6. El método de hacer Teología Moral de san Alfonso

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Capítulo Sexto: EL MÉTODO DE HACER TEOLOGÍA MORAL DE S. ALFONSO. El ‘método’ es una cuestión ya muy antigua que ha inquietado a muchos estudiosos. Por algunos siglos fue una cuestión que se estancó por fuerza de la mentalidad griega que daba la prevalencia a lo ‘teórico’ sobre ‘lo práctico’. El decreto conciliar de Vaticano II – Optatam totius- al promover la renovación de las disciplinas eclesiásticas impulsó igualmente la ‘renovación de los métodos didácticos’ (n. 17). Posteriormente, la ‘Instrucción’ que aplicaba la Optatam totius en forma concreta a los estudios eclesiásticos1 al referirse a la teología moral alude al aporte de las ciencias naturales y humanas y a la experiencia del hombre, como también a la teología pastoral (nn. 99 y 101). La Constitución Pastoral Gaudium et spes (n. 46) implícitamente está haciendo una referencia al diálogo entre ‘doctrina y vida’: “a la luz del Evangelio y de la experiencia humana el concilio llama ahora la atención de todos sobre algunos problemas actuales más urgentes…”. Esta cuestión del ‘método’ parece haber tomado revuelo en estas últimas décadas a juzgar por la literatura reciente al respecto 2. Vico Peinado en su obra Éticas teológicas Ayer y hoy ha puesto de presente el tipo de metodología en las diversas etapas de la historia de la iglesia: -

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En la época de los Padres de la iglesia prevaleció una metodología ‘parenética’, es decir, de ‘exhortaciones’. En la época de la Escolástica dominó el método llamado ’escolástico’ cuya orientación consistía en formular rigurosamente sus afirmaciones de forma que pudieran tener un asentimiento universal; esto se conseguía procurando elevarse más allá de las concreciones a la consideración abstracta de la temática sobre la que se intenta reflexionar. A partir del Concilio de Trento, la teología moral que se había separado de la dogmática, ahora ‘se casa’ con el derecho haciendo prevalecer en la reflexión moral la dimensión legal, las leyes. En las ‘sumas’ de los confesores se incorpora el esquema interrogatorio sobre el cumplimiento de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios y los preceptos de la iglesia. Prácticamente, se hace prevalecer la ley sobre la conciencia del hombre 3. Desde entonces hasta Vaticano II en la ética primará la dimensión judicial; la ley ocupa, pues, un puesto central; así se favorece una interpretación legalista de la ética cristiana. D. Capone, experto en el conocimiento de la teología moral alfonsiana, subraya el ‘sentido notablemente humanista’ de Alfonso que contrasta con el concepto que se tenía del ‘hombre’ en la tradición rigorista: pensaban sólo en el ‘hombre en sí’, en forma abstracta; de este tipo de visión del hombre deducían las normas que debían guiar al hombre Cfr. CONGREGAZIONE PER L’EDUCAZIONE CATTOLICA, “La formazione teológica dei futuri sacerdoti”, (22Febr. 1976)”,Il Regno-Doc. 21/9(1976) 198-214. 2 Cfr. Documentos CELAM, El método teológico en América Latina, Celam, Bogotá 1994; Clodovis BOFF, Teoria del método teologico. Versión didattica, Messaggero, Padova 1998; Jared WICKS, Introducción al método teológico, Verbo Divino, Estella (Navarra) 2001; Giuseppe LORIZio – Nunzio GALANTINO, Edd), Metodologia teologica. Avviamento allo studio e alla ricerca pluridisciplinare, San Paolo, Milano 1994; J. Silvio BOTERO G., “Una metodología específica para la ética teológica?. Un intento de respuesta”, Carthaginensia 24/46 (2008) 317-337; 3 Cfr. José VICO PEINADO, Éticas teológicas ayer y hoy, Paulinas, Madrid 1993, 42-63. 1

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concreto hacia el ideal. Hoy, este método, afirma, si no se le modera fuertemente, resulta infecundo al menos en vista al diálogo con el hombre de nuestro tiempo, incluso llega a ser molesto4. Con S. Alfonso se comenzará a dar relieve a otra perspectiva distinta: una pretensión eminentemente pastoral y no sólo académica; se trata de una intención que afecta tanto a los destinatarios como a los contenidos de la formulación ética. La renovación que el Concilio Vaticano se propuso llevar a cabo, en alguna forma, ya S. Alfonso la había iniciado al dar relieve a la persona humana, a la conciencia del hombre, a la realidad concreta, etc. Vidal afirma que para tener una idea acerca del método de Alfonso para hacer teología moral, se debe partir de tres presupuestos: que es un saber difícil (a causa de ser una ciencia muy basta, porque tiene un objetivo muy diversificado, por razón de las situaciones de vida, porque cambian las leyes positivas que regulan la conducta del hombre); es un saber necesario para la pastoral y tiene una finalidad salvífica 5. De este modo surge la contraposición entre el método tradicional, llamado ‘deductivo’ y el método moderno designado como ‘inductivo’. La Gaudium et spes asumió decididamente esta orientación al plantear como punto de partida de toda reflexión teológica ‘los signos de los tiempos’: “es deber permanente de la iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad.” (n. 4). Tres verbos (escrutar., interpretar, responder..) conforman el llamado ‘método conciliar’. La misma Gaudium et spes afirma en otra parte: “es propio de todo el pueblo de Dios, pero especialmente de los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la Palabra divina a fin que la verdad revelada sea mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma más adecuada (n. 44). Con este preámbulo, entramos a preguntarnos cuál fue el método teológico que Alfonso empleó para que su obra moral tuviera la acogida y difusión que se ha merecido?. Son varios los autores que han explotado este aspecto 6. L. Vereecke, refiriéndose al método de Alfonso al hacer reflexión teológico-moral, afirma: el método teológico de Alfonso no es aquel de algunos autores, como Concina, que veían en la S. Escritura y en los Padres de la iglesia la única fuente de la moral. Alfonso se inserta, sobretodo, en las filas de los moralistas casuistas, junto a los jesuitas, que al tiempo que asumen la autoridad de los casuistas, hacen uso también de los principios racionales o reflejos para resolver los problemas morales. S. Alfonso critica el uso de sólo la autoridad en teología moral: “en la S. Escritura encuentro muchos Cfr. Domenico CAPONE, “Antropologia, coscienza e personalitá”, Studia Moralia 4 (1966) 74. Cfr. Marciano VIDAL, La morale di Sant’Alfonso. Dal rigorismo alla benignità, Academiae Alphonsianae, Roma 1992, 121-123. 6 Cfr. Louis VEREECKE, Storia della teologia morale moderna, IV parte, Accademia Alfonsiana, Roma (sin fecha). Texto dactilografiado, 122-123; Theodule REY-MERMET, A Moral de Santo Alfonso, Santuario, Aparecida 1991, 53-7; José VICO PEINADO, Éticas teológicas ayer y hoy, Paulinas, Madrid 1993, 68-69; 4 5

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principios para resolver las controversias morales, pero no todos”, afirmaba Alfonso; igualmente, los cánones pocas cosas han establecido acerca de las costumbres 7. En lo que respecta a las opiniones, Alfonso prefería la razón a la autoridad; por cuanto tocaba a los principios, se atenía a la regla aprobada por los sabios, es decir, aquellos principios que son aceptados por los doctos. Para resolver los casos particulares recurre a los más variados y numerosos posible acudiendo a los peritos; está atento a lo que sucede en la sociedad, lee los libros que van apareciendo. “Adecuar la moral a las necesidades del pueblo cristiano es un esfuerzo de cada día, decía el Santo, porque la moral es un caos que no se acaba, siempre encuentro cosas nuevas”. Esta forma de proceder en la reflexión teológico-moral, nos lleva a afirmar, como escribe D. Capone que Alfonso ya entonces empleaba el ‘método inductivo’ yendo de la experiencia a la norma general8. Como jurista que era, Alfonso supo conciliar mediante la equidad la severidad con la libertad; esto lo logró ‘pasando de la praxis a la teoría’: por esta razón su teología moral fue un esfuerzo continuo por lograr ‘el justo medio’. Con cierta ironía escribía a Remondini al saber que su opositor V. Patuzzi escribía una obra de moral (Ethica christiana), en 4 tomos: “siento la fatiga de Patuzzi que se esfuerza en restringir la moral lo más posible; después deberá encontrar quién la observe” 9. Un ejemplo de este modo de actuar lo revela Alfonso en su obrita Contestación a la Carta apologética en defensa de la Disertación sobre el abuso de maldecir a los muertos (1758): muchos obispos se habían reservado la absolución del pecado grave de maldecir a los muertos; Alfonso estaba convencido de que la expresión maldiciente contra los muertos objetivamente no ofendía la virtud de religión; sólo quería expresar irritación o rabia contra los vivos y no contra los muertos; era simplemente un acto de impaciencia que se debía corregir; esto lo había constatado hablando con los mismos maldicientes. En consecuencia, la reserva del pecado hecha por los obispos no se justificaba. De ahí que al formular reglas casuísticas, atendiese no solo a la objetividad del acto, sino también a la subjetividad de la persona. Un caso muy especial es la forma como toma posición frente al Concilio de Trento que ordenaba imponer una penitencia-satisfacción en consonancia con la gravedad del pecado: a pecados graves, una penitencia grave, pesada (Denz. 1962). Alfonso, inspirándose en la actitud de benignidad de S. Juan Crisóstomo, afirmaba que prefiere sugerir una penitencia-satisfacción leve con tal de garantizar que el penitente la cumplirá y que regresará a buscar la reconciliación en futuras ocasiones 10. Con el Crisóstomo Alfonso decía: “aunque nos equivoquemos imponiendo una penitencia leve , acaso no es preferible usar de la misericordía antes que de la severidad?” (“Etsi erramus modicam poenitentiam imponentes, nonne melius est propter misericordiam rationem dare quam propter crudelitatem?”).

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Cfr. Louis VEREECKE, Storia della teologia morale moderna, IV parte, Accademia Alfonsiana, Roma (sin fecha), 122. Cfr. Domenico CAPONE, “Metodo induttivo nella elaborazione della teologia morale: dalla esperienza alla norma generale”, Studia Moralia 25 (1987) 38-51. 9 Cfr. Domenico CAPONE, “La teología morale en S. Alfonso”, Asprenas 35 (1988) 29. 10 Cfr. S. Alphonsus DE LIGORIO, Theologia Moralis, vol.III, Lib. VI, Tract. IV, cap. 1, n. 510. 8

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Se trata de dar penitencias ‘saludables’(atendiendo a la salud espiritual del penitente) y ‘convenientes’ (teniendo en cuenta las fuerzas morales, físicas y espirituales del mismo): De este modo atendía al precepto del Concilio Tridentino. A la norma que daban algunos autores acerca del confesor que debe ser ‘doctor’ en el confesonario, es decir, revelar al penitente la verdad objetiva de su acto, Alfonso argumenta diciendo que debe ser también ‘médico’, es decir, que debe administrar la medicina con una sabia dosis. Rey–Mermet, en su obra A moral de Santo Alfonso, dedica unas páginas al ‘método alfonsiano’: después de que abandonó el rigorismo no quiso ligarse a ninguna escuela; a todas las respetaba, pero más respeto todavía tenía por la razón. Quería mantener distancia tanto de las opiniones demasiado rígidas como de las demasiado laxas. Entre unas y otras buscaba el ‘justo medio’, aunque unas y otras opiniones lo juzgan como demasiado laxo o como demasiado rígido. S. Alfonso en su obra Homo apostolicus recogió una sentencia de S. Juan Crisóstomo que, diríamos, pudo ser la consigna secreta de Alfonso: “sé austero contigo mismo, pero indulgente con los demás”. El ‘justo medio’, que tanto buscaba Alfonso en su postura respecto de los problemas morales hoy podría constituir lo que U. Sánchez García llama el “principio de la síntesis innovadora” que él explica en estos términos: “la síntesis innovadora es la actividad humana que, situada ante dos alternativas en tensión, logra que no se rechacen sino que se integren como partes complementarias en un todo superior en contenido y posterior en el tiempo”11. Son las frases copulativas o conjuntivas las que formulan este principio empleando la conjunción ‘y’: doctrina y vida, ley y libertad, objetivo y subjetivo, cerebro y corazón, etc. La teología moral de S. Alfonso cierra un período de discusiones teológicas internas (probabilismo, probabiliorismo, tuciorismo)12 y ofrece una visión moral práctica mediante su sistema manualístico; Alfonso, colocándose a mitad de camino entre aquellos teólogos que acentuaban de una manera absolutista la función de la libertad humana y los adversarios que, con una concepción rigorista de la moralidad, alejaban de la salvación, buscó una formulación mediadora con una motivación pastoral 13. Siguiendo un método ya conocido (el de Busenbaum), se propuso introducir un modelo particular de manual moral14. Con este método Alfonso, tal vez sin imaginarlo, prestó un servicio valioso a la historia de hoy y de siempre. El Concilio Vaticano II en la Gaudium et spes en forma implícita lo está avalando: “a la luz del Evangelio y de la experiencia humana….” (46)15.

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Urbano SÁNCHEZ GARCÍA, Antiguos y modernos principios en la teología moral, Universidad Pontificia de México, México 1993, 246-254. 12 Cfr. Marciano VIDAL, “Probabilismo”, “Probabiliorismo”, “Tuciorismo”, en Diccionario de ética teológica, Verbo Divino, Estella (Navarra) 1991, 484-485y 603-604. 13 Cfr. José ESCUDERO IMBERT, La Manualística ligoriana de teología moral desde la canonización de S. Alfonso hasta la proclamación como ‘Doctor de la iglesia’ (1839-1871), Athenaeum Romanum Sanctae Crucis, Romae 1990. 14 Cfr. Raphael GALLAGHER, “Il sistema manualistico della teología morale. Dalla morte di Sant’Alfonso ad oggi”, en Morale e Redenzione, a cura di L. Álvarez Verdes – S. Majorano, Academiae Alphonsianae, Roma 1983, 256. 15 Cfr. J. Silvio BOTERO G., “A la luz del Evangelio y de la experiencia humana (GS. 46). Un intento de interpretación”, Studium 49/2 (2009) 263-283; Pompeo PIVA, La fondazione critica della norma di moralità ‘alla luce del Vangelo e dell’esperienza umana’, Pontificio Ateneo ‘Antonianum’, Roma 1983-1984.

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