3- Inferno e Paradiso - Lorena Fuentes - Serie Ley del Silencio

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Inferno e Paradiso Lorena Fuentes Serie Ley del Silencio III Por amor bajarán al infierno, antes de vivir el paraíso.

Inferno e Paradiso Lorena Fuentes Todos los derechos reservados © Lorena Fuentes, 2021 Edición y revisión: Isaura Tapia Diseño de cubierta: Lorena Fuentes Diseño Interior: Lorena Fuentes Primera edición: mayo 2021 ISBN: 9798748078696 Sello: Independently published Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y el tratamiento informático.

Tabla de Contenido PRÓLOGO CAPÍTULO 1 CAPÍTULO 2 CAPÍTULO 3 CAPÍTULO 4 CAPÍTULO 5 CAPÍTULO 6 CAPÍTULO 7 CAPÍTULO 8 CAPÍTULO 9 CAPÍTULO 10 CAPÍTULO 10 CAPÍTULO 11 CAPÍTULO 12 CAPÍTULO 13 CAPÍTULO 14 CAPÍTULO 15 CAPÍTULO 16 CAPÍTULO 17 CAPÍTULO 18 CAPÍTULO 19 CAPÍTULO 20 CAPÍTULO 21 CAPÍTULO 22 CAPÍTULO 23 CAPÍTULO 24 CAPÍTULO 25 CAPÍTULO 26 CAPÍTULO 27 CAPÍTULO 28 CAPÍTULO 29 CAPÍTULO 30 CAPÍTULO 31 CAPÍTULO 32

CAPÍTULO 33 CAPÍTULO 34 CAPÍTULO 35 CAPÍTULO 36 CAPÍTULO 37 CAPÍTULO 38 CAPÍTULO 39 CAPÍTULO 40 CAPÍTULO 41 CAPÍTULO 42 CAPÍTULO 43 CAPÍTULO 44 CAPÍTULO 45 CAPÍTULO 46 CAPÍTULO 47 CAPÍTULO 48 CAPÍTULO 49 CAPÍTULO 50 CAPÍTULO 51 CAPÍTULO 52 EPÍLOGO BONUS AGRADECIMIENTOS SOBRE LA AUTORA

Dedicatoria Para las víctimas de agresiones sexuales, son guerreras dignas de admiración.

"Largo y escabroso es el camino que del infierno conduce a la luz" Dante Alighieri

Prólogo Dieciocho años antes…

La noche había caído sobre la ciudad de Nápoles, los miembros de la Camorra se sublevaron vendiendo la información, Vito tenía una deuda pendiente y como un hombre de honor estaba dispuesto a que fuera saldada. Sus hombres acababan de asesinar a Mariano Caputo, il Capo de Nápoles y a su hijo mayor Leonardo. Los Lombardo nunca perdonaban a la familia de un enemigo, ya que eso era un error que no podían cometer, hacerlo podría traer consecuencias y si algo caracterizaba a Vito como Il Capo di Tutti Capi de la Cosa Nostra era que no dejaba cabos sueltos, para evitar futuros inconvenientes. Su próximo objetivo era Valerio, el menor de los Caputo. Mariano había traicionado en varios negocios a Vito, no le importaba iniciar una guerra, pero Lucky Tocci ambicionaba ser el Jefe de la Camorra y en los negocios siempre hay alguien que es capaz de traicionarte, así que se valió de eso para conseguir lo que deseaba. Enzo Calabrese estaba en la ciudad, llevaba escondido varios días tratando de llegar a Giulia que era la esposa de Caputo, la mujer que siempre amó y la única que amaría hasta el fin de sus días. Eran amantes desde hacía más de treinta años, ella fue la segunda mujer de Mariano, era la madre de Valerio, un revoltoso que ya estaba a punto de cumplir los dieciocho años, y de su más grande tesoro. Salió con prisa del hotel en donde se alojaba, necesitaba auxiliarla y le urgía poder poner a salvo a su heredera, la razón de su vida, su pequeña hija. Aquel era su más grande secreto, por años estuvo enamorado de aquella chica, pero no podían estar juntos. Cuando Mariano la vio por primera vez, la pidió para él, se prendó de ella tanto, hasta el punto en que la hizo su amante. Cuando su primera esposa murió inesperadamente de cáncer, se casó con ella formalizando su relación, ya que había nacido su primer hijo, Valerio.

Calabrese nunca soportó perderla, se veían a escondidas ya que Giulia lo amaba a él y llevaban meses tratando de escaparse juntos. Doce para ser exactos, nunca quiso sentar cabeza, siendo el próximo jefe de la mafia calabresa, esperaban de él que formara una familia para dar el ejemplo, pero desde que la vio por primera vez en una cena en casa de Caputo, supo que había conocido a la mujer de su vida. Nadie se comparaba con ella… Sus ojos verdes podían hechizarte. Su cabello rubio. Toda ella era la perfección hecha persona, pero no era de él, le pertenecía su alma, sin embargo, era la mujer de uno de sus socios y aquello lo atormentaba, porque no debía desear a la pareja de otro. Los hombres de honor se sentían orgullosos de ser esposos, padres, tíos, porque al ser el Don de una organización, muchas veces te convertías en el padre de tus soldados. Eso esperaban de él. Su auto se detuvo frente a la casa de los Caputo, había pagado mucho dinero para conseguir aquella oportunidad. Mariano había muerto, así que el nuevo jefe de la Camorra tal vez clamaría venganza, lo que se traducía que después de su muerte iba a ser un poco más difícil llevar a cabo su plan, no tenía idea cómo Vito Lombardo había logrado aquello, pero tampoco pretendía averiguarlo. Veinte hombres bajaron de varios automóviles junto a él, tenía el presentimiento de que algo había sucedido y su corazón se aceleró con temor. Rezaba mentalmente que los Lombardo no hubieran hecho algo de lo que podrían arrepentirse, él personalmente le había pedido un indulto para su amada al mismo Vito, le contó la verdad de su historia y él entendiendo que necesitaba una oportunidad para ser feliz, le dio una noche para rescatarlas. La vida entera se la debería a los Lombardo, pero no le importaba, porque sin Giulia no le quedaba nada más, sabía muy bien que ella era lo único que necesitaba. Irrumpieron en la residencia como un comando, pero lo que encontraron fue la última carnicería contra la familia. Subió desesperado por las escaleras y en el recorrido solo se topó con charcos de sangre y hombres muertos. Su corazón latía rápido, nunca había sentido terror, este aumentaba a cada paso debido a que no sabía qué era lo que podía encontrar. Abrió

todas las puertas gritando el nombre de su amada, sin escuchar el eco de la respuesta. —¡Enzo! —lo llamó su hermano Nicola. —Tiene que estar viva, ¡¡Vito me lo prometió!! —rugió desesperado. Nico Calabrese no confiaba en nadie, ni siquiera en el gran Vito Lombardo, a quien hacían ver como una versión italiana y refinada de El Padrino. Mentalmente rezaba a San Miguel Arcángel para que Giulia estuviera viva, pues tenía la seguridad de que su hermano no soportaría perderla. Abrieron la última habitación, era la de un bebé y en el piso yacía la mujer mientras en la cuna lloraba una pequeña. —¡Giulia! —aulló Enzo asustado derrapando junto a su cuerpo, se agachó y ella comenzó a toser sangre—. Aquí estoy, aquí estoy… El alma la estaba perdiendo, ese momento lo perseguiría toda su vida como una maldita pesadilla. —Tocci, Tocci —repitió ella el apellido de Donato, los habían traicionado—. Lo descubrió todo, vino por Valerio y me hizo esto. Nicola se hizo con la niña mientras su hermano trataba de salvar a la mujer que amaba más que a la vida misma. —Aguanta, ¡por favor! —le rogó Enzo. —¡Llévate a Anabella, salva a nuestra hija! —suplicó cerrando los ojos —. Sálvala… Giulia respiró profundamente hasta que exhaló su último aliento. Enzo tomó el cuerpo de la única mujer capaz de encenderlo y lloró frente a su hermano. Nicola no podría creer lo que estaba viendo, su hermano la mecía mientras le susurraba palabras de amor y lloraba. Enzo la necesitaba más que nunca, no sabía cómo criar un niño y aquello lo comenzaba a sofocar. Giulia que era todo lo que deseó desde que la convirtió en suya y su alma siempre deseó hacerla feliz, aquel era el más trágico final para su historia de amor. —¡Tenemos que irnos! —le urgió Nico—. Tenemos que salir de aquí antes de que puedan encontrarnos, saben que dejaron a la niña con vida. Enzo dejó el cuerpo y se levantó tambaleándose, sintiéndose vacío caminó hasta su hermano para tomar a la pequeña, era lo único que tenía de su amada y la cuidaría como su mayor tesoro. —Marena —murmuró—. Marena Calabrese…

Aquel era un secreto que cuidaría hasta el día de su muerte, nadie sabría que su única hija era producto de un affaire. Su hija sería todo lo bueno que tendría, la educaría de la mejor manera y la alejaría del mundo criminal.

Capítulo 1 JUDE LANDON —Jude,

la verdad es que no puedo comprenderte, pensaba que me amabas y que lo nuestro era para siempre. Sus palabras me rompen el corazón… —Lo es, pero esperemos hasta el descanso de invierno —le ruego asustada de perderlo y tomo su mano. Mi novio y yo estamos tomando una merienda y el atardecer nos arropa, el mar y el cielo parecen teñirse de colores cálidos. Son pequeños regalos que la naturaleza nos regala. —No tengo nada que esperar, si me amas y yo a ti, no veo el problema de estar juntos. Luke se levanta de la mesa, esta es nuestra cuarta discusión respecto a que tengo que perder la virginidad con él antes de irnos a la universidad. No entiendo su razón para obligarme a algo que no deseo, me da muchísimo miedo que luego todo se termine, puesto que iremos a diferentes universidades. Cuando regresa se sienta frente a mí. —Vamos a caminar por la playa —pide—. El aire fresco me hará bien. Asiento y me levanto un poco desconcertada por su actitud, salimos del café en silencio y parece que este es el final para los dos. La cálida brisa del mar de Virginia Beach me refresca, amo vivir aquí. Voy a extrañar esto y las caminatas tomados de la mano con Luke por el paseo marítimo, la mayoría de los turistas vienen a visitarlo, pero a nosotros los lugareños nos encanta entrar a sus locales, porque están a tan solo unos pasos de la playa. Una de mis actividades favoritas con mis padres y hermanos es disfrutar de una deliciosa cena con vista al cielo y al mar, ambos hermosos en verano. —Deberías pensarlo —expresa mi novio rompiendo el silencio. —Luke, te amo, pero no creo que sea el momento… Nos vamos alejando hasta que la playa está completamente solitaria, algo nace en mi corazón, a pesar de que la temperatura es agradable para ser verano, tengo frío y miedo.

—Deberíamos ir a un lugar más concurrido —le solicito. —Puedo protegerte —asegura con una sonrisa. Se sienta en la arena y me quedo de pie mirando todo a mi alrededor, creo que alguien nos está mirando. No sucede nada y termino sentándome a su lado. Luke me abraza y me pide perdón por ser tan insistente, promete que todo saldrá bien y me confiesa que tiene miedo de perderme. De la nada salen unos tipos, comienzan a reírse muy fuerte, fuman y el olor a hierba llega hasta donde estamos, todo ese miedo de un inicio se convierte en terror. —¡Vámonos! —exijo tomándolo del brazo. Luke asiente aceptando, se levanta y me da la mano para que pueda pararme. La noche es preciosa, solo que no podremos disfrutarla. —¡Oye, deberías dejarnos a tu novia! —grita uno de ellos—, y largarte. Me quedo mirando a Luke quien parece entender que lo que debemos hacer es irnos y buscar ayuda. Nos gritan una serie de cosas exageradamente obscenas sobre mí, no puedo creer que a estas alturas en pleno dos mil veinte, llamen perra a una mujer por usar una falda corta o un escote. Gritan que pueden compartirme, que mi culo se ve exquisito, lanzan cosas mientras tratamos de alejarnos, pero de la nada frente a nosotros aparece un hombre con un cuchillo. Pego un grito del puro susto y la reacción de mi novio es interponerse entre él y yo. —Cuando mis amigos dicen que tu puta está buena, tú obedeces y nos la prestas… —No les voy a prestar nada —sisea Luke y puedo sentir la rabia en su voz. —Buena respuesta… Todo sucede tan rápido que me lanzo en la arena abrazando a Luke que sangra por su abdomen. Los hombres me atrapan y me arrastran, pido ayuda, pero parece que nadie puede auxiliarme, pataleo y se burlan de mí. Me tiran en una furgoneta y me golpean tantas veces que lo último que escucho antes de perder el conocimiento es: —No la toquen, porque a esta puta vamos a llevársela al jefe. «Dios, ayúdame a salir de esto». ***** Al abrir los ojos grito, me encuentro encerrada en una jaula en un compartimiento de alguna bodega, una pequeña luz ilumina el espacio haciéndome notar que no estoy sola… creo que me voy a morir cuando

observo a un hombre violando a una chica, ella me observa con el rostro lleno de sangre, sus ojos vacíos, llorando en silencio mientras él la toma desde atrás. Me doy cuenta de que toda mi vida está a punto de cambiar. Esto es lo que mi padre tanto me advirtió, que afuera aguardaba un peligro que podría paralizarme o darme una descarga de adrenalina que me haría cometer una locura. —¡Gime, perra! —le ordena con un acento que no logro distinguir y halándole el cabello. Me hierve la sangre, me levanto molesta acercándome a los barrotes, saco el rostro lo que me permite el espacio y le grito: —¡¡Déjala, maldito!! Centra toda su atención en mí, sus ojos azules son como dos témpanos de hielo, me traspasan y por un segundo mi corazón se paraliza. Sale de ella y camina hasta la jaula, me arrastro alejándome lo más que puedo. Tiene el torso desnudo y lleno de tatuajes, su pene sale erecto por el cierre abierto de su pantalón. —Despertaste, putita —me habla divertido por mi arrebato de valentía —, no sabes lo que me gustaría enterrar mi polla caliente en tu coño, pero después de confirmar que eres virgen, puedo ganar muchísimo más contigo y el dinero es más importante que la diversión. Mi corazón se acelera. —Mi padre es del FBI y me encontrará, los hará pagar —miento—. Ya debe estar buscándome. Suelta una carcajada. —Lo que no me hizo el gulag, no me lo hará un poli. —Saca de su bolsillo las llaves y abre el candado de mi puerta, entra y nos encierra, me alejo, aunque él ocupa el espacio y al minuto se encuentra sobre mí—. No puedo desvirgarte, pero sí puedo romperte el culo. —No, por favor… Sonríe diabólicamente y comprendo que lo hará, que nada de lo que haga podrá salvarme. Grito cuando me lanza un puñetazo, me da vuelta y me sube la falda, sus brazos me inmovilizan. Se entierra en mí rompiéndome, siento un dolor inexplicable, parece una maldita pesadilla, muy en el fondo me doy cuenta de que no lo es, que esto es real. Lloro, grito y le imploro que se detenga, pero parece que eso solo alienta más, me golpea, me muerde mientras me penetra con fuerza. En un

momento giro mi rostro y puedo ver a la otra chica, yace acostada en el suelo como si estuviera muerta, como si le hubieran robado el alma. ¿Ese será mi destino? Este hombre me sodomiza, me obliga a tener su miembro en la boca, me golpea y de repente nos tambaleamos, es como si estuviéramos en un avión. Despierto de mi distracción momentánea cuando el asqueroso se derrama dentro de mí. —Bienvenida a tu infierno… Sus palabras me golpean, me da un puñetazo que me deja tirada en suelo, el dolor es tan grande que no tengo fuerzas para llorar. Me dejo llevar por esa sensación de paz hasta cerrar mis ojos.

Capítulo 2 MARENA CALABRESE Escucho los disparos a mi alrededor, los sacerdotes tratan de ocultarme, pero sé que ese hombre vendrá por mí y que nada será lo mismo. Lloro en silencio, lo último que vi al salir de capilla fue cómo mi padre era apuñalado por uno de esos tipos, por primera vez en mucho tiempo mi mundo se tambaleó. Mi padre había sido asesinado. Pienso en Maurizio y en sus deseos de protegerme, pero al mismo tiempo todo lo que hizo fue lanzarme directo a esto. A una maldita venganza que me persigue, estoy marcada desde que nací. Nunca estaré segura, porque soy la hija del Il Capobastone de la ‘Ndrangheta, si yo vivo, puedo clamar la compensación por la muerte de mi padre y sé que él está muerto, esto es una vendetta. Sor María me abraza al mismo tiempo que todo el caos y pandemónium se acerca a nosotros, la puerta se abre y dos hombres rubios de ojos como el hielo entran armados hasta los dientes. Mi corazón se detiene, pero soy una Calabrese y no le tengo miedo a mi suerte, desde hace mucho tiempo acepté que mi padre era un criminal y que algún día tendría que pagar por todos sus pecados. Ellos me quieren a mí y si me entrego podré salvar vidas inocentes. —¡Está aquí! —grita uno de ellos en inglés. —Marena —me llama Sor María y me arrodillo frente a ella. —Te voy a salvar, esta es la única manera de hacerlo —afirmo mientras ella niega, sonrío para que se dé cuenta de que no tengo miedo—. Estaré bien, prometo que estaré bien. —Y aquí está la princesa de la ‘Ndrangheta, pero podemos decir que eres la reina de la mafia —se burla. Respiro hondo y me levanto, cuando me giro estoy frente a frente de nuevo con Valerio Caputo, no puedo creer que es la segunda vez que lo veo en persona. Aquella vez que burló todo mi círculo de seguridad pensé que solo quería asustarme, sin embargo, ahora me doy cuenta de que en realidad

me estaba demostrando que podía hacerlo. Me levanto segura y lo observo como la basura que es. —Yo no soy Gianna —aseguro. Sonríe. —No, no lo eres y yo no soy Mario. —Dibuja una sonrisa tan maquiavélica que me hace estremecerme—. Espero que seas inteligente y vengas por las buenas, porque por las malas... —Alza su arma y apunta a Sor María. Ella es lo más parecido a una madre y lo que hago es dar un paso firme en su dirección, solo que no me percato cuando se levanta y pasa justo a mi lado. —¡Nunca te la llevarás! —le grita y antes de que pueda hacer nada, Valerio le dispara. —¡¡No!! —grito. Todo sucede tan deprisa que al arrodillarme veo el candelabro que está en su mano, ella se queda mirándome, sonríe y trata de levantar su mano para acariciarme. —¿Por qué lo hiciste? —sollozo mientras atrapo su mano. —Eres más que ellos, siempre lo serás. —Sonríe—. Dios te bendiga, Marena… Alguien me toma por la cintura y grito desesperada, me arrancan de su lado y lo último que veo antes de salir de la habitación es cómo uno de los hombres se acerca a rematarla con su pistola. Golpeo a Valerio, pero sé que nada de lo que haga podrá devolverme a las dos personas más importantes de mi vida. Trato de calmarme, cuando por fin me sube al todoterreno he aceptado mi destino. Me observa con una sonrisa y trata de acariciarme el rostro, sin embargo, lo quito antes de que pueda tocarme. —Prometo que pronto lo entenderás todo —garantiza sacando una jeringa. —No me drogues —le ruego imaginado que puede violarme así. —Mírame, no te haré daño, pero necesito que no puedas reconocer nada, no puedes saber a hacia dónde nos dirigimos. Niego, pero él es más rápido y solo siento un pinchazo en el cuello. Mis ojos se cierran y mi último pensamiento es un moreno de ojos verdes que aseguraba amarme. Maurizio… *****

Despierto en una habitación que no reconozco, todo está decorado en tonos rosados y lo detesto. La verdad me golpea y suelto un sollozo, desesperada me reviso y todavía llevo los hábitos, algo que me calma, porque no me hizo nada. Trato de observar alguna vía de escape, visualizo la ventana y me levanto de la cama, corro hasta ella y al asomarme solo puedo ver que estamos en París y estoy tan alto que saltar sería una muerte segura. ¿Suicidarme? ¿Dios me perdonaría? Observo la Torre Eiffel, todavía no hemos salido del territorio francés, por dentro rezo para que Maurizio cumpla su promesa de cuidarme, que me busque, así tenga que volver al convento de nuevo. Respiro hondo, nunca debí hacerle caso, debí quedarme con ellos y seguro mi padre y Sor María estarían con vida. Me siento en el sillón, no soy Gianna, no puede sucederme lo mismo que a ella, no lo permitiré. No puedo estar tranquila y reviso toda la habitación tratando de encontrar algo para defenderme, al entrar al vestidor me atrae un retrato de una mujer. Me acerco y lo detallo, me quedo sin respiración al darme cuenta de que me parezco muchísimo a ella, tenemos el mismo color de ojos. «¿Quién eres?», pregunto en mi mente, pero los cuadros no hablan y tampoco creo que lo descubra. —Estás aquí… La voz de Valerio Caputo me hiela la sangre, me doy vuelta y él me sonríe de una manera extraña. Esto es una vendetta y temo lo peor. —Asesinaste a mi padre y a Sor María. —Mi voz está cargada de rabia y dolor—. No soy Gianna, buscaré la forma de escapar. Suelta una carcajada. —No te voy a violar, tampoco te haré daño, nunca le haría daño a mi propia hermana. Frunzo el ceño, sabía que era un psicópata, pero esto no lo entiendo. ¿Hermana? —No soy tu hermana —niego, ¿cómo voy a ser su hermana? No tengo hermanos y exteriorizo mis pensamientos—: Estás loco. —Me río de esto —. No tengo hermanos. Se acerca y me toma por los hombros, me gira y señala el cuadro. Hay algo en mi corazón, me lleno de miedo.

—Ella es Giulia Caputo, nuestra madre y me costó mucho darme cuenta de que nunca estuviste muerta, solo secuestrada por el maldito de Enzo Calabrese. Me tenso y niego cabeceando, me zafo de su agarre y me quedo mirando el retrato. No, sé que miente, sé que lo hace para manipularme, mi padre nunca haría algo así, me amaba, mi padre me amaba. —Mientes —sollozo—. No puedo ser hermana de un hombre como tú… Se ríe burlándose de mí. —¿Pero sí eres hija de Enzo Calabrese? —inquiere divertido—. Te voy a contar una historia, una que me descubrí hace poco, lamentablemente somos hermanos y para mi tristeza, nuestro vínculo es mayor de lo que creía. —Nunca voy a creerte. —Lo sé, por eso vamos a hacer un examen de ADN, terminarás por convencerte de la verdad, y sí, soy un maldito porque asesiné a nuestro padre, pero te protegió a ti y no a mí. Me siento ahogada y salgo del vestidor, escucho sus pasos siguiéndome. Cuando por fin logro sentarme en el sillón, pienso que voy a desmayarme. —Te busqué por años, Anabella —confiesa y me acaricia la mejilla. Me separo y puedo ver en sus ojos el dolor del rechazo. Se levanta metiendo las manos en sus bolsillos. —Te dejaré descansar, mañana vendrán a tomarnos las muestras y después con el resultado en la mano, te contaré nuestra historia. —Sonríe —. Lo supe aquella vez que te vi, supe que eras mi hermana. —Estás loco… —Tienes razón, probablemente lo estoy, pero por primera vez en muchos años, sé que tengo razón. ***** Llevo dos días encerrada en la habitación, no me deja salir, me distraigo mirando las luces de la Torre Eiffel por las noches. Estoy segura de que afuera están buscándome, mi tío Nico no me dejaría nunca, ahora él es nuevo Capobastone, se lo debe a mi padre, no puede dejarme en manos de este desquiciado. No entiendo esta locura de afirmar que somos hermanos, no conocí a mi madre, ella murió cuando nací y el dolor volvió loco a mi padre, por eso sacó todas sus fotos. Voy al vestidor y me siento frente al cuadro, no puedo creer que viví una mentira, mi padre no pudo hacerme esto. Si soy

realmente hija de esta mujer… no, no, no, eso imposible, soy Marena Calabrese, estoy segura de que Valerio solo quiere jugar con mi mente y confundirme. Él desea vengarse de Maurizio y por eso me ha secuestrado, «Cristo Santo, ¡qué Maurizio me encuentre!», solo necesito que me rescate como lo haría cualquier héroe literario. Sé que mi príncipe encantado es un cobarde, solo pido me rescate de las garras de este loco y prometo alejarme. Escucho la puerta y los pasos que se ahogan cuando llegan a la alfombra de aquí, sé que es él y no tengo que girarme. Ninguno de sus hombres entra, solo una mujer que es la que me deja la comida. —Sabía que estarías aquí… Valerio se sienta a mi lado y me tenso, tiene una rosa en la mano, la coloca en mi pierna, pero no hago el menor intento de cogerla. —Mi madre se casó con Mariano Caputo cuando tenía tu edad, me tuvo a mí y por unos años estuvo sin tener más hijos, al parecer Mariano hizo negocios con Enzo, fue cuando ellos se conocieron. —Me quedo mirando los ojos de Giulia y en el fondo sé que es cierto—. Enzo y mi madre se enamoraron, pasaron algunos meses y quedó embarazada de mí, mi padre nunca me quiso, creo que en el fondo siempre lo supo, que no era suyo. El dolor de su voz me rompe el alma, sin embargo, es un maldito que ha tratado de destruir a mi familia. —¿Qué edad tienes? —pregunto, no viene al caso, pero necesito comprender esto. —Soy mucho mayor que tú, bueno te doblo la edad, tengo treinta y seis, pero la calle y todo lo que he hecho me ha envejecido. —No creo que seamos hermanos… —Dieciocho años después naciste tú, solo que mi padre amenazó a mi madre y Donato Tocci se aprovechó de todo para asesinarlo. Le entregó en bandeja de plata la ubicación exacta de mi padre y mi hermano a Vito Lombardo, todo ocurrió tan rápido que cuando Donato llegó a casa para esconderme, pensé que las protegería a mi madre y a ti. —Me tenso—. Era el siguiente, total, todos creían que era un Caputo y no un Calabrese. — Cierro los ojos—. A pesar de crecer dentro de la organización, pensé que Tocci era fiel, que las iba proteger y cuando entré a la casa por ustedes, se rumoreaba que Enzo las había asesinado, nunca encontramos tu cuerpo, por eso mantuve la esperanza de que había algo bueno en él y te salvó. —Mientes —musito con rabia.

—Quisiera mentir, pero el resultado no miente y confirmará que somos hermanos, enterarme fue un golpe y, sí, asesiné a nuestro padre y lo haría mil veces, porque no me protegió, porque solo pensó en ti, ahora te cuidaré y lo primero que debes hacer es olvidar a los Lombardo, ellos son los culpables de la muerte de nuestra madre. Suelto un sollozo. —Anabella… —Trata de abrazarme, sin embargo me levanto. —Me llamo Marena, Marena Calabrese y nunca voy a aceptar que seas mi hermano, estás loco, no te tengo miedo, pero tampoco voy a quererte. Se levanta negando mientras se aleja, puedo ver la furia en sus ojos. Se devuelve sobre sus pasos para darme una bofetada. —Te puedo llamar Marena, pero eres mi hermana y vas a tener que aceptarlo. —Eso lo veremos… Sale de la habitación y aprieto mis puños, nunca he sentido tanta desesperación. Corro a la ventana y estudio la posibilidad de suicidarme antes de que él lo haga.

Capítulo 3 VALERIO CAPUTO Salgo de la habitación y me encuentro con Juanito, al verlo sonrío. Él ha sido mi hombre de confianza y mi perra cuando lo deseo. Soy un maldito enfermo, lo sé. Disfruto de follar cadáveres, violar niñas y es que enterrarme en un coño prieto es una sensación inigualable, me encantan los hombres, disfruto de hacer lo mismo que me hicieron a mí desde que tengo cuatro años. Amaba a mi padre, creía que él me violaba porque me amaba, pero comprendí que es poder, que someter a alguien más débil que tú, te da satisfacción y mientras más lo pruebas, más quieres, porque es una maldita droga adictiva que te va envolviendo hasta que no puedes más y al lograrlo solo necesitas más y más, solo ese placer te liberará de los demonios. —Víktor está aquí —me informa. Asiento y me le acerco, se tensa porque sabe muy bien por dónde voy, además tengo a su familia, su hermana vive en paz gracias a mí, nunca ha sido tocada porque la protejo, porque pago cada uno de sus estudios, si él llegara a pasar la línea de la sumisión conmigo, bastaría una sola orden y sería su muerte. Pongo su mano en mi polla y le indico: —Tengo ganas de enterrarme en alguien, ya que no puedo hacerlo en mi hermana. —Chasqueo la lengua contra el paladar y muevo su mano sobre mi polla—. Víktor puede esperar, te quiero de rodillas. —Estamos en el pasillo —me recuerda y sonrío sacando mi móvil. Me importa una mierda que estemos en la misma Plaza de San Pedro, cuando doy una orden debe cumplirla. —¿Cómo está Rosa? Le doy un beso y se resiste, me gustan los hombres. Me encanta someter a los hombres, lo encuentro divertido, nada más erótico que el hecho de que un hombre llore mientras te estás enterrando en él y apuntas su sien con una nueve milímetros, arrebatándole su hombría. Me separo y puedo ver en sus ojos todo el odio que me tiene, pero es fiel a mí por amor a su hermana. —Vamos un momento a mi habitación…

Me sigue obedeciendo mis órdenes y me desnudo, hace lo mismo y mi polla salta. Compartimos la misma altura, pero en contextura es muchísimo más grande, me encanta poder enterrarme en su culo, sentir que se resiste a mí y doblegarlo. Juanito es mi placer culposo. —Ponte de rodillas, querido. Abre los ojos. —Nos esperan —me asegura asustado. —No me interesa —contesto—. Chúpame la polla, sé que te gusta. Su nuez de Adán sube y baja, su cuerpo se estremece por mi orden y eso me excita. Tomo mi polla y se la muestro junto con mi arma, hace lo que le ordeno. Se arrodilla ante mí. Pongo la pistola en su sien y comienza a chuparme. Las lágrimas corren por su rostro, yo tengo el poder y debe someterse ante él. Jalo su cabello y lo obligo a mirarme, sus ojos castaños solo me devuelven oscuridad, si mis gustos sexuales no me trajeran problemas en la organización, disfrutaría de someter a más de un pali. —Vamos. —Entierro mi erección su garganta y él tose rechazándome—. Sería más fácil si lo disfrutaras, pero mejor no, me gusta violarte. Salgo de su boca y él me observa con rabia, le doy un cachazo el rostro y se tambalea ante mí. De su frente comienza a emanar sangre, le doy un puñetazo en el estómago que le saca el aire. —A veces olvidas cuál es tu maldito lugar, pero siempre estoy para recordártelo. —Pego el arma en su pecho donde tiene una hermosa rosa tatuada—. ¿Te imaginas que llegue a Rosita?, ¿que la disfrute y que le haga lo mismo que te hago a ti? —¡Te odio! —chilla. —Me encanta cuando me dices esas cosas —contesto mientras me acaricio la polla—. Ponte en cuatro patas. Juanito se resiste, pero lo apunto con el arma y lo golpeo con ella. Hace lo que le ordeno. Descubro su culo y le doy una nalgada, pongo mi arma en su entrada. —La próxima vez que se te ocurra ordenarme algo, después de violarte voy a dispararte por el culo. —Se tensa—. No tienes derecho a exigir nada. —Quito mi arma y me entierro en él, chilla porque no he usado lubricante —. Te voy a dar lo que tanto te gusta y esta vez espero que te corras, porque si no lo haces te vas a arrepentir, sácate la polla. Obedece mientras arremeto contra él, pero no logra alcanzar la erección. Me olvido del mundo y lo follo con fuerza, le halo el cabello y lo someto.

Cuando llora mientras lo hago, siento la satisfacción de poseerlo, porque un hombre de treinta y siete años es sometido, cualquier mujer quedaría hechizada por él, pero no me importa, porque yo lo estoy domando. Me entierro con fuerza en su culo hasta correrme, cuando me doy cuenta de que no se ha corrido, lo golpeo hasta que queda inconsciente en el piso. Me tomo una copa de vino, y cuando despierta, lo follo de nuevo y paso la noche con mi perra, porque desde que lo tengo me sirve para protegerme y para darme placer. Juanito para mí es más de lo que él mismo se puede imaginar. ***** Anabella se asusta al verme al entrar y sonrío, me acompaña Juanito y un doctor. Mi hombre le trae una bandeja llena de comida, se queda en la puerta mientras le doy vuelta a lo que pasa por mi mente, pero mi hermana me excita de una manera que no puedo explicar, desde nuestro primer encuentro la deseo y la quiero para mí, enterarme de que era mi hermana fue un golpe, porque sé que no puedo tocarla. De todos los vestidos hermosos que le he comprado y todo lo que hay en su vestidor, siempre elije andar en vaqueros y suéteres, lo que oculta su belleza y me molesta tanto. Realmente me fastidia que esconda lo hermosa que es. —Este es el doctor, tomará las muestras —le informo. Sus ojos verdes me eclipsan, sin embargo, puedo notar el desprecio, no me importa, porque contemplarla es ver de nuevo a mi madre, entiendo que ella se convirtiera en una especie de Helena de Troya, porque Mariano y Enzo se enamoraron de una mujer llena de clase, mi madre era cantante de ópera, era la diva en la compañía del Teatro de Ópera de Roma. —No pienso caer en tu juego. Pongo los ojos en blanco y en dos zancadas me acerco para golpearla, pero alguien me detiene y cuando veo que es Juanito, sonrío pues parece que necesita otro escarmiento. —Vas a hacer la maldita prueba y a aceptar el maldito resultado, así tenga que molerte a golpes —la amenazo. Suelta una carcajada. —¿No se supone que no me harías daño? —inquiere rechinando sus dientes—. Anoche me diste una bofetada y hoy… —Niega—. Eres un maldito enfermo.

Ahora el que se ríe soy yo, acercándome tan rápido que nadie puede reaccionar. La tomo por el cuello y la levanto, ella trata de quitar mis manos, pero aprieto aún más. Cómo me gustaría tenerla así mientras la penetro. —Sí, lo soy —asevero y la ahogo—. Si no fueses mi hermana, estarías deseando nunca haber nacido, porque esto mismo te lo estaría haciendo mientras te follo. La suelto y cae en el piso, busca todo el aire que han perdido sus pulmones. El doctor se acerca, saca el hisopado para tomar la muestra de su mucosa y sale, sabe que es mejor que calle todo lo que ha visto o lo asesinaré. —Eres un maldito monstruo —solloza ahogada. —Soy tu maldito hermano y tienes que entenderlo, porque si no lo haces ahora, te va a pesar. Salgo junto a Juanito para ver a Víktor y murmuro: —Esta noche, tú y yo volveremos arreglar nuestros asuntos. Entramos a la sala y encuentro a mi socio de Bratvá sentado junto a dos de sus más cercanos hombres. Cada país que tiene una célula de esta organización le rinde honores a su Pakham[1]. Uno de esos hombres es Vyacheslav Ivankov, su brigadier[2] en Francia y boyevisk [3]—un guerrero —, me imagino que intenta intimidarme. —Querido Valerio, estoy un poco decepcionado, porque anoche me hiciste esperar por ti —me reprocha. —Los encuentros familiares son muy complicados, ni te imaginas lo desgastante que es tener a una perra histérica como hermana. Víktor Rostavili desprecia a las mujeres, tanto que su red de trata de blanca es lo que lo mantiene en el poder. Ni las armas o drogas dan tanto dinero como vender niños y mujeres. Todo lo que ha vivido a lo largo de su paso por el gulag lo ha despojado de su alma. —Ya lo veo… —murmura—, pero entendía que los italianos ponían primero a los negocios y después a la familia. Esbozo una sonrisa falsa en mi rostro. —Claro, claro —aseguro mintiendo—. Cuéntame, no entiendo la presencia de un boyesvik aquí, pues sabes que nunca intentaría nada en tu contra. Ivankov sonríe mostrándome sus dientes que pertenecen a los hombres que ha asesinado y eran más poderosos que él, pero se queda en segundo

plano respetando su lugar. —Todos tenemos negocios y, como dicen ustedes, vendettas. —Hace un gesto con su mano—. Tengo una petición ahora que estás cerca de joder un poco más a Lombardo, necesito que, si llegas a atraparlo y está junto a Matteo Spadaro, lo traigas ante mí o cualquiera de mis hombres. Matteo Spadaro. —Vendetta es mi palabra favorita y, amigo, no tienes que pedirme nada… —Entonces no te molestará alojar a un amigo nuestro, se llama Franco Scordato y su mujer, puedes ponerlo en el sótano, no tiene que ser un invitado de honor. Asiento. —Dalo por hecho —acepto y me levanto. Víktor se acomoda en el sofá, algo que me hace hervir la sangre, ya no es bienvenido, tiene que irse y de preferencia lo más pronto posible. —Pensé en ti hace unos días cuando llegó mercancía nueva y te traje un regalo, cuando lo veas vas a quedar encantado. —¿Una perra virgen? —pregunto lleno de curiosidad. —Su coño es virgen, aunque su culo no, pero te prometo que vas encontrar placentero hacerlo, tiene un aire a tu hermanita que con gusto le harías muchas cosas. Aprieto mi puño y me contengo. —Estaré encantado de recibir tu regalo —le aseguro—, pero mi hermana es intocable. Suelta una carcajada. —Esta faceta familiar tuya es peculiar —se burla—, todas las mujeres son unas malditas y te lo dice alguien que fue engañado por una. Se levanta y me ofrece su mano llena de tatuajes, la tomo. Hasta ahora es mi aliado, pero no me gusta deberle nada a nadie y algo me indica que este pequeño favor me lo van a cobrar lo bastante caro en un momento u otro. Salimos de la casa, para ocuparme de los asuntos de la Camorra, desde que me dieron el golpe en Nápoles y asesinaron a Mario, la organización se me ha volteado, pero llegado el momento iré a demostrarles que sigo siendo el jefe. Mientras, pienso en ir a Foggia, un contacto me ha escrito para joder un rato a Salvatore Luciano. Los Lombardo se creen que son los reyes de Italia, pero lo que aquí hay es un dictador y ser hijo de Enzo Calabrese, il capobastone de la

‘Ndrangheta, me da la oportunidad de hacerme con el poder, tener todo lo que siempre he deseado y destruir a mis enemigos, cuando todo esto se haga realidad, Italia será el país del pecado, me importará una mierda si aquí está el Vaticano. Paso por la habitación de mi hermana y la escucho rezar, me burlo, Dios no existe, hasta los religiosos caen ante la tentación del crimen y nos entregan su alma, puedo ser el diablo, pero no voy a descansar hasta lograr que ella me quiera, que entienda que somos familia, y cuando lo consiga, me vengaré de Enzo por abandonarme, haré de mi santa hermana una perra despiadada, una camorrista con deseos de asesinar. Así, cuando descubra con sus propios ojos que la he corrompido, habré ganado mi guerra.

Capítulo 4 MAURIZIO LOMBARDO Matteo llega a la habitación y me entrega un sobre, estamos en París debido a lo último que nos comunicó el informante. Al parecer Valerio está aquí y tiene a Marena. Enzo está en un hospital recuperándose del ataque que sufrió en el maldito convento. Cuando al fin pudo hablar y me contó toda la verdad, quise asesinarlo con mis propias manos y Salvatore tuvo que intervenir para evitarlo. Lo peor que pudo ocurrírsele fue ocultarme que Marena es hermana de nuestro enemigo y el haberme usado para protegerla. Supuso que al yo saber que no era para mí, eso evitaría que me enamorara de ella, pero lo hice y muchas veces pienso que todo esto es mi culpa, fui yo quien la dejó ir pensando que así podría protegerla. —Tenemos a uno —me informa mi socio. Exhalo cansado y asiento. Abro el sobre y me encuentro con la letra de mi hermano, eso me da un poco de calma. Maurizio: Recuerda que eres un Lombardo y que tienes mi apoyo, no me importa si ella es hermana de ese maldito, necesito que tengas la cabeza fría, no actúes por impulso, muchas veces tenemos que calmarnos para ver aquello que se no escapa delante de nuestras narices. Giovanna está preocupada, la quiere de vuelta y a ti también, nunca te le he dicho, pero eres una de las personas más importante de mi vida. La organización te apoyará en todo, aunque debo reconocer que reorganizarla me está costando sin Matteo y sin ti. Todo es un maldito infierno. Mantenme al tanto, no llames, pues creo que todavía hay gente fiel a quienes nos traicionaron. Alessandro.

Me levanto y saco el encendedor, prendo fuego a la carta y la lanzo a la papelera. Me quedo hasta que el papel es consumido por las llamas. Matteo asiente con su cabeza cuando paso por su lado, aquí es un poco más difícil llevar nuestros asuntos, pero tratamos de hacerlo sin despertar sospechas. Salimos del hotel, subimos al automóvil y me siento seguro de poder hablar. Matteo Spadaro es il consiglieri de mi hermano, claramente tengo muchas cosas personales que analizar antes si quiera de pensar en la organización, pero creo que él debería volver a Italia. —Debes volver a casa —murmuro. —¿Tan pronto me despachas? —se burla mientras mantiene su mirada al frente. —Alessandro necesita a su consiglieri, y considero que solo con la ayuda de Salvatore podré encontrarla. —Te recuerdo que Salvatore tiene asuntos que atender en Foggia, y apenas llevamos una semana buscándola, solo que el maldito de Valerio es un escurridizo —me recuerda algo que sé perfectamente, mi sufrimiento de cada noche por no encontrarla. Ojalá Marena pudiera escuchar todo lo que siento, mostrarle todo lo que soy y darle la vida que se merece. Aprieto mis puños ante la desesperación que me embarga—. De todas maneras, tengo asuntos que atender aquí —asegura. —No necesito de un niñero. Suelta una carcajada. —No voy a dejarte toda la diversión a ti, además, Valerio tiene conexiones con la Bratvá y tengo asuntos pendientes con ellos. Niego con mi cabeza. —Todavía no puedo creer que mi padre me ocultara la verdad, sabía que me interesaba Marena y nunca nos dijo a lo que nos enfrentábamos. —Mi padre tampoco me informaba todo, pero no creo que tu amor por el tuyo cambie. —Sus nudillos se vuelven blancos apretando el volante. Después de unos minutos afloja su agarre al proseguir—: Y si Valerio se la llevó porque sabe que son hermanos, tenemos la esperanza de que no le haga daño. Cierro los ojos ante ese comentario, ruego todos los días para que eso sea cierto. Giovanna perdió parte de su brillo desde que Mario se la llevó. Sé que fui un iluso al creer que dejar ir a Marena era una buena solución, que así la protegería y preferí herirla, al final fui maldito cobarde y todo lo que le contaron de mí resultó cierto: que soy un maldito. Han transcurrido nueve

meses desde que la dejé ir y desde mismo día he estado haciendo lo que mejor sé, asesinar y con eso reorganizar todo lo que Valerio trató de destruir y ahora me dio el golpe maestro llevándose a Marena, sé que sabe que soy capaz de morir por ella. Estoy roto, liberarla de mí fue lo más duro que tuve que hacer en mi vida. Después de saber que ella me amaba y me entregó todo su ser, que podíamos ser felices; aceptar que lo nuestro no tenía una oportunidad le hizo mucho daño. Al llegar bajamos, nuestros hombres tienen todo preparado y al entrar me doy cuenta de que alguien colocó la canción de Barney, sonrío al notar cómo mi fama me precede, me conocen… y, bueno, si voy a hacer esto, lo haré con estilo y me divertiré. El individuo se encuentra sentado a mitad del lugar, se escucha solo su respiración acelerada y deseo más. Lleva cinco horas con una bolsa negra en su cabeza para asfixiarlo, los ojos vendados, también de fondo musical a mi amado Barney, sé que sabe que estoy aquí, es como si realmente percibiera mi presencia, pues a cada paso que doy su respiración va en aumento y trata de moverse, pero la que estamos usando es una maldita silla de interrogatorio de la época medieval, así que no saldrá de ella. Vamos, me gusta esto, sé que pierdo parte de mi alma cada día un poco más, sin embargo, nada de eso me importa si él me confiesa en dónde está Marena. Señalo a uno de mis numerales y él sabe lo que tiene que hacer, cambia la canción a Fear of the dark de Iron Maiden, solo que antes deseo que escuche mis pasos, que confirme que estoy aquí y mis pisadas marquen el ritmo de los segundos que le quedan de vida, que se cague encima, porque igual va a morir. El hombre grita que no lo soporta más y cuando le quitan la venda de los ojos, tengo un garrote lleno de clavos que encontramos un antiguo lugar en donde torturaban a las personas en la época medieval, lo golpeo fuerte con él y el dolor hace llorar, lo tiro en el piso satisfecho de comenzar con la diversión. —Sé que no me tienes miedo, lo demuestras —expreso—, pero es momento de que lo tengas, porque eres tú quien tiene el culo encima de miles de clavos. —No te diré nada —me asegura—. Puedes matarme, pero nunca vas a saberlo. Me burlo soltando una carcajada y pongo mi pistola en su boca, me quedo observándolo y él se orina.

—Aseguras que no me tienes miedo, pues deberías temerme, porque soy el maldito diablo y voy a matarte. —Acciono y no sucede nada—. Solo hay un disparo, tengo muchas ganas de jugar y espero que me dejes. —Puedes torturarme y no te diré nada, ¡soy fiel a Valerio! —me grita. Chasqueo la lengua contra mi paladar, pongo el arma en la pernera de mi pantalón y voy en busca de un bate. Los demás son meros espectadores de mi acto, nadie me acerca las cosas, saben que su presencia en mi espacio ensuciaría mi bello espectáculo. —Los italianos amamos el fútbol, ¿sabes? El Calcio Italiano, sin embargo, si no fuera un asesino, tal vez hubiese sido beisbolista. —Lo golpeo y el hombre grita—. ¿Dónde la tienen? —¡No te diré nada! Se mantiene en sus trece mientras que comienzo a impacientarme. Le golpeo las piernas tan duro que le rompo una de ellas y llora como un niño. —A ver, sé que eres fiel a Valerio, pero te podría dar más y solo tienes que decirme en dónde están, solo quiero saber dónde la tienen. Se ríe burlándose. —Los hermanitos Lombardo creen que todos estamos para besarles los pies, pero qué equivocados están, él tiene derecho a estar con ella y es la manera de vengarse, ustedes hacen temblar Nápoles, pero tres veces hemos hecho temblar su mundo. Y todo se vuelve rojo, no puedo ver más que sangre. Dejando el bate de lado, voy hasta la mesa y tomo el hacha, lo golpeo hasta que no escucho que gime. Lo asesino, al terminar suelto la herramienta y encuentro mi mirada con la de Matteo, sabe que estoy perdiendo la razón. Aunque es imposible, intento limpiarme con las manos la sangre que manchó mi rostro, pero al acercarla a mis ojos solo puedo admirarla y olfatearla. Sé la imagen que doy, un hombre bañado en sangre admirando su obra, vibrando con el espeso líquido que hay alrededor, disfrutando la masacre de un cuerpo que creyó que se podía burlar de los Lombardo. —Enzo desea verte. Asiento y me voy directo al auto, sabe lo que sigue, tiene que manejar para poder cambiarme y llevar a cabo lo que tengo que hacer. Necesito informarme de todo lo que me lleve a Valerio Caputo y rescatar a Marena. —Maurizio —me llama Matteo. —Lo sé, pero no soporto la idea que ella esté con él, porque nada me garantiza que no le hará nada, ¡todo esto es una maldita mentira! Todo en

nuestras vidas es una maldita guerra tras otra, no me importa ya matar a cualquiera que se atraviese en mi camino. —Tienes que pensar en frío… —Lo sé. Es algo que Alessandro, y ahora tú, me recuerdan, pero me parece inconcebible que Valerio tenga hombres fieles, todavía me cuesta creerlo. Matteo se ríe. —Cualquiera de nuestros hombres moriría por nosotros, pero creo que eso todavía no lo entiendes. —Después de Angelo, me cuesta confiar en alguien —confieso—, era mi amigo y me traicionó, ayudó a Valerio, llevó a mi padre a la muerte y le entregó a Marena, porque estoy seguro de que esto es parte de su traición. —No debiste dejarla ir… Murmura y sube volumen a la canción que suena, Master of Puppets de Metallica me calma un poco, pero no puedo dejar de pensar en Marena, en la decepción que había en su ojos y voz, cómo en pocas palabras me llamó cobarde, porque lo fui, pensé que liberándola podría protegerla. Ella no merece estar en este mundo, pero nació en medio de la traición, fue fruto de una de las faltas más graves en nuestro mundo, uno de los más sorprendentes engaños que nunca imaginé descubrir. Ahora todo explotó en nuestras caras y no puedo hacer nada. Marena no está y yo soy el maldito culpable. ***** —Necesito encontrarla —murmuro. —Lo sé —contesta Matteo. La mesera deja las tazas con el café, tomo la mía y escucho a mi compañero musitar impresionado. —Violleta. —Oui? —Lo siento, me equivoqué… Me quedo observándolo y niego, todos sabemos lo que sucedió con la mujer que amó, por eso necesito rescatar a Marena, no puedo estar viéndola en el rostro de cada mujer que encuentre en la calle. Se levanta persiguiendo a la chica y me deja solo, observo todo a mi alrededor, cualquier persona que nos observara pensaría que somos turistas, dos hombres de negocios y no que somos unos criminales.

No me arrepiento de nada en mi vida, crecí en este ambiente y estoy orgulloso de lo que soy, por eso quise a Marena para mí, porque ella podría ser mi igual, no le tiene miedo a nada. Espero que, por su bien, sea tan valiente como lo fue Giovanna. Enzo llega caminando y de cerca lo siguen varios hombres, toma asiento en una de las sillas. —¿Tienes noticias? —inquiere sin rodeos. —Asesiné a uno de los hombres de Valerio, pero ahora no tengo nada — contesto. Matteo regresa y se sienta. —Parece que viste un fantasma —le comenta Enzo. —Lo hice —contesta. —Al parecer todos aquí tenemos secretos —se burla Calabrese y yo pongo los ojos en blanco. —¿Qué sabes de tu hija? —le pregunta Matteo. —El maldito de Valerio va borrando sus pasos a medida que se mueve, parece que encontrar a mi hija será imposible. —Alessandro ha movido a todos, sabemos que está aquí, pero no sabemos en dónde —agrega Spadaro. —Pensé que el convento sería más seguro, pensé que podría ser más fácil así. —Todos asumimos lo mismo —aseguro—. Tengo a mis hombres rastreando todos los barrios de París. —Debo encontrarla, tengo que explicarle tantas cosas a mi hija… Necesito encontrarla para decirle que la amo, que nunca la volveré a abandonar, aunque si ella me lo pide la dejaré partir y entregarse a Dios, pero antes necesito rescatarla. La mesera sale de nuevo, discretamente le entrega un papel a Matteo, este lo lee y luego lo arruga. —Matteo —lo llamo. —Esta noche voy a volar a Moscú —me informa—. Necesito atender unos asuntos… —¿Y mi hija? —inquiere Enzo. —Te aseguro que las conexiones de Valerio con Bratvá me ayudarán a saber en dónde están, en este momento estamos jugando al gato y al ratón, por ahora él está ganando y me parece que no es lo que deseamos — contesta. —Haz lo que tengas que hacer —le pido a Maurizio.

Cuando se levanta lo tomo por la muñeca, sé que mostrarme débil no es lo que debo hacer, pero necesito que lo entienda. —Matteo, sé que guardas un pasado lleno de dolor y todos supimos lo que sucedió con Violleta, si necesitas vengarla, sabes que puedes contar con nosotros, pero por ahora te pido que me ayudes a encontrar a Marena, yo necesito hallarla. Se sienta de nuevo y murmura bajo. —La chica es su hermana, tengo cosas que hacer y todo nos llevará a Marena, estoy con ustedes, les aseguro que tarde o temprano ella volverá. Se levanta de nuevo dejándome con Enzo, niego cerrando los ojos, nunca me imaginé pasar lo mismo que Alessandro con Giovanna. —Mi padre y tú debieron contarme la verdad —recrimino—. Me hubiese casado con ella con tal de protegerla. Enzo se ríe. —Me recuerdas tanto a mí cuando a conocí a Giulia, deseaba encerrarla en una pequeña jaula para que nunca se escapara, pero mira cómo terminó todo y ahora el maldito de Valerio la tiene, y yo estoy que me subo por las paredes por encontrar a mi hija. Me levanto, aquí no puedo hacer nada, aunque me encantaría asesinarlo. Nunca me permitió acercarme a ella, cuando en realidad tenía que cuidarla de peores cosas. —Si encuentro a Marena, quiero me dejes tenerla para mí y esta vez no estoy jugando, tu hija será mi mujer, si me acepta. —Si encuentras a Marena, yo mismo la entregaré, si antes no muero, claro está. Mi hija no tiene por qué vivir una pesadilla solo porque no supe proteger a su madre en su momento, ella es todo lo que tengo, siempre he confiado en ti para cuidarla, solo te pido que lo hagas de nuevo. Asiento y me voy, ahora que estoy solo tengo que cuidar mis pasos. Creo que ha llegado el momento de demostrar que soy un Lombardo y que Valerio está entrando al infierno.

Capítulo 5 MARENA Me enamoré de Maurizio sin darme cuenta de que lo hacía, la verdad siempre creí que mi vida era triste y vacía, desde que lo conocí algo extraño iba pasando en mí. Todo inició cuando comenzó a ir seguido a casa, lo encontraba leyendo y poco a poco nació una amistad, me enseñó un mundo que nunca pensé conocer, me enseñó el mundo del amor. Luché contra mis sentimientos creyendo que amarlo era un pecado, pero sin saberlo poco a poco entregué mi corazón, y sin marcha atrás me había enamorado de Maurizio Lombardo, il sottocapo de la Cosa Nostra y uno de los socios de mi padre. Cuando lo hirieron en el tiempo que estuve en Palermo, descubrí que sus labios podían encenderme, que sus caricias me hacían sentir y sus palabras eran capaces de calmar mi corazón. Me dejaba en la puerta de mi habitación una rosa blanca todas las mañanas junto a un libro que contenía una nota. No podía creer que un hombre que era capaz de matar a otro, poseyera una forma de pensar y hablar que podía eclipsarte. Cuando me besó por primera vez, entendí que estaba hecha para él y había nacido con una misión: amarlo sobre todas las cosas. La intensidad de mis sentimientos me abrumaba, pues al mismo tiempo estaba viviendo el mejor momento de mi vida y comprendí que sí era bueno amar, los dos nacimos en un mundo lleno de maldad, pero el amor podía salvarnos. Recordar los tiempos felices en los momentos de miseria, es el precio que tenemos que pagar los que vivimos en este mundo oscuro. Me siento frente a la ventana y me quedo mirando la luna, el espacio de cuadrados me deja ver la mitad de ella, su luz es lo único que baña mi habitación. He perdido todo y no sabía que era afortunada. Lo era por tener a un padre que me amaba a pesar de sus fallas, y por encontrar a un hombre que me amó a pesar de que no debía. Le hablo la luna y le cuento mi historia, le digo que sé que Maurizio está en algún lugar ahí afuera buscándome, que quiero estar de vuelta en sus brazos. Ahora que no tengo nada, solo me queda la esperanza de que podremos estar juntos.

Esta noche cuando la luna me ilumina, intento en mi mente llegar hasta él y revivo esa pequeña pero férrea ilusión de que estaremos juntos nuevamente. —Maurizio, ¿me oyes? —sollozo con el corazón roto y el ferviente deseo de estar otra vez entre sus brazos—. Ven por mí, rescátame. Y recuerdo la escena final de la ópera la Traviata y la muerte de Violetta en los brazos de su amado, me transporto a aquel momento en el que él y yo vivimos y nos atrevimos a romper la barrera, cuando tomó mi mano para acariciarla mientras Prendi, quest’è l’immagine se escuchaba en el teatro y me hizo saber que en los momentos difíciles su mano me guiaría. ***** Cada vez que despierto en estas paredes deseo morirme, lo que me hace enfermarme y vomitar todo lo que ingiero, que de por sí es muy poco, ya que si pudiera morir de hambre lo haría. No sé, pero a veces tengo la esperanza de que Maurizio será mi caballero de armadura radiante y vendrá a rescatarme. ¿Los villanos pueden ser buenos? Cierro los ojos y rememoro las rosas que me dejaba junto a los libros o su sonrisa cada vez que me veía. También recuerdo los momentos felices, porque tuve muchos junto a todas las personas a mi alrededor, aquellos a quienes amé. Suelto un sollozo al darme cuenta de que nunca más volveré a ver a mi padre, que no me volverá a abrazar, que me tengo olvidar de que él puede venir, que está muerto. La cerradura de la puerta suena abriéndose y yo cierro mis ojos automáticamente, porque pueden ser dos personas: el hombre que me alimenta o Valerio. —Hermanita… Su voz me estremece, pero los abro para que pueda ver todo el desprecio que poseo por él, que no es simplemente un juego, que lo odio con todo mi corazón. Ha sido el maldito causante de todo lo malo que me ha pasado en este último año. —No soy tu hermana —le contradigo entre dientes. Se burla de mí soltando una carcajada, y puedo ver en él, el rostro del mismo Satanás. Si la maldad existe, Valerio Caputo es la personificación de ella. Me enseña un sobre y lo tira sobre mi cama. —Lo que está ahí expone algo diferente —afirma divertido—. Eres mi hermana y he confirmado que compartimos al mismo padre.

Abro los ojos, pero me niego a creerle. —No voy a creer todo lo que dices, porque sé que lo haces para manipularme y no te creo. Se aproxima a la cama y me levanto dejándola de obstáculo entre los dos, sonríe cuando me pego a la pared y me abrazo a mí misma. —¿Me temes? —pregunta juguetón. —Te odio —confieso—. Te odio por lo que le hiciste a Gianna, te odio por asesinar a mi padre y a Sor María, te odio por tratar de manipularme y voy a odiarte siempre. —Exhalo cansada y me incorporo en un acto de valentía—. No eres un hombre de honor, eres un monstruo, un maldito psicópata que justifica todo lo que hace con la muerte de sus padres, pero no son los culpables, porque te apuesto que violabas mujeres antes de la muerte de tu madre. Niega cabeceando y muerde su labio, comienza a abrir y cerrar sus puños. Me asusto cuando de un salto está frente a mí y me acorrala contra la pared. —Deberías temerme. —Pone su mano en mi cuello sin apretarlo—. Podría asesinarte. —Voltea ligeramente mi rostro—. Las mujeres que me merecen respeto son pocas, pero papá te crio para ser pura y eso me gusta, muchas mujeres salen a la calle buscando lo que se les ha perdido y lo encuentran cuando se cruzan con hombres como yo. —Mi corazón late apresurado cuando comienza ahorcarme y lame mi rostro mientras restriega su erección contra mí—. Me quedé con el deseo de follarte y de romperte ese culito prieto, con el ansia de ver que lloraras de dolor, pero le prometí a nuestra madre que nunca te haría daño. Me da un beso en los labios y me golpea la cabeza contra la pared. Las lágrimas salen solas y no puedo evitarlo. Me suelta y resbalo lentamente hasta caer en el suelo. —Estás enfermo —lloro—. ¡Estás enfermo! —Soy un maldito loco, me encanta violar y someter a cualquiera que pueda, así como lo hice con Alan, tenías que escuchar cómo me pedía que me detuviera, cómo gritaba que le estaba haciendo daño, mientras yo disfrutaba enormemente enterrándome en su culo. Niego. —No puedo ser tu hermana… Me toma por el cabello y me levanta, grito y trato de que me suelte, pero no lo logro. Me arrastra hasta la cama, agarra el sobre y me lo pega en

pecho tan fuerte que me saca el aire. —Esta es tu verdad, el monstruo que tanto odias es tu hermano. —Me muerde el cuello y pego un grito—. Tienes que aceptar la realidad: que soy lo único que te queda este maldito mundo. Me empuja contra la cama y parece olvidar lo que acaba de decirme, que soy su hermana, pues me baja los pantalones junto a la ropa interior y comienza manosearme. —¡No! —le suplico mientras pataleo—. ¡¡No lo hagas!! Se detiene alejándose de mí, escucho cómo resopla mientras visto de nuevo mi parte inferior. Me subo a la cama y él me observa negando. —¿Ves lo que haces? —me pregunta. —Eres un maldito enfermo… —Escupo hacia sus pies—. ¡Voy a luchar contra a ti! Lloro en silencio mientras camina de un lado a otro, creo que estoy a punto de desmayarme y entonces lo escucho: —Venía por las noches, me violaba y mi madre nunca se dio cuenta, porque muchas veces la golpeaba hasta dejarla inconsciente. —Mi papá no es así, mentiroso —le reclamo. Se vuelve a mí y me ahorca pegando su frente con la mía, le clavo las uñas tratando de quitármelo de nuevo de encima. —Mariano Caputo me hizo lo que soy, por eso odio a tu padre, porque me dejó en sus malditas manos y no le importó nada más, cuando tuvo la oportunidad de salvarme, te escogió a ti. —Aprieta un poco más fuerte—. Pero te amo tanto que solo te puedo castigar así, para que entiendas que solo deseo cuidarte, soy un hermano que necesita ser amado. Me suelta y me abraza, no tengo fuerzas para luchar y él se queda así por un buen rato, cuando por fin me suelta me pego al cabecero como un animal asustado. —Tengo muy poca paciencia, y estás sacando lo peor de mí, pensé que este momento sería lo que los dos necesitábamos, encontramos a nuestra verdadera familia. Tú ahora tienes un hermano y yo tengo a la hermana que creí muerta. —Acaricia mi rostro—. Eras tan bonita al nacer, te amé desde el mismo instante en que te vi, y no me recuerdas. —Estás enfermo, déjame ir… —le ruego—, me quitaste todo. ¿Qué más vas a quitarme? —Me iré de viaje unos días, mañana te moverás y es mejor que no intentes escapar, mis palis no son tan buenos como yo —me advierte

levantándose y caminando para salir de la recámara—. Ahí tienes el sobre y cuando lo abras verás que no miento. En cuanto me quedo sola tomo el papel, al revisarlo solo puedo ver un cuadro que muestra los marcadores genéticos y cuando leo el resultado arroja que compartimos los mismos genes de padre y madre. Lo arrugo hasta volverlo una bola, por primera vez en mi vida tiro al piso todo lo que encuentro. Los adornos suenan reventándose contra el suelo, me paro frente al espejo y le doy un puñetazo. Se revienta y algunos cristales se clavan en mi mano, selecciono uno que ha caído en la mesa y lo tomo, me veo las muñecas, sé que esto es pecado y que Dios me castigará por hacerlo. La puerta se abre y entra Valerio con uno de sus hombres, este último me hace soltar el vidrio, grito desesperada mientras él observa todo desde su lugar, el individuo me acuesta en la cama y bramo: —¡¡Prefiero morir antes que ser tu hermana!!, ¡te odio!, ¡te odio! —Me inyectan algo en el cuello que poco a poco va calmándome, lo veo acercarse y se sienta a mi lado acariciándome el cabello y me canta una canción de cuna. Su voz es dulce y melodiosa a pesar de que es un maldito monstruo. Me transporta a un lugar y lo primero que hago es ver a Maurizio. —Sálvame —le ruego. Él sonríe, pero se da vuelta, abro los ojos y me encuentro de nuevo con el hombre que me tiene atrapada, hasta que por fin me quedo dormida y no sé más nada mí.

Capítulo 6 MAURIZIO Me entregan una pista y todo lo que me dan corro a verificarlo, le doy las directrices a mis hombres. Enzo está a mi lado, parece que todos los años le han caído encima, los planes son entrar a un edificio residencial y crear caos, destruir a todos y sacarla de ahí. Reviso las armas que puedo utilizar, no me importa nada, necesito realmente poder rescatar a Marena, llevarla de vuelta a Italia, hacerla mi mujer y tratar de olvidar esta pesadilla. Parece un mal sueño que ha se ha prolongado más de lo necesario, a pesar de que hemos barrido medio París desde que dejó Lisieux, hemos tratado de localizarlos. Sabía que con Valerio Caputo tendría que cuidarme, que Angelo le confió todos mis secretos, que nos estudiaba desde hace años. El único error que cometió mi padre, nos hace pagar el precio de una venganza que ha consumido a nuestro enemigo por más de dieciocho años. —Tenemos que sacarla de ahí, pienso llevármela unos meses a nuestra casa de campo —comenta Enzo rompiendo el silencio. Lo ignoro. Le he dejado claro en varias ocasiones mis intenciones con su hija y esta vez no pienso seguirle el juego. Tomo mis AK47, me alejo de él y antes de salir me detengo en la puerta, mis numerales esperan por mis órdenes. —Ella no irá a ninguna parte contigo. Bajamos al sótano del lugar en donde nos alojamos, me subo al todoterreno y cierro los ojos para concentrarme, pero mi mente viaja a Milán, a la mansión de los Calabrese y a ese jardín que siempre era un lugar de encuentro para nosotros dos. Marena estaba desayunando, observaba todo a su alrededor expectante como si intuyera que estaba cerca. Los rayos del sol hacían brillar su cabello rubio, desde donde estaba podía apreciarla y al mismo tiempo admirarla, porque para mí era como una musa que me hacía escribir sonetos. Esa mañana llevaba un hermoso vestido de color blanco con un estampado de flores, uno de sus hombros quedaba al descubierto. Tomó su

taza con las dos manos y le dio un sorbo a su café. Desde la distancia sentía que me volvía más viejo esperando cruzar el límite que había puesto su padre, nunca fui un hombre al que le pudieran prohibir nada, pero en ese preciso instante era capaz de saltarme todo, hasta dañar los negocios con Calabrese con tal de poseerla. Para ser honesto cada vez que estaba cerca de mí, me ponía nervioso y toda esa seguridad que siempre he poseído se esfumaba, porque desde el primer momento en que la vi sentí que le pertenecía. Salí de mi escondite y caminé hasta la mesa, cuando escuchó mis pasos giró su rostro y le sonreí, al hacerlo se sonrojó, sabía que no le era indiferente, que aquella locura de convertirse en monja comenzaba a ser solo eso, una locura. —Buenos días —saludé tomando asiento. —Buenos días —contestó tímida, escondía mi mirada a través de los cristales de mis gafas de sol, pero cuando fijó sus ojos verdes en mi rostro, imaginé por un segundo que podía leerme—. ¿Te quedarás muchos días? Me serví un poco de fruta, Marena seguía cada uno de mis movimientos. Pensaba que hacerme el interesante podría servir, pero por dentro estaba ardiendo en deseo por tocarla. —No, mañana vuelvo a Palermo —respondí cuando hizo el intento de levantarse. Atrapé su muñeca y los dos nos fijamos en mi agarre, sabía que nadie tenía el permiso de tocarla, sin embargo, yo era capaz de hacerlo y todavía conservar mi cabeza. —No te vayas… —le pedí recorriendo su cuerpo con mi mirada hasta toparme con la suya—. Quédate. —Maurizio… —¿Por qué huyes siempre? —pregunté sabiendo la respuesta. —Porque no puedo sentir algo cuando no podré corresponder… Se sentó y soltó un suspiro. —¿Sabes? —Me miró y ensanché mi sonrisa—. Realmente siempre he sido un hombre tranquilo, pero desde que me tropecé contigo no puedo evitar sentir la curiosidad de probar tus labios. Apartó la mirada mientras negó con su cabeza, tomé su mano y acaricié con mi pulgar su palma. —Maurizio, por favor…

—Tu padre me cortaría la cabeza, pero con gusto moriría conociendo el sabor de tus labios. Exhaló cansada. —Crees en lo imposible. —Volvió su rostro hacia a mí y pude ver que sí luchaba con sus sentimientos, pero que no podía decirlo con palabras, sin embargo, todo estaba escrito en su mirada—. Mi padre selló mi destino hace mucho tiempo y te permite acercarte, porque no tiene dudas de que voy a obedecerle. Solté una carcajada. —¿No deberías tener vocación para convertirte en monja? —La tengo —contestó segura. Asentí y apreté mis labios tratando de no reírme. Puso los ojos en blanco, siempre huía de mí, pero ese día se estaba enfrentando a mis preguntas, me estaba dejando entrar sin saberlo. —Te voy a hacer una promesa y espero que lo tomes en serio, porque un Lombardo nunca da su palabra en vano. Suspiró. —A ver… —Vas a ser mía, vas a volar a mi lado y ese día vas a recordarlo, porque cuando seas mi mujer no voy a dejarte ir. Se levantó y se fue dejándome solo y me reí no de ella, sino porque me estaba enamorando de Marena Calabrese, tanto, que hasta yo mismo me sorprendía de mis sentimientos. ***** La noche siempre es nuestra mejor aliada, bajamos de los todoterrenos, Enzo se acerca y me quedo mirando el edificio. Sabemos que varios de sus pisos son centros de operaciones de la Camorra en París. Matteo descubrió esto antes de irse y creo que aquí está Marena. —A la cuenta de tres, corten la energía eléctrica —ordeno—. Uno, dos, tres… La cuadra entera se queda sin luz y nosotros usamos los lentes de visión nocturna, entramos y subimos sigilosos hasta el primer piso donde comienzan los disparos. No nos hemos equivocado y empiezo a dar órdenes tácticas mientras nos movilizamos, un grupo de mis numerales se queda luchando abajo mientras seguimos subiendo; gritos, llanto, entramos piso por piso descubriendo que no es tan solo un centro de operaciones, este lugar es un prostíbulo, chicas se tiran al piso cuando nos ven entrar.

—¡Dios mío! —exclama Enzo cuando en el cuarto piso encontramos a más de veinte chicas. —Son unos malditos —vocifero. —¿Alguna señal de Marena? —inquiere Calabrese. —Señor, estamos en el último piso y todo está limpio. Cierro los ojos cuando uno de mis hombres me comunica por la radio, me siento frustrado por unos segundos. —Toma a todos los hombres que puedas, si ellos saben algo tendrán que decirlo. —Entendido. Enzo me toma del brazo y me quedo mirando a las chicas que en su mayoría están hechas un ovillo asustadas. —¿Qué haremos con ellas? —pregunta. —Tengo contactos, puedo llamar a las autoridades, porque te aseguro que hay alguien buscándolas. Enzo suspira, todavía se escuchan disparos. Se acerca a una de las chicas y se acuclilla frente a ella. —Te ayudaremos, estás a salvo —le asegura—. Prometo que volverás a casa. Decepcionado de otro fracaso me doy la vuelta y salgo del edificio, me cruzo en la planta baja con varios hombres sometidos por mis numerales, salgo del lugar y me quito la máscara. El aire frío otoñal me golpea, respiro profundo para calmarme, estoy perdiendo la cabeza y comportándome irracionalmente, pero la frustración de no poder rescatarla está haciendo mella y comienzo a volverme loco. —¡Maurizio! —me llama Enzo—. ¡Maurizio! Me vuelvo hacia él y pone su mano en mi hombro, respira hondo y me toma de la mano para colocar algo en mis manos. —¿Qué es esto? —pregunto. —Su rosario, estuvo aquí, estoy seguro de que estuvo aquí. Cierro los ojos y se lo devuelvo, la culpa y la frustración no me dejan pensar claramente. Subo a uno de los todoterrenos y salgo de ahí, pensando en las pocas veces que la pude tener entre mis brazos, no puedo creer que tuve al amor de mi vida y la dejé ir. Necesito aclarar mi mente antes de torturar a esos nuevos malditos, si no, voy a cometer más errores y darle la razón a mi hermano, que estoy actuando por impulso y no razonando mis movimientos.

Capítulo 7 VALERIO Estoy esperando a que cambie de actitud y por tal razón me fui unos días. Le di el tiempo que necesitaba, he sido paciente con mi hermanita, pero no voy a tolerarle más desplantes, tiene que saber que las reglas del juego las pongo yo y no ella. Tenemos quince días movilizándonos dentro de la ciudad de París, porque el maldito de Maurizio Lombardo me sigue de cerca, ya he perdido a varios hombres por su culpa y lo triste de esto es que no pienso entregarle a mi hermanita. —Tráela —le ordeno a Juanito—, arrástrala, pero si le tocas algo más voy a matarte. Juanito asiente, sabe que conmigo no se juega y estoy dispuesto a cualquier cosa. Escucho sus gritos de resistencia mientras tomo mi copa para saborear el vino. Anabella cree que todavía miento, fue saber la verdad y cambié mi visión, mis planes para ella eran muy similares a los de Mario con Giovanna, todavía la deseo para mí, pero nunca le podría hacer algo así a mi hermana. Cuando entran al comedor y la sienta a mi lado, me doy por satisfecho. —Te he invitado a cenar varias noches y te has negado, así que Juanito fue por ti —me burlo. —No cenaré con mi carcelero —refuta entre dientes. —Anabella… —¡Marena! ¡Me llamo Marena! —grita exasperada—. No soy Anabella y tampoco tu hermana, estoy cansada de este maldito juego. A partir de que se enteró de la verdad se ha negado a verla, desde que intenté violarla, la dejé en paz, sin embargo, necesito que me acepte. Respiro hondo tratando de calmarme, pero cada vez que se comporta de esta manera me provoca darle una zurra y que no pueda levantarse un mes de la cama. Después de que intentó suicidarse Juanito cuida de ella, le quitamos todo lo que pueda hacerle daño. Atrapo su mano apretándola tan fuerte que observo cómo se le llenan sus ojos de lágrimas y siento

satisfacción, porque ella es mía, mi hermana, recuerdo jurarle a mi madre que cuidaría de ella. —Marena, Anabella, como quieras, pero tienes que aceptar que llevamos la misma sangre y entender que tienes que ser educada, pensaré que nuestro padre no supo criarte. Me asesina con la mirada. —No te atrevas a hablar de mi padre —murmura molesta—. No quiero hablar contigo, no deseo nada que provenga del hombre que asesinó a papá y llevó a mi prima a la muerte, del hombre que abusó de Alan y ahora me mantiene cautiva. Suelto una carcajada satisfecho de escucharla enumerar todo lo que he hecho, ya que puedo percibir todo el odio que siente por mí, además, la verdad es que Enzo Calabrese sigue vivo, no pude asesinarlo y pensé que los hombres de Víktor lo rematarían, otro maldito error que pienso enmendar muy pronto. La suelto, saco el pequeño pastillero de oro que pertenecía a mi madre y un billete, dentro hay cocaína, así que es momento de que mi hermanita me conozca tal y como soy, su insolencia saca lo peor de mí, tanto que necesito esnifar un poco de droga para calmarme. —¿Sabes? Realmente me hacía ilusión conocerte para poder compartir todo lo que he logrado desde que estoy solo, siempre soñé con encontrarte y decirte que mi madre te amaba más que a nada en el mundo, que le devolviste la vida, yo tenía dieciocho años cuando quedó embarazada de ti. —Hago las rayas e inhalo dos—. Soñé con tener una hermana, y cuando descubrimos que serías niña, fue la ilusión perfecta, yo fui el que escogió el nombre de Anabella. Baja la mirada a mi cocaína y luego niega. —No puedo creerte —gruñe enfadada—, mi padre no pudo mentirme todo este tiempo. Sonrío. —¿Nunca le preguntaste por tu madre? —Murió… —¿Y tienes algo de ella?, ¿una foto o un recuerdo? —No —contesta con dolor. —Siempre te mintió, pero crees en él y no en mí. —Suelta un sollozo que me parte el alma—. Lo entiendo, ¿sabes? —Ella me presta atención tras mis palabras—. Creía que quien la asesinó fue Vito, porque era un Caputo y

después me enteré de que la última persona en verla con vida fue Enzo, así que pensé que él lo hizo, pero solo trató de protegerlas y se olvidó de mí. Niega. —¿Cómo sabes la verdad? —indaga curiosa, y triunfal esbozo una sonrisa—. No puedo creer que después de tanto tiempo, puedas descubrir todo. —La verdad siempre sale a luz, me costó convencerme de que eras mi hermana, pero al encontrar el cuadro lo supe, es verte y ver a mi madre, por eso sé que eres Anabella, igual nuestro padre no cuidó de mí y lo odio por eso. Suelta un suspiro. —Creo que te equivocas, no quiero cenar, pero solo te pido algo… —A ver… —Deseo leer, si tan solo pudiera mantener la mente ocupada. —Escapar de la realidad —afirmo mirándola y ella abre los ojos, la entiendo—. Puedes irte, alguien te llevará la comida a tu habitación, pero te daré cosas a medida que cedas, soy tu hermano mayor y debes obedecerme. —Se levanta apretando los puños—. Una de las tareas que tienes es olvidarte de que alguna vez conociste a Maurizio Lombardo, puede que Mariano Caputo no sea mi padre, pero por su culpa perdí a mi madre y luego a ti. Sale dejándome solo, me levanto y voy a atender mis asuntos. Mientras estoy aquí, mi ciudad arde y necesito destruir a todos los que se atraviesen en mi camino. ***** Mi objetivo final siempre fue Enzo Calabrese, deseaba hacerle daño por asesinar a mi madre, pero lo que desconocía era que Enzo en realidad era mi padre y que solo la trataba de proteger. Leer que Anabella y yo tenemos un noventa y nueve por ciento de compatibilidad, que somos hijos de padre y madre, si bien no cambia mis planes, sí me sorprendió un poco. No sé si mamá le ocultó la verdad, aunque tampoco entiendo cómo no pudo darse cuenta de que soy hijo, pero da igual, no se lo perdono. Crecí junto al ser más despreciable del mundo, sé qué es que te transgreda tu propio padre, cada noche me quedaba sin alma, por eso le robo el alma a quienes desean disfrutar de mí, lo hago con mis iguales, escuchar cómo lloran, sentir cómo me dan el poder que necesito. Me divierte desvirgar a niñas, si son de doce a quince disfruto más, porque es

esa inocencia la que las hace amarme. Me convierten en su dios, la primera vez lloran y no entienden, pero después se convierten en mis perras. Muchos me llaman pedófilo, pero podrían llamarme de muchas maneras ya que en realidad me gusta follarme a mujeres después de asesinarlas, me gusta someterlas y violarlas, porque solo sirven para procrear. Las mujeres no saben amar, solo me amó mi madre y espero que con el tiempo mi dulce Anabella me ame. Hablando con Mario descubrí que mi mayor deseo era desvirgar a mujeres y hombres, por eso cuando llegan vírgenes para traficar con ellas casi siempre me quedo con una, cuando crecen las desecho y lo hago cortando su garganta mientras las estoy follando, ver cómo sus ojos se apagan mirando a su dios, el dolor de la traición. Follo su cuerpo y bebo de su sangre hasta deshacerme de su cuerpo. Víktor me trajo una nueva víctima, mi nueva adquisición. Es rubia. Tiene los ojos verdes. Tiene un panty de algodón blanco y sus pechos son hermosos. Al verme, se hace un ovillo y me desvisto, sus sollozos me excitan. Me subo a la cama y la acaricio. —No tengas miedo —susurro seductoramente mientras mis dedos recorren su piel y me detengo en su pezón rosado—. ¿Cómo te llamas, nena? Sorbe asustada y me contesta: —Jude… —¿Qué edad tienes? —Dieciocho —musita bajito. Mentalmente sonrío. —¿Crees en los príncipes azules? —le pregunto y niega cabeceando—. Soy un príncipe y voy a hacerte mi princesa. Abre la boca en forma de O y la beso, su pequeño cuerpo tiembla entre mis brazos, es preciosa y será mía. Sin dejarla reaccionar rompo su ropa interior, la penetro, grita y llora desesperada. Se parece a Anabella, lo que no puedo hacerle a mi hermana se lo hago ella, porque si pudiera someterla, desde hace días aceptaría que estamos unidos hasta que la muerte nos separe.

Capítulo 8 MATTEO SPADARO Bajo

del avión para internarme en las frías calles de Moscú, todavía tengo contactos en la Bratvá, pero Víktor le tiene precio a mi cabeza. Sin embargo, aquí podré averiguar todo lo que necesito sobre la familia de Violleta, también espero hacer pagar algún día a los culpables de su muerte, ya que se lo debo, pero del mismo modo necesito información de Valerio y de su paradero con Marena. Nunca imaginé que el reinado de Alessandro Lombardo traería tantas desgracias para la Cosa Nostra, aquellos que tienen hambre de poder no saben lo que significa poseerlo. Visualizo a Wolfang Nóvikov, mi contacto directo con la mafia rusa, este hombre que ha estado codo a codo conmigo desde que tomé las riendas de mi familia y se quedó conmigo, se convirtió en mi amigo. Mi padre murió de un cáncer agresivo, nunca tuve tiempo de superar la pérdida de Violleta cuando lo perdí a él. Era como si Dios lo hubiera castigado por todos sus asesinatos, y a mí me condenara a no ser feliz por mis pecados. Cuando mi socio sonríe los tatuajes de su rostro se tensan, con él he aprendido el significado de los dibujos dentro de la mafia rusa, todo lo que ellos viven dentro de la organización no es comparable con la nuestra y más si caen en manos de la justicia. Por eso muchas veces agradezco haber crecido en el seno de mi familia, estos hombres no tienen nada y no les importa nada, son despiadados solo por el hecho de serlo. —Matteo, ¡tanto tiempo sin venir a Moscú!, cuando estén al corriente de que estuviste por aquí, voy a reírme un poco. —Te divierte que mi cabeza posea un precio… —le afirmo con una sonrisa. Wolfang solo se ríe y me da un abrazo, hemos sido amigos desde que llegó a Italia y mi padre lo acogió como a un hijo. No tengo a nadie que me importe, creo que por eso envidio de cierta manera a los Lombardo, ellos se tienen mutuamente. Cuando les pida ayuda, no estoy seguro de que me la

den, puesto que a veces dudo en realidad de todos, en este maldito mundo nadie es de confianza. —Encontré a Antonella —anuncio mientras caminamos a los automóviles—. Está en París. Mi amigo se detiene, sabe que nunca fui el mismo desde la muerte de mi amada Violleta, que le debo a ella rescatar a su familia de Víktor y Sasha, el último es quien tiene una deuda pendiente conmigo y pienso que cada gota de sangre que derrame mientras lo torture, no será suficiente para vengar a la mujer que amo. —Matteo, no puedes entrar en una guerra con la Bravtá —me advierte. —Necesito que me ayudes. —Tomo su brazo y él parece entender por todo lo que estoy pasando y solo asiente. Subimos al auto, Moscú para mí es como un maldito infierno y cada vez que lo piso busco la manera de pagar el pecado de haberme enamorado de la mujer de otro hombre. ***** Estoy tomando unos tragos en el piso de Wolfang, las mujeres van y vienen, todo es como una película repetida. Drogas, alcohol, mujeres, sexo sin sentido, pero esto no es lo que deseo. Mi amigo solo me ofrece lo mismo a lo que estoy acostumbrado: mujeres, buen vodka y hasta las mejores drogas, lo cierto es que deseo algo más y ni siquiera sé lo que estoy buscando. Un hombre que no reconozco se sienta en el sillón que está justo a mi lado y pone su trago en la mesa. Por el rabillo del ojo observo sus nudillos y la calavera, este hombre es un asesino, cada marca en sus dedos es por cada asesinato. —Me han dicho que buscas información sobre Caputo —me habla de manera despreocupada. Guardo silencio, si él está aquí es por algo y espero que lo exponga de manera rápida. —Está en un piso en París, pero se cambia cada dos semanas y tiene a la chica que ustedes desean y a otra joven. —Me tenso—. Tengo la ubicación exacta del lugar en donde están, si tus amigos son rápidos podrán entrar rescatarla. Me deja un papel y se levanta, tomo su brazo arriesgándome a que me golpee, sin embargo, de ser cierta esta información, debe tener un precio y tengo que pagarlo.

—¿Cuál es tu precio? —pregunto. Sonríe y algo me hiela la sangre. —Deja de tratar de rescatar lo que no quiere ser rescatado, ese el precio y tengo otro mensaje para ti… —insinúa y esto tiene que ver con los Scordato. —Dilo. —Sasha Kozlov, te envía saludos… Me tenso y me levanto con ganas de asesinarlo, pero alguien me detiene y lo deja ir. Cierro los ojos pensando en que esto es solo una advertencia, que todo lo que busco es sacar este dolor que tengo guardado dentro. —No hagas nada, es un hombre de Víktor… —me advierte Wolfang. —Lo sé. —Matteo, pienso que es mejor que te vayas y no vuelvas a pisar Moscú. —Necesito resolver mis asuntos de negocios en la ciudad y hacer lo que me solicitó Maurizo. —Wolfang niega pensando que es mala idea, pero no dice nada—. Gracias. —Violleta no se merece todo esto, deberías primero averiguar a quién verdaderamente amaste, tal vez cuando descubras la verdad de todo, termines por abrir los ojos. Sé que mi amigo la odiaba por el simple hecho de ser la pareja de Sasha en Italia, ellas no tienen la culpa de haberse encontrado con criminales como nosotros, pero el dinero muchas veces puede eclipsar a las mujeres, las vuelve ambiciosas. Conocí toda la verdad de mi esposa, lo cierto es que nunca abrí la boca para decirlo, prefería callarme la historia de cómo fue que cayó en las manos del maldito que fue su verdugo. Todos creen conocer mi historia, solo escuchan los rumores que se dicen de mí, aunque en realidad nadie sabe lo mucho que amé a Violleta, pienso que nunca podré amar a otra mujer con la misma intensidad que lo hice con ella. Salgo del piso y voy hasta el hotel, desde ahí me encargaré de mis asuntos, solo que antes tendré que corroborar que la información que me han dado es cierta y podremos rescatar a Marena. Los Lombardo merecen un poco de calma después de tanto dolor, por ahora las organizaciones en Italia tenemos un solo enemigo en común y cuando lo encontremos, pagará por todo. Observo mis propios tatuajes en los nudillos y recuerdo que he asesinado a tantos hombres, que uno más ya no es importante.

Capítulo 9 MARENA Estos días viviendo en mi tormento, tratando de distraerme mirando por la ventana, estos momentos de reflexión me han servido para darme cuenta de que Maurizio es la persona correcta, solo que no estábamos destinados a estar juntos. No puedo negar que ha sido lo más bonito que me ha pasado y ninguno de los dos tenemos la culpa de haber nacido en este mundo. A veces me gustaría tener el poder de regresar el tiempo, detener a Angelo antes de traicionar a Mau, también ir a ese momento exacto en el que nací y poder conocerle el rostro a mi madre. Los seres humanos quisiéramos cambiar muchísimas veces todo lo que pasa, porque simplemente no estamos conformes con lo que sucede. Mi padre me encerró en un castillo, como si fuera la princesa de una torre y vivía en la seguridad de esas paredes. Sabía que fuera de sus límites podría encontrarme el peligro, que en la seguridad de la fortaleza de las iglesias podía estar a salvo, siempre lo pensé así, hasta que Gianna fue secuestrada, sabía que, si pudieron llegar a ella, lo harían conmigo y mi padre pagaría todo lo que había hecho. Sabemos que en la mafia todo tiene un precio, que los favores nunca lo son, porque de alguna manera tienes que devolverlos, también que la traición se paga con sangre. Nunca olvidaré la noche en que Maurizio iba a viajar para ayudar a Alessandro a traer de vuelta a Giovanna. Entró a mi habitación y me levanté de la cama, di unos pasos, pero él acortó el espacio entre nosotros. Cayó de rodillas ante mí y me mostró sus manos manchadas de sangre, todo su rostro estaba salpicado de ella. Era la personificación de un ángel vengador, pero cuando me fijé sus ojos, pude ver el dolor reflejado en ellos, me arrodillé frente a él y las tomé, negaba mientras balbuceaba algo que no podía entender. —Maurizio —lo llamé—. Sé que te duele, que te atormenta todo lo que sientes en este momento, pero no dejes que ese dolor te ciegue. —Era mi amigo —farfulló.

Asentí aguantando las lágrimas y llevé una de mis manos a su rostro, lo acaricié y como un niño desesperado por afecto apretó mi mano hasta su rostro. Sabía que estaba destrozado por todo lo que estaba sucediendo, que sobre sus hombros pensaba la culpabilidad de que sus actos. —Marena —pronunció mi nombre lleno de dolor, en aquel momento pensaba que era por la muerte y traición de Angelo, pero comprendí que había tomado la decisión de alejarse de mí—. Eres el amor de mi vida — pronunció con una seguridad que era capaz de hacerme sentir emocionada. —Te amo —pronuncié esas dos palabras que él evitaba que le dijera. Cerró sus ojos y algo que no supe qué era se formó en mi pecho, me sentía rechazada. Traté de separarme de él, pero me tomó entre sus brazos y me besó con tanta ansia que lo supe, que amaba a Maurizio Lombardo más que a nada en este mundo. —También te amo, también te amo, pero… Negué y esta vez fui yo quien lo besó, porque tenía miedo a sus palabras. Era capaz de amarme, a mí que estaba prohibida, yo que no era como Gianna o Giovanna, delante de ellas era una niña, una chica insignificante. Y cada que lo encontraba leyendo me quedaba mirándolo, lo amaba en silencio y en secreto me arriesgaba a transgredir las reglas de mi padre. Esa noche me di cuenta de que lo amaría como estaba permitido, porque así lo había elegido. Poco a poco fuimos separándonos y pegó su frente de la mía. —Quédate esta noche conmigo… —le rogué. —Marena… —Ya me hemos transgredido todas las reglas de mi padre, pero quédate conmigo esta noche y descansa. Asintió y nos levantó, tomó mis manos y juntos fuimos hasta le baño. Se quitó la camisa dejando su torso casi descubierto, porque todavía llevaba el vendaje por causa de la explosión. Se lavó el rostro y las manos, cuando tomó las mías me fijé que también estaban manchadas de sangre. —Maurizio… —Tengo que irme en pocas horas. —Lo entiendo —contesté. Terminó de lavarme y fuimos hasta la cama. Maurizio me abrazó y yo me quedé escuchando sus latidos. Nunca imaginé que fuera él quien se adueñaría de mi corazón, porque desde el principio fue capaz de levantarme del suelo y hacerme sentir en las nubes.

—No me gustaría dejarte ir, pero tengo que hacerlo… Escuché esas palabras cuando casi caía dormida, mi corazón se asustó, aquel era el comienzo de mi infierno, porque si él me alejaba, si me dejaba, volver a lo que tanto había planeado mi padre sería una mentira, pecaría y prefería no volver, moriría sola y amándolo en secreto. La puerta se abre y cuando me fijo es Juan quien entra con una bandeja, asiente y yo lo observo con prudencia. —El señor Valerio quiere verla —me avisa. Niego. —Dile que no quiero verlo. —Por favor… —Su voz suena como un ruego y cierro los ojos—. Debería ir. —No… Exhala cansando y se da vuelta para irse, me quedo mirando hacia afuera a través de la venta. —En algún momento me enviará a buscarla o lo hará él mismo. —Los estaré esperando. Sale dejándome sola, sé que estoy provocando a Valerio con cada negativa. Soy una mentirosa consumada desde que decidí volver al convento, porque el dolor era más grande que yo. Ahora me miento a mí misma, porque no puedo aceptar que un ser tan vil como él sea mi hermano, pero mi corazón me dice otra cosa y cada vez que observo el retrato de Guilia creo que es cierto, que es sí lo es. ¡Dios mío! Escucho sus gritos de frustración y mi corazón late apresurado, sé que viene por mí, que se está cansando de mi rechazo. Sin embargo, dejo de escucharlo de repente y me quedo expectante a lo que puede suceder. Lloro en silencio, le ruego a los santos que vengan por mí y salir de aquí, que me alejen de las garras de este psicópata.

Capítulo 10 ALESSANDRO Observo a Giovanna y a Luciano caminar por los cipreses de nuestro hogar en la Toscana, me siento privilegiado por tenerlos a ellos y entre toda la guerra que se cuece fuera de estas puertas, ser feliz junto a la mujer que bajó al mismo infierno para protegerme. Mi único dolor de cabeza es mi hermano Maurizio, sabía que Valerio iba a buscar la manera de vengarse de nosotros, pero nunca imaginé todo lo que descubrimos después del secuestro de Marena. Cuando Enzo Calabrese confesó que su hija era hermana de Valerio, pensé que el maldito destino me estaba jugando una broma más y que los hilos de la mafia se mueven de manera macabra. ¿Quién podría imaginarse que el jefe de una de las organizaciones más sangrientas de Italia podría enamorarse de la mujer de otro capo? Giulia Caputo fue para mi socio de negocios lo que significa Giovanna para mí. Mi padre lo sabía todo y a pesar de tener conocimiento de que Maurizio estaba interesado en Marena, nunca nos advirtió que esto podría iniciar otra guerra. ¿Cuántas guerras tendré que ver en mi reinado? La Toscana es el único lugar en el que encuentro paz, aquí puedo pensar en claro y tomar las decisiones con cabeza fría. En Palermo me convierto en Alessandro Lombardo, el jefe de todos los jefes de la organización criminal más antigua de Italia y aquí solo soy un hombre con una vinícola, una esposa y un hijo a quienes tengo que cuidar, pero mi mente nunca se despega de sus obligaciones y últimamente solo pienso en cómo ayudar a mi hermano pequeño a encontrar a la mujer que ama. —Ale, tenemos visita... —informa Giovanna tomando a Luciano entre sus brazos. Puedo ver el terror en su rostro y saco mi arma, lentamente me doy vuelta y reconozco al hombre que tengo frente a mí, es uno de los hombres

de Salvatore, asiente con su cabeza mientras levanta sus manos lentamente en señal de que viene en paz. —Entra a la casa y no salgas hasta que yo te llame —le ordeno mi esposa. Gracias al cielo me hace caso y me deja a solas con el emisario. —Salvatore está herido y desea que yo me ponga a sus servicios. —Me ofrece un papel y lo cojo. Puedo reconocer la caligrafía rudimentaria de mi amigo, porque es mi amigo, me lo demostró demasiadas veces en un corto tiempo. Querido amigo: Si Alessio está contigo, quiere decir que alguien de la organización me ha traicionado y que estoy gravemente herido. Él solo cumple órdenes y sabe que ahora eres su nuevo jefe. Aquí en casa todos desean verme muerto por haberte demostrado lealtad, pero con ustedes conocí el verdadero significado de esa palabra. Mis informantes me aseguran que Valerio Caputo no le ha hecho daño a Marena, pero es cuestión de tiempo para que lo haga y me siento frustrado por no ser de ayuda en estos momentos. Prometo que pronto volveremos a luchar juntos codo a codo, espero que esta información ayude a calmar un poco a tu pequeño hermano. Salvatore Luciano. —Si vas a quedarte aquí, tienes que obedecerme y cumplir las reglas de la organización —advierto rompiendo la carta y cuando fijo mi mirada en Alessio sé que tengo un fiel servidor y no tengo nada que temer. ***** Giovanna entra al despacho mientras estoy revisando unos papeles, después de que Alessio se fue, traté de localizar a mi hermano sin tener ninguna respuesta. Sé que Matteo en estos momentos está en Moscú resolviendo asuntos personales y también de los negocios. He decidido estar unos meses aquí en la Toscana hasta que encontremos a Marena. También para de alguna forma alejar a mi familia de todo lo que se está organizando en Palermo. Me quedo mirando a mi esposa, parece una chica normal vestida con un pantalón vaquero, una camiseta blanca y unas sencillas zapatillas Converse,

sin embargo, es todo menos una mujer común y corriente, ella me demostró ser más fuerte que yo y me enseñó que el amor por su familia podría ser muchísimo más grande del que nunca imaginé. Cuando llega a mi lado, se sienta en mi regazo y entierra sus dedos en mi cabello. Cierro los ojos disfrutando las caricias de la única mujer que ha encendido mi alma. —Tienes que ir por Maurizio —me manda como la reina de la Cosa Nostra—. Tu hermano te necesita y yo necesito que mi familia esté completa de nuevo. Abro mis ojos y me encuentro con los suyos, que están de un azul tan intenso como el mar Mediterráneo —Giovanna... —pronuncio su nombre en señal de advertencia. Suspira cansada, porque no acepta que las mujeres dentro de la Cosa Nostra no pueden tener opinión, su único deber es cuidar de su familia; aunque quisiera cambiar esa regla, estoy seguro de que muchos de mis socios no estarían de acuerdo. —¿Alguna vez en la vida Maurizio te dejó solo? —pregunta molesta—. Tu hermano estuvo contigo cuando saliste a protegernos, él cuidó de mí cuando llegaron las cabezas de nuestros padres, fue él quien me pidió que guardara todo ese dolor y lo convirtiera en un plato frío para disfrutar mi venganza. Exhalo cansado, acepto que tiene razón, pero dejarla me da miedo. —No puedo dejar todo de nuevo, estar aquí en la Toscana ya de por sí es un problema, ¿te imaginas que vaya con él? —Matteo puede ayudarnos, pero necesito que traigas a Maurizio y a Marena de vuelta. —A veces quisiera ser aquel dueño de la vinícola del que te enamoraste y salvarte de todo esto que es mi mundo, ser dos personas normales que caminen por las calles sin tener miedo a lo que pueda suceder, quisiera que mi hermana estuviera viva, te amaría, ¿lo sabes? —Sus ojos se llenan de lágrimas mientras le confieso mi verdad—. Desearía que Maurizio pudiera amar a Marena libremente y que nadie nos hiciera daño. Se recuesta sobre mi pecho y sé que está escuchando los latidos de mi corazón, desde que volvió a la vida después de vivir el terror en las manos de Mario Genovese, esa es su manera de calmarse. —Amo lo que eres, Alessandro, sé que darías la vida por todos nosotros y que no te importaría hacer arder Italia entera como Nerón lo hizo con

Roma, por eso te pido que busques a Maurizio y lo traigas de vuelta, sin embargo, eso quiere decir que también tienes que traer a Marena y no me importa estar unos meses sola, sé defenderme y no me va a temblar el pulso a la hora de tener que asesinar a otra persona. —Por favor, no me pidas dejarlos de nuevo, no creo soportar hacerlo. —No te estoy pidiendo algo imposible, ellos nos necesitan a ti y a mí, por eso te imploro que vayas y los apoyes. Respiro hondo, sabía que este día llegaría, que tendría que dejar de nuevo a mi familia, tan solo han transcurrido pocos meses y todavía siento miedo de que algún loco como Mario Genovese venga a hacerles daño a mi mujer y a mi hijo. Toma mis manos y las lleva hasta su vientre, abro los ojos sorprendido mientras ella va dibujando una sonrisa que ilumina mi mundo entero. —Tal vez nuestro pequeño hijo también necesite conocer a su tío como lo hizo Luciano, por eso te pido, mejor dicho, te ordeno que seas el hombre que es capaz de asesinar a cualquiera por tener a su familia a salvo y traigas de regreso a mi cuñado. Me quedo de piedra y ella comienza a llorar, no puedo creer que seré padre por segunda vez y es que mi mundo cambió desde aquella tarde que me crucé con Giovanna en la plaza de la catedral de Santa María del Fiore. —Los traeré de vuelta, así sea lo último que haga. Ella niega con su cabeza y seca sus lágrimas, cuando vuelve a mirarme puedo ver toda la determinación y el amor que siente por mí. —Todavía tienes una larga vida para vivir a mi lado y al lado de nuestros hijos, así que te ordeno que esto no sea lo último que hagas, porque soy capaz de irte a buscar al infierno y traerte de nuevo a mi lado. La beso en los labios y me desconecto de todo solo por esta noche; simplemente por esta noche somos Alessandro y Giovanna, dos almas que se aman y dos cuerpos que se desean. La tomo entre mis brazos y me olvido de que tengo papeles importantes y los riego por todas partes cuando la recuesto en el escritorio con urgencia de sentirla. La despojo de su ropa y en el momento en que se encuentra completamente desnuda frente a mí, estoy seguro de que soy el hombre más afortunado de este mundo por tener a la mujer más hermosa entre mis brazos, me quito la ropa delante de sus ojos y ella esbozó una sonrisa pícara, tiene tantas ganas de jugar como yo. Giovanna es una diosa para mí, me arrodillo frente a ella y la venero como tal, beso su entrepierna hasta llegar a su coño, su aroma me embriaga,

cruzamos la mirada por última vez y yo me pierdo entre los pliegues del maná de mi existencia. La saboreo y la torturo con mi lengua, sus gemidos son perfectos, para mí es como una sinfonía que me excita y me hace pensar que estoy en el mismísimo cielo. Su piel se sonroja y comienza a restregarse descaradamente contra mi rostro cuando va a alcanzar el orgasmo. Conozco el cuerpo de mi esposa mejor que nadie y la complazco hasta que explota gritando mi nombre y arrugando los papeles que están a su alrededor. Me levanto y sin darle tiempo para recuperarse me entierro en su sexo y le hago el amor como si fuera nuestro último encuentro, pero nunca será la última vez para nosotros. Giovanna abraza mis caderas con sus piernas y sus uñas se entierran en mi pecho, me acerco a sus labios y los devoro con hambre, arremeto contra su sexo hasta que los dos explotamos en un orgasmo demoledor. La beso hasta derramarme dentro de ella y cuando separo mi rostro para mirarla, me acaricia sonriendo. —Si esta vez crees que no puedes volver, piensa en mí y en nuestros hijos, piensa en todo lo que te espera y en que eres Alessandro Lombardo, el jefe de todos los jefes de la Cosa Nostra y el esposo de Giovanna Lombardo, piensa que mi vida sin ti no tendría sentido, así que vuelve y hazlo con ellos. La beso de nuevo y me olvido de todo solo por esta noche, porque sé que, en la mañana, tendré que obedecer a mi esposa e ir en busca de mi hermano menor.

Capítulo 11 MAURIZIO Nunca pensé que podría enamorarme y menos que lo haría de la hija de uno de mis socios. Tampoco imaginé que el regreso de mi hermano como jefe de la organización traería ríos de sangre. En algunas ocasiones me pregunto cómo sería tener una vida normal, ser un hombre que se levanta temprano para ir a trabajar, tener una oficina, un jefe y luego salir para regresar a casa, donde te espera en ella una mujer amorosa con tus pequeños hijos, pero este es el precio que pago por la vida que tengo. Ni todo el dinero que poseo y tampoco de las joyas que tengo se comparan con Marena. Matteo llegó hace unas horas junto a mi hermano Alessandro y debo confesar que sentí alivio al tenerlos a mi lado. Muchas veces olvido que soy simplemente un hombre, que si me hieren, también sangro; que si golpean mi piel, también se vuelve de color púrpura; que soy alguien que ama igual que otro hombre normal. También dejo de lado que tengo la capacidad de matar a un hombre con mis propias manos y no sentir remordimientos por ello. Al parecer le dieron una información falsa a Matteo sobre el paradero de Marena. Al llegar al piso estaba completamente vacío y no hay rastros de ellos. Esto parece una búsqueda inalcanzable, porque mi único objetivo es traerla de nuevo a mi lado y nunca dejarla ir. Así ella me odie ―como sé que lo hace―, por haberla separado de mi lado y ese es el error más grande que he cometido en mi vida, lo estoy pagando caro. Mi hermano abre la puerta sin tocar y sonríe, sé que en el fondo preferiría estar al lado de su mujer e hijo, sin embargo, está aquí para demostrarme que me apoya, que nunca me dejará atrás. Mi familia es lo único que significa algo para mí, lo único que no tiene precio, por ellos daría mi vida entera e iría a la muerte sin pensarlo. Me entrega un vaso de whisky y se sienta a mi lado. Guardamos silencio por unos minutos, todo mi mundo cambió desde la traición de Angelo,

ahora creo que cualquiera puede ser un delator y le doy la razón a Alessandro al haberme dejado por un tiempo en el poder. —¿Enzo no tiene ni idea en dónde pueden estar ellos? —inquiere rompiendo el silencio y niego con mi cabeza—. Ocultarnos el pequeño detalle de que ella es hija de Guilia Caputo fue su error. —Nuestro padre también tiene la culpa, porque nunca nos dijo la verdad, incluso a sabiendas de que estaba interesado en Marena. —Maurizio, nuestro padre no tenía derecho a contarnos un secreto que no era de él. Mi hermano tiene razón, pero al mismo tiempo siento rabia porque tengo la culpa de todo lo que está sucediendo. —Giovanna se siente culpable de todo lo que está sucediendo, cree que, si Mario no hubiese buscado la ayuda de Valerio, tal vez Marena estuviera contigo. —Si Mario no hubiese buscado la ayuda de Valerio, nunca hubiera conocido a Marena, seamos sinceros, si Gianna no estuviera muerta, ya estaría vagando solo por la vida. —Respiro hondo—. A estas alturas sabemos que lo bueno y lo malo es algo con lo que tenemos que vivir, que las consecuencias de nuestros actos siempre van a llegar a nosotros, que de alguna manera u otra siempre pagaremos por los crímenes que hemos cometido o por los de nuestras familias. Alessandro me da una palmada y se toma su trago, tenerlo aquí me da seguridad de poder encontrar a Marena. Sin embargo, tengo miedo de que Valerio pueda causarle daño. ***** La Unione Corse es una sociedad secreta y organización criminal operando principalmente fuera de Córcega y Marsella, en Francia. La mafia francesa es más hermética que nosotros, ellos tienen una especie de Omertà, código del silencio que es difícil de quebrantar. Junto a la mafia ítalo-estadounidense y nosotros la Cosa Nostra, la Unione Corse somos los principales organizadores de la conexión francesa, ya que juntos por décadas hemos controlado el tráfico de heroína entre Francia y los Estados Unidos de América. Con la llegada de Alessandro, el jefe de la organización francesa se ha puesto en contacto con nosotros y ha decidido ayudarnos, lo cual nos favorece ya que con su colaboración podremos localizar el sitio exacto en donde Valerio tiene a Marena.

Antoine Rinieri es un hombre contemporáneo con mi hermano y conmigo, de piel olivácea, cabello negro y unos ojos del mismo color que son difíciles de leer. Ya tiene cinco años ejerciendo su poder dentro de la organización y conoce a mi hermano desde sus inicios como un simple soldado. Su progenitor, Marcel Rinieri, fue uno de los más grandes aliados que tuvo mi padre. Nos encontramos reunidos en un palacete en Mónaco. Enzo, Matteo, Alessandro, Antoine y yo estamos sentados a la mesa mientras cenamos. Nuestro anfitrión a la cabecera, me muero de impaciencia por terminar todo este protocolo y poder hablar de lo que realmente me interesa. No obstante, él parece intuirlo y rompe el silencio —Hace meses venimos escuchando que hay un italiano que secuestra a niñas y las vende en el mercado negro. —Ese maldito secuestró a mi sobrina y se la vendió a Mario Genovese, solo me regresaron el cuerpo y ahora tiene a mi… —lo interrumpe Enzo prácticamente escupiendo las palabras de la rabia que posee. —Para ayudarlos necesito saber la verdad y a lo que me estoy enfrentando, por mucho tiempo Valerio Caputo fue la mano derecha de Lucky y para nadie es un secreto que nosotros tenemos una relación con la Camorra, pero si él va a estar trayéndome problemas, prefiero eliminarlo. Alessandro se aclara la garganta y toma la palabra: —Al parecer mi padre asesinó al padre de Valerio hace dieciocho años y así fue como Tocci subió a ser el jefe de la Camorra, todo se hizo por un asunto de negocios, Caputo nos traicionó en el tráfico de heroína y cocaína con los colombianos, olvidándose de que por décadas las organizaciones habían trabajado juntas. —Mi padre nunca me contó esta historia, supongo que cuando vio a Valerio involucrado tuvo que decirle la verdad a mi hermano—. Lamentablemente, Lucky fingió por años cuidar a su ahijado y lo protegió de una muerte segura, fue un error que en este momento estamos pagando muy caro, en cuanto a la hija de Calabrese, creo que él tendría que contarte su verdad. Mi hermano cuenta la parte que nos compete en esta historia, pero a mí lo que me importa es Marena, aunque, además, Valerio es el asesino de mi padre y sé qué los dos estamos clamando nuestra vendetta. Antoine centra toda su atención en Enzo, creo que esta es la primera vez que realmente veo intranquilo a un hombre de nervios de acero. Contar la

verdad para él significaría demostrar que es débil y que por amor cometió el más grande de los errores. —La 'Ndrangheta por años se ha manejado por intereses y por negocios, sin serle fiel a ninguna organización, solo a nosotros mismos, hace más de treinta años conocí a Mariano Caputo y a su esposa a Giulia, me recibían en su casa cuando tenía que tratar asuntos de negocios y un día sin pensarlo me di cuenta de que estaba enamorado de la mujer de uno de mis socios, con la cual tuve descendencia. —Le sostiene la mirada a Antoine—. Para resumirte la historia, cuando Vito tomó venganza, fui a rogarle que no la asesinara y que me dejara irme con ella y nuestra hija, pero Tocci tenía otros planes y la asesinó para crear al monstruo de Valerio. Giulia en su último aliento me rogó que cuidara de nuestra hija y le he fallado, no sé si su hermano sabe que comparten la misma sangre, pero tengo miedo de que pueda hacerle lo mismo que a todas sus víctimas. —Marena será mi esposa y necesito encontrarla —interrumpo a Enzo y mi afirmación lo hace abrir los ojos por hacerla pública—. Hace meses cometí el error de creer que estando ella lejos podría protegerla, pero solo la llevé a la boca del lobo y ahora me arrepiento de todo, estamos aquí con la finalidad de pedirte tu ayuda para encontrar su localización, pero creo que todos tenemos que estar de acuerdo en que hombres como Valerio Caputo causan daños a las organizaciones criminales, vivimos del silencio de nuestros miembros y del hermetismo creamos nuestros escudos, hombres como él solo desean la atención y les gusta la adrenalina de ser perseguidos por las fuerzas policiales, sentirse todopoderosos cuando realmente son como David y Goliat. —Respiro hondo y en un arranque me atrevo a realizar una propuesta que realmente solo le corresponde a mi hermano—: Si nos ofreces tu ayuda, la Cosa Nostra siempre estará en deuda contigo. Antoine parece sopesar nuestras palabras, mentalmente le pido a Santa Rosalía que nos ayude, necesito encontrar a Marena. —Alessandro, tu padre fue un hombre sabio al igual que el mío, nunca inició una guerra sin sentido, siempre había una razón para ir a la batalla y creo que los dos hemos aprendido de la misma manera a evitar enfrentamientos innecesarios. —Sonríe—. Si algo detesto en este mundo es a los hombres que abusan de los inocentes, no tengan miedo, nosotros los ayudaremos, sé por Alessandro que la Camorra se está reorganizando después de lo que sucedió con Donato, por ahora tengan la certeza de que nosotros no haremos negocios con ellos.

Sus palabras me dan un poco de paz y me hacen creer que no estoy solo en esta lucha, que comienzo a ver luz en este túnel oscuro y que tengo la esperanza de encontrar a Marena con vida y es lo que me da alivio, después de que todo esto pase, la obligaré a que se case conmigo y a que nunca más se separe de mí.

Capítulo 12 MARENA Llevo dos meses saliendo y entrando de residencias diferentes, Valerio cada vez es más irascible y no soporta que no lo obedezca, evita tener contacto conmigo ya que solo provoco que me golpeé y cada vez que sucede se arrepiente, llorando me pide perdón. Tengo una semana sola en este nuevo lugar, parece que al fin se fue a atender sus asuntos. Sin embargo, Juan se ha quedado conmigo y es mi sombra. Parece que nunca estaré sola, en casa siempre tenía a uno de los hombres de mi padre respirándome en la nuca y ahora tengo a Juanito, como lo llama Valerio. Me he acostumbrado a que solo puedo salir a tomar el sol casi cerca del mediodía, camino por el jardín y luego tomo el almuerzo, él me deja leer un poco hasta que su rostro me dice que tengo que volver. En silencio recojo mis cosas y vuelvo a mi claustro, mis oraciones son mi único cable a tierra, creo que me volvería loca si no tuviera la oportunidad de rezar. Antes de irse, Valerio invitó a alguien a comer, me obligó a sentarme a la mesa y cuando estaba a punto de levantarme sacó su arma y lo asesinó ante mis ojos. Me advirtió que eso sucedería con alguno de los hermanos Lombardo si se atrevían a acercarse a mí, solo que en el fondo también creo que fue una advertencia de que me puede suceder lo mismo a mí. Nunca había pasado por esto, siempre viví en una burbuja de cristal y ahora me he estrellado contra el suelo, tengo que saber cómo sobrevivir y no puedo gastar mi energía en tratar de huir. Cierro los ojos recordando mis besos con Maurizio y el deseo de volver a su lado y no dejarlo nunca se hace más fuerte. Tengo que buscar la manera para hacerme con un arma y no fallar en el único intento que tendré, dentro de mi corazón percibo que se avecina una tormenta y sé que tengo que sobrevivir a ella. Estoy segura de que, si me arriesgo a todo, podría ser mi fin. ¿Cómo vivo así? ¿Cómo respiro tranquila?

Desde que Maurizio me dejó ir siento que me ahogo, sé que trataba de protegerme, ¿pero valió la pena? Estoy en manos del hombre que entregó a Gianna a la muerte, al mismo tiempo también algo me dice que él no miente y que somos hermanos. La verdad me golpeó hace días como un millón de esquirlas en mi corazón, los errores del pasado de nuestros padres ahora nos persiguen. Y la verdad es que odio a mi propio hermano, le tengo asco y no es lo que siempre quise, parece un engendro del maldito demonio y no tiene ningún arrepentimiento al cometer sus crímenes. Juanito me hace seña que mi momento de libertad se ha acabado y me levanto, cuando fijo mi mirada puedo ver a una chica asomada en la ventana y le pregunto: —¿Quién es ella? —Parece darse cuenta de la dirección en la que miro y palidece, estoy segura de que es una chica—. Llévame con ella. —Valerio no va a permitirlo —contesta en un italiano tosco. —Me importa una mierda lo que diga mi hermano —reviro usando todo lo que he aprendido en todo este tiempo—. ¿Quién es ella? Insisto y lo que consigo es que me arrastre hasta mi habitación y me encierre, no pongo resistencia ya que hacerlo sería estúpido, este hombre triplica mi tamaño, pero voy a conseguir la verdad y espero que sea antes de que vuelva Valerio. ***** Juanito no me deja salir más, me siento frente a la ventana a leer y ver la luz día. Mis días están confinados a la soledad, este nuevo lugar está alejado de la ciudad y parece una fortaleza. Hay cambios de guardia cada cuatro horas y también sé que alrededor hay unos cien hombres cuidándonos. Es la primera vez que paso una Navidad fuera de casa, cierro los ojos pensando en las reuniones familiares. Mi padre con una sonrisa dibujada en su rostro, mi tío cantando villancicos, mi tía trayendo entremeses mientras Gianna y yo buscábamos en el árbol el regalo más grande. Papá se disgustaba todos los veintiséis porque la mayoría de mis regalos eran donados, pero era feliz con lo poco que dejaba para mí. Ahora me doy cuenta de que era rica, aunque poseíamos dinero y riquezas, era millonaria en amor. Quisiera tener la oportunidad de hablar con papá, que me contara la verdad de los hechos, por qué dejó atrás a Valerio, pero a veces creo que estoy cayendo en el juego psicológico de mi captor, paso las noches sin dormir pensando que puede atacarme, que en algún momento dejará de

decir que somos hermanos y me violará y luego me asesinará como lo ha hecho con tantas. La puerta se abre y Valerio entra con una caja en sus manos, pongo los ojos en blanco mientras se acerca a mi cama. —¡Feliz Navidad! —me dice emocionado ofreciéndome el regalo. En estos meses me ha dado cuenta de que una de las cosas que más detesta es que rechace todo lo que me da, parece que necesita con urgencia que sus muestras de cariño sean correspondidas por mí. —¡Feliz Navidad! —murmuro, pero no puedo dejar de pasar a la chica que vi en la ventana, necesito saber quién es—. ¿Quién es la chica que está cautiva? Palidece y niega poniendo los ojos en blanco. —Debes meterte en tus asuntos, hermanita —comenta divertido. La ira que siento, la enorme ira es la que habla por mí. —No tengo asuntos cuando solo me encierras en una habitación y pretendes que esté la mayor parte del tiempo mirando la ventana, no tengo asuntos cuando llevo meses secuestrada por un loco. —Tomo la caja y la tiro contra el suelo en un ataque de ira y escucho el sonido del cristal rompiéndose—. Deseo que dejes el maldito juego de que somos hermanos, porque no lo somos y necesito que lo entiendas de una vez por todas. Valerio se levanta y comienza a desabrocharse el cinturón de su pantalón, tiemblo al pensar que forcé todo. Niega cuando lo dobla y me observa. —No quería llegar a esto, pero me obligas… —Da dos pasos y yo retrocedo—. No es posible que lo único que hago es intentar conocerte, que lo único que deseo es que seamos amigos, ser los hermanos que no nos permitieron ser y tú te niegues. —En un rápido movimiento me atrapa y comienza a golpearme—. Si no aprendes por las buenas a quererme, lo harás a las malas. —¡No, por favor! —lloro cuando siento la piel de su cinturón en cada latigazo. No me escucha, mis súplicas parecen alentarlo, me golpea con el cinturón y al no darse por satisfecho me golpea con sus propias manos. Lloro en silencio, le ruego a Dios que si va asesinarme que lo haga rápido. Sus manos atrapan mi cuello y siento cómo lo va apretando. —Tienes que quererme, soy tu maldito hermano —me susurra al oído—. Soy tu maldito tu hermano.

Algo en mi interior se enciende y lucho por mi vida, por primera vez en toda mi existencia, soy cruel. —No eres mi hermano, eres un monstruo y nunca, nun-ca vo-y a querer-te… Juanito entra a la habitación y me lo quita de encima, lo último que observo es cómo lucha para volver a ahorcarme, se suelta del agarre corriendo hasta que lo hace y me desmayo. ***** Maurizio estaba hablando por su teléfono móvil y me heló la sangre cuando escuché aquella sola palabra. —Mátalo —le ordenó a alguien. Colgó la llamada, se giró intuyendo que estaba ahí y se quedó mirándome mientras negaba con mi cabeza decepcionada. Él era un asesino más, no creí que golpearme con la realidad fuera tan doloroso. Trató de acercarse, pero en un acto instintivo, di un paso retrocediendo. —¿Me temes? —indagó molesto, me hice la misma pregunta en mi mente y contesté negando con mi cabeza—. Por las personas que amo soy capaz de los peores crímenes. —El amor por tu familia, no debe ser excusa para matar. Dibujó una sonrisa que me hizo sentir mariposas en el estómago, al mismo tiempo que mi corazón se aceleraba. Distraída en mis pensamientos no me di cuenta cuando me tomó por la muñeca. Se quedó examinándola y su sonrisa se ensanchó, cerré los ojos porque era capaz de alterarme, podía olvidar con su proximidad que tenía otro destino. —Marena, Marena, ojalá tuvieras idea de lo que provocas en mí. — Seguí con mi mirada el recorrido desde su rostro hasta que acercó mi muñeca a su boca, sus labios tocaron mi piel dejando un beso y sus ojos de color castaño me traspasaron el alma—. Sé mía… Le quité la mano al mismo tiempo que toda la sangre se subía a mi rostro, él era una tentación y mientras rezaba, más creía que era una prueba. Sin embargo, mi corazón se empecinaba en sentir algo más. —Voy a ser monja —musité. Maurizio sabía que de algún modo era suya, se acercó negando con su cabeza para dejar un beso en ese espacio entre mi cuello y oreja. Me tambaleé con su contacto. —Serás mía…

Su afirmación no era en vano, lo sabía, sabía que mi corazón le pertenecía. Abro los ojos y me quejo del dolor, alguien acaricia mi cabello y observo a Juanito mirarme con compasión. —No debes provocarlo —comenta con voz ronca. Suelto un sollozo. —Lo iba a hacer tarde o temprano —contesto tratando de incorporarme y no puedo reconocer mi voz. El hombre inmenso me ayuda a sentarme y me ofrece una pastilla con un vaso de jugo, niego rechazándola, me duele tanto la tráquea, que no creo poder tragarla. —Tómala, te aliviará el dolor —me ruega y vuelve a dármela—. Es un calmante. Su voz es compasiva, puedo ver la empatía reflejada en sus ojos. Lo acepto y me trago el medicamento, cuando el paso el jugo siento un millón de clavos. —Ojalá me hubiese asesinado… —musito. —No lo provoques, solo desea conocerte y ser tu amigo —habla con voz calmada en italiano—. Él solo quiere que su hermana pueda ver un lado que nadie ve, solo no lo provoques para que no vuelva a ocurrir. Carraspeo. —No es mi hermano… —Lo es, pero él no sabe cómo demostrarlo y tú no sabes cómo aceptarlo. —Acaricia mi cabello—. Eres un ángel que nació en este mundo. Me estremezco. —Deseo estar sola —le ruego. Me obedece y me deja, trato de levantarme y me percato de que tengo la misma ropa que ayer, pero está manchada con mi sangre, mis brazos están de color purpura, pero no puedo dejar la cama. Sé que lo provoqué, que no debí hacerlo, pues sé de lo que puede ser capaz Valerio, solo que cuando está cerca de mí me niego a aceptar que es mi hermano y que comparto la sangre con un hombre que es capaz de dañar niños y personas inocentes por puro placer. Cierro los ojos aferrándome a los recuerdos desde que desperté. Maurizio seguro no me está buscando, tontamente me he estado aferrando a esa esperanza, pero ¿y si no le importa? Tan solo soy una chica que se le resistió, el juego del cazador y la presa funcionó hasta que me enamoré de

él y lo besé, pensé que iba a ser como en los libros que él me regalaba y viviríamos felices para siempre, pero no, me dejó ir porque no le importo. La puerta se abre y no tengo que adivinar de quién se trata, Valerio entra vestido con traje de color blanco y una camisa de seda color negro. Su rostro está lleno de arrepentimiento, cierro mis ojos y escucho cómo resopla. —Anabella… —Guardo silencio—. Anabella… —Me llamo Marena —le contradigo. Algo me impulsa a llevarle la contraria a pesar de que sé muy bien cuáles son las consecuencias de hacerlo. —No deseo golpearte de nuevo. Abro los ojos y puedo ver que está apretando los puños. Juanito entra con una bandeja con una jarra de zumo de naranja y una señorita a su lado. —Ella va a ayudarte a cambiarte y a estar lista —me anuncia—, hoy tendremos la cena de Navidad y deseo compartir la primera de muchas juntos. —Niego mientras mis lágrimas silenciosas corren por mi rostro—. Necesito que entiendas que soy tu familia, no soy el monstruo que crees. Sollozo. —Ibas a matarme… Y lo que sucede me deja sin habla, Valerio se desploma sobre sus rodillas y comienza a llorar. Toma mi mano y susurra que lo perdone, algo dentro de mí me dice que sí somos hermanos, aunque también me niego a creer que mi padre fue capaz de mentirme toda mi vida. —Perdón, perdóname, An…, Marena, te prometo que no volverá a suceder. Asiento y lo dejo llorar, mis lágrimas me queman, cuando alzo mi rostro puedo ver a Juanito que sonríe y asiente. ¿Será mi aliado? Tengo que buscar la manera de alejarme de Valerio, tal vez pueda jugar a que acepto todo esto, ganarme la confianza de todos y poder escaparme, llegar a cualquier lugar, alejarme de esta situación. —Lo haré… Esas dos palabras parecen aliviar la culpa de Valerio, los hombres salen dejándome a solas con la chica que me ayuda a bañarme, me visto con pantalón de lino y un suéter de punto color crema, me maquilla tapando los golpes y me regala dos pastillas.

—Son para el dolor y te ayudarán a desinflamar —comenta—. Tienes que aprender que Valerio es temperamental… —Gracias… —Todo pasará —me asegura. Sale dejándome sola y lo único que puedo hacer cuando me observo en el espejo es llorar en silencio. No puedo creer que mi vida cambió de la noche a la mañana, el día que decidí que amaba a Maurizio y el día que acepté que tengo un hermano y es un psicópata.

Capítulo 13 JUDE Mi vida cambió aquella noche que acepté salir con Luke, sin embargo, encontré el amor dentro de toda esta pesadilla. Perdí la noción del tiempo, ni siquiera sé dónde estoy, pero Valerio es lo único que me mantiene de cierta forma cuerda entre toda esta locura. Sé que no soy la única mujer en la casa, a esa sí le permiten salir de la habitación, en cambio a mí me tiene escondida y parece que le avergüenza que me vean, pero con el paso del tiempo creo que me he enamorado de él. Realmente me siento con una princesa cuando estoy entre sus brazos, fue mi primer hombre, mi primera vez y no me arrepiento de haber perdido la virginidad con él, estoy enamorada de mi captor y sé que eso es malo, que no es normal tener sentimientos por él, más cuando viene y me acaricia, asegurándome que me extraña… en esos momentos todo mi mundo se ilumina. Los primeros golpes me marcaron, pero con sus besos se fue desvaneciendo cada cardenal que dejó en mí. Muchas me dirían que es una relación tóxica, pero es lo único que tengo para sostenerme y no volverme loca, además quiero averiguar quién es la chica, ¿por qué le permite salir y a mí no? ¿Qué es lo que ve en ella y en mí no? ¿Por qué ella usa ropa cara y yo solo visto en lencería? Me asomo a la ventana para observar cómo cae la nieve, si estuviera en Virginia lo más seguro es que estaría jugando con mis hermanos, haciendo ángeles en la nieve o tal vez tendríamos una batalla, mi madre estaría cocinando algunas galletas de mantequilla y en la hornilla la olla con chocolate hirviendo. No sé qué día es hoy, solo sé que, si es diciembre, el veinticinco sería mi cumpleaños número dieciocho. Encontraré la manera de meterme en la vida de Valerio y así convertirme en la mujer de su vida, así tenga que destruir a la que tiene las libertades que a mí no me dan. La nieve me calma, no sé dónde estoy, pero esta época

me recuerda a casa. Las blancas Navidades, el calor de los abrazos de mamá. Tengo miedo porque me estoy enamorando de él y no sé si va a corresponderme. Estuvo de viaje y no ha regresado, ella tampoco ha salido más y el hombre que me alimenta me prohíbe asomarme a la ventana, pero todo lo prohibido es deseado y yo necesito conocer a la mujer que me roba la atención del hombre que amo. ***** Cuando lo veo bajar del auto siento felicidad plena, tengo semanas sin verlo, sin escucharlo y sin sentirlo. No puedo creer que sea dependiente del hombre que me tiene secuestrada. ¿Acaso estoy loca? Escucho los gritos de dolor de alguien y me desespero. Silencio… Silencio, ¿qué significa tanto silencio? Escucho el cerrojo abrirse y entra como un demonio, al verme sentada en la cama se lanza sobre mí y me golpea. Lloro… Grito… Le ruego que se detenga, pero Valerio está ciego por la ira. Me rompe la tanga y me penetra de golpe por mi ano, chillo de dolor. —Soy tu maldito hermano —grita. Esas cuatro palabras se convierten en su letanía mientras me viola, pensé que habíamos superado esa parte. Se derrama dentro de mí, mientras lo hace me muerde el hombro tan duro que rompe la piel. Parece que todo lo tiene planeado, no le duele hacerme daño y partirme el alma es algo que está dispuesto a hacer. Grito… Sale de mí y me gira, su camisa está abierta, me golpea, lloro en silencio, sé que me ama, que esto es solo una prueba más, cuando se da por satisfecho vuelve a abrirme las piernas, se desliza en mí con facilidad. —Dios, estás húmeda… —murmura con voz gutural—. ¿Te gusta que te golpee? No contesto y gimo cuando comienza a moverse, me hace el amor fuerte y me dice palabras obscenas que no me atrevería a repetir. Valerio es todo lo que necesito para ser feliz y lo sabe. *****

Despierto y apenas puedo abrir los ojos, siento el calor de su cuerpo a mi lado. Tuvo que tener un mal día, sé que en el fondo me ama, cuando es bueno cuida de mí, es cariñoso, me trata bien. —Sé que estás despierta —me dice en voz alta. Me tenso porque tengo miedo de que me haga daño. —No puedes asomarte a la ventana, no pueden saber que estás aquí. Sus palabras me hieren, pero al mismo tiempo usa un tono de preocupación. Me acaricia y cierro los ojos, su contacto hace que mi piel se resienta. —Jude… —¿Ella es tu esposa? —musito asustada. Valerio no responde y me golpea nuevamente, dentro de mí vuelve a romperse algo y pienso en hacerle pagar a ella cada maltrato, cada palabra y cada desprecio que sufra del hombre que amo. —Nunca más hagas preguntas que no te voy a responder… Su advertencia no me da miedo, me hace el amor y se complace al ver que lo recibo húmeda. No sabía que el amor podría ser un boleto cercano a la muerte, no es como lo pintan en las películas, pero me gusta estar con él, lo necesito.

Capítulo 14 VALERIO Juanito

trae a Anabella y la ayuda a sentarse a mi lado, mi dulce hermana es tan parecida a mi madre, parecen dos gotas de agua, creo que hasta en el carácter. Si ella supiera lo que me lastima su rechazo no lo haría, puedo ver debajo del maquillaje los cardenales que le he dejado en la piel, también que su cuerpo está maltrecho por mis golpes. Es tan bella… Si no fuera porque es mi hermana, la violaría y la haría mía, me gusta, es preciosa, sus labios son apetecibles, su cuerpo es el de una mujer que necesita ser enseñada quién es el que manda. —Tengo muchos regalos para ti, hermanita, y no sabes lo emocionado que estoy de pasar estas Navidades contigo. Trata de esbozar una sonrisa, pero falla y me doy cuenta de que finge. Chasqueo mis dedos y le hago señas a Juanito para que traiga la primera caja. —No necesito nada material, porque si de verdad me quisieras, me darías mi libertad. Suelto una carcajada por sus ocurrencias, ya que nunca le daré la libertad, tendrá que acostumbrarse a mí y a verme todos los días, a olvidarse de que alguna vez fue Marena Calabrese y de que alguna vez tuvo contacto con los Lombardo. Juanito coloca la caja frente a nosotros y la tapa se mueve, mi hermana retrocede asustada y vuelvo a burlarme de ella. Me levanto para abrirla bajo su atenta mirada, saco de ella un cachorro de raza Yorkshire. Se lo ofrezco como ofrenda de paz y ella lo toma entre sus brazos. —Ya que pasarás el mayor tiempo sola aquí en casa, Juanito pensó que sería buena idea darte un cachorro, no me gustan los animales, pero con tal de complacerte te daré todo lo que pidas. —Gracias —musita. —No soy el malo, me ves así por toda la venganza que planeo contra los Lombardo, hermanita, tienes que darte cuenta de quiénes son los malos aquí

y sé que viviste un tiempo con ellos, que crees conocerlos, pero…, ¿realmente los conoces? —Tomo con fuerza su mano porque se resiste a dármela—. Anabella, ahora solo nos tenemos el uno al otro y estoy aquí para protegerte, aunque no lo quieras ver. Me fulmina con la mirada y trata de zafarse de mi agarre, pero no se lo permito mientras la sostengo con muchísima fuerza. —Si les haces daño a ellos, me lo harás a mí y nunca voy a poder quererte. La suelto mientras le doy un golpe seco a la mesa, se sobresalta por mi arrebato y me levanto para dejarle claras las cosas, poco a poco voy acercando mi rostro al suyo, me percato de cómo sus ojos verdes se llenan de miedo. —Vito Lombardo es el único culpable de que nuestra madre esté muerta y de que nunca la hayas conocido. —Apunto con mi dedo índice en su sien —. En tu cabecita estúpida tienes que aprender que los cuentos de hadas no existen y que ellos solo te estaban utilizando para conseguir el apoyo de tu padre, dudo que un hombre como Maurizio Lombardo se enamore de una chiquilla como tú. Y para mi sorpresa saca la casta que lleva por dentro, ya que por su sangre corren dos dinastías de las mafias más importantes de toda Italia. Me empuja con fuerza y coloca al perro en el piso, esbozo una sonrisa esperando con ansias lo que va a decirme. —Primero, no sé cuántas veces tengo que repetirte que me llames Marena y no Anabella. Segundo, para qué remover el pasado si ninguno de los dos sabe la verdadera historia y quien podría contárnosla, tú lo asesinaste. Tercero, si quieres ganarte mi maldita confianza, aprende a respetarme, porque si Maurizio está enamorado o no de mí, creo que es mi maldito problema y no tuyo. Comienzo a reírme y la aplaudo, eso parece molestarla un poco más, sin embargo, me asusto cuando se tambalea y Juanito tiene que correr a socorrerla. —Mañana podrás abrir todos tus regalos, ve a descansar y piensa que eres la única culpable de estar así. Ganaste una batalla, comenzaré a llamarte Marena, pero no pretendas que voy a complacerte en cuanto a los Lombardo, todos ellos tienen que morir empezando por tu amado Maurizio. Mi mano derecha se la lleva hasta su habitación junto a su nueva mascota, tomo la cena solo mientras pienso que tengo que hacerme cargo de

la Camorra, soy el capo, aunque ellos crean lo contrario. —Me voy de viaje unos días, espero que ese tiempo te sirva para pensar bien las cosas. ***** Subo al yate junto a mis hombres y a Jude, no pude dejarla después de descubrir que se humedece por mis golpes, ha sido una de las mejores adquisiciones en mucho tiempo. Marena se ha quedado en Èze, la dejé al cuidado de Juanito que parece disfrutar la compañía de mi obstinada hermana. Escolto a mi esclava a la habitación y le advierto que debe pasar desapercibida. Salimos y en el mismo puerto entramos a otro barco, uno menos llamativo que el mío que está bautizado como Anabella. Bajo la cubierta me espera un grupo de palis y en una silla está Vincenzo De Luca, el traidor que ha tratado de tomar mi puesto. Todos creían que había huido como una cucaracha asustadiza, solo estaba estudiando los movimientos de mis adversarios, consiguiendo lo que deseaba. El día de hoy daré un mensaje a los camorristas de que conmigo no se juega. Vincenzo tiembla al verme, solo hago una seña y colocan frente a él una silla. Me siento mirando mis anillos. —Vincenzo, las ratas en la Camorra siempre terminan mal… No contesta nada, se queda callado. No pienso mancharme el traje, pero disfrutaré de que le hagan todo lo que les pida. —Sabías que varias familias estaban en mi contra, imagino que ustedes también son los culpables de la muerte de mis padres y hermanos, todo se sabe y Tocci solo me ayudó para evitar que lo asesinara. —Debimos eliminarte a ti también —me grita desafiándome—. Eres un maldito inepto que está jodiendo la organización. Al mismo tiempo de que me levanto, uno de mis hombres se acerca y con un tubo golpea su cuerpo hasta que escucha romperse sus huesos grita del dolor y sonrío. Aunque no soy un Caputo, fui criado como uno, mientras la verdad de mi origen no se conozca, voy a ser el digno hijo de Mariano, él nunca perdonó a los traidores y no pienso ser diferente. —Los Lombardo están negociando contigo, pero la paz no está en juego, ellos tienen una vendetta pendiente y pienso cobrarla, así que escogiste un mal bando.

—¡Las familias no te apoyan, tienes una guerra dentro de la Camorra! — espeta. Me cae bien este hombre, que a pesar de conocer su suerte tiene las pelotas de enfrentarme. —Cortaré, quemaré y haré todo lo que puedas imaginar y más, a aquellos que crean que pueden desafiarme. Lo sentencio a muerte, mis hombres me acompañan a una mesa y me siento a comer, los demás lo levantan y comienzan a golpearlo, disfruto del espectáculo hasta que uno de ellos toma un hacha y le corta los brazos, la sangre comienza a correr mientras disfruto de un buen y jugoso bistec, me río cuando le cortan las piernas y solo queda su torso con su cabeza. Paso la focaccia por los jugos que dejó la carne y comienzo a carcajearme. —Giuseppe, vamos a ver, sorpréndeme, ¿le cortarás la cabeza? ¿Lo quemarás? —Meto el trozo en mi boca y sin masticar hablo—: Mejor lo abres en canal, quiero que todos vean sus vísceras. Giuseppe Scala, uno de los jefes más jóvenes, me obedece y lo hace. Al terminar me levanto y traen a los tres hijos de Vincenzo, no cometeré los mismos errores que su padre. La hija al ver el cuerpo grita desesperada, sonrío y es que desde Mario murió, no he disfrutado de ver cómo es violada una mujer. —Giuseppe, ¿a esa perra puedes sodomizarla? Y sabe que no es una pregunta, que es una orden. Sin embargo, no la cumple él y delante de sus dos hermanos, cuatro de nuestros palis la desnudan y la violan. Sus gritos retumban en el barco, se desmaya varias veces hasta que les ordeno que se detengan, disfrutando de la excitación me acerco y la estrangulo hasta que le rompo el cuello. —Quiero que los quemen vivos esta noche —indico señalando a los dos hermanos restantes—, pueden dejarlos cerca de su casa, que todos entiendan el mensaje de que soy el Jefe de la Camorra. Mis hombres obedecen, cuando los sacan Giuseppe se acerca a mí y me habla: —Puedo fingir ser amigo de los Lombardo y traerlos hasta a ti… Si algo me gusta de mis hombres, es su iniciativa. —Por ahora no —contesto—, tengo algo que ellos desean y tarde o temprano terminarán llegando a mí.

Giuseppe asiente y se me ocurre una idea, los Scala son la segunda familia más influyente de la organización, podría casar a mi hermana con él, aunque la idea de que otro hombre la folle, me da asco. No obstante, necesito asegurar que todos tengan el mensaje correcto. Salimos del barco y damos un paseo por las calles de Nápoles en plena luz del día, vamos hasta uno de los barrios de los traidores y encontramos a Gennaro Busiello, aminoramos la velocidad cuando dos de los palis se bajan del todoterreno que nos custodia y le disparan a quemarropa frente a su restaurante favorito. Bajo el vidrio para que puedan ver quién es el autor intelectual de todo. De cinco van dos y luego volveré a ser el señor de mi amada ciudad. Converso de negocios con Giuseppe, estudio cada una de sus respuestas y analizo su comportamiento, tengo que sacar a Marena de la casa o la terminaré violando, nunca me perdonaría hacerle eso a mi hermana. La amo, pero también la deseo. Así que tengo que buscarle una solución, además sería un golpe más para Maurizio Lombardo, nadie busca hasta debajo de las piedras a alguien sin ningún interés, pero primero muerto antes de permitir que mi hermana se una a los malditos que ocasionaron la muerte de mi madre. ***** Todos en esta vida tenemos un precio, siempre tendremos traidores alrededor, eso significa que hasta la propia familia es capaz de traicionarnos. Nicola Calabrese fue quien junto a Víktor me contaron la verdad sobre mi hermana. Aunque mi tío, qué raro suena esto, tenía dudas, el parecido con él es innegable y por mis venas corre su sangre. Nico traicionó a Enzo creyendo que no hizo suficiente para regresarle a su amada Gianna. Víktor se aprovechó de su dolor y le mintió descaradamente, ahora mi tío cree que no tuve nada que ver en el secuestro de mi prima. Y soy un Judas al igual que él. Mis intereses son mayores, destruiré a mi verdadero padre y lo haré pagar los años de desprecio, las violaciones que sufrí de niño por parte de Mariano, los golpes, los insultos y todo lo que tuve que vivir en mi infancia. Ya tengo un lugar en el infierno, así que no me importa cometer un crimen más. Mi tío se sienta frente a mí en el salón principal de mi yate.

—Supe que Enzo sobrevivió a mi ataque —le comento a modo de saludo —. Parece ser que mi papi tiene más vidas que un gato. Lo detallo y puedo ver que el peso de la culpa no lo deja. Se está arrepintiendo de su traición. —Tienes que dejar ir a Marena, seamos sinceros, a quien deseas asesinar es a mi hermano, pero ella… —titubea al ver cómo voy dejando lentamente mi vaso en la mesa—. Mi sobrina es tan inocente como tú, ninguno de los dos sabía que mi hermano guardaba tantos secretos. Pongo los ojos en blanco. —Anabella está a salvo y feliz, le está costando un poco adaptarse a su nueva realidad, ¿acaso me crees capaz de dañar a mi hermana? —Valerio… —Querido tío, sabes que puedo oler el miedo en ti, también la traición… —me burlo mientras camino—. Mi padre querido descubrió que eres un traidor y viniste corriendo a resolver todo. —Se remueve incómodo en su silla—. No me puedes engañar, pero no te preocupes que tú y yo le daremos el mensaje correcto a mi adorado papá. Le hago señas a mis hombres, ellos lo toman y lo golpean mientras disfruto de un buen trago.

Capítulo 15 MAURIZIO Todos estos meses soñé con la oportunidad de estar a solas con Marena, que Enzo permitiera tal hazaña fue un premio, pero sabía que todo lo que te dan en la mafia tiene un precio, por lo que estoy seguro de que este me costará muy caro. Mantenerme lejos de Lombardía se estaba haciendo cuesta arriba, sin embargo, eran esos pequeños momentos que compartía ella su lado, los que me llevaban a creer que realmente estaba enamorado de ella, pero el miedo y el orgullo de aceptarlo era algo que simplemente me paralizaba y no quería verlo. Amaba a Marena, sin tocarla, sin besarla y saber que ella podría hacerme sentir que tengo el derecho de algo bueno en mi vida, me motivaba a ser una mejor persona, aunque dentro sabía que era algo imposible. Recuerdo la ansiedad que sentía mientras la esperaba en el hall del teatro a que llegara, estaba impacientándome pues sabía que su padre podría cambiar de parecer. Los dos habíamos movido muchos hilos y contactos, poseer una fortuna tiene sus privilegios, como poder disponer de un teatro entero. Nunca había cortejado a una mujer, no había tenido la necesidad, normalmente las mujeres venían a mí. Unas con las ansias de vivir la adrenalina de la mafia, otras que solo deseaban fortuna y otras pensando que podría ofrecerles un cuento de hadas, cuando en realidad solo deseaba follarlas. Podía saber cuándo ella estaba cerca, aquel magnetismo que me atraía a su presencia, giré lentamente mi cuerpo y la vi entrando, se cortó mi respiración ante su visión. Si antes pensaba que mi dulce princesa era hermosa, al verla lo confirmé una vez más, lucía un vestido tipo bailarina, dejando sus brazos al descubierto y el corpiño entallándole la cintura, realzando su silueta de reloj de arena. Puedo recordar cómo se sentía la tela entre mis dedos, cómo su cabello recogido realzaba su cuello y unos tacones hermosos que la hacían verse más estilizada. Cuando llegó a donde la esperaba, mi corazón parecía que iba a salirse de mi pecho. Sonrió y le

correspondí de la misma manera, tentado a hacerla mía tomé su mano y besé sus nudillos, casi rozando mis labios. Fue en ese instante cuando me di cuenta de que ella también luchaba por ese amor platónico que emergía entre los dos. —Estás preciosa —musité ofreciéndole mi brazo, trató de recomponerse y aproveché el momento para asegurarle—: Esta noche disfrutarás de algo nunca visto y solo estará para nosotros. —Gracias —contestó tomándolo. Crucé mi brazo para posar mi mano sobre la suya y al tocarla un corrientazo me atravesó, los dos nos miramos y ella me esquivó. Aquello era todo lo que había leído, ¿será que los grandes autores escribieron sobre aquellos amores imposibles? Con aquel pensamiento la escolté hasta nuestro palco, aunque el teatro estaba solo para nosotros, alrededor había un centenar de hombres protegiéndonos. Enzo nunca nos dejaría a solas y menos sin protección. —Espero que te guste lo que he preparado… —Maurizio, me gustará —aseguró con una sonrisa—. Solo vivir la experiencia de salir de casa a algo diferente que no sea el convento, ya es un placer. —Sé mía y vivirás momentos como este, sé mía y prometo ser un mejor hombre… Nos detuvimos frente a la puerta de nuestro palco en la pequeña antesala a este, al percibir la intimidad en el lugar no me aguanté más y la envolví entre mis brazos. Sostuvo la respiración y me acerqué sigilosamente a sus labios, rocé los míos contra los suyos. —Te haría feliz, te llenaría de riquezas y solo te pido que me regales un minuto de tu tiempo. Se alejó de mí y sus palabras me hirieron: —Pero no me amarías, soy para ti un reto y cuando me tengas vas dejarme… —Ten un poco de fe en mí… Me dejó y se adentró al palco, nos sentamos e inició el Preludio de La Traviata, se giró para mirarme, asentí sonriendo porque apenas dos días antes le coloqué uno de los actos. Mi amor por las artes provenía de mi madre y era feliz al tener a dónde escapar cuando mis propios crímenes me atormentaban.

Disfruté de las voces mientras no dejaba de admirar cada una de sus reacciones, cuando culminó el primer acto se levantó para aplaudir emocionada. Los actores salieron a agradecerle, mientras lo hacía me acerqué para susurrarle: —Estás radiante como un diamante cuando eres feliz. —Percibí cómo su piel se erizó—. Quiero hacerte feliz todos los días de mi maldita vida. Escondió su mirada y sus mejillas se tiñeron de rojo, nos volvimos a sentar y le ofrecí una copa de vino, pero la rechazó, en cambio yo, tenía que tomar algo pues se me había secado la garganta con tan solo olerla. Su aroma era embriagante y mi mente viajaba por muchos escenarios. —Puedes ir al baño si lo deseas —le comenté. Los dos necesitábamos del espacio, salió tan aturdida que me dio un momento para respirar. Tenía razón, lo nuestro podría ser efímero, porque la deseaba como mujer, pero al mismo tiempo sabía que era perfecta para mí, que solo ella podía sacarme de la oscuridad en la cual siempre había danzado. Marena podría ser mi igual, la dueña de mis noches, aquella velada comprendí a mi hermano y el amor tan grande que sentía por Giovanna, pero sentir que la podía amar me daba miedo, porque los dos teníamos mucho que perder y si la perdía a ella, mi mundo se acabaría. Regresó segundos antes de que comenzara el segundo acto y no podía dejar de observarla, me sabía a medida que Violetta empeoraba y Alfredo luchaba contra sus celos, mi dulce niña comenzó a llorar en silencio. Tomé su mano y cruzamos nuestras miradas, por ella estaba dispuesto a sacrificar todo lo que significaba la mafia para mí. Cuando finalmente Violetta murió en los brazos de Alfredo y se cierra el telón, nos levantamos para aplaudir, todavía no encendían las luces, me acerqué para borrar con mis pulgares sus lágrimas. —Maurizio… —murmuró. —Déjame, solo así puedo sentir que eres mía… —Maurizio… Todo su cuerpo se estremeció por mis palabras y acaricié sus brazos desnudos. Encendieron las luces y me alejé, como el caballero que intentaba ser le ofrecí mi brazo para irnos. Afuera nos esperaban los hombres de Enzo, si nos habían visto no me arrepentía, porque esos pequeños contactos solo me llevaban a amarla un poco más. Al estar sentados en el todoterreno que nos llevaría de regreso a casa, murmuró: —Gracias…

Tomé su mano para besarla, estaba jugando a morir, pero no me importaba nada. Sabía que nos estaban observando. Me demoré un poco más y ella escondió su mirada. —Para ti todo, Marena, para ti todo… Y con esa promesa en el aire viajamos en silencio hasta la finca de su padre. Se bajó corriendo y cuando estaba a punto de subir a la habitación escuché la voz de Enzo: —No puedes tenerla… —Eso es lo que tú crees, tu hija será mía y solo es cuestión de tiempo. Se echó a reír burlándose de mí, pero en aquel momento los dos sabíamos que Marena y yo terminaríamos juntos tarde o temprano. —Maurizio… La voz de Alessandro me saca de mis pensamientos, me levanto de la cama y me estremezco por una de mis nuevas heridas. Cada enfrentamiento me deja un recuerdo, un dolor más, un recordatorio claro y constante de que no puedo tenerla. Mi hermano se acerca a ayudarme, esta vez tengo una cicatriz que recorre parte de mi costado. —Dime, ¿alguna noticia? —inquiero. —Sí, pero no de Marena… —¿Qué sucede? —Enzo te espera abajo. Me pongo la camiseta y bajamos, el rostro de mi socio y de Matteo están completamente desencajados. Hace dos noches les tendimos una emboscada a los hombres de Valerio, nunca había encontrado palis tan fieles como los que tiene el hijo de puta, parece que todos están dispuestos a morir por él. Alessandro pasó las Navidades lejos de su familia y me odio por eso, por dejar ir a Marena. A veces me aferro a los recuerdos para no perder la cordura. Me siento en uno de los sillones y Matteo me entrega un iPad, le doy reproducir. Varios hombres golpean a otro que no se logra distinguir, quien los graba se ríe con desprecio. Cuando enfoca puedo ver que se trata de Nicola Calabrese, me quedo de piedra y no tengo qué adivinar quién es el maldito que está grabando, le da vuelta al teléfono y se enfoca. Valerio Caputo sonríe y antes de hablar se ve cómo sale del lugar, es extraño, pues le gusta tener público y lucirse, pero cuando por fin comienza su discurso entiendo por qué se aleja. —Mientras ustedes tratan de atraparme, estoy haciendo de las mías y, papito querido, los traidores pagan con sangre y mira lo que le

hago a mi tío. —Se ríe—. Los traidores de la sangre tienen un lugar reservado en el infierno, por eso tú, Enzo Calabrese, no te librarás de todo lo que tengo planeado para ti, me dejaste con un maldito, no te preocupaste por mí; mi madre murió y me robaste a mi hermana, descubrir que soy un maldito Calabrese y no un Caputo movió mi maldito mundo y te haré pagar por ello. —Sonríe de manera siniestra—. Mi dulce Anabella te odia y poco a poco lograré que odie a todos, ¿sabes? Ella entenderá a golpes que todos son unos malditos. En ese preciso momento enfoca y puedo ver cómo desmiembran a Nicola Calabrese, finaliza la grabación y me levanto para tomar de las solapas a Enzo, pego mi frente a la de él y le pregunto: —¿Valerio es tu hijo? Enzo niega. —No lo sé, no lo sé —contesta y por primera vez pierdo los estribos y le doy un puñetazo en la quijada. —¡Dinos la maldita verdad! —Lo zarandeo—. ¡¡Dinos la maldita verdad!! Matteo me aparta y me aleja, obligándome a sentarme. —Cuando conocí a Giulia solo tenía a Leonardo, pronto comenzaron nuestros encuentros, podría ser mi hijo, pero cuando ella salió embarazada de Valerio se alejó y no estaba dispuesto a rogarle a una mujer… —Entierra su rostro en sus manos—. Les juro que, si hubiese sabido que era mi hijo, otra sería la historia. —¡Dios mío! —murmura Alessandro—. Esto es un desastre. —Valerio es un manipulador y tenemos que andarnos con cuidado, esto es un juego mental y todos lo sabemos. —Matteo toma la palabra mientras deseo asesinar a Enzo—. Él fue entrenado por Víktor después de la muerte de su padre, Tocci creyó que terminarlo de criar le aseguraría su lealtad, pero Valerio solo se es leal a sí mismo, hemos descubierto tantas cosas de él que no podemos confiarnos, tal vez asesinando a Nicola solo desea perturbarnos. —Todo lo que le hizo a Alan, lo que logró con Angelo… y además consiguió infiltrase en la organización, no estamos enfrentándonos a cualquier hombre, Valerio Caputo tiene años estudiándonos —agrega Alessandro. —Solo deseo encontrar a Marena y si tiene un solo golpe en su piel, lo asesinaré, lo cortaré de canal. —Me levanto—. Tu hija es mi mujer, la dejé

ir pensando que podría salvarla, pero es mi mujer y me arrepiento de todo, debiste decirme la maldita verdad, me mentiste y nunca te perdonaré, me usaste para tratar de protegerla y, mira, solo lograste que la enviara directo al infierno, pero por mis padres y por Santa Rosalía que cuando esté de nuevo a mi lado, nunca más te acercarás a ella, ¡porque te mataré! Y no lo hago ahora, porque sé que te necesito. Me giro y salgo del salón, estar en la sola presencia de Enzo me enloquece. Todos los malditos secretos lo único que hacen es ponerme un paso más alejado de la mujer que amo. Necesito encontrarla, necesito que ella esté bien y poder respirar tranquilo. Escucho unos pasos seguirme y no tengo que adivinar para saber que se trata de mi hermano. —Mau… —Ale, por favor, necesito estar solo —le exijo deteniéndome mientras aprieto mis puños. —Yo estuve en el mismo lugar que tú, sé lo que sientes y estoy aquí para ayudarte… —No lo supe ver, mi miedo me llevó a alejarla, no deseaba vivir lo mismo que tú y mírame, estoy en una pesadilla. —Este es nuestro mundo, amar nos puede destruir y nuestros enemigos lo utilizan en nuestra contra.

Capítulo 16 VALERIO Giuseppe Scala no para de hablar de la organización, a mi lado está Jude. La he dejado salir de su cautiverio, ella es la que calma mis deseos más perversos y todo lo que deseo hacer a mi propia hermana. Anabella me obsesiona desde el mismo momento en que traté de asustarla en la iglesia, me excitó saber que podía joder a Enzo violando a la mujer de su vida, pero sobre todo dañándola a ella, pero en ese instante pensé que estaba viendo un fantasma y me tocó serenarme, imaginaba que aquel parecido con mi madre no era casualidad. Fue cuando Víktor me mostró todo lo que había descubierto que me di cuenta de que por dieciocho años pensé que mi hermana había sido asesinada. Lucho constantemente con los pensamientos de abrirle las piernas y violarla, de enterrarme en su culo y escucharla gritar rogándome que me detenga, que grite piedad, pero recuerdo que mi madre me mataría si hiciera algo así. No me importa joderles la vida a mujeres como Jude, muy pocas valen la pena, la mayoría nacieron para servirnos a los hombres, porque me divierte escuchar sus gritos, me excita saber que soy superior a todas ellas. Mis víctimas a veces son de una noche, eso sí, disfruto cuando les corto la garganta y las asesino. Junto a Mario descubrí el poder de follar un cadáver, era algo que corría por mis venas, era como si fuera un ser supremo. También amo los momentos que tengo al lado de Juanito y lo confieso, lo amo, amo a un hombre que es capaz de aguantar cada humillación y se entrega a mí. Jude se remueve incómoda y me toca la pierna, niego tratando de volver a la realidad. Scala se queda mirándola y me molesta. —¡Ve a la habitación! —le ordeno entre dientes, ella se levanta sin chistar, uno de mis palis la sigue—. Nunca más mires a una de mis mujeres así. Mi socio abre los ojos, asiente sin decir nada más. —¿Escuchaste lo que te pedí? —me pregunta.

—No, estaba pensando en otras cosas. —Me levanto y camino por el salón del yate—. Tengo una hermana. —Pensaba que estaba muerta… Lo fulmino con la mirada cuando pronuncia esas palabras, sé que muchos piensan que soy un peligro para la organización, pero soy lo mejor que le puede suceder y lo estoy demostrando vengándome de todos aquellos que me están traicionando. —Vive, me gustaría que pensaras casarte con ella. Giuseppe se levanta y en su rostro puedo ver todo el repudio que siente por mí, sonrío, porque a pesar de que está a mi lado apoyándome, no le caigo bien y solo sigue las órdenes de su padre. —Me tengo que retirar. Suelto una carcajada. —Haz lo que desees, pero vete… Antes de salir le digo: —Jude es una puta, así que pierdes tu tiempo mirándola, en cambio te estoy ofreciendo a mi hermana y eso vale más que cualquier otra cosa. Sale ignorándome y me río, voy hasta la habitación y follo a Jude como una zorra. La golpeo hasta que pierde el conocimiento y ella se humedece, lo que me da la razón. Hay mujeres que son unas malditas perras y esta es un ejemplo de ello. ***** Llego a la casa y mientras Juanito me da el parte de todo lo que sucedió en mi ausencia, el maldito perro que le regalé a Anabella no para de ladrar causándome dolor de cabeza. Lo pateo para que salga y el hombre en el que confío termina de narrarme lo acontecido. Sé muy bien que me odia y aprovecha el tiempo que estoy fuera para acercarse a mi hermana. No escucho nada, solo los ladridos del estúpido animal que me molesta. —¡Haz que se calle el maldito animal! —bramo. —Spike, ven… —lo llama. Sin embargo, el animal lo desobedece y me ladra como si fuera capaz de leer cada uno de mis pensamientos, suelto un bufido y me levanto. Pateo al perro que llora herido, me río con ganas. —¡Valerio! —me llama Juanito. Me acuclillo frente a Skipe, odio a los animales, el gato que tuve mi hermano lo decapitó frente a mí. Escucho a Juanito llamarme mientras lo

tomo por cuello y chilla desesperado. Saco mi daga y recuerdo cómo Mariano tomó a mi mascota, puso el cuchillo y le quitó la cabeza. Juanito toma mi mano tratando de detenerme y lo miro desafiándolo a que se atreva a pararme. Me suelta lleno de miedo y lo hago, le corto el cuello a Skipe, sin pensarlo dos veces tiro al animal en suelo y salgo disparado a ver a Anabella. Abro su puerta con cuidado de no despertarla, son más de las dos de la mañana. Duerme con la luz encendida, me imagino que temiéndome. Me acerco a su cama y la contemplo mientras duerme, camino hasta el cabecero para acariciar su cabello y escucho que musita: —Maurizio… La sangre me hierve, porque los malditos Lombardo no solo han jodido mi vida desde hace años, si no que ahora tengo que soportar que ella ame a uno de ellos. De alguna manera siempre ganan cuando deberían estar perdiendo. Anabella se gira y uno de sus pechos se sale de su camisón. Su pezón rosado me llama como una frutilla que debe ser saboreada, me excita tenerla así. ¿Por qué debo cohibirme? ¿Qué es lo que me detiene de hacerla mía? Juntos podríamos ser indestructibles, solo nosotros conocemos la verdad de quienes somos, sería unir finalmente las organizaciones de las mafias y demostrar mi soberanía. Me devuelvo sobre mis pasos y paso el pestillo de la puerta, pero al último momento me arrepiento y salgo. Tengo que pensarlo muy bien, hacerla mi mujer sería algo que podría cambiar mi vida entera, amarla como lo hago, protegerla como lo estoy haciendo, alejarla de las malditas alimañas que son los hermanitos Lombardo. Juanito me espera con el rostro pálido en el pasillo y le digo: —¿Qué haces aquí? —No lo hagas —me pide como si pudiera leer mis pensamientos—. No le hagas eso a ella. Suelto una carcajada. —Uno de estos días voy a olvidar lo mucho que te amo y te voy a pegar un tiro… —Valerio… —Anabella será mi esposa y eso está decidido. —Abre los ojos sabiendo que no tengo límites—. Podría follarlos a los dos. —Me acerco y lo agarro por la polla—. No te preocupes, que tengo suficiente amor para los dos. — Ver el asco en su mirada enciende mi sangre, ¡no tiene derecho a

prohibirme nada! ¡¡Yo soy el rey de este maldito imperio!! Lentamente giro ante la mirada atormentada de Juanito quien se ha dado cuenta de que acaba de sentenciarla. Mientras camino desabrocho mi cinturón, el desafío me puso duro...

Capítulo 17 MARENA Valerio lleva una semana fuera de la casa, he contado los amaneceres y los anocheceres, trato de ir al ala en donde tiene su habitación, pero está custodiada, ella ya no está ahí, veo en dirección a esa ventana cuando salgo a caminar en compañía de Juanito, pero las cortinas están corridas y solo puedo ver la oscuridad propia de lugar. Hoy la nevada no me ha dejado salir, necesito tanto a mi padre y a Maurizio. Deseo saber si Luciano ya aprendió a hablar, extraño las cartas de Giovanna. Necesito a mi familia, estoy sentada frente a la ventana mirando caer la nieve cuando escucho que quitan el seguro de la puerta. —Te traje comida —anuncia Juanito. —No tengo hambre —le aseguro. Deja la bandeja en la mesa cerca de mí y se sienta en el sillón, este hombre que estoy segura de que es capaz de asesinar a otro con tan solo mirarlo, parece que es el único que tiene conciencia entre el centenar que me custodia. Me quedo observándolo y él parece avergonzarse. —¿Qué haces aquí? —pregunto—. Sé que eres igual que él, que mi padre y el hombre que amo, pero en ti hay algo bueno… Sin decir nada abre su camisa y me muestra un rosario bañado en oro. Se lo saca y me lo entrega. —Yo al igual que tú crecí engañado por mi propio padre, viví en la hacienda más hermosa que puedas imaginar, el agave crecía alrededor y el tequila se destilaba muy cerca. —Pierde la mirada—. Una noche una turba encendió lo que tanto amábamos y ante mis ojos uno de los hombres de Joaquín “El Chapo” Guzmán, uno de los narcotraficantes más poderosos y sanguinarios de mi país, asesinó a mi padre, tenían una deuda pendiente, parece que todos tenemos secretos. Trato de tocarlo, pero no se deja. —Este rosario era de mi abuela, como tú no tuve madre. —Me lo entrega—. Allá en México creemos en la Virgen de Guadalupe. —Los dos guardamos silencio por un rato y me quedo observando la medalla que tiene

el rosario—. Me llevaron con el Chapo y me hice uno de sus hombres, un día llegó Valerio para hacer negocios, ya había perdido mi alma asesinando por el mismo hombre que mató a toda mi familia, necesitaba una salida y él me la dio, rescató a mi hermana de ser vendida como esclava sexual y a cambio le entregué mi alma, mi cuerpo y mi vida entera. —¿Lo respetas? —inquiero. —Lo odio, odio en lo que me he convertido por culpa de ellos, era matar o morir, preferí vivir sin alma… Suspiro. —Mi padre era un asesino, con su dinero yo trataba de lavar sus pecados, pero siempre supe que era una mala persona —sollozo y todo se me nubla—. Lo amaba, me cuidada y me quería, no era un mal padre y él… El aire comienza a faltarme, todo comienza a ponerse negro, todos los recuerdos del día que comenzó mi desgracia empiezan a golpear mi mente, puedo ver cómo Valerio asesina a mi padre, cómo sus hombres matan a Sor María. Unos brazos me envuelven, unos fuertes, y por segundos imagino que es Maurizio, pero sé que no es él y algo más en mí se rompe. —¡Ayúdame! —le ruego. —No puedo, lo siento —me asegura con voz ronca. —Déjame ir con ellos… «Con él…», murmuro en mi mente. —Respira profundo —me pide con voz dulce y va soltándome—. Respira… Hago lo que me pide y en unos minutos puedo volver a la normalidad, abro los ojos y me encuentro con los de él, son del color café, esboza una sonrisa triste y toma mi mano en donde tengo su rosario. —No lo provoques, no va a medirse y creo que él tiene una obsesión malsana en ti, por favor, no lo provoques y déjame protegerte. Su petición me duele, sale de la habitación y me permito llorar, por toda mi familia, por los seres que amo, por mi prima, por mis tíos, por mi padre y por los Lombardo. No estoy segura de si volveré a verlos. ***** —No deberías estar sola… Esa voz no la reconozco, pero hace que se me erice la piel. Abro los ojos y enfoco al altar, no deseo saber quién fue capaz de saltarse a los hombres de mis padres.

Escucho sus pasos acercarse y mi respiración comienza a acelerarse. Se sienta a mi lado y giro mi rostro, el hombre abre sus ojos. —Mamma… —murmura impresionado. Es alto, robusto, calvo y en sus ojos oscuros puedo ver la maldad reflejada. Trata de tocarme, pero me encojo alejándome y me levanto. —Los hombres de mi padre deben estar por venir —le advierto. Se ríe, nadie vendrá, alguien ha traicionado a mi padre. —Podría secuestrarte —murmura y su afirmación me tensa—, pero prefiero que me conozcas, imagino que nadie se te acerca. —Acorta la distancia, arrimándose a mí de nuevo, me atrapa entre sus brazos, se aproxima a mi oído e inspira—. Tu piel y toda tú tienen aroma a virginidad. Me suelta alejándose y comienza a reírse. Me aparto tratando de salir de ahí, pero antes de que pueda irme, me detiene su voz. —Dale saludos a Enzo y dile que Valerio Caputo te desea. —Lo pagarás caro por tu osadía. —Tienes fuego en tu mirada, será divertido cuando me entierre en ti. — Palidezco por sus palabras y él chasquea su lengua contra el paladar—. Ser monja no está en tu destino, pero lo que sí está es que serás mi perra. —¡Eres un maldito! —lo insulto y me sorprendo cuando esas palabras salen de mi boca. Se echa a reír burlándose de mí. —Marena Caputo, suena exquisito y serás mía, porque así lo he decidido. Lo fulmino con la mirada y me enfurezco. —Antes me suicidaría, sé quién eres y pagarás caro lo que le hicieron a Gianna. —Empuño mis manos—. ¡Lo juro! —No te preocupes, cuando te tenga en mis brazos rogarás porque yo mismo te asesine con mis manos y así finalmente tu padre pagará todo lo que me debe. Me despierto al sentir unos labios en unos de mis pezones, al abrir los ojos me sorprendo al ver a Valerio encima de mí, desnudo, y me ha despojado de mi ropa. Me asusto al pensar en lo enfermo que puede estar. —¿Qué estás haciendo? —pregunto. —Te deseo —afirma—, te amo y solo yo podría hacerte feliz. No puedo dejarme tocar por él, si descubre la verdad me asesinaría y necesito vivir. —¡¡Soy tu hermana!! —le grito—. No podemos estar juntos.

—Sería perfecto, tenemos todo para ser felices —me contesta ciego del deseo y me siento asqueada—. Nos vamos a amar para siempre. —Me prometiste que no me harías daño —le recuerdo. Valerio sonríe y se acerca para acariciarme el rostro. —No te estaría haciendo daño, te estaría amando y tú a mí. —Sus dedos acarician mis labios y me tenso—. Te amo, esto será perfecto para los dos. —Eres mi hermano… —Y te respetaría y amaría un poco más —asegura con voz seductora. Logro taparme con las sábanas cuando se separa de mí, todo esto es una locura y ahora estoy aterrorizada. —Eres mi hermano —repito—. No puedes tocarme, no puedes amarme así, eso es incesto. Valerio me observa herido por mis palabras. Me toma por las muñecas y la sábana se corre dejando al descubierto mis pechos, sonríe y muerde uno de ellos dejándome un hematoma. —¿Quién lo dice? —inquiere con rabia—. No tengo leyes, me importa una mierda el qué dirán, para todos soy un Caputo y tú una Calabrese, solo tú y yo sabemos que somos hermanos, pero al juntarnos seríamos los reyes de toda Italia. —Por favor, no… —sollozo. —Que me ruegues solo hace que me excite más… —Te lo pido, ¿se te olvida que soy tu hermana? Se entierra dentro de mí y grito de dolor. —No eres virgen —afirma—. No eres virgen. —Lloro en silencio sintiéndome asqueada y rota—. Una ofensa más que tendré que cobrarle a los Lombardo. Valerio me viola mientras trato de resistirme, me golpea, me muerde, me desmayo varias veces, pero cuando me despierto sigue empujándose dentro de mí. Todo mi mundo se desmorona, toda mi vida se quiebra. Llega dentro de mí y me golpea, no me resisto y en silencio le ruego a Dios que me mate, porque no creo que al despertar pueda soportar verme al espejo, no sé si podré sobrevivir a esto. Me da un golpe y lo último que puedo escuchar es: —Al final eras una zorra más de Maurizio Lombardo… Sus palabras me parten el alma y me entrego, me entrego al dolor y me dejo ir. *****

Me despierto asustada creyendo que podría estar aquí, pero estoy sola y algo de alivio entra en mí. Me levanto y mi cuerpo se aqueja del dolor, porque después de descubrir que había perdido la virginidad me golpeó hasta que perdí el conocimiento. Respiro hondo para ponerme en pie y lo logro hacer a la primera. Cierro los ojos porque todo me duele, camino arrastrando mis pies hasta el cuarto de baño y abro la ducha, evito mirarme en el espejo. Ya no soy Marena, ahora no soy nadie. Abro los grifos hasta que el agua está a una temperatura que pueda soportar, el líquido se pinta de rojo y suelto un sollozo. Pego mi cuerpo a los azulejos y me dejo caer lentamente, enterrando el rostro en mis piernas. Dije que nunca me arrepentiría de haberme entregado al hombre que amo, no me importó que semanas después me abandonara, que parecía cierto todo lo que decía mi tía Alfonsina, que me dejaría tirada después de poseerme. Sin embargo, sé por todo lo que Maurizio pasó, el secuestro de Giovanna, la muerte de su padre y la traición de quien creyó su único amigo. Lo amo tanto, que estoy justificando que me abandonara, pero aquel momento que viví con él, no se compara a la pesadilla que experimenté anoche. Valerio es supuestamente mi hermano, todavía me niego a creerlo, porque por más enferma que esté una persona, nunca le haría daño de esa manera a su familia. Me violó, me ultrajó, me golpeó y con él mi alma está muerta, ya no tengo deseo de vivir, yo no soy fuerte como Giovanna, no puedo soportar que vuelva a hacerlo, aunque sé que lo hará. Termino de lavarme y me visto, asqueada quito las sábanas. La puerta se abre y Juanito entra en silencio, puedo ver que su rostro está golpeado, deja la bandeja en mi mesa de noche. Esconde su mirada y no puedo; no puedo dejar pasar la oportunidad. —Ayúdame —le ruego—, ayúdame a morir. Levanta su rostro y puedo ver el terror reflejado en él, pero no me importa nada más. Tranca la puerta y se adentra, se mantiene alejado de mí, pero me dice: —Tu prima luchó hasta morir, estoy seguro de que dentro de ti hay ese fuego y no puedes dejarte vencer por él, no me pidas morir. —Aprieta sus manos hasta volverlas unos grandes puños—. Ten la valentía de salir de esto.

Sale de la habitación dejándome a solas con mi dolor, comienzo a orar y creo que estoy perdiendo mi alma, que estoy perdiéndome en este lugar. Me pregunto si de verdad somos hermanos, de ser así… ¿Cómo pudo ser capaz? Mi cuerpo está golpeado y ultrajado, pero mi corazón está roto de tantas maneras que nunca lo creí posible. Gianna luchó hasta morir… ¿Yo podré hacerlo? Estoy perdiéndome, ya no sé quién soy, si soy Marena o Anabella, si soy la chica que se enamoró de Maurizio, si mi padre es Enzo, si la vida es vida. Estoy adentrándome al infierno, este es mi castigo. Sí, este es mi castigo. Me lo merezco por enamorarme cuando no debía, era una prueba y no la superé, ahora estoy pagándolo. Lloro y pienso en tantas cosas, tal vez la muerte sea mi única salvación. No soy tan fuerte como piensa Juan. Dios, ayúdame… Esto es una prueba, no sé qué hacer, pero tengo miedo, estoy fallando. Me levanto, pero el dolor en mi alma es tan grande que caigo de rodillas. Quiero, anhelo con todo mi ser que esto sea solo una pesadilla, que voy a despertar, que no lo estoy viviendo. —Papá… —lloro en voz alta—, papá, te necesito, rescátame…

Capítulo 18 GIOVANNA Me

despierto de sobresalto, respiro varias veces hasta que me doy cuenta de que estoy a salvo y que Mario está muerto, que yo misma lo asesiné con mis propias manos. Desde que Alessandro se fue porque se lo pedí, las pesadillas son más seguidas, parece que no puedo olvidar todo lo que sucedió. El malnacido de Mario me persigue en mis sueños y revivo a cada momento todo lo que hizo. Me levanto para ir hasta la cuna de Luciano que duerme plácidamente, sonrío, mi niño parece un angelito. A veces entiendo a Alessandro al decir que el mundo de la mafia es oscuridad, pero siempre encontraremos esos pequeños halos que nos indican que la luz puede vencerla. Mi vida entera cambió desde que dejé los Estados Unidos, todavía no puedo creer que salí huyendo de la mafia y ahora soy la esposa del Jefe de todos los jefes de la Cosa Nostra, las esposas de las demás familias vienen a mí en busca de consejo. A veces me da risa las vueltas que da la vida, aquello que creí odiar, lo terminé entendiendo y hasta defendiendo. Sé que mi marido es un ser capaz de torturar y asesinar, pero lo que realmente me importa es que cuando llega a casa es la persona más amorosa del mundo, el mejor esposo y un padre que se derrite por su hijo. Toco mi vientre, ahora espero un nuevo bebé y lo único que deseo es que mi familia esté completa. Maurizio significa todo para mí, y Marena se convirtió en una amiga, fue capaz de cuidar de mi hijo, no le importó nada y se quedó a pesar de las estupideces y errores que cometió mi cuñado. La vida puede sorprendernos, siempre he sido creyente y nunca dejaré hacerlo, muy a pesar de perder parte de mi alma, pero tengo fe en que todo saldrá bien. Abro las cortinas y los primeros rayos del sol se cuelan, el cielo está gris, pero el astro rey se abre paso entre las nubes recordándome que siempre hay esperanzas. *****

Marcella Sanfilippo es la esposa de Gianluca, uno de los jefes de las nuevas familias que integran el concilio. Ella es una mujer muchísimo mayor que yo, de hecho, su hija es contemporánea conmigo, sin embargo, desde que nos conocimos y volví a Palermo, cada tres tardes vienen a visitarme. Tomamos café, juega con Luciano y su hija trata de ponerme al día con lo nuevo de los diseñadores. Chiara es preciosa, si puedo comparar su hermosura lo haría como una versión de Sophia Loren, una belleza mediterránea muy envidiable. Ellas sinceramente me dan confianza, muy a pesar de que sé que cualquiera podría traicionarnos, pero estos momentos en su compañía me hacen olvidarme de que mi esposo lleva un mes y medio fuera de casa. —Tienes que venir un día de compras conmigo —me pide Chiara—, tienes un gusto exquisito y el otro día compré según tus consejos. Sonrío. —No me gusta salir mucho de casa. —Imagino que ahora estarás pensando en ropita de bebé y no en el último alarido de moda —comenta Marcella—. Lo que deseo es que mi dulce Chiara encuentre un buen hombre de honor. La susodicha pone los ojos en blanco ante el cambio de tema de su madre, me ha dicho que si fuera por ella desde hace mucho tiempo hubiese dejado Palermo, pero su padre no la deja asomar las narices sin hombres a su alrededor, me confesó que siempre estuvo atraída por Maurizio y que conoció a Valentina, lamentó su muerte. —El amor llega cuando menos lo esperas —le contesto. En ese momento Matteo aparece y me levanto corriendo, sin pensarlo me echo a sus brazos y lo abrazo. Este hombre es de los pocos que se ha ganado mi confianza y sé que es capaz de todo por nosotros. —Me traes noticias —afirmo separándome de él y asiente. —Sí… —responde, pero su mirada se desvía a Chiara. Lo que me causa muchísima gracia, ya que tengo días pensando en presentarlos cuando Marena vuelva junto a Maurizio. —No sé si conoces a la señora Sanfilippo y a su hija Chiara —comento invitándolo a pasar—. Señoras, les presento a nuestro consiglieri Matteo Spadaro. Marcella lo examina con su mirada y mi nueva amiga simplemente pasa de él, lo que me parece inverosímil, porque este hombre es guapísimo.

—Sí, por supuesto que lo conocemos —asevera Marcella levantándose del sofá—. Giovanna, te dejaremos para que puedas atenderlo. Frunzo el ceño. —¿No se quedarán para tomar otro latte junto a él? —inquiero. —No —contesta tajante Chiara entregándome a Luciano—. Señor Spadaro, siempre es un gusto verlo. Su voz suena más cortante de lo normal, me despido de ellas con la promesa de que la próxima vez seré yo la que las visite en casa. Matteo se sienta en el mismo lugar en que hace minutos estaba Chiara y suelta una carcajada. —Ellas nunca van a perdonarme… —se burla. —No lo entiendo —atino a decir sentándome a su lado. Una de las chicas de servicio sale y le pido que traiga dos cafés con galletas. Retira lo que está y sale dejándonos a solas de nuevo. —Marcella Sanfilippo desea que su dulce Chiara se convierta en la señora Spadaro —me informa y en ese momento dejan frente a nosotros un plato con pastas—. Y desde hace años decidí que no tendré ninguna esposa. —Toma una galleta y mi hijo se la arrebata de la mano, sonríe—. Qué inmenso está —señala cambiando de tema. —Lo sé… —Sonrío mirando a Luciano y agrego—: Matteo, ella es preciosa y es una chica que sabe cuál es su lugar, sería la perfecta esposa para un jefe del concilio y no tendrías los problemas que tiene Alessandro conmigo. —Que te metes en los negocios sabiendo que son de hombres —me interrumpe con sorna—. Giovanna, no vayas a intentar ni siquiera hacer el papel de casamentera, porque vas perder tu tiempo y el mío es corto, vengo a traerte noticias de Alessandro y Maurizio, pero en la noche tomaré un avión con rumbo a Nápoles. Asiento. —¿Están bien? —inquiero. —Maurizio está mal, con cada enfrentamiento parece que no saldrá ileso y realmente eso nos tiene preocupados a todos, cada vez se revelan cosas nuevas y lamentablemente seguimos descubriendo que tenemos traidores en la organización. Cierro los ojos. —Han pasado varios meses, ustedes me rescataron en días, no puedo creer que Valerio sea más escurridizo que Mario.

—Valerio lleva años planeando esta venganza, cada paso que da está completamente planificado y sus hombres son fieles, no son capaces de romper el código del silencio, prefieren morir, cada información que recibimos es una trampa y no te mentiré, hasta yo recibí información ficticia. Exhalo cansada. —Marena no se merece nada de lo que está viviendo… —aseguro. Le da otra galleta a Luciano y recuerdo aquella ocasión en la que prácticamente iba a darle un síncope cuando lo cargó en brazos la primera vez. Este hombre que ahora es la mano derecha de mi esposo es más humano, menos criminal. —Nadie se merece lo que viviste tú o lo que puede estar viviendo ella, pero mantenemos la esperanza de que solo la ha secuestrado ya que Valerio conoce la verdad de que es su hermana. Niego cabeceando y me levanto, dejo a Luciano junto a su manta de juego y camino pensando en algo, cualquier cosa que recuerde de mis días en cautiverio. Nunca estuve en contacto con él, pero a Mario le gustaba hablarme sobre él. —Sé que es tan enfermo como Mario, incluso peor, le gustan las niñas. —Cierro los ojos—. Eso me lo contaba él como si fuera gracioso, que violaba niñas y que le divertía enamorarlas, hacerles creer que eran las mujeres de sus vidas. —Giovanna… —También me expresaba que era despiadado al asesinarlas, muchas veces les cortaba la garganta mientras… —titubeo y trago saliva ya que se me ha secado la boca—, mientras las follaba. Alan me contó que era cruel, que lo golpeaba hasta que perdía el conocimiento, que no le importaba nada, pero callaba porque sabía que le excitaba que le rogara. Me abrazo a mí misma, pues de repente siento frío. —La traeremos de vuelta… Sonrío triste. —¿No será tarde? —inquiero. —Nunca es tarde para ser libre… —A veces olvido que este mundo es injusto, Maurizio la dejó pensando que estaba protegiéndola, Enzo ocultó su verdad para hacer lo mismo, pero la llevaron a la boca del lobo. —Desolada, niego con un gesto—. La verdad siempre sale a luz, tarde o temprano se conoce y mira las consecuencias.

—Valerio es hijo de Enzo… —murmura Matteo. Me doy vuelta y lo observo con terror, me siento en el sillón y niego. —¿Están seguros? —pregunto. —No, no lo estamos un ciento por ciento, pero Enzo acepta que hay posibilidades. —Pasa su mano por su cabello—. Alessandro me ha enviado porque necesita que te sigas manteniendo bajo perfil, pide que no se te ocurra ninguna locura y quiere que sepas que está en Italia, debió llegar a Nápoles hace algunas horas. —¿Por qué no vino? —le reprocho. —Porque solo él es capaz de calmar a Maurizio y no podemos traer la atención ahora que estaremos allá. En ese preciso instante su móvil suena y lo saca del bolsillo de su chaqueta, me lo ofrece y no tengo que preguntar de quién se trata. —Ale… —murmuro. —Ángel… —¿Estás bien? ¿Y Maurizio? —inquiero. —Estamos bien, perdóname por no estar contigo esta Navidad, prometo que nunca más volverá a ocurrir. —No prometas nada que no puedas cumplir —le pido. Suspiramos los dos. —Supongo que Matteo te puso al día… —afirma. —Algo, Alessandro, creo que Valerio podría tener algún punto débil, algo que puedan descubrir para atraerlo a ustedes. —Me alejo de Matteo y me acerco a Luciano—. Tienen que encontrar la manera de atraerlo. —Estamos en eso, pero no te llamo para hablar de mis asuntos y menos de negocios. —Pongo los ojos en blanco—. Te llamo para que recuerdes que los amo más que a nada en este mundo. —Y nosotros a ti… —Por favor, cuida de ti y de nuestros hijos. —Te amo… —Te amo, Giovanna. Cuelga la llamada y un vacío se instala en mi corazón, por primera vez en mucho tiempo no sé qué hacer, me siento atada de manos. —¿Necesitas algo? —pregunta Matteo. —A mi familia toda reunida y no creo que puedas darme eso —contesto. —Lo siento, Giovanna…

—A veces pienso en Angelo, trato de justificar que el dolor de perder a Valentina lo llevó a traicionarnos, si tal vez no lo hubiese hecho, estaríamos tranquilos. —Suspiro cansada—. Muchas veces me culpo, pero en otras, pienso que todo debía ser así, que debía conocer a Ale, pero mira todo lo que está pasando, tal vez nunca debí irme con Mario. —Estaríamos tratando de protegerte de Mario y sería más de lo mismo, no es tu culpa. Exhalo cansada. —Por las noches es mi verdugo, no le deseo a nadie lo que viví y por eso anhelo que puedan encontrar a Marena antes de que sea tarde, tiene apenas dieciocho años. —Cierro los ojos—. Si no hubiera llegado a la vida de los Lombardo, tal vez ella estuviera en su convento feliz, es muy difícil no sentir que soy la culpable de todo lo que sucede. —Valerio se iba a vengar de Vito y Enzo tarde o temprano, creo que Tocci siempre imaginó que el mejor verdugo para Vito Lombardo era el hijo de Mariano Caputo y por eso lo rescató, pero nadie se imaginaba que Enzo guardaría un secreto tan grande. —Hermanos… —musito—. Y de cierta manera entiendo a Enzo, también guardaría un secreto como ese, pero como ya lo dije, la verdad siempre saldrá a luz. —Giovanna, mantente a salvo y desconfía hasta de tu sombra, nuestros hombres te protegen, pero no olvides que eres capaz de hacerlo tú misma. —Se levanta—. Tengo negocios que requieren mi atención. —Gracias por la visita. —Si me llego a enamorar tiene que ser una mujer como tú —me asegura —, por eso olvida lo que estabas pensando de emparejarme con Chiara. Voy dibujando una sonrisa lentamente. —Creo que me conoces. Niega riéndose. —Eres de las que ya no hay —asegura—. Esta noche me reuniré con ellos, ¿deseas que les diga algo? Asiento. —Que ansío que todos ustedes vuelvan a casa, le rezaré a Santa Rosalía para que eso suceda y podamos estar juntos de nuevo. Matteo se acerca y le entrego su teléfono móvil, se despide de Luciano y de mí. Tomo la medalla que cuelga del cuellito regordete de mi bebé y le pido a Santa Rosalía:

—Por favor que regresen sanos y salvos…

Capítulo 19 MATTEO Al bajar del avión sonrío al encontrarme con Salvatore, está un poco más delgado, pero que esté con vida es algo que alegra enormemente mi alma. No puedo creer que después estar tanto tiempo sin conocer el significado de la palabra amistad, tres hombres me hayan regalado ese significado, realmente con ellos siento que puedo intentar confiar en los demás. Sigo desconfiando de todos los que me rodean, no puedo evitarlo, porque es algo que está en mi naturaleza, pero estoy seguro de que los cuatros daríamos nuestras vidas por ayudarnos. Me acerco y le doy un abrazo, bajo la mirada y me encuentro su mochila en el piso. La pista de aterrizaje está solamente abierta para nosotros. —Así que te nos unes a esta nueva aventura —le digo en modo de saludo y con una sonrisa. —Debí unirme hace mucho tiempo, pero en Foggia requerían de mi presencia —contesta divertido. Asiento con la cabeza y subimos al todoterreno que nos espera. Después de visitar a Giovanna me reuní con las familias, acordamos los nuevos negocios y con la ayuda de Antoine Rinieri vamos a traer uno de los cargamentos más grandes de heroína, necesitaba que tanto Gianluca Sanfilippo como Santino Vella estuvieran dispuestos a negociar con sus contactos dentro del gobierno. —Espero que todo haya ido bien —murmuro pensando en todo lo que he dejado de lado. —Irá, porque demostré que nadie puede traicionarme y que asesinarme será muy difícil. Sonrío y él me da una palmada. —Eso lo sabemos. —Cuéntame, ¿qué hacemos en Nápoles? —averigua. —Valerio asesinó a Nico Calabrese, pero antes demostró que sigue siendo el jefe de la Camorra, tiene muchos hombres fieles y eso nos

complica las cosas. —Niego cerrando los ojos—. Descubrimos que tiene un yate, sabemos que no estará ahí, pero haremos algo que lo hará recordar para siempre que con nosotros no se juega —afirmo. Subimos al auto que nos espera y lo pongo al día con las últimas novedades, Salvatore se ríe al descubrir que nuestro enemigo puede ser hijo de Enzo. Sin embargo, se interesa de todas las movidas que estamos planeando, sonríe y me asevera: —Tengo mucho tiempo sin divertirme, pero muero por ver todo lo sádico que dicen que es Maurizio Lombardo. Asiento. —Todos estamos pidiendo que vuelva ese hombre y no el que está cometiendo errores por amor. —Creo que cuando se ama, es lo que sucede, pero eso lo saben ustedes que han entregado su corazón. Pienso en Violleta y todo lo que hice por tenerla a mi lado, tengo que encontrar la manera de rescatar a sus padres, pero en Rusia tengo precio y estoy seguro de que cualquier hombre estaría dispuesto a entregarme. ***** Leemos “Anabella” en la popa del yate y Enzo niega, nuestros hombres han barrido con todos los hombres de Valerio. —¿Alguna señal de ella? —inquiere Maurizio. —No, señor —contesta Massimo Vella. Desde que ayudó a rescatar a Giovanna de Guido, el primo de Santino es uno de los numerale de confianza de Alessandro. —¿Colocaron los explosivos? —pregunta. Salvatore esboza una sonrisa mientras se acomoda su gabardina, fue él quien pensó en hacer explotar el yate. —Creo que nunca veremos un espectáculo como este, pero tenemos que subir a los autos —nos avisa. Alessandro da las órdenes de retirarnos, los hombres se despliegan y nosotros cuatro subimos al mismo todoterreno. Salvatore nos sorprende encendiendo el sistema de reproducción y colocando El vuelo del Moscardón. —Tienen que ver lo que sucederá —asegura divertido y acciona los explosivos. Y lo que nunca antes he visto es cómo las detonaciones van según el ritmo de la música, lo cual es increíble. Es un verdadero espectáculo.

—¡Maldición! —murmura Maurizio con la boca abierta. Salvatore suelta una carcajada. —Me crie en la calle, pero trato de ser mejor y con el paso del tiempo me he ido educando, pensé que, si ibas a hacer volar el puerto, tendríamos que hacerlo con estilo. Todos nos quedamos mirando, a medida que se acerca el final todos los barcos explotan y finalmente lo hace el Anabella. —¿Y ahora? —pregunta Salvatore. —Ahora haremos arder toda Nápoles, Valerio Caputo cree que conoce a los Lombardo, pero no se acerca. Salvatore silba mientras me mantengo en silencio. —Spadaro, deseo ver con ansias si eres tan sanguinario como ellos —me comenta arrancando el auto. —Lo verás, porque nos esperan los rusos que atrapamos y pienso sacarles la información que necesito. —Vine al lugar correcto… —canturrea. Alessandro le da indicaciones y manejamos por las calles de Nápoles, todos saben que estamos aquí. Valerio deseaba guerra y estamos a punto de dársela. ***** Italia en la Segunda Guerra Mundial construyó muchos búnkeres subterráneos, los hombres ricos y fieles a Mussolini podían resguardarse de esa manera de los bombardeos, pero ahora muchos de ellos son utilizados por nosotros. No teníamos idea de que Santino Vella se uniría a último minuto, uno de sus más grandes amigos es gran opositor a Valerio y está ayudándonos para encontrarlo. Suspendidas del techo hay tres jaulas medievales y dentro hay tres hombres desnudos, dos son rusos con tatuajes en todo su cuerpo. Uno de ellos tiene unas estrellas en las rodillas que significa que no se arrodillará nunca ante nadie, también tiene un toro que significa que cuida del otro, que es su asesino. Su compañero tiene una rosa con crucifijo inmenso, sabemos que es el capo o Vor V Zakone[4] de alto rango de Bravtá en Nápoles, también tiene tatuadas sus rodillas y sabemos que no podremos quebrarlos tan rápido como deseamos. Mi padre me educó para conocer a cada organización criminal, para saber sus fortalezas y debilidades, para así poder enfrentarlos de manera inteligente.

El otro es uno de los hombres de confianza de Valerio, después de secuestrarlos en un club nocturno los desnudamos y golpeamos, para luego encerrarlos en las jaulas. Alessandro y Maurizio están listos para interrogarlos, me uno a ellos, pero los aparto un poco para que nadie escuche lo que tengo que pedirles. —Sé que la vida de Marena está en juego, pero ellos podrían saber una información que necesito y deseo también encontrar respuestas. Los hermanos se observan entre ellos y asienten, Alessandro sonríe y me da una palmada. —Creo que es la primera vez que veré a un consiglieri mancharse las manos de sangre —comenta. —Desde que el eres jefe, sabemos que nosotros no somos como la Cosa Nostra tradicional, tenemos nuestros propios métodos —contesto—, para mí es un honor estar a tu lado y demostrar que somos capaces de mucho. —Basta de tanta conversación —nos ordena Maurizio—. En este momento lo que deseo es asesinar. Los tres nos encontramos con nuestros hombres, Santino sonríe al verme encabezando a los torturadores. Hace un año nos divertíamos juntos limpiando nuestra propia organización, a veces pienso que nosotros podemos movernos por muchas razones. Carmine Galante nos ayuda, porque así podrá deshacerse de Valerio. Salvatore lo hace por lealtad a Alessandro, pero Maurizio y yo nos movemos por un sentimiento, uno que cualquiera podría pensar que no podemos poseer. Amor. Él desea de regreso a Marena y yo solo deseo no seguir fallándole a Violleta. Bajan la primera jaula y es el camorrista. Maurizio mueve su cuello, pero su hermano lo detiene moviendo su cabeza. Necesitamos que hablen antes de matarlos y últimamente el menor de los Lombardo ha llevado a todos a la muerte. Cuatro de nuestros numerales lo sacan y lo sientan, encadenándolo a la silla. Alessandro busca una soga que está anudada en la punta con muchos clavos sin cabeza, la comienza a girar hasta pegarla en su pierna derecha. —A ver, sabemos que eres amiguito de Valerio y necesito saber: ¿dónde está tu jefe? —le pregunta sin rodeos. El hombre no responde, parece que no le ha dolido el golpe, pero todos hemos visto cómo se ha estremecido. Vuelve a golpearlo, pero esta vez incluye un poco más de fuerza.

—¡Habla! —le ordena. —Malditos, creen que podrán acabar con nosotros, pero somos muchos fieles a Valerio. Maurizio truena sus dedos y dos hombres tapan con cinta adhesiva los ojos del hombre. Entre Salvatore y él se turnan para golpearlo hasta desmayarlo, lo despiertan colocándole una picana eléctrica en sus testículos. —¿Vale la pena morir por alguien que te mataría? —le pregunta Maurizio—. ¿No tienes hermanas o madre? —insiste—. Valerio no es leal a nadie, solo a él mismo. —No diré nada —contesta escupiendo sangre. —Hablarás, porque de alguna manera u otra voy a quebrarte y me dirás todo lo que necesito —asegura Maurizio. Se aparta y Salvatore usa la picana de nuevo, el hombre grita de dolor y Luciano lo golpea otra vez. Lo necesitamos vivo, así que lo dejamos descansar. Lo meten de nuevo en la jaula y bajan al que señalo. —Lo quiero de rodillas —ordeno a los hombres. El hombre se resiste a salir cuando escucha mis órdenes, pero Alessandro me sorprende colocándole un collar en el cuello y lo hala tan fuerte hasta arrastrarlo por el suelo rústico. Se levanta, pero vuelve a tumbarlo y esta vez cae de rodillas. —Encadénenlo —ordena el mayor de los Lombardo. Santino se acerca y lo hace, los italianos hacemos las cosas de una sola manera y es por nuestra propia mano. Mis métodos son un poco más dolorosos, busco el cuchillo y lo primero que hago es cortarle los dedos de las manos, puedo contar al menos unas diez calaveras en ellos, una por dedo. Grita de dolor. —En el gulag son más duros que yo, no llores —me burlo meciendo la punta de mi cuchillo en su dedo y me fijo en el tatuaje del naipe de palo de corazones, fue explotado sexualmente en la prisión, así que usaré la violencia psicológica—. Veo que te gusta que te den por el culo, podría decirles a mis hombres que jueguen contigo, pero no creas que van meterte la polla, lo harán con otras cosas. —Abre los ojos—. ¿Dónde está Valerio? Silencio. Me acerco y lo tomo el cabello, el cual está manchado de la sangre vieja por la golpiza. —Podemos pasar días en esto, sabes que puedo jugar con tu mente, que mis hombres abusarán de ti y de tu asesino, a él lo dejamos de último por el

solo morbo de torturarlo, pero contigo tengo varios asuntos y si me contestas podría ser bueno. —Me escupe y me alejo, me limpio con la manga de mi camisa—. Si así vamos a jugar, hagámoslo. ¡Bajen al otro! Se tensa y algo me dice que estos dos son más que compañeros. —Alessandro, ¿usamos la tina? —le consulto. Mi jefe dibuja una sonrisa y asiente. —Busquen la tina —grita. Los hombres comienzan a buscar una vasija llena de agua y los cables, el hombre golpea los barrotes. —Los asesinaré, si me tocan los voy a asesinar —grita. Todos nos reímos. —Habla, también puedes hablar. No lo hace y como sé que le dolerá lo que haré, chasqueo mis dedos y señalo a su jefe, mis hombres lo levantan de su silla para meterlo en la vasija llena de agua. Todo es conductor de electricidad, porque el material del mueble es de metal. Salvatore hace los honores y pone los cables en sus testículos, grita hasta desmayarse y el hombre se altera un poco más. —Está en Èze —grita—. La tiene allí. Sonrío. —¡Traidor! —grita el camorrista. —No le hagan daño —ruega. —¿Los Scordato dónde están? —le pregunto—. Habla o lo despertaré para electrocutarlo de nuevo. Esta vez todos se quedan callados, nadie dice nada, Alessandro se queda mirándome. La familia Scordato fue una de las devotas, aunque nunca entraron al concilio, siempre fueron fieles a la organización. —No sé de qué hablas —contesta—. No los conozco. —Despiértenlo —ordeno y se enfurece. Cuando el hombre abre los ojos está aturdido, me pongo frente a él y le sonrío haciéndole saber que lo tengo en mis manos. —Si Víktor confía en ti, debes saber lo que estoy a punto de preguntar —le aseguro—. Ya verás que esto no es juego, que estoy dispuesto a todo por conseguir la información. —No diré nada y sé que mi hombre tampoco lo hará —me desafía y vuelve a escupirme. Todos nos reímos burlándonos, Maurizio se acerca y le comenta:

—Desesperado y rogando de amor por ti, ya nos informó en dónde está Valerio, pero quedan asuntos pendientes… Abre los ojos. —¿Los Scordato dónde están? —pregunto. El hombre sonríe y me contesta en ruso: —Nunca tendrás paz y nunca lo sabrás, prefiero morir sodomizado por cualquiera de tus hombres antes de decirte. Y sin pensarlo le arrebato el cable a Salvatore de las manos, lanzándolo en la tina. Veo ante mis ojos cómo se electrocuta, su compañero grita lleno de ira y saco mi pistola, apunto directo a su cabeza y disparo, cae contra los barrotes. —Confirmemos si eso es cierto —ordena Maurizio. Alessandro se acerca y pone su mano en mi hombro. —¿Estás bien? —pregunta—. ¿Qué te dijo? —Lo estaré… Me doy media vuelta porque necesito tiempo a solas, emerjo del búnker y la brisa fría me golpea el rostro. Todos ellos conocen mi historia, pero no conocían la identidad de la mujer que amaba. Le debo a Violleta mucho, ella se convirtió en mi obsesión, por eso no soy capaz de juzgar a Enzo y su amor por Guilia. Cuando amamos somos capaces de cualquier cosa.

Capítulo 20 MARENA Aquella noche que me atreví a hacer lo que no debía, estaba nerviosa. Todas las noches esperaba con miedo, pero Maurizio siempre regresaba y eso hacía que mi pobre corazón se calmara. Había dejado a Luciano en su habitación, sabía que podría arrepentirme de lo que podía pasar. Cada noche nos sentábamos a hablar o a besarnos, sus labios me llevaban a sitios que nunca imaginé y sus manos se adentraban a lugares que jamás habían sido explorados. Él era experimentado en el arte de conocer el cuerpo de una mujer, pero conmigo se dedicaba a hacerlo con gracia y amor. —Marena, Marena —susurraba mi nombre entre besos—. Dime que sí… Y no sabía que tenía que hacerlo, pero suponía en aquel momento que necesitaba mi permiso para hacerme el amor. —Te amo —musité y él me poseyó la boca con maestría, su lengua se adentró y no sabía cómo corresponderle, pero intuí que debía hacerlo. Mi corazón palpitaba como si fuera a salirse de mi pecho, en aquel momento fue que pude entender tantas interrogantes, todas las dudas, todo lo que sentía. Sus manos bajaron el cierre de mi vestido y exploraron mi espalda. —Pídeme que me detenga —me rogó. —Por favor… —musité. Maurizio se detuvo para tomar mi rostro entre sus manos, sus ojos eran más oscuros, brillaban de una manera que no podía reconocer. —Si eres mía, puedes olvidarte del convento y todas esas ideas… —me aseguró—. Desde que te conozco solo pienso en ti, solo hablo de ti y solo vivo por ti. —Sus palabras me tocaron el alma—. Dime que sí, que serás mía y para siempre… —Sí —farfullé—. Seré tuya para siempre. —Marena…

Sus pulgares acariciaron mis labios dibujando su forma, nuestras respiraciones se escuchaban. Aquel momento era un sueño, se levantó de la cama dejándome un segundo sin su contacto y comprendí que estaba perdida, que siempre iba a necesitar una caricia, algún toque de él. Me ofreció su mano y la tomé, me haló para levantarme. Todo mi cuerpo temblaba, era como si me hubiera convertido en gelatina, sus manos viajaron de nuevo a mi espalda y gemí, no creí que ese sonido podría salir de mi garganta, fue natural. Atrapó mi vestido, me lo quitó, se alejó para verme solo en un pequeño bustier y un panti de seda. —No sabes lo preciosa que eres… —suspiró y en un acto de pudor traté de taparme con mis manos, las quitó—. Nunca tengas vergüenza delante de mí… —Maurizio… Desabrochó su camisa dejándome ver su torso, todavía llevaba vendado parte su abdomen por la explosión. Me acerqué preocupada y puse mi mano en su pecho, escuché salir de su garganta un sonido gutural. —No sabes cuántas veces he imaginado este momento. —Tomó mi mano para llevarla hasta sus labios y dejar un beso en la palma—. Tú eres lo más hermoso que podía pasarme en la vida. —Tú eres mi vida —afirmé con dulzura. Me tomó entre sus brazos y me besó con la premura del deseo, me despojó de mi ropa interior y me llevó lentamente a la cama, nos movimos danzando entre caricias y besos. Aquello parecía irreal, un momento que sería efímero. Sin embargo, no sabía que nuestras almas podían unirse. Sus labios bajaron por mi cuello, se detuvieron el valle de mis pechos, atrapando uno de mis pezones y en respuesta todo mi cuerpo explotó, las sensaciones estaban a flor de piel. Mi sexo se humedecía y mi boca emitía una sinfonía de gemidos, mis manos trataban de atrapar las sábanas a medida que le daba atención a mi cuerpo, se detuvo justo entre mis piernas y me quedé en silencio, sonrojándome porque nunca me había imaginado que alguien como él podría adorarme de la manera en que lo hacía. —¿Me dejas probarte? —preguntó con vergüenza y creo que todo mi cuerpo se encendió—. Tenerte así, parece irreal. —¿Es correcto? —indagué con timidez, no sabía nada del tema. —Todo lo que sea adorarte y darte placer es correcto… —Bésame… —le rogué.

Y subió de nuevo para atrapar mis labios en los suyos, su boca me devoró con maestría borrando todo el miedo que podía existir en ese momento, estaba viviendo todo lo que no podía imaginar. Se separó rompiendo la conexión y se quitó su pantalón junto a su ropa interior. Tragué porque mi garganta de repente se sintió seca, era increíblemente guapo. Su torso aún vendado no me dejaba apreciar mucho más, tomé toda la valentía que poseía y me acerqué para dejar un beso en el vendaje, me puse de rodillas y lo hice, nuestras miradas se cruzaron y pude ver todo lo que sentía en aquella noche. —Marena… —Parece que todo está escrito, no puedo cambiarlo, ya no puedo negar que estoy enamorada de ti, que esto es amor. —Pequeña —musitó emocionado. Me tomó de nuevo entre sus brazos y me besó de una manera que me hizo temblar, porque sabía que nada iba a cambiar este momento. Sus labios eran embriagantes mientras surgía en mí la necesidad de explorar. Fue llevándome hasta el centro de la cama acostándome finalmente, cuando fue a explorar comprendí que no era pecado que dos personas se amaran, que los cuerpos humanos fueron una creación divina y hacer el amor era parte de ello. Jadeé cuando su boca exploró mi sexo, parecía que cada una de mis células por primera vez estaban vivas, las terminaciones nerviosas de mi cuerpo respondían y todo explotó dentro, una sensación de placer y de alivio a la vez me invadió, creí que me estaba yendo muy lejos. Al abrir los párpados me encontré que me miraba con ojos brillantes y una sonrisa que me llegó al alma. Su mano acariciaba mi mejilla mientras su otro brazo me envolvía. —Floreces en un orgasmo —me aseguró mientras se acomodaba entre mis piernas—. Puede que duela un poco, pero necesito estar dentro de ti. Sentí su pene en la entrada de mi sexo y sabía que no había vuelta atrás, que todo estaba a punto de suceder. —No tengo miedo, sé que nunca me harías daño… Maurizio podría ser un criminal, sabía que era capaz de asesinar, pero no me lastimaría físicamente, porque me enamoré del hombre que encontraba leyendo y que fue capaz de desafiar a mi padre por amor. —Nunca, pero prométeme que no te vas a marchar, que te vas a quedar conmigo —me exigió.

—Lo prometo —le juré con el corazón en la mano—. Mi alma es tuya. Poco a poco su sexo fue entrando en el mío y de momento todo mi cuerpo se tensó, las lágrimas salieron, pero era una sensación de felicidad. ¿Pueden creerlo? Me dolía físicamente, sin embargo, todo lo que estaba sintiendo en ese momento era unirme a la persona que amaba. —¿Duele? —preguntó con voz preocupada—. ¿Te hago daño? —Un poco… —Seré rápido —me aseguró y me besó. Me penetró y sentí cómo se rompía mi virginidad, pero entendí que la pureza de la mujer no estaba ese pequeño pedazo de carne, si no en su alma. Sus movimientos eran lentos, mis manos se atrevieron a acariciarlo, las suyas me recorrían entera. Todas las sensaciones, todo lo que sentía no podía ser malo. Me sentía amada, deseada y sobre todo creí que lo nuestro iba ser como tocar el cielo con las manos. Exploté en un nuevo orgasmo, esa vez murmuré su nombre y él me siguió, salió de mí y se derramó sobre mi vientre. Se desplomó a mi lado y me abrazó contra su cuerpo, por primera vez en mi vida sentí que estaba en el lugar correcto y con la persona indicada. —¿Estás bien? —susurró indagando, nos movimos para mirarnos y mi mano fue a su rostro, sentí su barba incipiente contra mi piel. —Lo estoy —contesté mientras tomaba mi mano y la besaba. —Eres mi hogar, Marena —me dijo y sus palabras me sorprendieron—. Recuerda que cualquier cosa que haga, la haré para protegerte, porque estoy enamorado de ti, porque te amo como nunca creí imaginar. —Maurizio… —Te veo llena de niños, ellos corriendo alrededor nuestro y tú amándonos, porque eres un ángel, porque eres capaz de alejarme de la oscuridad. —Exhaló—. Te amo, Marena. —Te amo, Maurizio. ***** Danzo entre la luz y la oscuridad, los recuerdos me mantienen cuerda en este maldito infierno. Sabía que el mundo no era de color de rosa, había nacido en uno en el que los delitos reinaban, los hombres asesinaban y paré de contar, pero a lo largo de los años escuché a mi padre que un delito para la mafia eran las violaciones, aunque las mujeres tienen el trabajo de estar en casa y criar a los niños, para ellos las mujeres eran uno de los miembros

más importantes, porque tenían en sus manos a los futuros hombres de honor. Muchas veces Gianna y yo escuchamos a hurtadillas a nuestros padres, sabía que aquel miembro de la organización que cometía el crimen de la violación era castigado. Por mucho tiempo imaginé que todas las organizaciones eran así, pero Valerio por años ha estado impune y ahora me ha violado a mí, no una vez, sino todas las veces que le provoca. Ahora soy su prisionera, alguien que no vale la pena, me odia por haberme entregado a Maurizio, también me muestra sus videos, me obliga a ver cómo viola a otras mujeres y me asegura que en la casa está alguien que algún día conoceré, que se muere por someternos a las dos. También me describe como asesinó a Spike, no puedo creer que sea un ser tan despreciable, si realmente es mi hermano, nunca podría amarlo. Juanito tiene días sin venir, realmente ahora me tratan como una basura y no como persona. ¿Esto es vida? ¿Qué estoy viviendo? Me asomo a la ventana al escuchar movimientos y detonaciones, todo se acerca y la puerta se abre. —¡Maldita sea! —exclama Valerio—. Nos encontraron. Abro los ojos y trato de distinguir si puedo ver a Maurizio, me toma y me arrastra para alejarme. —¡Suéltame! —le exijo—. Déjame ir. —¡Nunca te dejaré ir, Anabella! —espeta riéndose de mí—. ¡¡Nunca!! Grito pidiendo ayuda, los disparos se escuchan de cerca. Juanito sale escoltando a otra chica que está igual de asustada que yo, pero sus ojos se oscurecen al verme. Pataleo tratando de soltarme. —¡Ayúdame, Juan! —le ruego—. Todavía tienes tiempo de redimirte. Valerio suelta una carcajada, nos adentramos en una habitación y abre las puertas de un armario, no puede encerrarme ahí, pero parece que es la mejor idea y nos colocan adentro. Lucho para soltarme, pero me da un golpe que me aturde, tranca la puerta y todo se oscurece, trato de respirar buscando aire y suelto un sollozo. —¡Ayuda! ¡Maurizio! —grito. La chica de repente se abalanza sobre mí y me ahorca, siento que el aire se me corta, saca fuerza a pesar de lo menuda que es. —Valerio te ama —me asegura—, y yo te odio por eso.

Trato de quitarme y lo único que puedo pensar es darle una patada. Logrando que me suelte. —¿Estás loca? —inquiero asustada. —Te ama, te deja salir y cuando no haces las cosas bien, pago las consecuencias, no ve que yo sí deseo complacerlo. Niego, ni siquiera puedo verla bien, escucho más detonaciones. Grito ignorándola, pero ella me tapa la boca haciéndome callar, la muerdo hasta sentir el sabor metálico de su sangre. —¡Ayuda! ¡Ayuda! Nadie parece escucharme, mentalmente comienzo a rezar para que me encuentren, que pueda salir de esta maldita pesadilla. Vuelven a abrir la puerta y Valerio me saca, me pone de escudo y me apunta con un arma. —No puedo creerlo, hermanita, pero serás mi boleto para vivir —me asegura—. Nuestro amado padre vino por ti. —¿No está muerto? —No, el muy maldito sobrevivió, pero no te preocupes, volveré a intentarlo… Cierro los ojos y trato de ser más inteligente, apelar a sus emociones, todo su dolor es el rechazo al sentirse solo por años. —No lo hagas, tú lo has dicho, nadie sabe que eres un Calabrese, pero imagina que todos lo sepan, serías el señor de Nápoles y el próximo Capobastone de la ‘Ndrangheta. Suelta una carcajada. —Vaya, hermanita, y tú a mi lado como mi mujer —me susurra lascivamente lamiendo mi rostro y me aparto—. ¿Acaso crees que soy estúpido? —Sé que no lo eres, pero te estoy dando la oportunidad de ser invencible. Derrumban la puerta y todo mi mundo se paraliza, frente a mí están mi padre y él, Maurizio, como dos ángeles vengadores, como dos hombres capaces de defenderme. —Si intentan algo, la mato —les advierte Valerio.

Capítulo 21 MAURIZIO Minutos antes…

Llegar

hasta aquí fue todo un reto, después de casi tres meses de búsqueda finalmente estoy más cerca. Los palis luchan contra nosotros, para ser una casa de descanso está muy bien custodiada. Salvatore parece un ángel vengador, en su espalda se pueden ver las marcas blanquecinas de las heridas de bala que sufrió hace poco, pero así todavía asesina a todo aquel que se le atraviese al frente. Mi hermano me cubre las espaldas, nunca me he sentido tan apoyado. Mi vida gira siempre alrededor de sus órdenes y por primera vez soy yo quién las da. —Por aquí —les digo. Observamos cómo un grupo de hombres se mueven hacia esa dirección, lo que quiere decir que ella está allá. Lucho cuerpo a cuerpo, no me importa ir asesinando a medida que me abro paso. Disparos es lo único que se escucha. Encontramos un pasillo custodiado por varios y me adelanto a todos, me pongo de primero. —Tienen dos opciones, morir o morir —les advierto. Ninguno responde, pero tomo mi AK47 y al mejor estilo de la mafia les disparo, mis compañeros me ayudan, aunque los palis tratan de responder somos más rápidos. Escucho los gritos de Marena pidiendo ayuda, me quito el chaleco antibalas. —Voy a entrar… Alessandro me toma por el brazo y trata de detenerme. —Ponte el maldito chaleco —me ordena—. No es hora de hacerse el valiente. Me suelto.

—No me importa nada. —¡Ayuda, por favor! —grita Marena. —¡Cállate, perra! Al escuchar eso Enzo hace lo mismo que yo y se quita la protección. Puedo ver la determinación en sus ojos. —Si ve que vamos sin protección tratará de atacarnos, somos trescientos contra uno —le dice a Alessandro. Matteo niega, pero no dice nada. Derrumbamos la puerta y entramos, un hombre moreno de casi dos metros de altura nos apunta y Valerio se ríe. —Si intentan algo, la mato. Mi alma se rompe al ver los hematomas de su cuerpo, Caputo la apunta con un arma y hombre nos apunta a nosotros. —Suéltala —le ordena Enzo—, porque de igual manera saldrás muerto. Valerio se ríe. —Vaya, papito querido, has dejado en claro quién es tu hijo favorito tantas veces. —Le pone el arma en la boca—. Tu niñita adorada resultó ser una puta, una perra que se abrió de piernas al primero que le dijo cosas bonitas al oído. Abro los ojos cuando ella comienza a llorar, observo con atención qué puedo hacer, dónde tengo que apuntar. —¿Qué le hiciste? —pregunto calculando cómo dispararle sin hacerle daño a Marena. —La violé —confiesa riéndose—. La hice mía, la follé como deber se follada una perra y mi hermanita lo disfrutó. Ella esconde la mirada sintiéndose avergonzada, pero algo en mí estalla. Lo apunto, pero escucho: —¡Maldito! —Enzo se abalanza, pero Valerio aprieta el gatillo y su hombre le dispara en el hombro. —Te voy a matar —le advierto. Marena gime llorando al ver a su padre caer, nuestros hombres entran y les hago una señal para que se detengan, ahora me doy cuenta de que no está jugando. Que a pesar de estar rodeado no tiene miedo de morir. —¿Tú y cuántos más? —me desafía y luego se dirige a Enzo—. No, no, papito querido, un paso más y la mato delante de todos. —Le saca el arma de la boca y le ordena—: Diles que no estoy jugando. Marena solloza.

—¡Por favor!, ¡por favor! —le ruega tratando de zafarse—. Déjame ir, Valerio, ¡por nuestra madre! —llora—. Por favor, te prometo que te dejarán ir. Que ella sepa la verdad, que su propio hermano le haga algo así, Dios, no entiendo por qué tuve que dejarla ir. —Tú te vas conmigo —contesta—. Tenemos dos opciones, me voy con ella y los dos vivimos o los dos morimos. —Aquí el único que va a morir eres tú —le aseguro dando un paso, pero él pone el arma en su sien. —¿Jugando a ser el héroe? —me fastidia—. Todos nosotros somos unos bastardos sin gloria, unos asesinos. Enzo se interpone entre nosotros. —Negociemos, dime qué es lo que deseas —propone Enzo quien se ha recompuesto un poco. —Ahora deseas negociar, pero debiste hacer eso antes de abandonarme —contesta Valerio lleno de rencor—. Ella es mía, me la quitaste por dieciocho malditos años y no pienso dejarla ir tan rápido. Me llena de ira verla llorar, “ayúdame” es lo único que se escucha de sus labios. —Puedo dispararle en la frente, solo dame la orden —me pide Salvatore a través del sistema de comunicación. —Podrías fallar… —murmuro. Me escucha. —¿Fallar yo? —me pregunta Valerio—. No, creo que el único que falló fuiste tú. Guardo silencio, doy un paso y él dos retrocediendo. Marena llora mientras solo pide que la deje en paz. —Tu venganza es contra nosotros, fue mi padre quien asesinó a Mariano —le asegura Alessandro—. Tienes que dejar ir a la chica, aquí estamos para darte lo que deseas, para que puedas vengarte. Se acerca y el hombre le apunta, me interpongo porque no podría hacerle esto a Giovanna. —Esto es un asunto familiar —responde con sorna y nos apunta con su arma—. Los dos salen sobrando, ya me di por satisfecho cuando asesiné a Vito y les mandé su cabeza. Alessandro me atrapa de los brazos, porque mi reacción es abalanzarme sobre él.

—¡Eres un maldito! —Escupo el piso. —No sabía que eras mi hijo —confiesa Enzo tratando de acercarse y Valerio le dispara fallando. Todos nos callamos, porque sabemos que apelará a sus sentimientos. Estar en sus zapatos no debe ser fácil, escoger entre dos de tus hijos. —Tenías que saberlo, mi madre te lo dijo y estoy seguro, ella me amaba. —Lo apunta con el arma—. Pero preferiste a Anabella, la protegiste y a mí no, ¿por qué no debería asesinarla delante de tus ojos? Sería divertido observar el dolor en tu mirada cuando lo haga. Enzo niega con su cabeza. —Marena no tiene la culpa… —Se gira al escuchar los planes y niega—. Giulia se alejó de mí, supongo que trataba de protegerte. —Exhala cansado —. Mariano no iba a matarte si eras su hijo, el único error que he cometido es desear y amar la mujer de otro. —Se acerca mientras todos ponemos atención—. Ella me rogó que cuidara de Anabella antes de morir… —¡Mariano me violó a los cuatro años y lo hizo hasta que se cansó de mí! —le grita—. No te creo que no te pidiera que me protegieras a mí. Enzo cuadra sus hombros y es cierto, todo esto es un asunto familiar que se le escapó de sus manos y todos nos vemos involucrados. —Te juro que no lo sabía, te hubiera protegido, maldita sea, hubiese robado a tu madre y me los llevaba conmigo. —Valerio golpea de nuevo a Marena pidiéndole que se calle—. Tu madre, tu madre me rogó que la sacara de nuestro mundo. —¿Y yo? —inquiere Caputo, se ríe—. Soy un maldito Calabrese, pero vienes a matarme, no a protegerme. —La toma del cabello haciéndola chillar—. Ella es más importante que yo, que todos nosotros. Alessandro y Matteo me flanquean, los dos han sacado sus armas. Todo esto me está impacientando y ver que ella sufre delante de mis ojos, me está matando. —Arreglemos esto, ya le has hecho daño a tu propia hermana, pero realmente quieres hacerme daño a mí. —Mi hermano me señala a Juanito mientras Enzo habla—. Soy yo, tienes que culparme a mí y matarme a mí, dejarla a ella. —Le disparo a él y luego vamos por Valerio —habla Salvatore y niego pensando en que algo pueda salir mal. —¡No! —ordena Enzo pensando lo mismo.

—Voy a morir, no me importa hacerlo, pero me la llevaré conmigo y siempre tendrán en su mente que por tu culpa murió. —Aprieta el gatillo—. Tú vivirás con el remordimiento de que tu hijo violó a su hermana. —Me señala a mí—. Y tú con el hecho de que nunca pudiste salvarla. —Te aseguro que el único muerto serás tú —le prometo. —Valerio, ¡mátame a mí! —pide Enzo. —¡No!, ¡¡papá!! —solloza Marena y trata de mirarlo—. Valerio, yo te perdono, yo te perdono. —No puedo creer que después de todo pueda decir algo así, es un ángel—. Escucha a papá, escúchalo y tratemos de ser la familia que no pudimos ser, por favor, déjame ir. Sus ruegos me enervan. —¡Cállate! —ordena golpeándola con la culata de la pistola—. Te dije que el mundo no es de color de rosa. —¡Maldito! —vocifero. Enzo trata de hacer otro movimiento y en fracciones de segundos todo cambia, porque el hombre que protege a Valerio dispara vaciando su pistola, escucho el alarido de dolor de Marena al ver caer a su padre muerto en suelo, trata de soltarse y yo de correr por ella, Matteo me detiene cuando Salvatore le dispara al hombre en la frente matándolo al instante. —¡Juanito! —grita Valerio y suelta a Marena descuidándose—. ¡Juanito! Marena observa a su hermano, pero vuelve a mirarme y todo cambia entre nosotros, porque nos urge estar juntos. Me suelto y moviéndome rápido para alejarla, titubea, pero trata de alcanzarme. Sin embargo, Valerio se da cuenta de que va a escaparse, apunta directamente a su espalda y dispara, la tumbo al suelo y la bala impacta en mi pecho. Ella grita mi nombre cuando él vuelve a accionar el arma y Salvatore le dispara en la frente derrumbándolo, pero es muy tarde pues vuelve a impactarme esta vez en el muslo. —¡Maurizio! —grita Alessandro—. Atiendan a Enzo y saquen a Marena de aquí. Marena llora sobre el cuerpo de Enzo, pero al ver que me desplomo de rodillas contra el suelto se arrastra hasta mí. —Maurizio… —musita—, viniste por mí, me rescataste. Me río y acaricio su rostro, está en shock y llena de la sangre de su padre. —Nunca te dejaría —le aseguro—. Mi peor error fue dejarte ir.

Ella pone sus manos en mi pecho y llora, las gira descubriéndolas llenas de mi sangre. —Estás sangrando… —me dice sin poder creerlo. —Siempre supe que te traería de nuevo… No me importa si ahora muero, ella estará a salvo. Todos nos rodean, puedo ver por el rabillo del ojo cómo sacan el cuerpo de Enzo. Marena se echa a mis brazos y me besa el pecho llorando, diciéndome que no puedo dejarla, que tengo que luchar, que me ama y no puedo dejarla de nuevo sola. —Marena, tenemos que atenderlo —le pide Alessandro. —No, por favor —llora—. No me dejes tú también, no tú, Maurizio. Todo me da vueltas, ella se resiste mientras Alessandro trata de quitarla, todos se abocan a atenderme, escucho cómo me pide que viva, vociferando que no puedo morir. Sus gritos son de dolor, pero sé que estoy cerca cuando observo a mi madre frente a mí. Ya no puedo más y me siento. —Mamma… Mi hermano aparece frente a mí, su rostro está pálido y puedo ver el terror en sus ojos. —Estarás bien —me asegura—. Maurizio, por favor… —Alessandro, vamos a sacarlo, ya vienen el equipo médico —le informa Matteo. —Papà… —¿Qué estás viendo? —me pregunta cargándome—. No te puedes morir, hermano, ni siquiera se te ocurra dejarme. —Tina… —¡Maldita sea, Maurizio! Mi padre aparece junto a mi hermana, han venido por mí, los tres están conmigo. Escucho a mi hermano a lo lejos dar órdenes. Mamma me toma de la mano y me siento en paz, lo hice, la rescaté. Me quedo mirando a mi familia, no pensé que los extrañaría y menos que ellos vendrían por mí, que me acompañarían a la puerta del infierno. Sonrío y le digo a mi hermano: —Todo terminó. Ellos me ofrecen su mano y la tomo porque deseo irme, el dolor en mi cuerpo es insoportable. Dejo de escuchar mi entorno mientras que la oscuridad me envuelve y no sé nada más de lo que sucede, me sumerjo en un limbo. —Todavía no es tu hora… —me asegura papà.

—Pero quiero ir con ustedes —contesto. —Ya tendremos tiempo de ser una familia de nuevo —me promete mamma. Tras ella Valentina me sonríe tranquilizándome.

Capítulo 22 ALESSANDRO Maurizio

está en la sala operaciones y no puedo creer que estoy viviendo este maldito infierno de nuevo, que estoy a punto de perder a alguien tan importante como lo es mi hermano. De camino al hospital vi pasar nuestras vidas como en una película, puede que él sea un grano en el trasero, pero siempre lo protegí y cuidé de él. No sé si esto es un castigo del destino por haberme ido, sin embargo, luché por ellos, por reparar mi error y demostrarles en todo momento que los amo. Mi familia es todo para mí y muchas veces difiero de mi padre, porque ellos son primero. Perder a Maurizio sería una locura, sería ir al infierno y no creo poder soportarlo, no me quedaría nada de mi familia, todos se habrían ido y creo que sería mi perdición, ni la propia Giovanna podría sacarme del dolor y del abismo en que caería. Entro a la habitación en donde está Marena y la encuentro sosteniendo un rosario mientras llora en silencio. Al verla mi mente viaja al momento exacto en que encontré a mi amada esposa y la frustración que sentí por no saber protegerla. Su hermoso rostro está cubierto de moretones y todo su cuerpo demuestra al maltrato al que fue sometida. Ningún hombre que abusa de una mujer debería vivir, pondré como regla que aquél miembro de la organización que traspase esa línea, su castigo será la muerte, porque no pienso permitir que alguno de mis hombres les haga daño a seres inocentes. Acerco una silla y me siento a su lado, tomo su mano apretándola fuerte, para recordarle que no está sola y que ella ahora es una Lombardo. —¿Papá? —pregunta sollozando. Cierro los ojos y pienso en cómo decirle la verdad, me imagino que para ella fue una total sorpresa ver a Enzo vivo. ¿Cómo ahora le digo que está muerto? —Murió —musita respondiéndose a sí misma.

Los abro y nuestras miradas se cruzan, asiento con mi cabeza confirmándole lo que acaba de pronunciar, sus labios forman una línea delgada y las lágrimas salen solas de sus ojos, la mano que sostiene su rosario se posa sobre la mía. —¿Maurizio? Su voz rota hace que mi alma se arrepienta de ser un criminal y en este momento quisiera poder decirle que mi hermano está bien, que todo estará bien y que esta maldita pesadilla será solo eso. Una pesadilla. —Él estará bien —le prometo sin saber de lo que estoy hablando—. Tiene que estar bien, para que los dos puedan ser felices y amarse. — Marena llora dejando salir todo ese dolor que tiene dentro—. Ya verás que todo esto será una maldita pesadilla y nada más. Ella niega con su cabeza y esboza una sonrisa triste. —La verdad no sé cómo Giovanna sobrevivió a todo lo que sucedió con Mario, quizás yo no tenga la fuerza para lograrlo. Marena comienza a llorar desgarradoramente, convirtiendo su dolor en lágrimas, convulsionando de agonía y me quedo a su lado dejándola que drene todo lo que siente, sé que todavía hay noches en las que mi esposa tiene pesadillas con él y se despierta gritando asustada porque cree está cerca. No estoy seguro si algún día ella podrá superar todo lo que vivió en las manos del maldito de Mario, tampoco le puedo prometer a Marena que después de hoy vivirá un cuento de hadas. Tampoco sé si le podré prometer que mi hermano se salvará, todavía no puedo borrar de mi mente la manera en que llamaba a nuestros padres y a nuestra hermana. Por primera vez luego de un año me invadió el terror de perder a una de las personas más importantes de mi vida. Maurizio es mi mejor amigo, mi mano derecha y la persona a quien le confiaría mi vida entera. Exhalo cansado y sostengo su mano mientras ella se desahoga, le ruego a Dios por la vida de mi hermano y porque esta maldita guerra acabe. ***** Espero noticias de Matteo que está vía al valle del Chianti, Salvatore se sienta a mi lado y me da una palmada en el muslo. —Creo que toda esta pesadilla ha acabado con la muerte de Valerio — me comenta con voz tranquila.

No sé qué responderle, pues la verdad una guerra termina y otra comienza, no voy a descansar hasta desmantelar todo lo que se traía entre manos Valerio Caputo. Maurizio salió de cirugía y está en coma inducido para que así su cuerpo pueda sanar, espero también que su alma sepa perdonarse y así, pueda comenzar una vida al lado de Marena. Dentro de la casa encontramos a una chica llamada Jude, de la que no sabemos nada. Su cuerpo presentaba golpes, cortadas y muchos síntomas de que había sido abusada, que fueron confirmados por el examen médico. —Con los años he aprendido que nunca viviré en paz, que siempre tendré una tormenta por delante —le aseguro. Salvatore sonríe y me da una palmada en la espalda, todavía no puedo creer que a este hombre que casi me mató por llamarlo gallina, ahora lo considero un aliado. Debo confesar que lo considero muchísimo más, pero el temor de ser traicionado me impide ponerle el adjetivo de amigo, sin embargo, estoy seguro de que lo es y me lo ha demostrado en el año que tiene ayudándome sin pedir nada a cambio. —Tu mujer es de las que no hay, y mientras Matteo va de camino a la Toscana, ella ya está aquí… —Su voz está llena de diversión—. Alessio es como un hermano para mí, los dos nos criamos en la calle y le llevo cinco años de diferencia, por eso cuando me hirieron en Foggia, no dudé en enviarlo para ponerlo a tus servicios. —¿Giovanna está aquí? —inquiero sorprendido. Suelta una carcajada. —Debe estar por llegar, cuando llamé para comunicarme con Alessio, le quitó el teléfono y me amenazó con asesinarlo si no le ordenaba que la trajera hasta aquí. Pongo los ojos en blanco ya que mi mujer solo me da dolores de cabeza, pero la amo tanto que le perdono cualquier acto de estupidez que pueda cometer, porque sé que lo hace por amor a su familia y tenerla aquí me hace bien. —Gracias… —murmuro. —A ti, tú me has enseñado más de lo que aprendí en la calle, ya vendrán buenos momentos y espero ser parte de ellos. Me levanto y le ofrezco mi mano a Salvatore, por supuesto que estará en los buenos momentos, porque se ha quedado en los malos y está a mi lado

para demostrarme que no importa la organización a la cual perteneces, lo que realmente importa es la lealtad a la persona, que el respeto es para quien se lo merece y así como él es leal a mí yo seré igual con él. —¡Alessandro! La voz de mi mujer me hace girar y la veo corriendo en mi dirección, la mano derecha de Salvatore la sigue de cerca y cuando ella se echa mis brazos, suelta un suspiro de alivio. —Envié a Matteo para darte noticias, no debiste arriesgarte. Rompe el abrazo y me da una mirada de reproche, me da un golpe en el pecho y replica: —¿Pensaste que me quedaría en casa? —refuta molesta—. Es mi familia la que está en hospital y tú crees que me voy a quedar tan tranquila, sabes muy bien que me importan un bledo los negocios, ahora dime dónde está Marena, porque después tú y yo hablaremos. Pongo los ojos en blanco y recuerdo aquella noche en que me dijo que tenía el poder sobre mí, que la hacía mía porque ella me lo permitía. Tenía tanta razón, puede ser que yo sea el Jefe de todos los jefes de la Cosa Nostra, pero la verdadera jefa es ella y nadie más. La llevo hasta la habitación de Marena y al abrir la puerta escucho cuando retiene la respiración. Mi futura cuñada está dormida, y sé que para mi esposa es un reflejo de lo que ella vivió a manos de Mario. Se acerca y se acuesta a su lado, el alma se me cae a los pies cuando Marena abre los ojos y se da cuenta de que Giovanna está con ella, sin decir nada comienza a llorar y mi esposa la mece como lo hace cuando desea calmar a nuestro hijo. Salgo de la habitación y camino vagando por los pasillos hasta que me detengo en la habitación de cuidados intensivos en la que está mi hermano. Entro sin pedir permiso, hemos pagado mucho dinero para poder lograr tener ciertas libertades. Me siento en la butaca que está frente a él y escucho el ruido del respirador. Cierro los ojos, nosotros nos hemos creído invencibles, pero somos dos mortales, dos simples hombres. Exhalo cansado. —Tienes que luchar por tu vida, Mau. —Cierro los ojos y todo el peso que llevo sobre mis hombres me derrumba, suelto un sollozo—. Te escuché llamarlos, no te atrevas a dejarme, no te atrevas a morirte en manos del maldito que asesinó a nuestro padre —le ordeno lleno de miedo mientras

restriego mi mano por el rostro, siento lo húmedo de mis lágrimas—. Eres un maldito idiota la mayor parte del tiempo, esto no es algo que te diga a menudo, eres mi mejor amigo. —Respiro hondo abriendo los ojos—. Mi único amigo y no puedo perderte, no puedes morirte, maldito, porque si lo haces ¡voy a bajar al mismo infierno y a traerte de vuelta! Me quedo en silencio contemplándolo y no puedo decirle más, el monitor de sus signos vitales se altera y salgo en busca de una enfermera, todo sucede en fracciones de segundos, cuando vuelvo a la habitación me doy cuenta de que se ha ido. Si pensarlo corro hasta él para tratar de traerlo de vuelta. Le doy compresiones en su pecho y le grito: —¡No puedes morirte, maldito hijo de puta!, ¡¡no puedes dejarme!! —Señor Lombardo, tiene que alejarse y dejar a su hermano. Escucho que me ordenan, observo al equipo médico rodearme, pero me resisto, sigo y el pitido de haberlo perdido me atormenta. Comienzo a llorar de la rabia y al mismo tiempo del dolor, alguien me sostiene y cuando me giro es Salvatore quien me aleja. Todos de abocan en salvar a Maurizio, escucho al doctor pedir medicamentos, también el sonido de la máquina de electrochoque. El cuerpo de mi hermano salta, esperan la respuesta y nada. Mi mundo entero comienza a despedazarse. Repiten el procedimiento varias veces y nada sucede, escucho cuando el doctor declara: —Hora de la muerte diecisiete y quince de la tarde… —¡No! —grito—. ¡Vuelva a aplicar el electrochoque! —Alessandro, lo siento —murmura Salvatore sosteniéndome—. Déjalo ir. —¡No! Me suelto y corro hasta el cuerpo de mi hermano, lo tomo de los hombros y lo zarandeo: —No puedes morirte, no puedes… —Sin importarme nada lo dejo caer y me echo a llorar sobre su cuerpo—. No puedes dejarme tú también. Mi hermano; mi hermano pequeño se ha ido. Los doctores me piden que los deje trabajar, finalmente me levanto y me calmo para darle la noticia a mi esposa y Marena. Salvatore me observa circunspecto en la puerta. Tuve un momento de debilidad, me quedo un momento ahí antes irme a cumplir con mi deber.

Giro mi rostro y en ese preciso momento se escucha un bip, seguido de otro y otro. —Está vivo —susurro a la nada. Nuevamente todo el equipo vuelca toda su atención a mi hermano y los latidos de su corazón han vuelto, él ha regresado del maldito infierno. Nos sacan de la habitación y solo escucho decir a Salvatore: —Maurizio ha vuelto a nacer. Y espero que esta segunda oportunidad de vida para mi hermano sea lo que tanto anhela.

Capítulo 23 GIOVANNA Marena

llora en mis brazos después de contarme todo lo que vivió durante estos meses. Y así como ella oró por mí mientras me recuperaba, yo lo hago por ella en silencio. Le pido a Dios que la ayude a sanar, que su corazón pueda perdonar. —Perdoné a Valerio —musita. Cierro los ojos y pienso en que no he podido perdonar a Mario por todo lo que me hizo. No puedo olvidar las veces que me golpeó y las tantas que estuvo encima de mí penetrándome, solo pensaba en Alessandro y en mi hijo, en que ellos estarían bien si yo moría. —¿Le creíste que era tu hermano? —pregunto, porque la verdad es que pienso que todo fue una manera de manipularla. —No lo creí hasta que mi papá hablo con él —solloza—, no puedo creer que esté muerto, pensaba que lo estaba, pero verlo de nuevo me hizo imaginar que me iba a contar toda la…, toda la verdad y Juanito lo asesinó, volví a perderlo y la oportunidad de conocer la historia de quien realmente soy. Me separo de ella y tomo su rostro entre mis manos, sonrío para que pueda creerme lo que voy a decirle: —Eres Marena Calabrese, sigues siendo ella y no importa si eres hija de Guilia Caputo o no, porque un apellido de un padre o de una madre no te hace la persona que eres. —Bajo mi mano y la pongo en su corazón, sus ojos se van llenando de lágrimas y sus latidos se aceleran—. Tus sentimientos y tu forma de ser son lo que te hacen como persona. No dejes que todo el infierno que viviste te cambie, estuve en el mismo lugar donde tú estás ahora y te prometo que salir de ese agujero negro es más fácil de lo que crees. —Se me rompe la voz—. Maurizio luchó por ti y sé que en este momento está luchando con la muerte para volver a tu lado, los dos necesitan sanar y solo podrán hacerlo amándose el uno al otro. Ella respira hondo. —No puedo perderlo…

Su voz es casi un susurro y comparto el mismo sentimiento, no podemos perder a Maurizio. Mi cuñado se convirtió en el hermano que nunca tuve… y pensar que nuestra relación era de amor y odio, que la primera vez que lo vi me amenazó con asesinarme, que no soportaba tenerme cerca y ahora es ese pilar fundamental qué sé que mi familia necesita. —Descansa, prometo que nada va a pasarle a Maurizio. Le canto una nana como si fuera Luciano y se duerme entre mis brazos. Acaricio su cabello y le pido a Dios que permita que su alma pueda sanar de todas las cicatrices que están por cerrarse. La puerta de la habitación se abre y veo entrar a mi esposo con el rostro desencajado, se me forma un nudo la garganta. Me levanto cuidadosamente para que Marena no se despierte, al estar frente a frente me toma por la cintura y me atrae a su cuerpo, sus brazos me atrapan en un abrazo que me hace sentir terror, pero me quedo paralizada cuando esconde su rostro en mi cuello y suelta un sollozo. Me quedo sin palabras y no me atrevo a preguntarle nada por miedo a escuchar una respuesta que pueda romper mi corazón. Alessandro llora en mi hombro y creo que estoy a punto de morir, porque si algo le ha sucedido a Maurizio, no creo que ninguno de nosotros pueda superarlo. —Ale… —musito su nombre. Él niega con su cabeza y lo dejo que saque todo lo que tiene por dentro, me muero por saber qué es lo que ha sucedido. —Alessandro, por favor. Se separa de mí y puedo ver las lágrimas, siento que las piernas me fallan y me atrapa antes de que me caiga. —Está vivo, pero por poco lo pierdo… Su voz está completamente rota, no me arrepiento de amenazar a Alessio para que me trajera aquí y estoy segura de que Matteo va a matarme cuando me vea, pero tenía que estar con ellos. Escuchar la voz rota de Alessandro a través del teléfono fue lo que me hizo falta para saber que mi esposo me necesitaba, que mi lugar era este. —Maurizio emergió del maldito infierno, no puede dejarme —me asegura. Exhalo cansada. —Esto será solo una pesadilla. Ale toma mi mano y me lleva hasta un sofá, se sienta y me sienta en sus piernas para abrazarme, me pega a su cuerpo y sus latidos son lo único que

me calma. Saber que está vivo, que respira y que podremos estar tranquilos. —Le disparó dos veces, todo sucedió tan rápido que no supe qué hacer, porque mientras Marena lloraba sobre el cuerpo de Enzo, mi hermano caía de rodillas y parece que los vio, que vio a nuestra familia. —Respira hondo y cierro los ojos—. Les habló a mis padres y pensé que iba a morir, que lo lograran estabilizar fue un milagro y pensé en que Dios todavía nos daba una oportunidad más. —Alessandro… Me aleja un poco y abro los ojos, los suyos están llenos de miedo, su rostro está cansando y sé que el peso de este último año es un tomento. —Estoy cansado, Giovanna… —me confiesa—. Quiero ser Francesco Messina, vivir contigo en la Toscana, no tener que preocuparme por hombres como Mario o Valerio, pero sé que es imposible. —Borro sus lágrimas con una de mis manos—. Mi hermano estuvo muerto por unos minutos y pensé que iba a morirme, que estaba muriéndome y lo pasé contigo, ahora con él. —Suspira cabeceando—. ¿Con cuántos más? No sé qué responder, lo entiendo y sinceramente también quiero que todo esto termine. —Me enamoré de ti como Francesco y te amo como Alessandro —le afirmo—, también deseo que todo esto termine, que podamos tener una vida normal y tranquila, pero esto es lo que somos y sabemos que huir de la mafia es imposible, que de alguna u otra manera va a perseguirnos. —Sé que lo que soy va a perseguirme para toda la vida, porque sé que nuestro verdadero enemigo aún no ha mostrado su real cara y, como bien sabes, cuando vienen, vienen por lo que más quieres. —Pone la mano en mi vientre—. Ellos y tú lo son todo para mí. Lo beso y trato de borrar el miedo de su corazón, necesito que el tiempo que podamos seamos felices. Ale me corresponde y nos entregamos a la necesidad de estar juntos, de sentir que nuestro amor puede mover montañas. Vamos ralentizando el contacto poco a poco, hasta que nos separamos, nuestra familia es nuestra fortaleza y por eso estamos dispuestos a luchar por ella con sangre. Mataría por ellos. Volvería a hacerlo y no voy a arrepentirme de nada. —Prometo que en cinco años la familia Lombardo será completamente legítima. Niego.

—Somos legítimos, no me importa que seamos criminales, no me importa que seas un asesino, amo tu luz cuando estás conmigo y también amo la oscuridad que hay en tu alma, te amo y no me importa nada. Toma mi rostro entre sus manos y negando me dice: —Eres el más grande amor que tengo, eres un ángel y no sé qué hice para merecerlo… —Mereces ser feliz, solo que no puedes verlo entre tanta tragedia, pero mira todo lo que hemos logrado desde que estamos juntos. —Me separo un poco—. Tú estabas perdido, creías que no podías conocer el amor, sin embargo, aquí estamos, juntos, y yo pensaba que todo en la mafia era malo, pero tu padre y tú me enseñaron que la familia es una fortaleza, que son hombres buenos, aunque al mismo tiempo sin alma. Suelta un resoplido. —El todopoderoso Don es solo un humano y tú me ves como un dios. Sonrío. —Eres todo… —¡No! ¡No! —grita Marena y se despierta desesperada. Me levanto y corro para calmarla, pero me empuja con fuerza. Grita palabras incoherentes, pero el dolor es reflejado en todo su comportamiento. Las enfermeras entran y me quedo mirando mientras la sedan. Alessandro me abraza y seco mis lágrimas. Ellas se nos quedan mirando, solo que no pienso irme si me lo piden. Cuando finalmente salen, me acerco y me acuesto a su lado, acaricio su cabello y mi marido se queda mirándome. Sé que nunca estaremos a salvo, que la guerra siempre estará acechándonos, pero no pienso permitir que Alessandro trate de dejar algo que no puede, sé que sería mil veces más peligroso porque solo nos traería más dolor. Cierro mis ojos y le digo: —Tenemos que aprender a ser más objetivos y a controlar nuestras emociones, los negocios son primero y no me importa lo que tengas que hacer, pero no vuelvas a repetir que vas dejar la organización. —Cuando vuelvo a abrirlos él me está mirando sorprendido—. Tratemos de pensar como nuestros enemigos y tendremos la capacidad de anticiparnos a sus movimientos, basta de dejarme a un lado, de la puerta para afuera de nuestra casa soy una esposa florero, pero dentro tengo una voz y puede que los negocios no sean de las mujeres, pero en los nuestros siempre te daré mi opinión.

—Giovanna… —Con Angelo aprendimos que hasta la familia puede traicionarnos, así que te pido que por primera ocasión me escuches, no me importa si has matado a media Italia, entiende de una maldita vez que estaba dispuesta a convertirme en pecadora en el mismo momento en que acepté aquel trato que cambiaría nuestras vidas. La puerta se abre y Alessio le informa algo a mi esposo que asiente con su cabeza. Se acerca y me da un beso en la coronilla, hace lo mismo con Marena. Mi nuevo cuidador se sienta en el sofá y sonrío. —Imagino que te ordenaron no decirme nada. Él esboza una sonrisa. —Señora Lombardo, los negocios no son asuntos de mujeres. Pongo los ojos en blanco y ni siquiera le respondo, este hombre ha sido mi sombra desde que Alessandro se fue, sé que Salvatore es su jefe, he tratado de conocerlo muchísimas veces y simplemente pasa de cada una de mis preguntas. Mi vida no es nada de lo que pensé, quise el cuento de hadas, sin embargo, tengo uno lleno de momentos de terror. La vida no es de color rosa, tanto Marena como yo vivimos en una burbuja mientras nuestros padres trataban de protegernos del mundo en que nacimos, pero siempre vamos a pagar nuestros pecados con sangre. Las cicatrices que me quedaron de mi paso por el infierno, solo son un recordatorio de lo fuerte que puedo ser. Espero que ella encuentre la fortaleza que necesita y que Maurizio luche por salir del maldito infierno. —¿Chiara y Luciano? —le pregunto a Alessio. —Están en el hotel resguardados por mis hombres, señora. Asiento y me quedo mirándolo, parece incomodarle y saca su móvil para evitarme. Sabe que voy armada, mi esposo me regaló un arma compacta y siempre la tengo encima, además también tengo una daga, creo que lo sorprendí cuando se la clavé anoche para que se diera cuenta de que nadie desobedece a Giovanna Lombardo. —¿Está bien tu hombro? Veo cómo trata de no sonreír, creo que los dos en algún momento seremos muy buenos amigos. —Eso no es nada, señora —contesta. Marena se agita y yo le susurro que todo va a pasar, que muy pronto volverá a sonreír, parece escucharme ya que se calma.

Cierro mis ojos tratando de creerme todo lo que estoy asegurándole, porque mientras ella vive su pesadilla personal, estoy tratando de olvidar la mía y lo cierto es que desde que Valerio se la llevó, todos los días tengo pesadillas.

Capítulo 24 SALVATORE LUCIANO Alessandro

llega al estacionamiento y se sube al auto, me sorprendí cuando recibí la invitación de La Unione Corse, el segundo al mando de Antoine Rinieri me ha invitado a comer con él y me ha pedido que Alessandro me acompañe. Hace mucho tiempo que sé que ya no soy un don nadie, desde que asumí el mando en Foggia he conocido personas que he llegado a detestar y a otras que he llegado admirar. Todos creen que, porque apenas sé leer y escribir pueden joderme, pero a medida que avancé en la organización fui instruyéndome y la vida me fue enseñando. —No tengo idea de qué puede querer Antoine con nosotros —murmura Alessandro. Si él no la tiene, menos yo. Hace mucho tiempo que solo espero las sorpresas que me tiene preparada la vida. El chofer arranca y mi compañero se remueve a mi lado, entiendo que desee estar con su familia, pero Alessio daría la vida por Giovanna, me dio mucha risa cuando me enseñó la herida que le hizo con la daga. —Tu mujer no tiene miedo a la hora de demostrar que puede asesinarnos —comento. Sonríe y es la primera vez desde que encontramos a la hija de Enzo e hirieron a Maurizio que lo hace de esa manera. —¿Qué fue lo que hizo? —pregunta divertido. —Alessio tendrá un recuerdo en el hombro izquierdo toda su vida. — Alessandro niega con su cabeza—. Lo único que puedo decirte es que, si llego a encontrar a una mujer, debe ser como ella. Todos estamos hartos de las mujercitas de la mafia sumisas o de las zorras que solo quieren dinero y regalos. Exhala cansando. —Giovanna es la luz en este mundo… Me aclaro la garganta, nosotros hemos forjado un lazo, no voy a definirlo, pero siento admiración por Alessandro Lombardo, su familia es

su mayor fortaleza y al mismo tiempo su gran debilidad. Nunca pensé ver llorar a un hombre que es capaz de asesinar sin ningún atisbo de arrepentimiento, pero ver su desesperación y el dolor por perder a su hermano, solo hizo crecer el concepto que poseo de él. —Muchas veces todos necesitamos un poco de luz —murmuro atando mi cabello y guardamos silencio. Mi aspecto es lo que más detestan en la organización, no tolero llevar trajes y cada tatuaje de mi cuerpo es un recordatorio de dónde vengo. No soporto que crean que soy un hombre de negocios convencional, tengo más dinero del que jamás creí poseer, pero no me interesa, porque cuando no tienes nada y de pronto lo tienes todo, sabes que en algún momento puede irse. Un mechón rebelde cae sobre mi frente y lo quito con mi mano, estos días fuera de Foggia me han hecho pensar si vale la pena todo lo que he hecho. Hace menos de un mes me dispararon a quemarropa en mi propia casa y estoy por averiguar quiénes me han traicionado, pero mi lealtad es mayor y sé que Alessandro me ayudaría si se lo pidiera. —Tienes que contarme los acontecimientos que te llevaron a ausentarte y enviar a Alessio —me pide como si pudiera leer mis pensamientos. —No soy tan amado y menos respetado como tú en tu organización, tengo un traidor que desea verme muerto, espero encontrar el momento exacto para asesinarlo con mis propias manos. Alessandro asiente. —Antoine Rinieri es un hombre de cuidado, se mueve por negocios y algo tuvo que escuchar de ti para haber solicitado tu presencia, pero soy completamente precavido con ellos, porque un mal movimiento y puedes iniciar una guerra que tal vez no puedas ganar. —No le tengo miedo a perder el poder, tampoco a la muerte —le aseguro—. Tú vives en una guerra tras otra para demostrar que eres supremo, sin embargo, estoy seguro de que todo comienza a cansarte. No contesta, pero sé que tengo razón. ***** Me sorprendo al escuchar Tosca de Puccini, los franceses se creen el centro del universo, pero este hombre que cena con nosotros me genera cierto interés. —Como saben, ser el Caïd[5] no es nada fácil —nos expone mientras saca su caracol para comerlo—. Desde que me quedé sin un segundo al

mando porque lo asesiné, estoy buscando a alguien de confianza para contarle los planes de negocios que tengo. —Antoine, disculpa que te falte el respeto, pero tengo asuntos que atender y no sé si mi presencia es necesaria aquí —le interrumpe Alessandro—. Si no lo es, espero que sepas disculparme. —Lo es, porque me pediste un favor y sabes muy bien que todo tiene un precio. Aprieto el puño molesto por lo que acaba de decir, pero Alessandro no demuestra nada y Antoine sonríe. —Debes controlar tus impulsos, algo que Alessandro y yo sabemos — me comenta divertido—. Foggia es un hermoso lugar y perfecto para traficar armas. —No me gustan esos negocios —contesto. —Salvatore y su organización tienen otro tipo de negocios, pero deseo saber en qué puedo ayudarte —agrega Lombardo. —Tú tienes los contactos políticos y necesito llegar a Baia delle Zagare, un yate de lujo en el Mediterráneo es la fachada perfecta, mientras todos creen que estamos vacacionando, la verdad es que bajo la cubierta estamos transportando armas. —¿Y qué gano yo? —pregunto aburrido de todo esto. —Ganarás el dinero que nunca has visto, lo sé todo de ti, un hombre sin nombre, sin hogar, sin familia —se burla—, te daré tanto poder que nadie se atreverá a meterse contigo. No puedo evitar reírme sonoramente, me levanto de la mesa. —Soy todo lo que has dicho. —En un movimiento rápido pongo el cuchillo en su garganta, escucho las armas accionarse y apuntarme—. Me crie en la calle, no tengo alma y mucho menos miedo a morir, el dinero no es lo que me mueve y si crees que puedes llegar a mí por mi amistad con Alessandro, estás equivocado. —Se ríe y lo corto solo un poco—. Así que puedes meterte tu negocio por el culo. Lo suelto y agarro mi copa de vino, la bebo de un solo trago y la tiro en el piso. Alessandro se mantiene en segundo plano, sin embargo, cuando se percata de que estoy por irme se levanta y colocando su servilleta sobre la mesa le dice a Antoine: —La Cosa Nostra cumplirá, hablaré con mis contactos del gobierno y podrás tener carta abierta para traficar lo que desees, pero en cuanto a mi

socio, tendrás que perdonarme, pero las decisiones que él tome en cuanto a su organización, no tienen nada que ver con la mía. Los dos salimos de esa casa y cuando subimos en el todoterreno, creo que nos van a disparar, sin embargo, nos dejan ir como si nada. —Esto será un problema más —afirma Alessandro. —Un problema con la mafia foggiana y no con la Cosa Nostra. —Ahora todo lo que tenga que ver contigo es problema de la Cosa Nostra —corrige—. Tienes familia, Salvatore, y si no lo sabías, tu familia ahora somos los Lombardo, me has enseñado que la lealtad también puede venir de personas que ni siquiera te imaginas. Me quedo callado sin saber qué responderle, porque lo que menos imaginé cuando fue a pedirme ayuda es que terminaría apreciando al hombre que tengo a mi lado y el que me asegure que soy parte de su familia remueve sentimientos que nunca creí poseer.

Capítulo 25 MATTEO Llego a París y trato de localizar a Antonella, pero no logro localizarla. Luego de llegar a Italia puse en orden algunos negocios, pero no puedo dejar atrás a la mujer que amo, así que regresé para ayudar a su hermana. Ha dejado el piso que le he alquilado y también el lugar en donde trabajaba, estoy seguro de que Víktor Rostavili y su hijo bastardo Sasha Kozlov están en todo esto. Maldigo mi suerte, porque ella es lo único que tengo para redimirme por la muerte de Violleta, sé que uno de mis mandamientos es no desear a la mujer de otro, pero no pude resistirme a la tentación de no querer poseerla. Ella era como ver a una diosa hecha mortal, su cabello negro, su piel olivácea, sus pechos prominentes, sus mullidos labios, todo su cuerpo me pedía disfrutarlo. Primero la perseguí, la aceché y luego de que la hice mía, no pude dejarla nunca atrás. La familia Scordato era una de las más fieles a la organización, Franco era uno de los amigos más cercanos de mi padre, y su esposa Pia conocía a mi madre. Sus hijas eran un misterio para todos, hasta que ella se cruzó con Sasha y la quiso para él, aceptó ser su mujer porque pesaba una deuda muy grande sobre la cabeza de su padre. La noche en que la conocí, Sasha la golpeó frente a mí y quise partirle la cara, pero mi padre me detuvo, los negocios eran primero y el tráfico de armas era lo que nos interesaba. Reviso el lugar y todo está vacío, no hay rastros de ella, salgo del lugar y manejo por las calles de París. Entro al túnel del Puente del Alma, cuando las luces del automóvil de atrás me hacen cambios, acelero y él acelera. En un movimiento instintivo tomo mi arma de la guantera y la coloco sobre mi muslo, pero todo sucede en segundos cuando el vehículo me embiste y tengo que sostener el volante para poder maniobrar el automóvil. Logro estabilizarme y se repite lo mismo, de la nada escucho el rugir de motocicletas de alta cilindrada y no tengo que imaginarme que esto es un regalo de mis dos enemigos. Marco el número de Alessandro que contesta de inmediato.

—Giovanna está aquí… —Lo sé, me están siguiendo estoy en dirección a la casa, pero no creo llegar. —Envíame tu ubicación exacta —me ordena. —Si me sucede algo, te contactará Wolfang Nóvikov y te dirá qué hacer. En ese preciso momento las motos me rodean y cuelgo, me detengo cerca de los Campos Elíseos. Los hombres me apuntan con armas y me bajo con las manos arriba, recuerdo que estoy desarmado y maldigo mi suerte. El auto que me seguía se detiene y de él se bajan Sasha junto a Antonella, ella está vestida con la ropa que su hermana solía usar cuando era la mujer de él. La toma por el brazo y la obliga a caminar, toda la sangre me hierve al sentirme engañado una vez más por el maldito que asesinó a la mujer que amo. Le debo tanto a Violleta. —Vaya, vaya, si aquí está Matteo Spadaro —se burla Sasha. Lo fulmino con la mirada y él sonríe mostrándome su dentadura de oro, no tiene guantes a pesar de que el frío es insoportable y Antonella prácticamente está desnuda con ese diminuto vestido. —Si vas a matarme, ¡hazlo ya! —lo desafío. Suelta una carcajada y empuja a la chica, ella cae frente a mí de rodillas. Suelta un chillido y guardo todas mis emociones. —Te duele, sé que te duele verla sufrir —se mofa—, pero las putas no merecen compasión y por eso no te diste cuenta de que Violleta solo era la puta que envié a espiarte. —Se acerca y le hala el cabello a Antonella para obligarla a que me vea—. Violleta te usó y ahora ella. ¿Qué se siente ser un marica? Si Violleta no me hubiese contado la verdad, seguiría con vida y sé que él lo sabe, que mi mujer me contó todo, que sé que nos robó por años y que también finalmente ella se enamoró de mí. —¡Mátame si vas a hacerlo! —le ordeno en respuesta. Chasquea aburrido y cuando parece que todo está perdido, escucho el rugir de los motores. Cuatro todoterrenos derrapan y se detienen rodeándonos, sé quién es sin verlo bajar, pero cuando Alessandro junto a Salvatore descienden, sé que este será el inicio de mi propia guerra. Sasha es el hijo ilegítimo de Víktor, pero es su hijo. Bajo mis manos y le pregunto con sorna: —Dime algo, Sasha, ¿te cagaste ya en tus pantalones? Saca un arma y apunta a Antonella en la cabeza.

—La voy a matar si no me dejan ir —me amenaza. —¡Hazlo, desgraciado! —grita Antonella—. Ya no quiero vivir en este maldito mundo lleno de mafia. Abro los ojos y me quedo sin palabras, porque sé que ella no está preparada para morir. Alessandro asiente y sonrío. —Somos veinte contra siete —le advierto—, antes me superabas, pero si no lo recuerdas eres una maldita cucaracha que se escuda detrás de las piernas de papi y que no es nada sin él. Sasha me maldice y aprieta el gatillo. Ante mis ojos veo cómo el cuerpo de Antonella cae de lado y Salvatore le apunta para dispararle. —Mi padre… Y todo se queda ahí, porque mi amigo es más rápido disparando y nuestros numerales saltan sobre ellos para degollarlos, corro al cuerpo de mi cuñada y lo sostengo. Está muerta y por un momento me traslado a aquella fatídica noche en que perdí mi alma entera. —¿Estás bien? —me pregunta Alessandro. —Gracias… —murmuro. Nos quedamos observándonos por unos segundos, me levanto y le entrego el cuerpo a un numerale. Le doy órdenes y por un momento estoy en papel, me devuelvo y subo al auto, me siguen Salvatore y Alessandro que sube de copiloto. —¿Estás bien? —insiste Alessandro. —¿Sabes qué es lo que va originar la muerte de Sasha Kozlov? — inquiero. —Una guerra —contesta seguro. Salvatore suelta una carcajada. —¿Algún día me contarás todo lo que tienes en contra los rusos? —me pregunta—. Digo, porque fui el que asesinó al hijito de Víktor. Niego encendiendo el auto mientras nuestros hombres se encargan de todo lo que deben. Por dentro le pido perdón una vez más a Violleta, porque no pude salvar a su hermana y estoy seguro de que Franco y Pia están muertos.

Capítulo 26 JUDE Una

mujer elegante de ojos bondadosos de color azul entra a la habitación, desde que asesinaron a mi amor solo las enfermeras entran y parece que la maldita que él cuidaba está con ellos, no puedo fiarme de nadie. Detrás de ella entra un hombre moreno con ojos verdes que observa todo con atención, me sonríe dulcemente y me quedo mirándola. —Hola —saluda con voz dulce—. Me llamo Giovanna y soy esposa de uno de los hombres que te rescataron. Todo me tiembla, la ira me hace lanzarme sobre ella y golpearla. El hombre me atrapa entre sus abrazos y le grito: —¡Lo asesinaron!, voy a matarlos a todos, no voy a descansar hasta matarlos… Ella abre los ojos sorprendida y suelto una carcajada mientras trato zafarme de su agarre. —¿Hablas de Valerio? Y al escuchar su nombre me enfurezco un poco más, muerdo al hombre que grita de dolor y me suelta. Le doy una patada en las gónadas y me lanzo sobre ella y me empuja. Me río. —Son unos malditos todos, los haré pagar a todos por matarlo —la amenazo—. ¡No quería ser rescatada, no quería dejarlo! Ella niega y el hombre vuelve a atraparme, unas enfermeras entran y bramo: —¡Los voy matar, malditos perros!, ¡¡los voy a matar!! Me acuestan en la cama y me amarran, grito hasta que me inyectan algo. Todo comienza a darme vueltas, pero deseo asesinar a todos los que causaron la muerte de mi amado Valerio. Cabeceo y parpadeo hasta que la miro de nuevo, ella me observa con tristeza y acaricia mi cabello.

—Todo va a mejorar, prometo que pronto vamos a encontrar a tu familia… —Valerio —musito. Y todo se vuelve oscuro, me dejo llevar por la sensación de pesadez, pero el rostro de esta mujer llamada Giovanna me susurra que todo estará bien, mas no puedo creerle, porque después todo fueron ellos los que asesinaron a Valerio. ***** Despierto y estoy atada a la cama, maldigo el día en que toda mi vida cambió. La puerta se abre y todo el odio que nunca imaginé sentir va emergiendo como un volcán a punto de hacer erupción. Sin embargo, me calmo, porque sé que si me altero de nuevo van a sedarme y me terminarán encerrando en un sanatorio. La mujer de Valerio entra sentada en una silla de ruedas junto a la que vino a verme anoche. La maldita que me quitaba la atención del único hombre que me trató como persona durante mi infierno, tiene una sonrisa triste en su rostro, la otra me observa con atención, las dos son unas idiotas, soy mejor que ellas y voy a demostrarlo. —Hola… —murmura la rubia tomando mi mano—. Sé que no me quieres, pero vengo a asegurarte que todo estará bien, que estás pasando por un trauma y que podemos ayudarte. Me quedo callada y solo las observo, la morena de ojos azules me dice: —Podemos llevarte a casa con tu familia, podemos ayudarte. «No puedo irme, tengo que quedarme y destruirla a ella». —¿Y Valerio? —pregunto. Ella, la mujer que me robaba su atención cierra los ojos y cuando vuelve a abrirlos están llenos de lágrimas. Respira hondo y me habla: —Estoy segura de que crees odiarme, pero Valerio no era lo que tú piensas. —Suelta mi mano—. Mi hermano está muerto. Su confirmación me rompe el alma, porque los meses que estuve con él me enamoré. Los días que estuvimos navegando me susurraba que sería la reina de su mundo, me cuidaba y me quería, pero ella; ella es la culpable de todo su dolor, escuché todo lo que Valerio le gritaba cuando se enfrentó a ellos. —Me llamo Marena. —«Marena» repito en mi mente—. Te voy a ayudar, si mi hermano te hizo daño, lo menos que puedo hacer por ti es ayudarte…

Suelto un sollozo cuando toma mi mano y quiero ahorcarla, pero tengo que ganarme su confianza, demostrarle que voy a necesitar su ayuda. —¿Pueden soltarme? Giovanna se queda mirándome y le asegura a Marena que es una mala idea, pero ella insiste y llaman a una enfermera. Cuando me sueltan me quedo de piedra, porque la maldita me abraza y me susurra: —Te ayudaré, te ayudaré a borrar esta pesadilla de tu mente. Abro y cierro los puños aguantando el deseo de ahorcarla con mis propias manos, cuando se aleja me sonríe y las dos salen prometiéndome que muy pronto vendrán por mí para hablar conmigo. —Te voy a vengar, amor mío, y luego me iré contigo…

Capítulo 27 MARENA Al salir de la habitación de la chica le ruego a Giovanna y Alessandro que llega junto a Matteo, que por favor me lleven a ver a Maurizio. Van cuatro días desde que desperté de la pesadilla. En un mismo día recuperé a mi padre y volví a perderlo, también escuché el dolor de una persona que fue víctima de las circunstancias. Valerio era un narcisista, porque debía amarse a sí mismo, porque toda su vida sintió que nadie lo amó. Un padre que lo violaba, una madre maltratada, una familia llena de violencia, no lo justifico, tampoco puedo odiarlo, lo perdoné, si es cierto que era mi hermano le perdono todo lo que me hizo, solo espero que Maurizio pueda aceptar que fui violada por alguien que era sangre de mi sangre. —No sé si te permitan pasar, pero eso no va a detenerme —me advierte Alessandro cuando estamos frente a la puerta y se acuclilla frente a mí—. Maurizio está luchando para volver contigo. Niego. —Una vez le pedí a Dios que, si lo salvaba, me entregaría a él, pero esta vez… —Se me quiebra la voz—. No puedo perderlo a él también. Toma mis manos con una de las suyas y la otra acaricia mi mejilla. Alessandro siempre ha sido cercano, pero al mismo tiempo nunca me ha demostrado cariño. —Pequeña, te prometo que no vamos a perderlo. Se levanta, luego de hacer la promesa escucho que murmuran entre los tres y él sin pedir permiso abre la puerta, me lleva hasta la cama de Maurizio. Está acostado y de su cuerpo salen diferentes cables, un monitor repica con un sonido que puede llegar a ser tomentoso. Sale y me deja junto a él, tomo su mano para dejar un beso en ella. —Te ruego no me dejes, tú eres lo único que me queda y sin ti mi vida no tendría sentido —sollozo—. Contigo conocí el amor en las páginas de los libros y después lo experimenté en tus brazos, Dios no puede castigarme por amarte, porque amar no es pecado. —Alzo su mano y la beso de nuevo

—. Tal vez no me quieras, porque ahora soy una mujer sucia y manchada, pero vive, Maurizio, vive porque sin ti tantas muertes no tendrían sentido, porque no puedo seguir en este mundo sin ti. —Lloro en silencio unos segundos—. No puedo ofrecerle a Dios alejarme de ti, aunque sí puedo ofrecerle el que siempre le serviré de alguna manera, pero lucha por nosotros, ¡te lo ruego! Me levanto lentamente, mi cuerpo todavía está resentido de la última paliza que me dio Valerio, tengo varias costillas rotas. Me acerco hasta su rostro y dejo un beso en su frente, porque no puedo besar sus labios. Todos los libros que me leí siempre tenían un final feliz, pero había algo que amaba de los finales trágicos, eso era el amor tan grande que podían sentir los protagonistas. A veces la muerte era la respuesta a todo, pero no puedo aceptar que la persona que me enseñó que amar no es pecado, muera. A veces entiendo a Gianna, me aseguró que olvidaría el deseo de ser monja cuando llegara la persona correcta en el momento indicado. ¿Fue así? Maurizio llegó a nuestra casa, entró a un lugar que otro socio de mi padre nunca vio, todos sabían que tenía una hija. Todos sabían que il Capobastone de la ‘Ndrangheta, escondía dentro de su castillo a su más grande tesoro, como un dragón que no deseaba compartir su oro. Sin embargo, a Maurizio le abrió las puertas, lo dejó entrar y hasta le permitió avanzar poco a poco, aunque le recordaba constantemente que estaba fuera de su alcance, lo dejaba que revoloteara alrededor de mí. Este hombre que ahora yace en esta cama, me hechizó con sus ojos castaños, pero cuando los miras de cerca tienen pigmentaciones de color verde justo alrededor del iris. Siempre con un libro en la mano, con una sonrisa al saludarme y ese aire de seguridad que me desarmaba, él sabía que iba a ser suya antes de que yo misma me diera cuenta. ¿El amor es así? —Necesito que mi Mario viva, porque si no haría lo mismo que Tosca, el dolor de perderte me llevaría a la muerte —le hablo comparándonos con los protagonistas de la ópera Tosca. Me quedo un rato a su lado, le platico sobre la vida que podemos tener juntos. Le cuento que me gusta La Toscana, que sería un hermoso lugar para estar juntos y, si Dios lo permite, podríamos tener hijos, unos pequeños que traerían la alegría que hemos perdido en este tiempo.

Le narro todo acerca de mi infancia y cómo Gianna siempre me dijo que debía encontrar a mi príncipe azul para saber que el amor era lo que me haría feliz. Le aseguro que lo sentí en cada momento que estuve en manos de Valerio, que sus recuerdos me hacían encontrar el norte cuando pensaba que iba a perderme en el miedo y el terror que estaba viviendo. —Sabía que ibas a buscarme, que ibas a salvarme —musito—, por eso te ruego que luches, nuestro momento no ha terminado, no va a importarme todo el dolor que he vivido si estás a mi lado, porque sé que podrás ayudarme a sanar y es que nada podrá hacerme daño nunca más si camino de tu mano. —Siento que aprieta mi mano y levanto mi mirada para ver si se encuentra despierto—. Me estás escuchando, lo sé, por eso te pido, mejor dicho, te ruego escucha mi voz y regresa a mí. ***** Al darme de alta en la clínica, Giovanna junto a Alessandro me trajeron a un piso y por un segundo siento que estoy viviendo una pesadilla, es exactamente igual al sitio en el que me tuvo cautiva Valerio los primeros días. Después de sufrir un ataque de pánico y dormir por dos horas, desperté al escuchar la risa fresca de un bebé. Emocionada por ver de nuevo a mi ahijado salgo y los encuentro en el salón. Una morena de ojos de color avellana me sonríe y Giovanna se levanta del suelo con el pequeño Luciano en brazos. —¿Descansaste? —me pregunta con una sonrisa y asiento en respuesta caminando hacia ella—. Bebé, creo que Marena desea cargarte… Luciano parece reconocerme y se lanza a mis brazos, no puedo creer que ya ha pasado tanto tiempo, lo dejé de cuatro meses y ya tiene un año. —Hola, Luciano, soy tu madrina Marena —musito tomando su manito mientras él me sonríe—. Te extrañé. Me regala una sonrisa mostrándome su escasa dentadura, respiro hondo y me siento por un momento como aquella chica de diecisiete años a la que le dieron un bebé para cuidar. —Marena, siéntate por favor —pide Giovanna. Lo hago y Luciano aprovecha la oportunidad para bajarse de mis piernas e irse a explorar por la casa. Me siento incómoda y me remuevo en el sofá, Giovanna toma lugar a mi lado y me toma la mano. —Chiara, te presento a Marena Calabrese, la prometida de Maurizio —le indica a la chica—. Marena, ella es Chiara San Filippo, es hija de uno de los

jefes de las cinco familias. Ella me sonríe. —Es un gusto conocerte, Giovanna me ha hablado maravillas de ti. En ese momento entran Alessandro junto a Matteo y puedo ver cómo se le borra la sonrisa a ella, los saludo y lo primero que hago es preguntarle a Alessandro por Maurizio, me informa que han decidido sacarlo del coma inducido y también que la chica que estaba cautiva conmigo será llevada a una casa de reposo mientras averiguan quién es. —Ya en poco volveremos a casa —me asegura Alessandro. Cierro los ojos y hago la pregunta que he evitado por días. —¿Y el cuerpo de mi padre? Matteo se aclara la garganta y me contesta: —Marena, lo trasladamos a Italia y fue sepultado en el mismo lugar que tu tío Nico. —Suelto un sollozo cuando me entero de que mi tío está muerto —. Lo siento, tu tía pensó que ahorrarte todo el dolor de vivir un funeral era lo mejor después de todo lo que has vivido. —Gracias… Chiara se levanta y él sonríe divertido, pero ¿qué sucede aquí? Giovanna toma mi mano al darse cuenta de que estoy viendo lo mismo que ella. —¿A dónde vas? —le pregunta Giovanna. —Disculpen, es que de repente me duele la cabeza —contesta. Matteo se sienta en el sillón que acaba de dejar y Chiara lo fulmina con la mirada, se nota que no lo soporta. —Es que estos asuntos tampoco te interesan —le comenta Matteo. —Señor Spadaro, fui criada bajo el seno de una familia respetuosa y, no, realmente apenas estoy conociendo a Marena. —Ella se gira y me sonríe—. Espero conocerla mejor, pero me voy porque realmente me molesta su presencia. Giovanna y Alessandro sueltan una carcajada, mientras volteo mi rostro y fijo la mirada en un cuadro. —Señorita San Filippo, no sabía que ahora le desagradaba tanto, parece que fue ayer que usted soñaba con ser mi esposa. —¡Basta, Matteo! —le pide Giovanna—. Chiara, vamos a comer y te informo que estarás viendo a Matteo siempre porque es il consiglieri de Alessandro, tu padre es un jefe y debes aprender a ignorarlo. Chiara suelta un suspiro y se sienta con nosotras, Alessandro le pide a Matteo ir al despacho por negocios y nos dejan.

—¿Qué fue todo eso? —pregunta Giovanna. —Que no soporto a ese hombre, se cree que es el mismo dios bajado del Olimpo y es un idiota. Sonrío. —Matteo es muy amable, algo misterioso para los negocios, pero amable —interrumpo. La chica se fija en mí y se tira contra el espaldar del sofá, nunca he sido de tener amigas y lo más cercano que tuve en el pasado fue mi prima Gianna, así que esto es nuevo para mí. —Matteo rompió nuestro compromiso y me dejó para casarse con una mujer que era como una prostituta barata. —Chiara, no deberías expresarte así —le pide Giovanna. —Lo hago porque los que conocimos a Violleta Scordato sabemos que era una mujer que se vendía por un brazalete o algo que tuviera brillo. Me aclaro la garganta y pregunto: —¿Qué sucedió con ella? Chiara se quita los tacones y se sienta en posición de loto sobre el sofá, Giovanna me observa y siento que estoy metiéndome en algo que no debo, pero hablar así de alguien es horrible. —A Violleta la asesinaron, todo fue un escándalo dentro de la organización. —Ella toma la mano de Giovanna—. El padre de Matteo y el mío habían acordado un matrimonio arreglado, estaba emocionada. —Se ríe nerviosa—. Me gusta, perdón, me gustaba —se corrige—, pero soy menor que Matteo cinco años, debía tener veintidós para casarme y ella apareció, todo el compromiso que pensé que era mi felicidad se rompió y una noche nos enteramos de que la habían asesinado, pero que también se habían casado. Y sin pensarlo las palabras salen solas de mis labios: —No puedes juzgar a alguien por lo que hizo por amor, yo debía ser monja y fui criada para eso, pero me enamoré de Maurizio y no me arrepiento de amarlo. —Ella presta toda su atención en mí—. El amor es algo que llega de repente, sin aviso, sin decirte “oye, mira, te vas enamorar de alguien”, puede que Matteo nunca estuviera enamorado de ti… —Pero estábamos comprometidos… —me interrumpe. —Yo debía casarme con Mario y nunca lo amé —agrega Giovanna. Suspiro.

—No sé ni la mitad de tu historia y entiendo que de cierta manera te sientas ofendida, pero lo que quiero decirte es que nadie escoge a quien va a amar. Me levanto del sofá. —¿A dónde vas? —pregunta Giovanna. —Me gustaría ir al hospital a ver a Maurizio… —Deberías descansar un poco más —me pide con voz dulce. Niego con mi cabeza. —Iré a verlo, por favor dile a Alessandro. Asiente comprendiendo que mi lugar no está aquí, que está al lado del hombre que amo, así que un hombre llamado Alessio me acompaña a la clínica. En la puerta está Salvatore Luciano que se aparta al verme y entro para rogarle una vez más al hombre que amo que despierte.

Capítulo 28 MAURIZO Escucho la voz de Marena y su ruego, lo escucho como una letanía que me va sacando de la oscuridad donde estoy sumido. Una música que reconozco comienza a sonar: —Escúchala, amor mío, y déjame ver de nuevo tus ojos… —me ruega. E lucevan le stelle, e olezzava la terra stridea l'uscio dell'orto, e un passo sfiorava la rena. Entrava ella, fragrante, mi cadea fra le braccia. Y la voz del tenor me recuerda todo lo que he vivido, el rostro y la sonrisa de felicidad de Marena la noche que vimos Tosca en mi habitación se ilumina, puedo recordar la voz de Jonas Kaufmann cantando. Oh! dolci baci, o languide carezze, mentr'io fremente le belle forme discogliea dai veli! Svani per sempre il sogno mio d'amore... L'ora e fuggita e muoio disperato! E non ho amato mai tanto la vita! —Nunca pensé amarte tanto, te necesito… —me ruega nuevamente—, regresa a mí, por favor, amor mío, regresa a mí… Trato de abrir los ojos para hablar con ella, para demostrarle que no pienso dejarla nunca más, que ese error no lo cometeré dos veces, que la amo tanto y que tampoco pensé amar tanto, como lo siento por ella. *****

—¡Maldita sea, Maurizio! —me insulta Alessandro—. Abre los malditos ojos, despierta y regresa, no te atrevas a dejarme. —Ale, no le hables así —le pide Giovanna. —¿Cuándo va despertar? —pregunta afligido. —Cuando esté listo lo hará, pero no puedes hablarle así… Escucho sus voces de lejos, pero no puedo abrir los ojos y necesito volver, escuchar a mi hermano, a mi cuñada y a Marena preocupados por mí me hace desear volver con ellos, necesito que ellos sepan que sí quiero regresar a su lado. ***** Estoy en la casa de mi padre, en el jardín están mamma y papà junto a Tina caminando. Voy a su encuentro y mi madre al verme me abraza con tanta emoción que me saca algunas lágrimas, mi hermana sonríe y sus ojos verdes brillan como recordaba. Al acercarme a mi papá no puedo evitar llorar, porque la última vez discutimos por su idea de desear vengar a mi hermana. «¿Esto es el cielo?». —No es el cielo —contesta mi papá adivinando mis pensamientos. —¿Dónde estamos? —le pregunto. —En tu mente —contesta Tina. Niego confundido y mi madre toma mi mano. —Estamos aquí contigo, porque tienes que volver, ya que tu momento de estar con nosotros no ha llegado. Resoplo, no puedo volver, ya lo he intentado, cada vez que escucho la voz de Marena rogarme que regrese es como un recordatorio de lo que me espera. —Tienes que cuidar de Ale —me pide Tina—, se perdería si te quedas aquí y nosotros te perderíamos a ti… —Ella me gusta —comenta mi mamá cuando Un bel di vedremo comienza a sonar, esa es su aria favorita—. Te ama… —Y yo la amo a ella —aseguro, mamma sonríe llenándome de paz, suspiro y le hago la pregunta que me atormenta a mi papá—: ¿Por qué no me lo dijiste? —No era mi verdad, no podía romper su confianza… —¿Era su hijo? —No lo sé —contesta—. Hijo mío, es momento de que nos despidamos… —Pero… —titubeo—. ¿Los volveré a ver?

No quiero dejarlos, mi mayor dolor es haberlos perdido y ahora estamos juntos. «¿Por qué no puedo tenerlo todo? ¿Por qué no podemos estar los siete juntos? Mis padres amarían a Giovanna y a Marena, adorarían a Luciano y estoy seguro de que Tina sería su amiga». —Me caen bien, tienes razón, sería su amiga —me dice Tina—. Aquí los pensamientos podemos escucharlos, no tengas miedo de volver, siempre estaremos con ustedes. —Sonríe—. Yo estoy en paz, estoy donde debo estar, pero si te quedas esa oscuridad volverá y tampoco te volveremos a ver… Exhalo y levanto mi rostro al cielo. —No quiero dejarlos, pero también necesito volver con ella. —Ve, pequeño mío, prometo que llegada tu hora… —Maurizo, regresa a mí —solloza Marena. Mi familia se toma de la mano y el llanto de Marena me atormenta, mi madre me besa y los veo alejarse. Toda la luz que me rodea a medida que ellos se alejan va convirtiéndose en oscuridad, Tina se gira y me dice: —¿Qué esperas, stronzo? ¡Regresa! Abro los ojos y respiro hondo tratando de llenar mis pulmones. —¡Maurizio! —solloza Marena—. Amor mío… ¡Enfermeras, enfermeras! La puerta se abre y Alessandro entra junto a Giovanna, unas enfermeras lo hacen con ellos. Marena toma mi mano y sonríe con los ojos llenos de lágrimas. «Gracias», digo en mi mente y a ellos los sacan mientras un doctor me hace estudios, me pregunta si sé dónde estoy y tonterías que cualquiera sabría responderle. ***** Llevo rato despierto cuando la puerta se abre y Marena entra como un torbellino, se echa sobre mi cuerpo llorando y repitiendo que nunca va a dejarme. La separo y tomo su rostro entre mis manos, sus ojos brillan a causa de las lágrimas. —¡Perdóname! —le pido. Abre aún más sus ojos y suelta un sollozo—. Perdóname por creer que dejarte ir era lo mejor para nosotros. —Maurizio —musita. —Prometo que nunca te dejaré de nuevo… —Ella sonríe y me da un beso casto en los labios. —Eso espero o tendré que comportarme como Gio —me advierte—. Te amo, alma mía.

—No sé de qué están hechas las almas, pero la mía y la suya son una sola —le susurro citando Cumbres Borrascosas. —Maurizio… —solloza emocionada. La puerta se abre, Alessandro y Giovanna entran, mi hermano niega mientras nos observa y no puedo decir nada más. Los tres me llenan de amor, mientras conversamos Marena no deja de besarme, y no puedo despegar mis ojos de ella, en su piel todavía se notan algunos de los golpes que el malnacido de Valerio le propinó, pero espero borrar con mis besos todo el dolor que causó ese maldito bastardo en ella, que su dolor se convierta en amor. Entiendo que me equivoqué alejándola, es algo que tengo que dejar atrás y por supuesto parar de culparme, si deseo ser feliz junto a Marena, ese cargo de conciencia que me persigue desde hace meses no me permitirá serlo, así que me toca convertirme en el hombre que ella necesita. —Tenemos que regresar a Italia, ¿crees que soportes viajar? —me pregunta Alessandro. —Por favor, volvamos a casa ¡ya! —contesto. Mi hermano sonríe y sabe que le estoy pidiendo estar en paz, aquí no podré sanar y tampoco Marena, los dos necesitamos empezar de nuevo y volver al lugar en que todo comenzó. ***** Palermo es mi hogar, el lugar que de alguna manera será mi infierno y paraíso, el lugar que me hace lo que soy, mis ancestros nacieron aquí. Espero que Marena pueda encontrar en mi ciudad la paz que le fue arrebatada cuando la dejé ir en La Toscana. El vuelo fue algo molesto, pero al tocar tierra vinimos directo a la casa de mi padre y al ver el jardín recordé el sueño, parece que ellos me guiaron para volver a casa. No puedo dormir y lo único que hago es ver a Marena que duerme a mi lado, no me atrevo a tocarla, tampoco deseo presionarla, no sé si pueda escuchar cuando me cuente todo lo que le hizo Valerio, pero lo único de lo que estoy seguro es de que quiero volver a enamorarla, curar esas heridas hasta lograr borrarlas. Ella debe estar soñando y espero que sueños sean felices, porque no sabe lo mucho que significa para mí, he vuelto para amarla y cuidarla. Tomo el libro de la mesa de noche, fue el último que dejé ahí al partir a buscarla, este autor siempre me ha cautivado, leí por primera vez Cien años de Soledad cuando tenía veinte años, quedé atrapado por la forma en que el

escritor narra la vida, los nexos y conflictos que atraviesan siete generaciones de la familia Buendía, puede ser complicado, pero Márquez lo hace con maestría. Retomar lo que sucede en Macondo y darnos una perspectiva amplia sobre la vida en ese lugar es un reto que completa con grandeza. Voy al lugar en que lo dejé y me topo con una frase que me sorprende: (…) «—¿Qué dice? —preguntó. —Está muy triste —contestó Úrsula—, porque cree que te vas a morir. —Dígale —sonrió el coronel—, que uno no se muere cuando debe, sino cuando puede». Y entiendo que no morí a pesar de que lo hice médicamente, sino que no era mi tiempo, que me quedaban momentos por vivir. —No, no me toques, soy tu hermana —solloza Marena y sus palabras me rompen el alma—. ¡No! Se levanta y se queda mirando hacia la puerta, me acerco a ella y pongo mis manos cuidadosamente sobre sus hombros. Gira lentamente su rostro y al darse cuenta de que estoy a su lado, comienza a llorar. La atrapo entre mis brazos y la pego contra mi cuerpo, sus lágrimas mojan mi pecho, pero su llanto entristece mi alma. —Estoy aquí —le aseguro—, no voy a dejarte. —La acuno entre mis brazos y me balanceo para calmarla. —Me prometió que no me violaría… —Se le quiebra la voz y cierro los ojos—. Sé que oír esto puede dolerte, pero necesito que me escuches, porque solo tú puedes sacarme de este infierno que vivo desde que me rescataron. La separo un poco mientras abro los ojos, con mis dedos la hago que me mire, lo hace, pero cuando me fijo en su rostro bañado por las lágrimas, el terror en su mirada es lo que necesito para saber que este será el verdadero inicio de nuestro amor. —Cuéntame todo… —¿Estás seguro? —Marena, si no estoy dispuesto a cuidarte en tus momentos malos, no tengo el derecho de pasar el resto de mi vida contigo, si necesitas contarme todo para encontrar paz, hazlo y yo te escucharé. —Maurizio…

—Vamos a conocernos de nuevo, déjame pedirte perdón por ser un idiota que tuvo miedo, vamos a sanar ambos, comenzar de nuevo y te prometo que lo haremos bien… Suspira y cierra los ojos. —Valerio me secuestró y pensé que había asesinado a mi padre, vi cómo lo hizo, me trataron de resguardar, pero fue en vano… Me cuenta sobre el cuadro de su madre, lo necesitado de cariño que estaba Valerio y cómo odiaba cada rechazo de ella. Relata el momento de desesperación al enterarse de que era su hermana. Las veces que cambiaron de casa, me habla sobre Juanito y me pide buscar a su hermana, me muestra el rosario de oro que lleva puesto y cómo fue ese regalo el que le dio la fortaleza que requería en sus peores momentos. Con tristeza recuerda cómo el único detalle que Valerio tuvo con ella, una pequeña mascota, murió en manos del mismo Caputo. Asegura que recordar los pocos momentos que tuvimos juntos era lo que la mantenía cuerda y con deseos de vivir, porque sabía que la buscaría hasta por debajo de las piedras. —Me violó pensando que de esa forma lo amaría, pero… —Se queda callada. Trago el nudo de emociones y tomo su mano. —Lo perdonaste… Ella me observa y asiente. —Al ver el dolor de mi papá, supe que todo era cierto, que sí era mi hermano y que, como yo, no tuvo la suerte de una infancia normal, por así decirlo. —Exhala cansada—. ¿Quién soy yo? No soy Dios, tampoco voy a justificar todo lo malo que hizo, pero todo lo que me hizo se lo perdono, porque si no lo hago, nunca encontraré la paz que necesito. —Dios, Marena… —musito—. ¿Eres real? Ella resopla. —Soy lo que ves, no soy un ángel, tampoco la virgen que adoraba Valerio, ni la niña obediente que mi padre crio, solo soy una humana que ha conocido lo más oscuro de la humanidad y cree que todos merecen el perdón. —Suspira—. Si Dios creó el mundo y nos dio el libre albedrío, no somos nadie para juzgar, cada quien es dueño de su destino, escoge el camino del bien o del mal. —Soy un criminal, ¿recuerdas? —Lo sé, ¿pero cuántos actos heroicos has llevado a cabo por amor?

Su pregunta me pilla con sorpresa, no creo que nada de lo que hecho sea un acto de heroísmo, porque he asesinado con tal de conseguir lo que necesito. —Mi padre mataba a los violadores, en la ‘Ndrangheta ese crimen y matar a un niño inocente era penado con la muerte. —Aquí también… —Sus negocios los llevan a asesinar, pero como lo hice con mi papá, lo haré contigo, rezaré porque todos tus pecados sean absueltos. —Marena, te amo… —murmuro y me atrevo a besarla. —Y yo te amo a ti, Maurizio —contesta cuando rompo el contacto—. Solo te pediré una cosa, llévame a la tumba de mi padre, necesito despedirme de él. Acepto y le prometo que mañana saldremos con rumbo a Milán, ella se recuesta sobre mi pecho y recorre mis nuevas heridas, las besa y acaricia hasta quedarse dormida.

Capítulo 29 MARENA No pensé que podríamos venir a Milán tan rápido, pero Maurizio solo dio una orden y aquí estamos frente al mausoleo de familia Calabrese. No puedo creer que casi toda mi familia esté muerta, todos prácticamente asesinados por una misma persona. Valerio. Me parece increíble todo el daño que me ha causado y esas heridas serán para toda mi vida, observo el ramo de rosas mientras los numerales nos custodian. Están revisando el perímetro para que pueda tener un momento de privacidad, mi tía Alfosina está a mi lado completamente conmocionada al verme con vida. Respiro hondo tratando de no llorar, necesito ser fuerte. —Despejado —le informan a Maurizio. Entramos y el frío de muerte se me cuela hasta los huesos, por primera vez me fijo en que hay cuatro nichos y camino hasta uno que no vi la primera vez que entré aquí para dejar el cuerpo de Gianna. Giulia D’Angelo “El amor mueve el sol y las estrellas” Amada mujer y amada madre. 1966-2002 —Mamá… —musito. Escucho los pasos de alguien y mi tía toma mi mano, cierro los ojos pensando en todo el dolor que tuvo que sentir ella, quien me protegió hasta el final. —Tu padre hizo esto para cuando estuvieras lista, te contaría la verdad sobre tu madre, pero le daba miedo, porque a medida de que Valerio avanzaba, solo dejaba miseria y dolor. —¿Ella está ahí? —pregunto. —No lo sé… —Tía, vienen tiempos difíciles para nosotros.

—Tienes a alguien que va a protegerte, por mí no te preocupes, puedo soportar todo lo que venga. Exhalo cansada y justo a un lado está la cripta de mi padre, me quedo mirando su nombre y sonrío. Enzo Calabrese Amado hermano, padre y amigo. 1958-2020 —Pensé que habías muerto, te recuperé y el mismo día te perdí, sé que hiciste todo tratando de protegerme, no tengo nada que reprocharte. — Maurizio toma mi mano sosteniéndome en mi momento de dolor—. Prometo que nos veremos cuando vengas a buscarme. Parto el ramo en dos y lo dejo en cada florero, si mis padres se amaron como todos dicen, espero que estén juntos. —Me quiero ir… Maurizio asiente y cuando salimos nuestros hombres están rodeados por otros, un hombre joven como de treinta y cinco años se acerca a nosotros. Percibo el movimiento de Mau al tratar de sacar su arma. —Venimos a presentar nuestros respetos a la señorita Calabrese — anuncia—. No venimos a causar problemas, Lombardo. —Creo que al emboscarnos no es la manera —increpa Maurizio—. Ella ha venido a despedirse de su padre. Saca un puñal y me quedo observándolo cuando me lo ofrece, giro mi rostro hacia Maurizio y asiente dándome la seguridad que necesito. —Enzo por cuarenta y dos años fue il Capobastone de la ‘Ndrangheta, durante su mandato la organización vio sus años de gloria, nos hicimos la organización más fuerte de todo el país y el mundo. —La tomo—. Me presento, soy Dante De Luca, el sucesor de tu padre. Cierro los ojos. —Gracias… El hombre asiente y en un movimiento casi imperceptible gira su rostro para dirigirse a Maurizio. —La ‘Ndragheta seguirá los negocios con la Cosa Nostra, siempre y cuando nuestros intereses no se vean afectados, sabemos que Enzo te guardaba una gran estima y seguiremos con nuestra sociedad. —Sonríe—. Una lástima que no la conocí antes, te llevas a la joya más hermosa de la organización.

Se gira para retirarse, pero pienso en mi tía y lo llamo: —Señor De Luca. —¿Sí? —No se vuelve para verme. —Aunque dentro de la organización las mujeres tenemos un papel. —Marena… —me llama Maurizio. Eso capta la atención de Dante que se gira y me presta atención de nuevo. —Mi padre fue il Capobastone y mi tío su segundo al mando, los Calebrese han dado todo por la ‘Ndragheta, así que lo único que voy a pedirles es que protejan a mi tía. —Por un momento pensé que me dirías que serías la sucesora —se burla. Lo fulmino con la mirada. —No fui criada para eso, tampoco me interesan los negocios de mi padre, lo que es nuestro no puede ser tocado, si ustedes desean matarse por ser el jefe es su problema, pero quien ocupe el lugar, si tuvo algún respeto por Enzo Calabrese, cumplirá mi petición, Alfosina Calabrese será cuidada y respetada por la ‘Ndragheta hasta el final de sus días. —Pides mucho para la esposa de un traidor —comenta divertido. Observo a Maurizio que niega con su cabeza, mi tía a su lado esconde su mirada y siento que no sé toda la verdad todavía, que hay secretos que siguen guardándose, pero si algo he aprendido en este tiempo es que debo dominar mis emociones. —No creo que desees una guerra, puede que ahora seas il Capobastone, pero si lo deseo puedes durar muy poco, lo que pida o no y el motivo de ello, no es tu asunto, lo único que tienes que hacer es cumplir lo que pido. Suelta una carcajada. —A todos: lo han oído. —Señala a mi tía—. Alfonsina Calabrese no puede ser tocada. Se gira y los veo alejarse, mi tía trata de acercarse, pero cabeceo negando. Levanto mi rostro y recuerdo todo lo que he vivido. —No sé qué han querido decirme con eso, pero te aseguro que, si mi tío nos traicionó, no debería estar en este lugar —murmuro. —Marena, mi niña… —musita mi tía. —Considera esto una despedida, porque no sabrás nada más de mí. Camino hasta el todoterreno y subo, a mi lado se sienta Maurizio, me abraza y sin pensarlo comienzo a llorar.

¿Qué clase de mundo es este? —A veces, las traiciones más dolorosas vienen de quienes más quieres y de quien menos lo esperas —comenta muy cerca de mi oído—. Tu tío estaba lleno de dolor por Gianna y cometió un error. —Que pagué muy caro —espeto llena de ira, adivinando de qué se trató esa traición—. Todo lo que viví nunca podré olvidarlo, será como una mancha que me ha arruinado. Me aleja para tomarme del mentón, sonríe de una manera que me hace sentir amada. Se acerca para dejar un beso en mi nariz. —Nadie te ha arruinado, te sigo amando y creo que te amo todavía un poco más si eso es posible. —Maurizio… —Sé que tienes diecinueve años, tu cumpleaños pasó durante tu secuestro. —Cierra los ojos—. No me imagino la vida sin ti, así como una historia de amor en la que los protagonistas no pueden estar juntos, pero se aman tanto que luchan por amor, te pido que seas la única dueña de mi corazón, de mis días y de mi vida… —Maurizio. Me besa como la primera vez, sus labios atrapan los míos y todo mi mundo se pinta de colores vivos, el lila que es mi favorito predomina todo, mi corazón late tan apresurado que pienso que no es normal. Poco a poco va ralentizando hasta que solo me da picos. —Cuando lleguemos a casa, hablaremos de esto. ***** Giovanna ha insistido en que me arregle como si fuéramos a celebrar algo, me ha traído un hermoso vestido de color blanco, su falda es larga, aunque cuenta con una abertura en su parte baja que me descubre una pierna, escote palabra de honor con una cinta en medio bordada con cristales que es un detalle que lo hace precioso. —No sé qué celebramos… —murmuro mientras me peina. —Que estamos vivos y no hay más que festejar. —Me sonríe a través del espejo—. Estás preciosa. —Gracias. Me ofrece su mano y bajamos, cuando llegamos al salón se escucha la voz de un tenor cantando Una furtiva lacrima. Me detengo y Giovanna me sonríe. —Vamos…

—¿Qué es esto? —Entremos y lo sabrás… El salón está despejado y lleno de rosas rojas casi de un color negro, velas hacen una iluminación tenue, Maurizio aparece con una rosa en la mano y una sonrisa que podría iluminar un mundo oscuro, a su lado Alessandro, ambos de traje. Giovanna me ofrece su mano y la tomo, ella no deja de sonreír y por primera vez en meses lo hago también. Caminamos hasta ellos y pienso que parece una boda, sería perfecto algo así, solo ellos y nosotros, no necesito más que a nuestra familia. Maurizio se arrodilla frente a mí y niego riéndome. Alessandro toma a Giovanna, nos quedamos solo él y yo frente a frente. —Ayer te pedí que fueras la dueña de vida, sé que tengo treinta y tres años, que tú solo tienes diecinueve, pero no veo la vida sin ti, no tiene sentido la vida si tú no estás a mi lado. —Sonríe—. No tengo más familia que ellos, por eso con ellos como testigos de este momento, si me aceptas como esposo prometo que nunca más voy a dejarte, que nuestra vida será un romance eterno, porque mi alma y la tuya desde hace mucho tiempo son una sola. —Me entrega la rosa y un brillo capta mi atención, entre los pétalos está un hermoso solitario—. ¿Marena, deseas ser mi esposa? Sonriendo acepto asintiendo con mi cabeza. —Sí, acepto… Maurizio se levanta para tomar mi mano, busca el anillo y me lo coloca. —La única condición que pongo es que nos casemos esta noche —me dice. —¿Ah? Un sacerdote sale de la nada y me quedo sin palabras, me escolta frente a él y no puedo créelo. —¿Aceptas? —me pregunta nervioso. —Nunca estuve más segura —le respondo feliz. El clérigo inicia la ceremonia, recuerdo todo lo que he pasado. Lo mejor que me ha sucedido es haber conocido a Maurizio, mi lugar es a su lado hasta que lo desee Dios. En mi vida imaginé encontrar mi alma gemela, el hombre que llenaría de luz mi vida, sé cuánto me ama, lo que significó para él y este momento lo soñé mil veces mientras creía que era pecado amarlo. El sacerdote nos hace las preguntas:

—Maurizio, ¿deseas tomar a esta mujer como tu esposa legítima, y vivir con ella conforme a lo ordenado por Dios en el santo estado del matrimonio? ¿La amarás, respetarás y honrarás, cuidarás de ella en el tiempo de enfermedad y de salud, renunciando a todas las otras? ¿Te conservarás para ella sola mientras los dos vivan? Maurizio toma mis manos sonriendo, suspiro al ver cómo sus ojos brillan de manera especial y parece que nada más existe. —Sí, la tomo —contesta. —Marena —me llama el sacerdote—. ¿Deseas tomar a este hombre por tu marido y esposo, y vivir con él conforme a lo ordenado por Dios en el santo estado del matrimonio? ¿Le obedecerás, servirás, amarás, honrarás y cuidarás en tiempo de enfermedad y de salud, renunciando a todos los otros? ¿Te conservarás para él solo mientras los dos vivan? —Sí, lo tomo —acepto. Alessandro se acerca y le da los anillos al sacerdote quien los bendice. El sacerdote le pide a Maurizio que repita: —Yo, Maurizio, te recibo a ti, Marena, como mi legítima esposa de hoy en adelante, en la riqueza o en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe, según el santo orden establecido por Dios. Hago lo mismo, no hay manera más perfecta de entregarme a la persona que amo. —Yo, Marena, te recibo a ti, Maurizio, como mi legítimo esposo desde hoy en adelante, en la riqueza y pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte, cuidarte y obedecerte hasta que la muerte nos separe... Le entregan el anillo y toma mi mano, sonríe y me promete: —Con este anillo te desposo, te prometo que veremos lo mejor de cada instante, que tus lágrimas aprenderán a reír, que tu alma pura siempre será la luz que ilumine mi mundo. Cuidaré de ti y de los hijos que tengamos. Te ofrezco mi vida y todo lo que poseo. —Pone mi anillo en mi dedo anular—. Y como las lágrimas que corren por tu rostro, te aseguro que te pertenezco y que mi lugar está a tu lado hasta que la muerte nos separe. Giovanna se seca las lágrimas y sonríe emocionada, el sacerdote me entrega el anillo y suspiro. —Con este anillo yo te desposo, porque amarte es lo más hermoso que me pudo pasar, porque un amor tan grande pudo ser feliz, prometo cuidarte y amarte y lo haré con cada hijo que tengamos. —Se me rompe la voz—.

Hoy es el día que nunca pensé anhelar, pero es el día perfecto porque te amo tanto y te amaré hasta que Dios me llame. Mi mundo se transforma en alegría, porque todo es perfecto y nos declaran finalmente marido y mujer, una hermosa canción comienza a sonar y cuando el cantante dice: È troppo tempo che Non siamo soli io e te Non chiedo luce ormai Quindi il mio sole sarai Hace tiempo que No estamos solos tú y yo No pido luz más Entonces mi sol serás Maurizio me besa y nuestros testigos alaban nuestro amor.

Capítulo 30 MAURIZIO Después de celebrar con mi hermano y cuñada que Marena y yo somos marido y mujer, salimos de la casa a mi finca. Si algo me gusta de vivir en Sicilia es que tenemos la belleza más grande frente a nosotros. El mar del Mediterráneo. Y mi dulce esposa resplandece por la luz de la luna que nos ilumina el balcón con vista a esta hermosa majestuosidad. Su cuerpo desnudo sobre el mío, me muero por tocarla, pero sé que no es el momento y cuando lo sea, todo aquello que le duele quedará una simple pesadilla. Mis dedos acarician su espalda y ella me observa con una sonrisa, sus ojos brillan de una manera singular, pero sé que es felicidad, que por fin he logrado apartar todo ese dolor que siente aunque sea por un momento. —Quiero llevarte a Grecia, vas a amar la casa que tenemos allá —le aseguro. —Amaré cada lugar que conozca a tu lado, por esa sencilla razón… —¿Cuál? —pregunto, aunque conozco la respuesta. Toma mi mano y la lleva hasta sus labios para dejar un beso en el dorso, siento una presión en el pecho, no es algo malo, no encuentro las palabras para explicarlo. Me quedo callado cada vez que es capaz de mostrarme sus sentimientos. —Estar a tu lado, eso es la verdad. Sonrío mientras me acuesto a su lado, me quedo mirándola y se sonroja. Me acerco para dejar un beso casto en su frente. —Tú me enseñas lo que no sabía de la vida, pensaba que amar no era para mí, soy el reemplazo de mi hermano, mi deber es cuidar de él, por eso no me interesaba encontrar a alguien. —Suspiro—. Llegaste tú y todo se transformó, mientras tu padre me prohibía acercarme a ti, más deseo tenía de hacerlo. —Me convertí en un reto —afirma. Niego cabeceando y me acerco para abrazarla, nuestros cuerpos se acoplan perfectamente.

—No, pensaba que era eso, solo que a medida que te conocía algo me decía que eras la mujer para mí. A veces no sabía qué decir o qué hacer para verte sonreír y cuando descubrí que podría conquistarte con libros. —Ella ensancha su sonrisa—. Busqué mis favoritos, a mi madre le gustaba leer y compartía conmigo ese hábito, creo que en el fondo fui más el niño de mi madre que el propio Alessandro, porque mientras él era preparado para ser el jefe, ella me educaba como lo deseaba con él. —Me gustaría haber conocido a tus padres. —Ellos te conocen. —Cierro los ojos y me preparo para contarle lo que sucedió mientras estuve inconsciente—. Los vi cuando me disparó Valerio, pensé que iba a morir y en el fondo lo hacía en paz porque te había rescatado. —Maurizio… —Cuando abrí los ojos y regresé a ti, ellos estaban conmigo y mi hermana… —Se me quiebra la voz y carraspeo tratando de calmarme—. Mi mamá me aseguró que le caías bien y Valentina que serían amigas. Ella atrapa mi rostro entre sus manos y me besa, dejo que lo haga, porque este momento no se lo he confesado a nadie. Cada vez que me besa frena el tiempo haciendo crecer todo el amor que siento por ella, correspondo a este contacto como si el mundo se fuera a acabar, porque la necesito. La giro y me subo sobro ella, pero se tensa y maldigo mentalmente. Rompo violentamente el contacto y me acuesto a su lado, tapo mis ojos con mi antebrazo. Escucho que ella dice algo inentendible. —Perdón… Su voz está rota, me levanto y le ofrezco mi mano. La ayudo a levantarse, la abrazo y me quedo mirando al cielo estrellado. —No tengo nada que perdonarte —aseguro—. Creo que el que debe pedirte perdón por dejarse llevar soy yo. —Maurizio, tú haces que mi cielo vuelva a ser azul, que mi vida tenga colores que creí haber perdido. —Enséñame tus heridas para poder curarlas, porque lo haré si me dejas hacerlo. —Tomo sus dos manos y bajo su atenta mirada desciendo el rostro hasta posar mis labios entre las dos—. Solamente tú eres capaz de hacerme sentir débil y al mismo tiempo fuerte. —También me da miedo, porque esto que sientes es miedo. —Respira hondo, me quedo mirándola sin poder refutarle—. Los dos tenemos que sanar y solo el tiempo dirá cuándo llegará esa calma que perdimos, pero te

amo, Maurizio, muchas veces me ganan los temores. —Resopla—. Tengo diecinueve años, tú has experimentado más que yo y muchas veces creo que no soy suficiente para ti, para tus necesidades. —Esconde su mirada—. Ahora estoy rota, no sé si pueda… Exhalo todo el aire contenido en mis pulmones, tomo su rostro entre mis manos obligándola a mirarme. —Yo te esperaré, no importa si tienen que pasar años para estar juntos de esa manera, pero soy feliz con tenerte a mi lado y eso es lo único que me importa, realmente te amo como nunca pensé. —Le doy un beso—. No estás rota, no estás sucia y quiero que olvides esas palabras, que dejes atrás todo lo que viviste con él y que te concentres en nosotros. —Maurizio… —Aquí frente al mar te prometo que cuando sucedió todo, no era el mismo y me había perdido, no me importa cada noche que esperé por ti, porque estuve a punto de rendirme y llegas de nuevo para encender mi alma, tú has sido capaz de hacerme indestructible. —Te amo —musita entre lágrima. —El pasado es un mal sueño que acabó, ahora nos toca vivir felices, porque podemos reescribir la historia y el futuro, porque somos dueños de cada paso que vamos a dar, por eso sí soy capaz de dejar todo atrás, te ruego que seas capaz de hacer lo mismo. Marena se echa en mis brazos y comienza a llorar, entiendo todos sus sentimientos y deseo curar su corazón, sé que siente que está rota, que ni mi amor será capaz de sanarla, pero estoy seguro de que podré lograrlo. Me cambió la vida, fue capaz de encender algo que estaba dormido en mí, esa capacidad de amor que creí haber perdido después de la muerte de mi hermana y madre. Cuando la vi por primera vez algo mágico sucedió, su sonrisa me robó el corazón y a medida que pasaba tiempo a su lado, lo supe, que Marena era el sueño perfecto, la mujer perfecta, todo lo que necesitaba. En su interior habita la nobleza y una capacidad de perdonar que nunca había visto, su belleza interior hace que destelle resaltando la exterior. ¿Acaso los villanos podemos amar? Lo único que sé es que encontré el amor, Marena es todo lo que necesito, porque en ella hallé todo lo que puede pedir cualquier hombre: belleza, dulzura y bondad. De su mano puedo danzar en la oscuridad de mi mundo permitiéndome encontrar la luz que me hace encontrar las cosas buenas.

La llevo hasta nuestra habitación y la ayudo a acostarse, la abrazo para pasar la noche hablando de lo que sueño a su lado. Cuando está casi dormida entre mis brazos le susurro: —Sé que eres fuerte, que pronto vamos a olvidar toda esta pesadilla. — Pongo las manos en su vientre—. Que llevarás a mis hijos, porque cada vez que te miro, puedo ver el futuro en tus ojos. —Te amo —musita adormilada. Beso su cabello y le contesto: —Y yo te amo más.

Capítulo 31 JUDE Todo parece un sueño, que los meses que viví junto a Valerio son un espejismo del pasado. Después de salir del hospital me trajeron a este lugar y un psicólogo se empeña en hacerme creer que no me amaba, que todo era mentira, que lo que viví era parte de una manipulación. Me dice que sufro del síndrome de Estocolmo, me explica que me enamoré de mi captor porque necesitaba aferrarme a algo, pero no puedo creerle. Valerio me prometió un cuento de hadas, me llevó a un yate de lujo, me hizo suya duro, porque así le gustaba, pero cada quien tiene sus preferencias sexuales. Nadie me ha amado como él, ni siquiera Luke, pienso que solo deseaba follarme antes de irnos a la universidad. Sin embargo, con Valerio sentía una conexión, cuando me besaba apasionadamente podía percibir su amor y cuando me golpeaba porque estaba haciendo todo mal también, y no; no puedo aceptar que me digan que él era mi captor. Mi secuestrador fue el ruso con aliento a alcohol que me violó en una jaula como si fuera una perra, el que me golpeaba cada vez que lo mordía y luego se enterraba en mi trasero hasta que sangraba y no podía sentarme. —¿No recuerdas nada? —insiste el psicólogo. Me quedo mirando el paisaje, que es un hermoso jardín lleno de flores. —No… Claro que recuerdo a mi familia, pero no puedo volver a casa y no matar a la perra que es la culpable de la muerte de Valerio. —Jude —me llama y lo miro—. ¿No quieres volver a casa? Me callo, no contesto y prefiero no hacerlo. ***** El jadeo y el golpeteo son constantes, uno de los enfermeros me folla con fuerza contra la pared, me chupa los pezones y me aprieta las nalgas.

Su polla entra y sale de mi coño, pero no siento nada. Cierro los ojos e imagino que es Valerio. —Golpéame —le ordeno. Me da una nalgada y no siento nada. Abro los ojos y mientras él me folla, lo observo, no me molesto en fingir que lo disfruto, ningún hombre le llegará a Valerio. Se derrama dentro y me baja, se acomoda el pantalón de su uniforme. Por mis muslos corre su semen, me tira las pastillas y me dice: —Si quieres más, sabes qué es lo que tienes que hacer. Sale de la habitación y me tranca con llave. Me tomo dos de las píldoras que me ha dejado y me duermo, odio este maldito lugar, ya sé que con sexo puedo conseguir lo que deseo, ahora es saber a quién debo usar. ***** —Háblame, cómo fue que llegaste a Europa… Me quedo mirando al psicólogo, se llama Vincenzo y es italiano, por lo que intuyo que estoy en Italia, su acento me molesta. —No lo recuerdo. Es mi eterna respuesta a todo. —Jude, no creo que estés siendo sincera, tienes que ayudarme y así podrás irte rápido. En la mesa están unos sobres y un abrecartas, tengo que hacerme con él. Exhalo fingiendo tristeza y comienzo hablar: —Mi novio me engañó y me llevó engañada a un lugar. —¿De dónde eres? —me pregunta. —Virginia Beach… —¿Y no quieres ver a tu familia? Se levanta un segundo y aprovecho la oportunidad para robarme el abrecartas. —No lo sé, no creo que ellos soporten saber que amo a un hombre malo, que además fui violada por otro. —Cuéntame sobre Valerio. —Él fue bueno conmigo, me cuidó y me amaba. —¿Y por qué cuando te encontraron estabas golpeada? —me pregunta y guardo silencio—. Jude, si un hombre te pega, no te ama, si un hombre te hace suya contra tu voluntad es violación. ¿Le dijiste no alguna vez a Valerio? Silencio.

Toma anotaciones y se queda esperando mi respuesta. —Le dije que no, pero luego me gustaba, entendí que me hacía el amor a los golpes. Vincenzo baja el bloc de notas y me pregunta: —¿Tú sabes que era un asesino serial? Y pierdo todo el control, me abalanzo sobre él para la clavarle en el cuello el abrecartas. Sus ojos se abren y cuando lo saco la sangre comienza a salir a borbotones, sonrío y me alejo. Limpio con su camisa el arma y salgo de la oficina, voy hasta mi habitación. La enfermera me pregunta si estoy bien y alzo mis hombros, me encierran y aprovecho para esconder el abrecartas en el baño, este será mi boleto a la libertad. ***** Ahora me tienen con una camisa de fuerza, el enfermero entra y me viola, cada vez que lo hace siento que lo odio. Valerio no era así, Valerio era perfecto. No grito, tampoco lloro, desde que descubrieron el cuerpo del psicólogo me encerraron en otra habitación, me sedan la mayor parte del tiempo. En mis sueños Valerio repite su verdad y escucho el momento exacto en que le disparan y dejo de oír su voz. La oscuridad me arropa. Este sitio me recuerda el lugar en el que me tuvieron la primera vez, olía a heces y orina rancia, también siempre había un tipo encima de mí violándome por detrás. Ya no me tratan los psicólogos, encontraron el abrecartas y las píldoras. Tengo que ser inteligente, tengo que lograr la manera de salir de este lugar, tengo que saber dónde estoy. Este es otro infierno, Valerio me cuidaba, cuando me golpeaba sentía que estaba descargando sus frustraciones en mí y luego me hacía el amor con fuerza, me decía que era suya, que era su mujer y al terminar me abrazaba, me besaba y me susurraba que nunca iba a dejarme. ¿Quién es el malo? ¿Él por amarme a su manera o el maldito que entra por las noches para violarme cuando estoy drogada e indefensa? Esto es culpa de la maldita Marena, voy a matarla y luego beberé su sangre. Voy a disfrutar vengándome y luego regresaré con mi familia. Cierro los ojos para imaginar el rostro de felicidad de mis padres por encontrarme, por verme de nuevo. Allá nadie sabrá que yo asesiné a nadie,

podré vivir tranquila. Escucho la puerta abrirse y él entra, se baja los pantalones. —Te voy a matar, maldito —lo amenazo. Se burla de mí, se sube sobre la cama, me abre las piernas y se entierra dentro de mí. Me viola, entierra su rostro en mi cuello, percibo su respiración caliente en mi piel, sus jadeos me atormentan y en un momento de locura, muerdo su oreja. Grita, no lo suelto, jala tratando de que lo haga y solo aprieto más. La puerta se abre, todo el mundo comienza a tratar de que lo suelte, me dan un choque eléctrico y le arranco la oreja, el sabor metálico de la sangre me alimenta. —¡Vuelve a violarme! —le grito. Lo sacan, nadie hace más, nadie se da cuenta o a nadie le importa el hecho de que me estaba violando, un hombre entra y me inyectan, todo vuelve a nublarse y veo a Valerio.

Capítulo 32 MAURIZIO Seis meses después…

Todo parece que se ha normalizado dentro de Italia, las organizaciones han podido lograr la paz, desde la muerte de Valerio y Enzo, la Camorra y la ‘Ndragheta lograron un acuerdo entre sus familias y asociados para nombrar a los nuevos jefes. En las calles de Palermo todavía se escuchan las leyendas de los Lombardo, todos nos conocen, saben dónde vivimos y al mismo tiempo juegan con la admiración y hasta el miedo. No sé cómo explicarlo, pero los sicilianos llevamos la mafia en la sangre. Muchos nos critican porque somos unos criminales, porque nuestros negocios son turbios, sin embargo, hay quienes se mueren de la curiosidad por saber si somos hombres normales o comunes, si tenemos familia o si somos un reflejo de lo que inmortalizó Mario Puzo y Coppola en su obra maestra El Padrino. En pleno siglo XXI las personas creen que la mafia es como un cuento o una película de Hollywood, Sicilia nunca olvidará los asesinatos de los jueces que investigaban a mi padre, sabían que era él el autor intelectual de los carros bombas que causaron la muerte de diez hombres. A veces le doy un vistazo al pasado y no puedo creer lo mucho que ha cambiado mi vida, les aseguré muchísimas veces a Angelo y a mi hermano que nunca me casaría, que las mujeres iban ser parte de mi vida sexual, pero no para formar una familia. Marena apareció esa noche y no pude sacarla nunca de mi mente, a pesar de que sabía que tenía diecisiete años, a pesar de que su padre me advirtió que no sería mía y es que no me importaba nada más, pensaba que, con tenerla entre mis brazos ˗ bueno, seamos sinceros ˗ , con follarla la iba a olvidar, juré que era un pasatiempo, un capricho y que también era una

manera de molestar a Enzo, ya que siempre me gustaba romper las reglas y hacer lo que mejor me parecía. Sin embargo, ella se metió en mi ser, su inocencia y su vulnerabilidad, oírla decir que hay algo bueno en todas las personas, escucharla hablar de la inocencia de los niños y hasta observarla de lejos jugando con ellos en el convento. Cada paso que daba hacia Marena, era un paso certero hacia el amor y por un momento creí que mi historia tendría un final trágico, muy al estilo de Romeo y Julieta o La Dama de las Camelias, pero parece que ˗ después de todo ˗ , viviré un eterno final feliz. Seis meses han transcurrido desde que asesinamos a Valerio y también desde que firmamos la paz con la Camorra. Al parecer el nuevo jefe, a diferencia de Lucky Tocci, solo quiere mantener negocios con nosotros. Giovanna y Alessandro esperan a su segundo hijo, una pequeña que muy pronto llegará para darle alegría a esta casa. Mi vida de casado no ha sido lo que yo pensé que sería, porque a Marena le ha costado superar todo lo que vivió y respeto que no me deje tocarla. Cada vez que me habla sobre las veces que fue violada por su propio hermano, me siento culpable por no llegar a tiempo y salvarla. También el mes de terror que vivió prácticamente sola, ya que temía estar embarazada de él. Todo lo que a ella le tocó vivir, podría ser un cuento de terror. Uno que pudo ser evitado, pero ya es un tema que ninguno de los dos queremos tocar. Mi cuñada una noche me dijo: —Los dos sanarán cuando comprendan que nada de lo que hicieran iba a poder evitar que Valerio llevara a cabo sus planes, tú mismo una vez me dijiste que nunca íbamos a estar a salvo, porque siempre tendríamos enemigos y una guerra a la vuelta la esquina, pero la mayor guerra que nosotros enfrentamos es al miedo de lo que pueda suceder en un futuro y para que ustedes puedan ser felices tienen que dejar todo eso atrás. Me quedo observando a mi esposa dormir y acaricio su cabello, se remueve a mi lado y musita entre sueños mi nombre. La necesito en cuerpo y alma, ojalá ella pudiera verlo. Respiro hondo y tomo el libro que tengo en la mesita de noche para perderme entre sus páginas porque una vez más el sueño me ha abandonado.

***** Luciano corre por la casa para recibirnos cuando llegamos, apenas tiene dos años y parece un vendaval que nunca tiene descanso. No puedo creer que otra generación de los Lombardo esté corriendo dentro de nuestro hogar. Marena se acuclilla para recibirlo y el niño simplemente besa a su tía emocionado. —¡Al fin llegaron! —nos reclama Giovanna. Todos los domingos vamos a misa y luego comemos los cinco, en algunas ocasiones nos acompañan nuestros amigos y otras Chiara San Filippo, que de cierta manera se ha convertido en una visitante habitual. —No pudimos llegar a misa —se disculpa Marena—. Tuve una pequeña discusión con el nuevo Capobastone y Maurizio lo puso en su lugar. Alessandro sale y me saluda, me hace una seña para que lo siga. Las dejamos mientras ellas se ponen al día, ya que esta semana Marena y yo hemos intentado poco a poco acercarnos de manera física. Entramos al despacho que pertenecía a mi padre y por un segundo creo que está aquí con nosotros. Cierra la puerta y me sorprendo al encontrar a Salvatore junto a Alessio, su hombre de confianza ha pedido quedarse con nosotros y de cierto modo es el contacto directo con nuestro amigo. —¿Sucede algo? —pregunto. Alessandro se sienta y asiente cabeceando. —Matteo lleva ocho días sin dar rastros de vida, lo último que supe de él es que iría a Roma por negocios —me informa. —¿Su móvil? —Salta a la contestadora —contesta mi hermano. —Creemos que puede ser la Bratvá —agrega Salvatore—, pero hay más… «Por Dios, ¿ahora qué?». —Dejen el protocolo y digan lo que tienen que decir, si tengo que dejar mi casa o si tengo que encerrar a Marena en una torre junto a Giovanna. Alessandro se queda mirándome, sabe que no voy a permitir que nada vuelva a manchar con sangre a nuestra familia. Salvatore se pone de pie y me entrega un archivo, leo el nombre y no me dice nada. JUDE LANDON

Abro la carpeta y reconozco a la chica, es la que estaba secuestrada cuando rescatamos a Marena. Tratamos de llevarla con sus padres, pero en el lugar que la internó Salvatore nos informaron que estaba sufriendo Síndrome de Estocolmo y episodios de psicopatía. Avanzo y me quedo como piedra al ver fotos de cuatro hombres asesinados brutalmente, leo detenidamente el informe y cuando levanto la mirada, lo intuyo todo. —Se escapó… Afirmo y escucho a mi hermano decir un “Sí”, no necesito nada más. —Marena se queda aquí, nos mudaremos de nuevo. —Alessio va a cuidar de ella y estaré una temporada en Palermo, tengo unos negocios que atender, cualquier cosa que necesiten estoy dispuesto a ayudarlos —me asegura Salvatore. —Maurizio, necesito que contactes este número. —Levanto mi mirada y me está entregando una tarjeta—. Se llama Wolfang, debes informarle que no sabemos sobre el paradero de Matteo y que necesitamos encontrarlo. Finalmente me dejo caer en el sofá y murmuro: —Debemos convocar un concilio. —Ya hablé con Santino Vella, pero el contacto con Gianluca San Filippo y Fabio Leonardi era Matteo, igual momentáneamente sería un concilio de las cinco familias sin los asociados, aunque la familia Spadaro no está representada, Andrea Rhina el consejero de Matteo, fue quien me informó sobre la desaparición de este. Niego. —Anoche pensaba que estábamos viviendo una calma, pero a veces son espejismos —contesto. —Maurizio, no puedo ausentarme de Palermo. Primero, los negocios están dando los frutos, he encontrado la manera de mantener en paz a la familia y; segundo, Giovanna está por dar a luz. Exhalo cansado. —¿Me estás ordenando que vaya a Rusia? —inquiero. —No, te estoy pidiendo ayuda en esto —contesta—. Matteo es nuestro amigo y nos demostró ser leal, no puedo creer que tenga tanto tiempo desaparecido, así que tenemos que buscarlo. Asiento. Hablamos por un rato más, cuando Giovanna entra a buscarnos para comer, invita a Alessio a sentarse a la mesa y él simplemente rechaza

educadamente, le susurra algo a Salvatore y sale de la propiedad. Almorzamos en familia, me sorprende cómo Salvatore de cierta manera se ha convertido en parte de nuestro círculo, todavía siento recelo después de la traición de Angelo. Sin embargo, este hombre ha peleado con nosotros, fue uno de los donantes de toda la sangre que perdí y posee con mi hermano un vínculo difícil de explicar. —Salvatore, tengo que presentarte a alguien… La voz cantarina de mi cuñada hace que nuestro invitado se atragante con el vino, mi hermano y yo nos miramos, no podemos reprimir la sonrisa. Giovanna ha entrado en una etapa de celestina, tratando de juntar a las personas. —Querida, realmente agradezco tu intención, pero soy un lobo solitario. Marena suelta una risita a mi lado y yo bajo mi mano hasta su muslo para apretarlo. Ella agarra mis dedos y poco a poco entrelaza nuestras manos. Mientras mi cuñada discute con nuestro invitado me levanto y la llevo lejos de todos. Subimos las escaleras y entramos a la que siempre ha sido mi habitación, el día de hoy ella lleva puesto un hermoso vestido veraniego con un escote en uve y que me deja acariciar su preciosa espalda. Mi esposa se ríe cuando nos encierro en la habitación y como dos adolescentes nos besamos, sus labios despiertan en mí el deseo, fue aquí en este mismo lugar en donde nuestras pieles detuvieron el tiempo. Ella entierra sus dedos en mi cabello y me atrae hacia su cuerpo, mis manos viajan por su espalda. Todo el deseo que llevo dormido y conteniendo por meses se despierta cuando de su garganta se escapa un sonido ronco, poco a poco voy ralentizando mi contacto y pego mi frente a la suya, sus ojos están nublados por el deseo. —Te necesito —musito. Ella toma mi rostro entre sus manos y sonríe. —Me tienes… Cierro los ojos, porque necesito todo. —Marena —pronuncio su nombre y lentamente abro mis párpados, ella está frente a mí con una sonrisa que hace meses no veía—. Tengo tu alma, tengo tu amor, pero te necesito a ti en cuerpo, necesito… —Maurizio… —Hace mucho tiempo te pregunté si confiabas en mí, hoy te hago esa pregunta de nuevo. —Exhalo todo el aire contenido en mis pulmones—.

¿Confías en mí? —Sé que nunca me harías daño, pero siento que de alguna manera soy… —Cierra los ojos—. Que estoy sucia, que no soy la mujer de la que te enamoraste, que… La beso y le trato de transmitir lo mucho que la amo, lo mucho que la necesito, que no me importa lo que sucedió, que es parte de ese pasado oscuro que siempre tendremos. Ella comienza a desabotonar mi camisa y yo bajo lentamente el cierre de su vestido, mis manos acarician su espalda subiendo hasta su cuello para desatar lo único que sostiene la prenda a su cuerpo. —Pídeme que me detenga y lo haré… Le advierto tratando de respetar su espacio, pero en respuesta me despoja de mi camisa y baja sus manos a mi pantalón, la pego a la puerta y paso el pestillo. Mi beso se vuelve más apasionado con la urgencia de tenerla de nuevo entre mis brazos. Deshago finalmente el nudo y me separo de ella para poder admirar cómo el vestido rueda por su cuerpo y forma un charco de colores vivos. —Si vuelvo a nacer, espero poder toparme de nuevo contigo. —Maurizio. —¿Me dejas hacerte el amor? —le pregunto lleno de esperanza. Ella da un paso al frente saliendo de su vestido, se despoja del bustier y la pequeña tanga que tapa su hermoso coño. —Hazme el amor, mi amor…

Capítulo 33 MARENA —Hazme el amor, mi amor… Mi voz sale ronca, porque finalmente me siento lista para volver a amar y ser amada. Maurizio acorta el espacio entre nosotros y me atrapa entre sus brazos, sus labios me besan dejando un sabor narcótico, adictivo, sus manos son capaces de volverme loca. Me dejo llevar por todo el amor que siento y le permito que con ese mismo amor borre aquellas huellas lastimeras, que con sus besos sanen mis cicatrices. Maurizio rompe la conexión, me ofrece su mano y la tomo en un acto de confianza, me lleva hasta la cama. Sonrío cuando me carga en sus brazos y me acuesta sobre ella, acaricia mis senos y deja besos al descuido por mi pecho. —Hermosa —musita—, me gustan tus ojos… —Acaricia mis labios con su pulgar—. Tus labios y la suavidad de tu piel... —Gracias —mascullo. —Gracias a ti por confiar en mí, Marena. Se acerca tímido y vuelve a besarme con tanta pasión que hace que cale hasta en mis huesos. Sus manos suben y bajan por mi espalda en una caricia tortuosa, las mías lo imitan y acarician su abdomen hasta llegar a su pecho. Gimo cuando siento una leve caricia en mis senos. Rompemos el beso y él se queda observándome como si fuera una pieza de arte, y trato de hacer lo mismo, porque para mí Maurizio es un dios. Sin embargo, no me deja admirar, porque baja hasta acercarse y lame mi cuello, en respuesta lanzo mi cabeza hacia atrás extasiada del placer que eso me produce. Su mano apresa uno de mis pechos, gimoteo e iniciamos un vaivén de caderas. Mi cuerpo parece despertar de un letargo, parece reaccionar a cada toque, cada beso y este momento se convierte en una experiencia religiosa entre él y yo. Puedo escuchar campanas mientras lo siento, mi sexo se humedece con cada toque y sus manos encienden mi piel. Estoy naciendo

de nuevo entre sus brazos. Baja lentamente y se detiene al inicio de mi monte Venus. —¡Dios, es que eres tan hermosa que me duele mirarte! —Maurizio —lo llamo con miedo y él me observa con una sonrisa que me hace temblar—, tengo miedo —confieso. —Prometo que borraré todos tus miedos y las inseguridades, solo déjate amar. —Toma mi rostro entre sus manos—. Confía en mí, por favor. Acaricio su cabello y sonrío. —Lo hago. —Entonces, déjate amar… Sin más que decir me besa el abdomen y cuando llega a ese lugar, compartimos una mirada, la mía ante la espera del placer y la de él pidiendo el permiso para poder hacerlo. —Por favor —le suplico. Maurizio parece entender porque baja hasta mi sexo, gimo al sentir su lengua azotar sin piedad mi clítoris y sus dedos penetran mi húmedo sexo. El calor aumenta en la habitación mientras con maestría él me regala placer. Cojo la sábana en mis puños y comienzo a moverme al ritmo de sus penetraciones. Mi respiración cada vez es más entrecortada, estoy subiendo al cielo, al mismísimo paraíso, en donde me reciben los coros de los ángeles y resucito cuando un corrientazo de placer recorre todo mi cuerpo. —¡Dios! —grito cuando lo alcanzo. —Mírame —me ordena en voz ronca. No me había dado cuenta de que había cerrado los párpados, cuando los abro está encima de mí con una sonrisa. —Quiero que esto sea el comienzo de algo mágico —expresa seguro—, que sea el momento en que realmente sane tu corazón. Se abre paso entre mis piernas hasta llegar a mi sexo. Lleva su pene hasta la entrada y me penetra sin hacerme esperar, al mismo tiempo que todo mi cuerpo se tensa por la intromisión. Respiro hondo ya que su gran tamaño me llena, pega su frente a la mía y se queda quieto unos segundos antes de comenzar a moverse. —Maurizio… —Dios, esto es un maldito sueño… —Acaricia mis labios con los suyos —. Quisiera poder morirme así, disfrutando tu cuerpo. —Amor mío…

—Creo que nunca podré saciarme de ti. —Comienza a moverse, primero lento y despacio para que mi cuerpo se acostumbre a él—. Estás tan húmeda. Me muevo a su ritmo, cierro los ojos por un segundo y el rostro de Valerio viene a mi mente. —¡Mírame, Marena! —me ordena. Hago lo que me pide, abro los ojos y me doy cuenta de que estoy a salvo, que es el hombre de mi vida quien me está haciendo el amor, que ya nada puede hacerme daño—. No dejes de mirarme. —Maurizio… Sus labios atrapan los míos, me dice palabras de amor, me asegura que soy la mujer más hermosa del mundo. Sus manos aprietan mis caderas, las mías no saben qué ritmo tomar y me permito reconocer su anatomía. Una nueva ola de placer me invade, un cosquilleo que nace desde mi espalda y recorre todo mi cuerpo, un nuevo orgasmo me golpea. —Maurizio… —gimo su nombre. Él sonríe y por segunda vez se siente bien, me gira y cambiamos de posición, quedo encima de él y no sé qué hacer. —Hazme tuyo —me pide… —No sé qué hacer… Coloca sus manos en mi cadera y me mueve indicándome el ritmo exacto, hago lo que me pide y me muevo sola, escucho cómo de su garganta se escapan sonidos guturales. En su pecho veo la marca del disparo y bajo hasta ahí para besarla. —Marena… —musita. Toma mi rostro entre sus manos y me besa profundamente, ahogando mis gemidos. Toma el mando y mueve su cadera penetrándome, sin pensarlo me levanto rompiendo todo, me apoyo en su pecho y me entrego a todas las sensaciones que despierta en mi cuerpo. Todo se vuelve de los colores del atardecer, todo es perfecto y sé que es lo correcto, que los dos nos pertenecemos. Llego a otro orgasmo, pero parece que él no está satisfecho y vuelve a ponerse encima de mí. Esta vez sus movimientos son fuertes y sus manos sujetan las mías, sus labios me besan. Está en busca de su placer sin saber que de nuevo me impulsa al mío. —¡Cristo! —grita cuando se corre dentro mí. —¡Dios mío! —jadeo al alcanzar el orgasmo junto a él.

Cae sobre mí y esconde su rostro en el hueco entre mi cuello y mi hombro, su respiración me eriza la piel y poco a poco percibo cómo se va calmando. Sale de mí y se acuesta a mi lado, me abraza pegándome lo que más que puede a su cuerpo. —Esto es lo más hermoso que he vivido en mi vida —pronuncia. —Maurizio… —Marena, sé que vives una guerra interna y que el miedo es capaz de hacerte sentir cosas que no son, pero te amo con lo bueno y lo malo, te amo como nunca pensé que amaría a alguien. —Siento las lágrimas quemarme —. Eres el regalo más grande que la vida me dio, estamos viviendo una segunda oportunidad. —Eres tú… —Y tú eres todo lo que necesito, te dedico todo lo que me hace feliz, tu sonrisa puede iluminar mi oscuridad, como la luna llena en la noche más oscura. Te regalo mis sueños, los que nadie conoce, pero solo te diría a ti. —Acaricia mi rostro—. Eres mi más grande tesoro, te amo, Marena… Suspiro y dejo un beso en su pecho. —Te amo, Maurizio… Sus caricias me adormecen y me abandono al sueño entre sus brazos que son mi refugio.

Capítulo 34 MATTEO Estoy atado a unas cadenas, tengo días encerrado en lo que parece un sótano, me golpean sin decirme nada, todo está oscuro así que no puedo ver absolutamente, la paliza de ayer creo que me rompió al menos varias costillas. Vine a Roma para asuntos de la organización y a verme con Wolfang que está en el país, se rumora que Víktor se vengaría por la muerte de Sasha, pero no pensé que el momento llegaría tan rápido. Escucho unas ratas aproximarse y sé que estoy cerca de la muerte, no creo que alguien pueda salvarme. Espero que Alessandro pueda comunicarse con mi albacea y este le pueda decir todo lo que iba a contarme a mí. Escucho los pasos de nuevo y el sonido de las cadenas, no tengo miedo, esto es juego mental, el mismo que muchos jugamos para volver locas a nuestras víctimas, pero conmigo la tienen difícil para poder quebrarme, tendrán que matarme. Se me paraliza el corazón cuando escucho los gritos de una mujer pidiendo ayuda, la están violando. Sin embargo, mi mundo se cae a pedazos cuando reconozco la voz, la misma que me decía que me amaba hace diez años. Violleta grita y yo deseo matar al hijo de puta de Sasha y a Víktor, sé que están jugando con mi mente, que desean quebrarme, pero no lo lograrán. Ella está muerta, esto es un juego. Espero que Wolfang haga su trabajo y active el chip de rastreo. ***** Pasos, más pasos y el mismo sonido de Violleta gritando y llorando. Anoche no vinieron conmigo, pero sí usaron este método. Cierro los ojos, pienso en todo lo que haré cuando salga de aquí, pero lo único que se me ocurre es ponerle un disparo en la frente a Vìktor. El odio es lo que me mantiene vivo, la rabia me alimenta. He pasado por situaciones más peligrosas que estas y he salido avante.

Escucho los pasos acercarse, el sonido de abrirse la puerta y por primera vez en seis días encienden luz. Tengo que abrir y cerrar los ojos varias veces para acostumbrarme. Cuando logro enfocar maldigo al mundo, una de las personas en las que más confié está frente a mí. Ahora entiendo claramente lo que sintió Maurizio cuando descubrió la traición de Angelo. Duele. Es una combinación de odio con rabia, decepción y dolor. Wolfang Nóvikov, mi amigo, el hombre al que le he confiado cada uno de mis movimientos está frente a mí. Sonríe con una cadena en las manos. —¿Sorprendido? —me pregunta. Me trato de levantar, pero es más rápido y me golpea en las piernas, el sonido de mis cadenas y el golpe causa eco. Caigo de rodillas, pero no me quejo y lo desafío con la mirada. —Un hombre que sabe que no puede confiar en nadie es traicionado por su más grande amigo —se burla—. ¿Pensaste que sería fiel a tu basura italiana y no a mi organización? —Maldito… —Todos estamos malditos, pero tú y tus amigos van a pagar caro lo que han hecho. Comienzo a reírme, una guerra más o una menos, realmente estamos haciendo ya un ejército y no una organización criminal. —Sasha era un grano en culo hasta para su propio padre, deberían agradecernos por hacerles un favor. Wolfang se acerca y me jala por el cabello, me obliga a mirarlo y susurra: —Violleta Scordato no era la mujer de Sasha, era mi mujer… —Me da un puñetazo en el rostro—. Fuiste un tonto al pensar que podía ser tu amigo, lo que me interesaba era el maldito dinero, no tengo el honor del que tanto te regodeas y las putas como ella son para una sola cosa. —¡Voy a matarte, así sea lo último que haga! —lo amenazo. —Inténtalo —me desafía—, por ahora tienes más valor vivo que muerto. Entra un hombre y me tira en el suelo una hogaza de pan rancio y agua. —¡¡Te voy a matar!! Los dos salen dejándome con la luz encendida, escucho sus voces alejarse y pienso en cómo pude ser engañado por Violleta, el dolor se convierte en ira, la ira poco a poco en odio.

Trato de arrancarme los grilletes, pero lo que consigo es romperme la piel hasta sangrar. Sediento agarro el vaso y cuando lo llevo a mis labios, escupo el líquido maldiciendo. Me han servido vinagre. Estudio el lugar, es una habitación adecuada como una celda, necesito que Andrea, mi primo y consiglieri me localice. Necesito que por primera vez los Lombardo me ayuden. Mi mente viaja al pasado y dejo que esos recuerdos me golpeen en lo más profundo de mi alma. Ella entró a la sala y captó la atención de los que estábamos ahí. Mi padre negó con su cabeza al ver que esa mujer era la que me llevaría a la perdición. Sasha conversaba del tráfico de armas, sabía que debía prestar atención, pero no podía quitarle los ojos encima a Violleta. Además, estaba seguro de que ella estaba ahí para eso, precisamente para distraerme. Gianluca San Filippo estaba con nosotros, mi mamá era su prima y además era gran amigo de mi padre, por años trataron de convencerme de que me casara con su hija menor Chiara, pero apenas tenía quince años y para hacerla mi mujer tenía que esperar cinco años. Yo no estaba dispuesto a hacerlo, cuando Violleta Scordato era la perfecta hija de un hombre de honor. Ella sonrió a lo lejos, me levanté pidiendo disculpas. Wolfang captó todo y sonrió divertido, sabía qué era lo que pensaba hacer. La seguí hasta el baño y entré sin importarme nada. —¿Qué haces aquí? —me preguntó fingiendo inocencia. No perdí tiempo y me lancé sobre ella, llevaba un vestido revelador que me permitía acceder a cada rincón de su cuerpo. Nuestros labios chocaron, pero inmediatamente se unieron en beso lleno de deseo. Mis manos viajaron desde sus tetas que me volvían loco y emprendieron el descenso perfecto, mis dedos descubrieron la humedad de su sexo y la pegué contra la pared. Sabía que aquello era entrar al mismo infierno, pero deseaba enterrarme en su gloria. Violleta era narcótica, adictiva y cada vez que la probaba, necesitaba más y más de ella. Torpemente saqué mi polla y la penetré, la besaba ahogando sus gemidos, su coño estaba tan resbaladizo que me permitía follarla con facilidad.

Rompió el beso y jadeaba mi nombre. —Te quiero en mi cama… Aquello fue un ruego, necesitaba follarla no por unos minutos, la deseaba para siempre a mi lado. —Sasha… Aquel nombre hizo que la rabia surgiera. Besé su cuello dejando mi marca, luego saqué una de sus tetas y mientras me enterraba en ella, mordía el pezón, su cuerpo respondía y explotó, la besé para callarla y la seguí derramándome dentro de ella. Saqué mi polla y la metí dentro de mis pantalones, me llenaba de ira cada vez que lo nombraba a él. La dejé ahí, sabía que me estaba comportando como una bestia, pero los celos eran malos consejeros. Mi padre ya no estaba y tampoco Sasha. Me senté junto a Wolfang y me entregó un vaso de vodka. —Las putas como ella serán tu perdición. Los rusos tenían un concepto bastante bajo de la mujer. Tomé un trago y dejé mi vaso sobre la mesa. —Ella no será más una puta, Violleta Scordato será mi mujer. Mi compañero soltó una carcajada y me contestó: —Si te acepta firmará la sentencia de muerte de los dos. Ignoré todo y salí del club, porque todo lo que ella deseaba era volverme loco. ***** Me han desnudado y ahora estoy suspendido desde el techo. A quien le confié todo mi dolor entra y sé que tomará su turno, que ya no usará a sus matones. —Hace mucho tiempo que esperaba esto, diez años para ser exactos — expresa con la voz cargada de odio. Me quedo callado, tiene las manoplas puestas, sin importarle nada comienza a golpearme, no grito, soporto el dolor como mi padre me enseñó, sigo siendo superior a él. Cuando se cansa, todo el cuerpo me duele, sangro en varios lugares de mi rostro. Escupo sangre y lo reto: —¿Esto es lo mejor que puedes darme? Se ríe. —Te dije que vales más vivo que muerto. Esto es una transacción comercial, pediré lo que necesito para desaparecer del radar de Víktor, lo que aún no decido es si te entregaré vivo o muerto.

Esta vez me río yo, pero tan fuerte que me duele todo. —Si me dejas con vida, voy a matarte. Wolfang saca un cuchillo y me corta los muslos, no puedo evitarlo y grito del dolor. La ira y la desesperación aceleran mi respiración, en una descarga de adrenalina logro balancearme y empujarlo con mis piernas, cae de culo en el suelo maldiciéndome. Halo mis manos y siento cómo la soga quema alrededor de mis muñecas, lo hago varias veces, sin conseguir soltarme. Se levanta y me da un golpe que me noquea.

Capítulo 35 MARENA Maurizio me despierta lamiendo mi clítoris, abro los ojos y los de él están atentos a mí. —Maurizio —gimo su nombre. Desde que confié de nuevo en él, hemos tratado de recuperar el tiempo. Creo que toda la casa nos escucha follar y aunque esa palabra me parece tan grotesca, debo decir que es la correcta. Nunca imaginé que el sexo podría ser tan placentero, como ahora que su boca me come mi coño, así le gusta llamarlo a él. Sus dedos me penetran y creo que debo sujetarme de algo, agarro las sábanas tratando de que me sostengan, todo mi cuerpo se arquea. —¡Dios, Maurizio! —grito al sentir su lengua haciendo círculos sobre mi clítoris—. ¡Maurizio! Sus labios ahora succionan, su mano libre aprieta uno de mis pechos, todo el placer me golpea por así decirlo, me invade, me enajena. Mi marido me lleva a la cúspide, pero me baja para mantenerme en un sufrimiento placentero. Me lame, me penetra y pierdo el sentido, nunca imaginé que esto era así. Me muevo en busca de placer y él emite un sonido gutural. Mi respiración se acelera cuando inicia el cosquilleo que me avisa que estoy cerca, me entrego al placer y exploto gritando su nombre. Sube y al abrir los ojos me doy cuenta de que mis fluidos brillan en sus labios. —Eres preciosa… Él ha reparado mi autoestima, mi cabeza y mi fe en mí. Ya no siento que estoy estropeada. Su polla se abre paso entre mis piernas y su glande está justamente en la entrada de mi sexo. Me besa torturándome, sabe que lo deseo dentro de mí. Me penetra lentamente y sus dientes atrapan mi labio inferior, lo muerde y jadeo clavando mis uñas en sus bíceps. —¡Dios mío! —exclamo cuando lo tengo todo dentro. —Mía…

Me recuerda que soy suya para apartarme de la oscuridad. Me penetra lentamente, lame mi cuello y juega con mis pechos, el placer me invade y recorro sus pectorales, abdomen, y mis piernas se abrazan a su cadera. —Eres una diosa —me dice al dejar uno de mis pezones, gimo en respuesta. —Maurizio… —Arremete contra mi sexo más rápido, más fuerte, llevándome a lugares que solo él puede. Un corrientazo me azota y me corro, ahoga mis gemidos con sus besos. Sale de mí y se coloca a mi lado en posición de cucharita, toma mi pierna y la alza, desde atrás vuelve a entrar en mí. —Me encanta cómo te mojas para mí… El calor de su aliento me eriza la piel, sus manos atrapan mis pechos. Su miembro entra y sale de mí, me estremezco cuando su mano viaja hacia el sur buscando mi sexo, acaricia mi clítoris. Ahora entiendo que todo el infierno me trajo a este paraíso. Exploto gritando su nombre, Maurizio aumenta la velocidad de sus arremetidas y llega al orgasmo. Me toma de cabello y gira mi rostro para besarme. Nos quedamos en esa posición hasta que nuestras respiraciones se calman. Respiro hondo cuando sale de mí y se coloca encima, su sonrisa lo delata, está feliz, no puedo evitar contagiarme. Toma mi mano y besa mi alianza. —Buenos días, mi amor —me saluda. —Buenos días, mi vida —contesto acariciando su rostro. Llevamos cinco días mudados a la casa principal de los Lombardo, tuvimos que dejar la finca ya que Matteo lleva días desaparecido. Al parecer no tendremos descanso. Me da un beso en los labios y se acuesta a mi lado. —Mau… —lo llamo. —Dime… —Gracias. Desde que hablamos sobre todo lo que viví con Valerio, nunca le he agradecido por luchar por mí y volver de la muerte para estar conmigo. No voy a negar que tuve muchísimo miedo y hasta dudé que podría ir por mí. Toma mi mano y la entrelaza con la suya, exhala cansado. —Nunca me des las gracias por amarte.

Me giro y escondo mi rostro en el hueco de su cuello, su aroma es único. Maurizio huele a amor, placer y sangre. —Te doy las gracias por luchar por mí, por ayudarme a sobrevivir después de todo lo que sucedió, tal vez estaría muerta o completamente loca. —Suspiro—. Después de vivir una pesadilla, estoy viviendo un cuento de hadas contigo. Sé que nuestro mundo está lleno de sangre, pero deseo vivir la magia de nuestro amor. —Nena… —Todo lo que deseé conocer, mi papá se lo llevó con él y la verdad creo que prefiero no saberlo y ya necesito dejar todo atrás. —Cierro los ojos y me atrevo a decirle algo que tal vez no comprenda—. Perdoné a Valerio. — Se tensa—. —. Sé que estabas ahí en el momento en que se lo dije cuando me rescataste, sin embargo, con el paso de los días yo realmente lo he perdonado, porque no puedo vivir odiándolo, para poder vivir en paz tengo que perdonar, todavía me cuesta creer que es mi hermano, he leído tantos testimonios de personas que fueron violadas por su propia familia, que ahora sé que lamentablemente son situaciones que suceden, así que el perdón es lo único que puede ayudarnos a avanzar. Deja un beso en mi coronilla y me pide: —Mírame, Marena. —Abro los ojos lentamente y su sonrisa es capaz de desarmarme—. No sé qué hice para merecerte, pero soy afortunado de tenerte. Eres lo mejor que me ha pasado y no, no puedo molestarme porque perdones a tu hermano, ya que eso demuestra que eres mejor persona que yo. —Maurizio —musito su nombre. Besa mi nariz y me hace sonreír. —Eres luz, Marena, y como Giovanna, vinieron a llenar nuestra oscuridad con el brillo de su ser. ***** Giovanna está radiante con su embarazo, esta tarde hay un concilio y estamos en compañía de Chiara San Filippo. La chica se ha convertido en una gran amiga para Gio, esto de tener amigas es completamente nuevo para mí y muchas veces me mareo cuando comienzan a hablar de marcas de diseñador y moda. Sin embargo, hoy está extraña, nerviosa y responde prácticamente en monosílabos. —Chiara —la llama Giovanna preocupada—. ¿Estás bien?

Ella mira de un lado a otro, estamos solas ya que Luciano está tomando su siesta de la tarde. Suspira y vuelve a mirar de un lado a otro. Giovanna me observa con una ceja levantada y no sé si reírme, porque estamos solas. Este salón es nuestro y así como no podemos inmiscuirnos en los negocios de los chicos, ellos no deben entrar aquí sin antes tocar. —¿Es cierto que Matteo está desaparecido? —pregunta con voz rota. Muerdo mi labio inferior y Giovanna le contesta: —Es cierto… Y para nuestra sorpresa se echa a llorar, me muevo rápido y la consuelo. Su llanto es de completo dolor. —Te aseguro que lo van a encontrar —la tranquilizo y me sorprendo al hablar antes que Gio—. El concilio es para eso, el primo de Matteo está aquí y estoy segura de que ellos saben ya su ubicación. —Alessandro me aseguró que todo marcha bien, pero para poder proceder necesita este concilio ampliado y la aprobación de todas las familias. —Suspira—. Acabamos hace seis meses con una guerra y estamos de nuevo en otra. Chiara saca un pañuelo de su bolso y se seca las lágrimas. Toma mi mano y nos habla: —Sé que no debería ni llorar, pero cómo hago si Matteo Spadaro es ese amor platónico… —El que siempre vas a amar, aunque no sea correspondido —agrega Gio, observo que se remueve en el sofá. —¿Estás bien? —le pregunto. —Valentina está inquieta el día de hoy —contesta con una sonrisa. Correspondo, ya que cuando anunciaron el nombre de la bebé la alegría de Maurizio fue tan grande, que terminé de comprender que el amor que los Lombardo sienten por su familia es incondicional. —Espero que todo esto sea una pesadilla corta —murmura Chiara. Nos quedamos en silencio y no puedo negarlo. Mi vida cambió, mi padre me mantuvo en una burbuja de cristal, no fui educada para ser esposa, tampoco amiga y menos para cocinar. Los meses que llevo aquí no solo he sanado mi alma, también ha sido un aprendizaje constante. Giovanna lleva las riendas de la familia, pero me ha enseñado cómo hacerlo, mi tía se encargaba del personal, ahora en mi casa lo hago yo.

Junto a ella he aprendido hasta a organizar una comida, también tenemos un ritual de comer los cuatro una vez por semana, la verdad es que sin ellos no sé dónde estaría. Mi cuñado y ella me han ayudado de todas las maneras posibles, con ellos me siento que puedo salir de ese hoyo oscuro en el que estuve al ser rescatada. Perdí tantas cosas, mi padre, mi paz y mi familia. Descubrí que no hay mayor dolor que ser traicionado por las personas que amas y mi tío fue capaz de vendernos. El primer mes casi me vuelvo loca imaginando que podía estar embarazada de mi hermano, me daban crisis y Maurizio con su amor infinito logró calmarme. Me costó mucho acostumbrarme a tener a alguien siguiéndome de cerca, ya que los hombres de mi padre nunca se acercaban. Chiara es alguien constante a quien con el paso del tiempo le he tomado cariño, pero no sé si es por todo lo que me ha sucedido que me cuesta confiar. Creo que todas las personas llegamos a un punto en que nos es difícil fiarnos de los demás, son los actos y todo lo que sucede a nuestro alrededor lo que nos aleja completamente y solo nos quedamos con pocas. Hablamos por un buen rato cuando Alessio entra, él cuida de Giovanna y de mí como un halcón, realmente es nuestra sombra. A veces ella lo obliga a sentarse para que tome café y nos hable, pero es un completo misterio. Me burlo cuando también le hace lo mismo a Salvatore y Matteo, los dos se incomodan con las constantes preguntas de Giovanna y sus intentos de emparejarlos. Las últimas semanas las dos nos fijamos en que Matteo no dejaba de observar a Chiara cuando estaba descuidada, en su rostro se notaba un interés que simplemente hasta ahora nunca mostró. Estos dos hombres han demostrado que todavía existe la lealtad, por eso estoy segura de que nuestros esposos darían su vida por ellos. Chiara camina nerviosa por la sala y Giovanna se remueve en el sillón, el ambiente está tenso. Se respira el mismo aire de cuando Giovanna estaba con Mario. —¡Ay, Dios mío! —exclama Giovanna, Chiara y yo la miramos—. Rompí fuente. Me levanto como un resorte y le ordeno a Alessio: —Entra al concilio e infórmale a Alessandro…

Él asiente, pero Chiara le ordena: —Mejor llama a un médico, porque él no saldrá, así su mujer esté dando a luz, porque eso es ley. Giovanna resopla mientras murmuro estúpidos mandamientos. —Llama al doctor y después avísale a Alessandro, por favor —le pido y ayudo a levantar a Giovanna—. Chiara, ayúdame a llevarla a la habitación. Ella asiente, la ayudamos a levantarse. En eso entra el ama de llaves junto a Luciano. A pesar de que está en labor, Giovanna da órdenes y nosotras la acompañamos al ala que Alessandro acondicionó prácticamente como un hospital de criminales. Me siento a su lado y Giovanna toma mi mano, sonriendo me asegura: —Este será uno de los días más importantes de mi vida. —Lo sé, seré tía… —contesto feliz. —Lo serás… Chiara se acerca y se nos queda observando. —Quisiera tener lo que ustedes tienen —nos comenta—, su amistad es una hermandad. —Lo tienes —le aseguro—, aquí estamos para apoyarte. —Le ofrezco mi otra mano—. Y ya verás que Matteo volverá sano y salvo, que todo esto será un mal recuerdo, pero debes luchar por él, porque estoy segura de que comienza a verte con otros ojos. Ella sonríe. —Me sigue viendo como a la niña que rechazó —afirma. —Te ve como la mujer en la cual te has convertido —asevera Giovanna. Estoy al pendiente de que mi concuña se sienta bien, aparentemente solo tiene molestias y apenas percibe las contracciones. La acompañamos en el momento más hermoso que una mujer puede vivir y me siento afortunada de tenerlas, a pesar de todo lo que perdí, encontré un lugar y personas que me dan una felicidad infinita.

Capítulo 36 MAURIZIO El concilio se vuelve un desastre, todos nos acusan de buscar guerras. Alessandro ha estado a punto de asesinar a varios asociados sin decirlo, los jefes de las familias nos apoyan. No tenemos la certeza de qué es lo que ha sucedido con Matteo, su consiglieri Andrea Rhina, nos informó que su última localización fue aquí en Palermo, que no sabe de él y que el golpe vino de adentro. Alessandro dio un discurso y mostró lo que significa la traición, todos estamos tensos. Nos critican por mantener la paz entre organizaciones y no erradicarlas para hacernos con el control de todo. Mi hermano comienza a parecerse a mi padre, implacable en los negocios y con mano dura lleva el concilio como il capo di tutti capi de la Cosa Nostra. —No he llamado a concilio para que se cuestione mi autoridad, lo que ha sucedido podría sucederle a cualquiera de ustedes y las familias estamos para brindarnos apoyo —asevera levantándose molesto de la mesa—. La familia Spadaro ha estado dentro del concilio por más de setenta años y no pienso darle la espalda a su jefe, que además es mi consiglieri. Cierro los ojos cuando escucho los murmullos. —Mis hombres están dispuestos a ayudar —anuncia Santino Vella—. La familia Vella es fiel a la organización. Gianluca todavía no ha aceptado, tenemos una cuadrilla de hombres buscando a Matteo. Me levanto y sin pedir permiso hablo: —Matteo ha sido el mejor consiglieri que pudo escoger Alessandro, cuando debió escoger a algún asociado de nuestra familia, abrió una puerta que ningún otro capo había abierto antes, por años mi padre tuvo consejeros asociados a la familia Lombardo y creo que con esto estamos dejando en claro que, a pesar de ser una organización piramidal, estamos abiertos a un cambio y lo modernización de la mafia. —Exhalo cansado—. Todos tenemos un compromiso moral con la familia Spadaro.

Gianluca San Filippo pide la palabra, en ese instante entra Alessio y le susurra algo al oído a Alessandro quien palidece. Pienso en un momento en Marena, me quedo observando a mi hermano que niega, me quedo de pie. —Las guerras entre familia son mil veces más dañinas que una contra un enemigo externo, todos sabemos los cambios que han transcurrido desde que la Camorra se infiltró, todos los que tenemos hijas temíamos que nos sucediera algo similar a lo que sucedió con Valentina Lombardo. —Mi hermano y yo compartimos una mirada—. Matteo es como un sobrino para mí, le debo a su padre buscarlo y traerlo de vuelta. Algunos asociados se quejan, somos cuatro familias y cuando finalmente se une Fabio Leonardi, ellos deben acatar lo que decidamos. Alessandro se levanta y les habla con voz amenazadora: —Fui criado y educado para asesinar a cualquier persona que no esté de acuerdo a mis intereses, he sido un jefe benevolente dándole oportunidades a nuevas familias y abriendo una nueva ventana a la modernidad. —Saca su arma y la coloca en la mesa—. No me importa quedarme con cinco personas, si tengo que asesinar a cualquiera, lo haré, soy el maldito jefe de esta organización y no voy a tolerar que se siga cuestionando mi autoridad. —Exhala cansado—. Que lo que ocurrió este día, no vuelva a suceder o tendrán que asumir las consecuencias. El concilio ha terminado, desde hoy no descansaremos hasta traer a Matteo Spadaro vivo o muerto. Todos se levantan y salen, quedamos Santino, Salvatore y Gianluca San Filippo, mi hermano me llama y me informa que Giovanna ha entrado en labor de parto y me pide atender los asuntos que queden pendientes. Sale de la sala para atender a su mujer. Gianluca se acerca a mí y me dice: —Todavía quedan personas que no aceptan a tu hermano como el jefe de la organización. —Y lo que no saben es que estamos dispuestos a eliminarlos —contesto. Gianluca asiente. —Vi crecer a Matteo y aún guardo la ilusión de que acepte a mi pequeña. No sé qué contestar, luego de descubrir toda la historia entre Matteo y Violleta Scordato, puedo asegurar que tal vez nunca pueda amar. El hombre se despide y Santino se acerca junto a Salvatore. Cuatro asociados entran y uno de ellos saca su arma apuntándome.

—¡Los Lombardo tienen que entender que no son los reyes del universo! —grita—. Por siempre vivirá la familia Messina. El sonido del disparo me toma por sorpresa, pero alguien me empuja y se pone frente a mí. La puerta del salón se abre y nuestros hombres entran para neutralizar la situación, completamente confundido bajo mi mirada al piso y observo a Santino muerto. Sus ojos sin vida me miran y el odio por la familia de mi madre se acrecienta y lo único que puedo decir es: —Al centro de mando de Palermo y ya saben qué hacer. Marena entra y ahoga un grito, corre hasta donde estoy y me abraza. Todavía no puedo dejar de mirar a Santino, fue un disparo limpio directo a su frente. La beso como si no fuera a verla nunca más y la abrazo como si fuera a perderla. Al separarme de ella, le pregunto a Salvatore: —¿Te quieres divertir? Él sonríe. —Mau, no… —musita Marena. —Ve con Giovanna, te prometo que volveré. Ella niega, pero se da media vuelta, Alessio la espera en la puerta y los dos salen obedeciéndome. Me agacho y le cierro los ojos a Santino, maldigo la hora en que todo se ha complicado, cuando me encargue de estos traidores nadie deseará volver a atentar contra nosotros. ***** Salvatore y yo estamos torturando a los malditos que trataron de asesinarme, pero lamentablemente Santino fue la víctima en todo esto. El que me disparó está sentado con la cabeza gacha, su camisa blanca está llena de sangre. Lo he golpeado, extraje las uñas de los dedos de sus manos, me divertí haciéndolo. Tenía mucho tiempo sin sacar ese lado oscuro al cual pertenezco. Sus gritos de dolor me incentivan a seguir, mientras le repito la misma pregunta: ¿Quién los mandó? Nada que responde, colocan el intro de Plaza Sésamo, me encanta de verdad torturar con música que no van a soportar. Sé que, si no termina hablando, lo volveré loco y cuando le corte el cuello será su final.

Todo está yendo mal los últimos meses, ahora con Matteo desaparecido y sin rastros de él desde que bajó en Roma, al menos es lo que asumimos. El concilio jodiendo con nuestros aliados, todo lo que sucede me tiene harto, prefiero el tiempo en que no me preocupaba por nada, pero al mismo tiempo sé que me faltaría todo. Mi hermano desterrado. Giovanna no estaría con nosotros. Marena no estaría en mi vida. La verdad es que prefiero todos los problemas y tenerlos a todos ellos, porque son los que me mantienen cuerdo en toda esta pesadilla. Mientras de fondo y con entusiasmo se escucha “Qué diversión, ¡qué diversión! No hay nada igual, ¡no hay nada igual! Vamos todos a encontrar donde hay gran felicidad...” los gritos de desesperación del hombre entorpecen la bonita melodía, parece que no disfruta de esa alegre y singular canción ¡qué lástima! Alessandro está atendiendo el parto de Giovanna, así que Salvatore se encuentra a mi lado y para mi sorpresa veo llegar a Gianluca San Filippo, está entrado en edad, pero mi padre me contó que en sus tiempos de numerale fue uno de los más sangrientos que tuvo y eso me hace sonreír, porque es lo que deseo. Nada me importa, todos los días es algo nuevo, una noticia diferente, una muerte que significa una nueva guerra, un nuevo enemigo que debemos desenmascarar y lo único imperioso es mantener la paz en nuestra organización. —Santino era un gran amigo —me indica en modo de saludo—. Fue mi numerale, una persona muy cercana a mí y necesito vengar su muerte. Salvatore se mantiene aparte, sabe que estas son decisiones de la organización. Asiento con mi cabeza y le contesto: —No sabemos quién los envió. —Creo tener una idea, pero tenemos muchos flancos abiertos y muchos asociados no están felices con las cruzadas personales que ustedes han emprendido, creen que se dejan controlar por sus emociones y no por los negocios. —Pone su mano en mi hombro—. A la mayoría de ustedes los vi nacer y crecer, hacerse hombres de honor y te puedo asegurar que, si alguna de mis hijas estuviera en peligro, reaccionaría igual. —Gracias por tu apoyo, Gianluca. —Me doy vuelta y me quedo mirando al maldito que le quitó la vida a Santino—. Mi padre siempre te tuvo aprecio.

Camino hasta la mesa en donde tengo todas mis armas, tomo un sacacorchos y mi daga. Le hago señal a Massimo Vella que ha estado con nosotros y él cambia la preciosa música a algo más acorde a nuestro estado de ánimo AC/DC Back in Black, me sorprendo al ver que Gianluca mueve la cadera y la cabeza disfrutando de la elección musical ¡somos unos enfermos! Suelto una carcajada realmente divertido. Vuelvo a mi posición al frente para comenzar el show, y mi víctima al darse cuenta de que ha llegado el momento de hablar, llora. —Te juro, te juro… —balbucea—, te juro que fuimos solo nosotros. Sonrío y él se estremece. —Debías saber que, si no me matabas, tu muerte iba a ser lenta y dolorosa —lo sentencio—. La traición es algo que no perdonamos, pero hoy no solo has atentado contra mí, sino que también asesinaste a un jefe de una de las familias, firmaste tu sentencia de muerte desde el mismo momento en que apuntaste contra mí. En un momento de valentía escupe y me maldice. Suelto una carcajada, me acerco lentamente y cuando estoy frente a él lo tomo del cabello. —Los traidores van a pagar, muchas veces es mejor ser ciego, sordo y mudo que convertirse en una basura como tú. Me escupe en la cara. —¡Malditos sean todos los Lombardo y su descendencia! Saco el sacacorchos y se lo clavo en el ojo, grita de dolor. Lo retuerzo hasta llegar a su cerebro. Saco el primero y me giro mostrándolo, puedo ver los rostros impávidos entre las sombras y las caras de gozo de mis socios, lo extraigo y se lo tiro a Massimo que lo deja caer en sus pies. —Acércate —le ordeno. Me obedece, cuando está a mi lado saco el arma y doy la orden de que traigan a los demás. Los tres hombres restantes se presentan, todos parecen entender que ha llegado el momento y su verdugo es nada más y nada menos que uno de los afectados. Le entrego mi revólver y él lo toma con manos temblorosas lleno de odio. —Aquí no hay grises, lo saben, y están advertidos de que otro atentado en contra nuestra será castigado de peor manera, tengo miles de formas de torturar, fui educado por el maldito Vito Lombardo. —Suelto una carcajada nuevamente «vaya, hacía mucho no me divertía tanto»—. Massimo, te doy el derecho de vengar a tu primo, dispárales.

El chico de apenas veinte años me obedece y les dispara a los hombres. Cuando estos caen en el suelo, declaro: —Les presento a Massimo Vella, el único jefe de la familia Vella. — Tomo mi arma, le doy una palmada en la espalda y le susurro muy cerca del oído—. Bienvenido al maldito infierno. Salgo junto a Salvatore y Gianluca, dejo completamente confundido al chico que tendrá que asumir la cabeza de su familia. —Eres un maldito psicópata, pero me gusta… —me comenta Salvatore y San Filippo bufa en acuerdo. —Señores, tengo que ir a casa, me espera mi mujer y mi hermano. Gianluca nos acompaña porque su hija está todavía en la casa, Salvatore se queda callado mientras me pierdo en mis pensamientos. Si mi padre no hubiese guardado para sí mismo tantos secretos, sabríamos a lo que nos enfrentamos.

Capítulo 37 JUDE El hombre que me folla por detrás gime y siento asco, pero él me ha traído hasta Sicilia y he podido llegar a ella. Giuseppe Scala, lo conocí cuando Valerio me llevó a su yate, un día llegó asegurándome que podría ayudarme, le conté todo lo que había sucedido y me prometió que pronto estaría fuera de ese lugar. El día que salí, aguardaba por mí en un auto de lujo, estaba vestida como una mujer de alta sociedad y él estaba esperándome con rosas, pero antes de irme me vengué con un pequeño regalo que me había entregado antes de irse. Asesiné a cuatro de los cuidadores que se turnaban para violarme todas las noches cuando nadie los veía, les había jurado que lo haría y solo me decían que una loca como yo nunca podría tocarlos. Los esperé, sabía que vendrían a despedirse y cuando trataron de someterme les clavé el cuchillo en sus corazones, bebí de su sangre y los dejé en el baño de la habitación. Aún no sé cómo pude contra ellos cuatro, supongo que la adrenalina y el dolor me llevaron a ese punto. Una de las cuidadoras entró esa mañana y me entregó ropa, me felicitó burlándose de que sería libre, pero no tenía tiempo para seguir asesinando, debía salir de ese lugar. Tengo semanas junto a este hombre y lo único que hace es tratarme como una muñeca inflable, pero me aguanto pues me ha prometido que juntos vengaremos a Valerio. Llega al orgasmo y sale de mí, se rueda sobre la cama y me quedo así, sin moverme. Deja un beso en mi hombro y me susurra que soy hermosa. Cierro los ojos, porque en mi mente es él, mi amor quien me dice que me ama y que soy la mujer más hermosa para él. —Jude… —me llama. —Valerio… Se tensa a mi lado y me maldigo por mi error, muchas veces mi mente me juega sucio. Me gira con fuerza subiéndose sobre mi cuerpo, uso mi

inteligencia para manipularlo. Sé que Giuseppe creerá todas las mentiras que le digo, lleva un mes obsesionado conmigo. —Valerio hablaba siempre bien de ti. —Me toma fuerte por las muñecas mientras se abre paso entre mis piernas—. Decía que eras un hombre inteligente, pero nunca imaginé que serías buen amante. Trato de imaginarme a Valerio para humedecerme a medida que me penetra. Gime cuando lo logro. Estoy rogando que pueda llevarme frente a frente a Marena, no voy a olvidar nunca su rostro y lo idiota que fue al decirme que mi amor era único culpable de todas mis desgracias, pero no, ¡fue ella la culpable! Porque si Valerio estuviera vivo no estaría soportando todo esto. Giuseppe llega de nuevo dentro de mí, me besa y le correspondo, me muerde el labio inferior hasta sacarme sangre. Sale de mí y va directo al baño, escucho el agua caer y me siento, lloro en silencio. Siento que he perdido el control, que ya no soy dueña de mí, que desde que estoy lejos de casa perdí todo lo que soy. Sale y esta vez soy la que se levanta sin que pueda mirarme, pero me toma del brazo y me obliga a observarlo. —No soy él, pero estoy seguro de que te trato como una persona y no como una perra. —Muerdo mi labio tratando de no llorar—. Jude, te voy a ayudar a vengarte de quienes te encerraron en ese lugar, pero deseo que entiendas que no soy él y que eres libre de irte cuando quieras. Voy hasta el cuarto de baño, entro a la ducha y dejo el agua fría correr. Me siento debajo de ella y lloro, porque mi mente comienza a luchar con todo aquello que creí bueno y malo, todo comienza a confundirse. Sé que hay mucha diferencia entre Valerio y Giuseppe, pero lo amaba, lo sigo amando, siento que mi mente todavía está debajo del agua y no puedo respirar bien. Tengo que vengar a Valerio para poder seguir con mi vida. No puedo ser feliz después de que escuché sus palabras. Mi mente viaja a la oscuridad de aquel armario y puedo escuchar su voz y el dolor que se reflejaba en ella. —Tenías que saberlo, mi madre te lo dijo y estoy seguro, ella me amaba, pero preferiste a Anabella, la protegiste y a mí no, ¿por qué no debería asesinarla delante de tus ojos? Sería divertido observar el dolor en tu mirada cuando lo haga. —Marena no tiene la culpa. Giulia se alejó de mí, supongo que trataba de protegerte. Mariano no iba a matarte si eras su hijo, el único error que

he cometido es desear y a amar la mujer de otro. Ella me rogó que cuidara que cuidara de Anabella antes de morir… —¡Mariano me violó a los cuatro años y lo hizo hasta que se cansó de mí! —le gritó lleno de dolor—. No te creo que no te pidiera que me protegieras a mí. Recuerdo las lágrimas que me quemaban, la sensación de asfixia por estar encerrada y el deseo que tenía por salir y rescatarlo, abrazarlo. Comienzo a cantar Fix you bajito para que nadie pueda escucharme, sé que Valerio estaba enamorado de mí, que era cuestión de tiempo que pudiera sanar sus heridas, que a mi lado encontraría la paz que necesitaba, porque lo podía curar, porque él se merecía encontrar el amor. Estoy perdida, lo tuve todo y lo he perdido, no sé qué es lo que necesito o a quién necesito para poder sentirme entera. Asesinar es divertido, porque esas personas me han hecho daño, porque no vale la pena que sigan respirando, pero no sé cómo sentirme después de hacerlo y no voy a mentir, sé que no es correcto, pero hay momentos y situaciones que nos llevan a perder el alma. Cierro lo llave y salgo, me quedo mirándome frente al espejo por un buen rato, cuando salgo a la habitación y encuentro a Giuseppe durmiendo, me coloco una camiseta y una tanga. Me acuesto a su lado e imagino cómo puedo asesinar a Marena y el sueño me vence, en él puedo ver que Valerio me sonríe, que soy feliz con él y que todo lo que necesito para estar a su lado es lo que tenemos.

Capítulo 38 GIOVANNA Valentina duerme en los brazos de Alessandro que no deja de mirarla completamente enamorado, no puedo creer que soy madre por segunda vez, que mi familia parece crecer a pasos agigantados, pero mis hijos nacen en medio de tiempos difíciles y llenos de sangre, muchas veces quisiera tener una madre normal y que me diera consejos. La mía debe estar muerta, nunca supe de ella o si de verdad le preocupaba mi bienestar. Cuando uno de los socios de mi padre se hizo con la organización, tratamos de ponernos en contacto para encontrarla, porque pensaba que merecía una segunda oportunidad, pero todo fue en vano, no encontré ni un rastro y pienso que Mario tiene que ver con eso. Me ha tocado ser una mujer completamente diferente, me convertí en lo que pensé que nunca sería y comprendí que de la mafia nadie puede escapar. Alessandro ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, encontrarlo es como una serendipia, amo su luz y oscuridad, no puedo negar que desde hace tiempo ese lado lúgubre que pensaba dormido siempre me visita y por mi familia soy capaz de matar. Creo que todos tenemos ese equilibrio entre el bien y el mal. Una vez hablando con Marena, me aseguró que todos los seres humanos tenemos el juicio del bien y de lo justo y que estos estipulan a la voluntad a actuar bien y justamente, que todos alguna vez por muy villanos que seamos, podemos compartir esas dos cualidades con otra persona. Me aseguraba que nadie actúa mal voluntariamente. El que actúa mal, lo hace por ignorancia del bien, porque desconoce qué es "lo bueno": nadie obra mal a sabiendas. —Es preciosa —expresa Alessandro completamente hipnotizado. Sonrío. —¿Cuándo será el día en que tenga a un hijo y no estés ocupado con los negocios? —le reclamo. Se acerca y me entrega a nuestra pequeña, me quedo mirándolo esperando una respuesta, ya que, si fuera por mí, los haría olvidar esos malditos mandamientos retrógrados.

—Lo siento, sabes muy bien que prefiero estar a tu lado —me asegura —. Giovanna, tengo que darte una noticia. —Cierro los ojos, porque sé que es una mala noticia por su tono de voz—. Santino Vella fue asesinado. Exhalo cansada. —Dios mío —murmuro sobrepasada—. ¿Hasta cuándo? Se acerca y me da un beso en la coronilla, me quedo mirando a mi hija y ruego que todo lo malo que nos persigue nunca la encuentre, cuando la voz de Marena me golpea recordándome: Ellos no conocen otra cosa que la oscuridad, no fueron criados como nosotras, lejos de lo malo y hasta ciegas de lo que podría pasar. Ellos están conociendo el bien ahora, pero el mal está tan dentro de sus almas, que sacarlo será difícil, ellos tendrán que vivir en un equilibrio entre el bien y el mal, entre los negocios y nuestras familias. —Descanse en paz —murmuro. —Giovanna… —Ale, no puedo creer que el nacimiento de Valentina se vea opacado con la muerte de Santino, cada rayito de luz que intento hacer entrar a nuestra casa, la maldita oscuridad que persigue a los Lombardo, lo empaña. Cabecea negando. —Mírame a los ojos, Giovanna Lombardo —me ordena y lo obedezco —. Sé que quisieras vivir un maldito cuento de hadas, pero esto es lo que soy y lo que aceptaste cuando te casaste conmigo, sé que es horrible y que para ti es difícil de entender, pero es lo que soy, quisiera ocultarte todo lo que hago, pero la bestia que hay dentro de mí siempre trata de salir, soy lo que soy, todo esto es lo único que he conocido y no me arrepiento, este es mi maldito reino y tú aceptaste ser mi reina, tú eres lo único que me mantiene con los pies en la tierra, no puedo esconderte la verdad, pero no soporto ser juzgado por ti. Exhalo y mis labios tiemblan aguantando las ganas de llorar, seguro son las hormonas, porque nunca lo juzgaría. —Perdóname… —le ruego. Ale se sienta a mi lado y prácticamente nos arropa con su cuerpo, porque sabe que en este momento estoy quebrándome. Realmente estoy dejando salir todos mis demonios, mis miedos y todo lo que traigo dentro. A veces siento que vivo con una máscara puesta, fingiendo ser alguien que no soy, pero realmente sé que lo soy, que soy una mujer que es capaz de matar a cualquiera que se atreva a meterse con mi familia y estoy dispuesta a todo.

—Te prometí hacerte feliz y protegerte, pero cuando regresaste me hiciste jurarte que nunca más te ocultaría nada, por eso te estoy contando esto. —Me abraza muy fuerte pegándome contra su cuerpo y me confiesa —: El blanco era Maurizio, pero Santino se interpuso. —Me tenso—. Giovanna, vivimos tiempos de guerra, pero me sostengo a tu amor y a mis hijos, por ustedes soy capaz de ser la peor pesadilla de mis enemigos, créeme que no voy a descansar hasta tener tiempos de paz y que nuestros hijos crezcan sin miedo a nada. Suspiro. —Te amo —musito—, perdóname por no ver todo lo que hacen por nosotros, por no ver la belleza entre la oscuridad. —Cierro los ojos—. ¿Dónde está Maurizio? —Ocupándose de los negocios. Suspiro y le entrego a la niña, se levanta un momento y la coloca en la cuna, vuelve a la cama conmigo y se acuesta a mi lado, me da un beso y entre sus brazos de duermo después de estar en trabajo de parto por nueve horas. ***** Marena junto a Maurizio entran a la habitación, ella trae un oso inmenso y mi cuñado un ramo de rosas de color blanco. Me fijo en los nudillos vendados de él y cierro los ojos, me muerdo la lengua para tratar de no emitir opiniones, después de que Alessandro creyera que los juzgo, prefiero no hablar, pero la verdad es que me mortifica que en algún momento le suceda algo y yo no pueda evitarlo. —¡Felicidades! —exclama Marena emocionada dejando el osito, Luciano no se despega de mi lado y solo mira a Valentina como una mamá tigre cuidando a su cría, ella se asoma y murmura—: Es preciosa. Maurizio se acerca y me da un beso en la mejilla, deja el ramo a mi lado y se sienta en la silla, mientras observa a su esposa darle un beso a Luciano y luego tomar en brazos a Valentina. —¿Cómo te sientes? —me pregunta mi cuñado. Suspiro. —Algo cansada, no sé si te contó Marena, pero fueron nueve horas de parto —le contesto. Hace una mueca y yo sonrío, la puerta se abre y entra Alessandro. Siempre impecable, viene vestido de un traje de tres piezas de color gris marengo, su camisa blanca y al llegar a Marena le da un beso en la mejilla a

modo de saludo y luego se acerca para dejarme uno a mí, le hace una seña a Maurizio. Y me doy cuenta de que los dos están perfectamente vestidos, que cualquiera que los viera caminando por las calles de Palermo creería que son dos hombres de negocios y no dos criminales. —¿Piensan dejarnos? —pregunto molesta. —Giovanna… —me llama Alessandro con un tono de voz que suena a regaño, Marena se mantiene callada. —Giovanna, Giovanna, Giovanna —repito mi nombre y veo cómo mi concuña sonríe—. Son negocios y sabes que no puedes entrometerte — imito su voz y Maurizio suelta una carcajada, lo fulmino con la mirada—. Y tú es mejor que te calles, que también tengo algunos reproches para ti. Se levanta abrochándose la americana de su traje, se acerca a Marena y saca de uno de sus bolsillos una cajita. —Sé que no es el nacimiento que todos soñamos, Giovanna, pero cuando supe que tendrías una niña compré esta medalla que está bendita por el Arzobispo de Palermo, Salvatore De Giorgi. Mi esposo y yo observamos en silencio cómo él le coloca el colgante, la toma de los brazos de Marena y sonríe, le da un beso en su coronilla y luego me la entrega. Me quedo absorta mirando la medalla de Santa Rosalía. —Cuando estuve en coma vi a mis padres y a mi hermana… —Se le quiebra la voz y todos nos quedamos en silencio—. Me había ido, me gustó la paz que se sentía en ese lugar, pero ellos insistieron en que no era mi tiempo. —Toma la mano de Marena y a mí se me forma un nudo de emociones—. Sabía que estaban ustedes, que todos me necesitaban, pero al mismo tiempo deseaba quedarme. —Respira hondo—. El mismo día que me revelaste el sexo, algo en mi corazón me dijo que mi hermana estaba regresando con nosotros y sé… —Se calla por unos segundos. —Mau —lo llama Ale. Y Maurizio niega, exhala y se queda mirándome, sus ojos castaños brillan de una manera especial. —Sé que no es lo que soñaste, pero mi hermano moriría por ti y te aseguro que yo también, por ti y por mis sobrinos. —Maurizio… —musito. Se acerca y me da un beso en la mejilla, luego le hace una pequeña cruz a Valentina y sorprendiéndonos, Alessandro lo toma por el brazo y le da un abrazo. No puedo evitarlo y lloro, Marena se seca las lágrimas los dos se susurran algo y sonríen.

—Bueno, nosotros tenemos que irnos a atender los negocios que tanto te molestan, pero son asuntos que tienen que ver con Matteo —anuncia Alessandro, se acerca para darme un beso y me susurra—: Ti amo, grande amore. Maurizio le susurra algo a Marena que la hace sonrojarse, los hermanos salen y las dos nos quedamos. La puerta se abre y Alessio nos hace saber que está con nosotras, esperamos a que salga de nuevo y me quedo mirando a mi niña. —Anoche fue horrible la espera —confiesa Marena rompiendo el silencio—, se fue minutos después del atentado y no llegó hasta el amanecer. —Respira hondo—. Con mi padre vivía lo mismo, pero con Maurizio es diferente. Le ofrezco mi mano y se sienta a mi lado, Luciano se sube en sus piernas y comienza a besarla. —Todo esto es una montaña rusa de emociones, primero fue Mario, luego Valerio y ahora no sabemos a qué nos enfrentamos con Matteo, pero siempre recuerdo las palabras de Vito, que ellos nacieron en este mundo y que nada de lo que pase podrá sacarlos. Marena suspira y aprieta mi mano. —Me recuerdas a Gianna, pero al mismo tiempo me sorprende lo fuerte que puedes llegar a ser y te admiro, porque deseo ser igual que tú, a veces siento que deseo escapar y no seguir aquí, pero mi amor por Maurizio y por ustedes es mayor a cualquier miedo. Cierro los ojos. —También tengo miedo y por las noches Mario es mi peor pesadilla, pero sé que todo es un mal sueño cuando me despierto con Alessandro a mi lado, no es un cuento de hadas, pero ellos tratan de hacernos felices, solo que hay veces que desearía tener un momento normal, ¿sabes? —Los abro y ella tiene la atención puesta en mí—. Disfrutar del nacimiento de mi hija sin los negocios de por medio, sin el miedo de que algo puede pasarle a Matteo y por supuesto, quiero alejar todo el horror que nos acecha. Ella sonríe triste. —No podemos hacerlo, sin embargo, en el momento justo siempre vemos la luz, no nos rindamos pues amamos su oscuridad tanto como la luz que irradian cuando están a nuestro lado —me asegura. —Marena… —¿Sí?

—Eres la hermana que la vida me dio, nunca dejaré de darte las gracias por cuidar de Luciano y sobre todo por ser fuerte, porque sabía que podrías sobrevivir al horror que estabas viviendo, porque una mujer como tú no se puede romper. —Aprieta más mi mano—. El amor nos cambió y ahora somos mujeres de la mafia, así que venga lo que venga, necesito que puedas enfrentarlo con la entereza que tienes para estar sentada esperando su regreso. —¿Qué quieres decir? —me pregunta. —Que ha llegado el momento de que aprendas a defenderte. Marena suelta un suspiro y las dos nos quedamos en la casa esperando a nuestros esposos, pero algo en mi corazón predice que vienen tiempos oscuros.

Capítulo 39 MATTEO —Violleta… Despierto y estoy en el mismo lugar, estoy débil, no puedo defenderme, trato de mantenerme, pero estoy perdiendo la batalla y cada vez que sueño con ella siento que estoy en el cielo. Escucho los gritos de chicas y estoy que salgo corriendo, pero trato de mantenerme tranquilo. Toco mi tobillo y aún tengo el dispositivo de rastreo, espero que Andrea sepa activarlo, que Alessandro o alguien pueda hacerlo y cuando menos esperen, poder regresar, pero antes asesinar al maldito de Wolfang. Un hombre abre la puerta, trae comida, es italiano y siempre me observa con recelo, me asombro cuando cierra la puerta ya que normalmente la deja abierta. Deja los alimentos, por primera vez me dan algo que no sea pan rancio y agua, se queda mirándome y asiente. —Soy amigo de Salvatore, hace días nos informó que te buscaban. — Saca de sus bolsillos unas pastillas y me las enseña—. Son antibióticos de amplio espectro, te ayudarán a sanar y un desinflamatorio. —¿Por qué me ayudas? —inquiero con recelo. —Porque le debo a Salvatore más que mi vida —me contesta—. Entregaré tu ubicación, yo no puedo sacarte, pero ellos sí. En un acto de buena fe prueba la comida y el agua, al ver que lo hace me lanzo famélico a comer, me ahogo cuando tomo agua y vuelve a servirme. Me da las pastillas y me las tomo rogando al cielo que esto no sea una trampa. —Wolfang está en Rusia, pero si hacen todo bien podrán rescatarte antes de que vuelva. Termino la comida y con la boca aún llena le digo: —Gracias. Asiente. —Mientras pueda te ayudaré.

Sale con esa promesa, por primera vez en los días que llevo aquí tengo la esperanza de poder salir con vida y de que al fin mi alma encontrará la paz que necesita. ***** Las veces que el hombre viene a alimentarme siempre hace lo mismo, toma un bocado de la bandeja y luego me alimenta, he contado los días asistido y llevo siete, pero ahora no sé nada de mis amigos y me pregunto en silencio si esto es un engaño. De cierto modo he recuperado fuerzas y me siento más tranquilo, el odio hacia Wolfang me alimenta, es lo que mantiene con vida. Todo parece confuso cuando no tienes idea de cuánto llevas encerrado, si mis cálculos no me fallan, llevo alrededor de un mes y medio desaparecido. Estoy seguro de que mis hombres deben estar buscándome, pero mi gran pregunta es qué tan involucrado está Wolfang con mis amigos, si ellos se han dejado engañar por él. Cierro los ojos, duermo pocas horas, pero son suficientes. Me levanto y camino por el minúsculo espacio que me dejan los grilletes, son un maldito cautivo, pero pronto me convertiré en su verdugo. Un pensamiento me golpea de repente, uno de alguien que siempre me causa gracia y también me divierte molestarla. Chiara San Filippo se convirtió en alguien que se me mete de vez en cuando en mi mente. Me prometí no amar, pero últimamente mi corazón parecía estar decidiendo por mi cerebro. Por más que lo trate de ocultar, todavía le intereso y yo no puedo dejarla a un lado. Estos días después de descubrir tantas mentiras, me he imaginado junto a ella. Quiero ser el amor de su vida, convertirme en el calor su cama. Me imagino la noche en que pueda convertirla en mía, sentir sus caricias, sus besos y escucharla pronunciar mi nombre sin odio. Violleta fue el gran amor de mi vida, pero cada vez que deseo encontrar la paz, no puedo porque descubro mentira tras mentira y siento que fui un tonto al entregarme a ella, en mi cabeza se forman tantas preguntas que no sé si encuentre respuestas. Chiara me da paz cada vez que está a mi lado, esas miradas disfrazadas de odio me motivan y hacen sonreír de verdad, puedo imaginarla adueñándose de mi corazón, me puedo ver amándola hasta la eternidad y hacerla feliz en mi mundo lleno de odio.

En este momento de mi vida me duele el desamor de haber perdido a Violleta y la traición de Wolfang, mejor dicho, la traición de ellos dos. Sería más fácil vivir sin sentimientos, ir por el mundo sin saber que las personas que más amas, son las que pueden lastimarte tan profundo. Por años creí que Sasha y Víktor eran los causantes de mis problemas, nunca lloré la muerte de la mujer que amo porque sabía que con llorar no iba a solucionar nada, porque cada vez que iba a dormir soñaba con despertar de esta maldita pesadilla. Todos los domingos al ir a casa de los Lombardo, creía que iba morir anhelando lo mismo que ellos tenían. No es nada fácil vivir si tenemos sentimientos, porque somos humanos y ese dolor es lo que nos recuerda que estamos vivos, que todo lo que hay a nuestro alrededor es lo que nos hace sentir vivos. Somos hombres de la mafia, aunque me da risa cómo nos retratan en las películas, lo cierto es que normalmente tenemos sentimientos y el mayor golpe que pueden darnos es asesinar a las personas que más amamos, hay vendettas que son tan personales que hasta que no te arrebatan lo que más amas, no se quedan tranquilos, porque así vivirás una vida llena de dolor. A veces me siento como un bastardo que vivió la gloria y después le fue arrebatada, sé que no soy bueno, que amar me hace débil, pero cada vez que veo sus fotos siento que aquella fue una vida diferente, los recuerdos son lo que me queda y el precio que pago por amarla, muchas veces creo que no tengo suerte y me interno en esos momentos en los que por primera vez sentí el amor verdadero, sé que la amaré por siempre a pesar de que descubra todas sus mentiras y el corazón se me rompa de todas las maneras posibles. Daría todo lo que poseo por encontrar una persona que me haga sentir lo mismo, que me haga creer que puedo tocar el cielo con sus besos. La única mujer que me hace despertar ese tipo de sentimientos es Chiara, por eso tengo que salir con vida.

Capítulo 40 SALVATORE Alessio se acerca a mí antes de que los hermanos Lombardo vengan, sé que mi amigo está cuidando como a su propia familia a las chicas y ellas en agradecimiento lo tratan como uno más de sus allegados. Nuestra historia viene desde que somos unos infantes y hurtábamos comida para poder sobrevivir en las calles de Foggia. —Prieto está tratando de localizarnos —me informa—. Tiene días intentando hablar contigo, pero no ha podido. Hago una mueca, he pasado de las llamadas del chico. Desde que lo saqué de la ciudad he tratado de mantenerme alejado. —¿Qué quiere? —inquiero. —Está trabajando con un ruso y me contó que tiene a alguien cautivo. Frunzo el ceño. —¿Matteo? —No lo sé, pero deberías sentir remordimiento y tratar de comunicarte con él, porque si has pasado de sus llamadas y se trata de tu amigo, vas a arre… Niego y lo interrumpo. —Nunca me arrepiento de mis actos —afirmo. Alessio esboza una sonrisa burlona y niega. —Olvidas que te conozco mejor que nadie. —Saca su móvil, toca la pantalla y me lo entrega—. Es el número que me dejó para que puedas comunicarte con él. Exhalo cansado. —Espero que sea eso y no que necesita dinero. —Es tu hermano —me recrimina. Cierro los ojos y respiro hondo cuando escucho su voz. —Alessio necesito hablar con mi maldito hermano y no contigo. —Soy yo… Escucho que respira aliviado.

—No quiero dinero, pero espero que al menos me permitas verte después de este favor, Wolfang Nóvikov tiene a Matteo Spadaro y deben actuar antes de que regrese de Rusia. —¿Estás seguro? —Tan seguro que estoy arriesgando mi maldito cuello, la última vez que supe de ti me comentaste que si me sucedía algo lo buscara a él, si él sabe de mí o no, no me ha demostrado nada, pero tienes que mover tu culo a Roma. —Alessio… —Soy tu maldito hermano de sangre, lo único que tienes en este maldito mundo y te debo la vida, toda Foggia cree que fuiste el Caín, pero me salvaste la vida y siempre voy a estar en deuda. Exhalo cansado. —Si esto es cierto no me deberás nada, realmente no me debes nada. — Me alejo de Alessio y cierro los ojos—. Tú lo has dicho, eres mi hermano y haría cualquier cosa por ti, hasta el mentir que has muerto. —Tengo que dejarte, después de esto tendré que desaparecer. —¿Necesitas dinero? Se ríe. —No, tengo suficiente con mis propios negocios. Te enviaré todo a este número y espero verte. Cuelga, abro los ojos y me quedo mirando el móvil. Alessio me da una palmada, sabe lo que he sacrificado por el bienestar de lo único que me dejó la perra de mi madre. Alessio, Prieto y yo nos encontramos en la calle, casi desnudos y todo el horror que vivimos en esa época nos hizo los hombres que somos. —Todo saldrá bien —me asegura Alessio. Alessandro en ese momento baja las escaleras y me saluda con gesto con la cabeza, niego y le pido a Alessio: —Ten la información que te dé Prieto y asegúrate de encontrar la manera de sacarlo de ese lugar antes de que nosotros lleguemos. —Lo prometo. Me acerco a Alessandro y le pido hablar en un lugar privado, le pregunto qué sabe sobre Wolfang Nóvikov y me contesta fue el contacto que dejó Matteo en caso de que le sucediera algo, pero este no se ha comunicado ni con Andrea Rhina, ni con nosotros. Cierro los ojos y exhalo.

—¿Sucede algo? —pregunta Nunca he hablado de mi pasado, no me define, pero sí me hizo lo que soy. Sin embargo, creo que tengo que darle la información completa: —Tengo un hermano, menor, al igual que tú —le confieso—, algún día te contaré todos los detalles, pero me tocó fingir su muerte porque estaba metido en muchos líos dentro de la organización. —Exhalo—. Wolfang Nóvikov no se pondrá en contacto con nosotros, porque por alguna razón él tiene a Matteo en Roma. Alessandro se queda en silencio sopesando mis palabras, se acerca a la mesa y toma su móvil satelital. —Romano, prepara todo para nuestra llegada a Roma —le informa a nuestro interlocutor y cuelga—. No voy a juzgarte, cuando estés preparado me contarás tu historia, te lo dije en París y te lo confirmo aquí, somos tu familia y aquí siempre serás bienvenido. —Es más complicado de lo que piensas. Niega. —Alessio cuida de mi esposa y de mi cuñada como si fueran tus hermanas, tienes dos meses aquí, mi hermano y yo te debemos toda la vida. —Se acerca y me da una palmada—. La lealtad se paga de la misma manera y sabemos que eres leal a nosotros más que cualquiera de nuestros hombres, si tu hermano está diciéndonos la verdad y tú confías en él, iremos a Roma y traeremos a Matteo de vuelta. Trago el nudo que se me ha hecho en la garganta. —Le confiaría la vida a mi hermano, pero no me permito tener emociones. —Cierro los ojos—. Para mí Prieto Luciano murió hace cinco años en un atentado en Foggia, porque si sigo creyendo que está vivo, me dominarán los sentimientos. —No quiero pensar qué fue lo sucedió para llevarte a ese extremo. Sonrío. —Todos tenemos vendettas, todos tenemos pasados y yo llegué a ser capo por una sencilla razón, fui astuto, pero mi predecesor me sigue debiendo, a mí y mi hermano nos debe toda una maldita vida. Como te dije, algún día te contaré sobre mi pasado, porque ahora no estoy preparado para ello. Alessandro asiente, llama a Maurizio y comenzamos a esbozar el plan para rescatar a Matteo. Alessio se nos une con la información y nos avisa que nos enviarán los planos con todo lo que necesitamos para rescatar a

nuestro amigo. Nos mantenemos en el más estricto de los silencios, no deseamos que nada ni nadie arruine nuestros propósitos. Planea llevar uno de sus grupos élites y cuando todo está sobre la mesa, lo único que pido es: —Prieto debe salir con vida de esto. —Ten por seguro que los dos saldrán con vida.

Capítulo 41 MAURIZIO Busco a Marena por toda la casa y no la encuentro, no hay rastros de ella, tampoco de Giovanna y menos de Alessio. Busco a las afueras y nada, pero algo me dice que debo seguir buscando. He evitado hablarle a mi esposa sobre la mujer que estuvo secuestrada junto a ella, después de que me contara que trató de ahorcarla y que siempre se notó agresiva en su presencia. Muchas veces tenemos que callar para evitar peores daños, sé que estaría nerviosa y se culparía por los pecados de su maldito hermano y lo que menos deseo en este momento es que ella crea que le debe algo a esa chica. Massimo Vella camina hacia mí y me detengo, el chico ha envejecido en una semana y me imagino lo abrumado que debe sentirse porque tan solo tiene veinte años. —Señor Lombardo —me saluda. —Llámame Maurizio —le pido ofreciéndole mi mano que toma fuerte —. ¿Qué te trae por aquí? —Maurizio —repite y me muestra una caja—. La señora Lombardo me pidió esto y vengo a entregárselo. Leo Taurus Beretta y frunzo el ceño. —¿Mi esposa te pidió un arma? Niega. —Su cuñada, me han dicho que están en el polígono de tiro que ustedes tienen aquí, pero no tengo ni idea dónde está ubicado. Maldigo entre en dientes y le pido al chico que me siga. Subo a uno de los todoterrenos, nuestra finca tiene más de cuarenta mil acres, mi padre se hizo del terreno bajo extorsión a un político que le debía varios favores. Esto es una fortaleza, pero al mismo tiempo una trampa para nosotros. —A su cuñada hay que temerle —se burla. Pongo los ojos en blanco. —Supongo que te amenazó —afirmo.

Se baja el cuello de su suéter y me enseña el corte, niego con mi cabeza pensando que Giovanna se ha vuelto completamente loca. —Realmente sacó una daga y me dijo con las siguientes palabras: Si deseas ser el jefe que fue tu primo, tienes que comenzar a respetar a las mujeres. —¿Qué hiciste para que te dijera eso? Se ríe. —Le dije que una mujer con un revólver es más peligrosa que un mono con una hojilla, lo cual la ofendió. No puedo dejar de poner los ojos en blanco ante sus actos y sonrío. —Mi cuñada es de las que ya no hay… —Realmente creo que tienen suerte de tenerla como matriarca de la Cosa Nostra, mi madre me cuenta que su difunta madre era así, tal vez las mujeres de la mafia deberían defender a su familia y no ser criadas como damiselas en peligro. Me quedo callado hasta que estaciono en el polígono, escucho los disparos y me bajo en compañía de Massimo. Camino decidido a poner en su lugar a Giovanna, cuando me encuentro a Marena disparando bajo las órdenes de Salvatore y Alessio, mi cuñada está sentada con Valentina en sus brazos. Niego, ¡por todos los Santos!, esto tiene el sello de Giovanna por todos lados y doy gracias a Dios que la enseñé a defenderse, pero ver a Marena con un arma me crispa. El chico a mi lado silba y murmura bajito: —Vaya, estas mujeres son de temer. —¡Marena! —grito. No me escuchan y me acerco dando varias zancadas, Alessio me señala y Salvatore esboza una sonrisa. «No hagas lo mismo que tu hermano, no hagas lo mismo que tu hermano», me repito varias veces en mi mente. Marena termina de disparar y sale impulsada para atrás, la atrapo entre mis brazos y ella se tensa. Salvatore y Alessio se alejan al ver mi rostro, saben que en su momento pienso aclarar esto con ellos. —No imaginé que me excitaría verte con un arma —susurro en su oído. —Maurizio —musita. La giro y ella se queda mirándome, le quito el arma de las manos y sonrío. Doy un beso casto en sus labios y me giro para señalar a Giovanna que se está haciendo la desentendida, pero no pienso pasar nada por alto.

—Tú estás definitivamente loca como una cabra —le digo. Ella me fulmina con la mirada y le entrega el bebé a Alessio, que a diferencia de cualquiera de los otros hombres parece a sentirse a gusto con Valentina. Camina señalándome con su dedo y me contesta: —Y todos ustedes son unos idiotas, ¡unos trogloditas! —El tono de voz que usa es completamente lleno de rabia—. En esta casa no va a repetirse lo mismo que sucedió con Valentina, te lo advierto y te repito lo mismo que le dije a tu hermano, mi hija no será criada como una inútil. Salvatore suelta una carcajada. —Lo siento —se disculpa cuando lo observo y alza sus hombros—, pero estoy de acuerdo con ella, creo que si saldremos de viaje tenemos que dejar a nuestras mujeres preparadas, Alessio puede defenderlas, pero una ayuda extra nunca está de más. Pongo los ojos en blanco. —Cortaste a Massimo —le reclamo—, una cosa es que desees demostrar tu punto y otro que vayas como una loca. Giovanna se gira y le dice: —Chivato, deberíamos cortarle la lengua a los que se vayan de chismosos. Alessio aguanta la risa, pero Massimo y Salvatore sueltan una carcajada junto a mi esposa. No puedo creerlo, Enzo tenía razón, Giovanna muchas veces parece más una mujer criada en el seno de la mafia que lo que realmente es, pero lo que se hereda no se hurta y ella lleva la sangre de un criminal corriendo por sus venas. —Giovanna… —la increpo. Ella se gira poniendo los ojos en blanco y sonríe, muchas veces pienso que de verdad está loca y que pierde el sentido común, pero también recuerdo que es el fuego que mi hermano necesitaba. —Marena necesita aprender a defenderse, una cosa es que se haya criado como una niña de la mafia, pero también la criaron para ser monja, así que con oraciones no va a poder dispararle a alguien que desee hacerle daño. —Vale, tienes razón, pero te ruego que por el bien y la paz de la organización dejes de cortar, apuntar o cualquier cosa que sea agresivo con los miembros de la organización. —Señalo a Massimo—. Él porque nos admira, pero otro puede golpearte y ser peligroso. Giovanna suelta una carcajada.

—El hombre que me ponga una mano encima tendrá el mismo destino que Mario, la muerte —sentencia—. Estoy aburrida y como comprenderán tengo pocos días de haber dado a luz, Alessio y Salvatore, por favor regresemos. Salvatore se ríe mientras asiente, cuando Giovanna para a un lado de Massimo le arranca la caja de las manos y le grita chivato. El chico parece entender que necesito estar con mi esposa a solas así que se va con ellos. Marena está a mi lado con una sonrisa, no puedo evitar contagiarme y es que verla sonreír es una de las misiones de mi vida. Tomo su mano y la insto a caminar, ya en poco comienza el verano y las temperaturas han subido. Andamos en silencio hasta el acantilado que tenemos cerca, frente a nosotros aparece una vista perfecta del azul del mar Mediterráneo, muchas personas pagan miles de euros por estar aquí y nosotros somos privilegiados al ser los dueños de un lugar como este. —Es hermoso —musita—, no tenía ni idea de que este sitio era tan grande. Sonríe. —Esta casa fue un regalo de mi padre para mi madre, los dos soñaban con un lugar tan grande en donde sus hijos pudieran vivir cerca de su casa, se suponía que nunca nos iríamos y tampoco ellos morirían tan prematuramente. Marena me abraza. —Todo lo que me cuentas de tu familia me hace envidiarte —confiesa con voz triste—. En casa éramos papá y yo, mis tíos no eran visitantes asiduos porque estaban en Calabria, además pasaba mucho tiempo en el convento con Sor María. Cierro los ojos y la alejo, sé que le he prometido el mundo entero, más nunca le he prometido lo que estoy a punto de hacer: —Mírame —le pido con voz dulce y ella lo hace—. Sé que la vida para ti no fue lo que debió, que no tuviste una familia normal como nosotros. — Sonrío—. Porque sí, a pesar de saber lo que somos, fuimos una familia normal, mis padres se amaban de una manera tan hermosa, que eso que ellos tuvieron aspiro a tenerlo contigo. —Tomo sus manos—. Amor mío, prometo que tendremos una familia, que nuestros hijos tendrán unos padres y unos tíos, sabemos que Giovanna está loca. —Se ríe y me contagio—. Estoy seguro de que amará a nuestros hijos y dará su vida por ellos, pero ella dijo algo muy cierto, tenemos que corregir los errores del pasado, no

estoy molesto porque desees aprender a defenderte, me duele que no me lo pidieras a mí. —Maurizio… Exhalo y le robo un beso, es mi mundo entero, mi alfa y mi omega, mi principio y mi fin. Los meses que estuve lejos pensé que me volvería loco, dejarla ir fue lo más difícil que tuve que hacer en mi vida, lo que Marena no sabe es que respiro solo por ella. Nunca creí encontrar el amor, mi madre me hubiese matado al saber lo que pensé por un tiempo de que las mujeres solo servían para follar, pero me negaba a ver que el amor es algo que llega de repente. Puedo recordar el día exacto en que la vi por primera vez, nuestro primer beso y lo supe, supe desde el primer momento que ella era la mujer que haría temblar mi mundo entero. Rompemos la conexión y pego mi frente a la suya, todavía tiene los ojos cerrados. Juego acariciando con mi nariz la suya. —Desde que estás a mi lado mi mundo se volvió mágico, Marena… — Abre los ojos y brillan de una manera especial—. Te voy a cuidar hasta que dé mi último aliento, así que te ordeno que mueras primero, pero antes tenemos que vivir una vida larga y feliz, porque eres mi tierra prometida, mi paraíso, eres ese jardín del Edén que todos soñamos y a tu lado siento que puedo redimir mis pecados, por eso cuando sientas que mi corazón se llene de oscuridad, trata de iluminarlo con tu luz. Suspira. —¿Sabes? —musita—. Estoy donde debo estar, somos dueños de nuestros destinos y el mío estaba ligado al tuyo desde que nací. —Acaricia mi mejilla y sonríe—. Cuando estoy a tu lado se detiene el tiempo, no tengo dudas y es que eres capaz de respetar mis miedos y el ritmo con el cual aprendo a desenvolverme. Tomo su mano y la beso. —Me tienes, Marena. —Respiro hondo—. Soy tuyo. —Y yo tuya… —Nunca te he dedicado una canción —le comento. Ella sonríe. —Me has regalado un mundo lleno de amor —me asegura—, un libro lleno de historias que me enseñaron que amar es maravilloso. —“Cuando el amor es feliz lleva al alma a la dulzura y a la bondad” — cito a Víctor Hugo—. Tú eres capaz de eso.

Tomo sus manos y caminamos, ella brilla de una manera especial. —Amarte fue un salto de fe —me asegura—, pero no me arrepiento de nada, porque todo me trajo a este momento que vivo contigo. —Marena… —Arriesgaré todo por ti. La beso como si el mundo no existiera, porque Marena es mi mundo entero, solo a su lado puedo encontrar la luz que necesito para mi oscuridad.

Capítulo 42 ALESSANDRO Tomar decisiones como alejarte de tu familia puede ser muy difícil, pero Giovanna es capaz de sorprenderme al ordenarme que vaya por Matteo. Estamos en el comedor cenando los cinco como familia. Ver a Salvatore sentado en la mesa como uno más de nosotros me sorprende, mañana al alba nos iremos a Roma. Mi esposa tiene una entereza que me sorprende, si ella supiera que es mi mayor tesoro. No me canso de mirarla, me da paz y es algo que nunca pensé encontrar. Maurizio bromea diciendo que al regresar nos encontraremos con un golpe, pero que no me sorprenda que Gio se convierta en la nueva jefa de la organización, ella se ríe y le dice que tiene más pantalones que él, no podemos evitar carcajearnos. Al subir a la habitación, Luciano se cuela entre nosotros y no puedo evitar sonreír. Mi hijo está pasando la etapa de aceptar que tiene una hermana pequeña, además su hermanita ahorita es el centro de atención de todos, pero él, mi bebé, tiene algo que me hace sentirme afortunado. Mi mundo pasó de ser uno lleno de caos a uno en el que el amor vence por encima de todo, lo cual me sorprende, yo que fui desconfiado al creer que no podía salvarme. —Ale, te estoy llamando —me reclama Giovanna con sus brazos en forma jarra sobre su cuerpo. Me acerco y le doy un beso, ella suelta un gemido que me anima, pero escuchamos la vocecita de nuestro hijo llamar a su mami. Me separo renuente, se acerca a él y le da un beso, lleva su pijama de color verde parecido al que usaré esta noche, con la “ele” de nuestro apellido bordada en el bolsillo derecho. —No puedes seguir durmiendo con nosotros —le explica de manera tierna—. Mami y papi necesitan privacidad. Sonrío. —Tina duelme aquí —expone nuestro bebé haciendo un puchero.

—Tina es una bebita, cuando estabas como ella dormías aquí. — Giovanna le sonríe—. Dale un beso a papi y vamos para tu habitación. Luciano rompe a llorar, los celos lo tienen posesivo con mi esposa y conmigo, hasta con la propia Marena. Me acerco y me siento a su lado, ella me mira tratando de decirme que no sabe qué hacer, pero debo confesar que necesito esto, los cuatro antes de irme, mi familia. —Luciano, mírame —le ordeno con voz dulce pero firme. Los ojos azules de mi hijo me observan llenos de lágrimas y le digo: —Solo por esta noche. Pues los niños grandes duermen en sus camas y tú eres el protector de los sueños de Valentina, en poco tiempo me ayudarás a cuidarla y serás un gran hermano mayor. Asiente con su cabecita y corre hasta el medio de nuestra cama, se duerme tan rápido que me sorprende. Giovanna cambia a nuestra bebé y luego va hasta el cuarto de baño para asearse, la sigo al escuchar que abre la llave de la ducha. Al entrar puedo ver su cuerpo a través de la mampara, completamente extasiado por su belleza me quito la ropa, cada vez que me voy lejos mucho tiempo tengo la necesidad de estar con ella. Entro a la ducha mientras mi esposa está de pie debajo del agua, me acerco lentamente y la tomo por la cintura atrayéndola a mi cuerpo, inclina su cabeza hacia un lado y bajo la mía hasta que nuestros labios se unen en un beso casto. Mis manos suben y atrapan sus turgentes pechos, no puedo creer que cada célula de mi ser se despierte con la presencia de Giovanna. Gime y la giro para quedar frente a frente, su mano sube por mi pecho hasta detenerse en mi mejilla. —Ni se te ocurra despedirte —me advierte—. Tienes que volver a mí. Se le rompe la voz y cierro los ojos, la beso de nuevo tratando de borrar todo su miedo, que entienda que estoy seguro de que voy a volver a ella, que siempre volveré a su lado. Sus manos bajan lentamente en una caricia tortuosa hasta llegar a mi polla, que toma entre ellas para masturbarme. Se escapa de mi garganta un sonido gutural, primitivo, porque cuando toma las riendas me puedo convertir en hombre, uno que necesita a su mujer. Baja lentamente hasta arrodillarse frente a mí. —Giovanna… —musito. Nuestras miradas se cruzan cuando abre la boca y noto que la cabeza de mi polla pegada a su paladar se desliza lentamente hasta su garganta. Me sorprendo, la saca toda y gime para engullirla de nuevo. Cierro los ojos para

poder disfrutar del placer, perderme en él, sus labios subiendo y bajando en mi tronco, la humedad de su boca. —Así, nena —ruego enredando mis dedos en su cabello. Mueve con maestría su lengua acariciándome, suelto un gruñido de satisfacción. Coloca su mano y comienza a moverla, su boca se mueve de arriba abajo, en una reacción normal e instintiva, la penetro hasta que sus labios chocan contra mi pelvis, abro los ojos y los de ella me observan parpadeando, la libero y la vuelve a sacar. La engulle de nuevo, su mano choca contra su barbilla, pierdo la noción del tiempo concentrado en el tacto de su lengua sobre la piel de mi pene. —Más rápido —le pido desesperado. Acelera su mano y sus labios acarician la punta de mi polla mientras me masturba, empuño su cabello y correspondo a sus movimientos empujando hasta el fondo, cuando estoy a punto de correrme, la saco de su boca y levanto a mi mujer, la pego contra la pared alzándola entre mis brazos y la penetro, arquea su cuerpo e inclina su cabeza recargándola en los azulejos, sus pechos se irguen y me doy un festín con ellos, la embisto con fuerza, con todo el deseo, pasión y amor que poseo por ella. —¡Alessandro! Gime cuando llega al orgasmo, muerdo su pezón y ella se estremece entre mis brazos, la sigo en unas cuantas arremetidas más. Me derramo dentro y me quedo ahí en mi lugar favorito, muerdo suavemente su hombro, cuando pienso bajarla, ella toma mi cara entre sus manos, sus ojos están llenos de lágrimas, el agua golpea el costado de nuestros cuerpos, su cabello está pegado a su rostro. —Necesito que vuelvas, necesito que vuelvas a mí —me ruega. —Giovanna… Cierra los ojos y exhala. —Sé que debes ir, que yo te lo he pedido, pero tengo miedo. La beso callándola, salgo de su cuerpo y sigo sosteniéndola entre mis brazos. Al romper el contacto nos terminamos de lavar y salimos de la ducha, la observo mientras me coloco el pijama y ella el camisón. Vamos en silencio hasta la cama, Luciano sigue durmiendo tranquilo, nos acostamos y compartimos un silencio que lo dice todo. Sigo sin creer en el futuro, pero desde que conocí a mi esposa es lo que más anhelo. Nunca sentí por nadie lo que siento por ella, pensé que nada iba funcionar, estaba tan roto, Giovanna era luz y yo era oscuridad.

—Ale… —Llegaste a mi vida como la estrella más brillante y me sanaste, me curaste y juntaste las piezas de mi corazón para enseñarme que puedo ser feliz. —Amor… —Volveré a ti, no dudes que volveré a ti a quedarme para siempre. —Te amo, Alessandro, amo lo bueno y lo malo que hay en ti. —Te amo, Giovanna, y odio estas malditas despedidas. Cierra los ojos, paso mi abrazo sobre mi hijo y la alcanzo a ella, llora en silencio mientras los abrazo. No tengo idea a lo que me enfrento, pero lucharé por un campo minado con tal de volver con mi familia. —Prométeme que vas a volver, porque no soy tan fuerte para soportar perderte —me confiesa en un susurro. Suelta un sollozo, Luciano se remueve y se pega al pecho de su madre. Ella lo abraza y le susurra palabras de amor hasta que se queda tranquilo. Mi mujer se duerme y aunque sé que debo descansar me quedo supervisando sus sueños, tratando de memorizar los momentos como este. Me levanto y voy hasta la cuna de nuestra bebé, me quedo mirándola y no puedo creer que tengo todo esto. Una familia. «Dios mío, permíteme volver con ellos, déjame estar en sus momentos felices, déjame sentir». Valentina se remueve y la tomo entre mis brazos, abre los ojos reconociéndome y tomo su manita, atrapa mi dedo índice y contengo la respiración. —Eres un ángel —le aseguro bajito—. Tu tía era así de linda como tú, Tina —murmuro con las lágrimas quemando mis ojos—. Eres como un amanecer que da más luz a mi vida, eres todo lo que siempre quise y nunca pensé tener. —Exhalo—. Estoy seguro de que has bajado del cielo, que eres la bendición que viene a darme la venia del Señor. —Ale… —susurra Giovanna. Se levanta, cuando me giro nota que estoy llorando, no puedo negar que esta noche me atormenta más que la última que salí para protegerla. Se acerca lentamente hasta a mí, se queda mirándonos y toca mis lágrimas, incrédula al ver que de nuevo soy capaz de mostrar mis sentimientos. Exhalo todo el aire contenido en mis pulmones y le confieso: —Lloré cuando pensé que te perdía, porque Dios me había enviado un ángel para romper mi soledad y sabía que no iba a soportar perderte, pero

esta anoche me doy cuenta de lo afortunado que soy, porque a pesar de todos mis pecados, el Señor es capaz de perdonarme y premiarme con una familia, irme me da miedo, nunca lo había sentido porque no tenía nada que perder. —Alessandro, no vas a perdernos —asegura. —Ahora vivo con miedo a que les suceda algo, pero sé que tienes el coraje para soportar, por eso necesito a la mujer fuerte. Toma a nuestra hija y la lleva hasta su cuna, cuando vuelve me abraza muy fuerte. Entre sus brazos me doy cuenta de que valió la pena todo lo que he vivido. —No me perderás y aquí estaré esperándote… —Abrázame —le ruego. Giovanna lo hace tan fuerte que creo que su amor es capaz de traspasar todo lo que siento por ella. —Te amo, te voy a amar más allá de la muerte —me promete. La beso en los labios y la abrazo, la mantengo a mi lado y al romper la conexión tomo sus manos. —Confía en tus instintos, cree en ti, sé que eres fuerte, sé que puedes… —No te despidas… —Sabes, me hiciste comprender la diferencia entre el bien y el mal, te amo, Giovanna. Me separo y voy hasta el vestidor, me sigue mientras me cambio de ropa. Expectante rastrea con la vista cada uno de mis movimientos. Tomo mi arma y la daga que le pertenece a los Messina, para mí es importante que ella la posea. —Soy lo que soy, soy un criminal y mi única debilidad es mi familia, pero… —Sé lo que significa. —La toma y la empuña—. Prometo ser la mujer que esperas que sea. —Giovanna… —Dios te lleve con bien y te permita regresar, porque sin tu amor no viviré… —Nena. —Acaricio su mejilla—. Volveré. Cierra los ojos y le doy un beso casto, cuando me separo la dejo a solas y salgo de la habitación, faltan dos horas para salir, pero todavía tengo asuntos de negocios que atender.

Capítulo 43 MARENA Pasamos toda la noche haciendo el amor, no puedo dormir sabiendo que se irá y eso me atormenta. Me hace promesas de amor eterno y yo las guardo en lo más profundo del alma. A medida que el reloj marca las horas, quiero llorar, pero en este tiempo he aprendido a ser valiente y estoy segura de que él no necesita de mis lágrimas. —¿Siempre será así? —le pregunto. —¿Cómo? —murmura acariciando mis labios. —No tendremos paz, siempre estaremos esperando el próximo golpe y ustedes nos dejarán esperando por su regreso como en las novelas. Sonríe y toma un mechón de mi cabello. —Ricitos de oro —musita—. Nos quedan las noches hasta la eternidad para vivir nuestro amor. Cierro los ojos. —Estoy embarazada —confieso en un susurro. La noticia llega en un momento tan incierto, además no sabía cómo reaccionar. Sé que esto es lo que deseo, tan solo tengo que verlo cuando está con nuestros sobrinos para saber que escogí a el mejor padre que podrán tendrán nuestros hijos. Su reacción es subirse sobre mí, sus brazos me atrapan para cambiarnos de posición, sus ojos brillan de una manera especial. —¿Estás segura? —indaga emocionado. —Sí, estoy embarazada. Toma mi rostro entre sus manos riéndose, pega su frente a la mía y me da un beso casto. —Te amo, te amo tanto que duele —declara con la voz llena de emoción —. ¿Por qué no me dijiste esta tarde? Cierro los ojos, pensaba que iba a molestarse por encontrarme con un arma entre las manos y fue en la noche que le pedí a Giovanna que me ayudara con la duda.

—Me enteré antes de la cena, no lo sabía, pero tenía la sospecha de que era lo más probable. —Me sonrojo—. Todas las noches hacemos el amor y creo que es lo más normal. Maurizio se ríe. —Sabes que mi corazón te escogió, supo hacer su elección —expresa con una sonrisa—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. —Mauri… —Me besa. Eso besos que te hacen acelerar el corazón, sentir todas esas emociones que muchas veces piensas dormidas. Me hace sentir su amor, no puedo decir que no tiene razón ya que hubo un tiempo en que no le hubiera creído a nadie que me asegurara que se podía hacer realidad la felicidad, para mí el amor era solo una ilusión, vivía a través de Gianna, pero entonces Maurizio me encontró y todo cambió. —Te amo más que nunca, te amo más que ayer si puede ser posible — murmura entre besos hasta que se separa—. Me estás dando miles de razones para estar a tu lado, voy a ser papá, no lo puedo creer… Me río y él se contagia, suspiro. —Tú me das razones para ser valiente, me sostuve a nuestros recuerdos para no perderme y cada vez que deseaba morir, pensaba que no soportarías perderme. —Exhalo tratando de calmar mis emociones—. Honestamente no pensé que era tan fuerte, pero ahora tengo más razones para ser valiente porque tengo dentro de mí el amor hecho carne. —Nunca te he dedicado una canción —expone aquello que ya me había mencionado y parece no olvidar. Su mano se aparta solo un segundo para tomar su móvil. —Me has dedicado historias enteras —contesto recordándole que me ha dado mucho y acaricio su rostro. —Mi hermana creía que en las canciones hay pedazos de nosotros, como las arias en las óperas, ella decía que las canciones son historias contadas. —Me hubiese gustado conocer a Valentina… —Te amaría, aunque era un poco celosa, creo que en el fondo no deseaba romper ese lazo que existía entre nosotros. —Trastea y comienza una melodía—. La escuché y pensé en ti. How long will I love you? As long as stars are above you And longer if I can.

¿Cuánto tiempo te amaré? Mientras las estrellas estén por encima de ti Y más si puedo. —Maurizio… —murmuro cuando escucho la primera estrofa. —Escucha —me pide. Oigo con atención hasta que llega a una parte que me hace llorar de felicidad y de saber que soy la persona más importante de su vida. We're all traveling through time together Every day of our lives All we can do is do our best To relish this remarkable ride. Todos viajamos juntos a través del tiempo Todos los días de nuestras vidas Todo lo que podemos hacer es hacer lo mejor que podamos Para saborear este paseo extraordinario. Lo beso cuando comienza a sonar otra canción y la puedo reconocer porque Gianna la cantaba siempre, aunque no tengo idea de quién es, pero dice que la chica sigue enamorándose del chico, porque su amor la saca fuera control, aunque tomó un tiempo. —Te amo, Maurizio Lombardo. —Y yo te amo a ti, Marena Calabrese. Maurizio me hace el amor tan lento que detenemos el tiempo, sé que esto es una despedida, pero al mismo tiempo deseo creer que estamos creando recuerdos, que estos momentos son los que alimentarán nuestra relación. ***** Giovanna y yo acompañamos a nuestros esposos hasta que se suben al todoterreno, Alessio está con nosotras así que estamos protegidas, pero hay algo en mi corazón que me hace tener miedo. Cuando el vehículo se pierde en la calzada para salir de la finca, entramos y voy directo al salón. Alba, el ama de llaves, trae a Luciano que salta sobre mí, sonrío y le doy un beso a mi pequeño niño. Me quedo mirando su cabello, es ver a Alessandro con los ojos de Giovanna, Tina como todos llamamos a la niña,

tiene los ojos de los Lombardo, oscuros, pero cuando te acercas a detallar puedes ver que su iris es casi del color de las hojas en primavera. Las palabras que le dije hace años a Giovanna me golpean como una serie de recuerdos y puedo vernos a las dos en la habitación. Nuestro mundo es muy injusto, aquí las circunstancias nos obligan a decidir y muchas veces esas decisiones están basadas en el bienestar de las personas que amamos. —¿Van a regresar? —le pregunto llena de miedo. —Claro que lo harán y nosotras viviremos el cuento de hadas —me responde convencida. Suspiro llena de esperanza, despedirme de Maurizio ha sido muy difícil, aunque la noticia de mi embarazo fue un aliciente para que vuelva a mí, tengo miedo. Me voy a mi habitación cuando me atacan los vómitos y me recuesto en la cama hasta quedarme completamente dormida. ***** —Estás aquí. Escuchar su voz me aterroriza, no puedo levantarme de la cama, estoy atada a ella. Valerio se sube y cuando su rostro aparece frente a mí, tengo mi cuerpo paralizado, no tengo idea de qué sucede. Coloca sus dos manos en mi cuello y lo aprieta suavemente. —Eres una puta, pensé que eras virgen, pero eres la putilla de Maurizio Lombardo. —¡No, por favor! —imploro. Se ríe burlándose de mí y me rompe el camisón, su boca comienza a explorar mi piel mordiéndome y lamiéndome. Muevo las piernas desesperada tratando de que se detenga, lo golpeo en su miembro y furioso por mi acto de valentía comienza a pegarme. —¡Ayuda! —suplico—. ¡Que alguien me ayude! —Eres mía, nadie va a ayudarte… Por un momento creo que estoy por desmayarme, asqueada al sentir su cuerpo desnudo sobre mí, lloro en silencio cuando me penetra. —¡Disfruta, maldita perra! —grita—. Tienes que amarme a mí y no a él, eres una maldita puta… Me despierto pegando gritos, la puerta se abre y Alba y Giovanna entran asustadas, cuando me levanto vomito y salgo corriendo al baño. —¡Marena! —me llama Giovanna aterrorizada.

Entro a la ducha y abro el grifo, el agua fría me golpea y me desvisto desesperada tratando de lavarme. Giovanna entra conmigo. —Marena, Marena —repite mi nombre—, estás a salvo. Abro los ojos y me fijo en el rostro de mi amiga, ella me sonríe y yo trato de enfocarme en eso. Me echo a sus brazos llorando. Giovanna me sostiene sacándome de la ducha y me ayuda a secarme, al salir Alba está terminando de limpiar el desastre. Me lleva hasta la cama y me sienta, exhala como si el peso de algo que oculta la agobiara, cuando el ama de llaves sale y escucha el sonido de la puerta trancarse, la oigo hablar. —También tengo pesadillas con Mario, normalmente cuando Alessandro está lejos y supongo que con el tiempo van a ir desapareciendo, pero a veces son tan reales que paso el día paranoica pensando que va a volver de la muerte. Sollozo. —Era mi hermano —musito—, era mi hermano y no le importó hacerme daño de esa forma. —Cierro los ojos—. ¿Qué tan roto y dañado debes estar para hacer algo así? Se sienta a mi lado y toma mis manos, las dos nos miramos, las dos somos el espejo de la otra. Las dos guardamos el dolor de haber sido abusadas, el estigma de que no somos buenas mujeres, estamos marcadas, nuestro corazón está roto, nuestra mente también. No imaginaba que Maurizio era quien mantenía mi cordura a raya. —No tengo respuestas para darte. —Cierra los ojos mientras niega con su cabeza y me pregunta—: ¿Viste a tu padre alguna vez asesinar a alguien? —Nunca —contesto segura—. Sé que mi padre no impartía la justicia y menos era misericordioso, pero nunca lo vi en sus asuntos de negocios, crecí en un internado de monjas y estaba más tiempo con ellas, cuando supe lo que era el crimen organizado me avergonzaba, mentía diciendo que mi padre era un empresario y ya, pero las monjas sabían que era hija de un asesino, algunas me rechazaban por eso y otras como Sor María cuidaron de mí. —Cuando descubrí la verdad de lo que era mi padre, vi todo. —Se ríe—. Era una versión de la mafia, pero una diferente a la que conozco y Vito me dio una perfecta, ¿sabes? Sé que ellos no son unos santos y mucho menos me creo que sus manos no están manchadas de sangre, pero algo que admiro de los hombres que están a nuestro alrededor es que no le harían daño a una mujer. —Respira hondo—. Ser violada no es nuestra culpa y esa

sensación de estar sucia con el tiempo va desapareciendo, no te puedo decir cuándo, pero se va, porque no estamos sucias, porque ninguna persona en el mundo tiene la culpa de que un enfermo abuse de ella. —Giovanna… —Sé lo que sientes, lo que nos sucedió es una maldita pesadilla, pero ellos están muertos y si te soy sincera, si poseyera el poder de matar a todos los malditos violadores, lo haría. —No lo asesiné —le cuento—. No recuerdo mucho, pero Juanito le disparó a mi padre y luego alguien a él, Valerio lo quería, lloró su muerte… —Se me quiebra la voz—. Juanito era el único ser humano que cuidó de mí, tengo una deuda con él, necesito encontrar a su hermana y cuidar en secreto de ella. Giovanna toma mi mano. —Realmente eres un ángel, cuando me dijiste que perdonaste a Valerio, pensé en si alguna vez podré perdonar a Mario por todo lo que hizo. Suelto un suspiro. —Valerio estaba enfermo, pero todo lo que me dijo fue cierto, mi padre pudo haberlo salvado, así no fuera su sangre era el hijo de la mujer que amaba, pero no sé nada, nunca sabré si padre conocía la verdad o no. —Vivimos un infierno, pero es momento de que vivamos el paraíso — me asegura con una sonrisa. —¿Te puedes acostar conmigo un momento…? —le ruego. Asiente y nos acostamos en la cama, ella me abraza y comienza a acariciar mi cabello. Por un segundo me olvido de que estoy con Giovanna y creo que estoy con mi prima, pero su voz me trae a la realidad. —Nunca tuve una hermana, tampoco amigas íntimas, pero tú eres lo más cercano que tengo ahora, estoy aquí, si necesitas llorar, si quieres matar a Maurizio, si tan solo quieres ir de compras, estoy aquí para ti. Cierro los ojos y tomo su mano. —Eres mi hermana, somos unas Lombardo, pero más allá de eso te quiero como si compartiéramos sangre. Ella sonríe y se queda un rato conmigo, me propone dormir en la misma habitación mientras regresan los chicos. Confiesa que se siente sola y que se sentiría segura conmigo en la habitación.

Capítulo 44 CHIARA SAN FILIPPO Mi madre sale de la habitación maldiciendo y yo me echo a llorar sobre la cama, todos piensan que me he vuelto loca al aguardar a Matteo Spadaro, pero hace meses entendí que él realmente nunca fue mío, que todo lo que imaginé era una ilusión, un amor platónico de esos que se meten hasta los huesos. Debía casarse conmigo, pero no era para mí. Cuando era un hombre yo apenas iba al bachillerato, estaba esperanzada a que con el paso del tiempo se olvidara de Violleta, mas no fue así y lo entendí; entendí que el amor es algo que se da de forma natural y lleno de fuego, por eso cuando veo a Giovanna junto a Alessandro deseo lo que ellos tienen, hasta Maurizio y Marena se aman de una manera inexplicable. Creo que merezco ser mirada como ellos miran a sus esposas, ya no soy una niña, tengo veintiséis años y creen que estoy vieja para casarme. Los sicilianos tienen una visión bastante misógina, por eso me sorprende que mi padre esté de acuerdo con los Lombardo. Él tuvo la maldición de tener puras mujeres, mis hermanas mayores están estratégicamente casadas, mi hermana mayor Allegra está unida en matrimonio con el futuro jefe de la familia, mi hermana Beatrice está casada con un juez y yo, bueno, la idea de mi padre es enlazarme con el futuro alcalde de la ciudad, pero no estoy dispuesta a nada de eso. Estamos en el año dos mil veinte, no puedo creer que piense que aceptaré lo mismo que a los quince años. Además, no tengo la culpa de que Matteo tuviera alguien que lo hiciera soñar, no puedo borrar el pasado, yo misma creí enamorarme de un numerale de mi padre, fue bonito hasta que acepté que era algo que no llegaría a nada, además Valentino desapareció después de una golpiza que le dio il sottocapo de mis padres. Estos meses compartiendo seguido con Matteo tengo la certeza de que somos las personas correctas en el momento equivocado, pero aún no estoy segura de si experimenta las mismas emociones que yo. Necesito que regrese con vida, confesarle lo que siento, y si me acepta vivir lo que nos tenga

preparado el destino, porque prefiero quedarme sola a casarme con un viejo como lo es Giacomo Constanza. ***** Me ajusto el collar frente al espejo cuando la puerta se abre, Allegra entra sin tocar y me molesta que se crea dueña del mundo por ser la mayor. —Tenemos que hablar. Pongo los ojos en blanco cuando escucho sus palabras, tomo el bolso de mano y me levanto. No pienso tener una discusión más sobre el tema. Mi hermana me fulmina con la mirada y finjo una sonrisa, de esas que ella misma me enseñó para desafiar a nuestra madre. —Lo siento, voy a la finca de los Lombardo —me disculpo. —Chiara… —Allegra, no voy a escuchar más razones para casarme con Giacomo, si me quedo soltera tendrás una tía que amará a tus hijos hasta la muerte, pero no voy a casarme con un viejo de cincuenta años porque mi papá o tu marido tengan interés. Resopla frustrada. —Si no fuera tan obstinada como tú, te daría de bofetadas, pero no puedo. —Se acerca y me da un abrazo—. Tenía que intentarlo. Suspiro y me alejo de ella. —Sé que todas ustedes tienen los matrimonios perfectos, pero mis cuñados no parecen Quasimodo y menos un hombre que está a punto de morirse si folla. Mi hermana se sonroja y evito blanquear los ojos. —Chiara… —Vale, te entiendo, pero comprendan que tengo veintiséis años y no soy monja, no creerás que a estas alturas de la vida soy virgen. Mi hermana niega. —Sí, pero es mejor que nuestros padres crean que llegarás pura al altar. Exhala cansada y camino hasta la puerta, no tengo ni ganas de escuchar el nombre de ese hombre. Lo único que deseo es saber si tienen noticias de Matteo y ya que mi madre cumple a rajatabla eso de que las mujeres para la casa y los hombres para los negocios, no pierdo el tiempo en preguntarle nada. Salgo de la casa, los hombres de mi padre me observan, aunque llevo las gafas oscuras puedo verlos. Soy intocable y es algo que Valentino y yo aprendimos a las malas, si Allegra cree que mis padres no saben de mi pasado, está más que equivocada.

Subo al todoterreno en la parte de atrás, me coloco los AirPods y trasteo en mi móvil alguna música que me calme los nervios. Me encantan los ritmos latinos, busco a Señorita de Camila Cabello & Shawn Mendes, tarareo la canción y miro a través de la ventana, el mar Mediterráneo me saluda y los yates de lujo que están visitándolo se ven pequeños desde que aquí arriba. Sicilia es hermosa, a veces sueño que puedo conocerla entera, pero sobre todo que puedo caminar las calles sin tener miedo de que alguien pueda meterse conmigo. A veces quisiera no tener nada que ver con esta maldita organización, pero nadie puede escapar de esto. Terminaría siendo una paria, una desterrada, no vería a mis hermanas y menos a mi sobrino, me burlo cuando atrapan a supuestos mafiosos y cuando en realidad son cebos que entregamos para mantener a nuestros jefes a salvo. Italia ama y odia al crimen organizado en partes iguales, algo así como en Gran Bretaña aman y odian a la monarquía. Si de verdad desearan destruirnos lo hubiesen hecho hace mucho tiempo, pero al ver cómo un juez está casado con mi hermana, cómo muchos de ellos se rinden a los sobornos y extorsiones, sé que la Cosa Nostra pasará a la historia como una leyenda que nunca será destruida.

Capítulo 45 JUDE El auto se detiene por unos segundos, Giuseppe señala la verja y me dice: —Ella está ahí, la estamos vigilando y si quieres hacerlo, cuentas conmigo. Tiemblo de solo imaginarlo y niego, ordena al chofer que arranque antes de que se den cuenta de que estamos aquí. Toma mi mano y me quedo en silencio, tengo días luchando contra mis propios sentimientos, él me ofrece el mundo entero a cambio de que lo ame. Todo es diferente, todo es tan diferente ahora. No es simple decir que la mayoría de los días no me reconozco, que estos zapatos y este vestido, que todas las joyas que llevo puestas no son mías, que nunca seré la Jude Landon que fue secuestrada, que ese lugar y los malditos que mi hicieron daño tomaron todo lo que desearon y Valerio tomó más de lo que podía dar. Oculto mi mirada del hombre que desea ayudarme, porque no es fácil saber que no soy como solía ser, aunque es verdad que nunca fui el centro de atención de los chicos, pero tampoco era lo que soy, sonrío, porque todavía recuerdo a esa chica llena de sueños y amada por sus padres. Ella era imperfecta, pero ambicionaba ser la mejor para encontrar el éxito. Ella era misericordiosa, bondadosa, buena, a veces mentía tratando de ser aceptada por todos, ella era dura consigo misma, para lograr todo lo que se proponía. Ahora está rota y no pedirá ayuda, porque le da miedo reconocer que está equivocada, que realmente aquello no era correcto. —Peque… —musita Giuseppe al darse cuenta de mi estado y me toma entre sus brazos—. Te tengo —me asegura. Y lloro porque en mi mente desordenada sé que debo ser amable con él, porque he tratado de sanar, pero todos los recuerdos están mezclados, los sentimientos, lo bueno y lo malo.

Por eso prefiero estar sola la mayor parte del tiempo, porque me da miedo hacerle daño, que la maldad y la oscuridad que a veces se avecinan traten de apoderarse de mi mente. —Te hice una promesa, pero no tienes que hacerlo —ratifica mientras sus manos acarician rítmicamente mi espalda—. Tienes la decisión en tus manos. —Gracias —musito. Creo que para algunas personas a veces la vida se desliza por una puerta trasera y forja el carácter o te lo quiebra, las realidades que vives te hacen creer que todo es verdad, que eso es correcto y cuando te muestran la otra cara de la moneda chocas con que todo lo que creías no era cierto. Giuseppe es ahora todo lo que tengo y tal vez no es lo que pedí y mucho menos lo que soñé, pero es quien está a mi lado y me acepta como estoy… Rota… Si soy honesta, sé que le devolvería todo lo que llevo ahora puesto, para tener la oportunidad de comenzar de nuevo y reescribir un final o dos para la chica que conocía, esa que solía ser. ¿Será que estoy lo suficientemente rota? ¿Quién saldrá herido de esta historia? ¿Pero quién no aprende a endurecerse cuando fue violada y se acostumbra a un hombre que no puede amar?, porque es lo que la ata a la tierra, que la acepta a pesar de estar sucia, de no ser lo que realmente merece. Tengo miedo, no sé quién soy, no sé si soy capaz de hacerle daño a Marena, creo que lo que viví no era lo correcto, que Valerio logró meterse en mi mente, volverme loca y hacerme creer que pegarme era amor. Lo sabía, claro que lo sabía, pero necesitaba aferrarme a algo, porque en esa casa nadie iba a ayudarme. Estoy atascada y tengo miedo de la vida que hay dentro de mí. Soy una asesina, maté y no sentí remordimiento, pero esos hombres eran unos malditos. —No tengas miedo —me pide—, déjame curar tus heridas… —Quiero ir a casa… —musito—, necesito ver a mis padres… —Jude, no puedo devolverte a casa, te encerrarían y no podré recuperarte… —Se separa de mí y sus ojos grises me observan llenos de dolor—. ¿Deseas irte? Mi labio inferior tiembla, estoy llena de miedo y no tengo idea de qué responderle. Realmente extraño a mi familia, pero no sé cómo me

recibirían, ellos verían a una chica violada, no a su hija. —¿Cómo puedes aceptarme después de saber que estoy marcada? —le pregunto. Giuseppe toma mi rostro entre sus manos y me obliga a mirarlo, sé que es un criminal de cuello blanco, lo vi haciendo negocios con Valerio, pero hay una diferencia entre él y el hombre que creía amar. —Puedo asesinar a cualquiera sin que me tiemble el pulso, pero nací de una mujer y no podría hacerle daño a ninguna, tengo hermanas que morirían por conocerte… —Soy la puta que secuestraron y violaron por meses, maté a cinco hombres y todavía deseo asesinar a una mujer, pero me detengo porque algo me dice que estoy por cometer un error. Exhala cansado. —Eres una víctima de las circunstancias, pero te quiero así, rota, prefiero sanar las partes que están heridas y si me pides volar… —Cierra los ojos—. Estoy dispuesto a dejarte ir. —¿Harías eso por mí? —indago sorprendida. —Lo haría, pero también te he pedido que me des la oportunidad de borrar todo lo malo que te sucedió, me estoy arriesgando a perder cuando puedo tener a cualquier mujer. —Acaricia su nariz con la mía—. Desde que te vi en el yate, supe que eras para mí y haría todo por ti, te busqué cuando supe lo de Valerio, déjame borrar todo lo que él hizo, déjame entrar en tu corazón. —No me reconozco… —¿Me matarías? —No lo sé… Me besa quitándome el sufrimiento que invade todo mi cuerpo. Me entrego tratando de ser la chica que solía ser, aunque siempre voy a estar rota, aunque siempre voy a desear asesinar. Se separa de mí y me abraza, me refugio en sus brazos tratando de aferrarme y no volver a caer en la oscuridad a la que me llevó Valerio.

Capítulo 46 SALVATORE Roma es una maldita fortaleza, esto es lo que nunca pensé, no sé nada de mi hermano y tampoco de Matteo. Por primera vez tengo miedo… Temo que la Bratvá descubra todo y que mi hermano pueda estar muerto, también temo perder a Matteo. Me he vuelto débil, la amistad me ha debilitado… Mi madre fue la puta de un mafioso, un vendedor de drogas que no tenía honor, ella vivía por él y para él, olvidándose de que tenía dos hijos. Dos noches antes de que el maldito la matara a golpes me advirtió que debía cuidarme de todo aquel que podía traicionarme, mirándome a los ojos, ella me dijo que la vida era puerca, que cuando menos esperas alguien te traiciona. Hasta tu propia familia… Aquello de que no críes cuervos o te arrancarán los ojos, es tan cierto y lo viví en carne propia con mi hermano menor. Al que crie, al que cuidé y sigo protegiendo a pesar de que me robó, a pesar de que casi me asesinan por él. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que la verdad es relativa, lo que vive la sociedad es una realidad, pero el al mismo tiempo una mentira creada por los gobernantes, porque a lo que ellos temen es lo que protegen. Nosotros estamos escondidos en la oscuridad, haciéndonos y haciéndolos más ricos con los negocios que las personas consideran ilegales. Si supieran que a ellos les interesa tenernos ahí, pero aquí hay pocas amistades, las puedes contar con los dedos de tus manos y sobrarte, porque la lealtad en una cualidad que mucha gente no tiene. Hay personas que se hacen pasar por tu amigo, que con su sonrisa falsa te engañan y te hacen creer que están para ti. Me ha pasado que mis socios terminan por ser unos malditos, que por los negocios son capaces de asesinarte. Alessandro Lombardo me ha demostrado que el amor nos puede llevar lejos, pero me enseñó a ser un felino, nunca me enamoraré.

He vivido de todo, sé que el odio y la venganza son sucios, que perdemos parte del alma, pero cuando de traición se trata, sí vale la pena por ver el rostro de los malditos que te traicionaron llenos de miedo cuando te confiesan la verdad. —Salvatore —me llama Alessandro. Despierto del letargo de mis pensamientos y me quedo mirándolo. —Dime… —¿Estás bien? —pregunta señalando mi mano que está sangrando. No me había dado cuenta de que estaba empuñando la daga por la hoja, cada vez que indago en la sombra de mis demonios me pierdo completamente. —No, no quiero pensar que de nuevo confié en mi hermano y me traicionó… Su rostro se vuelve sombrío y siento que todo sentimiento que puedo tener por mi hermano está muriendo. —Estamos confiando, no puedes desesperarte. Me levanto mientras me ofrece un pañuelo, lo tomo y lo pongo alrededor de mi mano. Camino como un león enjaulado. Maurizio está en el centro de mando organizando a los hombres, nunca me he dado por vencido, pero pensar que Prieto es capar de traicionarme es algo que me atormenta y me hace desear rendirme. —A veces te preguntas cómo fue que un hombre como yo llegó a ser el jefe de la cuarta mafia de Italia, lo sé, aunque me brindas tu amistad y me dejas sentarme contigo y con tu familia, debes hacerte esa maldita pregunta. —Salvatore, mi padre llegó a su puesto matando a su predecesor, no creo que contigo sea diferente. Me giro y sonrío. —Maté a mi padre… Alessandro abre sus ojos y sé que soy maldito monstruo, pero a diferencia de él, no conozco lo que es una familia y nunca lo haré. —Gianluigi D’Amico era mi padre, era un comerciante de drogas que enamoró a una chica de sociedad y la encerró en su maldito mundo, uno oscuro y lleno de droga. —Me río burlándome de mi familia, los Luciano son dueños de varias empresas en Italia—. Ilaria era hermosa, poseía una larga cabellera rubia y unos ojos color café que contrastaban, muchos dicen que me parezco a ella, no lo sé, mis recuerdos son vagos. —Salvatore, no tienes que contarme nada…

—Necesito hacerlo, porque pocos en la organización saben quién soy, pero era mi padre y juré cuando mi madre murió que algún día me vengaría. Cierra los ojos negando y se acerca, me sorprende cuando me da un abrazo y me tenso. Nunca he sido de compartir este tipo de gestos, ni siquiera con mi hermano. Se separa y sonríe mientras niega con su cabeza. —No esperes que te juzguemos por tu pasado, ninguno de nosotros lo tiene limpio y eso lo sabes, todos hemos vivido nuestros momentos, no tengo razones para criticarte, todo lo contrario, te agradezco tanto y sé que para ti no es fácil creerme cuando te digo que cuentas con nosotros para lo que necesites. —Mi propio hermano me traicionó… —Por culpa de mi tío, mi hermana fue brutalmente violada y asesinada, así que sé lo que duele la traición de la familia. —Cierra los ojos y sonríe —. Sé que la calle te hizo duro, que todos han tratado de traicionarte y que no conoces ni por asomo lo que tenemos Maurizio y yo, te he abierto las puertas de mi casa, sabes que mi familia es mi debilidad y eso puedes usarlo en mi contra, pero sé que nunca lo harías. —¿Cómo puedes estar tan seguro de que no soy capaz de traicionarte? —le pregunto sorprendido por la seguridad de sus palabras. —Porque has recibido balas por mí cuando no tenías que hacerlo y a pesar de que te mueve el dinero me has ayudado sin esperar nada, así que estoy seguro de que tú, Salvatore Luciano, eres mi amigo y te aseguro que no le he dado nunca ese título a nadie. Exhalo cansado. —Espero no equivocarme con Prieto, porque me dolería llevarlos a todos ustedes a una trampa. —Suena mi móvil y veo que es un número desconocido, atiendo—. ¿Sí? —Hermano… La voz débil de Prieto me desconcierta. —Habla —le ordeno… —Vía Nomentana, 349 en las Catacumbas de Santa Inés, ahí lo he dejado —me dice y llora—, perdóname por hacerte tanto daño. —Prieto… —murmuro. —Dame cristiana sepultura —me pide y comienza a toser—. Apúrate, él está herido. Cuelga, me quedo mirando el móvil sin poder decir nada. —¿Salvatore?

—Vía Nomentana, 349 en las Catacumbas de Santa Inés y no sé si vamos rumbo a una trampa. Alessandro se levanta y toma el teléfono, llama a Maurizio y le recita lo mismo que acabo decirle, salimos del hotel y por primera vez en mi vida, le pido a mi madre para que interceda por mi hermano.

Capítulo 47 ALESSANDRO Subimos a los autos y vamos a toda velocidad, nos saltamos todas las reglas, pero la vida de Matteo y del hermano de Salvatore están en juego. Le rezo brevemente a Santa Rosalía y me encomiendo a San Miguel Arcángel, pienso en mi familia, en mi dulce Giovanna y en el terror que sintió cuando dejé la casa, también pienso en mis dos niños, lo mucho que he disfrutado de los dos años de vida de Luciano y lo feliz que me hace Valentina, nunca pensé que podría tener aquello de lo que tanto huía. Sé que mi vida no es fácil y que para mis enemigos ellos son el blanco si desean destruirme. Mi hermano y yo encontramos la paz, en el proceso perdimos a nuestro padre y encontramos amigos, como le dije hace minutos a Salvatore nunca le había dado este título a nadie, sin embargo, creo que Matteo y él se lo merecen, además de mi hermano, ellos son los únicos en quienes confío y daría la vida por ellos si fuera necesario. —Mi hermano me pidió… —No pienses en nada de lo que te pidió —le ordeno. Salvatore se calla y enciende el sistema de sonido, Monster de Skillet comienza a sonar. Sé que la música de este tipo lo relaja, necesito que esté cien por ciento concentrado. Mi móvil vibra con un mensaje y lo leo. Vamos en camino y el dispositivo de rastreo nos indica que está ahí. «Dios, necesito volver a casa». Salvatore mueve su mano, lo entiendo y comprendo que se crea un monstruo, pero aquí nadie puede juzgar a otro, todos somos seres de oscuridad, cada uno tiene crímenes más terribles que un parricidio, he hecho cosas peores que aún me persiguen cuando duermo en la noche y lo escondo de todos, porque estar aquí y seguir las reglas de la organización es mi deber, más cuando las órdenes venían directas de mi padre. Jugamos a ser héroes tratando de salvar a las personas que queremos, pero solamente somos hombres y con muchos pecados a cuestas. A veces

pienso que mi esposa necesita un superhéroe de esos que a ella tanto le gustan y ve en la televisión. En la mafia sobrevivimos, hacemos lo que podemos para seguir vivos, una muerte placida es morir en tu cama después de haber vivido toda tu vida bajo los mandamientos, pero lo que puedo decir es que no sé cuánto puedo vivir. Ya tengo treinta y seis años, he sido afortunado en solo tener algunas cicatrices que me recuerdan que son el precio que pago por ser un hombre de honor. Los autos estacionan derrapando, en el lugar la gente corre despavorida y yo bajo junto a Salvatore, saco mi pistola y él delante de todos se despoja de su camisa y del chaleco antibalas, como un ángel vengador camina con dos berettas. De la nada salen rusos disparándonos, somos menos que ellos y estamos en desventaja. —¡Salvatore, no! —le ordeno. Pero no me hace caso y en un ataque de locura lo sigo para protegerlo, apunto con el AK47 y disparo justo en el blanco asesinando a varios. Cierro los ojos y me concentro, escucho el rechinar de otros vehículos y sé que mi hermano ha llegado con refuerzos. Gritos, llanto, maldiciones, se escucha el sonido de las sirenas de los carabinieri, todo es una guerra campal en uno de los sitios turísticos con mayor afluencia en toda Roma. Nos escondemos detrás de un vehículo y Salvatore me señala a dos de los hombres que disparan contra de los nuestros, coloca sus berettas en el piso y me dice: —Tú le disparas al de la derecha y yo al otro. —Toma su AK47—. A la cuenta de uno… Apunto en su frente y disparo antes de que termine, él me imita y así eliminamos a varios. La tormenta de disparos es inclemente, pero resistimos hasta que del lado de los rusos todo se calma. Observo cómo Maurizio con el grupo entrenado para comando comienza a avanzar, mi hermano nos saluda y Salvatore trata de ir, pero lo detengo tomándolo del brazo. —No tienes protección… Sonríe. —No le tengo miedo a la muerte, así que por mí no te preocupes y hazlo por ti, que tienes más que perder que yo. Se suelta y me deja solo, maldigo. Los sigo y entramos al terreno de la Basílica de Santa Inés, una nueva ráfaga de disparos comienza.

Observo a Maurizio que se acerca y nos entrega unas máscaras antihumo y lentes especiales, al ver a Salvatore niega. —Están dentro de la Basílica —me anuncia. —¿Estás seguro? —pregunto. —Están ahí. —Me muestra su móvil, el punto inmóvil es Matteo—. Cuando les diga “ahora”, se resguardan. Asiento y no me queda otra que confiar en la planificación de mi hermano. Da órdenes como un buen sottocapo y varios disparan bombas de gas, escucho la nueva orden de que se tiren al piso y todos los hacemos, nos arrastramos mientras temporalmente cesan los disparos, Maurizio da una orden y de la nada escucho el sonido de un lanzamisiles. En mis años como el segundo al mando nunca hubo un despliegue táctico como este. Alguien toca mi cabeza y puedo ver ahora, mi hermano niega y me señala al frente, varios hombres están muertos, pero algunos se resguardaron dentro de la basílica. Me hace seña y da la orden nuevamente de atacar, esta vez salen todos nuestros hombres y en un momento de locura me persigno. Los rusos no se esperaban algo así, pero nosotros esperábamos la trampa. Pierdo de vista a Salvatore, tengo que cuidarme mi propia espalda. Cambio los cartuchos de mi arma cada vez que se acaban, me escondo tras de un árbol cerca de la puerta y entonces lo veo, la espalda tatuada de Salvatore y él entrando, de la nada veo un ruso salir y le apunto, disparo y lo asesino. Mi socio se gira buscando quien lo ha ayudado, pero desde atrás observo cómo un hombre le clava un cuchillo. —¡No! —grito. Olvido que tengo a alguien en casa que me espera y salgo corriendo, el hombre apuñala varias veces a mi amigo frente a mis ojos y tomo el arma disparándole, todo pasa tan rápido que no sé cómo es que llego, tomo su cuerpo y lo arrastro dentro del templo. Salvatore se estremece y escupe sangre, me quedo mirándolo. —Era mi hermano… —Tose. —No hables —le ordeno tomando su mano—. Tienes que vivir, porque Giovanna desea que seas el padrino de Valentina. Se ríe y comienza a brotar sangre de su espalda, nuestros hombres neutralizan la situación. Maurizio ordena que se lleven a Salvatore, pero este antes de irse me toma el brazo y me pide: —Necesito saber si fue Prieto.

Cierro los ojos y asiento, lo acompaño hasta donde derivé hace minutos al maldito que lo apuñaló. Asqueado y molesto lo levanto, mi amigo sonríe y tose más sangre. —No me traicionó… —¡Llévenselo! —ordeno. —¡Por aquí! —me indica Maurizio. Voy hasta él, a su lado está Andrea Rhina y me señalan el móvil. Puedo ver el punto y rezo porque sea Matteo. Están el Mausoleo de Santa Constanza, da instrucciones por si acaso encontramos nuevos hombres. Dejo que hable, pero de repente se dirige a mí y me pregunta: —¿Estás de acuerdo? Asiento y por dentro me siento orgulloso. —Todo está perfecto… Maurizio observa mis pantalones de color gris y me dice: —Están arruinados. Bajo la mirada y observo la sangre de Salvatore, niego y le ordeno que salgamos por Matteo, vamos por patrullas y al parecer el terreno está limpio. Entramos y en el centro del Mausoleo yace un hombre y otro está al lado de la tumba de Santa Constanza, nuestros hombres corren y reconozco a Matteo. Cuando llego a él toco su cuello buscando sus signos vitales. —Alessandro —grita Maurizio. Un hombre rubio sale de la oscuridad y cuando me giro, me pasa un cuchillo por el cuello. Caigo en el piso, no sé qué hacer, ni qué sucederá mientras toda mi vida pasa como una película frente a mis ojos.

Capítulo 48 MARENA La desesperación nos trajo hasta la Catedral de Palermo. Giovanna y yo entramos junto a Chiara y Alessio, pero sé que hay hombres cuidando de las tres. Me siento frente a La Santuzza[6] y comienzo a llorar sin saberlo, desde que fui secuestrada no había entrado a una iglesia, pasé toda mi vida entre terreno santo, rezando por los pecados de mi padre y mi familia, al final del camino de tomar los hábitos no me reconocía porque estaba enamorada de Maurizio, había cometido el pecado de la lujuria y además estaba ahí porque no podía hacer nada, él me había alejado, así que debía aceptar mi destino, porque ese era. Podía ver la decepción en los ojos de mi padre cuando me llevó a Francia, cuando pensé que ocultándome fuera del país podría salvarme, nada había salido como planeé, en ese momento solo deseaba ser la Marena de antes de Maurizio, pero mi corazón había escogido y le pedí perdón a Dios por no ser perfecta, por ser humana y enamorarme. —Marena… —murmura Giovanna con voz asustada. Giro mi rostro, pero ella niega y me señala hacia un lado y dirijo mi atención a lo que apunta. Estaba tan metida en mi mente que no me di cuenta cuando varios hombres sometieron a Alessio que está de rodillas con un arma en su sien y frente a mí está aquella chica a quien Valerio secuestró junto a mí, Jude. Todo mi cuerpo se estremece, cierro los ojos, cuando vuelvo a abrirlos me quedo observándola, no puedo descifrar lo que me dice su mirada. Vestida de diseñador y llena de joyas, su cabello rubio cae en rizos y sus ojos son verdes, ya entiendo la obsesión de Valerio con ella, es verme en un espejo. —Supongo que vienes a matarme —le comento con mis manos sujetando el bolso de mano, en ella guardo una pequeña arma y sé que Giovanna también tiene la suya.

Jude esboza una sonrisa, un hombre se acerca a su lado y me quedo completamente expectante. Los latidos de mi corazón se aceleran y siento el mismo terror que sentía cuando Valerio estaba cerca de mí. —Tú decides qué vas a hacer… Ella asiente, se sienta a mi lado y se queda mirando al frente. —Yo soy mormona, no conozco nada de tu religión, pero supongo que hay un mismo Dios, uno injusto que permite que sucedan pesadillas como las que viví. Cierro los ojos. —No fuiste la única que viviste una pesadilla en casa —le contesto—. Sé que crees que Valerio… —Ya no sé qué es lo que creo —me interrumpe y puedo ver el arma en su regazo—. Te veía caminar junto al hombre que siempre protegía a Valerio, pensaba que eras su esposa y te odiaba, porque tú vestías de diseñador mientras yo estaba desnuda curándome las heridas, sé que me viste, sé que me viste. Trago saliva nerviosa. —Te vi… —musito—, pero no era su esposa, soy su hermana… Se ríe y puedo notar la amargura en su risa. —Te violó como lo hizo conmigo, me golpeaba y me decía que iba a regalarme el mundo, me aseguró que aquello sería el cuento de hadas que necesitaba. —Mueve su mano y me apunta—. ¿Sabes lo que me hizo? Niego. —Supongo lo mismo que me hizo a mí, me golpeó y me violó, me desmayaba y me ultrajaba así, prefería que me golpeara hasta no saber de mí, porque deseaba morir, yo sabía que era un monstruo, pero nunca pensé que me lo haría a mí. —Te rescataron a ti, tus amigos juraron protegerme y me llevaron a un lugar en donde me violaron tantas veces que no supe de mí. —¡Mientes! —chilla Giovanna—. Te llevaron a una casa de reposo, traté de que fuera la mejor de toda Italia. Jude chasquea su lengua contra el paladar. —¿Acaso preguntaron por mí? —Ninguna responde—. Esos lugares son peor que una cárcel, los hombres creen que porque estamos locos o dañados no valemos nada, total, estamos en lugar donde la mayoría ha perdido la cabeza.

—Lo siento —musita Giovanna—, la idea era que sanaras para que volvieras a casa. La chica suspira. —Ahí supe el poder que te da asesinar a quienes te hacen daño, me obsesioné contigo al punto de imaginar cómo podía quitarte la vida. —Los hombres de mi padre están por venir —anuncia Chiara segura de sí misma. Jude vuelve a reírse. —Mi problema no es contigo, tampoco con Giovanna… —asegura—, pero están aquí desafortunadamente. —Si vas a matarme ¡hazlo ya! —le ordeno. Me apunta en la cabeza y siento el frío del metal, cierro los ojos y percibo la resistencia de Alessio por defenderme. —Tu hermano me violó, me pegó, me llevó al maldito infierno y yo pensaba que era amor, me tuve que aferrar a que eso era amor, porque nada de lo que estaba viviendo era normal. —Su mano tiembla—. Te voy contar lo que sucedía ahí, en el sitio donde me llevaron a sanar, todo comenzaba las dos de la mañana, ¿por dónde empiezo? Entraban y sabía lo que iba a suceder, en la oscuridad podía llorar y luego me quedaba implorando de nuevo en mi cama que alguien se apiadara de mí y me salvara de ese lugar y te odiaba más, porque Valerio al menos tenía momentos en los que no me golpeaba y me follaba como un animal, pero no me pegaba y eso lo veía como amor. —Sé que no debería pedirte perdón por lo que hizo, pero te lo pido porque era mi hermano, no soy la culpable de tus problemas, también fui una de las miles de víctimas que tuvo. —Los sonidos silenciosos de la soledad me seguían a la cama, porque ahora soy el fantasma de una chica a la que le arrebataron todo, solo queda el caparazón de una chica que solía conocer bien. —Jude, matarme no te dará paz… —Lo sé… —me asegura—, y no vengo a hacerte daño. —Baja el arma y les ordena—: Suéltenlo, pero si hace algo pueden darle un tiro. —¿Qué quieres? —le pregunta Giovanna. —Saber cómo ella vive con el recuerdo de una pesadilla que te persigue todas las noches… —contesta con voz queda. Giovanna exhala todo el aire contenido en sus pulmones mientras mece en sus brazos a mi sobrina.

—Ninguna de nosotras tiene la culpa de que un enfermo nos violara — asevera Giovanna—. Fui violada, viví una pesadilla al igual que ustedes y te puedo asegurar que no me siento culpable a pesar de que yo me entregué voluntariamente a la persona que deseaba hacerme daño. —Jude le presta atención—. Todos en este maldito mundo de alguna manera estamos rotos, algunos más que otros y por eso te insistí en que fueras con tu familia. —Ya no soy la chica que solían querer mis padres, pero él… —Señala al hombre con la pistola—. Me rescató y ahora está ayudándome a recoger las piezas que dejaron todos los malditos que me hicieron daño, no me reconozco y sé que deseaba matarte porque representas a Valerio, porque tienes su sangre —solloza y sin pensarlo me giro para abrazarla sin tener miedo. —Lo siento, lo siento, todavía tengo pesadillas, todavía creo poder olerlo, a pesar de que estoy con el hombre que amo, su recuerdo es una pesadilla que revivo, no puedo imaginar todo lo que viviste y si te hicimos daño, dime cómo puedo resarcirte. —Las vendettas no se solucionan así, el precio a pagar es sangre — asegura el hombre—. Me presento, señorita Calabrese, Giuseppe Scala. —¡Malditos! —Alessio trata de acercarse, pero lo golpean y abro los ojos, me levanto y Jude me detiene. —No te voy a matar, no pienso hacerle daño a nadie, solo quiero que me mires a los ojos y me digas que vives el mismo maldito infierno que yo, que te quedas callada y no pides ayuda, que no te reconoces, que no eres la mujer que solías ser. Se levanta y las dos quedamos frente a frente, trago el nudo de emociones y le señalo a Santa Rosalía. —Antes de que aparecieras, le hablaba a ella, no tienes idea de quién soy, soy hija de un hombre poderoso, un hombre que era temido porque era un asesino, sus manos estaban manchadas de sangre y me la pasaba rezando para que le perdonaran sus pecados, iba a ser monja y me enamoré, Valerio me golpeaba constantemente después de violarme porque había perdido la virginidad con el hombre que hoy es mi esposo, así que no, no soy la mujer que solía ser, tampoco me reconozco. —La sorprendo sacando mi pistola apuntándola, escucho el sonido de las armas—. Yo no soy ellos, no tengo nada por lo cual vengarme, además quien me hizo daño está muerto y solo me persigue en mis sueños. —Pongo el arma encima del banco delantero—. Así que, Jude, si eso es lo que deseabas escuchar, que me odio y odio a mi

padre por no proteger a Valerio, me odio porque no supe decir que no y también me odio porque mi hermano me violó, ¿entiendes? Mi hermano, sangre de mi sangre, me ultrajó y eso es algo con lo que tendré que vivir el resto de mi vida. Sus ojos se llenan de lágrimas, se gira y camina hacia Giuseppe que la abraza, puedo ver en sus ojos amor y tal vez sea un criminal, pero ama a la chica. —Me quiero ir —le pide. —¿Estás segura? —le pregunta. Se escuchan tiros afuera, ella se suelta y se regresa, me da un abrazo y me dice: —Gracias… Salen corriendo, nosotros nos resguardamos en la parte inferior de los bancos, las chicas y yo nos miramos. Los hombres de Gianluca San Filippo entran, cuando lo hacen es demasiado tarde, ellos ya se han ido. Alessio está inconsciente y Giovanna les ordena que lo atiendan. Nos sacan de la Catedral y nos meten en el todoterreno, es cuando escucho el llanto de alguien. En el medio de Giovanna y yo está Chiara llorando, toma nuestras manos y nos asegura: —Estoy aquí si algún día me necesitan. Sonrío pensando que Jude solo buscaba un poco de paz. Giovanna me observa completamente perturbada pues puedo adivinar qué se siente culpable de todo lo que sucedió a esa chica, pero no creo que Alessandro o Maurizio la internaran en un lugar tan espantoso, sin embargo, ordenaremos investigarlo. En silencio le pido a Dios que le conceda la paz que necesita y que nosotras encontremos también lo mismo, que podamos vivir en paz, olvidar que fuimos violadas y que ninguna de las tres tenemos la culpa de esto, que no somos culpables. Somos víctimas. La vergüenza y la culpa son emociones muy dolorosas e imposibles de evitar en muchos momentos, que hacen que el dolor se incremente, cuando es incuestionable que una víctima nunca es la responsable de lo que le ha sucedido. Me tocó grabarme eso cuando Maurizio me lo dijo, que no podía culparme y avergonzarme. Todavía tengo momentos en los que no deseo que me toque, me siento sucia, aunque no lo estoy y por eso me exige que lo mire, que nunca deje de mirarlo cuando hacemos el amor, porque así

puedo darme cuenta de que es él, el hombre que amo y no el que me hizo daño. Tengo suerte de tenerlo y caminar de su mano en busca del paraíso del amor, por eso espero que Jude pueda encontrar a alguien que la haga juntar las piezas rotas de su ser.

Capítulo 49 MAURIZIO La mafia se engendra en el corazón mismo de la familia siciliana, tiene un hilo directo tendido hacia la madre, y las relaciones que se establecen entre los capos y los hombres de honor son de orden consanguíneo. Para el siciliano la familia es el Estado. Alessandro se debate entre la vida y la muerte junto a Matteo y Salvatore, lo que iba a ser un simple rescate terminó con una carnicería. No tengo ni idea de cómo levantar el teléfono e informarle a Giovanna que el hombre que debía cuidar está en un quirófano, estoy donando sangre y si pudieran sacármela toda se la daría. Andrea Rhina está a mi lado y se remueve incómodo, hemos pagado casi cuatro millones de euros. Los carabinieri llegaron y al ver que éramos nosotros salieron corriendo como gallinas. La enfermera me retira todo y me levanto, me siento mareado, pero no lo demuestro. —Tiene que esperar unos minutos —me ordena. —No puedo esperar. Salgo en busca del médico que está a cargo de mi hermano, me quedo en la sala de espera aguardando a que alguien se apiade de mi sufrimiento. Su móvil suena y observo el nombre de Giovanna, cierro los ojos sintiéndome culpable, pero no entiendo cuál fue la razón para adelantarse y no esperar, mi cuñada cuelga y unos segundos después me llama a mí. Atiendo. —Giovanna… —¡Dime que están bien! —me exige—. Algo me dice que todo va mal, maldita sea, acabamos de vivir una experiencia de mierda y necesito saber que los dos están bien. Escucho que se le escapa un sollozo, pero frunzo el ceño. —¿Qué experiencia de mierda vivieron? ¿Marena está bien? —le pregunto. —Lo está, antes de contarte algo, respóndeme ahora. ¿Por qué Alessandro no me responde? Cierro los ojos.

—Gio… —Maurizio… —advierte—. Dime la verdad, tengo un maldito presentimiento desde que se fueron y no puedo vivir con eso, necesito saber la verdad… En ese momento se abre la puerta de la sala de operaciones, sin pensarlo le cuelgo a mi cuñada y me lanzo sobre el médico, lo tomo de la bata y lo alzo. Abre los ojos llenos de miedo, porque sabe qué es lo que somos y no voy a aceptar que me diga que mi hermano murió. —¿Salvaste a mi hermano? —inquiero entre dientes. Mi móvil comienza a sonar y a vibrar en mi bolsillo, lo ignoro porque necesito saber la verdad antes de decirle a Giovanna algo. —Bájeme y podré hablarle civilizadamente sobre la situación del paciente —me pide agarrándome de la mano. Lo hago. —¡Habla! —le exijo. —El corte que recibió fue profundo y opinamos que afectará sus cuerdas vocales, no sabemos a qué grado, si perderá la voz o no, por ahora. Realizamos una traqueotomía que lo ayudará a respirar, cuando despierte podremos conocer todas las consecuencias del corte. Exhalo aliviado. —¿Y los otros pacientes? —inquiero. —Uno de ellos todavía está en cirugía, puedo averiguar lo que sucede y el otro paciente está en estado crítico, debido a una septicemia y hemorragia interna. Asiento, suena de nuevo mi móvil, me siento unos segundos y contesto, escucho a Giovanna demandar histérica que le informe sobre el estado de salud de Alessandro, me exige preparar todo para recibirla y que no piensa tomar un no por respuesta, cuando se calla le puedo contar todo lo que sucedió, escucho el sollozo de Marena y el de mi cuñada cuando les describo el momento exacto en que atacan a mi hermano. Aprieto el móvil y ellas me exigen venir a Roma, pero dada a la gravedad de la situación les pido que nos esperen en Palermo. —Así tenga que viajar en una línea comercial iré a Roma, así que es mejor que muevas lo que tengas que mover. Frustrado paso la mano por mi rostro. —Vale, las estará esperando Andrea Rhina en el aeropuerto, pero solo vengan ustedes y nadie más.

Cuelgo la llamada y voy en busca de alguien que me informe sobre Matteo, todavía no entiendo qué fue lo que sucedió, el hombre que hayamos muerto es Prieto Luciano, el hermano menor de Salvatore, quien ahora se debate entre la vida y la muerte. «Dios, ayúdame», le pido cuando el peso de lo que vivo me golpea derrotándome. ***** Estoy sentando tomándome un café cuando la luz de mi vida entra junto a Giovanna, las dos se lanzan a mis brazos llorando. Por unos segundos las sostengo a las dos mientras dejan drenar todo su miedo, cuando me fijo en Alessio frunzo el ceño, está todo golpeado y recuerdo sobre la situación de mierda que vivieron, pero lo olvidé cuando tuve que contarle a mi cuñada sobre el estado de mi hermano. —¿Y Alessandro? —me exige entre sollozos. Me alejo de las dos y me dirijo a Alessio. —¿Qué fue lo que sucedió? —Maurizio, no, por favor —me pide Marena tomándome del brazo—. Alessio solo nos protegía. Me giro y la fulmino con la mirada, ella da un paso atrás y niega, Giovanna se interpone entre ella y yo, pero me vuelvo para descargar toda mi ira en Alessio. —¡Habla! —le ordeno. Cuando me cuenta lo que sucedió, me maldigo por no prestarle atención a la chica a pesar de que Salvatore me informó su situación, todo esto una vez más es mi culpa, me informa el nombre su pareja y le pido que me deje a solas con ellas. Alessio se disculpa por no cerciorarse de que la Catedral fuera un lugar seguro, no le respondo y le doy órdenes para que se encargue del cuerpo del hermano de su jefe, al informarle que el chico está muerto, palidece y me pide sentarse unos minutos, me acerco para darle una palmada apoyo. —Ve a hacer eso, yo me encargo de ellas —le aseguro. Asiente y se levanta. —¿Y Salvatore? —inquiere. —Está en terapia intensiva, pero saldrá de esto, por favor encárgate de todo, no puedo hacerlo yo. —Ellos son todo lo que tengo —murmura y puedo ver el reflejo de mi dolor—. Haré todo lo que me pides.

Se levanta y se va, me giro y Giovanna me fulmina con la mirada mientras Marena me evade. Maldigo en mi interior. —Te exijo que me informes sobre mi esposo para poder ir a verlo y no tener que ver tu cara de idiota por un buen rato. Sé que me lo merezco, les indico dónde tienen a mi hermano. Giovanna entra y Marena se queda a mi lado de pie, la abrazo y se tensa entre mis brazos. —Perdóname… —susurro en su oído—. No quise comportarme así contigo… Marena niega y escondo mi rostro en su cabello, huele a rosas, me siento en casa y a salvo. Me estremezco al recordar lo que le sucedió a mi hermana y ella parece captarlo, porque me abraza, dejo que su calor traspase mi ropa. —No vuelvas a hacerlo —me pide. —No estaba para protegerte —le digo molesto conmigo mismo—, fue mi culpa, sabía que se había escapado y no hice nada por buscarla. Rompe el abrazo y niega con su cabeza, sus ojos verdes están tristes. Su mano acaricia mi mejilla y susurra: —Nada de lo que hicieras evitaría que pasara, las dos necesitábamos hablar para sanar, tuvimos el mismo verdugo… —Marena… —Tenías que buscar a Matteo, veo que tienes el peso de la culpa por lo que le sucedió a Alessandro. —Cierra los ojos—. Tu hermano y tú se aman de una manera increíble, por eso soy afortunada de estar en esta familia. —Tengo miedo de perderlo —murmuro. Me regala una sonrisa que es capaz de calmar mis miedos, tomo su mano para llevarla hasta mis labios y dejar un beso casto. —No lo perderás, te lo prometo. La envuelvo entre mis brazos, pero soy un maldito mentiroso, a veces le oculto mi verdadera naturaleza, la bestia que tengo dentro, el hombre que disfruta asesinar, porque cuando ella me observa con sus ojos llenos de amor, puede disipar la oscuridad de mi mente, es capaz de hacer retroceder a mis demonios. Nos sentamos esperando noticias de Salvatore y Matteo mientras Giovanna está adentro con Alessandro que sigue sedado. Me siento culpable por estar vivo y sano cuando ellos están en una cama debatiéndose entre la vida y muerte «por favor, papás, si mi a hermano se le

ocurre tratar de irse, por favor envíenlo de vuelta, porque todavía le falta ver crecer a sus hijos».

Capítulo 50 GIOVANNA Alessandro está sedado mientras yo estoy mirándolo fijamente, en mi mano tengo un rosario y le estoy rezando con toda la fe que puede tener una persona, porque la verdad nunca creí que él pudiera estar en esta posición. Él es mi superhéroe, el hombre invencible que nos rescata a todos de nuestras imprudencias, el pilar de nuestra familia y es difícil verlo así. Está pálido, de su cuello sale una cánula y está conectado a un respirador, su pecho baja y sube lentamente. Cierro los ojos pidiéndole a Dios que todo esto sea solo un susto. No imagino mi vida sin él y creo que tampoco él, parece que estábamos destinados. Dos personas que desde el principio como dos ladrones nos robamos nuestros corazones y nos enamoramos voluntariamente, nunca voy a arrepentirme de la decisión que he tomado, porque sé que es lo mejor que pude hacer y no me importa el lado oscuro de mi esposo, amo sus grises, sus blancos y sus negros, así es como debe ser y lo aprendí hace poco, porque no entendía que eso era el amor. El amor es más de lo que vemos en las películas o hasta en los mismos libros, es querer a una persona que sabes que está rota, que su corazón es oscuro, que para muchos es un monstruo, pero aceptarlo tal cual es. Y no, no me importa que asesine a personas y tal vez esto suene a una locura, pero cuando está a mi lado, Alessandro es el esposo perfecto, el padre perfecto, el hermano preocupado y eso me hace amarlo, ojalá nuestro mundo fuera diferente al que muchas personas viven, pero lamentablemente me tocó este, uno donde el amor y el romance están llenos de oscuridad. Sé que diario trata de darme lo mejor de él, que intenta todos los días ser el mejor hombre, pero lo amo así. Cuando volteé la página de mi familia, comenzó la historia de amor más bonita, a veces pienso que tenía mucho miedo a enamorarme, pero fui valiente y pude ver lo que me ofrecía, desearía que fuéramos inmortales y poder vivir eternamente para amarnos, querernos, sentirnos hasta el final de la tierra.

Mueve sus manos y corro a su lado para sostener una de ellas, la aprieta y me quedo mirándolo. Abre lentamente sus párpados y hace una mueca de dolor, se toca el cuello y quiero llorar, pero me mantengo fuerte. —Amor mío… —susurro—. Regresaste a mí… Sus ojos se llenan de lágrimas y no puedo contenerme, lloro y lo abrazo, me atrapa entre sus brazos. Arriba con su torre el rey demuestra que es un hombre más, un humano que puede ser herido y que su reina puede perderlo ¿no estamos aterrorizados? Yo sí, tengo miedo de perderlo y, hoy, Alessandro me muestra que le preocupa lo que nunca encontrará si me pierde. No dejes que te engañe el hecho de que él es y será por muchos años, il Capo di tutti Capi. Me separo y le digo lo que tengo guardado en mi corazón: —Esperé mucho por ti, pero esperaría un milenio solo para encontrarte, nada de lo que conocí se compara a lo que he vivido. —Sus lágrimas ruedan por su rostro—. Nada me preparó para el privilegio de ser tuya, no me imagino vivir sin tu sonrisa cuando me observas de lejos, ni sin tus caricias y tus labios. —Seco sus lágrimas—. Contigo escribo la historia de amor más bonita, porque aparte de mis hijos eres lo más hermoso que me ha pasado. —Exhalo tratando de calmarme—. Te entrego todo lo que soy y lo que seremos, porque te amo y sé que nos queda una vida larga por vivir, te amo, Alessandro Lombardo. Rozo mis labios con los suyos y borro sus lágrimas con mis besos, lo abrazo con miedo y cierro los ojos pensando lo afortunada que soy por encontrarlo, por estar juntos y amarnos, muchas personas van solas por la vida sin conocer lo que es el amor verdadero. ***** El doctor nos asegura que no tendremos problemas con la herida, que tal vez solo hable un poco más grave, pero nada más y que lo más peligroso de todo fue la gran cantidad de sangre que perdió mientras llegaba al hospital. Nos pide tener paciencia e indica que todo volverá a la normalidad paulatinamente, lo que me alivia y me da la paz que necesito. Maurizio entra y sale del hospital mientras todos nos preparamos para una nueva guerra. Salvatore ha despertado, lo hemos visitado recordándole que es uno más de nosotros y que puede estar seguro de que nunca lo abandonaremos. Casi no habla y se mantiene alejado, atormentado por sus propios demonios,

muchas veces pienso que todos los hombres a mi alrededor escuchan los llamados de la oscuridad. —Estoy preparando todo para que volvamos a casa —le informo mientras le envío mensajes a Maurizio. Alessandro no puede hablar por ahora, por lo cual me envía un mensaje y me da risa: Dile a Maurizio que mueva el culo, quiero salir de aquí. —Yo también, Luciano y Valentina están con los San Filippo, pero sabes que con el tiempo he aprendido a no fiarme de nada y de nadie, creo que me has enseñado bien. Tose queriendo reírse, me acerco y le doy un beso en su coronilla, ya hemos contactado con los mejores médicos de toda Sicilia para que atiendan a mis heridos, parece que aquella idea de convertir un ala de la casa en un hospital fue buena, creo que ahora tengo un hotel de criminales. Recuerdo que hay problemas con la cosecha y me atrevo a decirle: —Las vides tienen unos hongos, pero ya me encargué y todo está solucionado. —Pone los ojos en blanco—. Creo que cuando esto se calme un poco sería buena idea pasar una temporada allá… —Niega con su cabeza—. Lo sé, que no puedes alejarte tanto tiempo, pero necesito un espacio en familia, tal vez irnos a Grecia con los niños. —Suspiro—. Sé que tenemos otra guerra, que Matteo se debate entre la vida y muerte, que Salvatore pedirá ayuda para vengar a su hermano, sé que los horrores que nos esperan ahí afuera son muchos, pero necesito un poco de paz, amo nuestra casa en Palermo, pero necesito ese tiempo en el que los dos nos olvidamos de que eres il Capo di tutti capi de la Cosa Nostra y ser solo Alessandro y Giovanna, dos personas que se aman junto a sus hijos. Cierra los ojos y asiente, toma su móvil y me escribe algo, mientras lo hace recibo un mensaje de Marena. Maurizio está arreglando todo para irnos y por primera vez estoy segura de que puedo llamar a un lugar hogar, deseo dejar Roma e irnos, estar en casa y jugar con los niños, necesito eso y tratar de olvidar lo que se avecina. Contesto su mensaje: Sé que la sombra de la guerra nos persigue, también deseo lo mismo que tú y me siento afortunada de tenerte a mi lado, porque sé que contigo puedo contar. No podemos olvidar lo que se avecina, creo que debemos ser valientes, estar preparadas, porque nos enfrentamos a lo desconocido.

En ese preciso instante me entra un mensaje de Alessandro y cuando lo abro me emociono, porque no puedo creer que sus palabras toquen tanto mi corazón: Mi corazón late por ti y por nuestros hijos, ustedes son la única razón por la cual sigo respirando y te prometo que atravesaré cada obstáculo que se ponga frente a mí para estar a su lado, así que si lo que deseas es tiempo antes de que la oscuridad se cierna, te lo daré, porque te amo, Giovanna, eres todo lo que deseé y nunca pensé tener, por eso no tengas nunca miedo de decirme que me necesitas. Mi corazón late por ti y por nuestros hijos, ustedes son la única razón por la cual sigo respirando, no lo olvides. Me levanto de la silla y lo beso, porque no tengo razones para arrepentirme de la vida que escogí. Todos creen que solo soy una mujer con sonrisa bonita, pero aprendí a ser lo que mi esposo necesita, una mujer que bajaría al mismo infierno solo por él.

Capítulo 51 MARENA Dos meses después…

Camino por el jardín mientras leo una novela sobre mafia que me prestó Giovanna y no se parece ni por asomo a la realidad de lo que muchas veces vivimos aquí, tenemos dos meses en una tensa calma esperando que algo suceda. Me detengo y veo la majestuosidad de la casa de los Lombardo y el poder que representa, esta es la fortaleza de uno de los poderes de Italia. A veces creo que esto es un espejismo, que pronto voy a despertar en mi cama en Milán, bajaré las escaleras y encontraré a mi padre. No puedo creer lo mucho que he madurado en este tiempo y creo que la sabiduría sobre la vida no la dan los años, sino las experiencias y que todo lo que he vivido me ha hecho otra Marena. Este tiempo ha sido duro para todos nosotros, creo que en cierto modo los hombres de la organización no solo están sanando las heridas físicas, también necesitan dejar ir los demonios que los atormentan por las noches. Maurizio me cuida como si fuera a romperme y desde el episodio con Jude reforzó la seguridad, pero no creo que esa chica se acerque nunca más, solo buscaba respuestas para justificar su dolor y yo se las di. Mi bebé crece cada día dentro de mí y todo esto es nuevo para mi marido, pero sé que será el mejor padre, porque todos los días se esfuerza para ser el mejor esposo de todos. Me repite que cada vez que me mira a los ojos cree que ha encontrado un ángel, sin embargo a pesar de que creo en Dios, mi corazón se ha endurecido al punto de creer que soy capaz de albergar un poco de oscuridad y compartirla con él, muchas veces sueño que fui yo la quien le quitó la vida a Valerio, cada vez siento un poco más de satisfacción al ver su cuerpo inmóvil y sus ojos vacíos mirándome, mis manos manchadas de sangre, tal vez eso me haga una loca o una psicópata, entiendo al fin lo que dice Giovanna, que sería capaz de asesinar a todos.

Me siento en la hierba a ver llegar el sol de la mañana, a lo lejos visualizo a Giovanna junto a Chiara. La chica no ha tenido unos días fáciles, la recuperación de Matteo ha sido lenta y de cierta manera también difícil, al despertar no habló por días y se negaba a vernos. Después nos dejó visitarlo, pero se quedaba callado y casi me rompió el corazón al ver que en su mano siempre tenía una foto de Violleta. Cuando me contó su historia una tarde, lloré en silencio al sentir su dolor y el peso de la traición sobre sus hombros. Todos aquí de cierta manera hemos conocido el dolor de la traición. Chiara trata de acercarse, pero creo que él no se permite ser feliz y mi admiración para ella es enorme, porque siempre está ahí para Matteo a pesar de los rechazos. Mi amiga sufre en silencio, sin embargo, estoy segura de que ellos se aman. Maurizio baja las escalinatas y se dirige prácticamente corriendo hasta mí, sonrío porque creo que nunca voy acostumbrarme a la visión de mi esposo. Debo que reconocer que es el hombre más guapo que he conocido. Hoy lleva un vaquero de color negro, una camiseta blanca con cuello uve, está informal y parece un hombre normal. Hace pocas semanas se hizo un tatuaje de San Miguel Arcángel en su brazo y en su pecho se tatuó mi nombre, nunca pensé el significado, pero él me aseguró que soy su para siempre. Corre hasta mí y se sienta a mi lado, me da un beso en los labios y sonríe. Los rayos del sol hacen que pueda ver el verde de sus ojos, que se manifiesta cuando está contento y así me doy cuenta de lo mucho que lo conozco. —¿Qué te tiene tan feliz? —indago contagiándome mientras dibujo una sonrisa en mi rostro. —Estoy feliz porque te tengo a ti —contesta. Me río y me acerco para darle un beso, me sube sobre él y nos besamos por un buen rato. Me separo y él se queda mirándome, sus manos acariciando mi cabello y simplemente estoy en el mismo paraíso, esto es lo que tengo y necesito. —¿Sabes que te amo? —me pregunta. —No, no lo sé —respondo. Me ataca haciéndome cosquillas y me hace reír—. Para, para… —Se detiene y me abraza—. Me gusta cuando me dices que me amas, pero sé que me lo demuestras todos los días, porque esas dos palabras en muchos labios son vacías, pero en los tuyos…

—Marena… Tomo su rostro entre mis manos y lo beso, se ha quitado la barba y parece más joven, me encanta cuando lo hace. —Antes de ti no creía en las historias de amor, las leía en los clásicos que mi madre tanto adoraba, aunque yo siempre creí que no existía eso del amor, pero contigo aprendí que el amor a veces tiene desavenencias, te metiste dentro muy dentro, pensaba que amarte era pecado y en ese tiempo me asustaba lo que sentía, sin embargo, entendí que solo podía intentar junto a ti… —Nena… —Te amo, amo todo lo que hay aquí. —Toco su frente y bajo hasta su corazón que late apresurado—. Y aquí… —También amo todo de ti, nena, y llegaste a mi mundo para cambiarlo, me das lo que pensé que no iba a tener. Te convertiste en la Violleta de mi historia, pero nosotros tendremos un final feliz… —Para siempre —le aseguro. —Tú me cambiaste, cuando te tuve que dejar ir, me dolía como cuchillos en el alma, porque llegaste para apuntar directo a ella, sin previo aviso y sin permiso te metiste muy dentro, muy dentro y me enamoré de ti. —Toca mi vientre—. Ahora viene él para hacernos felices y no sé si seré el mejor padre, pero lo intentaré. Suspiro y lo abrazo, amo a este hombre como nunca lo imaginé, así que, si este era mi destino, estoy feliz de abrazarlo, muchas veces lo que deseamos no es lo correcto para nosotros. Antes adoraba a Dios, pero ahora venero a Maurizio Lombardo. Se levanta cargándome y suelto un grito del puro susto, me sujeto a su cuello mientras mis piernas se abrazan a él. Comienza a cantar bajito y me sorprendo con el tono de su voz: Ti amo, un soldo ti amo, in aria ti amo se viene testa vuol dire che basta: lasciamoci. ti amo, io sono ti amo, in fondo un uomo che non ha freddo nel cuore, nel letto comando io.

ma tremo davanti al tuo seno, ti odio e ti amo, e' una farfalla che muore sbattendo le ali. l'amore che a letto si fa prendimi l'altra meta' oggi ritorno da lei primo maggio,su coraggio! io ti amo e chiedo perdono ricordi chi sono apri la porta a un guerriero di carta igienica. dammi il tuo vino leggero che hai fatto quando non c'ero e le lenzuola di lino dammi il sonno di un bambino che "ta" sogna cavalli e si gira e un po' di lavoro fammi abbracciare una donna che stira cantando. e poi fatti un po' prendere in giro prima di fare l'amore vesti la rabbia di pace e sottane sulla luce. io ti amo e chiedo perdono ricordi chi sono ti amo, ti amo,ti amo ti amo ti amo Mientras canta se mueve lentamente como si estuviéramos bailando y si esto no es una declaración de amor, no sé qué pueda serlo, pero es la canción más bonita que había escuchado en mi vida. No puedo evitar reírme mientras lo hace y siento que las lágrimas queman en mis ojos. ¿Puede ser más perfecto?

Dammi il tuo vino leggero... che hai fatto quando non c'ero e le lenzuola di lino dammi il sonno di un bambino che "ta" sogna cavalli e si gira e un po' di lavoro fammi abbracciare una donna che stira cantando. e poi fatti un po' prendere in giro prima di fare l'amore vesti la rabbia di pace e sottane sulla luce. io ti amo, ti amo, ti amo ti amo, ti amo ... Me baja y me da un beso que me mueve el mundo, que hace que todo ese amor que siento por él sea lo más hermoso. Maurizio me mostró el verdadero mundo, uno que me recuerda que existe lo bueno y lo malo, no importa qué pueda estar pasando a nuestro alrededor estoy segura de que a su lado puedo olvidarme de todo lo malo, que siempre estaremos juntos, porque es así, porque tal vez no sea una persona perfecta, pero todo lo que hace, lo hace por mí. —Te amo —susurro. —Ahora sabes lo mucho que te amo… Me río, claro que sé que me ama y que se quedará conmigo para siempre, porque no importa nada más que él y nuestro bebé, porque son lo único que amo más que a mi vida. Toma mi mano y se agacha para levantar el libro, lo revisa y se ríe burlándose de mí. —¿Para qué lees esto? —inquiere divertido—. ¿No te parece bastante real lo que vivimos? Alzo mis hombros. —Giovanna insistió y me parece bonito, más allá de que no tiene nada que ver con la realidad. Exhala cansando. —No puedo prometerte un mundo de paz, pero sabes que voy a protegerlos con mi vida de ser posible.

Lo detengo y coloco las manos en su pecho, cuando subo mi mirada pienso en que no sé qué sería de mí si algún día no puedo ver todo el amor que esconde detrás de esa dureza. —No tienes que asegurarme nada, porque sé que eres capaz de todo lo que me prometes. —Acaricia mi cabello y coloca un mechón rebelde detrás mi oreja—. Solo quiero que te metas algo en tu cabeza, que nosotros vamos a durar hasta que nuestras pieles se arruguen y que te amaré de la misma manera en que te amé a los diecisiete años, todos los días caigo enamorada de ti, así que no me importa si viene una guerra o lo que el futuro nos depara, lo único que me importa es lo que vivo contigo, porque la vida se vive un día a la vez, no puedo llevar mi existencia llena de miedo de lo que pueda pasar, porque ninguno de nosotros tiene la certeza de lo que sucederá. —¿En qué momento maduraste? —me pregunta sorprendido por mis palabras y eso me hace acentuar mi sonrisa. —Ya viví el infierno, ahora me toca vivir el paraíso contigo y estoy segura de que eso es lo que nos espera en un futuro, muchas risas, muchas alegrías y muchísimas cosas buenas. Cierra los ojos mientras niega con su cabeza. —¿Qué hice para merecerte? —Nada, porque yo nací para amarte, Maurizio Lombardo. Lo beso de nuevo para que entienda que es momento de ser felices, que no podemos estancarnos en el pasado y tampoco en las circunstancias que nos toca vivir. Un beso, un baile, una canción, un te amo, es lo que se necesita para vivir eternamente enamorados y sé que encontré esa persona que va a completarme para siempre, porque no necesito nada más. Caminamos un rato por el jardín disfrutando de nuestro momento, muy pronto se cumplirá un año de mi pesadilla y del día en que comprendí que el odio puede romper a las almas más frágiles. Valerio nunca determinará lo que soy y tampoco será un obstáculo para ser feliz.

Capítulo 52 CHIARA El

amor puede ser algo estúpido y masoquista, pero me mantengo esperando que él se dé cuenta de que estoy aquí y que me vea con los mismos ojos que lo miro. Esta tarde Giovanna ha organizado una pequeña recepción para celebrar que todos están vivos. Ella baila junto a Alessandro mientras Michael Bublé canta Something Stupid. Marena entra junto a Maurizio, estos cuatro parecen vivir en una burbuja de amor y no puedo negar que me da envidia, pero recuerdo todo lo que aquella mujer describió mientras apuntaba a la chica y sé que soy afortunada, entre todos siempre he vivido una vida perfecta. Matteo habla con Salvatore, le doy un vistazo y me sorprendo cuando nuestras miradas se cruzan, la suya me abrasa y siento que me sonrojo. Marena se acerca sentándose a mi lado, cuando su esposo se une al par, él deja de mirarme. —¿Cómo estás? —me pregunta ella. —Bien, estoy bien —murmuro. —¿Acabas de ver lo mismo que yo? —curiosea y me fijo que tiene una sonrisa en su rostro. —No… Me sorprendo cuando él camina con dirección hacia nosotras, me remuevo incómoda y ella me dice: —Esto mismo… —se burla. Se detiene justo frente a mí y me ofrece su mano. —¿Deseas bailar conmigo? —me pregunta. Me quedo mirando su mano y luego su rostro, esboza una sonrisa y no tengo idea de qué responder. Marena me da un codazo y me aclaro la garganta. Asiento con mi cabeza y al mismo tiempo tímidamente tomo su mano, Maurizo busca a su esposa cuando Ti amo de Umberto Tozzi comienza a sonar. Matteo me toma por la cintura y me pega a su cuerpo, cierro los ojos cuando su aroma llega a mis fosas nasales, huele a pasión, peligro y dolor.

Bailamos lentamente al ritmo de la música. —Tengo que darte las gracias por ver por mí mientras estuve convaleciente… —susurra bajando su rostro hasta mi oreja. Es tan alto, tan perfecto, parece sacado de los sueños húmedos de cualquier mujer y no sé qué decirle. Matteo es bellísimo. Moreno, ojos cafés, musculoso, sus años no lo hacen verse bien, más bien lo hacen más interesante. La canción cambia y reconozco las voces de Il Volo, me pega un poco más a su cuerpo y creo que estoy soñando, no puedo creerlo. —Matteo… —Señorita San Filippo, dame un poco de tiempo —ruega con voz ronca en mi oído. Se me seca la garganta y observo que todos se retiran, nos dejan a los dos solos. Respiro hondo y le pregunto: —¿Tiempo para qué? —Para hacerte mía… Abro los ojos y me quedo mirándolo, por unos segundos me pierdo en su faz y cuando sus labios sellan con un beso apasionado su promesa, en mi mente se reproduce Nessun Dorma. Entre sus brazos estoy en la cima del mundo, espero que siempre sea así y que esto no sea un sueño. Cuando rompe el contacto me siento en una nebulosa, su pulgar acaricia mi labio inferior y me quedo sin palabras, parpadeo varias veces hasta que me fijo en su rostro. Niego tratando de creerme lo que acaba de suceder. —¿Qué significa esto? —indago. —Tal vez la bestia no supo reconocer a su bella… Su respuesta me desconcierta, no quiero salir lastimada, pero este hombre que acaba de besarme ha sido mi amor desde que tengo uso de razón. Sí, conocí la pasión y el cariño en los brazos de otros, pero esto que siento desde que tengo memoria ha estado ahí, casi congelado por el tiempo y la indiferencia de su amor. Me separo de él para irme, porque estoy muerta de miedo, toma mi brazo y me detiene. —Yo no merezco tu amor, tampoco tratar de volver a tu vida, sé que lo que hice hace once años te rompió el corazón, pero en ese momento no lo podía ver, no podía ver que el amor no es cuestión de edad, es cuestión de sentir. Sonrío.

—¿Me estás diciendo que amas? —le pregunto divertida. Cierra los ojos mientras niega, chaquea su lengua contra el paladar y por unos segundos creo que me voy a morir esperando su respuesta. —No… —Todas mis ilusiones se caen como un castillo de naipes, sin embargo, cuando abre sus párpados puedo ver algo que no logro descifrar —. No, pero cuando estuve en ese lugar, el único rostro que me daba paz era el tuyo. —Retengo la respiración—. Tu recuerdo me daba serenidad, me di cuenta de que estaba desperdiciando el tiempo aferrado a un recuerdo, cuando puedo encontrar lo que siempre he necesitado. Exhalo y esa mujer orgullosa, a la que le rompieron el corazón aparece y me quedo mirándolo. —¿Y qué necesita el señor Spadaro? —A ti. Y me toma entre sus brazos, me besa demostrándome lo que desea. Se me escapa un gemido y aprovecha la oportunidad para que su lengua entre en mi boca explorándola por primera vez. Mis pensamientos se enajenan, no sé qué hacer, pero el deseo inmenso de que mi anhelo más profundo se ha vuelto realidad, me hace sucumbir al contacto de sus labios que son capaces de encenderme como una antorcha, me pega todavía un poco más a su cuerpo y siento su deseo hecho carne. Matteo se separa, me acaricia el rostro y deja un beso casto en mi coronilla. Sale del salón con rumbo al jardín dejándome estupefacta y sin poder creerme lo que acaba de pasar. Creo que he tocado el cielo con las manos y que él me ha elevado. Sus palabras se repiten en mi mente: Tal vez la bestia no supo reconocer a su bella… Respiro hondo calmándome, porque es lo que necesito y salgo a compartir con todos ellos, creo que de cierto modo hemos encontrado una amistad que puede vencer la sombra de la traición.

Capítulo 53 WOLFANG NÓVIKOV En algún lugar de Moscú…

Siempre

es mejor esperar a que el tiempo sea perfecto para hacer tu jugada final. Me apresuré a dar mi rostro y ahora Matteo conoce a su verdadero enemigo, pero la Cosa Nostra no tiene idea de lo que ha desatado con sus acciones. Víktor Rostavili quiere venganza porque se han entrometido en sus negocios y asesinado a varios de los suyos entre ellos a su pequeño bastardo. Ahora tengo una alianza con la organización que me educó, que me hizo lo que soy, un hombre que persigue sus propios intereses, que le importan una mierda los demás. Lo único que amé me traicionó cuando la envié a ayudarme, pero me encargaré de eso. Pensé que podría asesinarlo, sin embargo, deseaba que su muerte fuera lenta y traté de hacerlo atormentándolo con todo lo que tenía de su amada Violleta. La muy perra me cambió por un italiano de mierda, a mí que la rescaté de las garras de Sasha Kozlov, pero las mujeres no tienen alma y son la perdición de hombres como nosotros. Víktor esnifa sus rayas de cocaína mientras una puta le chupa la polla, estamos en uno de los prostíbulos que maneja la Bravtá. Cuando termina sonríe y sus ojos azules me observan llenos de locura. —Tengo muchas ideas para los Lombardo y tu amigo Spadaro, van a desear no haberse metido nunca con la Bravtá. Sonrío. —Sé que tienes muchos planes, pero a Matteo Spadaro lo quiero destripar con mis propias manos. Víktor llega al orgasmo, se deshace de la chica y la tira en el piso como el pedazo de mierda que es. Todas las mujeres aquí fueron traídas para

vender su cuerpo, casi todas son de varias partes del mundo. Desde latinas hasta hijas de hombres millonarios que tienen deudas con la organización. Se levanta, recoloca su pantalón y vuelve a sentarse, tomo mi vaso de vodka alzándolo en señal de brindis. Bebo todo de un solo trago. —¿Cuánto tiempo vamos esperar? —inquiero. —No mucho —me asegura. —Lo deseo muerto lo antes posible. Víktor se echa a reír burlándose de mí, lo fulmino con la mirada y él solo me muestra su sucia dentadura. —Eres igual que Valerio, sin embargo, tengo años siendo el jefe y aprendí que cuando ellos crean que nos hemos olvidado de todo es el momento perfecto de atacar, Matteo no tiene algo que le duela, pero cuando finalmente lo encuentre se lo voy a arrebatar nuevamente, así como hice con Violleta Scordato, la mujer que les enajenó los pensamientos a Sasha, a él y a ti. —Me señala—. No me tomes por idiota cuando no lo soy, las putitas de la familia Scordato me trajeron muchos problemas. —Sasha nunca debió robarme a mi mujer… Chasquea la lengua contra el paladar fastidiado. —Recuerda tu maldito lugar y con quién estás hablando… Saca su arma y me apunta, al mismo tiempo que levanto mis manos. —No lo he olvidado… —Eso espero, porque has venido buscando mi ayuda y yo tengo mis maneras de hacer las cosas. Se levanta de su lugar y me quedo pensando cuando una puta se acerca para bailarme. La tomo por el brazo y la arrastro hasta baño, la follo por detrás descargando toda mi ira sobre la mujer, cuando me corro grito el nombre de Violleta. Salgo de ella y guardo mi polla dentro de los pantalones, me largo del prostíbulo manejando por las calles de Moscú y me detengo frente a la Catedral de San Petersburgo. Este lugar me vio nacer como uno de los hombres más ricos del país, pero mi padre le entregó todo a la mafia cuando no debió, y después de eso me convertía en uno de ellos sí o sí, así que, si tengo que hacer lo que pienso, lo haré. Llamo a uno de mis hombres que atiende al instante. —Es momento de los fuegos artificiales.

Epílogo MAURIZO Parece mentira que tengo todo lo que soñé y que encontré a la mujer que fue a sacarme del mismo Cocito. Marena es todo lo que necesito para ser feliz y no puedo negarlo, soy completamente dichoso en este momento. Salvatore se ríe por el comentario que acabo de hacer de que pronto lo veremos casado y con hijos. Se ha convertido en cierto modo en el tercer Lombardo, el hermano que no sabía que podíamos tener. Viaja constantemente para visitarnos, aunque el último mes estuvo en Foggia poniéndose al día con asuntos de la organización, lo cual lo alejó de nosotros. Todos de alguna manera hemos encontrado a alguien en quien confiar. No puedo creer que por años fui el escudo de alguien que nunca me demostró su lealtad, en cambio Matteo Spadaro y Salvatore Luciano son capaces de recibir balas por nosotros, y Alessandro y yo haríamos lo mismo por ellos. Giovanna ha organizado esta cena para celebrar que estamos vivos y que de cierta manera estamos gozando de una paz que necesitábamos. Mi esposa y cuñada están riéndose junto a Chiara San Filippo. Hemos decidido vivir en la finca Lombardo hasta que nuestro primer hijo nazca, Marena me lo ha pedido y he aceptado porque no hay nada que pueda negarle. Todavía me reprocho haberme olvidado de Jude Landon, pero al parecer a ella y a Giuseppe Scala se los ha tragado la tierra. Después de darme cuenta de que la mujer que comparte su vida a mi lado es mucho más fuerte que yo, creo que me enamoré un poco más de ella si eso es posible. La resiliencia de Marena y Giovanna es digna de admirar, a pesar de haber vivido la peor pesadilla que una mujer puede vivir, las dos han salido adelante de una manera asombrosa, convirtiéndose en los pilares que necesitábamos mi hermano y yo. El amor es algo impresionante, recuerdo pensar que estaba obsesionado con ella, sus ojos verdes me perseguían como dos ojos malignos, pero en realidad solo me estaba enamorando de su ternura, de la pequeña oruga que necesitaba hacer metamorfosis y demostrarme que era la mujer más valiente del mundo.

Observo el cielo veraniego, el atardecer lo pinta de colores naranjas y violetas, el Mediterráneo y las bondades de su clima. Cierro los ojos unos segundos y en mis pensamientos susurro: «Gracias». En mi mente puedo ver el rostro de mis padres y mi hermana sonriéndome por haber tomado la decisión de volver. —Amor mío… Escucho la voz de Marena y abro los ojos, ella está frente a mí con una sonrisa que me hace estremecer. Me ofrece su mano y la tomo, caminamos lejos de todos ellos, hace rato le dediqué la canción que mis padres bailaban en cada uno de sus aniversarios, pues dice todo lo que siento por ella. —Te amo —musita. Sonrío y no sé cómo explicarle lo hermosa que es para mí, así que decidí tatuar mi pecho con su nombre, para que entendiera que lo nuestro es para siempre. Me acerco y le doy un beso en los labios. —Te amo, Marena… Sus ojos brillan de una manera especial, me gustaría a diario regalarle el cuento de hadas que se merece. Ella se aclara la garganta mientras toma mis manos: —Siempre me dices cuánto me amas y muchas veces no me dejas decirte lo mucho que lo hago yo, porque cuando decidí caminar de tu mano sabía que era el inicio de algo hermoso, ya que tú eres lo único por lo que me arriesgaría a perder todo, porque te amo. —Marena… —Alejas mis demonios, me haces reír cuando menos lo espero. — Nerviosa pasa su lengua por sus labios—. Disfruto de leer un libro en tu regazo mientras haces lo mismo, amo cuando me llevas a descubrir lugares y situaciones que nunca conocí. Amo cuando me besas y siento que me llevas al cielo, porque me escogiste a mí para caminar por el mundo, para quedarnos siempre juntos… La abrazo y pega su cabeza en mi pecho, me da un beso en el lugar en donde está la cicatriz del disparo y ahora su nombre. —Gracias por casarte conmigo, gracias por todo… —No, gracias a ti por escogerme… Porque todas las luces apuntaron hacia ella, porque el mundo desapareció apenas la conocí y comprendí que estaba enamorado completamente de esa mujer. Marena es más que una palabra, podría usar

miles, crearle sonetos llenos de amor que se comparen con todo lo que siento. Lo único que sé es que todo lo que viví durante treinta y dos años, me llevó al momento exacto en que ella entró al salón de su casa y me miró por primera vez.

Fin… ¿? La historia de los hermanos Lombardo continuará en la cuarta entrega de la Serie Ley del Silencio

Bonus MARENA

Ocho meses después…

Luciano salta alrededor de Valentina y de mi pequeño Vito, Giovanna parece que está dispuesta a llenar la casa de niños, está embarazada por tercera vez. Todos estamos reunidos, falta Chiara que está con su familia, pero Matteo y hasta Salvatore que llegó anoche, están aquí en La Toscana para celebrar el tercer cumpleaños del primogénito de Ale y Gio. Han pasado meses reorganizando la Cosa Nostra, creo que al fin lograron limpiarla de todos los traidores que los perseguían y estaban escondidos desde que mi cuñado asumió el cargo de Jefe de todos los jefes. Ahora solo esperamos lo que pueda suceder con la Bratvá. Mi corazón no puede albergar odio y logré perdonar a mi tía Alfonsina, quien hace seis meses viajó a Palermo para conocer a Vito cuando nació. Ver su cara de felicidad al conocer al que denominó su nieto, bastó para que olvidara todo. Dante ha cumplido su promesa, las riquezas de los Calabrese no han sido tocadas, aunque para ciertos movimientos debe consultarme, me he acostumbrado a que nunca dejaré atrás a la ‘Ndrangheta, pues de alguna manera sigo siendo parte de esa organización y Maurizio también, por lo cual periódicamente tengo discusiones con el nuevo Capobastone, que se ha acostumbrado a que no soy lo que pensaba, porque he encontrado mi voz y ahora no me callo al decir lo que pienso. De alguna manera tengo lo que siempre soñé, una familia grande que se cuida y se ama como nunca pensamos. A medida que pasa el tiempo, puedo ver cómo Maurizio, Alessandro, Matteo y Salvatore van dejando esa oscuridad, como si al cruzar la puerta de la finca Lombardo dejaran de ser criminales y se convirtieran en unos simples hombres. Nadie me dijo que la vida sería fácil y estoy aprendiendo a sobrellevar todo, a volver al comienzo, pero con las lecciones aprendidas del pasado.

Salvatore se sienta a mi lado y me entrega un sobre. —Esto es lo que me pediste —me informa—, pero creo que es mala idea mover esos hilos. —Se lo debo a Juanito —contesto. Cabecea negando y me señala a Maurizio que juega con los niños junto a Alessandro, la verdad es que los dos hermanos son los mejores padres de este mundo. Me siento la mujer más afortunada del planeta, encontré el amor verdadero y gané hermanos, pero también amigos. —Míralos —me dice—. ¿Pensaste alguna vez tener algo así? Su pregunta me pilla por sorpresa. —No… lo tuve en mis sueños más lejanos, sin embargo, nunca lo pensé como una realidad —contesto, es la verdad, siempre pensé ser monja. —Esa chica está bien, logró graduarse de la universidad y está fuera del radar del Chapo, pero si alguno de nosotros movemos un hilo de mala manera, estará en su radar y te aseguro que estaremos causándole un daño terrible. Te aseguro que el que él esté en la cárcel no significa que no tenga el poder. Necesitas dejar eso de lado. —Nos miramos y él sonríe—. Lee el expediente, ella está tranquila, así que no le debes nada a nadie. Exhalo cansada. —Gracias, Salvatore… —De nada… Se levanta cuando Maurizio viene hacia nosotros con Vito en sus brazos, intercambian unas palabras y mi esposo se acerca con nuestro hijo. —Mamamamamama —balbucea Vito cuando me ve y prácticamente se lanza a mis brazos. —El bebé de mamá —murmura Maurizio. Me río porque no puedo entender cómo puede sentir celos de su propio hijo. Le doy un beso a mi bebé y veo por el rabillo del ojo que mi esposo toma el sobre. Lo abre y saca los papeles, cuando lo lee maldice. —¡Ni se te ocurra! —me advierte. Pongo los ojos en blanco. —Eso me dijiste cuando le pedí a Salvatore que la buscara, pero no me detuvo, creo que estoy aprendiendo a llevarte la contraria. Resopla. —Voy a prohibirte que te juntes con Giovanna —me dice en modo de broma.

Vuelvo a reír, mi concuña es todo un personaje y todos nos divertimos con ella. Parece que ha ido sacando esa casta mafiosa que lleva en la sangre, aunque me gusta la paz y la tranquilidad, hay cosas que no puedo estar de acuerdo con Maurizio. —Vale, pero sabes que no te haré caso. —Eso lo sé —contesta suspirando—. Así como cuando contactaste a Jude Landon porque nos enteramos de que sus padres la buscaban, sabiendo que ella y Scala pudieron matarte en la Catedral, creo que toda esa intrepidez de Giovanna se te ha contagiado. Tomo la manito de Vito que me golpea el rostro, cruzo la mirada con mi esposo que me observa con un brillo lleno de amor. —Te amo, Maurizio Lombardo. Pone los ojos en blanco… —Sabes cómo calmarme. También te amo, Marena Lombardo. Nos levantamos y caminamos hasta la mesa principal. Sin embargo, algo perturba nuestra paz cuando de la nada vemos a Alessio desplomarse en el suelo. Salvatore se tira para socorrerlo, toda la alegría se vuelve histeria. Los numerales corren a protegernos, nuestros hombres nos hacen entrar a la casa, los disparos suenan a través de las paredes. Giovanna me observa con los ojos llenos de terror sosteniendo a Valentina, mientras Alessandro sostiene a Luciano. Maurizio cuida nuestra espalda, desorientada miro hacia atrás creyendo que nos persiguen. Nos meten en el despacho del concilio. —Aquí estarán a salvo… —asegura Alessandro. Los dos salen y nos trancan, Giovanna grita molesta mientras me quedo mirando la puerta. Una nueva guerra ha iniciado.

Agradecimientos A Dios y la Virgen, Santa Teresita del Niño Jesús por estar en mi vida guiando mis pasos y llevando con cada respiro. Ahora más que nunca sé que mi musa llega por ustedes. A mi familia por el apoyo infinito. Quiero agradecerle a mi mamá que es la mujer de mi vida, gracias por estar en mi vida y ayudarme en todo. A mi hermana que colaboró a que las últimas semanas pudiera terminar, cuando de verdad no tenía deseos de hacerlo. A mi mejor amigo, por ser él que me repite que no le pare bolas al mundo, que me pone los pies en la tierra. Gracias por ser el mejor, te adoro y me adoro, Rubén. A mamá Celina, gracias por creer en mí. Muchas veces me das ánimos cuando menos lo piensas. A mis Escritoras Venezolanas Ultra Best Seller, este último año junto a ustedes ha sido un momento único. A Joanna y a Isaura, la vida es risas los momentos que nos ponemos a hablar. En serio, amo a Isa cuando habla venezolano y a Joana con sus notas de más de cinco minutos, son la mejores, las adoro. A mis lectoras cero, que soportaron que enviara los libros a mitad y que sobre todo son las que siempre me quitan los miedos. Leidys, Bet, mi Glory y Lucy fueron las mejores lectoras cero. Quiero darles las gracias a las siguientes cuentas por ayudarme en el lanzamiento de este libro, muchas han estado conmigo y otras comienzan el camino de las baldosas amarillas. Chicas, gracias por tanto estos meses juntas lo ha sido todo. Team lanzamiento: Pau de Perséfone Books, Ceci de Coffee2019books,, Génesis de Manicomio de los libros, Nalle de Lee libros con Naii, Sabrina de Una loca lectora, Glorialy de Perdida entre páginas y Itzel de Booksrc. Antonella de Millibroporleer, Shailys de Surcando en Letras, Aryan Bellorose de Aryan b reader, mi Lucy impaciente Montiel de

Lucy Amante de la lectura. Por supuesto, no por nombrarlas de último son menos importantes, las adoro mi Bet de Amor por los libro, mi Joanna de Con un Vino y Leidys nunca inleidys de We are Bibliophiles, gracias por siempre apoyarme cuando más lo necesito. Siempre voy agradecer a las cuentas de Instagram, creo que sin su trabajo nosotros los autores no podríamos proyectarnos, gracias por todo su apoyo. En especial a: Con_un_vino, Amorporloibros62, Pérdida entre páginas, We.are.bibliophiles Leer es Increíble, Locas por la lectura, Libros Mentirosos, Kinkybookshenry y Las Chicas del Reiki, Mil libros por leer, Libros que dejan huella, Surcando en Letras, Booksrc, Manicomio de Libros, Lee Libros Con Naii, Perséfone Books, Reading Without Stopping, Blog Tour Indie y si alguna se me pasa, perdónenme. A los grupos Facebook: Lucy Amante de la Lectura, en especial a Lucy por organizar las lecturas conjuntas, gracias por leerme y apurarme siempre para publicar. La Caja de los Libros y Olimpo entre Libros, el año 2020 y parte del 2021 he vivido las mejores experiencias junto a ustedes. Gracias por el apoyo que he recibido de ustedes mis lectoras, son las mejores de verdad, nunca tendré palabras para apreciar su apoyo. No por último a Irene, Dayana, Nela y Lilibeth sé que la falta de tiempo no les ha permitido ser más mis lectoras cero, pero por siempre lo serán. Las amo. ¡Mil veces gracias!

Sobre la Autora LORENA DEL VALLE FUENTES P.

(Maracay, Venezuela, 1985) nació en la Ciudad Jardín de Venezuela, es Administradora mención Tributaria y desde pequeña le gusta leer. Su primer libro fue Platero y yo, pero se enamoró de la historia de niños que enseña a los adultos: El Principito, la obra más famosa del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry.

Amante de las Artes en todas sus expresiones, pertenece al movimiento Coral del Edo. Aragua y también al Movimiento Guías Scouts de Venezuela. Siempre trazándose metas, entre ellas el proyecto de Leyendo con Lorena Fuentes, donde tuvo la oportunidad de compartir entrevistando a grandes autores de la rama de la literatura romántica. Con Soy Tuya incursiona por primera vez en el mundo de la literatura que tanto le deleita, manteniéndose en los primeros lugares de venta por más de seis meses seguidos. Redes Sociales: Facebook: https://www.facebook.com/lorenafuentesescritora/ Instagram: @lorenafuentes2 Twitter: @lore2811

[1]

El Capo o Jefe de la Bravtá El lugarteniente. [3] Una especie de soldado guerrero. [4] Es un rango a un criminal, solo es otorgado por el jefe de la organización, quiere decir ladrón. [5] Jefe de la mafia francesa. [6] Santita, como llaman los sicilianos a Santa Rosalía. [2]
3- Inferno e Paradiso - Lorena Fuentes - Serie Ley del Silencio

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