Llegará un día en que las mujeres Señoras y criadas Negritud

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ISSN 469-0414 Llegará un día en que las mujeres Por Vanina Barrionuevo1

Resumen La novela Criadas y Señoras, de Kathryn Stockett (2009), ofrece la visibilización de la fuerte presencia del patriarcado cualquiera sea el estrato social, desarrollada en la década del 60, refleja una fuerte xenofobia (aún presente en nuestros días) con destellos de deshumanización, en el sur de Estados Unidos. Segregación racial, explotación, violencia, resistencia, injusticias, religión, familia, patriarcado, miedo, naturalización. El eje gira en torno a los relatos de mujeres blancas, negras, ricas, no tan ricas, pobres. Una gama cromática de formas de vida puestas en contraste: las mujeres negras son las criadas, las que sirven a las blancas, las que crían a los hijos de éstas y a los propios, las que viven en los suburbios y, por otro lado, las mujeres blancas atravesadas por la estructura que las determina como mujeres bien, mujeres modelo, estar atentas a las necesidades de sus maridos. Por ello, nos cabe cuestionar el origen histórico de la dominación del hombre sobre la mujer, ¿cómo se ha sostenido en el tiempo? ¿Cuáles son las bases que lo justifica? La subordinación es reflejada en la novela que también muestra a las mujeres que se resistieron, de las que decidieron no aceptar estereotipos ni estigmas, de las que se lanzaron a pelear por la escritura para construir en la memoria y la conciencia el registros de sus vidas.

Palabras clave: Patriarcado – Criadas y Señoras – Mujeres – Opresión - Negritud

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Vanina Barrionuevo tiene 29 años, es estudiante del Profesorado de Música en el IFDC de Villa Mercedes (SL). Militante de la nueva izquierda y feminista, cantautora e integrante del trío femenino 'Las Violetas' (una apuesta por nuestra música latinoamericana); canta y dice, ama y crea.

Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 6, junio 2018.

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ISSN 469-0414 Llegará un día en que las mujeres se atrevan a revelar su interior; ese día la moral sufrirá un vuelco; las costumbres serán cambiadas. Alfonsina Storni

La histórica opresión de la mujer se hace presente en cada uno de los acontecimientos que vivimos a diario, el patriarcado sigue permeando todos los tejidos de la sociedad como una pandemia que enferma mentes y relaciones. Estas condiciones no han escapado a Kathryn Stockett en su novela Criadas y Señoras (2009), pues aun no siendo el eje central de la historia, ofrece la visibilización de la fuerte presencia del patriarcado cualquiera sea el estrato social. Por ello, mi intención es ahondar aún más en la relación que yace entre la cuestión de género y el poder que se ha afirmado en los cimientos de la escritura y, cuando hablo de escritura, me refiero a la misma que ejercieron los varones, aprovechando a su favor a la hora de dictaminar leyes, en un principio leyes divinas y moralizantes, devenidas leyes civiles. Simone de Beauvoir nos afirma: «Siendo hombres quienes han hecho y compilado las leyes, han favorecido a su sexo, y los jurisconsultos han convertido las leyes en principios», añade Poulain eruditos,

de

la

todos

Barre. Legisladores, ellos

sacerdotes,

filósofos,

escritores

y

se han empeñado en demostrar que la condición

subordinada de la mujer era voluntad del Cielo y provechosa para la Tierra. Las religiones inventadas por los hombres reflejan esa voluntad de dominación: han sacado armas de las leyendas de Eva, de Pandora; han puesto la filosofía y la teología a su servicio [...] Desde la Antigüedad, satíricos y moralistas se han complacido en trazar el cuadro de las flaquezas femeninas. Conocidas son las violentas requisitorias que contra ellas se han dirigido a través de toda la literatura francesa. (Beauvoir, 1972, p. 7) Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 6, junio 2018.

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ISSN 469-0414 Es así que se ha mantenido a la mujer bajo el yugo del hombre a lo largo de la historia, ya sea bajo las leyes o los mandatos religiosos, ahora bien, para continuar con los hilados que entretejen mi hipótesis es preciso detenerse en la obra de Stockett: Criadas y Señoras se desarrolla en los años 60, los sucesos históricos de la época reflejan una fuerte xenofobia (aún presente en nuestros días) con destellos de deshumanización, en el sur de Estados Unidos. Segregación racial, explotación, violencia, resistencia, injusticias, religión, familia, patriarcado, miedo, naturalización; son algunos de los conceptos que atraviesan la historia enmarcada en la obra. El eje gira en torno a los relatos de mujeres blancas, negras, ricas, no tan ricas, pobres. Una gama cromática de formas de vida puestas en contraste: las mujeres negras son las criadas, las que sirven a las blancas, las que crían a los hijos de éstas y a los propios, las que viven en los suburbios, las que se sientan al final del transporte público, las que no se sientan en inodoros de blancos, las que portan supuestas enfermedades condicionadas por su color de piel, las que son golpeadas por sus maridos, las que además de ser mujeres, son negras, son pobres… Y por tanto, la proliferación de diferentes formas de opresión recae sobre ellas. Empero, la opresión ejercida por el patriarcado no discrimina estratos sociales ni color, sólo el hecho de devenir mujer nos coloca a todas bajo la prensa del machismo que aplasta y vulnera, cosifica, estereotipa y violenta; según la novela, las mujeres blancas son oprimidas y atravesadas por la estructura que las determina. Ellas deben ser amas de casa, mujeres bien, mujeres modelo, cuidar de sus hijos y estar atentas a las necesidades del hogar y de las satisfacciones de sus maridos quienes, desligados de toda responsabilidad doméstica, trabajan fuera de casa para mantener el sustento de la familia. Es así como la mujer queda dependiente del hombre, convirtiéndose en un objeto que no piensa ni se vale para sí, sino que su existencia es limitada a la mera atención de los caprichos del “sueño Americano” machista y capitalista. Las mujeres viven dispersas entre los hombres, atadas por el medio ambiente, el trabajo, los intereses económicos, la condición social, a ciertos hombres -padre o marido- más estrechamente que a las demás mujeres. Burguesas, son solidarias Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 6, junio 2018.

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ISSN 469-0414 de los burgueses y no de las mujeres proletarias; blancas, lo son de los hombres blancos y no de las mujeres negras. (Beauvoir, 1972, p. 6). En la historia de Stockett se muestra a las mujeres distanciadas unas de otras, sobretodo, las que poseen bienes materiales de las que carecen de ello, no reconociendo la marca que enlaza a todas; es así que la máxima divide y reinarás toma forma explícita en las cuestiones de género. En dicha obra, una de las protagonistas cuyo personaje representa el de una criada afroamericana llamada Minny, manifiesta: Si Dios hubiera querido que una blanca y una negra pasaran tanto tiempo juntas, no habría inventado las razas. (Stockett, 2009, p. 234). Ahora bien, nos cabe cuestionar el origen histórico de la dominación del hombre sobre la mujer, ¿cómo se ha sostenido en el tiempo? ¿Cuáles son las bases que lo justifica? Infiero que este sostén se ha establecido en base a aquello que ha quedado escrito, que representa la Ley, una forma de vida injusta y justificada. Petrucci (2003) afirma que la memoria escrita está conformada por el patrimonio completo de todos sus testimonios escritos, sostengo entonces, que las religiones que han dominado la historia y sus Sagradas Escrituras han tenido y tienen la influencia suficiente para colocar al hombre por arriba, y a la mujer en su sombra. Desde las mujeres apedreadas hasta la muerte y la quema de brujas hasta la condena social que recae sobre nosotras, encuentran su justificativo en los textos sagrados. Y, al estar bajo la esfera de lo divino, cualquier cuestionamiento que pueda inmiscuirse, abraza los límites de lo inmoral. Dominando desde la violencia simbólica y física, con las bases en la moralidad más retrógrada, denigrante y ya en un estado de putrefacción mental y sentimental avanzado, la humanidad ha caído en la redes del sentido común producido en el discurso hegemónico dominante. La palabra del Señor advierte: La mujer aprenda en silencio, con plena sumisión. No consiento que la mujer enseñe ni domine al marido, sino que se mantenga en silencio, pues primero fue formado Adán, después Eva. (Epístola I a Timoteo 2:11 según San Pablo). Y amén a toda práctica que incumba el sometimiento de ésta sobre aquél.

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ISSN 469-0414 Las religiones han sido dirigidas siempre por hombres conteniendo una buena cuota de misoginia que se ha sostenido en los Libros Sagrados que la fomentan. Simone de Beauvoir recupera en su libro El Segundo Sexo: «Bendito sea Dios nuestro Señor y Señor de todos los

mundos,

por

no haberme hecho mujer»,

dicen los

judíos en sus

oraciones matinales; mientras sus esposas murmuran con resignación: «Bendito sea el Señor,

que me ha creado según su voluntad.» (Beauvoir, 1972, p. 7). Vemos

nuevamente, cómo las religiones instauran en el imaginario social la idea de que la mujer es portadora de una inferioridad frente al hombre que la ubica en un lugar de resignación. La penalización del aborto, el salario desigual por el mismo trabajo, la violación legal marital, la desvalorización de la vida de la mujer, y demás ataques contra el género se encuentran legisladas a lo largo y a lo ancho del planeta que habitamos. Leyes que nacen de una moral religiosa que se hace perenne en la escritura, como afirma Pattanayak (1991), para perpetuar la opresión en nombre de la cultura escrita. La subordinación de la mujer, como advertimos al comienzo, es reflejada en la novela de que también muestra a las mujeres que se resistieron, de las que decidieron no aceptar estereotipos ni estigmas, de las que se lanzaron pelar por la escritura para construir en la memoria y la conciencia el registros de sus vidas. En línea con el texto de Stockett, si a la condición de mujer le agregamos el hecho de ser negra y vivir en condiciones de pobreza, cabe destacar que el acceso a la educación o el ejercicio de una profesión era cuestión de unas pocas iluminadas pues una población analfabeta o semi analfabeta es más sencilla de dominar. Pattanayak (1991) deja en claro que el analfabetismo está ligado a la pobreza. Por su parte, Armando Petrucci (2003) sostiene que la escritura instaura una desigualdad entre aquel que lee y escribe y aquel que no, entre el que lo hace bien y mucho y aquel que lo hace mal y poco, y desprende a la vez los límites de la distribución social de la riqueza, de la diferencia de sexos, edades, geografías y culturas. Por ello, el proyecto emprendido por las protagonistas de la obra se tornaría un verdadero desafío, afrontando los riesgos con altas posibilidades de presentación. ...puedo ver en los rostros arrugados y sufridos de las criadas que les encantaría que se publicase. Tienen miedo y cada diez minutos miran la puerta temerosas de Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil. Maestría en Literatura para niños. Res. CONEAU nº 808/14. Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Número 6, junio 2018.

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ISSN 469-0414 que las descubran hablando conmigo, de que las apaleen o las dejen ciegas como al nieto de Louvenia, o, santo Dios, de que las agujereen a balazos en la puerta de su casa como a Medgar Evers. El riesgo que corren es una prueba de que desean que se publique con toda su alma. (Stockett, 2009, p. 300). Vale resaltar entonces, que el temor ha sido la herramienta esencial de los sectores dominantes. Violencia mediante, la opresión se refuerza desde los umbrales del miedo. Por lo que respecta a la obra, se puede apreciar el testimonio de Minny, quien cuenta: No saben lo patética que me vuelvo cuando Leroy me pega. Me da miedo devolverle los golpes. Me da miedo que me abandone si le planto cara. Sé que no tiene sentido y me cabreo conmigo misma por ser tan débil. ¿Cómo puedo querer a un hombre que me muele a palos? ¿Por qué amo a un maldito borracho? Una vez le pregunté: «¿Por qué? ¿Por qué me pegas?». Se agachó, y con su cara frente a la mía, me dijo: «Si no te pegara, quién sabe de lo que serías capaz». (Stockett, 2009, p. 440).

Como vemos, el miedo es estático, paralizante, nos mantiene inmóviles y sumisas. Sin embargo, la resistencia vendrá a postularse como su contracara, determinando el movimiento que tiende a empujar hacia adelante, demostrando que las cosas no fueron siempre así, que los constructos sociales intervienen en nuestras subjetividades y modos de relacionarnos y no sostiene ninguna verdad, que estamos siendo de una forma y tenemos el poder de luchar para subvertirla. En el mismo sentido, las protagonistas de la novela se resistieron, decidieron emprender un nuevo proyecto de vida atravesado específicamente por la escritura. "Aun cuando la resistencia no tiene un final exitoso, la memoria prevalece como inspiración" (Navarro, 2016, p. 129), es así como ellas se emponderaron para liberarse de sus destinos premoldeados, rompieron con estereotipos, visibilizaron injusticias, accedieron a la soberbia herramienta de la escritura y la doblegaron a su favor, dejando esa memoria escrita en ejemplares al alcance de sus pares y de las que vendrán…

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ISSN 469-0414 Llegando al final, me encuentro en condiciones de reafirmar que la novela Criadas y Señoras hila fino entorno a los sistemas patriarcales, visibilizando la desigualdad de género y la encrucijada de la mujer negra que además de sufrir esta injusticia es atravesada por la discriminación racial. Asevero desde una postura crítica que el patriarcado se ha instaurado y ha perdurado en el tiempo por la acción de los discursos escritos que lo han posibilitado, permitiendo de este modo, su reproducción de generación en generación. Aún más se profundiza si estos discursos provienen de la Voluntad Divina, y son el eje de las religiones machistas, misóginas y agraviantes contra, respondiendo a un sistema desigual, en constante conflicto por el poder, adornando la hegemonía que porta el sector dominante con sus mensajes moralizadores que rigen las leyes de cada nación. En el génesis, dios le dijo a Eva: Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces; con dolor parirás los hijos, y estarás bajo la potestad o mando de tu marido, y él te dominará. (Génesis 3:16). No obstante, empezar a cuestionar es renacer, es la base de toda conquista. En efecto, será indispensable apoderarnos de las herramientas que sostengan nuestras luchas y convertirnos en semilleros para ver en el mañana la flor renacer: transformar radicalmente nuestra realidad. Stockett presenta la historia de tres mujeres que comienzan por darse cuenta de que algo está mal y se decidieron por revertir sus situaciones. Es así que despiertan al mundo convirtiéndose en las actrices principales de sus vidas, rompiendo con el sometimiento y demostrando autosuficiencia, apropiándose de la práctica que instaló un fuerte sistema de desigualdad para reinventarla al son de su merced. Esta práctica es el lenguaje plasmado en la escritura. Sus semillas como fuente de inspiración pertenecen al orden de lo simbólico, hechas tinta, impresas en un papel.

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Referencias Bibliográficas

de Beauvoir, Simone (1972). El segundo sexo, Ed. Siglo Veinte, Buenos Aires. Navarro, M.R. (2016). “Memoria y resistencia en la literatura caribeña femenina” en Escrituras de mujer, Milanesio et al (comp.), UniRío Editora, Río Cuarto. Pattanayac, D. P. (1991). Cultura y oralidad, Barcelona, Gedisa. Petrucci, A. (2003). La ciencia de la escritura: Primera Lección de Paleografía, Fondo de Cultura Económica, traducción de Luciano Padilla López. Buenos Aires. Stockett, K. (2009). Criadas y Señoras, Maeva, Madrid.

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