Había una vez el sembrador

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Había una vez… un Sembrador Mi esposa creció en un hogar de agricultores, sus padres trabajaban la tierra, plantaban yerba mate, tabaco, maíz y menta entre varios productos, en la provincia de Misiones. En los años de noviazgo y los primeros años de casados todas las vacaciones las pasábamos compartiendo el trabajo en el campo, la experiencia de sembrar, cuidar, ver crecer, trasplantar, limpiar, sanar y finalmente cosechar. Es sin duda, una de las más fascinantes maneras de entender la vida. El milagro se produce dentro de la tierra, es imperceptible el momento del brote, poco a poco la tierra cede el lugar a la nueva plantita que se asoma a la luz y al aire, y casi sin darnos cuenta la nueva planta se muestra dispuesta y creciendo en todo su esplendor. El Señor espera que su Palabra tenga el mismo efecto en nuestras vidas, que al ser oída o leída encuentre en nuestros corazones una buena tierra para crecer. El problema no es la semilla, el sembrador o el clima, el asunto en cuestión es cómo está preparada la tierra que recibe a la semilla. ¿Cómo está tu corazón? El Señor Jesús relata en esta parábola, sobre cuatro posibles terrenos o condiciones de nuestro corazón al acercarnos a recibir la semilla de su Palabra. Contó muchas historias en forma de parábola como la siguiente: «¡Escuchen! Un agricultor salió a sembrar. A medida que esparcía las semillas por el campo, algunas cayeron sobre el camino y los pájaros vinieron y se las comieron. Otras cayeron en tierra poco profunda con roca debajo de ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra era poco profunda. Pero pronto las plantas se marchitaron bajo el calor del sol y, como no tenían raíces profundas, murieron. Otras semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron y ahogaron los brotes. Pero otras semillas cayeron en tierra fértil, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! Todo el que tenga oídos para oír, que escuche y entienda». Mateo 13:3-9 (NTV) 1° Corazón Duro Las semillas que cayeron en el camino representan a los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden. Entonces viene el maligno y arrebata la semilla que fue sembrada en el corazón. Mateo 13:19 La tierra del camino está pisoteada, dura, soporta el tránsito permanente y por eso se compacta de tal manera que la semilla no puede entrar. Es tierra igual que la otra, pero al no permitir que la semilla profundice, no solo hace que sea imposible el brote, sino que también expone a la semilla a ser de alimento para las aves. Jesús dice que las aves representan al mismo Satanás que arrebata la Palabra para que no llegue al corazón. Hay muchas causas de un corazón duro: las injusticias de la vida, los dolores profundos y escondidos, las malas experiencias con cristianos que se equivocan o la rutina y el enojo. Pero nuestro Dios es especialista en corazones duros. Dice Ezequiel 11:19: “Entonces les daré un corazón sincero y un espíritu nuevo. Cambiaré el corazón de piedra que tienen por uno de carne para que cumplan mis leyes y obedezcan mis mandamientos. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios”.  Compartan en grupo si conocen personas cercanas que tengan hoy su corazón endurecido para recibir el mensaje de salvación. Tomen un tiempo para orar por ellas, pueden hacerlo en forma individual sin nombrarlos o compartiendo nombres y situaciones, sosteniéndose unos a otros en la intercesión, pidiéndoles juntos al Señor que haga su obra en ese corazón endurecido. 2° Corazón Superficial Las semillas sobre la tierra rocosa representan a los que oyen el mensaje y de inmediato lo reciben con alegría; pero, como no tienen raíces profundas, no duran mucho. En cuanto tienen problemas o son perseguidos por creer la palabra de Dios, caen. Mateo 13:20-21

El terreno pedregoso representa a aquella tierra que recibe la semilla con alegría y al principio parece crecer y germinar, pero la falta de raíz y profundidad finalmente hacen que la planta no pueda soportar el calor y las inclemencias del tiempo. Son las pruebas y los momentos difíciles los que hacen evidenciar cuánto de la Palabra está arraigado en nuestro corazón. Pablo oraba de esta manera: Pido en oración que, de sus gloriosos e inagotables recursos, los fortalezca con poder en el ser interior por medio de su Espíritu. Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes. Efesios 3:16-17  ¿Qué acciones prácticas nos ayudan a fortalecer la fe para poder arraigarnos más y más en el Señor? 3° Corazón Dividido El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan, de modo que ésta no llega a dar fruto. Mateo 13:22 (NVI) Esta tierra es muy buena, tan buena que crece todo tipo de planta, y eso mismo hace que finalmente no pueda llevar fruto ya que los espinos y la maleza la superan en tamaño y compiten con la Palabra logrando que esta se ahogue. El apóstol Juan escribió: No amen este mundo ni las cosas que les ofrece porque, cuando aman al mundo, no tienen el amor del Padre en ustedes. Pues el mundo sólo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea. Pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre. (1° Juan 2:15-17). Es muy posible que seamos una tierra fértil, y eso es genial, lo importante es ser conscientes de qué es lo que está creciendo en nuestro corazón. Una manera fácil de descubrirlo es pensando en qué estamos gastando nuestro tiempo, esa simple observación nos ayudará a entender qué es lo importante para nosotros hoy, siempre debemos preguntarnos: ¿Qué me moviliza? ¿Qué es lo que más disfruto? ¿Qué ocupa en mayor medida mis pensamientos? ¿En qué gasto mis fuerzas? Ahora pensemos en cuánto del Reino de Dios está implícito en esas respuestas.  Compartan en el grupo cómo sienten que el mundo está influenciando hoy sus vidas en Cristo. 4° Corazón Abierto Las semillas que cayeron en la buena tierra representan a los que de verdad oyen y entienden la palabra de Dios, ¡y producen una cosecha treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! Mateo 13:23 Hoy el Señor nos llama a ser esa buena tierra donde su Palabra puede crecer y llevar fruto. Santiago nos enseña cómo debemos actuar frente a la Palabra cuando nos dice: Pero no sólo escuchen la palabra de Dios, tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos. Pues, si escuchas la palabra pero no la obedeces, sería como ver tu cara en un espejo. Te ves a ti mismo, luego te alejas y te olvidas cómo eres. Pero, si miras atentamente en la ley perfecta que te hace libre y si la pones en práctica y no olvidas lo que escuchaste, entonces Dios te bendecirá por tu obediencia. (Santiago 1:22-25).  Compartamos en grupo expresando en forma concreta que puedo hacer hoy para acercarme a la Palabra de Dios con un corazón dócil y obediente, para cada día disfrutar así de su bendición.  Terminemos orando, dando gracias a Dios por su Palabra y comprometiéndonos a ser tierra fértil que lleve frutos para su gloria y la extensión de su reino.
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