12-Ajedrez a la ciega (Blindfold chess), 1989-OCR, 287p

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AJEDREZ A LA CIEGA (131indf()ld chess)

13enit() L()pez ~sna()la

Club de Ajedrez

Benito López Esnaola

AJEDREZ A LA CIEGA

(Biindfold Chess)

EDITORIAL FUNDAMENTOS

© Benito López Esnaola, 1989 ©Todos los derech~s para todos los países Editorial Fundamentos Caracas, 15. 28010 Madrid. España Teléf. 319-9619. Fax: 319-5584 ISBN: 84-245-0562-X Depósito Legal: M-27096-1990 Impreso en España. Printed in Spain Impreso por Técnicas Gráficas. Las Matas, 5. 28039 Madrid Compuesto por Francisco Arellano. Juan de Olías, 11-13. 28020 Madrid. Diseño cubierta: Cristina Vizcaíno

A mis amigos Leontxo García 0/asagasti y Fernando Montes de Santiago.

PROLOGO

Todo el mundo sabe que hay hitos bibliográficos que marcan toda una época . Y es que desde la publicación de cada uno de ellos las cosas ya nunca más son iguales. El libro que el lector tiene entre sus manos puede ser considerado como una de /as aportaciones bibliográficas más importantes que se han hecho en los últimos años, y se gana así, por méritos propios, un lugar destacadísimo en la vasta obra editorial ajedrecística de todos /os tiempos. No sólo se trata de la contrastada experiencia de su autor, Benito López Esnaola, el insigne maestro de tantas generaciones de jóvenes ajedrecistas, ajedrecista él, publicista y autor de una amplia obra que comprende todos /os temas del ajedrez, desde /as aperturas a /os finales pasando por biografías y un sinfín de otros temas, sino que es la forma de tratar el campo particular del que e/ libro se ocupa, el "ajedrez a la ciega• ("Biindfold Chess" es tal vez una definición más precisa aunque en otra lengua), con una profusión de datos, biografías, records, partidas, informes médicos y científicos, curiosidades, etc., lo que hace de esta obra algo único e imprescindible no ya para el ajedrecista de toda condición y categoría, sino incluso para cualquier bib/iómano, historiador, médico o psicólogo. El trabajo que aquí se presenta ha significado una dedicación exclusiva a una tarea que sólo puede calificarse como "ingente". El vacío existente sobre eí tema era prácticamente total. Años de arduo trabajo de investigación, infinidad de .cartas dirigidas a todos /os rin cones del mundo: de Nueva Zelanda a /os EE.UU. pasando por toda Europa en busca de datos y de los propios protagonistas o de aquellos que los conocieron o /os trataron, un interminable navegar por un mar de datos científicos y técnicas difíciles de localizar y compilar, un procesamiento sin precedentes de todos los datos, todo ello, hace

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de este volumen un auténtica y genuina joya bibliográfica. Y para darnos una idea de la importancia que los grandes jugadores han dado desde siempre al tema de/libro, baste decir que aquí hay partidas y records de nombres como Philidor, Zuckertort, 8/ackburne, Pillsbury, Alekhine, Samisch, Breyer, Najdorf, Kasparov o Zsuzsa Polgar. Quien estas breves líneas escribe ha tenido fehaciente constancia de cuán largo, difícil y solitario ha sido el dedicado trabajo del autor de/libro, cuán movido, como siempre, por su amor al ajedrez y a los demás. Pues la esencia de la obra radica en que sirve de enseñanza o referencia al resto de la humanidad, como auténtico patrimonio de la cultura. Conjugar todos estos factores logrando un resultado de tal magnitud e importancia es lo que hace que a partir de ahora, a partir del mismo momento .en que el libro llega ya a los lectores abriendo ante ellos un nuevo y hermoso mundo, hace que ahora, repito, las cosas ya nunca sean lo mismo. La historia del ajedrez, incompleta hasta hoy, ya tiene su historiador y su historia -ya escrita-, un universo hasta ahora desconocido, que por obra y talento del maestro. Esnaola brilla ya con luz propia por los siglos de los siglos. Mas dejemos ahora que, parafraseando la obra operística verdiana, nuestro pensamiento vuele sobre estas páginas con alas doradas. Carlos Almarza Mato

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PALABRAS DEL AUTOR ¿cuáles son los aspectos psicológicos más destacados del ajedrez? En primer lugar, este juego es una de las actividades espirituales más complejas, en las que la individualidad cuenta más que el entrenamiento, porque la especial capacidad del ajedrecista de talento nace con él, como una predisposición esencial, congénita o heredada, aunque es factible con el tiempo el ulterior perfeccionamiento por la práctica y el estudio. Por eso, pueden destacarse pronto los niñosprodigio dotados de este talento parcial, como sucedió con Morphy, con Reshevsky, con Capablanca y en España con Arturo Pomar. Otro genio ajedrecístico, Emmanuel Lasker, campeón mundial durante muchos años seguidos, se vio obligado a discurrir una verdadera estrategia del ajedrez, como la militar de las guerras o la de las luchas de un hombre de negocios o la que necesita un artista para destacar y conseguir éxito. Su larga actividad le permitió observar las faltas y ventajas de las medidas tácticas y estrátegicas. y tras quince años de meditación, cree haber conseguido encontrar algunos importantes fundamentos estratégicos, que expone en su libro de 1907 titulado Kampf (Lucha) con aforismos para las maniobras de una lucha de campeonato. Son estos 41 aforismos de táctica y estrategia que más parecen de carácter militar, y que seguramente serían - y son todavía- muy útiles para el ajedrecista profesional y aficionado. En el jugador de ajedrez intervienen pues, en primera línea, sus cualidades psíquicas congénitas y heredadas y, en segundo lugar, su práctica y entrenamiento para desarrollar una estrategia personal. Se ha escrito mucho sobre las facultades y cualidades psíquicas que precisa un ajedrecista para destacar y, asimismo, sobre la forma o intensidad en que pueden perfeccionarse la inteligencia por la práctica del ajedrez. Era antes opinión corriente que todo gran jugador de aje7

drez poseía una gran memoria para poder jugar varias partidas simultáneas, incluso a "ciegas"; pero los estudios psicotécnicos recientes no han confirmado estas suposiciones y, en cambio, han revelado otras condiciones complejas propias de todo gran maestro de ajedrez. Veamos lo que han puesto en claro estas investigaciones. Los profesores universitarios rusos J. N. Djakov, P.A. Rudik y N.W. Petrowsky, estudiaron psicotécnicamente las capacidades o talentos parciales de los grandes maestros de ajedrez en el Laboratorio Psicológico de la Universidad de Moscú, durante el Torneo Internacional de 1925, celebrado en aquella capital, en la que obtuvieron la aquiescencia de grandes campeones mundiales Capablanca y Lasker para someterse a todas las pruebas psicológicas que aquéllos juzgaran necesarias. También se sometió a dichas pruebas el famoso Reti. Dichas investigaciones acabaron con algunos prejuicios populares respecto de los maestros de ajedrez. Se creía que éstos eran hombres distraídos, aislados del mundo y con una capacidad unilateral especialísima, como originada en un compartimento-estanco de su cerebro que faltaría a los demás, y el cual estaría desarrollado a expensas de otras partes del cerebro. A las funciones de tal compartimento correspondería una memoria fabulosa, visible aparentemente en los jugadores de varias simultáneas a la "ciega". Sin embargo, el estudio antes mencionado ha demostrado algo bien distinto: Primero, que la memoria de los maestros de ajedrez no suele ser mejor, en general, que la del término medio de los individuos, y que lo que se comprueba es una memoria de tipo profesional, como la de un músico, filólogo, bibliotecario, etc. etc. que consiste en el conocimiento confiado y exacto del objeto profesional. Segundo, que tampoco la atención y la capacidad de concentración es mayor a la del término medio. Tercero, que, por el contrario, en todos ellos se ha demostrado una rápida captación o aprehensión de todo cambio o alteración en el proceso de juego y también del acontecer simultáneo de varios hechos, o cambios; es decir, que poseen una vivaz atención dinámica, opuesta a la capacidad de distracción, en tanto que la atención estática o concentración sobre un objeto viene a ser como la de todo trabajador intelectual corriente, con sus frecuentes olvidos y distracciones. Tal descubrimiento lleva a dichos psicólogos a la importante conclusión práctica: que el juego de ajedrez pudiera ser útil para modificar o tratar de la capacidad de distracción de las personas. Resulta, pues, como resumen o síntesis de estos estudios, que no existe un talento especial para el ajedrez, como se creía antes, sino

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que lo esencial en el jugador del ajedrez es: la predilección y capacidad para el pensamiento abstracto, formal y objetivo, que le hace prefe rir lo general a los detalles y preocuparse de enfocar lo especial d esde un punto de vista general , en lo que se parece al matemático. Sin embargo, entre los dos hay la diferencia de que mientras el matemático aplica su pensamiento formal a los problemas y temas abstractos, el jugador de ajedrez lo aplica a temas concret os, pues la partida de ajedrez no es un proceso abstracto alejado de la realidad , sino bien , por el contrario, una lucha vitalmente dramática de la cual deriva su enorme fuerza de atracción sobre los adeptos al juego. Precisand o más, el matemático utiliza las formas y vías generales del pensamiento abstracto para aplicarlas a los objetos y temas generales, mientra s que el maestro ajedrecista considera desde un punto de vista abstracto los objetos y procesos concretos especiales. Queda también el aspecto ético-social del jugador de ajedrez que merece un comentario. Sobre este tema ha tratado con gran acierto el filósofo inglés Sir Bertrand Russell en su libro La conquista de la felicidad. Opina este pensador que todos nuestros deseos y apetencias, para que nos produzcan la posible felicidad , deben estar en armonía con la estructura general de la vida y ser compatibles con la salud , con el afecto de las personas queridas y con el respeto de la sociedad en que vivimos. Y luego añade, que todas las pasiones pueden tolerarse dentro de esos límites. De acuerdo con este principio, el individuo soltero o viudo sin hijos, apasionado del ajedrez, no precisa contenerse ; pero, en cambio; el casado que tiene hijos o carece de fortuna propia , está obligado a refrenarse y jugar con moderación para no descuidar sus obligaciones profesionales. Los minutos de placer que proporciona el vicio de la bebida y d e la glotonería perjudican al sujeto tanto en salud como en su contento, aunque no tenga obligaciones sociales; pero hay deberes sociales perentorios para con las esposas y los hijos, para los ingresos suficientes y para la propia salud, tres cosas esenciales para la felicidad , que quien las sacrifica en aras del vicio del ajedrez actúa en manera tan vituperable como el alcohólico o el glotón . En suma, el que hace de su afición al ajedrez compatible con sus demás deberes y obligaciones es un afortunado, pero el que todo lo descuida por su pasión de jugar al ajedrez ha perdido su capacidad de moderación . Se cuenta de Tolstoi a este propósito, que cuando le recordaron que había llegado el momento de presentarse de uniforme para recibir una condecoración militar concedida por sus méritos de guerra prefirió renunciar a ella, por no abandonar una inte-

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resante partida en la que estaba enfrascado. Otras personas se descomponen al perder, como le pasó al gran poeta Alfredo de Musset y llegan a hacerse desagradables y groseros por su violencia o descortesía; tras una serie de partidas perdidas, jugando con el político Pierre Lefranc, no pudo Musset contenerse y exclamó que si jugase dinero no se dejaría ganar tan fácilmente. Aceptada por Lefranc la apuesta, volvió a perder Musset y al tener que rendir cuentas de sus pérdidas lo hizo en forma tan ofensiva que aquél no quiso volver a jugar más con Musset. Para muchos jugar al ajedrez constituye, por el contrario, la mejor distracción o distensión durante las época de crisis económica en los momentos de grandes preocupaciones. Seguir por el camino iniciado nos llevaría muy lejos, prolongando inútilmente este prólogo acerca de la utilidad social y pedagógica del ajedrez. Remito al paciente lector a que conozca el mundo del "Biindfold -Ajedrez a la ciega" y compruebe qué grandes talentos han existido en el mundo ajedrecístico. Para llevar a buen fin esta obra, ha sido necesario consultar infinidad de libros, revistas, etc., "revolver" bibliotecas de amigos y la propia. Molestar a muchos aficionados y profesionales de nuestro juego. Enumerarlos es tarea poco menos que imposible. Además, como ocurre casi siempre, suelen escaparse algunos nombres. Por ello, prefiero no citar a nadie. Aunque haciendo una excepción, ya que desgraciadamente falleció no hace mucho, sí quiero citar el eminente Dr. Ramón Rey Ardid, gran psiquiatra y famoso ajedrecista español. El me animó a escribir este libro y repasó algunos capítulos del mismo, especialmente los relacionados con la medicina en el aspecto que él dominaba. Este libro estaba proyectado y preparado para muchas más páginas, pero razones editoriales obligan, muy a mi pesar, a "recortarlo" y dejarlo en lo más sustancioso, imprescindible e interesante para el fin propuesto . .Sin más preámbulos, entremos en materia.

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INTRODUCCiON Los aficionados , en general, siempre han evidenciado un interés especial por !os aspectos espectaculares del ajedrez. Las partidas más famosas son siempre recordadas por sus hermosas concepciones a causa de que están más allá de la experiencia y habilidad creadora de los jugadores comunes . Donde mejor se aprecia este interés, en lo espectacular, es en la larga historia del ajedrez "A LA CIEGA". El primer caso registrado del juego "A CIEGAS", según un manuscrito del Museo Británico, ocurrió por el año 970 , cuando un viajero griego llamado JOSEPH TECHELEBI, sorprendía a los ajedrecistas de Tripón con una increíble habilidad para jugar, y triunfar, sin ver el tablero. Techelebi, según cuentan, estuvo en Italia, Persia y en varias regiones del Este, extendiéndose su reputación por varios países. Es lamentable que, como en otros muchos casos, no se conserven partidas suyas. Según los tratadistas árabes, otro jugador de esta modalidad fue SAID SEN YUGAIR AL KUFI (siglo IX), fallecido en el 204 después de Mahoma (820 a.c.). También jugaron de este modo AL-SULLI y casi todos los buenos jugadores árabes de los siglos IX y X y ajedrecistas del siglo XIII, como AL-SAGALO, AL-YAHUDI, e IBN AL-NUMAN, probablemente españoles. En 1265, un famoso jugador sarraceno llamado BUZZECCIA, fue invitado a visitar la ciudad de Florencia como huésped del Conde Popoli y maravilló a un numeroso grupo de amigos al jugar simultáneamente contra tres de los más fuertes jugadores italianos de aquel entonces. Dos de estas partidas fueron conducidas por Buzzeccia sin ver el tablero, mientras que la tercera la jugó de la manera usual. El sarraceno demostró la verdad de su reputación, venciendo en dos partidas y en 11

tablando la tercera ante la sorpresa y admiración de los asistentes. Este récord se mantuvo durante 517 años. Tampoco se conservan partidas de Buzzeccia. Según MAHOMED BEN HuCAM, muchos jugadores, especialmente persas de los siglos XIV y XV, e incluso del XVI jugaban "a la ciega" llegando algunos a conducir a la vez cuatro o cinco partidas. CARRERA, en su excelente obra sobre ajedrez, impresa en 1617 en Militello, Sicilia, menciona los nombres y calidad de varios jugadores que destacaron en el juego "A LA CIEGA". Los mejores fueron: MANGRIOUNI, de Florencia; ZERONE, MEDRANO y RUY LOPEZ, de España, y también LEONARDO DE CUTRI, PABLO BOJ y el jesuita italiano SACCHERI, fueron prominentes por la frecuencia de sus éxitos sin ver el tablero. También fue notable en este aspecto el jugador palermitano BLASCO ISFRAM, BARON DE SICUUANO. En La obra de SALVJO (1604) se explica el "Vero modo de giocare de memoria". LEGALL DE KERMEUR (1702-1792), fuerte jugador del café "La RégéncEl" (1780-1792), sólo jugó una partida en su vida "a la ciega", lo cual le supuso un gran esfuerzo a pesar de ayudarse con un tablero sin piezas. En los tiempos modernos, el fundador del arte de jugar fue PHJLIDOR, en 1782. Mientras que las aperturas han sido modificadas, los "análisis" de Philidor permanecen válidos hoy, como lo fueron antes de la Revolución francesa cuando él los concibió en el café de "La Régénce". Philidor, para asombro de todo el mundo, descubrió cómo jugar "a la ciega". Este hecho fue catalogado en Francia como un casi milagro y los testigos daban constancia ante notario para que no hubiera duda de que estaba ocurriendo algo increíble. Un cronista contemporáneo escribió: "Es un fenómeno de la humanidad que debe ser atesorado entre los mejores que muestran lo que significa una excelente memoria". El mismo escritor consideraba que "la habilidad de fijar en la mente los planes enteros de tres partidas a la vez es un punto del cual no puede ir más allá la mente humana". Pero pronto fue eclipsado por otro sucesor. Hacia lámitad del siglo pasado apareció MORPHY, que ha sido, tal vez, el genio más brillante que ha tenido el ajedrez. En su juventud el nombre de Philidor era un hito a superar y Morphy, tempranamente, comenzó a anular las hazañas del francés. En 1858 jugó en New Orleans 6 partidas simultáneas "a la ciega". En la misma época en EE.UU, PAULSEN trataba de emular a Philidor y sobrepasar al joven Morphy. Después de que éste 12

jugase 6 partidas sin ver, Paulsen consiguió 8. Morphy continuó, Paulsen llegó a 1O... Más tarde aparecieron otros fenómenos como BLACKBURNE, PILLSBURY, etc. Dicen que un tal ÜSTROGOVSKY jugó en Moscú, en 1904, 24 partidas con el resultado de doce ganadas, tres perdidas y nueve tablas. Nuestras intensas pesquisas no han logrado conseguir ninguna de estas partidas, siendo probable que no fueron anotadas. Muchos maestros han conducido bien partidas sin ver. Ello es normal y hasta necesario. Aunque el gran LASKER realizó muy pocas exhibiciones de este tipo, dice KOLTANOWSKY que jugó con él varias veces "sin ver", en New York 1938, y que su talento era notable. Los miembros del Club de Ajedrez de La Habana atestiguan que CAPABLANCA, en su juventud , a menudo jugaba partidas sin ver. Sin embargo, ninguno de estos campeones mundiales se comprometió jamás a jugar muchas partidas "a la ciega". Algunos grandes jugadores consideraban que les perjud icaría en su calidad de juego si se embarcaban en muchas partidas a la vez. A nuestro juicio es un error, ¿acaso alguien puede suponer que ALEKHINE, Pillsbury, RETI o NAJDORF, por ejemplo, sufrieron algún perjuicio en su habilidad ajedrecística por causa del juego "a la ciega"? Las exhibiciones de simultáneas "a la ciega" no fueron homologadas oficialmente hasta 1924, cuando Alekhine jugó 26 en el Hotel Alamar de New York. El mismo año, con anterioridad y como previo entrenamiento, jugó 10 en el Club de Ajedrez de Manhattan, 10 en Baltimore, 10 en Louisville y 21 en Montréal. Anteriormente, Reti y BREYER, en Europa, jugaron 24 y 25 respectivamente. Otro maestro que destacó fue SAMISCH con 14 simultáneas. En Buenos Aires, esta clase de exhibiciones fueron inauguradas durante la visita que efectuó Reti, quien jugó en el Jockey Club 15 partidas, ganando todas, a pesar de tener como adversarios a varios aficionados destacados del el enco nacional. Fue una exhibición única. Reti jugó de forma admirable y estableció el récord argentino. El mismo Reti, en Sao Paulo, Brasil, batió el récord de Alekhine jugando 29 tableros simultáneos. Poco después, Alekhine batió el récord de Reti, jugando en Chicago nada menos que 32 partidas, número asombroso que puso en evidencia el cerebro privilegiado de Alekhine. Ganó 19, hizo 9 tablas y perdió 4. Por su parte, el maestro belga Koltanowsky, jugó en Amberes, en 1931, 30 partidas simultáneas "a la ciega" con el score de 20 ganadas y 1O tablas. Años más tarde, el mismo Koltanowsky se propuso batir el 13

récord de Alekhine, jugando en Edimburgo 34 partidas con el resultado de: 24 ganadas y 1O tablas. No se sabe si ciertamente este récord fue homologado o si se consideró que sus rivales fueron demasiado débiles, porque Alekhine en su libro Mis mejores partidas (1940) se sigue atribuyendo el récord mundial establecido en Chicago. El malogrado maestro belga COLLE, a raíz de las exhibiciones de Koltanowsky, quiso emular y probar suerte, empezó jugando dos o tres partidas para llegar en el término de una semana a desempeñarse con veinte tableros. Su temprana desaparición nos dejó sin saber hasta dónde podía llegar en este propósito. Según opinión del Dr. SElTZ, la mayor Performance fue establecida por el norteamericano Pillsbury, quien el27 de julio de 1902 durante el Torneo Internacional de maestros de Hannover, reunió a 21 adversarios del "Haupturnier" y después de doce horas de juego ganó a tres, perdió siete y entabló once. Cabe destacar que la mayoría de sus adversarios fueron después de poco tiempo grandes maestros. Hasta el presente, continúa el Dr. Seitz, nadie ha realizado esfuerzo tan grande. Reti, Alekhine y Koltanowsky, que después se atribuyeron los records mundiales, no se sujetaron en sus exhibiciones a reglas tan rígidas como Pillsbury y, por ejemplo, el gran Alekhine en New York, se hizo asesorar por MAROCZV y éste, cuando Alekhine cometía algún error, preguntaba nuevamente al campeón, como para advertirle que lo indicado por él no era bueno. Koltanowsky exigió a sus adversarios que debfan abandonar cuando tuvieran dos peones de menos o una pieza de desventaja. · Se estima como esfuerzo más loable jugar menos partidas con adversarios más fuertes y sin devolución de jugadas, ni indicaciones de ninguna clase. Una vez, en Moscú, realizaron una exhibición Reti, TARTAKOWER y Samisch, enfrentándose a quince tableros cada uno. El mejor resultado lo consiguió Samisch. Sobre las tres últimas exhibiciones, y en particular la de FLESCH, existen muchas dudas respecto a su veracidad, calidad de los oponentes, etc. El puntuaje realizado por los expertos "a la ciega" puede estimarse por lo menos en un 75% del máximo. ¿cómo lo han logrado? "He procurado, dice Koltanowsky, responder a esta cuestión durante toda mi carrera ajedrecística y solamente puedo expresar que cada jugador desarrolla su propia técnica para retener posiciones en su memoria. Uno recuerda todas las movidas efectuadas en cada partida, otro po14

see una mente fotográfica, un tercero afirma que él mismo no sabe cómo se las arregla para hacerlo tan bien como lo hace." Blackburne, uno de los más grandes entre los grandes "a la ciega" expresaba que visualizaba la disposición de las piezas sobre un vago tablero. Alekhine, por su parte, jugaba con símbolos convencionales representando piezas y posiciones en su mente. Pillsbury debía utilizar un método "fotográfico", pues acostumbraba a interrumpir en la mitad de la exhibición reproduciendo todas las posiciones sin vacilar (la mayoría de los jugadores actuales también lo hacen), ejecutaba algunos juegos de habilidad con naipes, jugaba viendo partidas de damas, contaba historias breves y después retomaba el hilo de las partidas objeto de la exhibición.

RECORDS

AÑO

JUGADOR

LOCALIDAD

1858 1876 1901 1919 1921 1924 1925 1925 1931 1933 1937 1942 1946 1951 1960 1961

P. Morphy J.H. Zukertot H.N. Pillsbury R. Reti G. Breyer A. Alekhine A. Alekhine R. Reti G. Koltanowsky A. Alekhine G. Koltanowsky M. Najdorf M. Najdorf G. Koltanowsky J. Flesch G. Koltanowsky

New Orleans Londres Moscú Haarlem Kaschau New York París Sao Pauto Amberes Chicago Edimburgo Sao Paulo Sao Paulo San Francisco Budapest San Francisco

NUMERO DE TABLEROS 8 16 22 24 25 26 28 29 30 32 34 42 45 50 52 56

Un caso insólito fue el de MIESES, que a la edad de 78 años (!) jugó en Londres (1943) 5 partidas simultáneas "a la ciega" con el resultado de dos ganadas y tres tablas. 15

UN JUGADOR SIN VER CONTRA OTRO TAMBIEN SIN VER El primer encuentro conocido es el que enfrentó a Laigle con Kieseritzky en 1843 (dos partidas) En 1857 Paulsen con Morphy En 1869 Zukertort con Schallop En 1883 Kolisch con Winawer En 1892 Lasker con Pollok y Arnold con Chigorin En 1899 Showalter con Pillsbury y Bardeleben con Cohen En 1909 Schlechter con Mieses (tres partidas) y Alapin con Mieses. En 1914 Alekhine con Bogoljuboff (en prisión durante la Guerra Mundial). En 1921 Jaffe con Reshevsky

CURIOSIDADES En 1874 se desarrolló en Praga un torneo con 15 jugadores, siendo todas las partidas "a la ciega". El compositor DOBRUSKY quedó primero con 13 1/2 puntos. En 1959, FINE (New York) y PILNIK (Buenos Aires) jugaron porradio un match a diez partidas. El primero sin ver el tablero. Se disputó este match a la frecuencia de 1O segundos máximo por jugada. Resultado : Pilnik 6 1/2 puntos y Fine 3 1/2.

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EXPERIENCIAS DE AJEDRECISTAS Y HOMBRES DE CIENCIA Southard y Dallenbach

De sus ex periencias personales, SOUTHARD y DALLENBACH, sacan dos conclusiones idénticas: aliado de imágenes visuales y auditivas, semblanzas naturales de lo que BINET describe como memoria visual y memoria verbal, existe un tercer grupo de fenómenos reuniendo las imágenes y sensaciones cinestésicas. Al jugar 4... Cf6-e4, Southard ; se esfuerza en reproducir la jugada pensando y dice: "En los músculos más altos del brazo derecho denoto una sensación extraña acompañada de una imagen visual , como de un largo objeto, un brazo, sin duda, que se desplaza de la derecha a la izquierda para mover el caballo en cuestión". Observación que atribuye a su habitual costumbre de usar su mano derecha para mover las piezas sobre la izquierda del tablero. Esta sensación se produce de nuevo en la sexta jugada - un poco más abajo, es decir, en el antebrazo derecho- pero también acompañada de sensaciones visuales. Southard precisa que esas imágenes cinestésicas no son más que entidades anatomo-psicológicas y que son superficiales, limitadas al hecho mismo de lo que interesa efectuar. (La semiología psiquiátrica conoce bien este género de distribución topográfica sensitiva o sensorial, en contradicción con la sistematización de vías nerviosas pero , de acuerdo con la concepción popular de la inervación, es ella la que da un reencuentro en los fenómenos funcionales duraderos de neurosis histérica de la conversión). Para Dallenbach, el dominio de las sensaciones cinestési.cas es más vasto y complejo que la simple sensación exploratoria de Soúthard. Sacó la impresión física de desplazar las piezas y las imágenes

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cinestésícas que se concentran "en los músculos y los tendones de la espalda derecha", desplazándose acompañadas de fenómenos objetivos que un observador explicó con la nota de "crispaciones musculares, movimientos rítmicos de los globos oculares, modificación de la vista y de la expresión, movimientos mínimos e inconscientes de la cabeza y de las orejas". Por lo tanto, es Binet y los jugadores cuestionados, los que han formulado (y creemos que tanto uno como otros son calificados como conocedores del tema) que la memoria es de enorme importancia . En su metodología, Dallenbach hace mención de treinta y una partidas, todas consignadas por escrito con todo detalle (tiempo de reflexión, reacciones subjetivas a la respuesta del adversario, etc.); mientras que Southard, hace su artículo después de haber jugado una sola partida sin ver el tablero (!)

Fine

No podemos olvidar a REUBEN FINE, jugador de fuerte nivel, aspirante al título mundial de ajedrez y experimentado del juego sin ver. (Por ejemplo, un match de partidas rápidas disputado contra el maestro argentino Pilnik, por radío, en 1940. Fine, en New York, jugaba sin ver el tablero y su contrario, en Buenos Aires, viéndolo. Resultado: Fine 3 1/2 puntos, Pílník 6 1/2) . Para él, el fenómeno esencial es la visualización, es decir, la capacidad de retener e individualizar rápidamente las posiciones. Muchos factores contribuyen para ello. Sobre todo hace falta un excelente conocimiento del tablero y sus piezas, así como las relaciones entre unas casillas y las piezas. Este conocimiento, fruto de una larga experiencia es indísocíable y de una integración lingüística muy particular: la notación especial del juego es el lenguaje del jugador de ajedrez, dice Fine, y lo aprende como una lengua ordinaria. Existen varios lenguajes: los relacionados con las casillas y las piezas (es decir, la nomenclatura algebraica y descriptiva) y una integración de estos símbolos asociados, que autorizan al jugador a resumir las posiciones con ayuda de frases claves para ellos, como pueden ser la descripción de una posición, el resumen de ideas personales y lc¡s estrategias que contienen equivalentes lingüísticamente a una serie de jugadas, en notación especial que se traducen en ideas en la práctica del juego. 18

Un jugador con cierta experiencia tiene una serie de complejas ideas que se representan en una frase clave del tipo de: "Una gambito de dama rehusado" o "las blancas desarrollan un ataque minoritario". Buen conocimiento del tablero y de este lenguaje específico son condiciones necesarias para la existencia de una gestaft1 tiempo-espacial correspondiente al tablero y a las piezas sin entrelazamiento ligados entre ellas, que son los principales aspectos de la "gestalt" durante muchas jugadas. Cada posición puede resumi rse de una manera dinámica por los principales elementos (material presente , estructura de los peones, posición de las piezas etc.) y la relación existente entre todo ellos. La aptitud para resumir rápidamente las posiciones es un factor esencial de la fuerza del ajedrecista. Cuando esta dinámica se efectúa, la imagen visual penetra en la conciencia: es la visualización proveniente de ella. Es decir, que las etapas precedentes de este proceso son inconscientes (en el sentido psicológico y no analítico del término). Los términos anexos que Fine aborda en el curso de su exposición son principalmente dos: la capacidad de previsión y el tour de force nemotécnico en la partida "a la ciega". ¿cuántas jugadas puede prevenir un maestro? Esta es sin duda la cuestión que se plantea todo aficionado al ajedrez. Fine, responde en forma gestalt tempero-espacial e insiste en estos tres puntos: 1) El análisis de una posición se hace en términos de variantes y subvariantes, el número de jugadas examinadas depende de la complejidad de la posición: quince o veinte jugadas, o bien solamente dos o tres. El problema real no es el número de jugadas que se pueden prevenir o calcular, pero sí el número de "gestalt" tempero-espaciales (en posiciones claves) que él puede memorizar. Este número está limitado por la similitud existente entre las posiciones imaginadas en el cálculo de variantes: todas nacen de una posición única y los caracteres esenciales (reparto del material, estructura de peones) son próximos, varios e idénticos. 2) En la práctica actual, ningún maestro necesita resolver la complejidad de una posición (salvo en el juego por correspondencia). El se limita a extraer las variantes o líneas más significativas y a la contiForma o estructura; es la unidad psicológica elemental en la teórica biopsicológica del Gestaltismo. Consiste generalmente en la aprehensión global y no analítica de las estructuras y formas. Hesnard, A. "Gestaltisme" in: Porot, A. Manuel alphabétique de psychiatrie, París, P.U.F. 1965)

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nuación más corta posible. Esto distingue al maestro del aficionado. Fine lo precisa muy bien: más que el número de jugadas que se pueden prever, la fuerza de un maestro es la capacidad para aislar aspectos esenciales de una posición y el llegar a una conclusión lógica. 3) El análisis exhaustivo de una posición sobre el tablero será finalmente más nula que útil. (Pérdida de tiempo y de energía.) Muchos maestros explican cuando comentan: "juego posicional" o "de intuición" o el término alemán de Fine que es más preciso de Positionasgegühl, que traduciremos por sensación de posición." En primer lugar, la consecución de una partida "a la ciega" lleva consigo más horas de lo común ; una partida de cuarenta jugadas (que es una cifra habitual) necesita la memorización de ochenta posiciones, debido a que son cuarenta por cada bando, blancas y negras, cada vez que efectúan su jugada. Hay varios elementos que facilitan la labor del jugador: una pieza sólo puede jugarse cada vez, excepci"onalmente dos (en caso de captura); la estructura de peones es estable relativamente después de la fase de la apertura; el rey interviene po'co antes del final, etc. etc. Una partida de cuarenta jugadas puede memorizarse gracias a cinco o seis jugadas claves, correspondientes a momentos decisivos de la partida; en otra ocasión esta memorización es favorecida por la existencia de un aspecto particular del juego que hace innecesario que el espíritu del jugador analice la posición detenidamente, ya que él calcula las jugadas a efectuar en función de las jugadas ya hechas anteriormente para alcanzar la actual, y casi inconscientemente refuerza su memoria en dicha posición. Jugar una partida "a la ciega" es cosa sencilla para un jugador de experiencia. Muchos de los maestros pueden jugar diez partidas simultáneas y que correspondan a sesenta frases claves, performance realizable por sujetos entrenados; ahora bien, según Fine, hace falta capacidad especial , que solo poseen los prodigios, susceptibles de retener las doscientas setenta frases claves que corresponden, por ejemplo, a cuarenta y cinco partidas simultáneas, como jugó Najdorf.

Pillsbury Cuando una vez preguntaron a Pillsbury, antes de una de sus maravillosas sesiones a la ciega, si necesitaba alguna preparación especial para medirse con una fuerte escuadra de aficionados, éste repli-

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có naturalmente: "El juego sin ver no necesita de mi parte preparación alguna, me basta con decidir previamente el sistema que adoptaré en cada ocasión y compenetrarme bien con él antes de entrar en batalla". Y, quedándose absorto, recostado en una mecedora comenzó a elaborar mentalmente su "mod us operandi" para la sesión, extasiándose en la contemplación de los azulinos aros de humo que largaba su inevitable cigarro habano. "Fue cuestión de cinco minutos solamente -agrega el cronista- y luego pasó a describir el sistema mnemotécnico que habfa pensado utilizar en esta ocasión, de acuerdo al número de contrarios que iba a tener": "Ante todo dividiré mentalmente en tres grupos los tableros de esta noche. El primero comprenderá los tableros números 1,4,7 y 10; el segundo estará formado por los números 2,5,8 y 11 y, el tercero por los números 3,6,9 y 12, de modo que quede un intervalo de 3 tableros entre cada uno de los del mismo grupo. Jugaré 1 P4R en todas las partidas del primer grupo y si mis adversarios me replican con la usual 1... P4R, mi segunda movida será 2. CR3A y si contestan 2 ... CD3A plantearé el 1, 4 y 1O la apertura Ruy López con 3. A5C, en tanto que en el número 7 jugaré un Guiuco Piano con 3. A4A, porque de esta manera empezaré a individualizar cada partida, detalle muy importante para el que juega a la ciega." "¿Y tratará usted todos los grupos de la misma manera? "iOh! no. En el segundo grupo intentaré obtener dos Gambitos de Dama y a ese fin jugaré 1. P4D en los tableros 5 y 11, después dividiré ese grupo en los tableros 2 y 8 y haré en estos últimos, si me dejan, dos aperturas vienesas. En el grupo tercero adoptaré uniformemente la apertura 1. P4R para ofrecer el Gambito de Rey en cada uno de los tableros. "¿Pero usted qué hará si los contrarios no responden en la forma que espera? "Nada más sencillo. Supongamos que tres de mis contrarios juegan la defensa francesa 1...P3R, uno en cada grupo; pues bien, formaré mentalmente un cuarto grupo de estas tres partidas y las separaré completamente de las demás. "Y cuando el desarrollo de los juegos cree posiciones más complicadas, ¿no experimentará usted dificultad en distinguir unas de otras? "Al contrario, recuerde que anteriormente le dije que me es preciso individualizar cada partida, y si cada contrario se apresura a hacerlo por su cuenta, tanto mejor. No es en el medio juego, ni en el final de 21

partida donde se encuentra la dificultad, porque en ambas fases hay puntos característicos fáciles de retener y los veo tan claramente como lo estoy viendo a usted en este momento. Contra la impresión general de los aficionados, puedo asegurarle que el período crítico del jugador sin ver está en la apertura, cuando la menor debilidad, la más ligera distracción puede echar por tierra todo el planteo." Cuando Pillsbury entró en la sala de ajedrez del Metropolitan Chess Club, después de algunas observaciones generales concernientes a la sesión, dio comienzo al juego diciendo: P4R en todos los tableros, menos en el 5 y 11 donde hago P4D . A la media hora había hecho en total 96 movimientos. La mayor parte de los contrarios habían respondido como él esperaba. Sin embargo, en los tableros 1, 2 y 9 adoptaron líneas imprevistas. Como luego nos explicara el maestro, aisló éstas en un grupo especial de aperturas irregulares. Después de dos horas y media de juego propuso un descanso entretenido para los jugadores y el público, pidiendo que le escribieran treinta palabras y que las numeraran, pero no en orden , sino caprichosamente y una vez que le fueron leídas, se prestó a ser interrogado por el número o la palabra correspondiente, al azar, contestando en todos los casos sin incurrir en error. Y después recitó toda la lista de arriba abajo, nombrando correctamente las palabras y los números, con gran admiración de quienes para ponerle en un aprieto habían dictado vocablos extranjeros. Y luego terminó la sesión con ocho partidas ganadas, dos tablas y dos perdidas .. ."

Pierre Biscay1

Esta forma espectacular de jugar al ajedrez intriga a los profanos que piensan que es un "truco", y los iniciados no llegan a comprender cómo se puede concebir y retener las jugadas sin ver. Por lo tanto voy a intentar demostrar el mecanismo intelectual de un jugador de fuerza media que juega "a la ciega" de acuerdo con mis • experiencias. En contra de lo que pudiera parecer, yo no tengo visión interior del tablero y de las piezas, pero mi espíritu representa un tablero de ajedrez con casillas blancas y negras con piezas Staunton o Regence. Resumen de un artículo de Pierre Biscay en Europe Echecs .

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Yo concibo el tablero como un cuadrilátero abstracto dotado de columnas numeradas: a1, b1, etc. Una larga práctica de este problema me ha dado un cierto conocimiento íntimo de este tablero abstracto y de las variaciones de sus casillas que existen en los diferentes casos (a2 y g8 están en la misma diagonal; e5 y g5 son accesibles a un caballo en f3 , etc.). Este conocimiento se conserva durante mucho tiempo por la práctica frecuente y no hace falta representar las piezas. Los profesionales conocen maquinalmente estas cuestiones, sin el menor esfuerzo y no necesitan ver el tablero. E.n el curso de una partida, no me preocupo jamás del color de las. casillas. Me preocupo solamente de la notación algebraica. Por ejemplo, sé que una diagonal es: a1 , b2, c3, d4 ... Respecto a las piezas, me las figuro como entidades imaginarias dotadas de ciertas propiedades: el alfil camina por diagonales; el rey juega sobre todas las casillas adyacentes ... Un caballo colocado en la casilla c5 adquiere de hecho fuerzas pasivas: obstrucción de la columna "e", y de la sa horizontal, pero tiene fuerzas activas pues amenaza ocho casillas. a4, a6, b3, b7, d?, d3, e4 y e6. Estas fuerzas son el resultado de la marcha particular del caballo. Cuando juego sin ver y me encuentro con un caballo en "c5", por ejemplo, solamente me preocupo de las cuatro líneas obstruidas y de las 8 casillas amenazadas. El desplazamiento de una pieza se transforma por el jugador "a la ciega" en una modificación de las fuerzas presentes sobre el tablero. Así. al jugar e2-e4 no "veo" avanzar este peón pero conozco que la entidad de este peón transfiere el punto de obstrucción de e2 y e4 y las casillas d3 y f3, a f5 y d5. Si muchas piezas están presentes en el tablero, la fuerza particular de cada una de ellas puede interferirse las unas sobre las otras. Mientras todas las piezas están en su casilla de origen, el peón e2 bloquea la dama, el rey y el alfil; si juega e4, no solamente la fuerza de estas piezas se modifica, sino que permite a la dama y al alfil amenazar dos diagonales y el rey ocupar la casilla e2. Estas reacciones naturales son extremadamente numerosas y es imposible indicar todas las posibilidades producidas por cada jugada. Por mi parte, me limito a llevar a efecto el plan que tengo en la cabeza y a conocer todas las posibilidades. de una pieza. Estoy obligado a repasar en mi mente todas las jugadas efectuadas y retener sus modificaciones de cada pieza en particular. El método es eficaz, pero largo. El gran maestro que conserva en su memoria un número importante de modificaciones evita este ejercicio fatigoso y guarda constantemente el control de la posición. 23

La teoría enseña a iniciar los planes. Son, por lo tanto, los conocimientos teóricos retenidos en la memoria los que permiten a los grandes maestros desarrollar sus planes sin gran esfuerzo. Cuando se inicia una partida, por ejemplo, con 1. e4, c5; 2. Cf3, d6; 3. d4, exd4; 4. Cxd4, Cf6; 5. Cc3, g6 el espíritu lleva a una variante de la defensa siciliana. La colocación de las piezas es muy familiar y de efectos conocidos. Por lo tanto, a los jugadores ya conocedores de la teoría de la siciliana les es fácil conducir la partida aun sin ver. Y lo mismo con otras aperturas. Haciendo 1. d4; d5 ; 2. c4, se sabe de inmediato que es un gambito de dama y se pueden proseguir muchas jugadas por ser totalmente clásicas y retenidas en la memoria en un tablero sin casillas y sin piezas. Usted puede jugar "a la ciega". Alekhine1 Cuando tenía 9 años de edad, oí hablar por primera vez del ajedrez "a la ciega". En esta época, Pillsbury visitó mi ciudad natal, Moscú, y efectuó una exhibición de 22 simultáneas "sin ver" en el Club de Ajedrez. No pude entrar a presenciarla debido a mi corta edad pero un hermano mío, participó en la competición y obtuvo tablas. Yo consideré aquella hazaña de Pillsbury como un milagro. A los 12 años, ensayé jugar "a la ciega". En razón a mi edad no podía asistir a los clubes de ajedrez, y por eso tuve que efectuar mi participación activa en partidas por correspondencia. Hacía falta mucho tiempo para analizar estas partidas y no disponía de él por mi asistencia a las clases de mis estudios primarios. Como no podía servirme de un tablero, anotaba las posiciones en un papel y hacía los análisis de memoria. De aquí saqué la conclusión de que podía jugar al ajedrez "a la ciega". A los 16 años, conseguí el título de maestro ruso en el Torneo nacional de San Petersburgo. No tenía grandes dificultades para conducir al mismo tiempo 4 ó 5 partidas sin ver. Pero no continué desarrollando mi capacidad en esta dirección, me ocupé únicamente en mi perfeccionamiento en el arte del ajedrez. La primera oportunidad de profundizar en el ajedrez "a la ciega" se me presentó con ocasión del Torneo internacional de Mannheim 1914. Este Torneo, como se sabe, fue suspendido en los primeros días de la Extracto de su libro Doscientas partidas de ajedrez.

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Gran Guerra y fui internado en Rastatt al mismo tiempo que varios participantes en dicho Torneo que eran de nacionalidad rusa : BOGOLJUBOFF, ROMANOWSKY, SELESNIEFF, BOGATIRCHOUK, RABINOWITSCH, EllAS, WEINSTEIN, y algún otro. Nada más natural que pasar el tiempo jugando al ajedrez. Pero, como no teníamos tableros a nuestra disposición, tuvimos que recurrir al juego de memoria, jugando por el motivo en cuestión, numerosas partidas "a la ciega" sobre todo con 8ogoljuboff. A finales de 1914 pude retornar a Rusia y jugué muchas sesiones de ajed rez "a la ciega" , recaudando fondos para obras de caridad. En 1916 me nombraron miembro de la Cruz Roja en el frente de Galitzia y fui víctima de una grave lesión dorsal. Por esta causa tuve que ingresar en el Hospital de Tarnopol. Aquí, las partidas sin ver me hicieron un gran servicio. Jugadores de diversos países vinieron solamente para presenciar mis sesiones de partidas "a la ciega" en dicho Hospital. En este lugar jugué una de mis mejores partidas en esta modalidad , contra Feldt. Durante la Revolución rusa, no tuve oportunidad de practicar esta especialidad. Pero en 1921 cuando salí de Rusia volví nuevamente a ensayarla, llegando a jugar doce partidas en París. Jugué con una fa cilidad sorprendente y ello me animó a preparar el récord mundial en mi primer viaje a América, en 1923. Durante ·mi estancia en Montreal jugué con 21 adversarios, batiendo el récord de Pillsbury que lo tenía en 20 tableros. Mi tentativa dio resultado pues obtuve el 80% de puntuación. Mientras tanto el húngaro Breyer jugó 25 partidas. Cuando terminó el Gran Torneo de New York 1924 y después de tres días de reposo, jugué en el Hotel Alamac contra 26 adversarios. La organización fue excelente, pero me llevé una gran sorpresa cuando vi, delante de mí a un equipo expecionalmente fuerte. Baste indicar que los 11 primeros tableros estaban conducidos por aficionados de primera fuerza y entre ellos los campeones del Manhattan y del Marshall Chess Club. Varios llegaron a ser celebridades internacionales como KASDHAN, H. STEINER y KEVITZ. A pesar de todo conseguí 16 victorias, 5 tablas y 5 perdidas, lo cual fue pa ra mí una gran satisfacción. Al año siguiente, jugué el 1° de febrero de 1925, en París, 28 partidas, logrando un porcentaje superior al de New York: 23 ganadas, 3 tablas y 2 perdidas. Hay que considerar que mis contrincantes fueron de fuerza inferior a los de New York, pero también había jugadores fuertes, como el maestro ruso POTENKINE y los maestros franceses GOETZ y BETBEDER. 25

Inmediatamente de mi sesión de París, Reti jugó en Sao Paulo 29 partidas, consiguiendo 20 victorias , 7 tablas y 2 perdidas. Sin embargo , conforme a lo que pactamos Reti y yo, no había que tener en cuenta, para el objeto del récord mundial, el número de tableros, sino el porcentaje conseguido. Yo admiro mucho a Morphy, cuando en su época jugó 8 partidas en Londres, pero hay que darse cuenta de que en dichas partidas existen muchos fallos. Pillsbury fue uno de los más grandes jugadores "a la ciega". Largo tiempo tuvo en su poder el récord mundial con 22 partidas y su hazaña más memorable fue la de Hannover 1902, en la que jugó contra 21 jugadores con fuerza de grandes maestros. Tengo la más alta opinión de Pillsbury como artista y es por eso precisamente el hecho de considerar el juego "a la ciega" como un arte especial. De todos los maestros modernos, es Samisch el que más me interesa ; su gran técnica, su rapidez y su seguridad. Mis partidas "a la ciega" tienen, algunas, las faltas características propias de jugar sin ver. En cuanto se obtiene posición ganadora, se hace sentir un relajamiento interior y raramente se escapa la victoria rápida. Muchas veces me han preguntado cómo se pueden jugar tantas partidas al mismo tiempo. Yo creo que hace falta una memoria innata y adecuada y un conocimiento profundo del tablero y una penetración íntima en la naturaleza del ajedrez. Yo nunca empleo sistemas mnemotécnicos, como cree el gran público, la dificultad esencial es la de recordar todas las posiciones. Además , el jugador "a la ciega" debe someterse a otra dificultad más grande que consiste en luchar sin ver, en cada posición sin ver, y lograr la mejor jugada. Es importante terminar rápidamente ciertas partidas a fin de disminuir el número de tableros. También debe distribuirlos en grupos de aperturas. Por ejemplo en New York, dividí los 26 tableros comenzando con 6 partidas de peón dama, 6 de peón rey, otra vez 6 de peón dama y 6 por peón rey y finalmente las 2 últimas con peón alfil dama. Sobre el valor del juego "a la ciega" las opiniones son diversas. En América está bien visto pero no así en Rusia. Bajo el punto de vista puramente científico, el ajedrez "a la ciega" no ha sido objeto de un estudio profundo. Conozco un tratado de Bínet. También MIESES public ó una pequeña obra sobre el tema, pero solamente relatan sus experiencias personales.

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Alfred Binet1

He hecho y resumo el estudio psicológico sobre la memoria de LOS JUGADORES DE AJEDREZ QUE SON CAPACES DE JUGAR SIN VER EL TABLERO. Me animé a ocuparme de ello hace poco más de dos años, en febrero de 1891, cuando presencié cómo el joven alsaciano Goetz, jugaba en el café de La Régénce, ocho partidas "a la ciega". En un intermedio de la exhibición le pregunté y solicité que me explicara la forma de acción que empleaba para ello. Recordando una observación del profesor TAINE, publicada en su libro sobre la inteligencia, suponía que un jugador necesitaba de la memoria visual para jugar al ajedrez sin ver. Goetz me convenció que NO HACE FALTA esa clase de memoria. No comprendí bien su explicación. Derrotado por esta primera impresión, suspendí mi estudio. Después volví sobre el tema y hace dos meses hice una especie de encuesta. Un cuestionario publicado en francés y después traducido a cinco idiomas. Lo lancé a las cinco partes del mundo del ajedrez, a mis relaciones con todos los maestros. En París, en el laboratorio de la Soborna, se recibieron las respuestas. Los que contribuyeron a aclarar mis dudas fueron: ANNTOSOFF, CUNNOCK , COUREL, FORMSTECHEL, MORIAU, FRITZ, NERON , PLACE , FORSYTH , GOETZ, JANOWSKI, HEIDEBRAND VON DER LASA, HOWELL, LOCHARD, DE RIVIERE , ROSENTHAL, SCHALLOP, SITTEMFELD, TARRASCH , TAUBENHAUS, TOLOSA Y CARRERAS y finalmente, VAZQUEZ; Intercambié con cada uno de ellos cinco o seis cartas. Y, en fin, consulté con PRETI, el director de La Strategie. Las respuestas más interesantes fueron las de Tarrasch y Vazquez, que van al final de este estudio. Es admitido generalmente en el mundo del ajedrez que todo amateur de primer fuerza puede jugar SIN VER una o más partidas. Así se comprende que es bueno para jugar cori el tablero delante de los ojos, jugar también sin ver. Extraído de un artículo publicado el 15 de junio de 1893 en la Re vue de deux Mondes.

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El jugador que desee tener un plan en su cabeza, escribe SALKIRK, está obligado a representarse posiciones de las piezas en varias jugadas supuestas; en ese momento, "la vista del tablero no sirve sino para embrollar". Esta observación nos parece muy justa y nos ha sido presentada espontáneamente por varios colaboradores. "Todo el juego de ajedrez, dice Tarrasch, se hace en partida sin ver. Toda combinación de cinco jugadas, por ejemplo, se ejecuta mentalmente, con la sola diferencia de que el tablero está delante. Las piezas que se miran estorban más bien los cálculos". La principal dificultad del juego "sin ver" reside en el número de partidas que se juegan simultáneamente sin confundirlas . Cuando ese número es de seis, ocho, diez o más, el esfuerzo exige una amplitud de memoria que solamente poseen los privilegiados. Existe una relación exacta, matemática, entre la fuerza de combinación para el ajedrez y el desarrollo de la memoria. En otros términos: los jugadores más fuertes son los que más número de partidas, al mismo tiempo, pueden jugar sin ver. Conocidos estos términos generales y vagos, el problema escapa a toda solución precisa, y cada uno puede responder a su gusto. Los unos para mostrar hasta qué punto la memoria es independiente del juego, otros dirán a veces que una memoria asombrosa como la de recitar sin faltas la lista de los Papas o repitiendo sin fallo una página leída una sola vez otros en favor de opinión inversa, invocarán la biografía asombrosa de hombres eminentes como VICTOR HuGo, que tenía una excelente memoria y que conservaba en ella no solamente los hechos importantes, sino también los incidentes más frívolos. En realidad, ninguno de estos ejemplos son convincentes y son documentos incompletos y dispares, donde cada cual puede sacar conclusiones contradictorias. Para saber exactamente en qué medida una gran inteligencia supone una gran memoria, hace falta no contentarse con observaciones aisladas, sino estudiar grupos de individuos del mismo género, en los que la inteligencia varía su amplitud, y buscar al mismo tiempo cuáles son las modificaciones correspondientes de la memoria. Después de hacer estas consideraciones y distinciones estables, nos será fácil resumir si el número de partidas SIN VER presenta alguna relación con la fuerza del jugador. Dos proposiciones se nos presentan para resumir fielmente los hechos que henios citado. De una parte, es cierto que, tanto los profesionales como los amateur fuertes son capaces de jugar "sin ver", al menos, una partida. 28

Existe una relación directa entre la memoria del jugador y su fuerza combinativa y no sirve de nada decir que lo mismo delante del tablero que sin verlo, las combinaciones son de memoria. De otra parte, y esta proposición corrige un poco el efecto de la primera, no existe ninguna proporción exacta entre el número de partidas jugadas "a la ciega" y la fuerza del jugador. Sobre este punto, hay testimonios abundantes de STEINITZ, el cual jamás jugó más de cuatro partidas "sin ver". FRITZ jugó sin ver, trece partidas y no es más fuerte que Steinitz. BIRD, uno de los más célebres jugadores ingleses, jamás jugó partidas "sin ver", GUNSBERG, que jugó viendo veinticuatro partidas simultáneas contra fuertes contrincantes en menos de dos horas, -las trescientas primeras jugadas le ocuparon treinta minutos - ganó todas de una manera correcta y brillante, está muy lejos de conservar las mismas cualidades en el juego "a la ciega". Así llegamos a una clara cuestión importante. Hay, ciertamente, en la mayor parte de los casos, una coincidencia entre la memoria necesaria para el juego de ajedrez y la potencia de sus combinaciones. La mayoría de los jugadores pueden jugar SIN VER. Pero esta cuestión o relación entre las dos facultades no es bajo ningún concepto necesaria. La regla, como hemos dicho, tiene numerosas excepciones y, de otra parte, no existe ninguna relación proporcional entre el número de partidas jugadas SIN VER y la fuerza de cálculo. Esta última observación, la más importante de todas, muestra también injustamente de buscar en la psicologfa para establecer las relaciones de diversas facultades en el rigor de las proporciones matemáticas. Existe una cuestión delicada: la parte de fraude en el juego "sin ver". No se puede eludir esta cuestión en una encuesta científica y hay que abordarla francamente. En mi cuestionario sobre este tema pregunté a los encuestados: ¿conoce usted algún truco que pueda ser empleado por el jugador "a la ciega"? Unos me han contestado negativamente; otros me han indicado varios procedimientos ilícitos y me los citan en una larga lista. Ciertas supercherías son groseras. Algunos llevan un pequeño tablero en el puño; otros colocan en el techo un tablero con sus cuadros. Examinando estos casos se hace más fácil la representación de la partida y es probable, me escribe Vazquez (que Philidor) "el sutil", que jugaba dos partidas "a la ciega" y una "viendo" al mismo tiempo, se serviría de este tablero visible para combinar las jugadas de los otros dos. Todos estos fraudes son triviales, así como raros y fáciles de des-

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enmascarar. El caso más frecuente es que el jugador se valga de una persona bien avenida con él, el cual anunciando la jugada, le advierte discretamente de un error. Esta colaboración no puede ir muy lejos; más bien creo que es una desventaja todo lo que viene del público. Este público no reporta en estas escenas ninguna disposición de espíritu propio de la observación. Sus ideas son todas a favor del jugador que "no ve" y no deja de admirarlo y aplaudirlo; no tiene la sangre fría y la perseverancia necesaria para seguir seriamente la partida, de suerte que no ven nada que se pase por sus ojos más allá de dos metros. Cuando los comisarios del juego creen que la posición está embrollada; si en un momento decisivo el jugador que "no ve" repite las jugadas efectuadas o si se cometen errores, estos comisarios levantan la voz. De cuando en cuando se escucha: iBravo!, y la gente inocente aplaude de buen grado, por la ilusión que le produce el prodigio de la memoria. Esto no se puede aplicar evidentemente en los juicios sobre las representaciones públicas y no es frivol idad, es serio. Y lo de unas no tiene que ver con las otras._Sabemos de grandes jugadores "sin ver" que han hecho pruebas en torneos regulares, con sus ojos vigilantes hacia sus rivales; pero la cuestión no es la misma, el punto de vista científico no es el mismo respecto al público asistente al espectáculo. Cuando se habla de ajedrez y el hipnotismo, es otra cosa. La representación pública se multiplica con las chances del error y las observaciones exactas y difíciles. Toda persona que asistea una sesión de partidas "a la ciega" se pregunta cómo el que juega ocho o diez simultáneas puede almacenar tantas jugadas en su memoria y sin confusión. Muchos jugadores de ajedrez - y los más famosos, tomaron la pluma para responder a esta cuestión-, y el sentimiento general, es que el que juega "sin ver" no descansa en una facultad única, pero sr sobre un conjunto de facultades que colaboran ensambladas para producir ese maravilloso resultado. El jugador necesita tener una gran fuerza física unida a un gran poder de abstracción; este jugador puede abstraerse del medio exterior y no debe turbarse por el barullo de las conversaciones. Más de uno de estos maestros piensa que es capaz, dice Taine, de jugar partidas de ajedrez paseando por calles frecuentadas y lo mismo a caballo 1. 1 Esto último dicen que lo hacían los del T.) .

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herm
12-Ajedrez a la ciega (Blindfold chess), 1989-OCR, 287p

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