Ella se muerde el labio inferior—. ¿Puedo decirte algo?

—Cualquier cosa. —Le doy un apretón en la cadera. — ¿Recuerdas que se rompió el condón? —Sí. —Yo... Bueno, no estoy tomando anticonceptivos. No sé por qué no lo pensé cuando estábamos hablando de eso, pero quiero que lo sepas ahora. —Mi corazón comienza a latir con fuerza mientras

estudio su rostro—. Voy a conseguir la píldora de emergencia. Se suponía que lo haría hoy, pero no lo hice. Lo haré mañana. —¿Por qué diablos me siento decepcionado? Les dije a mis hermanas que no quería más hijos y le dije a Mitchell que no tendría una hermana. Aun así, hay una extraña sensación de emoción ante la idea de dejar a esta hermosa mujer embarazada. —Lo siento. Debería habértelo dicho. —Baja los ojos y me siento como un idiota. Ella piensa que estoy enojado porque no me dijo que no toma anticonceptivos. No tiene idea de que estoy pensando en todas las formas en que podría tocarla, algo que realmente no debería estar pensando en hacer. —Tendré más cuidado. —Gruño, envolviendo mi mano alrededor de su barbilla y obligándola a encontrar mi mirada—. Tú no tienes nada de qué disculparte, nada de qué sentirte mal. ¿Está bien? —Está bien. —Susurra. — ¿Hay alguna razón por la que no estás tomando anticonceptivos? —Pregunto gentilmente, y sus mejillas se llenan de color—. No tienes que avergonzarte conmigo.

—Cuando tomaba la píldora, me hacía sentir débil. —Ella se encoge de hombros—. Quiero decir, no he probado ninguno de los nuevos métodos de control de natalidad en los últimos años, ya que no había ninguna razón para hacerlo, pero la píldora me hizo sentir así, entonces dejé de tomarla. — ¿Sin razón?

—Umm... no estaba teniendo sexo. —El rosa en sus mejillas se extiende por su cuello. —Bien. —Murmuro, feliz de que hayan pasado años desde la última vez que estuvo con alguien, pero molesto de que alguien más la tocara. — ¿Por qué te ves molesto? —Pregunta, estudiándome, y mis dedos se tensan alrededor de su cadera. —Nunca he sido el tipo de hombre celoso o posesivo, pero no se puede negar que soy ambas cosas cuando se trata de ti. —Oh. —Dice entre dientes, como si le gustara la idea de causar esos sentimientos en mí. — ¿Te gusta? —La sostengo con más firmeza contra mí, y mi polla se contrae detrás de mi cremallera. — ¿Gustarme qué? — ¿Que me siento loco cuando se trata de ti? —Algo así. —Admite.

Enredo mis dedos en su cabello y la coloco justo como la quiero, luego lamo sus carnosos labios. Su boca se abre, y cuando su lengua toca la mía, pierdo el control y giro su culo hacia el mostrador, levantándola y colocándola en el borde. Sus piernas se envuelven alrededor de mis caderas, y cuando me tira contra ella, gimo y me inclino hacia atrás para arrancarle la camisa por la cabeza, haciendo lo mismo con la mía. Una vez que le quito el sostén, ahueco sus

pechos y me inclino sobre ella, tomando un pezón rosado en mi boca. —Gareth. —Tienes que estar callada. —Ordeno, moviéndome hacia su otro pecho, y sus manos se enredan en mi cabello, tirando con fuerza. Queriendo sentir lo mojada que está por mí, abro el botón de sus jeans, bajo la cremallera y deslizo mi mano en sus bragas—. Estás empapada, cariño, y tan jodidamente caliente. —Deslizo dos dedos dentro de ella y se aprieta a mi alrededor—. ¿Vas a correrte en mis dedos? —No. —Niega sacudiendo la cabeza y me aparto para mirarla a los ojos. —Se siente como si estuvieras a punto de correrte. —Te necesito. — ¿Quieres mi polla? —Pregunto, empujando más fuerte y usando mi pulgar para frotar su clítoris. — ¡Si! —Ella comienza a gritar, corto el sonido cubriendo su boca con la mía mientras ella tiene un orgasmo. Mientras todavía está jadeando, la levanto del mostrador y la ayudo a quitarse los jeans, luego la giro

para que mire hacia el tocador, inclinándola sobre la fría superficie. Una vez que la coloco, me quito los jeans y me pongo detrás de ella. —Gareth. —Susurra mientras tomo su cadera con una mano y uso la otra para envolver mi polla. Deslizo la punta hacia arriba y hacia abajo por su apertura húmeda y luego me congelo. Apretando los

dientes, tomo mis jeans y luego saco un condón de mi billetera. Después de ponérmelo, no pierdo ni un segundo más. Me hundo en ella por detrás, sosteniendo su mirada en el espejo del baño. —Oh, Dios. —Grita, echando la cabeza hacia atrás. —Shhh. —Trazo su labio inferior regordete con mi pulgar—. No olvides que tienes que estar callada, cariño. —No sé si puedo. —Gime. —Puedes. —Me deslizo fuera de ella una pulgada y luego empujo mis caderas hacia adelante. Cuando me mira en el espejo una vez más, se me corta el aliento. Cristo, no sé si alguna vez he visto algo más hermoso que su rostro cuando está a punto de correrse—. Abre las piernas, inclina tu culo y déjame entrar más profundo. —Ordeno en voz baja, colocando un beso en su cuello mientras deslizo mi mano hacia su pecho, ahuecando un pecho mientras le doy una nalgada con mi otra mano. —Oh, Dios, no te detengas. Su lloriqueo necesitado casi me empuja al límite. Sabiendo que estoy a punto de perder el control, deslizo mi mano de su culo para acunarla entre sus piernas. Tan pronto como mis dedos hacen contacto con su clítoris, su espalda se arquea, enviándome más profundo. Su coño

comienza a contraerse alrededor de mi polla cuando se corre, y desearía que estuviéramos en mi cama, donde pudiera voltearla de espaldas y sumergirme en ella.

—Cristo. —La inclino más sobre el mostrador y ella gime en voz alta mientras embisto con fuerza, yendo tan profundo como puedo. Muevo mi mano de su pecho para cubrir su boca y siento sus dientes hundirse en mi palma, viendo estrellas mientras la sigo sobre el borde. Completamente agotado, dejo caer mi frente sobre su hombro y trato de recuperar el aliento mientras ella intenta hacer lo mismo. Una vez que mis piernas no se sienten tan débiles, me deslizo fuera de su calor, la giro hacia mí y la aprieto contra mi pecho. — ¿Estás bien? —Pongo mis dedos debajo de su barbilla para voltear su mirada hacia mí y estudiarla. —Sí. —Ella me da una pequeña sonrisa cansada. — ¿Qué tal una ducha? —Una ducha suena bien. —Dice, descansando su cuerpo contra el mío mientras envuelve sus brazos alrededor de mi cintura. La sostengo contra mí y camino hacia la ducha, abro la llave. Una vez que el agua está tibia, la ayudo a entrar. — ¿Te dormiste? —Le pregunto, mirando hacia la parte superior de su cabeza, y ella inclina su cabeza hacia mí. —Tal vez. —Ella sonríe adormilada. —Déjame lavarte y llevarte a la cama. —Le digo en voz baja, besándola antes de agarrar la barra de jabón del recorte en la pared. Siendo

rápido, la lavo a ella y a mí, luego cierro el agua y salgo. Todavía

empapado, tomo una toalla limpia y se la ofrezco, ella da un paso hacia mí. —Gracias. —Susurra mientras la envuelvo a su alrededor. —Déjame traerte una camisa. —Tomo una toalla para mí y la coloco alrededor de mis caderas. Voy a mi armario, tomo una camisa y busco un par de bóxers, luego la ayudo a ponerse ambos. Cuando está vestida, la llevo a mi cama y no dice nada cuando la arropo—. ¿A qué hora necesitas levantarte? —Normalmente, me levanto a las seis, así que probablemente a las cinco. —Ella bosteza. —Pondré mi alarma. —Rozo mis labios con los suyos, y cuando me aparto, sus ojos están cerrados. Sacudiendo mi cabeza, regreso a mi armario y dejo caer la toalla alrededor de mis caderas, luego me pongo un par de bóxers antes de salir a ver a los chicos una vez más. Al ver que todavía están durmiendo, pongo la alarma de la casa, apago las luces y luego me dirijo a mi habitación. Cuando abro la puerta, encuentro que December se ha movido al medio de la cama y ahora está envuelta alrededor de mi almohada. Sonriendo, pongo una alarma en mi teléfono, apago la luz lateral y me meto en la cama con ella. —Gareth. —Llama mientras tiro de mi almohada fuera de su agarre y me meto en la cama, arrastrándola más cerca. —Duerme, cariño. —Ordeno.

—Está bien. —Acepta, acurrucándose en una bola debajo de mi brazo y volviendo a dormirse. Y con ella en mis brazos, en mi cama, bajo mi techo, duermo tranquilo.

Me paro frente a los chicos en la barra, mirando a ambos comerse el desayuno que les hice como si fuera una carrera para ver quién puede terminar primero. — ¡Terminé! —Mitchell se proclama ganador mientras mastica la hamburguesa de salchicha que se metió entera en la boca. — ¿Debería traerte un trofeo por tu logro? —Pregunto y él me sonríe mientras se desliza de su taburete con su plato para llevarlo al fregadero. —Papá. —Llama Max, y el tono de su voz me hace concentrarme en él—. Yo... —Aprieta sus labios y luego mira más allá de mí hacia su hermano, y miro por encima del hombro al mayor. — ¿Qué pasa? —Max se preguntaba cuándo tendríamos otra noche de cine con December. —Dice Mitchell, y volteo a ver a Max. — ¿Quieres salir con ella de nuevo? —Pregunto, dejando mi taza. No le pregunté anoche si le agradaba December. No quería hacerle sentir que tenía que decir que sí al interrogarlo. —Ella es agradable. —Dice, rompiendo su tostada en pedacitos, sin mirarme—. Supongo que sería genial salir con ella de nuevo.

—Estoy seguro de que podemos arreglar algo. Tal vez no sea una noche de cine, ya que ustedes dos tienen escuela esta semana, pero podemos cenar con ella. —Le digo. Él mira hacia arriba y me da una media sonrisa. —De acuerdo. Sintiendo alivio, bajo mi barbilla hacia su plato. —Si ya terminaste, pon tu plato en el lavavajillas y trae tus cosas. Los veré a ti y a tu hermano en la entrada. Se levanta, lleva su plato consigo, y después de enjuagarlo y dejarlo caer en el lavavajillas, deja la cocina, rodea la barra y se va por el pasillo hacia su dormitorio. —Le agradó mucho. —Dice Mitchell mientras tomo un sorbo de café, y me giro hacia él, apoyando la cadera en el mostrador, y levanto mi barbilla para que continúe—. No pensó que lo haría, pero lo hace, y ahora está preocupado por lo que pasará si tú y ella siguen viéndose y mamá aparece.

Mierda. Su madre puede ser demasiado en un buen día, así que sé que su preocupación es válida. También sé que estoy cansado por haber soportado su mierda durante años, así que, si ella aparece y trata de provocar problemas, no dejaré que suceda. —Eso no es algo de lo que tú o tu hermano deban preocuparse.

—Lo sé, pero Max aún piensa que mamá es genial. —Dice en voz baja—. Él no entiende que está loca y que sólo aparece cuando le conviene. Estudio a mi hijo, preguntándome cuándo empezó a ver las cosas como son. Hubo un tiempo en que vio a su madre de la misma manera

que Max la ve ahora y una parte de mí desearía que todavía la viera de la misma manera, que no supiera lo egoísta que es. —No lo entiende. —Agrega. — ¿Entender qué? Él se encoge de hombros. —Que mamá realmente no se preocupa por nosotros. —Mi garganta se aprieta y lucho contra la ira que amenaza con apoderarse de mí. No quiero que mis chicos no se sientan amados y he tratado de que nunca lo hagan, dándoles buenas personas con las que puedan contar. Desafortunadamente, el control que tengo sobre el impacto que tiene su madre en sus vidas es tanto como el que tengo para evitar que el sol se meta en las noches—. Tu mamá es... —Una perra. —Mi columna se pone rígida—. Lenguaje. Entiendo que estés molesto con ella, pero nunca le faltes el respeto. Ella es tu madre. Los ama, a ambos. —Si lo hiciera, estaría cerca. —Su mandíbula se contrae—. Nunca viene, a menos que le convenga, y cuando está aquí, siempre está hablando de a dónde va o qué planea hacer cuando se vaya. No soy estúpido, lo sé, sólo aparece para asegurarse de que no la hayamos olvidado. La cosa es... siempre la olvido en el momento en que sale por la puerta, porque no me importa. Joder, tengo un nudo en la garganta. —Odio que te sientas así. —Odio que Max piense que es perfecta, pero también sé que no podré cambiar su opinión sobre ella. Él tiene que aprender eso por sí mismo. —Él toma aire—. Yo sólo... —Hace una pausa para negar con la cabeza—. Sólo estaba pensando que, si tú y December se quedaran

juntos y mamá volviera, él vería la diferencia, y tal vez no le sería tan difícil. — ¿Qué quieres decir? —Que... él podría ver cómo se supone que debería ser una madre. —Mitch... —Sé que vas a decir que es demasiado pronto para eso. —Me interrumpe, levantando su mano hacia mí—. Yo sólo sé que hubiera sido bueno, cuando yo tenía su edad, tener una figura materna cerca, y tal vez si December hace eso, sería bueno para él. Miro a mi hijo, no estoy seguro de poder soportar lo que está diciendo. He tratado de mantener lo que pasó entre su madre y yo lejos de él, no obstante, obviamente se ha visto afectado. Odio que él haya tenido que presenciarlo; peor, odio que ahora esté tratando de proteger a su hermano pequeño de experimentar la misma cosa. —Lo siento. — ¿Por qué? —Pregunta, luciendo mayor de lo que es—. Sé que has aguantado a mamá durante años porque querías que la tuviéramos en nuestras vidas. —Tienes razón. Quiero que ustedes tengan a su mamá. Aun así, lamento que te sientas cómo te sientes y que tuvieras que lidiar con cosas que no deberías. —Cierro la distancia entre nosotros y descanso mi mano alrededor de su cuello, dándole un suave apretón para llamar su atención—. Me alegro que estés intentando cuidar a tu hermano pequeño, pero esto es algo de lo que no necesitas preocuparte.

—Está bien. —Baja la barbilla. —Te quiero, chico. —Descanso mi frente contra la parte superior de su cabeza. —También te quiero, papá— Me responde en un susurro, y aunque he oído eso de él una y otra vez, sé que nunca me cansaré de escucharlo. —Estoy orgulloso de ti. —Bajo la voz—. Escucha esto. Confía en mí para cuidar de ti y de tu hermano. —Digo y él asiente. — ¡Listo! —grita Max, cortando el momento y yo me alejo sonriendo, queriendo aliviar la tensión en el aire. —Será mejor que vayas a empacar antes de que tu hermano te gane la pistola. —Sí. —Acepta, pero no se mueve. En cambio, envuelve sus brazos alrededor de mi cintura de repente, sorprendiéndome. Y luego, antes de que pueda devolverle el abrazo, me deja ir y sale corriendo de la cocina, gritando—. ¡Pistola! —Mientras rodea la barra. — ¡No es justo! —grita Max. —Totalmente justo. —Responde, y aunque no puedo ver a ninguno de ellos desde mi punto de vista, sé que están peleando, porque escucho sus gruñidos junto con sus zapatos patinando sobre la madera. Pienso en intervenir, pero decido dejarlos pelear, ya que ninguno de ellos está llorando o gritando para que vaya. Tomo mi taza de café y me tomo el resto de un trago, luego llevo la taza vacía al lavavajillas y la pongo dentro. Continúo escuchándolos mientras me encojo de hombros en mi chaqueta, y cuando doy la vuelta a la isla, encuentro

a

Max con los brazos abiertos, bloqueando el pasillo. — ¿Puedo tener la pistola? —Jadea, dándome una mirada suplicante. —Tu hermano la pidió primero, amigo. —Ni siquiera tiene su mochila. —Señala. Miro a Mitchell. —Trae tus cosas. —Ya lo habría hecho si me dejara pasar por el pasillo. —Deja pasar a tu hermano. —Le digo a Max, sorprendido de que haya podido retener a su hermano, cuando Mitchell es por lo menos cinco pulgadas y treinta libras más grande que él. —Bien. —Max se hace a un lado, mirando a su hermano antes de mirarme a mí y soltar un suspiro. Con una pequeña sacudida de mi cabeza, tomo mis llaves y luego camino hacia la entrada, desbloqueo las cerraduras y me pongo al volante. Max se sienta en el asiento trasero, refunfuñando sobre lo injustas que son las cosas, y luego, tan pronto como Mitchell entra, anuncia que él llevará la pistola en el camino de regreso de la escuela. Lucho contra la risa, preguntándome cómo estaría December en esta situación. Probablemente también pensaría que es gracioso y ni siquiera se inmutaría ante la discusión de los chicos. Ese pensamiento me hace tomar una pausa. Como Mitchell señaló, es demasiado pronto para pensar en la reacción de December ante las payasadas cotidianas de mis hijos, pero no se puede negar que quiero ver su reacción y entrelazarla en nuestras vidas de todas las formas posibles.

Mierda.

Capítulo 10 December

A

l oír a alguien gritar, aparto los ojos de mis alumnos, que se han

vuelto hacia la puerta y frunzo el ceño mientras camino por el aula. No estoy segura de lo que está pasando, giro la manija y miro hacia el pasillo, viendo al Sr. Jetson, uno de los maestros de quinto grado, discutiendo en voz alta con la subdirectora, Gladys. —Baje la voz, Sr. Jetson y por favor vaya a la oficina del director. —Dice Gladys, y él la mira. Luego detiene su discusión. — ¿Qué fue eso? —Miro al otro lado del pasillo a Tasha, otra maestra de primer grado, y me encojo de hombros. —Con suerte, lo van a despedir. Es un idiota. —Susurra y no estoy de acuerdo a pesar de que tiene razón. El Sr. Jetson no es un maestro que yo considere amigable, y he escuchado a sus estudiantes quejarse más de una vez sobre lo duro que es con ellos. Cuando Gladys entra en su salón de clases, doy un paso atrás, cierro la puerta y me giro para mirar a mis alumnos, todos parecen nerviosos—. Todo está bien. —Les aseguro y luego miro el reloj, viendo que tenemos veinte minutos antes de que el horario escolar llegue a su fin—. Ya que no nos queda mucho tiempo, ¿qué tal si jugamos Heads Up Seven Up hasta que suene la campana?

Ante mi sugerencia, la tensión en la habitación se alivia de inmediato y todos sus rostros se iluminan con sonrisas. Elijo siete niños al azar y luego grito. —Cabeza abajo, pulgar arriba. —Todos los niños que siguen sentados en su escritorio bajan la cabeza y cierran los ojos mientras los niños de pie caminan, golpeando cabezas con el pulgar de manera aleatoria. Cuando los siete niños que elegí van al frente de la clase, llamo "Heads Up, Seven Up" y todos los niños levantan la cabeza. Uno por uno, intentan adivinar quién los tocó y, si adivinan correctamente, intercambian lugares con ese estudiante. Cinco rondas más tarde, suena la campana y los niños guardan sus cosas rápidamente, hacen fila en la puerta y luego saludan a sus padres cuando entran. Una vez que se han ido, recojo el aula y limpio las cosas con desinfectante. Recojo mis cosas de mi escritorio, junto con mi agenda y una pila de pruebas de ortografía que necesito calificar esta noche. Normalmente, establezco mi plan de lecciones semanal el domingo, pero quedarme en casa de Gareth anoche me desajustó el horario, así que, necesito hacerlo esta noche. Salgo de la escuela y voy por el aparcamiento de profesores hacia mi auto. Buscando en mi bolso las llaves, no veo el coche corriendo hacia mí hasta que la bocina pita fuerte y los neumáticos se deslizan por el pavimento. — ¡Mira por dónde diablos vas! —grita Jetson, bajando su ventana y empiezo a abrir la boca para decirle que disminuya la velocidad, pero antes de que pueda, se aleja, haciendo que el polvo llene el aire y pequeñas rocas salgan volando a mi alrededor. Con mis manos temblando y mi corazón latiendo salvajemente, niego con la cabeza y luego miro a ambos lados para asegurarme de que no vienen más autos antes de que corra hacia el mío y entro. Una vez que tengo la puerta cerrada, tomo mi teléfono celular, y aunque no me

gusta ser el tipo de persona que acusa a alguien, sé que necesito llamar a la directora para informarle lo que pasó. Con suerte, le dirá a Jetson que debe reducir la velocidad cuando está cerca de la escuela, incluso si normalmente no hay niños en el aparcamiento de los maestros. Cuelgo el teléfono con ella unos minutos más tarde, después de que ella me asegura que tendrá una charla con él, y para cuando vuelvo a conducir mi auto, no estoy temblando como antes. Voy directamente a la farmacia, y cuando llego, mi celular emite un pitido que me dice que tengo un mensaje entrante. ¿Cena esta noche? Miro el simple mensaje de texto de Gareth y luego miro a través del parabrisas hacia la farmacia delante de donde estoy aparcada y cierro los ojos. Anoche, con Gareth y sus hijos, fue perfecto, y despertar esta mañana en sus brazos es algo a lo que realmente podría acostumbrarme. Dicho esto, he estado pensando todo el día en lo que Mitchell dijo sobre querer una hermana o más específicamente, he estado pensando en la reacción de Gareth a la declaración. Lógicamente, sé que es demasiado pronto en nuestra relación, o lo que sea que tenemos, para pensar en niños, pero puedo decir que, en lo que respecta a mis sentimientos hacia él, ya me estoy enamorando. Y después de pasar tiempo con Max y Mitchell, sé que podría enamorarme fácilmente de ambos chicos. Pero al final del día, quiero hijos, y si Gareth no quiere tener más, no sé si tiene sentido que nos sigamos viéndonos. Estoy ocupada esta noche, ¿en otro momento? Miro el texto después de escribirlo, sintiendo que mi estómago se revuelve cuando mis

dedos danzan sobre el botón de enviar. Presionando borrar hasta que las palabras desaparecen, sé que estoy totalmente jodida. ¿A qué hora? Seis. Trae cosas para dormir. Mi corazón late con fuerza. No puedo quedarme a dormir. Necesito ponerme al día con algo de trabajo esta noche. Tráelo contigo. Dejo escapar un profundo suspiro y lo intento de nuevo. No me siento bien dejando a mi gato solo tanto tiempo. Miro mi teléfono, esperando que responda, y luego salto cuando suena de repente y aparece su nombre. Deslizando mi dedo por la pantalla, me lo acerco al oído. —Hola. — ¿De verdad tienes un gato o estás tratando de no quedarte conmigo? —Pregunta, sonando como si estuviera tratando de no reírse. —Realmente tengo un gato. —Pongo los ojos preguntándome quién mentiría sobre tener un gato.

en

blanco,

— ¿Dónde estuvo la otra noche? —No dije que le agradara lo suficiente como para estar cerca de mí. —Refunfuño. Empieza a reír. —Podrías traerlo contigo esta noche. —No voy a llevar mi gato a tu casa. —Me resisto a la sugerencia.

— ¿Por qué no? A los chicos y a mí nos gustan los animales. —A Melbourne no le gustan los humanos. Apenas me tolera, y creo que los chicos se preguntarán por qué voy a cenar con mi gato y todas las cosas que necesita, si se supone que sólo estaré ahí un par de horas antes de volver a casa. —Cierto. —Wow ¿acabas de estar de acuerdo conmigo? —Supongo que sí. —Dice, y no puedo evitar sonreír—. Estoy seguro de que estará bien sin ti por la noche. —Agrega y suspiro. Debí haber sabido que no se rendiría. —Gareth. — ¿No quieres quedarte? Lo hago. Quiero quedarme. Quiero pasar tiempo con él y sus chicos. Quiero conocer todo de ellos. Pero sé que sólo estoy cavando un hoyo más profundo para mí al hacer eso. —Sí quiero. Yo sólo… — ¿Dónde estás ahora? —Me interrumpe antes de que pueda terminar mi oración, no es que sepa lo que iba a decir. — ¿Qué? — ¿Dónde estás ahora mismo? Miro a través del parabrisas y mis músculos se agrupan. —Umm... ¿en la tienda? — ¿Me preguntas si estás en la tienda o me dices que es donde estás?

En serio, ¿por qué es tan molesto? — ¿Por qué eres tan molesto? —Sólo piensas que soy molesto porque puedo leerte. Así que, ¿dónde estás? —En la farmacia. —Le digo, y como si presionara un interruptor, se queda completamente en silencio. Ni siquiera lo escucho respirar—. ¿Gareth? —Le toma tanto tiempo responder que casi alejo el teléfono para ver si la llamada sigue en curso. —Estoy aquí. — ¿Estás bien? —Sí. —Se aclara la garganta—. Voy a recoger a Max de la escuela ahora, y Mitchell tiene entrenamiento hasta las cinco, así que estaremos en casa alrededor de las 5:30 y cenaremos un poco después de las seis. ¿Eso está bien para ti? —Sí, está bien. —Digo en voz baja. —Hasta luego, cariño. Cuelga antes de que pueda despedirme y dejo caer mi teléfono en mi regazo, mirando la pantalla oscura y tratando de averiguar qué acaba de suceder. No entiendo por qué me preguntó dónde estaba o por qué su estado de ánimo pareció cambiar cuando le dije. —Los hombres son tan confusos. —Suspiro, tomando mi bolso antes de salir del auto e ir a la farmacia, donde recojo lo que necesito junto con algunas cajas de condones. Llego a mi apartamento veinte minutos después, y tan pronto como cierro la puerta y empiezo a quitarme el abrigo, Melbourne, que está

descansando en el sofá, maúlla en voz alta para llamar mi atención. —Oh, lo siento, ¿interrumpí tu siesta? —Pregunto sarcásticamente, y juro que pone los ojos en blanco antes de saltar hacia abajo moviendo su cola. Niego con la cabeza mientras él entra en mi habitación y luego me dirijo a la cocina, sólo para detenerme cuando alguien toca la puerta de mi casa. Sin esperar a nadie, veo por la mirilla y frunzo el ceño cuando veo que no hay nadie. Suponiendo que son sólo los niños del complejo jugando, empiezo a apartarme de la puerta cuando de repente hay otro golpe. Queriendo asustarlos un poco, abro la puerta, pero soy yo quien es tomada por sorpresa, porque no sólo Gareth está parado en mi pasillo, sino también Max. —Por favor, dime que tienes comida. Me muero de hambre y papá no me trajo un bocadillo. —Dice Max como saludo y parpadeo ante su adorable rostro suplicante. —Yo... yo tengo comida. —Balbuceo. —Gracias a Dios. —Gime, pasando a mi lado hacia el interior de mi apartamento y me giro para verlo tomar asiento en mi sofá, luego miro a su padre cuando su mano toca mi cadera. —En realidad, no se está muriendo de hambre. Comió dos barras de granola en el camino hacia aquí. —No me dijiste que ibas a venir. Él se encoge de hombros. —Tenemos que matar algo de tiempo antes de que tengamos que recoger a Mitchell, y tu casa está más cerca de

la escuela que la mía. Pasé por aquí pensando que si veía tu coche nos detendríamos y, de no ser así, nos iríamos a casa. Empiezo a decirle que aun así debería haber llamado para avisarme que vendría con Max, pero antes de poder abrir mi boca, se inclina, tocando suavemente sus labios con los míos. Cuando retrocede, veo que está sonriendo. — ¿Tuviste un buen día? —Sí. —Me aclaro la garganta, deseando que no tuviera personalidades divididas o que no me convirtiera en una completa idiota con un simple beso. — ¡Tienes un gato! —Ante esa exclamación, me vuelvo rápidamente para advertir a Max que Melbourne no es precisamente agradable, pero encuentro a mi gato en su regazo, frotando su mandíbula a lo largo de la barbilla de Max, y puedo escucharlo ronronear en voz alta incluso desde el otro lado el cuarto. —Pensé que habías dicho que a tu gato no le gusta la gente. —No le gusta. —Murmuro y Gareth se ríe mientras cierra la puerta. —Es tan genial. —Max me sonríe, rascando la cabeza del gato que obviamente ha sido intercambiado con el mío. —Déjame buscarte algo de comer. —Le devuelvo la sonrisa antes de entrar en la cocina. — ¿Cuál es su nombre?

—Melbourne. —Grito—. O creo que lo es. A mi gato no le gustan las personas, así que no sé a quién estás abrazando. —Lo escucho reír desde la otra habitación y yo sonrío. —No tienes que alimentarlo, cariño. Puede esperar para comer hasta la cena. —Me dice Gareth, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura desde atrás y me inclino hacia atrás en su abrazo, luego inclino mi cabeza hacia un lado hasta que capto su mirada. —Realmente no tengo nada nutritivo para alimentar a un niño en crecimiento, pero no voy a dejar que tu hijo se muera de hambre. Sus ojos buscan los míos por un momento, luego niega con la cabeza, besa la punta de mi nariz y me deja salir de la cocina. No estoy segura de qué se trataba o por qué se me puso la piel de gallina en los brazos, voy de nuevo a buscar algo para alimentar a Max. —Max, ¿está bien chips y salsa? —Grito. Cuando dice que sí, tiro un frasco de salsa en un tazón y luego escarbo en los gabinetes en busca de chips de maíz. Llevando el cuenco y la bolsa conmigo a la sala de estar, me detengo en seco cuando veo a Gareth recoger a Melbourne y darle la vuelta para frotar su estómago, un movimiento que si yo hiciera de seguro me arañaría los ojos. De acuerdo, mi gato es obviamente sexista y sólo le gustan los hombres. Es bueno saberlo. — ¿Qué quieres beber, cariño? —Le pregunto a Max mientras dejo las papas fritas y la salsa frente a él. —Agua está bien.

— ¿No olvidas decirle algo a December, chico? —Pregunta Gareth, y Max hace una pausa con un chip cerca de sus labios. —Gracias. —No hay de qué. —Toco su cabello y sus ojos se abren. Maldita sea, ¿por qué hice eso? No debería haberlo hecho. —Um. —Miro a Gareth, poniendo mi mano a mi lado—. ¿Te gustaría algo de beber? Él mira mi mano y luego a mí. — ¿Tienes té? —Sí. —Eso estaría bien, cariño. —Me hormiguea la piel. Centrándome en la tarea que tengo entre manos y no en todo lo que siento, voy a la cocina y vuelvo un minuto después con sus bebidas y una Coca Cola de dieta para mí. — ¿Cómo estuvo la escuela hoy? —Le pregunto a Max, tomando asiento en el sofá junto a él mientras sumerge un chip en salsa. —Estuvo bien. — ¿Sólo bien? —Tuve ciencias, así que fue genial. —Él se encoge de hombros. — ¿Ciencias es tu clase favorita? —Pregunto, mojando un chip en la salsa.

—Sí, nuestro profesor de ciencias, el Sr. Tonk, es asombroso. Siempre está haciendo experimentos y esas cosas, lo que hace la clase divertida. — ¿Cuál es tu clase menos favorita? —Pregunto, mientras Gareth toma asiento en diagonal a nosotros con Melbourne. —Matemáticas. Odio Matemáticas. —A mí tampoco me gustan las matemáticas. —Lo admito, y me mira dubitativo—. ¿No me crees? —Tú eres una maestra. —Lo soy, pero aun así no me gustan las matemáticas. No es un tema que me resulte fácil de entender, e incluso hasta el día de hoy tengo problemas con muchas fórmulas matemáticas. — ¿Cuál fue tu materia favorita? Ni siquiera tengo que pensar en eso. —Inglés. Me encanta leer. Siempre lo hago. — ¿Eras una nerd cuando estabas en la escuela? —Pregunta con una sonrisa moviendo sus labios. —Probablemente. —Me río—. Era amiga de todos y siempre tenía gente con quien sentarme en el almuerzo y pasar el rato fuera, pero pasaba la mayor parte del tiempo leyendo. —Tengo un amigo así. Es genial, pero prefiere jugar videojuegos en el almuerzo y entre clases.

—Los videojuegos son geniales. —Le digo, y él asiente, moja otro chip para después metérselo en la boca—. ¿Te gusta hornear? —Le pregunto y me frunce el ceño—. ¿Qué? —Hornear es para niñas. — ¿De verdad? ¿Quién lo dice? —Rápidamente miro a Gareth cuando se ríe. —No lo sé, pero la abuela hornea, al igual que mis tías y sus hijas. — ¿Tu papá no hornea? —Le pregunto, y él mira a su papá y luego a mí, sacudiendo la cabeza—. ¿Te gusta comer galletas, pasteles y esas cosas? —Sí. —A mí también. —Yo sonrío—. Hornear es la forma en que mi madre me ayudó a entender las matemáticas, pero ¿sabes qué es lo mejor de hacerlo? —Me da una media sonrisa—. Hay mucha ciencia involucrada. Si no mides y agregas la cantidad correcta de ingredientes, lo que sea que estés haciendo no saldrá como debería. —Supongo que tienes razón. —Asiente, estudiándome. — ¿Cuál es tu cosa favorita que hacen tu abuela o tías? —Galletas con chispas de chocolate. Miro el reloj y veo que tenemos tiempo suficiente para mezclar un lote de masa para galletas. —Vamos. — ¿Qué?

—Me vas a ayudar a hacer unas galletas con chispas de chocolate. Tendremos que hornearlos en tu casa, pero podemos hacer la masa aquí. — ¿De verdad? —Sí. Bueno... quiero decir. —Miro a Gareth—. ¿Te parece bien? —Sí. —Asiente suavemente, pero todavía hay una intensidad en su expresión que hace que mis piernas se sientan débiles. Me obligo a apartar la mirada de él. —Vamos, no tenemos mucho tiempo antes de que tengan que ir a recoger a tu hermano. —Le digo a Max, y él se levanta y me sigue hasta la cocina. Unos minutos más tarde, Gareth entra y toma asiento en la mesa alta que uso como isla improvisada—. La receta que vamos a utilizar está aquí. —Le entrego a Max uno de mis libros de cocina—. Encuentra el de las galletas con chispas de chocolate mientras saco la batidora. —Una vez que tengo configurada la batidora, vuelvo a donde está parado y miro la receta—. Así que vamos a duplicar la receta, así tendremos muchas galletas para todos. Entonces, ¿qué tenemos que hacer primero? —Dice que debes mezclar los huevos y la mantequilla y luego agregar azúcar, vainilla y sal. —Perfecto, aquí está la taza de medir. —Se la entrego y él la mira—. Agarraré los huevos mientras tú mides la mantequilla. — ¿Cuánta mantequilla? — ¿Qué dice la receta? —Me detengo en la nevera y lo miro. —Una taza y media.

—Y como estamos duplicando la receta, ¿cuánto necesitamos? —Tres. — ¿Lo ves? Ya entendiste esto. —Digo, alegremente—. ¿Cuántos huevos necesito?

y

él

sonríe

Mira la receta. —Cuatro. —Excelente. —Agarro cuatro huevos mientras él vierte la mantequilla en el tazón de la batidora de metal, y luego se los entrego para que los agregue. Para el momento en que tenemos los primeros cinco ingredientes en la batidora, él es un profesional y se le facilitan las cosas—. ¿Qué sigue? —Harina. —Dice, y agarro mi bote de harina del mostrador y lo veo medir la primera taza. Empiezo a decirle que tenemos que apagar la máquina antes de agregarla, pero él la echa y la harina llega al batidor de alambre y vuela por todas partes. Gareth salta de donde estaba sentado y apaga la máquina antes de que yo pueda hacerlo —Oh Dios. —Miro a Max y luego a mí misma. Estamos cubiertos de harina y aún hay más regada en el suelo como nieve. —Lo siento mucho. —Susurra Max. Parpadeo hacia él, viendo sólo sus ojos verdes. El resto de él está cubierto por una fina capa de polvo blanco. —Tú... —Sonrío y luego empiezo a reír tan fuerte que me doblo. Me paro y lo señalo—. Tú... deberías ver tu rostro ahora mismo. —Me río más fuerte y lo escucho comenzar a reír también—. Debería... debería haber mencionado que teníamos que apagar la máquina. —Sigo riendo y luego intento quitarme la harina del frente, lo que hace que

una pizca salga volando, haciéndome reír una vez más—. Creo... —Resoplo, mirando a mi alrededor—. Creo que necesitamos tomar una foto. Mis hermanas se divertirán con esto. —Empiezo a caminar hacia la puerta para poder ir traer mi celular, pero Gareth toma mi mano y me detiene en seco—. Necesito mi teléfono. —Le digo, inclinando la cabeza hacia atrás para que me preste atención de nuevo. —Yo te lo traigo. ¿Dónde está? —Puedo traerlo yo. —intento de nuevo, y él niega con la cabeza y luego mira hacia atrás. Sigo su mirada y veo que estoy dejando un rastro de harina a mi paso—. Oh, tal vez deberías traerlo tú. Está en mi bolso. —Sus ojos son cálidos, y yo estoy segura de que me va a besar, pero en cambio sus dedos aprietan los míos y me deja ir. — ¿Las galletas están arruinadas? Me vuelvo hacia Max y lo encuentro mirando el tazón para mezclar. —Nop. —Camino hacia él—. Sólo tenemos que adivinar cuánta harina se agregó realmente en el tazón y luego agregar el resto. —Genial. —Sus ojos danzan de alegría cuando se vuelve a mirarme—. Hornear es increíble. —Te lo dije. —Le doy un codazo en el hombro con el mío y luego miro hacia atrás cuando escucho el clic de una cámara. —Sonríe. —Dice Gareth, y adopto una pose tonta, que hace reír a Max. Gareth toma otra foto y luego mira a su alrededor—. ¿Dónde está tu escoba?

—Creo que deberíamos esperar hasta que terminemos para limpiar, en caso de que tengamos más accidentes. —Probablemente eso es lo más inteligente. —Asiente, y Max y yo terminamos de mezclar la harina y el resto de los ingredientes, incluidas las chispas de chocolate. Una vez que terminamos, colocamos la masa en un recipiente de plástico y luego lo colocamos en el refrigerador. —Ahora, la parte no tan divertida. —Miro alrededor el desorden, luego voy a la despensa y tomo mi aspiradora de su base de carga. —Creo que deberíamos tratar de quitarnos toda la harina que podamos de encima y de los mostradores antes de usar la aspiradora. —Sugiere Max mientras se inclina por la cintura y sacude la cabeza. Me río, viendo caer la harina al suelo, y luego hago lo mismo mientras Gareth comienza a limpiar los mostradores. Eso no nos toma mucho tiempo, pero cuando terminamos y miro el reloj, veo que necesitan irse a buscar a Mitchell. —Ve a encender el motor, chico. Bajaré en un minuto. —le dice Gareth a Max, arrojándole las llaves. —Genial. —Le sonríe a su padre y luego me mira—. Nos vemos en casa. —Nos vemos allí. —Concuerdo justo antes de que salga corriendo de mi apartamento—. Él sabe que no debe intentar conducir, ¿verdad? —Le pregunto a Gareth y él ríe. — ¿Qué es gracioso? —Nada. —Da un paso hacia mí, rodeando mi cintura y luego arrastrando una mano por mi espalda hasta mi cabello.

—Gracias por permitirle ayudarte con las galletas. —Fue divertido. —Digo sin aliento y luego gimo cuando él reclama mi boca, metiendo su lengua entre mis labios abiertos. Sosteniéndome contra él, me derrito en el beso y luego me siento completamente drogada cuando se aleja. —Te veremos en la casa en cuarenta y cinco minutos, más o menos. —Está bien. —Estoy de acuerdo. Me estudia por un momento y luego exige en voz baja. —Haz una maleta. Tu gato estará bien aquí solo por la noche. —Gareth. Me abraza con más fuerza. —Quiero dormirme contigo en mis brazos, y quiero despertar contigo en mi cama. —Sintiéndome débil, asiento con la cabeza, y cuando lo hago, toca con sus labios mi frente y luego me suelta—. Nos vemos pronto. —Te veo pronto. —Lo veo salir y luego voy a mi habitación y al baño para tomar una ducha. Cuando termino, me seco el cabello, me visto con un par de jeans y una camisa lisa de manga larga y empaco una bolsa de viaje. Antes de irme de mi casa, saco la masa para galletas de la nevera y mi bolso del gancho, luego me dirijo a mi auto. Llego a casa de Gareth al mismo tiempo que él y los chicos salen de su camioneta y aparco junto a ellos. — ¿Puedo ver tu teléfono para mostrarle a Mitchell las fotos que tomó papá? —pregunta Max, abriendo la puerta de mi auto antes de que yo tenga la oportunidad de hacerlo.

—Por supuesto. —Me río, metiendo la mano en mi gran bolso de gimnasio que está cubierto de fresas, peras, plátanos y manzanas. Mi estómago da un vuelco cuando mis dedos rozan la bolsa de plástico que guarda lo que compré en la farmacia. Mierda, todavía no he tomado la maldita píldora. ¿Qué demonios es lo que me pasa? Con mi mano temblando repentinamente, tomo mi teléfono del fondo de mi bolso y luego hago clic en la galería antes de entregárselo a Max. —Estoy tan enojado de no haber estado allí. —Dice Mitchell, sonriéndome—. ¿Podemos hornear galletas alguna vez? —Sí. —Digo, sin saber si estoy mintiendo o no. Esta noche, voy a armarme de valor y tendré una conversación muy incómoda con su padre, y si Gareth me dice que no quiere tener más hijos, no tengo idea de lo que haré. Bien, sé que me decepcionaré y lo más probable es que llore. Mucho. —Por cierto. —Él mira de mí a su papá—. ¿Qué vamos a cenar? Estoy hambriento. —Tacos de pollo. —Responde Gareth y mi estómago gruñe, sólo que no estoy segura si es por hambre o por preocupación. —Ustedes dos, vayan a bañarse. La cena estará lista cuando terminen. Sin replicar, ambos corren hacia la casa y luego desaparecen dentro. — ¿Por qué esa mirada? —Pregunta Gareth en voz baja y giro la cabeza para mirarlo, preguntándome cómo sabe que algo está mal con sólo mirarme.

— ¿Quieres más hijos? —suelto y sus ojos se cierran, haciéndome sentir mal. Envuelvo mis brazos alrededor de mi cuerpo para no quebrarme—. Yo… Dios, no quiero parecer una loca al mencionar esto ahora, especialmente cuando apenas nos estamos conociendo. Pero lo que le dijiste a Mitchell el otro día acerca de que nunca tendrá una hermana se ha estado repitiendo en mi cabeza. Siento que necesito saber si quieres o no antes de que sigamos viéndonos o... —Vi la píldora. —Me interrumpe. Niego con la cabeza confundida y siento que mis cejas se juntan. — ¿Qué? —Vi esa píldora en tu bolso cuando tomé tu teléfono. —Se pasa los dedos por el cabello—. Quise tirarla. —Dice, me doy cuenta de lo que está hablando y quito una correa de mi bolso de mi hombro. Miro dentro y veo que la caja de la píldora de emergencia todavía está en la bolsa de plástico—. No lo hice, quería hacerlo, pero no lo hice. — Mi cabeza da vueltas cuando se ríe sin humor—. Pensé que sabía lo que quería. Demonios, el día de nuestra primera cita, les dije a mis hermanas que no quería más hijos y lo decía en serio. —Sacude la cabeza y luego envuelve su mano en la parte posterior de su cuello—. Entonces, la otra noche me dijiste que ibas a tomar esa maldita píldora y me sentí decepcionado. Y hoy, cuando la vi, mi único pensamiento fue tirarla antes de que pudieras tomarla. Lo miro sin saber qué sentir. Eufórica de que esté abierto a tener más hijos, enojada porque pensó en tirar mi píldora sin darme elección, sin siquiera hablarme. —Ni siquiera sé qué decir ahora mismo.

Da un paso hacia mí y yo contengo la respiración. —Me preguntaste si quería más niños y la respuesta a esa pregunta es sí. Si las cosas entre nosotros funcionan, quiero todo contigo, incluyendo los niños. Aun con lo aliviada que me siento por esa noticia, niego con la cabeza y digo en voz baja. —Si esto va a funcionar entre nosotros Gareth, ambos debemos ser honestos acerca de lo que queremos y lo que esperamos el uno del otro. Necesitas hablar conmigo. —Te quiero. —Dice en voz baja, acortando la distancia entre nosotros—. Quiero tiempo a solas contigo. Tiempo para conocernos. Quiero verte conocer a mis chicos y experimentar cómo se enamoran de ti. Justo como yo parezco estarlo. —Todo mi cuerpo se sobresalta por su admisión y mis brazos caen a los lados—. Intentaré no actuar impulsivamente, pero, a decir verdad, no sé lo que estoy haciendo. Todo esto es nuevo para mí, nunca me he sentido de la forma en que me haces sentir. —Yo tampoco me había sentido así. —Confieso mientras me empuja contra él y apoyo mis manos a su pecho—. Me alegra que me lo hayas dicho. —Sí. —Presiona sus labios en mi frente, luego sus dedos se enroscan alrededor de la parte inferior de mi mandíbula e inclina mi cabeza hacia atrás para poder rozar sus labios con los míos—. Trataré de mejorar eso. —Eso sería bueno. —Digo, deslizando mis manos hasta el borde afilado de su mandíbula. — ¿Hemos terminado nuestro último drama?

Sonrío. —Eso creo. —Bien. —Roza sus labios con los míos una vez más. —Probablemente deberíamos entrar y empezar a hacer la cena. —La cena está lista. —Le da un apretón a mi cintura—. O al menos la mayor parte. Sólo necesito calentar las tortillas y una lata de frijoles refritos. — ¿Tienes poderes mágicos que te permiten cocinar cuando ni siquiera estás en casa? —No, tengo una olla automática que cocina cuando no estoy en casa. —Dice. — ¿Tienes una olla automática? —Me río. — ¿Te estás riendo de mí? —Por supuesto que no. —Le doy unas palmaditas en el pecho—. Simplemente no sabía que los chicos usaban ollas automáticas. Pensé que eran sólo para chicas, como hornear. —Sabelotodo. —Él se ríe. —Todavía no puedo creer que no hornees. —Le digo mientras nos hace girar hacia la casa y me abre la puerta para que entre antes que él. —Nunca he tenido una razón para hacerlo. Mi mamá y mis hermanas están constantemente trayendo toda esa mierda para los niños. —Mimado.

—Sip. —Sonríe y luego besa la parte superior de mi cabeza mientras me quita el bolso—. Además, cariño, no necesitas comprar condones. Me encargué de eso. —Me dice, sacando la bolsa donde los guardé de mi bolso antes de colgarlo cerca de la puerta. Mis mejillas se calientan cuando lo veo llevarla a su habitación y me sonríe cuando regresa. Estudiando su hermosa sonrisa, suelto un suspiro. Una crisis más evitada y una prueba más de que estoy seriamente enamorada de este hombre y sus hijos.

Capítulo 12 December

A

guanto una risita mientras veo a Max colocar un plátano entre

dos naranjas en la sección de frutas y verduras, y luego resopla cuando Mitchell le rueda los ojos a su hermano pequeño y desmonta su útil trabajo. — ¿Qué es gracioso? —Pregunta Gareth, colocando su mano en mi espalda baja y lo miro. —Los chicos. — ¿Quiero saber? —Mira hacia donde ahora están recogiendo melones. —Sólo están siendo niños. —Le respondo y él niega con la cabeza, acostumbrado a que encuentre gracioso casi todo lo que hacen—. De todos modos… —Tomo una bolsa de ensalada y la tiro en el carrito de compras—. Hablé con mi mamá hoy cuando salí del trabajo. — ¿Ella está bien? —Sí, sólo quería que yo les extendiera una invitación a ti y a los niños a la barbacoa anual de papá, por el Día de los Caídos. —Digo en voz baja, apartando los ojos de Mitchell y Max, que ahora están delante de nosotros—. Le dije que no estaba segura de que les agradara eso, pero le prometí que aun así preguntaría.

—No veo por qué no podríamos hacer que eso funcione. Los chicos y yo normalmente hacemos algo en casa. Estoy seguro que no les importará cenar en casa de tus padres. —Está bien, pero toda mi familia estará allí, así que no serán sólo mis padres. ¿Crees que eso sería demasiado para ellos? —Cariño, no son el tipo de niños a los que les importa estar rodeados de gente. Estarán bien. —Me asegura con una mirada suave. —Ni siquiera conocen a mis padres todavía. —Le recuerdo. —Entonces preparemos algo. El Día de los Caídos no es hasta dentro de una semana. Pregúntale a tu mamá y a tu papá si quieren venir a cenar a mi casa este sábado, entonces podrán conocer a los chicos. — ¿Estás seguro? —Pregunto, detiene el carrito y se vuelve completamente hacia mí. — ¿Por qué sigues preguntando si estoy seguro, cuando soy yo quien te da una solución a algo con lo que tienes problemas? —No lo sé. —Dejo escapar un suspiro. Realmente no lo sé. Creo que todavía estoy en estado de shock. No puedo creer que me quiera y lo bien que están las cosas entre nosotros. Honestamente, sigo esperando que suceda algún tipo de drama, porque todo parece demasiado bueno para ser verdad. Esa es una de las razones por las que no le he dicho que lo amo. No quiero traerme mala suerte o a nosotros. —Cariño, relájate. Los chicos estarán bien si conocen a tus padres ahora o después, pero si te hace sentir mejor, pídele a tus padres que vengan a cenar.

—Los invitaré a cenar. —Decido. Se ríe negando con la cabeza. —Ahora que está arreglado, ¿qué vamos a hacer para cenar esta noche? —Pensé que Max quería asado. —Frunzo el ceño, bastante segura de que esa es la razón por la que vinimos a la tienda después de recoger a Mitchell de la práctica. —Mitchell no quiere asado. —Sí, pero Mitchell eligió la cena anoche, así que es justo que Max elija esta noche. —Le digo, pensando que sonamos como una pareja casada hablando de sus hijos y no como una pareja que sólo ha estado saliendo por un par de meses. —Es cierto, entonces asado será. —Acepta y me inclino hacia su costado mientras continuamos por el pasillo—. Mi mamá recogerá a los niños el resto de esta semana. Su declaración me toma desprevenida y me detengo en seco. — ¿Por qué? —Pregunto. Me he acostumbrado a que él y Max aparezcan en mi apartamento hasta que es hora de recoger a Mitchell, y luego cenar con él y los chicos todas las noches. —Lo siento cariño. Tengo un par de proyectos importantes en la tienda en la que estoy trabajando y algunos clientes de tatuajes han estado pidiéndome que les dibuje algunas cosas. Los he postergado tanto como he podido, así que después de esta noche, probablemente no estaré en casa hasta después de las seis.

Trabajo. ¿Cómo pude olvidar que tiene dos trabajos para cuidar a sus hijos? No puedo estar molesta por eso. —Puedo recoger a los chicos si quieres. —Digo sin pensar y luego me pregunto si eso es demasiado. Sí, se supone que ya resolvimos este tema, pero la verdad es que es muy nuevo. Y ni siquiera sé si los chicos querrían que los recogiera—. Quiero decir, si tu mamá está ocupada, no me importaría recogerlos. Estoy segura de que quieren pasar tiempo con ella. —Hablaré con los chicos. — ¿Hablarnos de qué? —pregunta Mitchell, apareciendo detrás de nosotros sosteniendo una caja de cereal. —Tengo que hacer horas extras esta semana. Le estaba diciendo a December que no estaré en casa hasta después de las seis y ella dijo que podría recogerlos a los dos en la escuela si la abuela está ocupada. —Responde Gareth mientras Mitchell coloca la caja que tiene en el carro. — ¿Puedes recogerme incluso si la abuela no está ocupada? —pregunta Max, sorprendiéndome y volteo para encontrarme con su mirada—. La abuela siempre me arrastra a hacer recados. Prefiero irme a casa después de la escuela y pasar el rato contigo. —Yo también prefiero pasar el rato contigo. —Coincide Mitchell y quiero saltar arriba y abajo, pero controlo el impulso. — ¿Estás segura de que te gustaría recogerlos y quedarte con ellos? —Pregunta Gareth.

—Salgo del trabajo a las 3:30, así que tengo mucho tiempo para ir a la escuela de Max antes de que salga y podemos esperar a Mitchell o irme a casa hasta que… —Niego con la cabeza—. Quiero decir, volver a tu casa hasta que él salga. Además, me gusta pasar tiempo con los chicos. —Explico, mirando entre los dos. —Fantástico. —Dice Max, haciéndome sonreír. —Sólo no actúen tan emocionados cuando su abuela se entere de este cambio de planes. Ella va estar decepcionada de no poder pasar tiempo con ustedes dos. —Les dice Gareth y empiezo a sentirme culpable. Después del desayuno con la mamá de Gareth la semana pasada, aprendí rápidamente que sus chicos son sus chicos y aunque fue muy amable conmigo, aún creo que me considera una intrusa. —La abuela estará bien. Iremos a su casa los fines de semana. Además, eso les dará a ti y a December tiempo a solas. —Dice Mitchell y siento que el calor se extiende por mi cuello hasta mis mejillas. — ¿Por qué necesitarían tiempo a solas? Están solos toda la noche después de que nos vamos a la cama. —Le dice Max y luego me mira—. ¿Por qué nunca te quedas a desayunar con nosotros por la mañana? — ¿Q… qué? —Balbuceo. —Siempre te vas muy temprano, como... cuando aún está totalmente oscuro. Oh Dios mío. ¿Desde cuándo saben que he estado durmiendo allí?

—Sólo digo que podrías desayunar con nosotros, ya que estás durmiendo en casa. —No creo que debamos saber que ella se ha estado quedando. — Dice Mitchell secamente y Max frunce el ceño. — ¿Están de acuerdo con que ella se quede a pasar la noche? —Pregunta Gareth antes de que Max pueda interrogar a su hermano y yo miro a mi alrededor, pensando que el supermercado no es exactamente el mejor lugar para tener esto conversación. Realmente, no sé si debería estar presente para esta conversación. —Me parece bien. —Mitchell se encoge de hombros como si le diera igual. —Totalmente. —Asiente Max, imitando el encogimiento de hombros de su hermano, y luego me mira—. ¿Melbourne puede quedarse conmigo en mi habitación? —Yo... Umm, claro. —Respondo, y él sonríe. —Bueno, ahora que hemos resuelto todo eso, terminemos aquí para que podamos irnos a casa. Mitchell, ve a tomar leche, huevos y un par de paquetes de tocino y Max, corre y toma una caja de Coca-Cola mientras December y yo traemos las cosas para la cena. —En eso. —Max se va, pero Mitchell se queda atrás como si tuviera algo que decir. Una vez que su hermano está lejos de poder escuchar, se vuelve para mirarnos a su padre y a mí, yo alcanzo la mano de Gareth y contengo la respiración, insegura de qué esperar o cuánto más puedo aguantar.

—Sé que tienes que trabajar, pero ¿crees que podemos seguir cenando juntos todas las noches como familia? ¿Incluso si es tarde? —Claro, amigo. —Responde Gareth con brusquedad y aprieto mi mano alrededor de la suya cuando sus dedos aprietan los míos. —Genial. —Dice suavemente antes de meter las manos en los bolsillos—. Vuelvo enseguida. —Se da vuelta y se aleja, lo veo irse y luego miro a Gareth. —Así que… —Me aclaro la garganta—. ¿Soy yo o simplemente sucedieron muchas cosas? —Pasaron muchas cosas. Muerdo el interior de mi mejilla y luego niego con la cabeza. —Me pregunto cuánto tiempo han sabido que he estado durmiendo contigo. —Ni idea. También debes saber que realmente no importa. Estoy feliz de que estén de acuerdo con que estés pasando la noche. Respiro profundamente. —Supongo que tienes razón. —Ambos te adoran. —Los amo. —admito. — ¿Sólo a ellos? —Pregunta en voz baja mientras sus ojos buscan los míos. Miro alrededor. —No te voy a decir que te amo la primera vez en medio del supermercado.

— ¿Por qué no? Me importa un carajo dónde lo digas, siempre y cuando lo digas en serio. Además, yo ya sé que me amas. —Dice con aire de suficiencia, colocando su brazo alrededor de mis hombros. — ¿Qué quieres decir con que lo sabes? —Está escrito en tu rostro cada vez que me miras. —Dice y me pregunto si eso es cierto. De hecho, estoy segura de que lo es. Probablemente me parezco a uno de esos emojis con grandes ojos de corazón. —Lo que sea. Concentrémonos en conseguir las cosas para la cena. —Murmuro. Roza sus labios con los míos y luego se inclina hacia atrás, sonriendo. —Eres linda, incluso cuando estás molesta. —No estoy molesta. —Lo estás. —Responde, y pongo los ojos en blanco—. ¿Eres feliz? Ante su pregunta silenciosa, apoyo mi mano contra su estómago y le digo la verdad. —Soy más feliz de lo que nunca he sido. —Entonces estoy haciendo mi trabajo. —Dice, todavía hablando suavemente. No sé cómo llegamos a este punto, especialmente recordando cómo empezaron las cosas entre nosotros, pero me alegro de que estemos aquí ahora. —Sabes, eres muy blando para alguien que luce tan duro. —Le digo, y se ríe—. ¿Qué? Es verdad. —Cariño, no soy blando.

—Lo eres un poco. —No lo soy. —Niega. —Realmente lo eres. —Le digo sólo para bromear y él niega con la cabeza, luego me ignora mientras me meto con él el resto del tiempo que estamos en el supermercado. —Oh, joder. —Murmura Gareth desde el asiento del conductor, levanto la vista de mi Kindle, preguntándome qué lo tiene molesto y noto que sus ojos están en un Mustang azul brillante estacionado al lado de mi auto en su entrada. —Mierda. —Gruñe Mitchell desde el asiento trasero. —Mamá. —Susurra Max y mi corazón comienza a latir con fuerza cuando veo a una mujer menuda con cabello rubio oscuro y piel de porcelana salir de su auto y luego cerrar la puerta con su delgada cadera cubierta de mezclilla. Sus ojos se encuentran con los míos y se estrechan hasta convertirse en ranuras a través del parabrisas cuando se vuelve cuando aparcamos. Pero incluso con la mirada molesta en su rostro, parece que es la pareja de una estrella de rock... o de un genial mecánico y tatuador. —Esto no está jodidamente sucediendo. —Dice Gareth en un gruñido bajo, enviando un escalofrío por mi columna mientras apaga el motor. Luego se abre la puerta trasera y Max corre alrededor del capó hacia su madre. La odio un poco cuando apenas le da una mirada a su hijo, su atención está completamente enfocada en Gareth—. Joder. —Murmura en voz baja, agarrando mi mano—. Cariño. —Vuelvo la cabeza hacia él—. Todo estará bien.

— ¿Lo estará? —No se trata de una tirolesa ni de que los chicos conozcan a mis padres. Esta es Beth, la mamá de los niños, su ex, una mujer, quien él mismo admitió que lo arruinó, mostrándose en su casa luciendo hermosa y fresca. —Espera a que venga para ayudarte a bajar las cosas. —Me ordena y yo asiento, desabrochándome el cinturón, sintiendo mi estómago revolverse. Cuando sale y cierra la puerta, unos dedos se envuelven alrededor de mi hombro desde el asiento trasero y me vuelvo para mirar a Mitchell. —Yo cuido tu espalda. —Me da un apretón en el hombro, luego abre la puerta y salta, cerrándola de golpe antes de que pueda decirle que es un chico realmente genial, pero que soy una adulta y encontraré la manera de lidiar con esto. Tan pronto como se abre la puerta, Gareth entra y me agarra por la cintura. Me inclino hacia él, colocando mis manos sobre sus hombros, y luego dejo que la gravedad actúe mientras caigo a salvo en su agarre sobre mis pies. —Esa es December, la novia de papá. —Escucho decir a Max desde detrás de la puerta abierta, y Gareth suelta un improperio silencioso mientras me entrega mi bolso y luego presiona mi cadera en una demanda silenciosa de que me mueva para que pueda cerrarlo. —Tengo las compras, papá. —Mitchell se detiene a nuestro lado y luego me mira—. ¿Quieres ayudarme a llevarlos adentro? —Por supuesto. —Ajusto mi bolso en mi hombro y luego extiendo la mano para tomar un par de bolsas, ya que lleva demasiadas, pero da

un paso atrás, sacudiendo la cabeza y me dan ganas de poner los ojos en blanco, porque es igual a su padre. — ¿Sólo mi hijo menor me saludará? Ante esa pregunta, me vuelvo un poco y experimento de cerca exactamente por qué Gareth tuvo dos hijos con ella. Ella es realmente hermosa, incluso con la expresión de burla que está tratando de ocultar. —Mamá. —Dice Mitchell, me acerco a él sin pensar, sin gustarme la leve punzada de dolor e ira que escucho en su voz. Su atención cae brevemente en mí cuando me muevo, luego se concentra en él una vez más y pregunta. — ¿Eso es todo lo que dirás? ¿Mamá? —No te he visto en meses. —Le dice y me duele el corazón. ¿Cómo puede soportar estar lejos de sus hijos tanto tiempo? —He estado trabajando, lo sabes. —Sí. —Él sacude la cabeza—. Voy a guardar la comida y empezar con la tarea. Vamos, Max. Deberías hacer lo mismo. —Yo... —Max mira a su alrededor, comenzando a darse cuenta de que no todos están tan felices como él de que su madre esté aquí. No me gusta la repentina inquietud que veo en su cuerpo, pongo mi mejor sonrisa fingida y extiendo mi mano. —Soy December. Beth mira mi mano como si estuviera cubierta de desechos tóxicos y luego suspira, colocando su mano en la mía. —Beth.

—Encantada de conocerte. —Suelto su mano—. Creo que estos muchachos tienen hambre y están cansados después del trabajo y la escuela hoy. Estoy segura de que lo entiendes. —Digo y luego miro a Gareth—. Voy a empezar con la cena. —Está bien, cariño. Estaré dentro en unos minutos. —coloca sus dedos en mi mandíbula y luego mira a Max—. Ve adentro, chico. —Pero… —Necesito hablar con tu mamá. Ve a empezar con tu tarea. —Le dice Gareth, y los hombros de Max caen cuando se da la vuelta. Tengo tantas ganas de poner mi brazo alrededor de él y decirle que está bien, pero no lo hago. En cambio, me quedo detrás de él mientras vamos por el camino hacia la casa y subimos las escaleras hasta el porche, luego me estremezco cuando escucho a Beth gritar. —En serio, Gareth, ¿qué diablos? ¿Vive aquí contigo? —Eso no es asunto tuyo, Beth. —Responde Gareth, y luego no escucho más, porque cierro la puerta para bloquearlos. Cuando me doy la vuelta, ninguno de los chicos está a la vista. Cuelgo mi bolso y mi chaqueta y luego recojo el abrigo de Max que colocó sobre el respaldo del sofá y lo cuelgo. Luego acomodo los cojines, doblo las mantas, guardo los videojuegos que quedaron fuera y apilo todo el equipo deportivo de los niños en la esquina, pensando que necesito conseguir una canasta para guardar todo. Cuando finalmente llego a la cocina, encuentro la comida todavía en las bolsas de plástico de la tienda. Enciendo el horno y luego saco todo, tratando de ignorar la necesidad de echar un vistazo por las persianas para ver qué pasa en el camino de entrada.

— ¿Necesitas ayuda? —Giro mi cabeza hacia Max que está parado en el borde de la barra y noto sus ojos están un poco rojos como si hubiera estado llorando. —Definitivamente. —Digo, tirando los dos paquetes de condimento para carne en el tazón donde ya tengo leche, huevos y pan rallado—. No me gusta mezclar todas las cosas en la carne, así que me estarías haciendo un favor si lo haces. —Él asiente, sin darme ni siquiera un pequeño vistazo de su usual sonrisa feliz—. Lava tus manos, cariño. Él lo hace, luego suavemente le digo qué hacer, y mientras él mezcla todo, lleno una olla con agua y agrego el maíz ya limpio, poniéndolo al fuego. Luego coloco una bolsa de patatas para hacer al vapor en el microondas y las dejo durante diez minutos. —Mi mamá no es mala. —Dice, tomándome desprevenida mientras saco un recipiente para hornear de uno de los armarios y lo miro mientras me paro de mi posición en cuclillas. — ¿Perdón? —Mi mamá... no es una mala persona. —Repite sin mirarme. —No creo que nadie piense eso, cariño. —Le digo suavemente, colocando la fuente para hornear junto a él en el mostrador. —Es divertida, cuenta historias geniales y siempre me trae cosas. — No digo nada porque, sinceramente, no sé qué decir—. Ella es genial, como tú, pero diferente. Yo... no creo que ella realmente quisiera ser madre, pero hace lo mejor que puede.

—Max. —Le susurro, odiando que él piense eso y que crea que es verdad. —Ella sólo es… ella y cuando está cerca, me gusta pasar tiempo con ella. —Es tu mamá, cariño. Por supuesto que te gusta pasar tiempo con ella. —También me gusta pasar tiempo contigo. —Dice y puedo decir por su tono que se siente culpable por eso. Aunque mi garganta está apretada por la emoción, todavía me las arreglo para decirle: —A mí también me gusta pasar tiempo contigo. —Luego, sin importarme si debería o no, envuelvo mi brazo alrededor de sus hombros y luego apoyo mi cabeza contra la suya—. Está bien querer a más de una persona, Max. —Está bien. —Murmura, sin sonar convencido. Respiro, soltándolo lentamente y preguntándome qué puedo decir para que se sienta mejor, pero antes de pueda encontrar las palabras, Gareth vuelve a la casa. Sus ojos van entre su hijo y yo antes de detenerse en los míos. Insegura de cómo decirle lo que acaba de decir su hijo sin usar palabras, le doy una sonrisa y baja los ojos hacia Max. —Ven aquí, chico. Tu mamá quiere decir adiós. — ¿Se va? —Pregunta preocupado, su cuerpo aún contra el mío llenándose de tensión una vez más. —Sólo por ahora. La verás mañana. Ella te recogerá en la escuela y pasará un rato contigo, si te parece bien.

—Está bien. —Dice, apresurándose a lavarse las manos antes de salir corriendo de la cocina y la casa. —Sólo unos minutos más, cariño. —Me dice Gareth, asiento con la cabeza y luego lo veo caminar hacia afuera. Miro el cuenco de papilla frente a mí, murmurando: —Tú eras la que estaba esperando el drama. Bueno, aquí tienes. Ahora sólo tienes que lidiar con esto. — ¿Estás hablando sola? Salto en mi lugar y me giro para reñir Mitchell. —No te me acerques sigilosamente. —No lo hice. Entré aquí igual que siempre. —Él sonríe. Niego con la cabeza. —Bueno, no camines tan silenciosamente. — ¿Quieres que lleve una campana como Melbourne? —Eso no parece una mala idea. Tal vez coseré una pequeña en tus jeans. —Le digo, escuchándolo reír mientras tiro la mezcla de carne en la fuente para hornear y le doy forma redondeada antes de lavarme las manos y colocarla en el horno. — ¿Estás bien? —Pregunta, tomando una lata de Coca-Cola del refrigerador. —Creo que yo debería hacerte esa pregunta. —Le digo mientras se inclina casualmente hacia atrás contra el mostrador.

—Estoy acostumbrado a que mi mamá aparezca de la nada y luego desaparezca de nuevo durante unos meses. Ha sido de esa manera toda mi vida. Eres nueva en sus juegos. —Debe haber sido difícil lidiar con eso mientras crecías. Se encoge de hombros, luego toma un sorbo de su Coca-Cola y mira hacia la puerta principal. —Simplemente apesta para Max. Él todavía cree sus tonterías cuando está cerca y luego se siente mal cuando se marcha y no llama durante semanas o meses. —Dice, y aunque no estoy de acuerdo con que maldiga, reprimo el impulso de decir algo al respecto. —Él ama a su mamá. —Le digo, dejando de lado que él también la ama, de lo contrario, sus acciones no lo lastimarían. —Sí. —Deja escapar un largo suspiro. —Tiene suerte de tenerte. Eres un buen hermano mayor. —Supongo. —Acepta, alejándose del mostrador—. ¿Necesitas ayuda con la cena? —Estoy bien, cariño. Levanta la barbilla. —Voy a empezar con mi tarea. —Claro. —Le digo. Me da una pequeña sonrisa que no llega a sus ojos y luego sale de la cocina, después escucho cerrarse la puerta de su dormitorio. Con un suspiro, voy a mi bolso y agarro mi teléfono celular junto con mi Kindle, luego me siento en el sofá. Le envío un mensaje de texto a mi mamá sólo para decirle que la amo y las lágrimas llenan

mis ojos cuando ella responde un momento después. Yo también,

más allá de todas y cada una de las galaxias.

No creo ni por un momento que Beth no ame a sus hijos, pero sí sé que los está lastimando con sus acciones y eso es algo que una madre no debe hacer con sus hijos, especialmente no varias veces. Ojalá supiera cómo arreglar las cosas entre ellos, no por ella sino por los chicos. Muerdo el interior de mi mejilla, preguntándome si siquiera me escucharía si tratara de explicarle las cosas. Dudo que lo haga. De hecho, estoy segura de que se ofendería si lo intentara. Tampoco estoy segura de que sea mi deber. Con un suspiro, enciendo mi Kindle, pero tan pronto como la pantalla se ilumina y aparecen las palabras, la puerta se abre y Max y Gareth entran. —Comienza a hacer tu tarea. —Ordena Gareth y, sin una palabra, Max desaparece por el pasillo mientras Gareth se quita el abrigo. Me muerdo el labio cuando arroja la chaqueta al respaldo del sofá y se pasa los dedos por el cabello. — ¿Está todo bien? —Pregunto suavemente, colocando mi Kindle y mi celular en la mesa de café. —No. —Responde, luego pasa a mi lado hacia la cocina, y escucho que el refrigerador se abre y se cierra. Me levanto y camino alrededor de la barra, encontrándolo de pie cerca de la estufa con una botella de cerveza en los labios. Cuando me ve, la deja caer y abre los brazos. Camino hacia él lentamente y luego envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y descanso un lado de mi cabeza contra su pecho—. Ella

siempre hace esto. —Dice mientras su mejilla descansa contra mi cabello y toma una respiración profunda. — ¿Qué? —Pregunto sin moverme. —Aparece cuando los chicos y yo hemos tenido tiempo suficiente para olvidar que existe. —Me estremezco por la dureza en su voz—. Es como si pudiera oler que somos felices y no puede soportarlo, así que viene a arruinarlo. —Ella sólo puede estropear las cosas si la dejas, Gareth. Y no parecía tan mala. —Cariño, fue amable contigo afuera, probablemente porque la tomó con la guardia baja el verte con nosotros. —¿Agradable? ¿Ella estaba siendo amable? ¡Ay!—. Sólo promete seguir adelante conmigo y con los chicos. Ella nunca se queda por mucho tiempo. Echo la cabeza hacia atrás, obligándolo a mover la cabeza y fruncir el ceño. — ¿Crees que ella me asustaría como para irme? —Creo que lo intentará. —Responde quedamente, dejando su cerveza para poder capturar mi rostro con ambas manos. —En su mente, los chicos y yo le pertenecemos. —Soy una Mayson, Gareth Black. Sé que no soy aventurera ni muy extrovertida, pero sigo siendo una Mayson. —Sus cejas se juntan y levanto la mano para borrar las líneas grabadas entre ellas—. Familia, amor, devoción y determinación es lo que crecí viendo a mi alrededor. Sé lo que es importante. Y sé por qué es importante. Y entiendo que a veces, incluso cuando da miedo, tienes que hacer todo lo que esté en

tu poder para protegerlo. Te amo. —Digo y veo como sus pupilas se dilatan en la palabra amor—. No me preocupo por mí o incluso por ti. Me preocupa lo que significará su presencia aquí para los chicos. Ninguno de los dos sabe cómo lidiar con su presencia. Mitchell está enojado con ella, probablemente porque la ama y desea que ella lo amara lo suficiente como para quedarse y Max está destrozado, porque le agrado y siente que está traicionando a su mamá sintiéndose así. —Parece que conoces a mis muchachos. —Dice con ternura. Me presiono más contra él y deslizo mis manos hacia arriba para descansarlas contra su pecho. —Son como tú. Todo lo que tienes que hacer es leer entre líneas para saber qué están pensando o sintiendo. —Inclino mi cabeza hacia un lado y pregunto—. ¿Va a recoger a Max de la escuela mañana? —Sí. —Se recuesta contra el mostrador, sujetando mi cintura con una mano mientras usa la otra para volver a tomar su cerveza y tomar un trago. — ¿Qué hay de Mitchell? —Hablaré con él y veré si está dispuesto a que ella lo recoja. Si no, todavía puedo hacer que mamá se lo lleve después de la práctica, para que no tengas que lidiar con Beth. — ¿Qué quieres decir? —Se aloja en uno de los hoteles de la zona, así que después de que recoja a Max, vendrá aquí con él.

—Oh. —Muerdo el interior de mi mejilla, no estoy segura de cómo me siento acerca de que ella esté aquí en la casa que empiezo a sentir como un segundo hogar para mí. —No me gusta más que a ti, cariño, pero no quiero que Max pase el rato en una habitación de hotel todos los días después de la escuela por el tiempo que ella esté aquí. —Lo entiendo. —Lógicamente, lo entiendo. Es a la parte ilógica de mi cerebro, la parte que contiene cosas irracionales, emociones como los celos, a la que no le gusta mucho. —No será por mucho tiempo. — ¿Estás tratando de convencerme a mí o a ti mismo? —Pregunto, sólo medio en broma. —Probablemente ambos. —Admite. Sonrío y me alzo de puntillas, tocando mi boca con la suya. —Como siempre dices, todo estará bien. —Sí. —Aprieta mi cadera—. ¿Cuánto trabajo tienes que hacer esta noche? —No mucho, sólo tengo que calificar algunas pruebas, no debería tomarme más de una hora. —Terminaré la cena mientras tú empiezas con eso. —Dice y empiezo a reír—. ¿Qué es gracioso? —La cena está lista, bueno, la mayoría lo está. El asado tiene que terminar de cocinarse, y necesito mezclar un poco de salsa de tomate y salsa Worcestershire13 antes de que salga. Pero además de eso, podemos comer en unos quince minutos.

Él levanta una ceja. — ¿Cuánto tiempo estuve fuera? —No tanto. —El tiempo suficiente para preparar una comida completa. —Max mezcló la carne. Simplemente lo puse en una sartén y lo puse en el horno. El maíz ya estaba limpio y las patatas sólo tenían que cocerse al vapor en el microondas. No hice un milagro. —Ahí es donde te equivocas. —Dice en voz baja, acercando su rostro al mío—. Nos estás dando normalidad. Nos estás dando exactamente lo que dijiste que veías mientras crecías. —Es sólo la cena, Gareth. —Digo, sintiéndome un poco fuera de balance por sus palabras y tono. —Cariño, podrías haberte cabreado porque Beth estuviera aquí, pero no fue así. Entraste e hiciste la cena, le diste a Max algo que hacer cuando te buscó y te sentaste en el sofá con tu Kindle como si fuera sólo otra noche. Ni siquiera te das cuenta de que las raíces que plantaste se han convertido en algo a lo que aferrarse en una tormenta, un lugar seguro al que ir cuando los vientos comiencen a levantarse. —Yo… —Puedes agregar eso a la lista de razones por las que te amo. —Dice y las lágrimas me queman la garganta. —Por favor, no me hagas llorar. —Gruño.

13

También conocida como salsa Worcester o salsa inglesa o simplemente salsa Perrins, es un condimento líquido fermentado usado como saborizante de salsas.

—Yo nunca quiero hacerte llorar. Sólo quiero que entiendas lo que significas para los chicos y para mí. Asiento y cierro los ojos mientras descanso mi frente contra su pecho. Cuando sus brazos me rodean, me pregunto si tiene razón, si tal vez, sólo tal vez, soy más fuerte de lo que creo.

Capítulo 11 Gareth —La abuela está aquí. —Grita Max y December levanta la cabeza rápidamente. — ¿Tu mamá está aquí? —Ella se gira para mirarme y quiero reírme de la adorable mirada nerviosa en su rostro, pero no lo hago. —Vuelvo enseguida. Todo está bien. —La tranquilizo, deteniéndome para besar un lado de su cabeza antes de rodear la barra, donde ha estado trabajando en su plan de lecciones para la próxima semana. Es sábado, ha pasado casi una semana desde que ella y Max hornearon galletas, casi una semana desde que tuvimos nuestra charla sobre tener hijos. Seis días de tenerla en mi casa todas las noches para cenar conmigo y los chicos y durmiendo conmigo todas las noches. —Vas a amar a la abuela. —Escucho a Mitchell decirle justo antes de salir de la casa para encontrarme con mi mamá en la entrada. —Sólo han pasado días desde que te vi y es como si hubieras crecido un pie14. —Dice mamá, abrazando a Max y luego lo deja ir preguntando—. ¿Dónde está tu hermano? —Dentro. Tenía que lavar los platos esta mañana. —Responde con aire de suficiencia. — ¿No lo hiciste?

14

En EUA es más común utilizar los pies como unidad de medida.

—No, December y yo lo hicimos anoche. —Le dice, y una sonrisa pensativa curva sus labios. — ¿La hiciste lavar todos los platos? —No. —Se ríe, sacudiendo la cabeza—. Ella hizo un juego, así que fue divertido y lo hicimos súper rápido. —Eso es genial. —Ella es totalmente increíble. —Le dice mientras se dirigen hacia mí. Cuando están cerca, palmeo la parte superior de la cabeza de Max para llamar su atención. —Ve a terminar de vestirte y recoge tus cosas. Nos vamos en treinta minutos. —Digo, y él asiente, luego se inclina para besar la mejilla de su abuela antes de girar y hacer un salto de altura sobre ambas escaleras hasta el porche superior. —Parece que a Max realmente le agrada esta chica. —Señala mamá, volviéndose para mirarme una vez que Max está dentro y la puerta está cerrada. —Así es. A ambos. —Estoy de acuerdo—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Bueno, ya que obviamente no me ibas a invitar a conocerla... —Ella señala la casa con una mano—. Me autoinvité. —Sabes que no es así. Esta semana ha estado muy ocupada y hoy llevaremos a los chicos al Adventure Park en Nashville. —Hace días que no veo a mis nietos y siempre los recojo de la escuela al menos un par de veces durante la semana.

Me encojo de hombros. —Reorganicé mi horario para poder salir a tiempo para recogerlos de la escuela la semana pasada. Probablemente haga lo mismo la semana que viene, pero después de eso, seguro que las cosas volverán a la normalidad. —Tu tía me dijo que has rechazado algunos trabajos en la tienda. —Sí. —Confirmo, cruzando los brazos sobre mi pecho preocupándome por la dirección en la que va la conversación. —Estoy preocupada, Gareth. Los chicos se están acercando a esta chica y tú rechazas trabajo. —No lo hagas. —Gruño, manteniendo mi voz baja para que los chicos y December no me oigan—. No vayas allí. Quiero que los chicos convivan con ella. Ella es el tipo de mujer que deberían tener cerca y no renuncié a mi trabajo, simplemente no me he estado matando con horas extras. —Querido, yo... —Jesús. —Froto mi cabello con mis dedos—. Tú fuiste quien me dijo que debería encontrar a alguien, mamá. —Tienes razón. —Coloca su mano contra su pecho—. Yo... creo que tal vez estoy un poco celosa. —No tienes nada de qué estar celosa. —Cuando hablé con los chicos la otra noche, Max me dijo que ella horneaba galletas con él. Ni siquiera pensé que Max querría hornear galletas. Y Mitchell seguía hablando de lo genial que es. Y tú. Ni siquiera te he visto o hablado contigo esta semana.

—Mamá. —Suspiro. —Siento que me están reemplazando. —Dice con lágrimas en los ojos. —No estás siendo reemplazada. —Me río entre dientes, cerrando mis brazos alrededor de ella. —No te rías de mí. —Mamá, estás loca. Te amamos. Eso nunca va a cambiar. —Lo sé. Yo sólo... Supongo que me gustó la idea de que encontraras a alguien, pero nunca pensé realmente en dónde quedaría yo. Niego con la cabeza y le froto la espalda. —A los chicos no les gustará verte así. —Casi termino. —Ella solloza y yo sonrío—. Sé que no lo parece, pero realmente estoy feliz por ti. Inclino mi cabeza para mirarla y luego le digo honestamente: —Ella me está haciendo feliz. Ella es tan genial como mis niños creen que es y encaja como si siempre hubiera estado aquí con nosotros. —Estás enamorado de ella. Sin duda lo estoy. —Ella es especial, y cuando la conozcas, verás a qué me refiero. Su expresión se suaviza. — ¿Puedo conocerla ahora? — ¿Crees que te voy a correr? —No lo sé. Me presenté aquí sin avisarles que venía.

—Siempre eres bienvenida en mi casa. Y sé que todavía no conoces a December, pero probablemente ella estaría más molesta que tú si te corro sin presentarlas. — ¿De verdad? —Sí. —Me río y ella hace lo mismo, limpiando lo que quedaba de sus lágrimas debajo de sus ojos—. ¿Estás lista? Ella inhala y exhala con profundidad. —Creo que sí. —Ella echa la cabeza hacia atrás—. ¿Mi maquillaje es un desastre? —Nop. —Sé que probablemente estás mintiendo, pero voy a fingir que te creo. —Murmura, lanzo mi brazo sobre sus hombros y la guío por los escalones del porche. Cuando abro la puerta, December y Mitchell, que están en la cocina, se vuelven hacia nosotros. —Hola, abuela. —Mitchell saluda. —Hijo, será mejor que traigas tu trasero que aún no es demasiado viejo para una nalgada aquí y abraces a tu abuela. —ordena mamá y December se ríe mientras Mitchell suspira, murmurando algo que no puedo entender cuando sale de la cocina para darle un abrazo de mala gana. — ¿Estás bien? —Pregunto, enredando mis dedos con los de December cuando está cerca. Ella asiente con la cabeza, pero sigo notando que su mano tiembla levemente cuando mi mamá se vuelve hacia nosotros.

—Debes ser December. Soy Lidia. —Mamá se acerca, toma su mano libre y luego me mira con rapidez—. Ahora puedo ver por qué todos mis chicos parecen enamorarse de ti. —Yo... —Los dedos de December tiemblan más fuerte alrededor de los míos—. Encantada de conocerla. Los chicos hablan de usted todo el tiempo. —Son buenos chicos. —Mamá sonríe. —Realmente lo son. —Coincide December y mamá suelta su mano cuando Max se une a nosotros. — ¿Entonces ustedes van a ir a Adventure Park15 hoy? —Eso es lo que me dijeron esta mañana. —December mira a Max y Mitchell cuando empiezan a reír. —Pero les he dicho a estos muchachos que estaré sentada en las mesas de picnic leyendo mientras prueban la fuerza del nailon y del poliéster. —Mi tipo de chica. —Al menos tienes que probar la tirolesa. Incluso la abuela lo hizo una vez. —Dice Max. —Eso y el puente colgante de troncos. —Interviene Mitchell. —Será divertido, cariño. —Aprieto su mano. —Voy a tomar fotos de ustedes divirtiéndose, con ambos pies plantados firmemente en el suelo.

15

Parque de diversiones.

—Gallina. —Max agita los brazos. —Sí. —Confirma December, luciendo divertida. —Mantente firme, cariño. Juro que no sé cómo estos tres me convencieron de trepar a un árbol y saltar de una plataforma. Pensé que me iba a orinar cuando volaba por el aire, estaba tan asustada. —Dice mamá, y ambos niños comienzan a reír mientras December sonríe. —Deberías venir con nosotros, abuela. —Invita Max. Mamá niega con la cabeza. —De ninguna manera. Una vez fue suficiente para mí. Ustedes cuatro, diviértanse, pero si a su papá le parece bien, tú y tu hermano podrían pasar la noche conmigo. Podemos ir a ver una película esta noche y luego levantarnos temprano e ir a desayunar a Pfunky Griddle por la mañana. —Ofrece mamá, sabiendo que va a convencerlos. Hasta el día de hoy, no sé por qué ese es uno de los lugares favoritos para desayunar de los niños. Es como cocinar en casa. Cada mesa está centrada alrededor de una plancha, pides lo que quieres y luego te traen ingredientes para que prepares tu propio desayuno. — ¿Podemos, papá? —pegunta Max, juntando las manos como si estuviera rezando. —A mí me parece bien, pero depende de Mitchell si quiere ir. —Miro a mi hijo mayor. —Está bien. —Se encoge de hombros, tratando aparentar estar en calma. —Sí. —Max lanza sus manos al aire—. Me encanta Pfunky.

—Todos sabemos que te encanta. —Mitchell le rueda los ojos a su hermano pequeño. —No he estado allí en años. —Dice December y veo que mi madre se fija en esa noticia en el momento en que lo dice. —Ustedes dos deberían reunirse a nosotros allí por la mañana. —Estoy seguro de que December quiere dormir hasta tarde mañana. —Respondo. December se vuelve para mirarme y trato de decirle sin palabras que no quiero levantarme para salir a comer sólo para hacer mi propio maldito desayuno. Prefiero estar con ella por la mañana y relajarme en la cama después, algo que no he podido hacer desde que empezamos a vernos. —No me importa levantarme temprano. —Dice y suspiro. —Entonces así será. Ustedes dos pueden dejarme a los chicos en su camino de regreso a casa desde Nashville y nos veremos por la mañana para el desayuno. —Genial. —Aseguro y sé que sueno tan molesto como me siento—. Chicos, abracen a su abuela y luego vayan a empacar sus bolsas de viaje. Tenemos que salir a la carretera. —Ambos hacen lo que se les ordena y luego se apresuran por el pasillo. —Diviértete hoy. —Dice mamá, inclinándose para besar mi mejilla, y luego mira a December—. No dejes que te convenzan de nada, los veré a ambos para desayunar. —Ella sonríe cuando December ríe. Una vez que se ha ido, aprieto los dedos de la mano que todavía tengo en la mía. —Necesitamos trabajar en nuestras habilidades de comunicación.

— ¿Qué? —Pregunta y la giro para que me mire. —Aceptaste ir a desayunar. —No es gran cosa. Amo Pfunky... o lo amé cuando fui allí hace años. —Sí, pero me hubiera encantado tenerte para mí esta noche y por la mañana, sin tener que preocuparme sobre despertarte a tiempo para que te vayas antes de que los chicos te encuentren. —Oh. —Sus ojos se amplían—. No pensé en eso. —Sí, me di cuenta un poco cuando accediste a ir a desayunar por la mañana, que será temprano. —Digo y se muerde el labio, mirando a otro lado—. Me debes mucho por esto, y para que lo sepas, estoy deseando hacerte pagar. —Gruño cerca de su oído y sus mejillas se ruborizan, haciéndome sentir un poco mejor.

— ¿Cómo demonios los dejé convencerme de esto? —llora December, apretando sus brazos alrededor del tronco que se dispara a través de la plataforma en la que estamos parados. —Cariño, te tengo. Sólo relájate y respira. —No me digas que me relaje y respire, Gareth. —Jadea, apoyando la frente contra el tronco y cerrando sus ojos con fuerza. — ¡Puedes hacerlo, December! —grita Max, ella abre los ojos y gira la cabeza para mirar hacia donde él y Mitchell están de pie en la siguiente plataforma.

—Lo tienes. —Dice Mitchell, dándole una sonrisa. — ¿Ves? Los chicos saben que puedes hacer esto. Y no dejaré que te pase nada. —Digo, frotando su espalda. — ¿Me lo prometes? —sólo mueve sus ojos para mirarme y mi corazón se aprieta. Cristo, esta mujer no tiene ni idea. —Te lo prometo, cariño. Sólo confía en mí. —Me inclino hacia atrás y extiendo mi mano. Ella la estudia durante un largo momento antes de poner su mano en la mía y cuando lo hace, suelta el aliento que estaba conteniendo y mira a mis hijos. —Max, muévete a la siguiente plataforma. Mitchell, voy a enviarte a December. —Grito, y Max rápidamente se sube a la siguiente plataforma mientras yo ajusto su cuerda por encima de su cabeza para que no se enrede con la mía—. Cariño, vas a saltar hacia Mitchell. —Le instruyo y ella me mira con recelo—. No te voy a dejar aquí sola. Es mejor si saltas hacia él, él salta a la siguiente plataforma y yo salto después. —Bien. —Bien. —Toco su mejilla con mi mano enguantada y luego le pregunto—. ¿Lista? —En realidad no, pero sí. —Puedes hacerlo. Ponte en posición y luego quiero que saltes. No está lejos. —Quieres decir que no está tan lejos. —Refunfuña, haciendo que mis labios se contraigan

—A las tres. —Cuento y ella salta a través del espacio abierto y luego chilla cuando aterriza en la amplia plataforma. Ambos chicos la animan y Mitchell la abraza, haciéndola reír—. Está bien, voy a ir. Mitchell, sigue adelante. —Digo y salta hacia donde está su hermano, Max salta a la siguiente plataforma. Continuamos a través de esa parte de la carrera de obstáculos aéreos y la escucho dejar escapar un suspiro de alivio cuando salta a una gran plataforma de madera. —Esta es mi parte favorita. —Dice Mitchell mientras salto y aterrizo junto a ella. Cuando se vuelve para ver de qué está hablando, veo su rostro palidecer. —Esto se pone cada vez peor. —Sisea, dando un paso tentativo hacia el borde para mirar el puente de troncos flotante, que es básicamente una larga fila de troncos atados individualmente, lo que los hace completamente inestables. —Yo voy primero. —Dice Max, sujetándose a la cuerda de agarre y luego se abre paso rápidamente sin parar ni una vez. Mitchell está justo detrás de él y los chicos chocan los cinco en el otro lado. — ¿Recuerdas que dijiste que te debo mucho por aceptar ir a desayunar con tu mamá? —Pregunta December mientras la sujeto a la cuerda de seguridad en la parte superior del puente—. Creo que estamos a mano. De hecho, estoy muy segura de que tú me debes una ahora. —Probablemente tengas razón. —Estoy de acuerdo—. Dicho eso, puedes hacerlo. —No tengo más remedio que hacerlo, ya que no puedo retroceder, y estoy segura de que no saltaré desde aquí.

—Cierto. —Beso la punta de su nariz que está arrugada por la molestia, sin decirle que hay una escalera en la que podría bajar. Puedo decir, incluso si esto la asusta un poco, está empezando a divertirse. Y ¿cuál es el punto de tener vida si no la vives? —Allá voy. —Suspira y luego se agarra a ambos lados del puente. Pisa el primer tronco, que se balancea bajo su peso, deja escapar un grito y los chicos se ríen. Ella levanta la cabeza y estoy seguro de que está mirándolos—. No sé cómo voy a cobrarles por esto, pero sé que estaré planeando mi venganza. —Aw, sólo admite que es divertido. —Dice Max, todavía riendo. —Lo que sea. —Se queja entre dientes, moviéndose con cuidado al siguiente tronco y luego al siguiente. Cuando está a salvo del otro lado, comienza a reír y los niños la rodean con sus brazos y comienzan a saltar con ella de emoción. Los miro, sintiéndome completamente abrumado por una mezcla de orgullo y felicidad que nunca he sentido antes. —Es tu turno, papá. —Max rompe el hechizo, y sin decir una palabra, me ato el arnés y camino a través del puente con la facilidad de la práctica. —Ahora viene mi parte favorita. —Dice Max. — ¿Ahora qué? —Pregunta December con tristeza—. ¿Vamos a saltar sobre un pozo lleno de caimanes devoradores de hombres? —No, simplemente volaremos por el aire.

—Oh, qué alegría. —Gime y todos nos reímos mientras nos dirigimos a la última plataforma donde hay una tirolesa. — ¿Quién irá primero? —El chico que pasa por la línea pregunta cuando nos acercamos y Max se acerca. Un momento después, suelta un grito mientras salta y desaparece de la vista. Una vez que Mitchell se ha ido, el chico ve entre December y yo, y puedo decir, por la forma en que está sosteniéndose, que esto la pone más nerviosa que cualquier otra cosa que haya hecho hoy. —Puedes hacerlo. —Le aseguro una vez más, revisando las cuerdas incluso después de que está enganchada y autorizada para ir. —Nos vemos en el otro lado. —La beso rápidamente y luego espero a que tenga el coraje para saltar. Cuando lo hace, su grito llena el aire, luego, un momento después, su risa rebota en los árboles. —Chicas. —Dice el chico, sacudiendo la cabeza, luego me mira y sus ojos se agrandan—. Lo siento. —Es verdad. —Sonrío y luego dejo que me enganche, un segundo después, salto y veo los árboles volar. Cuando llego al otro lado, mis ojos se encuentran con los ojos alegres de December. Ni siquiera espero a que el trabajador me desenganche; lo hago yo mismo, luego doy tres pasos en su dirección, la levanto del suelo y la beso sin pensar, escuchando a ambos chicos reírse. —Gareth. —Ella se retira, sonando insegura, pero no la dejo. —Estoy orgulloso de ti.

Ante mi declaración, sus ojos se tornan cálidos y sus dedos tocan mi mejilla en un agradecimiento silencioso. — ¿Podemos ir a comer ahora? —pregunta Max, la mujer en mis brazos me sonríe, luego mira a mis chicos y refleja esa belleza en ellos.

Tumbado de espaldas en la cama de December, levanto la cabeza cuando ella sale del baño. La veo caminar al otro lado de la habitación con su rostro libre de maquillaje, su cabello suelto y un ceñido camisón que se ajusta a su cuerpo. Aun con lo sexy que se ve, no sé si me gusta más que mis camisetas que normalmente confisca cuando duerme en mi casa. Espero que camine alrededor de la cama y se suba por el otro lado, así que me sorprende cuando viene directamente hacia mí y pone una rodilla en el colchón y luego gira la otra para sentarse a horcajadas sobre mi regazo. —Hoy fue divertido. —Ella sonríe, apoyando sus manos en mi pecho, y estoy momentáneamente aturdido por el brillo de felicidad en sus ojos, un brillo que sé, en parte, es por mí. —Lo fue. —Deslizo mis manos por sus muslos y luego por sus caderas viendo cómo se dilatan sus pupilas. —Me encanta pasar tiempo con los chicos. —A ellos también les gusta pasar tiempo contigo, cariño. —Digo y su rostro se suaviza.

—Y gracias por aceptar dormir aquí. —Ella mueve sus caderas mientras mis manos se deslizan por su cintura bajo el material sedoso exponiendo su estómago y sus uñas se clavan en mi carne haciendo que mi polla se contraiga mientras empujo el material hacia arriba. Cuando levanta los brazos, lo saco el resto del camino y lo dejo caer al suelo, viendo su cabello caer sobre sus hombros, cubriendo la punta de sus senos. Mirándola, envuelvo una mano alrededor de su cadera, mis ojos se fijan en su tatuaje y sigo el barco y las olas hechas de palabras con mis dedos.

He vivido mil vidas y viajado a tierras desconocidas en oleadas de letras en cursiva y barcos hechos de papel impreso. Leo esas palabras tatuadas en su piel a lo largo de sus costillas y aprieto mi agarre sobre ella. — ¿Por qué esto? —Porque es verdad. Siempre he vivido a través de los libros. —Dice en voz baja, mirando su mano mientras cubre la mía en su costado, luego la levanta y se encuentra con mi mirada—. Ya no. —Jesús. —Levanto la cabeza de la almohada y coloco mi boca contra la suya. Cuando su boca se abre y su lengua toca la mía, la giro de espaldas y siento su calor rozar la punta de mi polla mientras me acomodo entre sus muslos. —Gareth. —Respira, agarrándose a mis hombros con las uñas y levantando los pies de la cama, doblando sus piernas alrededor de la parte posterior de mis muslos. Con mi nombre en sus cálidos labios, me hundo en ella lentamente, sintiendo sus paredes resbaladizas contraerse y cada una de sus respiraciones mezclarse con la mía. Esto

no se parece en nada al ritmo frenético que normalmente compartimos, esto es algo más, algo que nunca he experimentado con nadie. Su deseo y entusiasmo alimentan el mío. Agarro sus dos manos con las mías, levantándolas sobre su cabeza, sosteniéndola, controlándola, conectando con ella. Su aroma sensual y su calor húmedo me empujan hacia lo desconocido. Alejo mi boca de la suya y nuestros ojos se encuentran, veo el reflejo de mi propia mirada de asombro. Me sumerjo en el sonido de sus jadeos necesitados y absorbo la sensación de su piel suave y su cuerpo debajo de mí. Todo sobre ella y este momento, es mi perdición. Me pierdo dentro de ella y caemos sobre el borde juntos, como uno. Dos piezas de un rompecabezas encajando perfectamente. Respirando pesadamente, ruedo a mi lado con ella en mis brazos, abrazándola con fuerza y sabiendo en este momento que ella es exactamente lo que he estado buscando. —No usamos condón. —Susurra, cierro los ojos con fuerza por un momento y luego vuelvo a mirarla, mis dientes rechinando—. No podemos... —Ember. —La interrumpo, capturando su rostro con mi palma—. Las posibilidades de que quedes embarazada son escasas. —Puede ser mínima, pero aún existe la posibilidad de que suceda. —Sí. —Estoy de acuerdo, apartando el cabello de su rostro. —Está bien, pero ¿cómo reaccionarías si terminara embarazada? —Pregunta, estudiándome de cerca.

—Reaccionaría como cualquier otro hombre del planeta que se entera que la mujer que ama está embarazada de su hijo. Estaría asustado pero emocionado. —No me amas. —Dice, colocando sus manos en mi pecho y presionando allí. — ¿Qué? —Pregunto, entonces me doy cuenta de lo que dije exactamente. Y sé que es verdad. Estoy enamorado de ella. —Tú no estás… —Lo estoy… —La interrumpo—. Ni siquiera sé cuándo sucedió, pero es cierto. —Tú... tú... —Ella cierra la boca cuando sonrío. —Sí, yo. — ¿Cómo? —Ella frunce el ceño. —No lo sé. —Empiezo a reír—. ¿Debería haber hecho una lista? —No seas idiota. —No estoy siendo un idiota. Me estás haciendo una pregunta para la que no tengo respuesta. No sé cómo me enamoré de ti; sólo lo hice. Quiero decir, realmente no tenía ninguna otra opción ¿verdad? Eres hermosa, amable, genial en la cama, genial en la cocina, genial con mis chicos, que te adoran. Te encanta leer más que ver televisión, eres un poco nerd y la única mujer que conozco que llevaría un bolso con estampado de frutas. —Descanso mi frente contra la suya—. Pero lo

más importante es que me haces feliz y quiero hacer todo lo posible para que sientas lo mismo. —Le digo viendo las lágrimas empezar a llenar sus ojos.

Meow. —Tienes que estar bromeando. —Grita, sacudiendo la cabeza. —También tienes un gato increíble.

Meow. —Lo odio. —Susurra, usando la sábana para secarse debajo de los ojos—. Simplemente arruinó un momento perfecto.

Meow. —Cariño. —Me río y luego empiezo a reír con fuerza cuando Melbourne maúlla en voz alta de nuevo y patea la puerta—. Voy a dejarlo entrar. —Bien. —Ella suspira y se deja caer de espaldas, derrotada. Me inclino sobre ella, acerco mi rostro al suyo y bajo la voz. —Si quedas embarazada, lo resolveremos juntos, ¿de acuerdo? —Sí. —Toca mi mejilla y luego se inclina para presionar sus labios contra los míos, gimiendo un segundo después cuando Melbourne da a conocer su presencia con otro fuerte maullido. Con una sonrisa, me levanto y tan pronto como abro la puerta, entra y rodea mis piernas mientras comienza a ronronear—. Realmente no sé por qué le gustas tanto. No es como si fueras tú quien lo rescató del refugio, le compra

la mejor comida que el dinero puede comprar o le da un lugar cálido para dormir. —Cariño, suenas un poco celosa. —Sonrío, regreso a la cama y la levanto. —No estoy celosa de que le gustes a mi gato. Me molesta que le gusten más tú y los chicos que yo. —Los hombres deben permanecer unidos. —Lo que sea. —Murmura y luego mira a su alrededor—. ¿Qué haremos ahora? —Tomar una ducha. —Me duché antes. —Sí, pero quiero comerte, así que vas a hacerlo de nuevo. —Oh... bueno, entonces supongo que puedo ducharme de nuevo. —Sabía que verías las cosas a mi manera. —Sonrío y luego enciendo la ducha. Una hora después, la como hasta que se corre y después de correrme dentro de ella, me duermo con ella en mis brazos, preguntándome cuándo sería demasiado pronto para que se mude conmigo, para poder hacer esto con ella todas las noches.

Capítulo 13 Gareth

E

n el momento en que me detengo frente a la casa de mi madre,

Mitchell sale con su bolsa de gimnasio sobre el hombro y mamá asoma la cabeza, pero no sale por la puerta como lo haría normalmente. Está enojada porque Beth está en la ciudad pasando tiempo con Max, no cree que deba permitirle pasar tiempo a solas con él, y aunque a mí tampoco me gusta mucho, sé que es algo que Max necesita y quiere. Entonces tengo que poner mis propios sentimientos a un lado por la felicidad de mi hijo. — ¿Podemos hablar de sacar mi permiso de conducir? —pregunta Mitchell, abriendo la puerta trasera y lanzando su bolsa en la parte de atrás antes de cerrarla y entrar al frente—. Se está volviendo realmente molesto tener que esperar otras personas para que me lleven. —No puedes conducir solo con un permiso de aprendizaje, amigo. —Le digo mientras se abrocha el cinturón. —Lo sé, pero si obtengo mi permiso ahora, cuando cumpla dieciséis años, podré conducir solo. Y sólo piensa, no tendrás que preocuparte por llevarnos a Max y a mí a la escuela, porque puedo llevarnos allí y a casa. —Jesús, ¿no acababas de cumplir diez? —Pregunto, saliendo hacia Main.

—Papá, por favor, no empieces a recordar. —Gime, haciéndome sonreír—. Quiero mi licencia, no un paseo por el carril de los recuerdos. —Si tienes el tiempo, te llevaré a hacer el examen. — ¡Sí! —Lanza su puño al aire. —Dicho eso... —Oh, hombre. —Me interrumpe—. ¿No podemos simplemente olvidar lo que sea que vayas a decir? —No, a menos que tengas algo de dinero ahorrado para un auto del que no tenga conocimiento. —Por favor, continúa. —Murmura, haciéndome reír. —Como estaba diciendo, si consigues un trabajo este verano y ahorras lo que ganes para un automóvil, te daré un dólar por cada dólar que tú pongas. — ¿De verdad? ¿Incluso si gano cuatro mil dólares? —Incluso si ganas cuatro mil dólares. —Estoy de acuerdo. —Gracias, papá. —Cualquier cosa por ti, amigo. —Lo miro mientras doy vuelta hacia nuestra calle. —December todavía va a estar aquí para cenar, ¿verdad? —Pregunta y veo sus ojos en el auto de alquiler de su mamá, que está aparcado donde normalmente aparca December.

—Ella debería estar aquí pronto. —Confirmo, apagando el motor—. La llamé para hacerle saber que estaba en camino a recogerte después de llenar la despensa, dijo que pasaría a traer la cena. — ¿Que estaremos cenando? —No tengo ni puta idea. —Le digo, y él me sonríe antes de salir. Después de hacer sonar las cerraduras y rodear el capó, espero encontrarlo adentro, pero noto que está detenido en lo alto del porche. Empiezo a preguntarle qué pasa y luego maldigo en voz baja cuando escucho el sonido del videojuego favorito de Max demasiado fuerte. Con una respiración profunda, entro a la casa y grito por encima del ruido que dispara la televisión. —Bájale a esa mierda. —Max me mira y rápidamente busca a tientas el control remoto debajo de las bolsas de comida chatarra extendidas ante él, y tan pronto como pone sus manos sobre él, apaga el juego. Beth, que está acostada en el sofá, levanta la cabeza y sonríe preguntando. — ¿Cómo te fue en el trabajo? —Antes de mirar a donde Mitchell está desapareciendo por el pasillo hacia su habitación. La ignoro y me concentro en Max. —Supongo, ya que estás jugando videojuegos, que tu tarea está hecha. —Mamá dijo… — ¿Terminaste tu tarea? —Repito interrumpiéndolo, mira a su mamá y traga antes de negar con la cabeza—. Sabes las reglas. No se permiten videojuegos durante la semana escolar a menos que su tarea esté terminada.

—Le dije que estaba bien. —Dice Beth y la miro—. No es gran cosa, Gareth. —Te equivocas, Beth. Son más de las seis, lo que significa que debería relajarse antes de acostarse esta noche y estará despierto haciendo la tarea que debería haber hecho cuando regresó de la escuela. —Le dije que estaba bien, así que, si te vas a enojar con alguien, es conmigo. —Argumenta, de pie frente al sofá y lucho contra el impulso de rugir o tomar algo y arrojarlo al otro lado de la habitación. Joder, ella nunca cambiará. Esto es lo que mejor hace, hace que parezca que soy un idiota y ella la chica buena antes de desaparecer, dejándome lidiar con las consecuencias. —Ve y empieza a hacer tu tarea. December llegará pronto con la cena. —Le digo a Max. —Qué dulce. Tu novia te traerá la cena. —Dice Beth y veo que los hombros de Max se desploman antes de irse por el pasillo. —Sólo vete, Beth. —Suspiro. No tengo la energía para lidiar con su mierda en este momento. —Estoy pensando en volver a la ciudad para siempre. —Genial. —Respondo, sin creer ni por un segundo que eso sucederá, especialmente porque ella ha estado diciendo la misma mierda durante años. —Lo digo en serio. —Bien. —La miro—. A Max le gustará tenerte cerca más a menudo.

—Querré el cincuenta por ciento de la custodia después de que me establezca. —No. —Mi mandíbula se aprieta. — ¿Acabas de decir que no? —Pregunta, colocando sus manos en sus caderas. —Lo siento. Quise decir “jodidamente no”. —Digo entre dientes. —Si voy con un abogado... Me río sin humor, la interrumpo y su expresión se tensa. —Gasta tu dinero, Beth. Ve con un abogado y mientras estés allí, explícale los últimos años y exactamente cuánto tiempo has pasado con nuestros hijos, cuánto dinero has enviado para su cuidado. —Le digo en voz baja, para que los chicos no escuchen—. Entonces dile a tu abogado que quieres que un juez te otorgue el cincuenta por ciento de la custodia porque estás enojada y celosa de que encontré a alguien estable para mí y los chicos. —No estarás tan sarcástico si voy a un abogado, Gareth. —Puede que tengas razón, Beth, pero en un mes, esta conversación no significará una mierda, porque te habrás ido otra vez. Ahora, sal de mi casa. —Lo que sea. Dile a Max que estaré en la escuela mañana para recogerlo. Y dile a Mitchell que quiero pasar tiempo con él.

—Mamá recogerá a Max mañana. Puedes venir y pasar el rato con ellos si quieres. Mitchell, tiene la edad suficiente para elegir si quiere pasar tiempo contigo. Y como cada vez que has estado alrededor ha desaparecido en su habitación, creo que no quiere eso. —No necesito que me supervisen con mi propio hijo, y pusiste a Mitchell en mi contra. —Sisea y entonces se vuelve hacia la puerta cuando hay un golpe y camina rápido hacia ella, abriéndola—. Danos un minuto. —Azota la puerta y veo jodidamente rojo, pero reprimo la necesidad de sacarla a empujones de mi casa. Paso junto a ella y voy hacia la puerta, en el momento en que la abro, December me da una mirada adorable y con los ojos muy abiertos. —Lo siento, cariño. —Tomo dos bolsas que tiene en las manos, reconociendo el olor a barbacoa que sale de ellas. —No hemos terminado de hablar. —Me informa Beth mientras December cuelga su bolso y su abrigo. —Sí, terminamos. —Dejo la puerta abierta para que ella se vaya—. Los niños necesitan comer, terminar su tarea y luego preparase para ir a la cama. —Eres un maldito idiota. —Ella me mira desde su posición en medio de la sala de estar y luego dispara sus ojos a December mientras camina a mi lado. —No la quiero, —Señala a December—, alrededor de nuestros hijos. La nariz de December se arruga ante la declaración, pero además de eso, no reacciona.

—Ve a tu hotel, Beth. —Hablo en serio, Gareth. No la quiero cerca de mis niños. —Adivina qué, Beth. En la vida, no siempre obtienes lo que quieres. Ahora, vete antes que llame a la policía y haga que te saquen de aquí. —No lo harías. —Pruébame. —Sostengo su mirada. Al leer mi mirada, su rostro se convierte en una mueca de desprecio y nos señala a December y a mí. —Váyanse ambos a la mierda. Ella pisa fuerte hacia su bolso, lo agarra y continúa pisando fuerte cuando pasa junto a nosotros. Tan pronto como despeja el umbral, cierro la puerta y niego con la cabeza. —Bueno, eso fue intenso. —Dice December en voz baja, y me concentro en ella mientras coloca una mano contra mi estómago. —Te dije que ella estaba siendo amable ayer. —Lo hiciste. No te creí. —Ella se muerde el labio—. ¿Estás bien? —Estás aquí. Los chicos están aquí. Estoy bien. —Inclino mi cabeza hacia abajo y rozo mi boca con la suya—. Vamos a alimentar a los muchachos. —Claro. —Está de acuerdo. Voy a la cocina con las bolsas y un momento después entra con los brazos llenos de la mierda de la mesa de café. Sin una palabra, guarda las cosas mientras yo descargo la cena de las dos bolsas llenas donde la trajo—. Traje un poco de

todo. —Dice mientras coloco un recipiente grande de ensalada de col junto a uno igual de grande que está lleno de macarrones con queso. —Eso veo. —Pensé que, si había más, podrías llevarlo al trabajo para el almuerzo. Yo sonrío. —Cariño, ¿cuándo ha habido sobras cuando has estado por aquí y los chicos están presentes? —Cierto. —Ella me devuelve la sonrisa y me inclino, besando la parte superior de su cabello, y luego noto a Max parado en el lado opuesto de la barra, luciendo nervioso. —Lo siento, papá. —Ven aquí, chico. —Le ordeno, y mueve los pies antes de acercarse a mí. Una vez que está cerca, tiro de él en un abrazo—. Te amo. —Lo sé. —Murmura. Inclino mi cabeza hacia abajo para mirarlo. — ¿Estás lleno de comida chatarra? —Mamá me puso un montón de cosas en la mesa de café. No comí mucho. —Muy bien. —Yo lo dejo ir—. Saca los platos y luego ve a decirle a tu hermano que es hora de cenar. —Estoy justo aquí. —Dice Mitchell y luego mira a December—. Gracias por traer la cena.

—Claro, cariño. —Ella le sonríe suavemente y luego me mira, y sé que puede sentir el trasfondo de tensión que parece estar llenando la cocina a cada segundo. —Papá. —Me llama Max y miro hacia donde está parado y sacando los platos—. Yo... yo no quiero vivir con mamá, incluso si es sólo por poco tiempo. —Max… —La escuché decir que buscará un abogado. Sólo quiero... Bueno, sólo quiero decir que no quiero vivir con ella, incluso si se muda aquí. —Amigo, mamá no se va a mudar de regreso a la ciudad. —Le dice Mitchell, sonando molesto—. Ella nunca regresará aquí. Sólo dice eso, porque está enojada de que papá y December estén juntos, así que está tratando de arruinarlo. —Pero… —Ella no se preocupa por nosotros, Max. —Mitchell se vuelve contra su hermano—. ¿Cuándo vas a entender eso? —Mitchell. —Gruño, mientras December susurra—. Mitchell, cariño... —Es verdad. —Mira a December y luego a mí—. Ella no se preocupa por nosotros. Ella sólo se preocupa por sí misma y él necesita entenderlo. — ¡Yo sé eso! —grita Max de repente y December, que está cerca de él, envuelve sus brazos alrededor de él—. Yo sé que no lo hace, pero sigue siendo nuestra madre.

—Mierda, Max. —Mitchell niega con la cabeza—. Lo siento, amigo. —El tormento que veo en su expresión hace que mi estómago se revuelva—. Lo siento. No debería haber dicho eso. Yo... —Él baja los ojos al suelo. —Quiero que ustedes dos me miren. —Ordeno y luego espero a que se concentren en mí—. Está bien estar enojados o decepcionados de su madre, pero no está bien que se desquiten el uno con el otro. Somos una familia y, como familia, nos mantenemos juntos. Hablamos las mierdas y luego seguimos adelante. Max, no vas a ir a ningún lado, incluso si tu mamá se muda aquí. No vivirás con ella a menos que llegue un momento en que seas un poco mayor y tomes esa decisión por ti mismo. —Le aseguro, y su barbilla tiembla—. Mitchell, entiendo por qué estás enojado, y mereces sentirte así, pero tu hermano también tiene derecho a sus sentimientos y debes respetarlos. —Tienes razón, papá. —Dice y levanto la barbilla. —Los amo a ambos y odio que estén sufriendo. —Tomo un respiro—. Joder, me mata que estén peleando por su mamá. —Mi mandíbula se aprieta y afloja con frustración. Siento que tengo las manos atadas en cuanto a Beth y al papel que tiene en la vida de los chicos. Nunca quiero que me resientan por no permitirles tener una relación con su madre, pero la relación que tiene con ellos no es saludable en lo más mínimo—. Necesitamos encontrar una manera de que ambos obtengan lo que necesitan para ser felices. —Me siento mal por mamá. —Dice Max en voz baja y luego mira a su hermano—. Ella está sola.

—Quiere estar sola, Max. —Dice Mitchell con la misma suavidad—. Ella no tenía que irse. Nunca tuvo que dejarnos. Tomó esa decisión por sí misma. —Supongo que tienes razón. Aun así, me siento mal por ella. —Murmura. Extiendo la mano, tomándolos a ambos por detrás del cuello y luego acercándolos. —No más peleas. ¿Entendido? —Sí, papá. —Dice Mitchell y Max asiente. Les doy un abrazo a los dos, luego los dejo ir y miro a December cuando los llama. Soy momentáneamente sorprendido por el amor y la preocupación en su expresión mientras les entrega a los niños un plato que ya está repleto de comida. Dios, es jodido que mis hijos tengan que lidiar con su madre cuando ella decide presentarse, pero si las cosas salen como yo sé que lo harán, por el resto de sus vidas, tendrán a su lado a una mujer estable y confiable. Podría haberme equivocado completamente cuando elegí a Beth, pero al menos lo hice bien esta vez.

—Por favor, no pares. —Gime December contra mi boca mientras uso el agarre que tengo en sus caderas para traerla hacia abajo con fuerza cada vez que empujo hacia arriba. —No voy a parar. —Joder, no podría ni aunque quisiera, no con el calor de su coño sofocando mi polla. Cristo, nunca he sentido nada mejor que ella.

—Gareth. —Sus paredes se aprietan, haciendo que mi respiración se detenga y la insto a que vaya más rápido. Levanto la cabeza, deslizo mi boca por su cuello y capturo un duro pezón entre mis labios—. Sííí. —Gime, arrojando la cabeza hacia atrás y suelto una mano para ahuecar su pecho descuidado y luego tiro del pezón entre dos dedos, haciendo que sus caderas se doblen en respuesta. —Más rápido, Ember. Fóllame más rápido. —Gruño, y ella comienza a montarme más fuerte mientras deslizo mi pulgar más cerca de su centro, escuchando su respiración entrecortarse. Cuando rodeo su clítoris, grita y su coño comienza a contraerse, empujándome más profundo. Cedo al impulso que he tenido desde que se subió encima de mí y la coloco de espaldas para follarla duro. Enganchando mis brazos detrás de sus rodillas, la mantengo como quiero, abierta para mí. Cuando mis bolas se tensan, dejo caer la cabeza y tomo su boca, empujando mi lengua entre sus labios y besándola profundamente mientras me corro dentro de ella. Aturdido y agotado, dejo caer el agarre que tengo sobre sus piernas y la aprieto contra mí para poder rodar hacia un lado y mantener la conexión. Mi respiración tarda un minuto en estabilizarse y, cuando lo hace, me doy cuenta de que ronca suavemente y niego con la cabeza. Nunca he conocido a una mujer que pueda dormirse tan rápido como ella. Juro que en más de una ocasión se desmayó cuando estábamos en medio de una conversación. Beso la parte superior de su cabeza, luego miro el reloj y lucho contra un gemido cuando veo que es hora de que se levante y se prepare para el trabajo y de que yo lleve a los chicos a la escuela. — Ember.

—Hmm. —Ella se acurruca más cerca y mi polla, todavía medio dura dentro de ella, se contrae. —Tenemos que levantarnos, cariño. — ¿No puedo enseñar desde casa? —Ella gime, haciéndome reír y luego siento sus labios presionar contra mi pectoral—. No puedo esperar a que sea sábado, cuando podamos dormir hasta tarde. —Lo sé, cariño. Sólo un par de días más. —Pongo mis labios en la parte superior de su cabello y luego digo—. Ve a tomar una ducha mientras levanto a los chicos. Te veré en la cocina. —Está bien. —Echa la cabeza hacia atrás, y cuando sus ojos somnolientos se encuentran con los míos, presiono un beso en sus labios y luego en su nariz. Me deslizo fuera de ella, me levanto de la cama y voy al baño para quitarme el condón y lavarme las manos y el rostro. Cuando regreso a la habitación, veo que se ha vuelto a dormir, así que la despierto de nuevo, luego ella se para frente a mí, e ignoro sus quejas. —Te traeré café. —Mm-hm. —Murmura, tropezando hacia el baño. Levanto mi sudadera del suelo, me la pongo y luego salgo de la habitación, cruzando la casa para abrir la puerta de Max antes de encender las luces. —En serio, ¿ya? —Pregunta, levantando la cabeza mientras Melbourne se levanta y se estira. —Sí. Lo siento, amigo.

Dejo su puerta abierta y voy a la habitación de Mitchell, esperando que esté dormido cuando entro, sorprendentemente, está levantado, sentado en el borde de la cama. —Estoy levantado. —Eso veo. —Digo, y él gruñe en respuesta antes de frotarse el rostro con las manos y ponerse de pie. Lo dejo y me detengo a mirar en la habitación de Max sólo para asegurarme de que está levantado y lo veo en su tocador, así que me dirijo a la cocina e inicio la cafetera. En el momento en que hay suficiente en la jarra, le sirvo una taza a December, le agrego crema y azúcar y voy de vuelta a mi baño, donde está secándose el cabello con secador y usando nada más que un corto camisón color rosa claro. Dejo la taza en el mostrador junto a ella, ella apaga la secadora y toma la taza, mirándome en el espejo. Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y presiono mi nariz contra su cuello, inhalando el aroma de su gel de baño que huele a bayas. — ¿Están levantados los chicos? —Pregunta sin aliento, haciendo que mi polla se contraiga —Sí. —Le doy un golpecito en el lóbulo de la oreja con la nariz—. Ambos son zombis, pero están despiertos. —Las mañanas apestan. —Toma un sorbo de café. —Mi mañana no apestó. —Sonrío y ella se sonroja mientras me sonríe en el espejo sobre el borde de la taza de café. Giro la cabeza y beso su cuello, luego me encuentro con su mirada una vez más—. ¿Quieres desayunar? —Sólo tostadas, por favor.

—Entendido. —Le doy un apretón a su cintura y beso su cuello antes de dejarla ir. Hago huevos para los chicos y dejo caer pan en la tostadora para ella y para ellos, y mientras agrego crema en mi segunda taza de café, siento un pelaje deslizarse contra mis tobillos. Miro a Melbourne mientras hace círculos en mis pies. —Papá, ¿December todavía me recogerá después de la práctica? —Pregunta Mitchell, entrando en la cocina mientras voy a la despensa para tomar un recipiente con la comida de Melbourne y poner un poco en su plato. —Sí, ¿por qué? ¿Qué pasa? —Tengo un examen de inglés pronto y voy a preguntarle si puede ayudarme a estudiar mientras estamos en su casa. —Por supuesto que te ayudaré a estudiar. —Dice December, apareciendo en el borde del mostrador, con su cabello recogido lejos de su rostro en una cola de caballo baja. Lleva pantalones oscuros y una camisa rosa con botones que tiene dinosaurios verdes que combinan con sus zapatos planos de color verde brillante. Joder, ella es la única mujer que conozco que puede usar mierda completamente ridícula y aun así verse follable. —Gracias, necesito toda la ayuda que pueda conseguir. Apenas pasé la última prueba en esa clase. —Yo te respaldo. Repasaremos las cosas que no entiendas esta noche y nos aseguraremos de que estés listo para la siguiente prueba. —Genial. —Él le sonríe y ella le devuelve la sonrisa antes de llevar su taza de café vacía al lavaplatos y ponerla dentro. Cuando vuelve al

mostrador, le entrego un plato con una tostada y luego miro cómo ella quita la corteza antes de empezar a comerla. Miro el reloj y cuando veo la hora, grito: — ¡Max! — ¡Ya voy! —Grita en respuesta, tomo un sorbo de café. Un minuto después, toma asiento junto a su hermano, luego, después de un malhumorado —Buenos días. —Comienza a comer. —Creo que este verano deberíamos inscribir a los chicos en uno de esos concursos de comer perros calientes. Apuesto a que podrían acabar con todos. —Dice December lo suficientemente fuerte para que los niños la escuchen. Ambos sonríen mientras continúan poniendo comida en sus bocas—. En serio, ustedes dos son profesionales. Ni siquiera parece que necesiten respirar. —Ella se ríe mientras comen aún más rápido, luego mira el reloj y coloca su último trozo de tostada en la boca, mastica y traga, luego alcanza el café que le entrego. —Te veré esta noche. —Ella sonríe, devolviéndome la taza después de tomar un sorbo, luego mira a los niños—. Mitchell, te veré después de la práctica, y Max, te veré más tarde. —Nos vemos. —Dice Mitchell, y Max dice lo mismo mientras toma su bolso. —Voy a acompañar a December a su coche. Vuelvo enseguida. Ustedes dos terminen de comer y luego vayan por sus cosas. — Ambos asienten con la cabeza, la acompaño fuera y la beso como he querido hacerlo desde que entró en la cocina vistiendo esa ridícula camisa. Cuando regreso a la casa, los chicos ya están en sus habitaciones, así

que ordeno la cocina y luego regreso a mi habitación. Salto a la ducha rápidamente y luego me visto antes de llevar a los chicos a la escuela y dirigirme al trabajo. Al escuchar mi celular sonar, salgo de debajo del auto en el que estoy trabajando y saco la toalla de mi bolsillo para limpiar la grasa de mis manos mientras camino hacia mi caja de herramientas. Cuando veo el nombre de mamá parpadeando en la pantalla, tomo mi teléfono y contesto. —Sí. —Gareth Daniel Black, juro por Dios que la voy a matar. —Me susurra mamá en el oído y sacudo la cabeza. — ¿Ahora qué pasó? —Durante los últimos dos días, mamá ha estado en casa con Beth y Max hasta que yo llego, mientras que December ha estado recogiendo a Mitchell de la práctica y llevándolo a su casa para pasar tiempo ahí hasta que Beth se va. No hace falta decir que esto no ha ido bien. A mamá nunca le agradó Beth, y con el hecho de que ella abandonó a sus hijos, su disgusto por mi ex sólo ha crecido. Tener que pasar tiempo con ella y ser amable por el bien de Max le está pasando factura. — ¿Qué pasó? ¿Qué pasó? —chilla Mamá. —Mamá, estoy en medio del trabajo. ¿Puedes decirme qué está pasando sin el drama? —Apareció con un perro, Gareth. — ¿Perdón?

—Se presentó en tu casa con un perro para Max. —Dice—. Y no es un perro normal. La cosa es enorme y, por supuesto, en el momento en que Max lo vio, se enamoró. Así que ahora tienes un perro gigante que incluso no creo que no tenga dueño. Joder. — ¿Dónde está Melbourne? — ¿Qué? —Pregunta ella, sonando confundida. —El gato de December ¿dónde está? —No he visto ningún gato. Ni siquiera sabía que December tenía un gato. —Responde y niego con la cabeza. —Déjame hablar con Max. —Le digo y el teléfono se queda en silencio por un segundo antes de escucharla gritar el nombre de Max y decirle que quiero hablar con él. —Papá, te juro que no lo sabía. —Lo sé, amigo, pero tienes que hacerme un favor. Encuentra a Melbourne y ponlo en mi habitación. — ¡Oh, mierda! —Grita, luego el teléfono se queda en silencio por un momento antes de que mamá vuelva a la línea. —No sabía que tenías un gato. —Es de December. —Entonces, ¿por qué está aquí? —Ella pregunta—. No importa, pregunta estúpida. Entonces ¿qué vas a hacer con la situación del perro?

—He estado pensando en comprarles un perro a los chicos desde hace un tiempo. Simplemente no he tenido tiempo de hablar con ellos sobre eso. Así que, si es amistoso, lo conservaremos. — ¿Te lo quedarás? Ni siquiera lo consultó contigo antes de aparecer con un perro, Gareth. Ni siquiera sabes de donde lo sacó. —Mamá, ella quiere una pelea. Quiere sentir que todavía puede obtener una reacción de mí. Lo que no entiende es que me importa un carajo. Los chicos son felices, yo soy feliz y, un día, se dará cuenta que no tiene nada que ver con eso. Con suerte, cuando eso suceda, ella empacará sus cosas y encontrará una manera de estar en la vida de sus hijos sin drama o desaparecerá, y si tenemos suerte, no regresará. —Supongo que estas en lo correcto. —suspira—. Sigo pensando que te sentirás diferente cuando veas al perro que ella trajo tu casa. — ¿Qué tipo de perro es? —Pregunto, ahora curioso. —Un hombre lobo. —Siempre quise uno de esos. —Murmuro. —Veremos si piensas que esto es divertido cuando llegues a casa. —Dice y suspiro—. Aún me falta una hora para salir del trabajo. ¿Estarás bien hasta entonces? —Estaré bien. Sin embargo, no puedo hacer ninguna promesa sobre la madre de tus hijos. —Recuerda que ella nunca se queda por mucho tiempo y un juez no disminuiría tu sentencia sólo porque eres vieja.

—Como sea. Te veré cuando llegues a casa. —Nos vemos. —Cuelgo y empiezo a dejar el teléfono, pero me detengo cuando suena y aparece el nombre de December en la pantalla—. Hola, cariño. —Mañana es viernes. —Dice a modo de saludo y mis cejas se juntan. — ¿Y? —Mañana es viernes, Gareth, lo que significa que mañana mis padres planean ir a tu casa para la cena. — ¿Bien? —Bien. —Susurra, me doy cuenta de que ha estado susurrando todo este tiempo. — ¿Por qué estás susurrando? —Porque mi casa no es enorme y Mitchell está en la sala de estar, no quiero que me escuche. — ¿No quieres que te escuche decirme que tus padres vendrán a cenar mañana? —No. No quiero que me escuche enloquecer porque mis padres van a cenar con tu ex, o sea, su madre. —Ella no irá a cenar mañana, Ember. Cenaremos fuera. Le enviaré un mensaje de texto a Mack y veré si tiene una mesa disponible en Flame. Si no la hay, reservaré en otro lugar.

—Gracias. —Respira y sé que ha estado más preocupada de lo que debería por esto. —Cariño, respira. Todo va a estar bien. —Sólo quiero que la cena salga bien. —Entonces probablemente sea mejor que no cenemos en casa. —Digo, y luego agrego—. Beth le consiguió un perro a Max. — ¿Qué? —Beth le consiguió un perro a Max. Mamá dice que es un hombre lobo. No estoy seguro de que existan. Aun así, sería una mierda si lo fuera y se transformara en la cena con tus padres alrededor. Ella se ríe y luego respira con fuerza. —Melbourne está… —En nuestra habitación. —La interrumpo—. Le dije a Max que lo buscara y lo pusiera allí. ¿Sabes si alguna vez ha estado antes con un perro? —No tengo idea. ¿Te quedarás con el perro? —Pregunta, sonando curiosa. —Sí. — ¿Sí? —Como le dije a mamá, tenía la intención de hablar con los niños sobre tener un perro, así que, al final del día, Beth me salvó de escuchar a los chicos pelear por cuál tipo de perro quiere cada uno. Y no le voy

a dar lo que ella quiere, que es que yo sea el chico malo que le dice a Max que no puede quedarse con el perro, lo cual sé que comenzaría otra pelea. —Realmente no me agrada. —Murmura y luego suspira—. Debería dejarte volver al trabajo, podemos hablar de esto más tarde. —Debería terminar en una hora. —Está bien, te veré en casa entonces, y no te preocupes por detenerte a recoger la cena. Tengo las cosas para hacer espaguetis, ya que es fácil. —Suena bien, cariño. Te veré en casa. —Sí. —Su voz es cálida y suave—. Te veo en casa. Te amo. Joder, eso me encanta. Me encanta saber que no importa qué tonterías sucedan, con lo que tengo que lidiar, al final del día, puedo ir a casa con ella y mis hijos.

Capítulo 14 December —Sloth, ven aquí. —Max se da unas palmaditas en el muslo y el enorme perro gris, que parece que su rostro se está derritiendo y no parece un hombre lobo en absoluto, camina lentamente hacia donde está parado justo afuera de la puerta trasera abierta—. Tú puedes, no está tan lejos. —Lo anima Max, pero el enorme perro se da por vencido y se detiene a descansar, deslizando su pelaje en el suelo. —No creo haber visto nunca un perro más vago. —Murmura Gareth, y lo miro brevemente. Él tiene razón; el perro es vago. También tiene un sobrepeso grave. Beth, como era de esperar, no le contó mucho a Gareth sobre dónde lo consiguió, sólo que lo adoptó de algún lugar de Nashville. Si soy honesta, el horrible perro es en realidad muy dulce, lo cual es una sorpresa, ya que fue un regalo de Beth. Sólo me preocupa que tenga algún tipo de problema de salud que sea lo que ocasione su pereza. —Creo que debería ver si puedo conseguirle una cita en la clínica de July, sólo para asegurarme de que no haya nada mal con él. —Digo, viendo a Sloth levantarse, salir por la puerta e ir hacia Max, que ahora está de pie en medio del patio gritando por él. —Eso sería bueno, cariño. Si tiene tiempo para verlo hoy, puedo tomarme un descanso del trabajo para llevarlo allí.

—Le enviaré un mensaje de texto antes de que termine de prepararme para el trabajo. —Me vuelvo hacia él y apoyo las manos en su estómago luego me pongo de puntillas—. ¿Melbourne estará bien aquí? —Cariño… —Sus labios se contraen—. Creo que ese perro corre más peligro que el gato. —Probablemente tengas razón. —Me inclino más hacia arriba, tocando mis labios con los suyos, y su mano se desliza hacia mi trasero, haciéndome reír—. Detente. —No puedo. —Trata. —Sonrío contra su boca, luego me libero de su agarre y camino hacia atrás hasta que llego al pasillo hacia el dormitorio, escuchándolo reír. Tomando mi celular de la mesita de noche, le envío un mensaje de texto a July diciéndole que me llame cuando tenga tiempo mientras me dirijo al baño para vestirme. —Hola. —Contesto mi teléfono cuando suena con su nombre mientras me meto la camisa en los pantalones. —Recibí tu mensaje. ¿Qué pasa? —Pregunta, miro mi blusa en el espejo y luego sonrío. Una de las cosas que más me gusta de enseñar a los niños más pequeños es que tengo una razón para comprar ropa que luciría ridícula en una mujer de mi edad. Como la blusa de botones color azul marino de manga larga de hoy, que tiene diminutos globos de aire caliente de colores por todas partes—. ¿Hola, estás ahí? —July habla.

—Lo siento, sí, estoy vistiéndome para el trabajo. —Respondo, deslizando un cinturón rojo de bucles de mis pantalones azul marino—. Como sea, la ex de Gareth les consiguió un perro a los niños y sólo quería ver si tenías tiempo para echarle un vistazo hoy. — ¿Qué tipo de perro es? —Uno grande. —Digo. Ella ríe. —Eso es útil. Pongo los ojos en blanco. —Honestamente, no sé qué tipo de perro es. Beth no dejó ningún papeleo ni nada. Todo lo que sé es que es grande y parece que su piel se está derritiendo. —Podría ser un Shar Pei. ¿Dijo de qué refugio lo sacó? —No, sólo que fue de algún lugar de Nashville. —Muy bien, dile a Gareth que puede traerlo a cualquier hora hoy y lo haré pasar. —Gracias, te lo debo. —Puedes pagarme saliendo a tomar una copa conmigo y con el resto de las chicas el sábado. Todas queremos saber qué ha estado pasando. —Dice, haciéndome sentir culpable. Las últimas semanas, he estado consumida por Gareth y los chicos. No es que me esté quejando. No querría estar en cualquier otro lugar que no sea con ellos. Aun así, apenas he hablado con mis hermanas. —Lo siento. Sólo ha sido...

—Loco. —Termina por mí. —Exactamente. —Yo suspiro—. ¿A qué hora se reunirán el sábado? —Creo que a las nueve, a menos que cenemos antes, entonces será un poco más temprano. —Está bien, saldré con ustedes. Sólo avísame cuándo y dónde. —Genial y debes saber que mamá está más que emocionada por esta noche. —Lo sé. No estoy segura de si está emocionada por conocer a los chicos o por ir a cenar a Flame. —Los chicos. —Asegura, y luego pregunta—. ¿Puede Gareth conseguirme una reservación para Flame? Me río. —No estoy segura, pero puedes preguntarle hoy cuando lo veas. —Está bien, te veré mañana. Que tengas un buen día en el trabajo y dile a Gareth que lo veré más tarde. —Lo hare. Te quiero, hasta pronto. —Hasta pronto, te quiero. Cuelgo, luego me pongo los zapatos planos y agarro mi bolso. Cuando entro a la cocina, los chicos están comiendo y Sloth está tirado en el suelo junto a la puerta trasera como si hubiera vuelto y no hubiera querido moverse más lejos. —July dijo que puedes llevar a Sloth en cualquier momento hoy y ella hará tiempo para ti. —Le digo a Gareth, yendo a su lado y tomando su taza de café para tomar un sorbo.

—July es tu hermana, ¿la que es veterinaria? —pregunta Max y yo asiento—. ¿Por qué Sloth irá a verla? —Es un perro. Tiene que ir al veterinario. —Dice Mitchell y Max lo mira—. Es normal que después de recibir un animal lo lleves a que lo revisen. No es gran cosa. —Se encoge de hombros y luego vuelve a comer, Max me mira para confirmarlo. —Él tiene razón. Es normal. Él asiente y luego pregunta: — ¿Tu hermana va a estar en la cena esta noche? —No, esta noche sólo vas a conocer a mis padres, pero conocerás a toda mi familia el Día de los Caídos. Mis padres hacen una gran fiesta en la piscina y una barbacoa cada año, y todos los Mayson, junto con toneladas de amigos, aparecen. Siempre es muy divertido. —Asombroso. —Él sonríe. —Lo es. —Sonrío, luego miro el reloj y tomo un sorbo más del café de Gareth antes de devolvérselo—. Necesito parar en mi casa para recoger algunas cosas antes de ir a trabajar, así que tengo que correr. —No sé por qué no te mudas. Es extraño que siempre estés aquí y todavía tengas un apartamento. —Me dice Mitchell y Max asiente como si estuviera de acuerdo. Mi corazón se atora en mi garganta, los miro a los dos, sin saber qué decir. —Te acompañaré. —Dice Gareth, dejando su café y colocando su mano contra mi espalda baja mientras mira a los chicos.

—Lo sabemos: comer y guardar nuestras cosas. —Murmura Max, haciendo reír a Mitchell. Aún sintiéndome abrumada, miro a los chicos. —Los veré a los dos esta noche. Tengan un buen día en la escuela. —Recojo mi bolso del final del mostrador y me aseguro de tener mi plan de lección y las últimas pruebas que califiqué en la noche antes de ir a la puerta para ponerme el abrigo. —Espera. —Llama Mitchell y me detengo para mirarlo—. ¿Todavía me recogerás después de la escuela? —Si. Quiero decir... ¿todavía quieres que lo haga? —Quiero. Yo sólo... —Él mira hacia otro lado por un momento como si de repente se sintiera incómodo—. Es sólo que estamos teniendo una simulación de competencia, puedes bajar al campo a ver, si quieres. Mi pecho se calienta y se tensa al mismo tiempo. —Por supuesto que quiero. —Digo sin llorar, lo cual es sorprendente—. ¿A qué hora empieza? —Al mismo tiempo que la práctica. —Levanta un hombro—. Alrededor de las 3:45. —Estaré allí con todas las campanas y silbidos. —¿Por qué dije eso?—. Quiero decir, estaré allí como una persona normal, no con campanas o silbidos. Eso sería raro. Aprieta los labios como si estuviera luchando contra una sonrisa, escucho a Max resoplar y lo miro. —Eres una gran tonta.

—No soy una tonta. —niego. —Cariño, eres un poco tonta. —Dice Gareth e inclino la cabeza hacia atrás, lo encuentro sonriendo—. Una tonta adorable, pero aun así tonta. —Ahora ustedes me están atacando. —Hago un puchero falso y todos se ríen—. Como sea, tienen suerte de que los ame, porque si no lo hiciera, me ofendería. —Digo y la habitación de repente se queda en silencio. Siento la mano de Gareth posarse en mi espalda y me arriesgo a mirar a ambos chicos, que ahora me están mirando con expresiones que no entiendo del todo. No estoy segura de qué hacer, sonrío como si no sintiera la extraña energía golpeando contra mi piel—. Que tengan un buen día en la escuela, chicos. —Termino de ponerme el abrigo y luego tomo mi bolso mientras Gareth abre la puerta para que yo salga antes que él. Cuando llegamos a mi auto, abro la puerta y muerdo el interior de mi mejilla cuando me acerco, coloco mi bolso en el asiento del pasajero—. ¿Me equivoqué por completo allí? —No, cariño. —Me gira para mirarlo y curva sus dedos alrededor de mi cuello—. Su mamá les dice que los ama, pero nunca lo demuestra, estoy seguro de que entienden que el amor es sólo una palabra sin una acción que pueda probarlo. Ellos te aman. Les llevará tiempo confiar en que tú también los amas. —Se los demostraré. —Sé que lo harás. —Apoya su frente contra la mía—. Lo haces todos los días. —Usa su pulgar para inclinar mi barbilla hacia atrás y luego roza sus labios con los míos—. Ten un buen día en el trabajo. —Tú también y cuéntame lo que dice July después de revisar a Sloth.

—Te enviaré un mensaje de texto. —Bien. —Me obligo a dejarlo ir y tomo asiento al volante. Una vez que cierra la puerta, bajo la ventana y él sonríe mientras me doy un golpecito en los labios con el dedo. —Te amo, tonta. —Se inclina para besarme una vez más y sonrío mientras enciendo el motor y le digo adiós una vez que salgo del camino de entrada. Después de parar en mi casa para recoger los suministros que necesito para el proyecto que estamos haciendo hoy en clase y mi ropa para la cena de esta noche, llego a la escuela cuarenta minutos después. Mientras aparco, noto que una grúa se detiene en el aparcamiento. Me pregunto quién tiene problemas con el auto, tomo mi bolso, salgo y me dirijo a la escuela. Me detengo en la sala de profesores y asomo la cabeza, veo a algunos profesores tomando café y charlando. —Hola chicos. Una grúa acaba de entrar en el aparcamiento de los maestros. No sé si alguno de ustedes llamó, pero están aquí. —Digo y todos miran hacia donde estoy parada justo fuera de la puerta. Entonces Jetson, que está sentado solo, empuja su silla hacia atrás y pasa corriendo a mi lado, casi tirándome. Me doy la vuelta para mirarlo correr por el pasillo y un momento después desaparece fuera. —Su esposa lo dejó hace unos meses. —Dice la Sra. Travis, mientras entro en el salón para tomar una taza de café—. Él la estaba engañando y cuando se enteró, decidió vaciar su cuenta bancaria y congelar todo. Apuesto a que su auto es remolcado por falta de pago. No me siento cómoda hablando de un compañero maestro, incluso si es un idiota, así que no respondo, pero eso no impide que los demás

sigan hablando de él. Después de que termino de hacer mi café, me lo llevo a mi salón de clases y lo bebo mientras guardo mis cosas y me preparo para que lleguen mis niños. Cuando llega la hora del almuerzo, tomo mi Kindle, mi teléfono celular y un plato de sopa de fideos de mi escritorio. Mientras espero para usar el microondas en la sala de profesores, leo un texto grupal entre mis hermanas y primas, confirmando que realmente acepté salir con ellas mañana por la noche. Mientras estoy enviando mensajes de texto para que sepan que estaré allí, Gareth envía un mensaje de texto, pero en lugar de leerlo, sólo marco su número y espero a que responda. —Te acabo de enviar un mensaje de texto. —Lo sé, pero estoy almorzando, así que te llamé. Entonces, ¿cómo fue la cita? —Sloth está saludable. Tiene una infección en algunos de los pliegues de su rostro y tu hermana piensa que, eso, junto con el hecho de que apenas puede ver, es lo que lo hace parecer tan vago. —Explica. — ¿Te dio medicamentos para la infección? —Sí. También sugirió que se sometiera a una cirugía para eliminar parte del exceso de piel. — ¿Cirugía? ¿Es necesario? —Ella cree que sí. Dice que es común que su raza sea operada cuando son jóvenes, pero él nunca se operó.

— ¿Ella dijo cuándo puede operarlo?

—Cariño, cuesta casi dos mil dólares y eso con un gran descuento de tu hermana. —Bueno. ¿Y? —Y… ahora mismo, no tengo ese dinero para tirar en una cirugía que no es de primera necesidad. Hago algunos cálculos rápidos. He estado ahorrando para un auto nuevo durante un tiempo y tengo más que suficiente dinero. Simplemente no he tenido tiempo de ir a buscar un auto. —Yo lo pagaré. —No pagarás por la cirugía de Sloth. — ¿Por qué no? —Porque no. — ¿Por qué no? Tengo el dinero y si eso significa que tendrá una vida mejor, entonces creo que es una necesidad. —Ni siquiera puedo discutir esto contigo ahora. Necesito llevarlo de regreso a mi casa y volver al trabajo. —Dice, sonando enojado, algo que me molesta seriamente, porque sé que no me deja pagar la cirugía sólo por su maldito ego. —Bien, hablaremos de eso esta noche. —No hay nada de qué hablar. No pagarás la cirugía de Sloth. Trabajaré horas extras y me encargaré.

— ¿Te refieres a horas extras además de las horas extras que ya estás trabajando? Porque si ese es el caso, bien podrías mudarte a la tienda, ya que de todos modos pasas mucho tiempo allí. —Tengo que trabajar para mantener a mi familia. —Gruñe, ya no suena enojado, sino avergonzado. —Sí, ¿y sabes qué? Tengo un trabajo y me ofrezco a ayudar. —Siseo, enfureciéndome. —Tienes un apartamento y tus propias facturas de las que preocuparte, Ember. — ¡Bien! Entonces me mudaré contigo. De esa forma no tendrás más excusas para evitar que te ayude. —Avísale al propietario hoy mismo. — ¡Lo hare! —Chasqueo. —Bien. —Responde, luego ladra—. Me tengo que ir. —Lo que sea. —Separo el teléfono de mi oído y presiono finalizar en la llamada. —Uf, eso es lo peor que te he escuchado decir y también la conversación más extraña que he escuchado. —Dice Tasha y siento que me pongo diez tonos de rojo cuando la miro—. ¿Ese era tu novio? —Sí. — ¿Le acabas de decir que te irás a vivir con él?

—Creo que sí. —Miro mi teléfono. ¿Qué demonios acaba de pasar?

—Chica, tienes pelotas. Bien por ti. —Ella sonríe y luego niega con la cabeza—. También creo que podrías estar un poco loca. —Me vuelve loca. —Es un hombre; ellos hacen eso. He estado con mi chico durante casi diez años y la mayoría de los días despierto agradecida de que él esté en mi vida. Pero de vez en cuando, me despierto preguntándome si alguien sospecharía de mí si él desapareciera repentinamente. —Dice, avanzando para usar el microondas después de que la persona frente a ella termina—. ¿Cuánto tiempo han estado juntos? —Probablemente no lo suficiente como para vivir juntos. — Murmuro, preguntándome si él hablaba en serio acerca de que me mudara. Quiero decir, quiero, pero no sé si él sólo dijo que debería porque yo lo dije o si realmente quiere que lo haga. —Te entiendo. Por otra parte, conocí a mi chico un viernes y me mudé con él el domingo. — ¿De verdad? —Sí. —Saca su comida del microondas cuando suena y luego se vuelve hacia mí—. Sé que normalmente almuerzas sola, pero puedes unirte a nosotros si quieres. Te prometo que no mordemos. — ¿Estás segura? Me refiero a lo de unirme, no a lo de morder. —Le aclaro y ella se ríe.

—Estoy segura. —Lleva su recipiente de comida a una mesa y yo pongo mi sopa en el microondas. Una vez caliente, me uno a ella y a algunos otros profesores para almorzar y, por primera vez desde que

comencé a trabajar aquí, paso mi tiempo conociendo a mis compañeros de trabajo en lugar de leyendo. Y sorprendentemente, tengo que decir que realmente lo disfruto.

Cuando llego al campo de atletismo, me dirijo a las gradas y tomo asiento, luego saludo a Mitchell cuando mira hacia donde estoy sentada. Levanta la barbilla y sus labios se inclinan ligeramente antes de concentrarse en el hombre mayor que se detiene a hablar con él. Sé que esto es sólo un simulacro de competencia, pero parece que todos los chicos se lo están tomando en serio, incluido él. Mi estómago comienza a llenarse de energía nerviosa cuando el hombre le da una palmada en la espalda y le indica que se vaya con algunos otros chicos. Una vez que todos están en posición, suena una bocina y Mitchell despega tan rápido que parece un borrón cuando pasa a tres corredores. Cuando llega a una curva en la pista, pasa otro, parece cobrar aún más velocidad. Me paro de donde estoy sentada en las gradas y empiezo a saltar de arriba a abajo cuando pasa al primer corredor, y grito: — ¡Vamos, Mitchell! —Tan fuerte como puedo cuando cruza la meta en primer lugar. Su pecho se agita mientras choca los cinco y recibe palmaditas en la espalda de sus compañeros de equipo, luego apoya las manos en las caderas y mira hacia donde estoy parada. Capto su sonrisa y le sonrío de vuelta,

entonces miro a mi alrededor, notando que ninguna de las otras personas en las gradas está de pie, así que tomo asiento. — ¿Ese es tu chico? —Miro a una mujer sentada dos asientos debajo de mí y siento que mi corazón se derrite un poco, porque Mitchell y su hermano se han convertido en míos.

—Sí, uno de ellos. —Es rápido. —Lo es. —Estoy de acuerdo. Ella inclina la cabeza hacia un lado. —Nunca te había visto aquí antes. —Trabajo mucho. —Miento y ella asiente con la cabeza como si entendiera, y luego se pone de pie y sube las gradas para sentarse a mi lado. —Soy Amanda. —Me tiende la mano para que la estreche, luego la suelta y apunta hacia la pista a un niño que está haciendo estiramientos—. Ese del cabello rubio es mío. —Ella saluda cuando él voltea y el niño rueda los ojos—. Obviamente está abrumado por la alegría de que esté aquí. —Dice sarcásticamente y me río—. ¿Estarás en la reunión el próximo fin de semana? Ni siquiera sabía que había una reunión el próximo fin de semana. Aun así, por supuesto que estaré allí. —Seguro. —Genial, algunas de las otras mamás y yo llevamos bocadillos y bebidas a las reuniones. ¿Quieres unirte?

—Claro, ¿hay algún registro o algo así? —Pregunto, cuestionándome si obstruiré a Lidia. Estoy segura de que la mamá de Gareth es la que normalmente hace estas cosas. —No, no somos tan organizadas. Todos pueden ir. Trae lo que quieras. —Responde, luego toma mi mano, sorprendiéndome—. Excepto cosas con nueces, gluten, lácteos o azúcar. —Parpadeo hacia ella y

ríe—. Sólo bromeo. Trae lo que quieras. Tampoco te juzgaremos si traes vino. —Entendido. —Sonrío y ella suelta mi mano. Luego, durante la siguiente hora, charlamos y vemos a los niños practicar, cuando es hora de irme, consigo su número y le digo que la veré en la reunión antes de ir a la pista para encontrarme con Mitchell. —Quiero abrazarte, pero no creo que sea genial. Entonces ¿podemos chocar los cinco? —Pregunto, él se ríe y luego alza su mano tan alto por encima de su cabeza que tengo que saltar para alcanzarla—. Eres muy rápido ¿quieres seguir corriendo en la universidad? —No lo sé. Tal vez. —Él se encoge de hombros—. Solía querer jugar béisbol, pero el año pasado el entrenador de atletismo me preguntó si quería hacer pruebas para el equipo después que me vio haciendo algunos ejercicios y le dije que lo haría. No pensé que me gustaría tanto. Simplemente no sé si me gusta más que el béisbol. —Dice mientras salimos del campo y vamos a mi auto—. Este verano, me uniré a uno de los equipos de béisbol y luego decidiré qué quiero hacer el próximo año. —Apuesto a que eres igual de bueno en béisbol.

—No lo sé. Hay muchos buenos jugadores en el equipo de la escuela secundaria. Pero me gusta el juego. —Me gustaría verte jugar en algún momento. —Digo mientras subimos a mi coche—. Y espero que no te importe, pero le dije a una de las mamás que estaría en tu reunión el próximo fin de semana.

—Eso es genial. —Responde mientras salgo del aparcamiento y me dirijo a casa—. ¿Nos vamos a casa? Lo miro cuando escucho la ansiedad en su tono. —Sí, pensé que sería más fácil, ya que necesito ducharme y tengo que prepararme para poder irnos a tiempo para la reservación que hizo tu papá en Flame. —Muerdo el interior de mi mejilla—. Lo siento. Si tuviera mis cosas en mi casa, podríamos ir allí. Sólo... me he estado quedando en tu casa, así que todo está ahí. —Está bien. Yo sólo… —Sus palabras se apagan mientras se remueve en su asiento—. Ojalá se marche cuando lleguemos allí. Si no, me quedaré en mi habitación hasta que sea la hora de ir a cenar. —Tu padre dijo que hoy llegaría temprano. Cuando llegue allí... —Ella no se irá sólo porque papá vuelva a casa. —Me interrumpe—. Y papá no le dirá que se vaya. Él no quiere que Max se sienta mal. Tiene razón en eso. Gareth aguanta muchas tonterías de ella porque no quiere que Max se moleste y aunque entiendo que quiera que sus chicos tengan a su mamá, también veo que ella se aprovecha de eso. No creo que ella entienda que cada vez que hace algo para empujar los límites de su bondad, también lo está empujando más cerca de su

punto de ruptura. Y un día, ese hilo se va a romper y personalmente no quiero estar cerca cuando eso suceda. — ¿Cómo es tu mamá? Salgo de mis pensamientos ante su pregunta y lo miro. — ¿Mi mamá? —Sólo quiero decir, ¿ella es como tú?

—No. Bueno... no lo sé. Tal vez. Es dulce, divertida y, a veces, molesta y autoritaria. Era el tipo de madre que siempre estaba vitoreando más fuerte cuando tenía un juego o algo en la escuela secundaria, todavía es una de las primeras personas a las que llamo cuando algo sucede en mi vida. —Así que... como tú. —Supongo. —Concedo, comprendiendo en ese momento que soy como mi madre—. Cuando la conozcas, probablemente te va a arrullar como si tuvieras cinco y no quince. —Sonrío cuando el ríe—. Ella los va a amar, a ti y a tu hermano. Mis dos padres lo harán. Doblo hacia la cuadra y cuando llego a la casa, veo el auto de la mamá de Gareth estacionado en la calle, pero el coche de Beth no está en el camino de entrada, así que aparco y apago el motor. Mitchell sale cuando me giro a agarrar mi bolso, luego abro la puerta, escuchando mi nombre. Miro a mi alrededor y sonrío cuando veo a mi prima Harmony cruzando la calle con un uniforme quirúrgico gris.

—Cada vez que veo tu auto estacionado aquí, quiero venir a saludar, pero siempre es demasiado tarde o demasiado temprano. —Me da un abrazo y luego mira a Mitchell, sonriendo—. Hey chico. —Hey. —Levanta la barbilla y luego me mira—. Me voy a duchar. —Entraré en un minuto. —Le digo y él asiente, colocando la correa de su mochila en su hombro antes de entrar. — ¿Vives con Gareth? —Pregunta, captando mi atención y me concentro en ella.

—Casi. No me he mudado oficialmente, pero estoy aquí todas las noches. —Parece que es así. —Ella se apoya contra mi auto—. Estoy feliz por ti. Es un buen chico y sus hijos son dulces. —Son los mejores. —Estoy de acuerdo—. ¿Qué te parece tu nuevo trabajo? Hace un tiempo, tuvo un problema y dejó su trabajo en el hospital de la ciudad. Nadie estaba seguro de si volvería a la enfermería, pero hace un par de meses, consiguió un nuevo trabajo en Nashville en un hospital infantil. —Me encanta. Odio tener que conducir hasta Nashville cuatro días a la semana, pero me encanta lo que hago, así que vale la pena. Ella se vuelve y yo hago lo mismo. Vemos a Gareth subir por el camino de entrada, y cuando sus ojos se posan en mí, recuerdo nuestra conversación de hoy y me pregunto si todavía está enojado.

Una vez estacionado, sale y rodea la parte trasera de su todoterreno, levantando la barbilla hacia Harmony. Inclino mi cabeza hacia atrás cuando se detiene frente a mí y mi corazón comienza a latir con fuerza por la mirada en sus ojos. — ¿Ya le avisaste al propietario? —No. Sus labios se contraen como si pensara que algo es gracioso. — ¿Necesitas que lo llame por ti?

Entrecierro los ojos. —Creo que puedo manejarlo. —Llámalo. Voy a tomar una ducha. —Lo haré. —Espeto, mirándolo a los ojos. —Creo que esa es mi señal para irme a casa. —Dice Harmony, sonando como si estuviera tratando de no reír y la miro rompiendo mi conexión con Gareth. —No tienes que irte. —Creo que sí. —Ella sonríe—. De todos modos, te veré mañana por la noche. Entonces podremos hablar. — ¿Quieres que vayamos juntas? —Claro, sólo envíame un mensaje y hazme saber a qué hora. —Lo haré y dile a Harlen que dije hola.

—Lo haré. —Ella sonríe y luego grita “nos vemos” luego mientras cruza la calle. — ¿Qué hay mañana? —Pregunta Gareth y me vuelvo para mirarlo. —Las chicas y yo vamos a salir. —Espero a que proteste, pero sorprendentemente no lo hace—. ¿Podemos hablar sobre este asunto de la mudanza? — ¿De qué tenemos que hablar? —Sobre el hecho de que no puedo decir si estás hablando en serio o no. Acerca de cómo reaccionarían los chicos si les decimos que me mudaré.

—Hablo muy en serio. —Da un paso más cerca, capturando mi cadera—. Y estuviste allí esta mañana cuando ambos chicos estuvieron de acuerdo en que es estúpido que tengas un apartamento cuando te quedas aquí. Lo hicieron. Simplemente no sé si realmente entienden lo que eso significa. —Yo... creo que aún deberíamos sentarnos y hablar con ellos al respecto. —Luego, cuando lleguemos a casa de la cena esta noche, hablaremos de esto con ellos sólo para asegurarnos de que estén de acuerdo. Si es así, puedes notificarlo y podemos comenzar a mudarte. —Bueno. —Me inclino hacia él—. Entonces tú y yo podemos hablar sobre cómo vamos a dividir las facturas y la cirugía de Sloth. —Claro. —Dice encogiéndose de hombros y entrecierro los ojos, porque eso fue demasiado fácil.

—Hablo en serio, Gareth. Si voy a vivir aquí contigo y con los chicos, haré mi parte. —Sí, hablaremos de todo eso después de que te mudes. —No, hablaremos de eso antes de mudarme. —Después. —Dice y empiezo a ver rojo. —Antes, Gareth. —Espeto. —Después, Ember. —Gruñe.

—Aww, ¿problemas en el paraíso? —pregunta Beth, caminando por la entrada hacia nosotros, me giro para enfrentarla odiando la mirada de suficiencia en su rostro y el hecho de que nos vio discutir. —Te dije que tenemos planes con los chicos y que no debías venir esta noche, Beth. Entonces ¿por qué estás aquí? ¿Él hizo eso? No sabía que le había dicho que no viniera esta noche. —Le dije a Max que le compraría el videojuego del que estaba hablando. Sólo se lo traje. —Ella agita el juego que tiene en la mano hacia nosotros—. Y relájate, no me voy a quedar. Tengo una cita. —Envíale a quien sea mi más sentido pésame. —Dice Gareth y aprieto los labios para evitar reírme. —Lo que sea. —Ella mira—. ¿Están mis hijos dentro? —Como dije, tenemos planes. Trae el juego mañana o dámelo y yo se lo daré.

— ¿Y robarme el mérito? De ninguna maldita manera. Me dijo que te negabas a comprárselo. — ¿Lo hizo? ¿También te dijo que me negué a comprarlo, porque tengo que pagar otra mierda, como la comida y el techo sobre su cabeza? —Dios, eres tan jodidamente dramático. Como sea. Le traeré el juego mañana. —Ella gira sobre sus talones y pisa fuerte hacia su auto. Cuando se va, me vuelvo para mirar a Gareth, apoyo mis manos en su cintura y él inclina la cabeza hacia abajo para mirarme. —Hablaremos

de las facturas y esas cosas cuando me mude. —Cedo, con la esperanza de aliviar algo de la ira que puedo sentir que sale de él en oleadas. Estrecha sus brazos a mí alrededor y echo la cabeza hacia atrás—. Vamos a prepararnos y tratar de tener una buena noche. —Sí. —Agacha la cabeza, rozando su boca con la mía brevemente antes de llevarme a la casa. Cuando entramos, Lidia se va después de decir que vendrá mañana por la tarde y Gareth se dirige a asegurarse de que los chicos se estén preparando. Voy a la habitación, me llevo mi bolso y me ducho rápidamente. Gareth entra para tomar una ducha mientras me rizo el cabello y se va antes de que empiece a maquillarme. Con mi cabello terminado y mi maquillaje listo, salgo del baño para vestirme. Una vez que me pongo los tacones, vuelvo al baño para mirarme en el espejo sobre el lavabo. Ya que no hay un espejo de cuerpo entero en la casa, me pongo de puntillas tratando de captar el aspecto completo. El negro y sencillo vestido sin mangas se parece mucho al vestido que usé en la primera cita con Gareth. No se ve mucha piel,

pero sigue siendo sexy de una manera sofisticada, especialmente con mi maquillaje y mi lápiz labial rojo. —Jesús. —Gruñe Gareth y lo encuentro de pie en la puerta. Trago mientras camina hacia mí devorándome con sus ojos—. Te ves preciosa. —Sus brazos se envuelven alrededor de mis caderas y me arrastra contra él. —Gracias. Te ves guapo. —Descanso mis manos contra el suave material azul marino de su camisa de vestir y sus manos palmean mi trasero.

—Sé que dijiste que quieres salir con tus chicas mañana y estoy bien con eso, pero debes saber que Mitchell se va a quedar con un amigo y Max pasará la noche con su mamá, así que la casa es nuestra. —Me aseguraré de volver temprano. —Digo de inmediato. —Eso sería bueno. —Desliza su nariz sobre la mía, luego de mi mejilla a mi oreja, donde muerde suavemente—. Aun así, te follaré esta noche. —Sus ojos se posan en mis pies brevemente—. En nada más que esos tacones y ese lápiz labial. —Estoy bien con eso. —Muevo mis manos a sus hombros jadeando y hormigueando en algunos lugares específicos, me inclino más fuerte hacia él presionando mis tetas contra su pecho viendo sus ojos oscurecerse. —Deberíamos irnos. —Dice, pero no se mueve para dejarme ir, en lugar de eso, baja la cabeza y me da un beso húmedo y tan profundo que me quedo sin aliento y con las rodillas débiles cuando él aparta

su boca de la mía—. Nos vemos en la sala de estar. —Dice con brusquedad, limpiándose la boca con la mano mientras se va. Me toma un minuto recomponerme y cuando finalmente me arreglo el lápiz labial, salgo de la habitación sabiendo que, de una forma u otra, esta noche terminará bien para mí.

—No puedo superar lo guapos que son. ¿No son los dos muy guapos? —Mamá mira a mi papá y él le da un gruñido evasivo, que hace reír a Mitchell y Max. —Mamá, ¿puedes no asustar a mis chicos con tu locura, por favor? — ¿Tus chicos? Oh, eso me encanta. —Ella sonríe, lucho contra la necesidad de poner los ojos en blanco y luego siento que una mano se presiona contra mi espalda baja. Miro por encima del hombro a Gareth y él señala con la cabeza hacia la puerta principal del restaurante. —Nuestra mesa está lista. —Hurra. No sé ustedes, pero yo me muero de hambre. —Dice mamá dramáticamente mientras nos movemos entre la multitud para entrar. —Yo también. —Le dice Max y ella le sonríe como si fuera su nuevo mejor amigo. —Eres como tu mamá. —Susurra Mitchell, yo me doy la vuelta y lo miro mientras la anfitriona hace una señal para que la sigamos hasta la misma escalera que subimos la última vez que estuvimos aquí. —Retira eso. —Ordeno.

—De ninguna manera, es cierto. Ambas están locas. —Sigue susurrando, escucho a mi papá reír y a Gareth hacer un ruido como si estuviera tratando de no hacerlo. —Espera. Ya dijiste que podía ir a tu próxima reunión, y debido a ese comentario, voy a avergonzarte totalmente gritando y haciendo el tonto cada vez que te toque correr. —Lo amenazo y él sonríe, luego se encoge de hombros como si no le importara. —Esto es realmente hermoso. —Dice mamá, mirando a su alrededor cuando llegamos a la parte superior de las escaleras y nos llevan a una gran mesa redonda. Al igual que antes, el espacio está vacío excepto por nosotros y me pregunto si alguien come aquí arriba realmente.

—Buenas noches. Mi nombre es Simon, seré su mesero esta noche. —Dice Simon acercándose, sonriendo a Gareth en el momento en que nos sentamos. Apenas logro cubrir la risa que se escapa a través de mi servilleta. Cuando se aleja después de tomar nuestros pedidos de bebidas, Gareth coloca su mano en mi muslo y aprieta, lo miro. — ¿Te arrepientes ahora? —Le pregunto lo suficientemente fuerte para que él escuche. Sus ojos permanecen fijos en los míos y veo un millón de emociones filtrarse a través de su mirada antes de atrapar mi mano en la suya y llevársela a los labios. —Ni un poco. Escucho a mi papá hacer un sonido y a mi mamá respirar con fuerza, cuando miro a los chicos, me doy cuenta de que se ven contentos, felices y relajados. Es en ese momento que sé que encontré lo

imposible, una vida realmente feliz y me prometo a mí misma que haré todo lo que esté a mi alcance para cuidarlo.

Capítulo 15 Gareth

E

ntro al bar al que December me pidió que la recogiera y

escaneo el espacio lleno, veo a Sage de pie en la barra. Me dirijo hacia él, en el momento en que me ve, sonríe. — ¿Qué hay, hombre? ¿Estás aquí para recoger a December? —Pregunta, palmeando mi hombro. —Sí. —Hago otro escaneo, sin verla desde donde estoy parado. —Esquina trasera izquierda. —Levanta la barbilla y finalmente la veo sentada en una mesa alta, riendo con su hermana April—. ¿Conoces a mis hermanos Bax y Talon? Me obligo a apartar la vista de December y me giro para mirar a ambos hombres, notando que se parecen a su padre, Nico. Algo que probablemente debería haber notado cuando vi a December cenando con él, Sage, y Kim si no hubiera estado lidiando con los celos que estaba sintiendo en ese momento. — ¿Qué hay? —Doy la mano a ambos hombres, un momento después, Wes, Harlen y Evan entran y se unen a nosotros en el bar, seguidos pronto por Jax y Cobi. —Entonces, ¿quién va a poner fin a eso? —Pregunta Wes, levantando la barbilla hacia la mesa donde están las chicas y noto que un grupo de hombres se ha acercado. Uno de ellos demasiado cerca de

December, sonriéndole como si fuera tan linda como malditamente es. Me aparto del grupo y escucho a Evan murmurar detrás de mí: —Lo juro por Dios, podría poner un anillo en el dedo de June lo suficientemente grande como para ser visto desde Marte y aun así algún idiota pensaría que está bien meterse en su espacio personal. Joder, December ni siquiera tiene un anillo en el dedo para que los hombres que quieran coquetear con ella sepan que pertenece a alguien, eso es algo que tendré que cambiar... y rápido. Tan pronto como llego a la mesa, miro que el chico todavía está sonriendo como un idiota y luego me inclino para besar la mejilla de December. — Hola, cariño. —Ella se vuelve para mirarme y sus ojos se iluminan. Joder, es hermosa. —Estás aquí. —Se pone de pie, balanceándose ligeramente en los tacones que tiene puestos, así que pongo mi mano en su cintura para estabilizarla—. Le estaba diciendo a este buen chico… —Señala al chico, que ahora me mira con ojos muy abiertos—. Que mi novio estaría aquí pronto, y luego ¡puf! Aquí estás. —Aquí estoy. —Confirmo. —Deberías saber… —Apoya sus manos contra mi estómago—. Estoy un poco borracha. —Ella levanta una mano entre nosotros y mantiene sus dedos separados una pulgada. —Puedo ver eso. —Sonrío, tocando con mis dedos sus mejillas que están teñidas de rosa por el alcohol.

—También deberías saber… —Se pone de puntillas para que nuestros rostros estén cerca—. Nunca he tenido sexo borracha. Jesús, mi agarre sobre ella se aprieta automáticamente y miro alrededor de la mesa a las chicas, junto con Wes, Harlen, Jax, Cobi, Sage y sus hermanos. —Nos vamos de aquí. —Anuncio, escuchándola reír mientras se levanta y la risa estalla detrás de nosotros mientras la llevo lejos de la mesa y fuera del bar. Cuando llegamos a mi camioneta, abro la puerta del lado del pasajero y la coloco adentro, luego corro alrededor del capó. — ¿Podemos pasar por McDonald's? —Pregunta, poniéndose el cinturón de seguridad mientras me subo al volante. Me vuelvo para mirarla. — ¿Perdón? — ¿Podemos parar hamburguesa.

en

McDonald's?

Realmente

quiero

una

—Cariño, me acabas de decir que nunca has tenido sexo ebria. No te llevaré a McDonald's. Te llevaré a casa a follarte. —Oh. —Ella se lame los labios, bajando los ojos a mi boca—. Me gusta más tu plan. —Sacudiendo mi cabeza, la tomo por detrás del cuello y tiro de ella hacia adelante para besarla rápidamente. —Me alegro de que lo apruebes. —La suelto y salgo de mi lugar de estacionamiento. El viaje a casa sólo toma unos pocos minutos, en el momento en que entro en el camino de entrada, apago el motor y salgo, encontrándola en su puerta justo cuando ella la abre. La levanto de su asiento y sus piernas se envuelven alrededor de mis caderas mientras la llevo adentro. Cuando cierro la puerta principal, cubro su

boca con la mía, sin molestarme en encender las luces mientras la llevo a través de la casa hasta el dormitorio antes de detenerme dentro para presionarla contra la pared. — ¿Dónde está Sloth? —Pregunta y me toma un segundo recordar que ahora tenemos un perro. —Con Max. —Oh. —Dice, luego sus dedos empujan a través de mi cabello—. ¿Por qué te detienes? —No lo hago. —Sonrío arrancándole el vestido por la cabeza. Deslizo sus bragas a un lado, encontrándola empapada y meto dos dedos dentro de ella. —Oh Dios. —Su cabeza cae hacia atrás y gime mi nombre mientras su coño se aprieta alrededor de mis dedos. Queriendo estar dentro de ella más de lo que quiero respirar, arrastro mis dedos de su resbaladizo calor y los lamo antes de liberarme de mis jeans. —Esto va a ser rápido. —Le advierto, envolviendo una mano alrededor de mi polla y enganchando su rodilla sobre mi brazo y embisto en ella de un solo golpe—. Joder, no hay nada mejor que estar dentro de ti. —Gimo descansando mi frente contra la suya, esperando que se me pase el impulso antes de deslizarme hacia afuera y hacia adentro otra vez. Sus uñas se clavan en mis hombros y sus tacones se clavan en mi trasero mientras la follo duro—. Toca tu clítoris, cariño. —Su mano se desliza entre nosotros y veo sus dedos rodear su clítoris, sintiendo sus paredes apretarse a mi alrededor. —Gareth.

La aparto de la pared y la llevo a la cama, colocándola en el borde. —Quítate el sujetador y las bragas. —Exijo, mientras levanto mi camisa por encima de mi cabeza y la dejo caer al suelo. Enciendo la luz para quitarme las botas junto con mis jeans y colocarme de nuevo entre sus piernas, manteniéndola abierta con mis manos en el interior de sus muslos. Me deslizo dentro de ella, mirándome desaparecer y luego gimo cuando ella toma su pecho con una mano. Mueve lentamente los dedos por su estómago y se frota el clítoris. Respirando pesado y mareado por el orgasmo que se está formando, empujo con fuerza en ella y siseo su nombre mientras ella comienza a correrse, obligándome a seguirla. Con la poca fuerza que me queda, la levanto en mis brazos, poniendo una rodilla en la cama y luego la otra, antes de caer en la cama, acomodándola contra mí. Cuando nuestra respiración se regula, paso mis dedos por su mejilla y le pregunto en voz baja: — ¿Estás dormida? —No. —Susurra, luego levanta la cabeza y me sonríe—. El sexo ebrio es increíble. —Riendo, deslizo mi mano en su cabello y tiro de su cabeza hacia arriba para poder besarla, luego acerco su rostro a mi cuello—. Te amo. —Susurra contra mi piel y esas tres palabras se filtran en mi alma, llenándome de maneras que nunca imagine. —Yo también te amo. —Inclino mi cabeza hacia abajo para besar su cabello y luego la enrollo fuertemente en mi costado. Cuando su peso cae sobre mí y sus silenciosos ronquidos llenan mis oídos, me levanto con cuidado y la acomodo en la cama, arrastrando la manta sobre ella antes de ir al baño. Una vez más, no usé condón y aunque sé que no debería querer que quede embarazada antes de que tenga un anillo en el dedo y mi apellido, secretamente estaría emocionado si sucediera, lo que demuestra lo perdido que estoy.

Me limpio, luego llevo un trapo a la cama y hago lo mismo por ella antes de lanzar el trapo hacia el baño y volver a la cama. Una vez que me acomodo, ella me busca, se hunde en mi costado y yo curvo mi brazo alrededor de su espalda, luego extiendo la mano para apagar la luz y me quedo dormido.

—Es domingo. ¡Yo no voy! Me quedaré en casa con papá y December. —Escucho a Mitchell gritar, detengo la caminadora y me bajo, tomando una toalla para secarme el sudor del rostro. — ¡No puedes seguir evitándome! —grita Beth mientras doy la vuelta en la esquina hacia la sala de estar, donde ella y Mitchell se enfrentan. Max está sentado en el sofá, con Sloth a sus pies y December está de pie en la esquina del pasillo que conduce a nuestro dormitorio. —Beth, tal vez… —Comienza December, Beth se vuelve hacia ella, levantando su mano y cortándola. —Esto no te incumbe, perra. — ¡Mamá! —llora Max mientras Mitchell gruñe—: No le hables así a December. — ¡Puedo hablarle como quiera! —No, jodidamente no puedes. —Le digo y ella se gira, entrecerrando los ojos hacia mí. —Mitchell es mi hijo, Gareth. Tu novia no está involucrada en mi relación con él.

—Cuando estás en su casa, definitivamente es asunto suyo y cuando se trata de los chicos, ella tiene derecho a compartir cómo se siente. Y… —Me inclino hacia adelante para enfatizar mi punto—. Si alguna vez escucho algo como lo que salió de tu boca hacia ella de nuevo, tú y yo vamos a tener problemas. — ¿Vive aquí contigo y mis chicos? — ¿Tus chicos? —La voz de Mitchell está llena de disgusto y Beth se vuelve para mirarlo—. No somos tuyos. Ella coloca sus manos en sus caderas. —Te di a luz, Mitchell, aunque no te guste, eres mi hijo. —Ser madre es más que dar a luz a un hijo. —Él niega con la cabeza—. Lo entenderías si alguna vez te hubieras quedado por más de unas pocas semanas. —Tengo una carrera que me mantiene viajando, Mitchell. —Dice a la defensiva. —Eres una bartender glorificada para las estrellas de rock fracasadas. No estás trabajando para el gobierno tratando de lograr la paz mundial. —Le dispara. Mierda, sé que está mal, pero todavía siento que mis labios se contraen queriendo reír. —No puedo creer... —Se vuelve y me señala—. permitiendo que me hable así.

Que le estés

—Tiene derecho a decirte cómo se siente, Beth. Y a veces, la verdad es difícil de aceptar.

—Le has lavado el cerebro. —Ella me mira y luego señala a December—. ¡Tú y ella lo han puesto en mi contra! —No, no lo hicieron. —Max se levanta del sofá y Sloth hace lo mismo, ladrando una vez—. Papá no haría eso y December tampoco. —Máx. —Ella lo señala—. Tienes que mantenerte fuera de esto. — ¿Por qué? —Pregunta, moviéndose para pararse junto a su hermano—. Mitchell tiene razón. No estás cerca, tú nunca estas cerca. — ¿Vas a decirme que ella sí? Ni siquiera la conoces. —No se trata de December. —Afirma Mitchell, cruzando los brazos sobre el pecho y luciendo mucho mayor de lo que es—. Se trata de ti y del hecho de que has estado fuera de nuestras vidas más de lo que has estado en ellas. —Estoy tratando de cambiar eso. ¿Por qué crees que me voy a mudar de regreso a la ciudad? Quiero trabajar en mi relación con ustedes chicos. —Te escuché. —Susurra Max con tristeza y mis músculos se tensan por el dolor que escucho en su voz—. Te oí anoche, cuando pensabas que estaba durmiendo. Dijiste que te irías de aquí pronto y que no podías esperar para volver a la carretera. —Yo... —Ella da un paso hacia él y él da un paso atrás. —Me escuchaste mal. Me voy por unas semanas y después volveré. —Lo sé. —Está de acuerdo—. Siempre vuelves. También sé que siempre te vas de nuevo. Está bien, lo entiendo. Es quien eres.

— ¿Qué se supone que significa eso? —Grita y veo que su labio inferior comienza a temblar justo antes de que él se de vuelta y se aleje por el pasillo hacia su habitación, cerrando la puerta antes de que Sloth pueda entrar con él.

Mierda. —Oh, no. —Susurra December, yendo a seguirlo, pero Beth se lanza para bloquear su camino. Yo camino hacia delante rápido, pero no lo suficientemente rápido. December gira y coloca su mano en el pecho de Beth, empujándola hacia atrás—. No intentes interponerte entre mi niño y yo. —Sisea, luciendo como una mamá osa furiosa—. Sal de esta casa. —Ella me mira—. Ella necesita irse. —Tú... ¡No puedes decirme que me vaya! —Beth grita mientras December la rodea y se dirige por el pasillo hacia la habitación de Max con Mitchell pisándole los talones. —Tienes que irte. —Le digo a Beth y cuando ella se vuelve hacia mí, da un paso adelante, colocando su dedo a una pulgada de mi rostro, dejo caer mis ojos hacia ella. —Esto es una mierda. Sabes que esto es una tontería. —No lo es, Beth y si realmente hubieras prestado atención a algo de esa conversación, entenderías que todo lo que tus hijos querían de ti era tiempo y atención. No puedes culparlos por estar enojados contigo por no darles eso. —Es tu culpa. —Mi culpa. —Cruzo los brazos sobre el pecho—. ¿Cómo es esto mi culpa?

—Los has puesto en mi contra. —Ella lanza sus manos al aire—. Los has hecho odiarme. —No he hecho nada más que facilitarte que los veas cuando te apetece, y nunca, ni una jodida vez, te puse impedimentos para pasar tiempo con ellos. Puedes intentar hacer como si fuera mi culpa, pero no soy el malo, Beth. Has tenido años para construir una relación con tus hijos, pero no lo hiciste y eso depende de ti. Ahora tienes que lidiar con las consecuencias. —Los amo. —Entonces, pruébalo. —Suspiro. —No debería tener que demostrar nada. Harto de su intento manipulación, camino hacia la puerta y la mantengo abierta para ella, me mira antes pasar a mi lado. En el momento en que sale, la llamo por su nombre y se vuelve para mirarme por encima del hombro. —Debes saber que nunca los obligaré a pasar tiempo contigo, así que, si quieres una relación con ellos, necesitas encontrar una manera de ganarte su confianza y construirla. —Como sea. —Murmura antes de irse furiosa. No espero a que se vaya, cierro la puerta y luego me dirijo por el pasillo a la habitación de Max, golpeando una vez antes de girar la perilla. Lo encuentro sentado en su cama con December a su lado, su mano en su espalda. Su hermano está sentado en el suelo a sus pies, Sloth a su lado. — ¿Estás bien, amigo? — ¿Mamá se ha ido? —Pregunta.

—Sí. Asiente y deja caer los ojos en su regazo. Miro a Mitchell y me da un encogimiento de hombros y una sonrisa triste. —Sabes que tu mamá te ama. —Le digo. Levanta la cabeza y me mira a los ojos. —Siempre dices eso y ella siempre dice que me ama, pero Mitchell tiene razón. Ella nunca lo demuestra. Y si amas a alguien deberías demostrarlo. Sintiéndome como si me hubieran dado una patada en el estómago, trago y ordeno: —Ven aquí. —Con un nudo en la garganta. —Papá… —Por favor, ven aquí. —Se levanta y camina hacia mí lentamente, una vez que está cerca, envuelvo mi mano alrededor del costado de su cuello y bajo mi barbilla para que estemos cara a cara—. Tienes razón. Deberías mostrarle a la gente que amas que lo haces, pero a veces la gente no sabe cómo hacerlo, y tu mamá es una de esas personas. —No tienes que poner excusas para ella. —Dice en voz baja y apoyo mi frente contra la suya—. Sé cómo es y la amo, incluso si no es buena para ser madre. Sólo desearía que ella fuera diferente. Cierro los ojos para ocultar el dolor que causan sus palabras y susurro: —Max. —Está bien. —No está bien, ni siquiera un poquito.

—Lo está, porque te tengo a ti, a Mitchell, a December, a la abuela, a las tías Selma y Sejla, junto con un montón de otras personas que me aman. Supongo... —Se lame los labios—. Supongo que me siento mal, porque ella no tiene eso. —Podría. —Agrega Mitchell y Max lo mira—. Ella también podría tener un montón de personas que la amen, Max. Mira fijamente a su hermano durante mucho tiempo antes de susurrar: —Creo que tienes razón. —Max. —Llamo de nuevo y sus ojos vuelven a mí—. No puedes ser responsable de su felicidad. No es tu trabajo. Tu trabajo es ser un niño. —Bueno. —Se lame los labios. —Te amo, hijo. —Lo sé. —Él asiente y toco mi frente con la suya una vez más, luego aprieto su cuello—. ¿Estás bien ahora? —Sí, papá. —Bien. —Lo dejo ir y él vuelve a sentarse junto a December, quien envuelve su brazo alrededor de sus hombros e inclina su cabeza contra la suya. —Tengo hambre. —Dice después de un momento y todos nos concentramos en ella—. ¿Quién quiere helado? Realmente estoy deseando helado de vainilla y papas fritas. —Estás tan loca. —Murmura Mitchell con una sonrisa y Max se ríe mientras yo hago lo mismo.

— ¿Por qué estoy loca? ¿Alguna vez han comido helado de vainilla y papas fritas? —No. —Responden los chicos al mismo tiempo. —Entonces no pueden decir que estoy loca. —Se pone de pie y camina hacia mí, luego se detiene para mirar por encima del hombro. —Bueno, ¿vendrán? —Seguro, ¿por qué no? —Mitchell se levanta del suelo y le tiende la mano a Max. Suponiendo que necesitan un minuto, tomo la mano de December y la saco de la habitación. —Necesito ponerme asiente—. ¿Estás bien?

una

camisa

limpia.

—Le

digo

y

ella

—Sí. —Ella me da una sonrisa triste. —Él estará bien. —Beso su frente y ella asiente—. Vuelvo enseguida. —La dejo en la sala y voy al dormitorio, veo su mierda de la escuela esparcida por la cama, donde estaba trabajando cuando fui a entrenar. Tomo una sudadera del estante superior del armario y me la pongo, pensando que necesito espacio en el dormitorio donde ella pueda trabajar cuando esté en casa. También necesito reunir a algunas personas para que me ayuden a mudarla de su casa más temprano que tarde. Con ese pensamiento en mi cabeza, salgo del dormitorio y acompaño a mi familia a mi camioneta. Los conduzco a la ciudad para comprar hamburguesas, papas fritas y natillas congeladas. Para cuando regresamos a casa, los chicos y December están riendo y bromeando, el drama de antes es un recuerdo lejano.

Dejo caer la llave inglesa de mi mano y la cambio por un destornillador, tratando de superar la ira que estoy sintiendo. Esta mañana, tan pronto como llegué al trabajo, Beth me llamó para decirme que se iba de la ciudad y que necesitaba que les avisara a los chicos. Aunque sé que estarán bien, todavía estoy enojado porque ni siquiera tuvo las pelotas para decirles ella misma, especialmente después de lo que pasó ayer. Supongo que no debería sorprenderme, todavía me mata que a ella le importe un carajo. El único lado positivo es que ahora tienen a December para que los ayude a aliviar el golpe. —Gareth. —Salgo de mis pensamientos al escuchar que gritan mi nombre y salgo de debajo del auto en que he estado trabajando. Una vez que estoy de pie, los ojos de mi mamá se fijan en mí. — Mamá, ¿qué estás haciendo aquí? —Pregunto, limpiando mis manos cubiertas de grasa con un trapo mientras se apresura a través de la tienda hacia mí. A medida que se acerca, veo la preocupación grabada alrededor de sus ojos y las lágrimas aun mojando sus mejillas—. ¿Qué pasó? —He estado tratando de llamarte. —Se detiene cerca, levantando su mano temblorosa que está cerrada alrededor de su teléfono. Miro hacia dónde está mi teléfono al otro lado del edificio, puesto sobre mi caja de herramientas demasiado lejos para escuchar con el ruido de la tienda. — ¿Que está pasando? ¿Están bien los chicos? —Creo que sí. — ¿Crees? —Repito cuando una pesadez comienza a asentarse en la boca de mi estómago.

—No puedo localizarlos. Todas las escuelas se cerraron. Hubo un tiroteo en la primaria. —Ella levanta su mano temblorosa para sostener su teléfono una vez más—. He estado tratando de llamarte. —Yo... —Joder, mis rodillas se debilitan—. ¿Cuándo? —Me enteré hace unos treinta minutos. Anna, que trabaja en la comisaría, me llamó porque le dije que estabas viendo a una maestra de primer grado cuando hablamos el otro día. Ella quería asegurarse de que yo lo supiera para poder decirte. —Mierda. —Merodeo hacia mi caja de herramientas, quitándome el overol en el camino. —No puedes ir allí. La policía tiene la escuela rodeada. Les están diciendo a los padres y miembros de la familia que vayamos al campo de la escuela secundaria. —Dice detrás de mí mientras tomo mi teléfono celular y las llaves. —Ve a la escuela secundaria. — ¡Gareth, no puedes ir a esa escuela! —Ella grita. —Lo sé. —Me vuelvo para mirarla cuando llego a mi camioneta—. El tío y el primo de December son policías. Voy a ver si puedo localizarlos y averiguar qué saben—. Sostengo su mirada. —Por favor, ve a la secundaria. —La veo asentir mientras me pongo detrás del volante, luego pongo la llave en el encendido y me dirijo hacia la puerta del colegio. Marcando el número de December, lo escucho sonar hasta que se activa el correo de voz.

—Te amo, cariño. Joder... —Trato de tomar aire—. Te amo. Llámame y hazme saber que estás bien. —Cuelgo y llamo a Cobi y cuando no responde, llamo a Sage. — ¡Mierda! —Golpeo el volante cuando mi llamada es enviada al correo de voz y luego maldigo una vez más cuando llego a la intersección de la escuela, que está bloqueada con una línea de patrullas de policía. Incluso sabiendo que no me dejarán pasar, conduzco hacia adelante y un oficial sale a la carretera, levantando su mano para que me detenga. Bajo el vidrio de mi ventana cuando llega a mi puerta. —Señor, tiene que dar la vuelta. Esta carretera está cerrada. —Mi novia es maestra en la escuela. No puedo localizarla. —Lo siento, señor. Les están diciendo a todos los miembros de la familia que esperen en la escuela secundaria. Ahí es a donde todos serán transportados en autobús una vez que hayan dejado la escuela. — ¿Puede llamar a Nico Mayson o Cobi Mayson por radio y decirles que Gareth Black está tratando de encontrar a December? —Lo siento, señor, no puedo hacer eso. —Sacude la cabeza y quiero salir y obligarlo a hacer la llamada, pero sé que, si lo hago, pasaré la noche en la cárcel. —Al menos dime que nadie resultó herido. —Sé que sueno desesperado. Me siento desesperado. —Los oficiales todavía están despejando el edificio. En este momento, no sabemos qué está pasando.

—Mierda. —Paso mis dedos por mi cabello y luego miro hacia mi celular cuando comienza a sonar. Cuando veo el nombre de December en la pantalla, mi garganta se aprieta. No me molesto en decirle una palabra al oficial. Me alejo de él y pongo mi celular en mi oído—. Cariño. —Estoy bien. —Su voz suena tensa, como si estuviera tratando de mantener la calma. Me detengo y aparco la camioneta para no chocar. — ¿Dónde estás? —Estoy con mis niños. Estamos esperando un autobús que nos lleve a la escuela secundaria para reunirnos con sus padres. —Nos vemos allí. —Cierro mis ojos con fuerza. —Bueno. —Mantén la calma, cariño. —Le ordeno, y la escucho respirar entrecortadamente—. Pronto estaré contigo. —Me tengo que ir. El autobús está llegando. —Te amo. —Te amo. —Ella cuelga y dejo caer mi teléfono en mi regazo, me froto el rostro con las manos, tomo unas cuantas respiraciones profundas para controlarme y luego poner el motor en marcha. Cuando llego a la escuela secundaria, ni siquiera me molesto en buscar un lugar para aparcar. Aparco en el césped cerca del frente de la escuela y luego troto hacia los campos, donde se reúne una gran multitud de personas. Busco a través del mar de rostros, buscando a December y casi caigo de rodillas cuando la encuentro parada con mi mamá y sus padres.

Corro hacia ellos y, como si ella sintiera que estoy cerca, se da vuelta y posa sus ojos en mí mientras corro la distancia entre nosotros. —Estamos bien. Todos están bien. —Ella cae en mis brazos y luego me mira—. Yo... necesito asegurarme que todos mis niños encuentren a sus padres. Asiento, ella toma mi mano y me lleva hacia un grupo de niños pequeños que parecen nerviosos. —Está bien, chicos. Quiero que todos se tomen de la mano y me sigan. Nos vamos a alejar de la multitud, así será más fácil para sus padres encontrarlos. —Ella sonríe para tranquilizarlos y luego lleva a los niños a una sección de césped. Ella hace que todos se sienten en círculo, mi mamá y la suya se sientan con ellos mientras su papá y yo ayudamos. December dirige a los padres a sus hijos. Cuando el último niño pequeño se aleja, abrazando con fuerza a su madre, se vuelve hacia mí y yo envuelvo mis brazos a su alrededor, abrazándola mientras ella solloza. — ¿Qué pasó? —Pregunto, todavía sin estar seguro de lo que sucedió. Realmente, no sé si tengo el estómago para saber lo que pasó. —Uno de los profesores, el Sr. Jetson... —dice entre sollozos—. Supongo que fue despedido el viernes pasado al final del día. La... la directora lo vio entrar a la escuela hoy y fue a hablar con él y a preguntarle por qué estaba allí. Él... le sacó un arma y trató de dispararle, pero ella logró apartarse. El… el conserje la salvó. Escuchó el disparo y pudo acercarse sigilosamente a Jetson y derribarlo antes de que fuera capaz de lastimar a alguien.

Jesús, la abrazo con más fuerza y entierro mi rostro en su cabello. Habiendo visto lo mismo en las noticias con demasiada frecuencia, sé exactamente lo afortunados que fueron todos y cada uno de los miembros de esa escuela. —Hasta que la policía fue a evacuar mi salón, no sabía qué estaba pasando. Todo lo que sabía era que se estaban escuchando disparos en la escuela y mi trabajo era proteger a esos niños. Estaba tan asustada. —Lo sé, cariño. —Paso mi mano por su espalda—. Lo sé, pero estás a salvo. Todos están a salvo. —Sí. —Susurra, echándose hacia atrás para secarse las lágrimas de las mejillas—. ¿Podemos... podemos recoger a los chicos e ir a casa ahora? —Sí, cariño. —Pongo un mechón de cabello detrás de su oído y luego beso su frente, nariz y labios antes de girarla y meterla debajo de mi brazo. Miro a mi mamá y a sus padres—. Vamos a buscar a los chicos e irnos a casa. Si quieren, pueden unirse a nosotros para cenar. Mi mamá mira a December y su rostro se suaviza. —Creo que tú y tu familia necesitan un tiempo a solas, cariño. Yo iré... —Ustedes son nuestra familia. —Interrumpe December, extendiendo su mano hacia mi mamá, quien la mira por un momento antes de tomarla y alejarla de mí para darle un abrazo. Cuando se echa hacia atrás, acuna el rostro de December. —Pasa algo de tiempo con tus chicos, iré más tarde. ¿Está bien? —Está bien. —December susurra y mamá asiente antes de dejarla ir para que sus padres, que están cerca, puedan abrazarla. Cuando la sueltan, la acomodo contra mi costado.

—Nos veremos en la casa dentro de un rato. —Dice Asher colocando su brazo alrededor de su esposa que está llorando. Levanto la barbilla y dejo escapar el aliento que siento como si hubiera estado aguantando una eternidad, luego llevo a mi mujer a buscar a nuestros chicos y los llevo a casa.

—Me alegra que estés bien. —Escucho a Mitchell decir más tarde esa noche mientras arrojo pasta en la olla con agua en la estufa. —Yo también. —Dice Max y aunque no puedo verlos desde donde estoy parado, sé que aún están sentados uno al lado del otro en el sofá, exactamente donde terminaron tan pronto como llegamos a casa. — ¿Saben que los amo? —pregunta December, y aprieto tanto la mandíbula que creo que podría romperme los dientes. —Sí. —Responde Mitchell al mismo tiempo que Max. —Bien, no lo olviden nunca. —Murmura y cierro los ojos con fuerza. Al alejarme de la estufa, envuelvo mis dedos alrededor del borde de la encimera, dejo caer la cabeza hacia adelante y cierro mis ojos. Como para mis hijos, December se ha vuelto vital para mí, una extensión viva y respirable de mi corazón, una parte sin la que sé que no podría vivir. Hasta ella, nunca creí en los felices por siempre, pero sé que llegó a la vida de mis hijos y a la mía para demostrar que realmente existen.

Epílogo December —Hiciste lo mejor para ti, chica. —Miro hacia arriba cuando mi papá se acerca a mí y luego me inclino hacia él cuando envuelve su brazo alrededor de mis hombros. —Lo hice, ¿no? —Respondo en voz baja, volviéndome para ver a mis hijos mezclarse con mi familia como si siempre hubieran sido parte de ella. —Ellos te aman. —Los amo. —Digo, luego agrego—. Siempre supe que quería encontrar un chico que me amara tanto como tú, simplemente nunca pensé que lo haría. —Su brazo se aprieta más—. Me alegro de haberme equivocado en eso. —Yo también. —Besa mi cabello y cierro mis ojos. —Gracias por ser el mejor papá del mundo. —Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y descanso mi cabeza contra su pecho. —Creo que tus chicos te están esperando. —Me dice papá, abro los ojos y veo a Gareth, Mitchell y Max de pie juntos bajo una hilera de luces colocadas alrededor de la pérgola. Preguntándome qué están haciendo, camino hacia ellos y mi corazón se atora en mi garganta cuando Gareth cae sobre una rodilla. — ¿Qué estás haciendo?

—Pidiéndote que pases el resto de tu vida conmigo. —Y conmigo. —Dice Mitchell. —Y conmigo. —Agrega Max. Miro a mi familia, luego a mis hijos y las lágrimas brotan de mis ojos. — ¿Qué dices, cariño? ¿Vas a huir o a saltar? —Saltar. ¡Definitivamente saltar! —Corro hacia él y me arrojo en sus brazos, riendo mientras le doy besos en el rostro. Me inclino hacia atrás cuando él toma mi mano y miro, conteniendo la respiración, cómo desliza un hermoso anillo de oro con un diamante grande y dos más pequeños en mi dedo. Miro el anillo, luego miro a mis chicos y sé que donde sea que esté Beth, es una idiota por no apreciar lo que tenía. También sé que nunca cometeré el mismo error.

Un año después… —Ábranlos. —Digo y tanto Mitchell como Max rompen sus cajas envueltas en papel blanco y luego arrojan el papel de seda al suelo. Veo las miradas de confusión y luego la comprensión llenar sus ojos y me río cuando ambos miran entre su padre y yo. — ¿En serio? —Pregunta Max. —De ninguna manera. —Dice Mitchell, sosteniendo su camisa que dice Big Brother #116 exactamente igual a la de su hermano, excepto que la de Max dice Big Brother #2.

16

Hermano Mayor #1.

—Sí. —Me río y luego empiezo a llorar cuando se apresuran a abrazarme—. Los amo, muchachos. Espero que sepan eso. —Lo sabemos. Nos lo dices todo el tiempo. —Dice Max, dejándome ir para poder abrazar a su papá mientras Mitchell se sienta a mi lado. Les digo que los amo todo el tiempo. Temer que nunca puedas decirle a la gente que amas cómo te sientes te hace eso. Ahora, no paso un día sin mostrarles exactamente lo que significan para mí. Y estoy segura de que a veces sueno como un disco rayado diciéndoles que los amo todo el tiempo, pero bueno, vale la pena repetir algunas cosas. —Oye, December. —Grita Max, sonando tímido y miro hacia donde todavía está envuelto en los brazos de su padre. — ¿Sí, cariño? —Umm, ¿crees que tal vez, dado que el bebé te llamará mamá, tal vez podamos llamarte mamá también? Para que no esté confundido, ¿sabes? Mi corazón se aloja en mi garganta y miro a Mitchell y él asiente con la cabeza hacia Gareth, quien sonríe suavemente. —Me encantaría. —Apenas me libro del nudo en la garganta. —Asombroso. —Dice en voz baja y sollozo.

Ocho meses después… —Déjame cargarla. —Oigo decir a Mitchell y aunque estoy

completamente exhausta después de casi quince horas de parto, todavía encuentro la fuerza para sonreír. —Es mi turno de abrazarla. La tuviste todo el tiempo. —Sisea Max en voz baja y me fuerzo a abrir los ojos. Necesito un minuto para que se enfoquen en la luz tenue, pero cuando lo hacen, veo a mis hijos sentados en el pequeño sofá junto a mi cama, preocupados por su hermana. — ¿Qué tal si ambos dejan de pelear por su hermana? —Sugiere Gareth, apareciendo, luego miro con asombro cómo levanta gentilmente a nuestra hija y la sostiene contra su amplio pecho, haciéndolo lucir aún más perfecto—. Su abuela estará aquí en unos minutos para llevarlos a casa. — ¿Tenemos que irnos? —Ustedes necesitan descansar. —Les digo, ambos miran hacia la cama donde estoy acostada y les doy una sonrisa cansina—. Pronto, Molly estará en casa y nos mantendrá despiertos a todos, desearán poder dormir. —No ha llorado ni una vez, mamá. —Dice Mitchell mientras se pone de pie y camina hacia mí. —Sí, mamá, incluso cuando la enfermera tuvo que hacerle algunas pruebas, estaba callada. —Agrega Max, caminando al otro lado de la cama. Les sonrío, miro a Gareth sosteniendo a Molly y niego con la cabeza. —Estoy segura de que ella sabía que todos ustedes la protegen. —Digo en voz baja—. Ambas somos afortunadas de tenerlos.

—Nosotros también tenemos suerte de tenerlas, cariño. —Dice Gareth y mi garganta se aprieta. Es difícil recordar mi vida antes de ellos, antes de que me arriesgara y saltara. Ahora no puedo imaginar nada mejor que lo que tengo, porque realmente lo tengo todo.

FIN

Próximo Libro Until Talon Book #09 Cuando la hermana de Mia Allenton llama para pedirle ayuda después de descubrir que su esposo la engañó, Mia empaca su vida en Montana y se muda a Tennessee para estar allí para ella y sus tres hijas. Cuando Mia comienza a instalarse, llega un tornado que trae consigo a Talon Mayson, un hombre decidido a demostrarle que los hombres buenos existen. Talon sabe que tiene mucho trabajo cuando de ganarse la confianza de Mia se trata, pero lentamente sus paredes comienzan a derrumbarse y comienzan a construir algo hermoso. Desafortunadamente, alguien del pasado de Talon no está contento con su regreso a Tennessee y está dispuesto a hacer cualquier cosa para evitar que sea feliz. ¿Es el boom entre Talon y Mia lo suficientemente fuerte como para capear la tormenta que se avecina?
8- Until December - Aurora Rose Reynolds - Until Her Him

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