Los templarios y el Tarot

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La idea de que en el Tarot están contenidos los secretos de los Templarios no es nueva, pero sí difícil de demostrar. Desde sus inciertos orígenes, el Tarot ha sufrido numerosas metamorfosis, adaptándose discretamente a los diversos usos que se han hecho de sus Arcanos. Para el autor del presente ensayo estos misteriosos naipes han servido de soporte para vehicular enseñanzas de tipo oculto relacionadas con la Cábala y con la Alquimia. Pero su verdadero secreto no es distinto del que se llevaron a la tumba los caballeros Templarios. Analizando el simbolismo de los naipes, utilizando la numerología y apoyándose en las enseñanzas de los cabalistas, Julio Peradejordi indica las numerosas coincidencias entre el Tarot tradicional y las enseñanzas iniciáticas occidentales que rodean al Santo Grial.

Julio Peradejordi

Los templarios y el Tarot Las cartas del Santo Grial ePub r1.0 3L1M45145 17.10.15

Título original: Los templarios y el Tarot Julio Peradejordi, 2004 Diseño de cubierta: Michael Newman Editor digital: Titivillus ePub base r1.2

Capítulo Introducción Empezando por el final El Caballero, la Muerte y el Diablo, un curioso homenaje Después de la muerte Bafomet o los misterios de la Sabiduría Un lugar terrible Isis o la estrella Perro ladrador… Los vestigios de la Papisa Juana Un emperador sin imperio Baco o el Papa Una rueda que da muchas vueltas Un misterioso ermitaño Los misterios del número VII El alquimista y los misterios de la Unidad La copa y el corazón A modo de conclusión

Introducción Desde la publicación del famoso best-seller de Dan Brown El Código da Vinci,[1] el interés por los misterios de los Templarios y del Priorato de Sión parece haberse disparado en ambos lados del Atlántico. Sobre todo en los foros de la red, miles de personas discuten sobre el oro de Rennes, la misteriosa vida de Berenger Sauniére (del que tomaría prestado el apellido el personaje principal del libro de Brown) y los pormenores de la trama en la que, aparentemente, se enfrentan el Priorato de Sión con el todopoderoso Opus Dei. Pero la historia de los Templarios, la verdadera historia, no coincide siempre con la versión oficial, y del Priorato de Sión se sabe muy poco, casi nada.[2] No es nuestro deseo profundizar en ninguno de estos temas sobre todo en este momento en el cual está disponible una gran cantidad de literatura al respecto; tan sólo desearíamos proponer una teoría en la que, por lo que sabemos, muy pocos estudiosos se han detenido, y es que a partir de un momento de la historia alguien dejó un mensaje relativo a los Templarios escondido en algún lugar. No se trata de un mensaje cifrado que utiliza un código criptológico más o menos secreto, se trata, por una parte, de una enseñanza de carácter esotérico conforme a la Tradición y, por otra, de unas referencias al trágico e injusto destino que le tocó vivir a la Orden del Temple. El autor de El Código da Vinci dedica apenas unas líneas al Tarot, y lo hace con una gran discreción. En realidad se limita a señalar la correspondencia entre los cuatro palos de la baraja francesa con los del Tarot y relacionar las espadas con lo masculino, las copas con lo femenino, las varas o bastos con el linaje real y los pentáculos u oros con la divinidad

femenina. Brown olvida decirnos algo y sin duda lo hace deliberadamente: los cuatro caballeros, correspondientes a los cuatro palos, corresponden a los cuatro senescales del Priorato, guardianes tradicionales del Secreto de los Templarios. No vamos a ahondar tampoco en la enseñanza esotérica,[3] ni mucho menos en la utilización del Tarot como soporte para la adivinación o el ejercicio de la magia, aunque sí haremos alguna incursión en la numerología cabalística, indicaremos algunas correspondencias y comentaremos algunos símbolos pues el propósito de este pequeño estudio es revelar este lugar y aventurar una línea de interpretación, acaso un poco elemental y apresurada pero que, estamos seguros contribuirá a que espíritus más preparados ahonden en el tema.

Court de Gébelin En 1728 nacía en Nîmes el personaje que nos va a proporcionar la clave para hallar el lugar donde se esconde el mensaje al que hacíamos alusión. Se trata de Nicolás Court de Gébelin. Ordenado sacerdote en 1754, Court de Gébelin ingresaría en la célebre Logia Masónica Les Amis Réunis (Los Amigos Reunidos)[4] de París fundada por un oscuro e influyente personaje, Charles Pierre Paul Savalette de Langes, relacionado con los Illuminati de Adam Weishaupt, y más tarde en Les neuf Soeurs (Las Nueve Hermanas),[5] logia a la que pertenecieron personalidades como Voltaire o Benjamín Franklin, a la sazón embajador de los Estados Unidos en Francia. Court de Gébelin fue también miembro fundador de una fraternidad hermética secreta llamada «Los Filaleteos», relacionada con la Masonería y los Élus-Cohen, otra sociedad secreta sumamente misteriosa. En 1773, poco antes de la Revolución Francesa, comenzaría la publicación de su monumental obra, el famoso Monde Primitif analysé et comparé avec le Monde Moderne.[6] En el último volumen de este libro aparece una de las primeras referencias eruditas, si no la primera, a lo que para el común de los mortales no era más que un simple juego de cartas: el

Tarot. En la página 365 de esta verdadera joya bibliográfica podemos leer:

1. Sorpresa que causaría el descubrimiento de un libro egipcio Si escucháramos anunciar que existe aún, en nuestros días, una Obra de los antiguos Egipcios, uno de sus Libros escapado a las llamas que devoraron sus soberbias Bibliotecas, y que contiene su doctrina más pura acerca de los temas que más nos interesan, cada uno de nosotros se apresuraría, sin duda, a conocer un Libro tan precioso, tan extraordinario. Si a esto se añadiera que dicho Libro está muy difundido por gran parte de Europa y que durante siglos ha estado al alcance de la mano de todo el mundo, la sorpresa iría creciendo. ¿Pero no llegaría a ser el colmo si se nos asegurara que jamás se había sospechado que este libro fuera Egipcio? ¿Que se le posee sin haberlo poseído nunca?[7] ¿Que nunca nadie ha intentado descifrar una sola página? ¿Que el fruto de una sabiduría exquisita es considerado como una colección de figuras extravagantes, que nada significan por sí mismas? ¿No pensaríamos que están jugando con nosotros, que se está abusando de la credulidad de los Auditores?

2. Este Libro Egipcio existe Sin embargo es cierto: este Libro Egipcio, único resto de sus soberbias Bibliotecas, existe en nuestros días: es incluso tan corriente que jamás Estudioso alguno se ha dignado ocuparse de él; nadie, antes de nosotros, había sospechado su ilustre origen. Este libro está formado por LXXVII hojas o tablillas, incluso por LXXVIII, divididas en V grupos, cada uno de los cuales ofrece objetos tan variados como divertidos e instructivos. Este libro, en una palabra, es el JUEGO del TAROT. ¿Fue éste un descubrimiento personal de Court de Gébelin o nos está

revelando algo que ya se sabía en las Logias? Es difícil dilucidarlo, pero lo que sí es cierto es que antes que él muchos iniciados sabían que el Tarot no era un mero juego de cartas. No es ningún secreto que las enseñanzas esotéricas de los antiguos egipcios serían transmitidas al pueblo judío a través de Moisés. Esto es algo que no ignoraban los primitivos cristianos como deducimos de un pasaje de los Actos de los Apóstoles (VII, 22): «Y fue Moisés instruido en toda la sabiduría de los egipcios y era poderoso en palabras y obras». Moisés, que los judíos todavía llaman respetuosamente «nuestro maestro», transmitió a su vez estas enseñanzas que se conocen por Cábala a Josué y a los 70 Ancianos. Los caballeros Templarios bien pudieron entrar en contacto con esta sabiduría en Jerusalén, aunque también pudieron aprenderla de los Sufís. Las enseñanzas de la Cábala así como algunas de sus doctrinas y de sus métodos reaparecerían en Europa a partir del Renacimiento en las obras de los llamados «Cabalistas Cristianos», discretos maîtres à penser de príncipes y artistas, como Leonardo da Vinci,[8] Sandro Boticelli que nos ha dejado obras no exentas del perfume y el saber cabalístico.

Como vimos, según la teoría de Court de Gébelin, el Tarot llegó a Europa procedente de Egipto. La idea más extendida es que lo trajeron los gitanos, tradicionales lectores de la buena ventura y depositarios de un importante acervo de saberes tradicionales. Lo cierto es que la palabra «gitano» procedería de «egipciano», habitante de Egipto.[9] No se han estudiado, al menos hasta donde sabemos, las relaciones entre este colectivo y los Templarios[10] o el Tarot, aunque en un artículo de Emilio García Gómez, de la Universidad de Valencia[11] a propósito de los gitanos podemos leer que: «Uno de estos mitos habla acerca de cómo los gitanos comenzaron a atravesar Europa portando las cartas del Tarot, presumiblemente obtenidas por los caballeros templarios de los sarracenos, que, a su vez, las recibieron de la India por medio de los árabes. Se cuenta también que los gitanos eran depositarios del simbolismo religioso de los antiguos egipcios. Tras la destrucción de Alejandría, los sacerdotes de Serapis se agruparon para preservar sus ritos. Sus descendientes, los gitanos, que hablaban una antiquísima lengua secreta, iniciaron su éxodo por el mundo trayendo consigo los libros más sagrados rescatados del incendio de la gran biblioteca, entre los cuales se hallaba el libro de Enoch,[12] Por tal motivo se les atribuye una especial competencia para la magia y las ciencias ocultas».

El Tarot y los Templarios Desde sus orígenes, ya sean egipcios, como sostiene Court de Gébelin, o hindúes, como defienden la mayoría de historiadores modernos, el Tarot ha sufrido muchos cambios y metamorfosis.[13] Si la tesis de Court de Gébelin es correcta y el Tarot ha servido de soporte para vehicular ciertos conocimientos de carácter oculto, es normal que se haya ido adaptando a ellos. Court de Gébelin parece haber conocido únicamente el Tarot de Marsella, y el que aparece en su libro es prácticamente igual que el marsellés.

Sin embargo en la época circularon un buen número de tarots algo distintos con peculiaridades a veces muy interesantes. Señalemos únicamente el llamado Tarot de París, el Tarot de Vieville y el Tarot de BesanCon, que también utilizaremos en este libro. En este último Tarot el Papa y la Papisa están reemplazados, como se puede apreciar en la ⇒ lámina 3, por Júpiter y por Juno. La idea de que en las láminas del Tarot están contenidos los secretos de los Templarios no es nueva, como tampoco lo es que ciertas fechas, como el fatídico viernes 13 de octubre de 1307[14] en el que cayó la Orden, pueden interpretarse a la luz del Tarot o del Apocalipsis de san Juan. René Guénon ya señaló que «cuando una forma tradicional está en trance de extinguirse, sus últimos representantes pueden confiar a la memoria colectiva todo aquello que, de otro modo, se perdería irremisiblemente». Compuestos por 21 naipes numerados y uno sin numerar, en los llamados Arcanos Mayores se han visto diversas correspondencias con la Cábala judía. Los cuatro palos han sido asociados con las cuatro letras del Sagrado Tetragrama, y numerosos detalles disimulados en las cartas delatan una inspiración hebraica.[15] ¿Por qué se llaman «Arcanos»? Los historiadores parecen no haberse detenido en este detalle. Pero la respuesta es evidente: porque corresponden a Arcanos del Saber Oculto. «Arcano», del latín arcanum, significa «secreto» y procede de arca, «arca, caja, cofre». El Arcano no es propiamente el secreto, pero en cierto modo lo contiene. El primer autor en divulgar que existía una relación entre el Tarot y la Cábala, el ocultista francés Eliphas Levi, hizo encajar de un modo un tanto forzado a los 22 Arcanos Mayores con las 22 letras del alfabeto. Dicha correspondencia es absolutamente falsa, pero tan tentadora que la mayoría de autores modernos, sobre todo los ingleses, la han conservado. Pero antes que Levi, los iniciados ya sabían que había una relación entre estas figuras y la Cábala, una relación menos evidente y mucho más sutil de la que construyó artificial y exteriormente nuestro ocultista, pero a nadie se le había ocurrido profanar el secreto. Otros autores han relacionado los 22 Arcanos Mayores con los 22 Grandes Maestres iniciados de la Orden del Temple. Así el primer Gran Maestre, Hugo de Payens correspondería al Mago o Le Bateleur, el segundo,

Robert de Craon a la Sacerdotisa; el tercero, Evrard de Barres a La Emperatriz, etc. Estas correlaciones nos parecen un tanto forzadas y, en el fondo, de poco interés.[16] Los llamados Arcanos Menores, que los tarotistas modernos suelen despreciar notoriamente, también ocultan un misterio numerológico: son exactamente 56,[17] un número que los alquimistas de habla francesa conocen bien y que en cifras latinas se escribe LVI. Entre otras cosas el número 56 alude a lo femenino pues es el doble de 28, los días del mes lunar.[18] Desearíamos comentar algunos de estos Arcanos relacionándolos con el tema que nos ocupa. No procederemos por orden numerológico, sino que intentaremos tirar del hilo a partir del Arcano más misterioso. Los Templarios no fueron los creadores del Tarot, como sostienen algunos autores, pero es realmente sorprendente ver las correspondencias entre el significado de algunos Arcanos Mayores y las cuestiones relativas a la Orden. Así, entre los Arcanos Mayores hay uno que destaca por una particularidad que sólo se da en él. Es el Arcano número XIII conocido como La Muerte. Decimos «conocido» porque el hecho de que este Arcano carezca de nombre en el más tradicional de los Tarots, el marsellés, es ya una enseñanza: a la muerte, como a la bicha, ni mentarla.

Empezando por el final Hay una frase muy famosa que debemos a la sutileza de los cabalistas y que solían decírsela a los que podríamos llamar «filósofos profanos»: «Nosotros empezamos donde vosotros acabáis». Cada cual puede interpretarla como le parezca, pero nos atreveríamos a aven turar una explicación: los «filósofos profanos», o sea los filósofos «sin Torah», como por otra parte el resto de los mortales, acaban sus días en la muerte. Los sabios cabalistas empiezan su verdadera vida tras la muerte. Es este un misterio cuya disquisición supera con creces los límites de este pequeño libro, pero que merecería ser estudiado, al menos por los aficionados a la Cábala y el Hermetismo: lo que para algunos es un final para otros se presenta como un principio. El 13, valor ordinal de esta carta y número que aparece en ella, era para los cabalistas un número muy importante que representaba al Amor y a la Unidad.[19] Desde la aparición de los primeros Tarots esta carta ha sufrido diversas variaciones, pero hay un objeto que siempre se le asocia: la guadaña.[20] Como podemos apreciar en la imagen de la Muerte del Tarocchini di Bologna (siglo XVII), en la ⇒ lámina 1, a veces también se la asocia con el reloj de arena. Podemos ver en la guadaña de la muerte que aparece en este Arcano una prefiguración de la famosa guillotina que acabaría con la vida de Luis XVI, descendiente de Felipe el Hermoso, cuya cabeza coronada podemos apreciar en la parte inferior derecha del naipe. Esta carta representa en el Tarot de Marsella a un esqueleto color carne, armado de una gran guadaña de mango dorado y filo rojo, sobre un campo

negro en el que aparecen dos cabezas, pies y huesos humanos (lámina). Vemos también unas cuantas matas de plantas azules, color que no aparece en ninguna de las plantas de ningún otro Arcano del Tarot. La Muerte puede interpretarse también como la escisión del Andrógino, como podemos deducir de un Tarot del siglo XVI. Si bien en el Tarot de Marsella este Arcano aparece sin nombre, en el de París queda bien explícito que se trata de La Muerte. La ilustración (lámina), más primaria, nos presenta al esqueleto que en vez de sostener a la guadaña parece aguantarse en ésta, recordándonos al grabado que reproducimos en esta página en el que la Muerte se sostiene en una saeta en medio de un campo sembrado de calaveras coronadas e incluso de obispos. Tampoco en este grabado faltan la guadaña ni la cruz templaria.

Este naipe no tiene una interpretación únicamente negativa como podríamos deducir erróneamente de la literatura popular dedicada al Tarot. De hecho para los alquimistas esta carta corresponde a uno de los procesos más importantes de la Gran Obra: la Putrefacción.

El número 13 debemos relacionarlo con dos días muy concretos: el 13 de enero de 1118 y el 13 de octubre de 1307. El 13 de enero de 1118 es el día en el que se sitúa el comienzo histórico de la Orden del Temple, concretamente en la ciudad de Troyes donde tuvo lugar un importante concilio en el que participó San Bernardo, abad de Clairvaux. Con todo, 22 años antes (el número 22 también es muy importante tanto para los cabalistas como para los Templarios) nueve caballeros entre los que estaba Hugo de Payens, decidían ir a los Santos Lugares para proteger y ayudar a los peregrinos. Se ha relacionado esta fecha con el versículo 18 del capítulo II del Apocalipsis de san Juan: «Las naciones se habían enfurecido, pero llegó tu ira, y el tiempo de que sean juzgados los muertos, y de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre».

Tarot de Court de Gébelin

Tarot de Marsella

Estos últimos (los santos y los que temen tu nombre) serían, como veremos más adelante, los Caballeros Templarios. La divisa que éstos adoptaron es muy explícita: «nom nobis Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam» (No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria), palabras tomadas del Salmo CXIII,[21] o sea 113 (otra vez el 13) y no del CXV como opinan algunos.

La Muerte en un Tarot del siglo XVI

El 13 de octubre de 1307, de ingrata memoria, fue el día en que los Templarios fueron detenidos en toda Francia. Con sumo cuidado el rey y Guillermo de Nogaret habían preparado una gran acción para el arresto de todos los Templarios que habitaban en Francia. Remitieron cartas a todos los alcaldes, senescales y caballeros en las que se les informaba que el 12 de octubre tenían que abrir una segunda carta sellada en la que recibirían instrucciones precisas sobre una importante acción que tenían que realizar al día siguiente al alba. El 13 de octubre unos 4.000 templarios fueron arrestados a la vez. Siete años más tarde, el 18 de marzo de 1314, sería ejecutado Jacques de Molay, el gran Maestre de la orden del Temple. Antes de morir, de Molay emplazó ante el Tribunal de Dios al Papa Clemente V, el rey Felipe el Hermoso y su canciller, Guillermo de Nogaret. Las palabras que pronunció fueron proféticas pues, los tres personajes morirían antes de un año.

El Caballero, la Muerte y el Diablo, un curioso homenaje Tras la desaparición de la Orden del Temple, 200 años después, en el año 1513 Alberto Durero[22] produciría una obra maestra, el grabado conocido como El Caballero, la Muerte y el Diablo, que de algún modo agrupa a tres importantes naipes del Tarot: EL CABALLERO LA MUERTE, Arcano n.º XIII EL DIABLO, Arcano n.º XV

Si el Caballero encarna a los Caballeros Templarios y más concretamente a su Gran Maestre, la Muerte corresponde al rey Felipe el Hermoso (notemos que en el grabado de Durero luce una corona real). El Diablo se referiría al Papa Clemente V La fecha 1513 que aparece justamente en la parte inferior a la izquierda del grabado contiene sin embargo una rareza que no ha pasado desapercibida a los historiadores del arte: va precedida por una letra S mayúscula. En su Vida y Arte de Alberto Durero, Panofsky escribe que esta S es la inicial de Salus, saludo que Durero ya utilizó en otras ocasiones.[23] Sin embargo podemos aventurar otra interpretación. El 15 de 1500 nos indica al Diablo, Arcano número XV del Tarot. El 13 se refiere a la Muerte, Arcano número 13. La S es una alusión al caballero. La letra hebrea Samej,

correspondiente a nuestra S, que tiene forma de escudo (s) procede de una raíz que significa «apoyar, proteger, defender». Estas eran precisamente las funciones del Caballero Templario ya que la Orden su fundó para proteger y ayudar a los peregrinos que iban a los Santos Lugares. Las siglas AD con las que Alberto Durero firmaba sus obras pueden interpretarse en este contexto como un mensaje cifrado que de nuevo nos dirige al misterio templario. Si la letra A corresponde al número 1, la B al dos, en el más sencillo de los sistemas criptográficos, la D corresponde al 4. AD puede leerse como 14.[24] En el naipe del Tarot denominado LE CHARIOT también aparece esta S junto con una M en el centro del Carro. La letra M tiene una correspondencia muy concreta que merecería que se le dedicara un libro entero: de algún modo representa a la diosa Isis.[25] Esta letra la podemos ver prácticamente durante todo el año escrita en el cielo, concretamente en la constelación de Casiopea. Leyendo la fecha que aparece en el grabado de Durero como si estuviéramos leyendo en hebreo (o sea de derecha a izquierda) o como si nos halláramos ante uno de los escritos de Leonardo da Vinci (que escribía al revés), podemos ver en S1513 a 3151S, o lo que es lo mismo 3 ISIS, alusión a la Diosa por excelencia.

Después de la muerte El Arcano que encontramos después del Arcano sin nombre, el número XIII o La Muerte es, como ya hemos visto el número XIIII, denominado Temperance o sea La Templanza, clara alusión a esta virtud cardinal, pero también velada alusión a la Orden del Temple. En el Tarot de París (⇒ lámina 1) este naipe recibe el nombre de Atrempance. Se trata, observémoslo, de un aria-grama de Temperance. En esta versión tan peculiar el ángel que aparece en él pare ce estar apagando un incendio. En el Tarot de Marsella, sin embargo, vemos en este naipe a una mujer alada, o sea un ángel en el cual se está recalcando su feminidad. Su vestido es azul y rojo, su cabello azul, y sus alas color carne. Está vertiendo agua de una jarra azul a otra roja: ese es el sentido de «templar». El azul representa ala Gracia o Misericordia, mientras que el rojo es el color del Rigor o la Ira, correspondientes a las sefiroth Hessed y Gueburah, respectivamente. Podemos relacionar estas sefiroth con las dos columnas del Templo tradicional. La jarra color azul se encuentra por encima de la roja, quizá para indicarnos que la Gracia o la Misericordia ha de superar al Rigor o la Ira. Ya vimos que este personaje es un ángel, y no sólo por sus alas, sino también porque carece de pies. Henri Corbin, el gran especialista en sufismo iraní, explica en sus libros que «la iniciación dispensada por el Ángel consiste en enseñar al iniciado cómo se sale de la cripta oscura de este mundo para

acceder al Templo ya que el Templo es el Lugar, el órgano de la contemplación». Sobre su cabeza destaca un detalle esencial: una rosa de cinco pétalos (⇒ lámina 2). El estudio de este importante símbolo sería merecedor de todo un libro.[26] La rosa de cinco pétalos es, entre otras cosas, símbolo del Secreto. Por esta razón antiguamente se la colocaba sobre los confesionarios. Era una alusión al secreto de confesión.[27]

Relacionada con la virgen María, la rosa aparece en una de sus letanías: Rosa mística. Incluso el Rosario tiene que ver con el símbolo de la rosa, pues se puede considerar a este rezo como un ramo de rosas.[28] Nos podemos preguntar qué hace un símbolo como éste después de la terrible carta anterior, el Arcano número XIII, y la respuesta nos la da un

proverbio hermético: «No hay Rosa sin espinas».

La rosa de cinco pétalos es también un tema recurrente en la Cábala. Así, en la introducción del Zohar se nos explica que el hecho de que hayan cinco palabras entre la segunda vez y la tercera que se menciona el nombre Elohim en el libro del Génesis, tiene que ver con la Rosa y con los cinco dedos con los que se levanta la Copa de Bendición. Todo ello tiene relación con uno de los grandes misterios de la Cábala, la llamada «luz reservada», Or Ganuz (zwng dwa). Se trata de la luz creada el primer día que le permitía a Adán contemplar el mundo de un extremo al otro y que, según el Midrash Rabbah (BereshitXI), está reservada a los justos para el mundo porvenir. Esta luz, según el Zohar «penetra a la Rosa para inseminarla».

Tarot de Court de Gébelin

El 5 es el número correspondiente a la letra He (h), llamada también la letra de la Bendición. Algunos comentarios cabalísticos acerca de la forma de esta letra coinciden sorprendentemente con la idea que apuntábamos de Henri Corbin acerca de la Iniciación como salida de la prisión de este mundo. Esta letra tiene dos aperturas o «puertas», una hacia arriba, estrecha y de difícil acceso, y otra hacia abajo, ancha y seductora. La puerta estrecha es la que lleva al Cielo, mientras que la ancha conduce al infierno. Se trata de una elección que se realiza post-mortem. En la versión del Tarot de París, esta Rosa parece faltar (⇒ lámina 2), pero si nos fijamos en la nube que aparece en la parte superior derecha del naipe vemos perfectamente a una rosa silvestre que puede confundirse fácilmente con una nube.

Tarot de J. Jerger

Bafomet o los misterios de la Sabiduría Sin duda uno de los motivos que más se ha asociado con los Templarios es el famoso Bafomet al que acusa ron de adorar. Poco se sabe de él, aunque algunos autores lo han relacionado con Mahomet, («Mahoma» en francés) y otros lo hacen proceder del Cernunos céltico. De todas las cuestiones relacionadas con el proceso que se siguió contra los Templarios es quizá la que más ríos de tinta ha hecho correr y más hipótesis, algunas de ellas delirantes, ha suscitado. Recordemos que una de las acusaciones más graves que se esgrimieron contra los caballeros del Temple fue precisamente el hecho de que supuestamente adoraban a un dios pagano llamado Bafomet. Para algunos historiadores se trataría de una imagen «mahometana», cosa difícil de creer ya que en el Islam están prohibidas las representaciones de Dios.

Imagen bafomética

Para Guénon «podría muy bien ser que (Baphomet) proviniera de su equivalente hebreo, es decir del «Behemot» bíblico, y tal vez no debería buscarse en otro lugar la solución de tal enigma…». El proverbio popular que dice que «más sabe el Diablo por viejo que por sabio», de alguna manera relaciona a este personaje con la Sabiduría, pero para ver en profundidad esta relación hemos de aplicar un antiguo sistema criptográfíco cabalístico a la palabra Bafomet.

Imagen de bafomética

Hay también quien ha querido ver en el Bafomet una referencia a Tem. Oph. Ab Templum Opbis Abscondita, «el Templo de la serpiente escondida», pero sin duda es una imaginación ocultista más. Probablemente la clave de lo que sería el Bafomet nos la proporciona la Cábala hebrea. Si escribimos esta palabra en hebreo, y la leemos de izquierda a derecha, como si estuviera en español, vemos que la componen las siguientes letras: Bet (b) Pe (p) Vav (w) Mem (m) Taf (t) Si aplicamos un criptosistema cabalístico denominado Atbash (de Alef = Tav, Beth = Shin, etc.) obtenemos: Shin (c)

Vav (w) Pe (p) Iod (y) Alef (a) Que leído también de izquierda a derecha se pronuncia Sophia. Así, el famoso Bafomet no sería sino un símbolo de la Sabiduría.[29] Existen varias representaciones del Bafomet, a veces lo encontramos con barba y cuernos de macho cabrío, a veces tiene rostro de mujer.

Baphomet de Eliphas Levi

Para el ocultista Eliphas Levi, «el Bafomet no es un dios: es el signo de la Iniciación; es también la figura jeroglífica de gran Tetragrama divino».[30] Se ha hecho corresponder al Bafomet con el Arcano número XV conocido como El Diablo. En la representación del Tarot de Marsella de este naipe podemos ver a un cornudo personaje medio desnudo con alas parecidas a las de un

murciélago y de color azul. Sus manos y sus pies tienen forma de garras y son de color carne sombreado. Con la mano izquierda está asiendo una espada que no tiene mango. Está encima de un yunque rojo en el que están atados al cuello con una gruesa cuerda dos personajes cornudos. El de la izquierda, un macho, parece estar muy triste y el de la derecha es una hembra alegre, pues está sonriendo. El fondo del suelo de esta carta es de color negro, como ocurría en el Arcano n.º XIII, la Muerte, lo cual de alguna manera los relaciona. Si bien podemos ver aquí a Adán y Eva hechos prisioneros por el diablo y atados por el pecado al yunque (el yunque es un símbolo del herrero o sea del «soplador», el falso alquimista que trabaja de un modo violento en el exterior pero no realiza la Gran Obra interior), también podríamos aventurar la interpretación contraria y ver una unión de los dos principios, el masculino y el femenino. Recordemos un antiguo dicho judío que afirma que «La Torah es como un yunque, que cuando es golpeado con un martillo, saltan de él miles de chispas». En algunos tarots, como el de Court de Gébelin, la espada del diablo también tiene garras y en otros en vez de con una espada nos encontramos con una vela, sin duda una alusión a Lucifer (El portador de luz).

En la famosa Iglesia de Rennes-le-Château hay una representación del diablo en la que los expertos han visto rasgos árabes. No es un Bafomet, pues más bien recuerda a Asmodeo, pero no deja de estar relacionado con él. Es curioso que el día del santo patrón de esta iglesia sea el 17 de enero, porque es precisamente durante la noche de este día cuando aparece en el cielo la constelación del dragón, uno de los animales asociados con el diablo. Recordemos, por otra parte, que este demonio estuvo relacionado con la construcción del Templo de Salomón precisamente en el mismo lugar en el que Jacob tuvo su famoso sueño.

Un lugar terrible Si hay que relacionar un Arcano con la caída de la Orden del Temple, ese es el Arcano XVI, llamado La Maison-Dieu, la Casa (de) Dios. La Torre, como se le conoce normalmente, fue uno de los símbolos de los Templarios, pero en este caso esta Torre es destruida por un rayo.

El Santo Sepulcro, grabado del siglo XV.

En un grabado del siglo XV que representa al Santo Sepulcro podemos apreciar varios elementos relacionados con el simbolismo de la Maison-Dieu Las «Maison-Dieu» son monasterios-hospitales. Cabe destacar el fundado

en Montmorillon a finales del siglo XI por Robert a su regreso de Jerusalén. Este establecimiento de caridad estaba destinado a acoger a los peregrinos y más tarde a los enfermos. A finales del siglo XII, sin duda, por influencia templaria, se le anexó una torre octogonal,[31] la capilla del cementerio. Esta carta (⇒ lámina 5) representa a una torre cuyo tejado acaba de abrirse sacudido violentamente por un rayo. Dos personajes vestidos de rojo y azul, de cabellos azulados, caminan sobre los pies. La traducción literal en hebreo de Maison-Dieu es Betel. Betel era el lugar en el que Jacob tuvo su famoso sueño en el que pronunció unas palabras que han suscitado ríos de tinta: «Qué terrible es este lugar».

La Torre ( Tarot del siglo XVI.

Betel está relacionado con el Betilo,[32] piedra que en las culturas semíticas se asociaba con el rayo. Antiguamente los aerolitos eran llamados «betilos». El Arcano n.º XVI del Tarot de Vieville (1643-1664) (ver ⇒ lámina 5), anterior al Tarot de Marsella, no recibe la denominación de La Maison-Dieu,

sino la de La Fouldre (El rayo). En este caso no es una torre la que se ve atacada por el rayo, sino un árbol, pero el simbolismo es el mismo. Tanto este naipe como el siguiente, La Estrella, nos están hablando de una experiencia concreta, y sin duda ésta sea el gran secreto de los Templarios: la experiencia que Jacob tuvo tras la lucha contra el ángel.

Tarot de Court de Gébelin

Tanto el Zohar como los grandes cabalistas comentan que Jacob luchó en realidad contra un ángel que encarnaba a las fuerzas del Mal. Por eso en el Tarot antes del Arcano XVI tenía que estar el XV, denominado Le Diable, o sea El Diablo. Tras vencerle obtuvo de él algo muy importante: un nuevo nombre. Dejó de llamarse Jacob para llamarse Israel, palabra que podemos interpretar como Ish roe El, el hombre que vio a Dios.[33] Jacob se dio cuenta de que el ángel con el que había luchado encarnaba a las fuerzas del Mal por un detalle: éste le dijo «Déjame ya que me vaya, que sale la aurora». De esto Jacob dedujo que el ángel «temía a la luz del día». Pero Jacob insistió que no lo dejaría irse si no lo bendecía (Bereshit Rabah

78,3). Uno de los términos que en hebreo significan «aurora», Barekah, nos lleva a Berajah, «bendición». Con todo, la interpretación cartomántica más habitual de este Arcano lo relaciona con una catástrofe o una pérdida, y realmente la caída de la Orden del Temple fue ambas cosas.

Tarot de Marsella

Isis o La Estrella La Estrella es uno de los arcanos más bellos y llenos de simbolismo, particularmente elocuente en el tema que nos ocupa. Lo más sobresaliente de este Arcano es la gran estrella que parece presidirlo. Si nos fijarnos bien, en la versión del Tarot de Marsella (⇒ lámina) podemos apreciar nada menos que la Cruz Templaria, en rojo, tapada por la Cruz de Malta, la heredera de la Orden de Hospitalarios de San Juan. En el Tarot de París este naipe es totalmente distinto. Vemos en él a un astrólogo armado de un compás enfrascado en difíciles cálculos astronómicos que está observando una estrella de ocho puntas. Es harto extraño su sombrero, que recuerda a una pirámide. Si Court de Gébelin hubiera conocido este naipe seguramente habría visto aquí un vestigio de los egipcios. Se ha dicho que la mujer que aparece desnuda aquí era María Magdalena, pero en la mayoría de las representaciones de la Magdalena sus cabellos son rojizos, mientras que en este naipe son azules. También se la ha relacionado con la Prostituta de la que habla el libro XVII del Apocalipsis de san Juan y que para sus exegetas sería Babilonia.[34] A favor de este argumento podemos decir que el pueblo babilonio era un pueblo de adoradores de estrellas. Con todo, lo más probable sea que la iconografía de este naipe tenga su origen en la diosa egipcia Isis, la del «manto de estrellas», que es como aparece en el Tarot de los Visconti o en el grabado de Athanasius Kircher que reproducimos en la lámina. Para otros se trataría de María bajo su denominación de Stella Maris. Curiosamente los Templarios acudían a ella por medio de la oración cuando

se encontraban en peligro diciendo:

Marie, étoile des mers, conduis-nous au port du salut! (María, Estrella de los Mares, llévanos al puerto de la salvación). Esta carta nos ofrece una curiosidad que no ha pasado desapercibida a los astrólogos. Una de sus jarras correspondería al signo de Cáncer, el primer signo de Agua, y la otra a Escorpio, el segundo, que las recogería de Cáncer. Entre el primer día de Cáncer y el primero de Escorpio transcurren exactamente 153 días. El número secreto o triangular del 17 (o sea 1+2+3+4+5+6+7+8+9+10+11+12+13+14+15+16+17) es precisamente 153.

Tarot de Court de Gébelin

Una de las curiosidades de esta carta del Tarot de Marsella la podemos ver en la rodilla del personaje. ¿Por qué la rodilla que está hincada en el suelo es distinta de la otra? El bulto o quizá el vendaje que vemos en esta rodilla no hace sino obligarnos a fijarnos en ella. En hebreo la palabra «rodilla» se dice Berej, y es la raíz de la palabra Berajah, «Bendición».[35] Esta última palabra, relacionada constantemente en la Cábala con la Copa y el número 5, debemos asociarla al Grial. Si nos fijamos en los santos que decoran la iglesia de Rennes-le-Château, santa Germaine, san Roque, san Antonio Abad, san Antonio de Padua y san Lucas y escribimos las iniciales de sus nombre obtenemos G.R.A.A.L., que es como en francés se llama al Grial. La onomástica de estos santos es precisamente el 17 de enero, excepto la de Lucas que se celebra el 18 de octubre. En este idioma la rodilla se dice Genou. No deja de ser curioso que la iglesia de Rennes-le-Château, en la que el padre Berenger Saunière hizo colocar una pila de agua bendita encima de un diablo que recuerda al arcano n.º XV del Tarot, esté dedicada también a san Genulfo o saint Genou, cuya festividad se celebra, precisamente, el día 17 del mes de

enero. El otro santo cuyo día es el 17 de enero es san Antonio, que nació en Egipto en el año 251. Como nos cuenta la Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine, este santo vivió 105 años. Se comenta que luchó a diario durante 20 años con el Diablo, pero lo venció gracias al signo de la Cruz. De ahí la divisa que comparte con Constantino: In hoc signo vinces.[36] La etimología griega de genou es cercana a la de gone, lo cual nos envía la fuerza generadora y, por ende, regeneradora. Algunos autores hacen de él el patrón de los iniciados, pues en ciertas sociedades secretas el neófito que va a iniciarse lleva descubierta una rodilla. Por otra parte el famoso criptógrafo Grasset d’Orcet hacía un juego de palabras entre Yo-Nos (Je-Nous), que se pronuncia igual que genou. En Je-Nous el Yo se identifica con el Nous, la parte divina del hombre según la tradición hermética.

Tarot de Marsella.

Saint-Genou es también un pequeño pueblo cercano a Bouzancais, en el departamento de l’Indre (Francia) famoso por un misterioso edificio llamado La Lanterne des Morts, «la linterna de los muertos». Este pueblo es famoso

por su museo de la porcelana. Nacido en Roma hacia el año 230 Gengulphus (el futuro san Genulfo) evangelizó varios pueblos franceses. Rabelais cita a Saint-Genou en los capítulos VI y XLV de su Gargantúa. No es posible hablar de los misterios de Isis sin mencionar un libro: El asno de oro, de Apuleyo. Un detalle sumamente importante de este libro es que el protagonista, caído en un estado bestial por culpa de un pecadillo de juventud relacionado con la Magia, sólo tiene una posibilidad de regenerarse y volver a su estado humano: comiendo cierto alimento que le ha de dar la diosa Isis. Este alimento es la Rosa. Curiosamente la rosa en árabe se llama Gul, y de ahí viene el término gules que en Heráldica indica el color rojo. La Rosa simboliza pues a la medicina hermética, aquella capaz de regenerar al hombre caído.

Perro Ladrador… Uno de los Arcanos más polémicos del Tarot de Mar-sella es el XVIII, denominado La Luna. Si bien su interpretación cartomántica es bastante negativa y lo relaciona con las mentiras, las calumnias, las decepciones, la envidia o la depresión, la Luna contiene un simbolismo tan rico que no podemos quedarnos ahí. Vemos en esta ⇒ lámina a dos perros que ladran a la Luna hacia la que parecen dirigirse 19 gotas o lágrimas, rojas, azules y amarillas. Esta Luna se encuentra en cuarto creciente y parece estar dividida en tres planos. Del círculo lunar, en el que podemos apreciar el perfil de la Luna, parten siete rayos azules, siete blancos y siete rojos. En la parte inferior de la lámina podemos distinguir un crustáceo en una especie de piscina. En el fondo del naipe aparecen dos torres doradas como el suelo. El detalle de la piscina es harto simbólico: en hebreo «piscina» se dice Brejah, perteneciendo esta palabra a la misma familia etimológica que Berej, «rodilla» y, como vimos al hablar de la Estrella, Berajah, «Bendición».

Tarot de Court de Gébelin

El crustáceo que está dentro de la piscina podría ser un escorpión o, como se ha dicho, una cangrejo, pues la Luna es según la astrología tradicional el planeta regente del signo de Cáncer. En algunos tarots esta carta recibía también el nombre de «El Crepúsculo». Las torres doradas pueden relacionarse con los numerosos edificios que poseían los Templarios, y los dos perros con el rey Felipe el Hermoso y el Papa Clemente V En el Dictionnaire de l’Académie Française de la edición de 1798 leemos que: «Se dice proverbialmente y de un modo figurado de un hombre que maldice a otro que está mejor situado que él y cuyas injurias no podrán alcanzarlo que es como un perro que ladra a la Luna». De alguna manera ladrar es, como maldecir, decir mal, hablar mal, no

disponer de la Palabra. Una frase del Quijote, «ladran, luego cabalgamos» viene a decirnos lo mismo si la leemos cabalísticamente: «los profanos ladran, pero los Sabios hacemos cábala». Felipe el Hermoso y Clemente V ladraron, pero los Templarios siguieron cabalgando.

Tarot de Marsella

Los vestigios de la Papisa Juana En la Edad Media nació el mito de la Papisa Juana, mujer que fue elevada al trono de Pedro y dio a luz camino de su coronación. Si la Iglesia de Pedro, representa a Roma y el exoterismo, como muy bien ha señalado René Guénon, y corresponde al aspecto masculino de la divinidad, la Iglesia de Juan representa la Iglesia Interior (⇒ lámina) y el esoterismo, correspondiendo al aspecto femenino de la divinidad, lo que los hebreos llaman Shekinab.

Tarot de Marsella.

Diversos autores opinan que el libro que lleva encima de sus rodillas es el libro del Apocalipsis.[37] Para otros se trataría del famoso Liber Mundi de los Rosa+Cruces. Este libro aparece en un antiguo grabado en el que vemos a Hermes Trismegisto enseñándolo a sus discípulos. No parece que esté

leyendo el Libro, más bien lo está mostrando y en sus manos adivinamos extraños ademanes. De alguna manera la Papisa nos está diciendo algo, mientras que en otra carta que debemos relacionar con ella, el Arcano número V o El Papa, se nos están ocultando oscuros secretos.

Hermes Trismegisto con el Liber Mundi

Tarot de Court de Gébelin

Un Emperador sin imperio ES posible que el Arcano n.º IIII encubra una burla hacía Felipe el Hermoso. ¿Creyó alguna vez este monarca que tras acabar con los Templarios el Papa lo erigiría en Emperador? O quizá se trate únicamente de una carta en la que el motivo iconográfico proceda de Alemania. En este naipe vemos a un hombre sentado en un trono color carne vestido de azul con una capa roja: lo carnal (rojo) está para él por encima de lo espiritual (azul). Sus cabellos y su barba son blancos, así como sus pies. Los demás elementos que aparecen en esta carta guardan una estrecha correspondencia con los del Arcano número III, la Emperatriz: un escudo con un águila y un cetro con una cruz. El Emperador parece estar concentrado en el globo que aparece en su cetro, casi hipnotizado por él. Su sed de poder lo ha poseído y por eso se ha confabulado con el Arcano siguiente, el número V (El Papa), para despojar a los Templarios de sus bienes. En algunos de los llamados Tarots Revolucionarios, en vez de un Emperador aparece un Abuelo (Gran Père) tocado con el birrete revolucionario y con una ingenua flor en la mano en lugar del cetro (⇒ lámina). A pesar de la belleza del naipe es indiscutible que se ha perdido cualquier sentido simbólico y esotérico.

Baco o el Papa El Papa, Arcano n.º V, corresponde al Papa Clemente V. Es un Papa un tanto extraño ya que tanto en el Tarot de Marsella como en el de Court de Gébelin está dándole la espalda a las dos columnas (esto es, lo sagrado) y dirigiéndose hacia unos personajes (o sea lo humano). En la ilustración puede verse a un hombre anciano con barba y bigote, vestido de azul con una capa roja. Como sucedía con el Emperador, lo carnal (rojo) está para él por encima de lo espiritual (azul). Coronado por la mitra papal, en el Tarot de Marsella el Papa aparece sosteniendo con su mano izquierda una triple cruz de oro. Observemos que en esta mano lleva un guante en el que podemos adivinar nada menos que la cruz templaria. El guante significa disimulo y el hecho de que esté puesto en la mano izquierda (en latín sinistra) nos muestra lo siniestro de sus intenciones.

Tarot de Marsella

Tarot de Court de Gébelin

El Papa es el Sumo Pontífice (literalmente «hacedor de puentes») cuya misión simbólica es nada menos que unir el Cielo y la Tierra. Lo que se conoce como Bendición consiste precisamente en hacer descender el Cielo sobre la Tierra (lo cual queda reflejado en ese símbolo universal que es la cruz con el eje vertical correspondiente al Cielo unido al horizontal correspondiente a la Tierra). La letra de la Bendición que es, como vimos la He (h) tiene un valor numérico 5, como esta carta. En algunos Tarots más antiguos como por ejemplo en el Tarot belga llamado Vandenborre (1775) en vez de «El Papa», el Arcano n.º V corresponde a Baco (⇒ lámina). El personaje está bebiendo de un recipiente de mimbre dorado con tanta fruición que parece que está comiendo. El n.º V, en francés cinq, Baco, y bouffe (come) or (oro) aludirán a Saint-Baque de Bufor, un anagrama del alquimista Fabre du Bosquet.

Una rueda que da muchas vueltas Al Arcano n.º X se le conoce como La Rueda de la Fortuna. Es un símbolo conocido desde la más remota antigüedad[38] que se puede aplicar a múltiples situaciones de la vida.En el caso que nos ocupa se ha dicho que la Rueda de la Fortuna simbolizaba el fabuloso tesoro de los Templarios. Es posible. Lo que sí es cierto es que no podemos dejar de ver en este naipe tres etapas que si bien en el ser humano corresponderían a la infancia, la madurez y la decrepitud, si lo relacionamos con la Orden del Temple se trataría de sus inicios, su apogeo y su caída. Esta Rueda de la Fortuna es, no lo olvidemos, una máquina, o sea algo artificial, algo de origen humano. Tiene seis radios y una manivela. Los tres personajes ridículos y simiescos que aparecen en ella son en el fondo el mismo en tres estados distintos. Observemos que el que está arriba tiene el poder (la espada) y la gloria (la corona), pero se trata del poder y la gloria de este mundo.

Tarot de Court de Gébelin

En un manuscrito del siglo XII aparece una Rueda de la Fortuna con cuatro personajes. El de la derecha dice Spes Regnabo (Esperanza, Reinaré), el de la parte superior Gaudium, Regno (Gozo, Reino), el de la izquierda, que está bajando Timor, Regnavi (Temor, Reiné) y el que acaba de caer de la Rueda y está fuera de ella Dolor, Sine Regno (Dolor, estoy sin Reino).

Tarot de Marsella

Un misterioso ermitaño El Arcano número VIIII, denominado El Hermitaño, es particularmente importante dentro de la simbología relacionada con los Templarios. Lo podemos hacer corresponder a un monje que desempeñó un papel fundamental en la creación del Temple: san Bernardo de Claraval. Esta carta representa a un barbudo anciano que camina ayudándose de un bastón seco y de una linterna. Va vestido de rojo, con una capucha roja y un manto azul. Tanto su bastón como su barba, bigote, cara y manos son de color carne. El fondo del naipe está sin colorear, pero el bastón nos indica que el Hermitaño camina sobre un suelo amarillo estriado. Para muchos autores este personaje representaría a Diógenes, que caminaba a la luz del día con una linterna encendida en busca de un hombre. Al menos simbólicamente el Hermitaño es el hombre que se busca a sí mismo. Hemos querido conservar la denominación de Hermitaño y no de Ermitaño, para hacer hincapié en el sentido hermético de este naipe, que representa al Sabio. Como ya vimos al hablar de La Templanza, la letra H corresponde a hebrea He (h), llamada también la letra de la Bendición.

Tarot de Court de Gébelin

En el Llamado Tarot de Carey, Tarot revolucionario de 1791, el Ermitaño es denominado «El Pobre». No se trata únicamente de una proletarización del Ermitaño, pues existe una relación simbólica entre el pobre y la Bendición. [39]

En algún Tarot el Hermitaño tiene un signo en la frente, recordándonos a Apocalipsis XII-16

Hermite

El número 9, que encontramos, por ejemplo en los nueve fundadores de la Orden, lo vemos también en los 72 (9 x 8) Artículos que no podemos dejar de relacionar con los 72 ángeles de la Cábala[40]. Asociado también con los 9 meses de la gestación este número se escribe en hebreo con la letra Tet (f), la inicial de Tov, uno de los misterios más importantes de la doctrina cabalística.

Sello de san Bernardo

En el sello personal de san Bernardo podemos apreciar tres detalles importantes. El primero la vara que sostiene con su mano izquierda y que recuerda a la que el Hermitaño sostiene con esa misma mano. El objeto que aguanta con su mano derecha no deja de recordar a la linterna del Hermitaño. Sin embargo el detalle más importante es el triángulo invertido que vemos en su pecho. El triángulo en forma de V es el símbolo por excelencia de lo Femenino. En la T que podemos ver en la imagen podemos apreciar el lema de Constantino que aparecía en la Iglesia de Rennes-le-Château junto con los cuatro evangelistas. A la izquierda aparece el rey Carlos V. La letra T que forma la cruz es una de fas correspondencias de la letra hebrea Taf (t), intercambiable con la Tet (f). Taf quiere decir precisamente «signo». Una curiosidad: encima de Jesucristo leemos IRNI en vez de INRI. Eso, de alguna manera, nos está indicando que hay algo «al revés», algo de suma importancia invertido. Observemos que toda la situación nos está señalando un triángulo invertido formado por los brazos de la T y las dos espadas. De

nuevo la V, lo Femenino.[41]

Los misterios del número VII Todo el Tarot, como por otra parte el libro del Apocalipsis, parece estar construido en base al número 7. 21 (7 x 3) Arcanos mayores, 56 (7 x 8) Arcanos menores… Todo ello hace que el Arcano n.º VII adquiera especial relevancia. El Arcano n.º VII del Tarot de Marsella recibe el nombre de Le Chariot, que podemos traducir como «El Carro». En hebreo esta palabra se diría Mercavah. En algunos juegos de naipes y también al algunos tarots recibe la denominación de «El Triunfo». Con todo el carro que podemos ver en la mayoría de barajas no es precisamente un carro triunfal. Todo el esoterismo cabalístico parece girar en torno a dos grandes temas: Bereshit y Mercavab. Bereshit corresponde al principio del Libro del Génesis y Mercavah a la famosa visión de Ezequiel en el capítulo I del libro que lleva su nombre. Este naipe representa a un joven rubio e imberbe, de pie en un carro de forma cúbica, en el que cuatro columnas sostienen un dosel color carne. La cara, las manos y el carro en cuestión también son del mismo color carne. El cetro que sostiene con su mano derecha es distinto del que sostenía el Emperador (Arcano n.º IIII). En la cara frontal aparecen unas curiosas siglas: S. M. Algún libro moderno ha llegado a decir que significan Su Majestad, pero no es posible pues no nos hallamos ante un rey sino ante un marqués, como indica su corona. Para otros autores sería una alusión al Mercurio

(Mercurius) y al Azufre (Sulphur) alquímicos. Las hombreras que luce tienen forma de rostro y recuerdan a las del caballero de Espadas. Estos rostros hacen pensar en Jano y podrían representar el pasado y el futuro. El carro está tirado por dos caballos, que parecen dirigirse en direcciones opuestas, así como las dos ruedas del carro. Otra curiosidad digna de mención es que este auriga no está utilizando ninguna rienda para llevar su carro.

Tarot de Court de Gébelin

Para algunos autores esta carta representaría a Faetón en el carro del Sol en su cielo diurno y su viaje más allá del río de los Infiernos. Curiosamente sumando los botones del pecho on los del cinturón del personaje podemos contar exactamente 19 botones, lo cual nos dirige al arcano n.º XVIIII, el Sol. ¿Qué relación podemos establecer entre este naipe y los caballeros templarios?

El Carro en un antiguo tarot del siglo XVI

Aparentemente ninguna, pero recordemos que en algunas imágenes templarias aparece un caballo con dos caballeros; nos hallamos aquí ante la inversión: un caballero con dos caballos.

Tarot de Marsella

El n.º 19, por otra parte, nos lleva al Sol, que tos alquimistas hacían corresponder con el oro. En algún Tarot vemos un curioso error en el nombre del Arcano n.º VII. En vez de Chariot leemos Charior. Or, «oro» nos lleva a los misterios del Gran Arte. En la mayoría de tarots nos encontramos en la carta del Carro con un personaje que sostiene un cetro. Sin embargo, en el Tarot del siglo XVI este personaje lleva una espada. El valor numérico de este naipe (el 7) nos lleva a la séptima letra del alfabeto hebreo, la Zain (z) que, curiosamente, significa «espada». El número 7 es uno de los números más importantes del Apocalipsis, y se refiere a las 7 iglesias, los 7 sellos, las 7 trompetas, etc.

El alquimista y los misterios de la Unidad El primer Arcano del Tarot se llama Le Bateleur, y en los Tarots españoles e ingleses se lo traduce como El Mago. En realidad un Bateleur no es un Mago sino más bien un bufón, un saltimbanqui. Existe incluso una palabra en antiguo provenzal, batalhaire, que significa «charlatán». Para muchos autores Le Bateleur simboliza al Adepto, y en el tema que nos ocupa se relaciona con Nicolás Flamel.[42] Según el libro de Brown, Nicolás Flamel fue el Gran Maestre del Priorato de Sión entre 1330 y 1418. A este gran alquimista, sin duda el más emblemático de todos los tiempos, no se le conoce tanto por su Libro de las Figuras Jeroglíficas como por aparecer en los libros de la autora inglesa Rowling. Pero Flamel no es sólo un personaje de Harry Potter. Nicolás Flamel fue el alquimista más importante de su época titular de una descomunal fortuna. El libro de Flamel fue traducido al inglés y editado en Londres en 1624. Isaac Newton, otro Gran Maestre del Priorato de Sión según El Código da Vinci, lo tuvo en gran estima y poseía una copia manuscrita de su puño y letra del mismo.

El Mago en un antiguo tarot del siglo XVI

El Libro de Abraham el Judío

Según nos explica Flamel en su libro, aprendió los secretos de la Gran

Obra gracias a un manuscrito titulado el Libro de Abraham el Judío. Los estudiosos que se han interesado por al vida de Nicolás Flamel han cometido todos el mismo error: confundir al personaje con el hombre que tenía una misión, una misión dentro de la historia de la Transmisión en el esoterismo occidental que sin duda le superaba. Flamel fue un hombre más o menos corriente, con una vida también más o menos corriente hasta que la providencia hizo que cayera en sus manos un manuscrito que, como hombre corriente, fue incapaz de descifrar: El libro de Abraham el Judío. Después de su muerte (o de su desaparición, pues no está tan claro que falleciera), este libro fue la inspiración de una cadena de alquimistas que se acabaría con Fulcanelli y sus seguidores. Como ya señalábamos en el prólogo a nuestra edición del principal libro de Nicolás Flamel, fue sin duda este libro lo que le proporcionó la luz a Fulcanelli que se basó en las descripciones realizadas por Flamel para «interpretar» alquímicamente la catedral de París. Flamel fue un hombre que para muchos pertenece a la leyenda, pero no nos cabe la menor duda de que fue un hombre de carne y hueso que trabajó en un laboratorio y que nos ha legado libros escritos con su puño y letra. Tuvo un sueño en el que un ángel le exhortaba a leer en un Libro, aunque no entendiera nada, porque «un día sería capaz de ver en él lo que ningún otro hombre es capaz». Cuando un tiempo después, alguien le vendió el manuscrito que había visto en sueños, no podía dar crédito a sus ojos. A pesar de todos sus esfuerzos no pudo entender qué significado tenía el contenido de aquel libro. Curiosamente la palabra Maranatha, que aparecía a menudo en el texto provocó en él una curiosidad sin límites que le llevaría, en la vida real o en sueños, poco importa, a encontrar a un sabio cabalista que le ayudara a interpretarlo. Flamel estuvo precisamente 21 años estudiando este misterioso libro. Aquí hemos de ver una referencia a los 21 Arcanos Mayores numerados del Tarot, teniendo en cuenta que Flamel corresponde al Bateleur, el primero de ellos.

Tarot de Marsella

Ya hemos visto que Bateleur significa «saltimbaqui» o, si preferimos, «bufón». ¿Por qué, pues, lo asociamos con el Alquimista? Apoyándonos en lo que Fulcanelli denomina «lenguaje de los pájaros», esa cábala fonética tan cara a los alquimistas, podríamos leer Bateleur como Beteleur, o sea alguien que hace «beteles o betilos»: la Piedra de los Sabios. Como escribe Louis Cattiaux hablando precisamente de Maranatha «basta con que un corazón sencillo y sagaz comprenda y practique aquí abajo la vía de Dios antes del tiempo del gran juicio que consumirá toda mugre y separará toda hez del cuerpo glorioso». Esta fue precisamente la misión de Nicolás Flamel. Aquí podemos ver una curiosa relación con los Arcanos XX, el Juicio y XXI, el Mundo. El gran juicio que consumirá toda mugre y separará toda hez aparece en el Tarot en el Arcano n.º XX, en el que podemos ver a un ángel tañendo la trompeta como nos indica el libro del Apocalipsis.

El Juicio y el Mundo en el Tarot de Court de Gébelin

El cuerpo glorioso es lo que nos está mostrando un poco impúdicamente la figura femenina que aparece en el Arcano XXI. La separación de la hez o de la piel de bestia del cuerpo glorioso es precisamente el acto de «mondar» que da nombre a este naipe. En él nos encontramos con otro de los grandes símbolos femeninos: la Mandorla. Esta palabra, que significa «almendra», se refiere en la iconografía ortodoxa a la Gloria. Es una alusión al cuerpo

glorioso, final de la Gran Obra.

La copa y el corazón El sueño de Jacob es la clave del Tarot, como ya sugerimos en El Tarot Esotérico.[43] La Baraja, que nos lleva a Berajah conecta fonéticamente con Barekah, «amanecer», «lucero del alba». Sabemos, por la Cábala, que Jacob simboliza al hombre celeste y el color que simbólicamente, se le atribuye, es el azul.[44] Por otra parte se lo relaciona con el número 12, pues él fue el padre de las 12 tribus. El número 12 nos lleva a la duodécima letra, la Lamed y al Arcano XII, “el Ahorcado”. Este es un extraño ahorcado, pues no lo está por el cuello, como correspondería, sino por el talón. Y curiosamente en hebreo Acav, “talón” es la raíz etimológica del nombre Jacob. La interpretación que habitualmente se da de este naipe es descorazonadora: sacrificio, fracaso, pérdida. Sin embargo, si nos fijamos en el personaje, vemos que está particularmente alegre: ni un ápice de sufrimiento. La letra Lamed significa “aprender”; según el gran cabalista Rabí Itsjak Ginsburgh representa “El corazón de un hombre sabio ascendiendo para comprender”. El personaje que aparece en este naipe se ha dado la vuelta (en Cábala se diría que “ha hecho Teshuvah”) para entrar en ese final que para algunos (uno o dos por siglo) es un principio,[45] pasando por la experiencia fuhni-nante que lo llevará a lo que simboliza el Arcano XVII, La Estrella. La letra Lamed es la inicial de Lev, “corazón”.

El Ahorcado, Tarot de Marsella

René Guénon ya señaló en diversas ocasiones (ver nota 41) la relación entre la Copa y el Corazón. Ambos motivos señalan un mismo misterio que podemos ver evocado en el Tarot por el llamado «Palo» de las Copas. El naipe que tanto en el Tarot de Court de Gébelin como en el Tarot de Marsella corresponde al 1 de Copas nos presenta una copa harto curiosa, que más parece un recinto templario que un mero recipiente.

Copas del Tarot de P. Voisin

La leyenda nos presenta al Grial como la copa que Jesús utilizó en la última cena, aunque en las distintas fuentes el concepto de Grial varía considerablemente. Se han aventurado diversas etimologías a esta palabra, siendo la más aceptada la del monje cisterciense Helinandus (S. XIII) que hace referencia a la visión del un ermitaño (en el año 717) del plato o la copa utilizados por Jesús en la Última Cena, en la que el ermitaño escribió un libro en latín llamado Gradale. De este modo nos encontramos con dos aspectos de un mismo símbolo: la copa y el libro. Helinandus nos informa que «Gradalis o Gradale es un plato (scutella) ancho y un poco profundo en el que solían servirse costosos manjares a los ricos en forma gradual (gradatim), bocado tras bocado en diferentes hileras». La interpretación de «Sant Grial» como «sangre real» (sangre real) que tanto gustó a Leight y Baigent y que retoma el autor de El Código da Vinci no se difundió hasta finales de la Edad Media. Fonéticamente suena muy bien, pero etimológicamente no se sostiene.

1 de copas del Tarot de Court de Gébelin

René Guénon compara una de las leyendas que relaciona el Cirial con la esmeralda que se desprendió de la frente de Lucifer en el momento de su caída con el llamado Tercer ojo, que en la tradición hindú se conoce como

«sentido de la eternidad». Esta relación —escribe Guénon—,[46] nos parece más adecuada que cualquier otra para esclarecer perfectamente el simbolismo del Grial; y hasta puede captarse en ello una vinculación más con el corazón, que, para la tradición hindú como para muchas otras, pero quizá todavía más claramente, es el centro del ser integral, y al cual, por consiguiente, ese «sentido de la eternidad» debe ser directamente vinculado. En la versión alemana de la leyenda, Von Eschenbach se refiere detalladamente a esta esmeralda y nos revela cuáles son sus virtudes y quiénes son sus guardianes: los Templarios. Como escribe Carlos de Tilo: «… unos valientes caballeros moran en el castillo de Montsalvage donde se guarda el Grial. Estos son los Templarios quienes, a menudo, cabalgan lejos en busca de aventuras… En este castillo reside una tropa de altivos guerreros. Quiero deciros con qué se sustentan: todo lo que les sirve de alimento les viene de una piedra preciosa que, en su esencia, es toda pureza. Si no la conocéis, os diré su nombre: se le llama lapsit exillis. Por la virtud de esta piedra, el Fénix se consume y convierte en cenizas; pero de estas cenizas renace la vida; gracias a esta piedra el Fénix realiza su muda para reaparecer luego en todo su esplendor y más hermoso que nunca. Cualquier hombre, por enfermo que esté, puesto en presencia de dicha piedra, con seguridad seguirá escapando de la muerte durante toda la semana que sigue al día en que la ha visto. Quien la ve deja de envejecer. Desde el día en que esta piedra se les aparece, todos los hombres y todas las mujeres recuperan el aspecto que tenían en la época de la plenitud de sus fuerzas. Si permaneciesen en presencia de la piedra a lo largo de doscientos años no cambiarían, sólo sus cabellos se volverían blancos. Dicha piedra da al hombre tal vigor que sus huesos y su carne, recuperan enseguida su juventud. También lleva el nombre de Grial».[47] Entre las virtudes del Grial, Julius Evola[48] señala cinco, que resumiremos:

1. 2. 3. 4. 5.

Posee una virtud iluminadora. Es dador de vida. Es capaz de curar heridas mortales y de prolongar la vida. Proporciona un poder sobrehumano y da la victoria. Es mortalmente peligroso pudiendo cegar e incluso fulminar al indigno.

La Copa, el Corazón, la Rosa, la Almendra,[49] el Templo, se trata siempre del mismo símbolo: el lugar sagrado de la recepción. La característica principal de este lugar es su cualidad receptiva, femenina. Como todas las flores, la rosa está provista, desde el punto de vista botánico, de un cáliz en el cual se almacena el néctar, y el sagrado Cáliz es uno de los nombres por los que se conoce al Grial. El Grial es el Vaso sagrado, algo que encontramos en todas las tradiciones, antes y después de Jesucristo. Es la copa sacrificial que contiene el Haoma mazdeo o el Soma védico, ambos elixires de la inmortalidad, como también la ambrosía griega o el hidromiel de la mitología nórdico germánica, el misterioso Odrerir, que proporcionaba el don de la Poesía y la eterna juventud. Quizá el símbolo más sencillo del Grial y por ello también el más poderoso es el triángulo con el vértice hacia abajo, representación tradicional tanto del Corazón como de lo Femenino, que en el simbolismo hermético correspondería al elemento Agua. Es también la letra V, mayúscula, inicial de Vita, «vida» y Virgo, «virgen». Otro símbolo que se le asocia es el de la flor cuya forma evoca la idea de «receptáculo», como muy bien señala Guénon.

La esmeralda recuerda de modo notable la urnâ, perla frontal que, en la iconografía hindú, ocupa a menudo el lugar del tercer ojo de Shiva, representando lo que puede llamarse el «sentido de la eternidad». En el centro del yantra de Shiva podemos apreciar otro símbolo universal: la Estrella de Seis Puntas, en la que o y e están unidos.

A modo de conclusión Rompe el cántaro, pues, eres agua, no cántaro. Ve más allá de ti mismo, pues, eres mar, no río. MOHAMMAD SHIRIN DE TABRIZ Ya vimos, al principio de este libro, que Guénon sostenía que cuando una forma tradicional está a punto de extinguirse, sus últimos representantes pueden muy bien confiar voluntariamente a una memoria colectiva lo que de otro modo se perdería irremisiblemente; esta memoria colectiva, en el caso que nos ocupa, es el Tarot. Los representantes de una corriente tradicional a punto de extinguirse, los Templarios. Para Guénon «éste es, en suma, el único modo de salvar lo que puede serlo en una cierta medida; y, al mismo tiempo, la incomprensión natural de la masa es una garantía suficiente de que lo que poseía un carácter esotérico no por ello será desposeído del mismo, permaneciendo solamente, como una especie de testimonio del pasado, para aquellos que, en otros tiempos, serán capaces de comprenderlo». Resulta paradójico, pero la manera más eficaz de guardar un secreto es ocultarlo allí donde nadie presupone que pueda encontrarse. Una antigua leyenda explica que cuando el Creador quiso ocultar la Verdad no la escondió en el fondo del mar ni en el pico del monte más alto, sino en el único lugar donde el hombre no iría a buscarla: en su propio corazón. Este cuento tiene, sin embargo, más miga de lo que parece, pues nos está diciendo que Dios no escondió la Verdad allí donde el hombre podía ir a buscarla profanamente, sino en el único lugar donde por su naturaleza misma el profano tiene vedada la entrada: el corazón. Louis Cattiaux escribía en su Mensaje Reencontrado «que el Templo del Señor es su Gracia dentro de nuestro corazón».[50] El

Templo, símbolo por excelencia de los templarios, no es, pues, para el Sabio distinto del corazón, ni de la Rosa, ni del Grial. Es el lugar de la recepción, de la experiencia iniciática, que no es una experiencia exterior y profana (profano significa «fuera del Templo»). Pero el cuento nos está diciendo también cuál es esa Verdad que el Creador ocultó: es el corazón, equivalente en la baraja francesa de lo que en el Tarot es la Copa, es el Grial. Vimos, al hablar del Arcano n.º XVI denominado La Maison-Dieu y que en algunos Tarots recibe el nombre de La Fouldre, la relación entre Betel (traducción literal en hebreo de Maison-Dieu) y el betilo, o «piedra de la tormenta». El lugar en el que Jacob tuvo su famoso sueño y que llamó Betel o Luz, es el mismo en el que más tarde se alzaría el Templo de Salomón. Según la Tradición Betel era también el nombre de la piedra que Jacob utilizó como almohada durante su sueño. Recordemos que uno de los nombres que recibió el Grial es precisamente lapis betilis, lo que, según Evola[51] «nos remite a Baitulov, a la piedra caída del cielo en la mitología griega». El Betilo es también el Omphalos, el Ombligo que no sólo simboliza al Centro, sino también el lugar que nos conecta con lo Superior. Esta piedra representaba el punto de comunicación entre el cielo, la tierra y el mundo subterráneo. Como indicábamos en el capítulo dedicado al Bateleur, podemos establecer una relación etimológica, aunque por lo que sabemos nadie la ha hecho antes, entre Bate-leur y Betilo. También, por disparatado que parezca, entre Betilo y Beetle, «escarabajo» en inglés. Emisario del Sol, símbolo de la luz y de la regeneración, el escarabajo designaba entre los egipcios a los iniciados. Uno de los nombres de Ra, el dios del Sol, era precisamente Kepera, «escarabajo» que simbolizaba la resurrección. ¿Qué tendrá que ver el escarabajo sagrado con el Grial? O, dicho de otro modo, ¿qué tendrá que ver el Grial con el Escarabajo? La relación entre el cráneo humano y el escarabajo señalada por R. A. Schwaler de Lubicz,[52] es evidente en la ilustración que tomamos prestada de este autor. El cráneo también es, de algún modo, recipiente o Grial. Sobre él recae la unción (recordemos que Jacob «ungió» la piedra sobre la cual recostó su cabeza) y sobre él se coloca la corona, símbolo de la luz y de la Bendición. «Escarabajo» se dice en griego Xanfaruv, «cantarus», lo que nos lleva a un término tan castizo como «cántaro». Como la garrafa (del árabe quarrabah),

el ánfora, la tinaja, la jarra, la botella, la copa o el cuenco, se trata siempre del mismo misterio: el Grial, el Rompecabezas por excelencia.

Notas

[1]

Dan Brown, El Código da Vinci, Umbriel, Barcelona 2003.
Los templarios y el Tarot

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